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El registro del instante… al instante

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Por Dorismilda Flores Márquez

 

Esa noche Joaquín Sabina dio un concierto en mi ciudad; no fui, pero en mi muro de Facebook aparecieron fotos y comentarios sobre su concierto mientras éste transcurría; después vinieron los videos y los comentarios de quién se encontró con quién, dónde estaban y hasta de qué platicaron cuando se encontraron. Hace años, había que esperar al día siguiente para ver las notas en medios o esperar a que los amigos y conocidos contaran cómo le fue, si uno no había estado ahí; sobra decir que ahora, en el tiempo de los teléfonos inteligentes, todo está al alcance de un clic, los conciertos, las conferencias, las marchas y manifestaciones, los acontecimientos violentos, los desastres naturales y más. La magia de la imagen y la palabra permite registrar el instante… al instante.

Lo que estas acciones dejan ver es, de entrada, que la calidad técnica de la foto o el video, no necesariamente es lo más importante; si bien cada vez hay cámaras con mejor definición e, incluso, las que están incluidas en los celulares son cada vez mejores, la finalidad de apropiarse la tecnología para captar los instantes y actualizar velozmente se centra en compartir la experiencia a los otros que no están, pero también en comunicar que estoy aquí, no que estuve ahí como antaño, sino que estoy aquí, ahora, en el presente y que es algo que se puede demostrar. José van Dijck y otros autores han señalado que los usos de la fotografía y el video en el siglo XX, han sido muy importantes personal, familiar y culturalmente, puesto que estos materiales se constituyen como la memoria de lo acontecido. El desplazamiento que se produce con las vías de comunicación digital radica, entre otras cosas, en la velocidad con que los contenidos son producidos y fluyen.

Los comentarios, las fotos y videos en tiempo real, se constituyen como una ventana que permite asomarse a un fragmento de los sucesos en el momento que ocurren e interactuar a partir de ello. Podemos pensar que es una manera de explotar el presente. Varios autores, como Bauman, Beck, Lechner, Martín-Barbero y otros, ya han hablado del presente perpetuo como característica de nuestros tiempos. La vida cotidiana se documenta “en el momento” y la memoria construida parece, en ocasiones, un torrente… y a veces es imposible seguir y capturar tal torrente, pero ésa, como diría la nana Goya, “es otra historia”.

El instante adquiere relevancia y se configura como un valor fundamental en la comunicación digital, pero hay otro elemento clave: la experiencia vivida. Subir a Facebook la foto de la manifestación en que estoy es, como había señalado líneas arriba, comunicar que estoy presente y participo en ella, es decir, que no es algo que me contaron, sino que lo vivo. Esto se ha evidenciado, sobre todo, en los casos de desastres naturales; donde una foto, un video o la ubicación de un twitt en el mapa, da legitimidad para hablar de los sucesos, porque se tiene información de primera mano.

¿Quién iba a pensar, en los primeros años de Internet, que esto sería posible? En aquel tiempo se pensaba en los usuarios de la red, como adolescentes sin vida social, gordos por comer comida chatarra para no despegarse de la máquina, pálidos por la ausencia de sol. Lo de hoy, sin embargo, es la movilidad... y el instante.

 


Flores Márquez, Dorismilda
Colegio de Estudios Sociales de Aguascalientes AC, México dorixfm@gmail.com, http://dorisfm.wordpress.com

 


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