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La tecnología en los medios de masas y el estado de la conciencia

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Por Juan José Solis Delgado

 

 

Cuando Marshall McLuhan aseguró que los medios de masas eran la extensión de los sentidos del ser humano y que además, eventualmente se aspiraba a extender también el estado de la conciencia; seguramente algo observó que no lo hizo dudar en su dicho. A la vuelta del tiempo, quienes nos dedicamos a los estudios de comunicología, sabemos que el profesor canadiense era un visionario y que hoy en este mundo moderno muchas de sus tesis siguen siendo vigentes.

Prácticamente todos los medios de comunicación, y sobre todo, los de alta tecnología, han incorporado los desarrollos tecnológicos a sus formas y maneras de construirse. A pesar de que en su momento existieron voces que anunciaban la desaparición del periódico, la radio y la televisión, como consecuencia del arribo y potencial de la Internet; hoy reconocemos que los medios de masas se han reconstruido a partir de los avances tecnológicos y como lo aseguraba McLuhan, se han autocontenido en ellos mismos; pero también han encontrado plataformas donde alojarse.

Lo vemos en la prensa escrita. Desde hace más de una década han cohabitado las versiones impresas y digitales de prácticamente todos los diarios en el mundo. De no ser porque ambas ediciones llevan el mismo título de propiedad, se podría pensar que son medios diferentes. Algunos periódicos se han adaptado más rápido que otros a las nuevas tecnologías, por ello, existen los que han entendido muy bien el nuevo lenguaje cibernético y han transformado su discurso y propuesta en una estructura diferenciada que les permite informar con el detalle que reclama el público tradicional, pero también con la urgencia que exige el público que lee a través de la Internet y sus sofisticados dispositivos creados para tal propósito.

Algo similar sucede con la televisión. Aquella práctica de antaño donde las personas dejaban inconclusa alguna conversación por la necesidad de no perderse la transmisión de su programa favorito, es una acción que ha quedado registrada en la historia. Hoy la capacidad de almacenaje y la movilidad de los diversos dispositivos tecnológicos, además de las transmisiones diferidas, han hecho que la televisión se consuma de manera diferente. La transición del blanco y negro al color, del cinescopio a la pantalla de plasma o de cristal líquido y el pase del formato 4x3 al 16x9, han revolucionado tecnológicamente el consumo y hasta la producción televisiva.

Los nuevos televisores han perdido su nombre y hoy se les comienza a identificar simplemente como “pantallas” que llevan al máximo la nitidez y brillantez de la imagen transmitida, que dicho sea de paso, en la mayoría de los casos suele tener mejor calidad de imagen la pantalla, que la propia imagen de la realidad. Sin embargo, si bien la televisión ha incorporado los desarrollos tecnológicos a su producción y transmisión, es un hecho que en materia de contenidos no ha dado grandes pasos; de hecho, han sido tibios los intentos por proponer nuevos formatos o arriesgarse a nuevas fórmulas debido a que por un lado, la dinámica comercial no permite tener un margen de experimentación necesario porque a las empresas concesionadas simplemente no les interesa, y por otro lado, las exiguas televisoras no comerciales, no tienen los recursos suficientes para experimentar en nuevos contenidos. Pese a ello, la televisión sigue viva por su lenguaje, pero sobre todo, por su significación social y si le súmanos el acoplamiento tecnológico la televisión se ha hecho más práctica, diversa y al alcance de todos.

El caso de la radio es punto y aparte. La radio ha incorporado el desarrollo tecnológico sin modificar un ápice la nobleza de su lenguaje. Desde sus inicios hasta la modernidad, sigue experimentando en nuevos contenidos y formas y no deja de sorprender lo que en ella se produce. Algunas emisoras han pasado de la transmisión análoga a la digital sin tanto aspaviento y los radioescuchas la han recibido con el mismo apego de siempre. El sonido, elemento fundamental de este medio de masas, ha mejorado en su calidad y diseño gracias a la incorporación de los nuevos avances tecnológicos, las nuevas bocinas (muy pequeñas algunas) son capaces de brindar una sonoridad y fidelidad que se puede comparar sin problemas con el mismo sonido real.

La radio se ha incorporado con cierta naturalidad a la tecnología. La creación de los llamados “podcast”, las transmisiones de las emisoras tradicionales que suben su señal “online”, la radio amateur por Internet, etcétera, han fluido con una considerable apertura frente a la diversidad de ofertas de otros formatos auditivos.

De ahí que, si bien los medios de masas, hoy llamados “tradicionales” han incorporado los desarrollos tecnológicos, también es cierto que se han autocontenido en las nuevas formas de comunicación; específicamente me refiero a las redes cibernéticas, conocidas también como redes sociales que hasta este momento, se han configurado como una forma (o plataforma) de comunicación que está conteniendo a los medios referidos. En estas redes lo mismo puede fluir la información sobre un blog de interés general, un portal, un nuevo software, etc., como también (y sin problemas) a través de sus mecanismos y potencial diseminador, se puede llegar a periódicos, programas de radio o de televisión que han encontrado en la Internet una plataforma de contención para albergar su oferta mediática.

En este sentido, creo que a McLuhan sólo le faltó escribir en su libro Comprender los medios de comunicación las palabras “Facebook” y “Twitter”, pues es en estas nuevas y modernas formas de comunicación, donde se pone en evidencia la idea de la extensión del estado de la conciencia. Una y otra red preguntan: ¿qué estás pensando? y otra ¿qué está pasando?... ¿No es acaso cumplir esa aspiración de extender nuestro estado de conciencia? Los medios de masas nos han hecho realidad la idea de la extensión de los sentidos del ser humano, con ello, la incorporación tecnológica los ha colocado en un sitio de vital importancia en la construcción social y en cierto sentido sus mecanismos de expansión han incitado la creación de la redes cibernéticas; por ello resulta pertinente lanzar la pregunta ¿la redes sociales, con su imponente carga tecnológica y su operación de contención de los medios tradicionales, nos conducirán a extender el estado de la conciencia?

 


Juan José Solis Delgado
Licenciado en Comunicación Social por la UAM. Diplomado en creación literaria por la Universidad del Claustro de Sor Juana. Especialidad en Desarrollo de Habilidades Docentes por la Universidad Tecnológica de México y cursó la maestría en Comunicación en la Universidad Iberoamericana. Por más de 12 años ha trabajado como productor de radio. Ha sido docente en diversas instituciones de educación superior, actualmente imparte cursos en la Universidad Iberoamericana y en la Escuela de periodismo Carlos Septién García.

 

 


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