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comunicar ciencia, tecnología e innovación
(primera parte)

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Por Juan José Solis Delgado

 

JJSD2

 


Fecha de publicación: 6 de diciembre de 2012

 

Existe la idea de que comunicar información de ciencia, tecnología o innovación es un asunto difícil porque los medios –sus directivos, editores y/o jefes de información–, no están interesados en publicar cosas que no son del interés de las grandes masas. Probablemente algo de razón haya en esta expresión. Sin embargo, no creo que la dificultad de comunicar estos rubros se deba sólo a un asunto de interés; en todo caso, considero que existen otros elementos que no se han discutido adecuadamente y que eventualmente podrían aportar al debate de cómo comunicar ciencia, tecnología e innovación.

A principios de diciembre, el Foro Consultivo Científico y Tecnológico A.C. (www.foroconsultivo.org.mx) organizó un taller de Innovación para periodistas y comunicadores encargados de hacer periodismo o divulgación científica. La mayor sorpresa fue que –entre los asistentes– no había una idea clara de los conceptos de ciencia, tecnología e innovación. Cada quien entendía los términos a su manera, aunado a que no había precisión en torno al papel que juegan los periodistas-comunicadores en el quehacer de difusión y/o divulgación. Tristemente escuché que aún existen aquellos que de manera soberbia creen que el periodista tiene la función de decir qué información deben conocer sus públicos, y por tanto, tienen la capacidad de educar a sus lectores.

Ante ello, vale la pena señalar que la función del periodista y/o comunicador es ser el enlace entre el público y la información que pretende dar a conocer. Igual que ocurre en cualquier fuente de información, el periodista es el observador privilegiado que tiene la responsabilidad de construir la realidad lo más cercana a la forma que la observó. Así, cobra un papel relevante en cuanto a que se convierte en los sentidos de quien busca informarse, pero sólo ello, nunca será el cerebro que tome decisión alguna.

De lo anterior podemos sortear el primer problema: el periodista o comunicador (incluyo a editores y jefes de información)  no debiera decidir qué es lo que causa interés en el público; la dinámica de los medios obedece más a aspectos de novedad, relevancia, pertinencia o jerarquía de la información. Por ejemplo, alguien podría pensar que el descubrimiento del Bosón de Higgs no necesariamente podría ser de interés para el ciudadano común, pues en honor a la verdad, en muy pocas de sus acciones de la vida cotidiana podría notar algún influjo. No obstante, la cobertura que le dieron los medios de masas a dicho descubrimiento prácticamente ocupó todos los titulares, pues por muy alejados que estemos al tema, sabemos que para el mundo de la ciencia, el hallazgo fue sumamente relevante porque a partir de ello podrán despejarse muchas dudas que había en torno a la creación del universo y seguramente abrirá la puerta para plantear nuevas preguntas.

Otro paso a seguir es establecer una distinción entre la ciencia, la tecnología y la innovación. Si bien una puede conducir hacia la otra, lo cierto es que deben tener un tratamiento propio y único. La ciencia se mueve en la síntesis de la verdad, ésta puede ser básica, aplicada o experimental, pero siempre conservará su espíritu de exponer al conocimiento como una fuerza dinámica que se va transformando producto de su propia complejidad. El trabajo científico requiere de métodos especializados, contrastación de resultados y confrontación con la universalidad del propio conocimiento. No toda la ciencia encuentra una aplicación en la vida cotidiana, pero sí puede establecer las bases de lo que más adelante su aplicación tecnológica podrá beneficiar la vida social. Por ejemplo, en la actualidad todo mundo usamos el buscador Google, cualquier cosa que queramos saber la tecleamos y listo, aparecen los resultados… ¿dónde está la ciencia en ese proceso? Simple: en el desarrollo de algoritmos matemáticos que permiten discriminar millones de datos para elegir sólo los que coinciden con los parámetros de nuestra búsqueda.

La tecnología por su parte es más visible. Me atrevería a pensar que en los últimos años hay más desarrollo tecnológico que científico. Prácticamente todos los dispositivos electrónicos, televisores, etcétera son producto de la tecnología. Pero hay mucho más de lo que creemos. Los procesos industriales, el sector salud, los alimentos, el vestido, la propia educación, etcétera, han incorporado tecnología a sus procesos de tal manera que hoy podemos consultar el catálogo de una biblioteca ubicada al otro lado del mundo, o bien, saber cuántas calorías ganamos o perdemos al subirnos a una caminadora electrónica. La tecnología ha hecho la vida más simple y cómoda, y despierta una capacidad de asombro inimaginable; ello ha servido para que encuentre mayores espacios en los medios de masas, como lo podemos ver en revistas o secciones especializadas en gadgets, software, internet, videojuegos, etc.

En ese sentido quien mayor problema de difusión ha encontrado es la innovación. ¿Qué es innovación? Preguntaban los ponentes del taller del Foro Consultivo, las respuestas se perdieron entre las nociones de mercado, rentabilidad, estrategia, pertinencia; pero nunca se logró definir el concepto. Así, si los periodistas o comunicadores no tienen claro qué es la innovación, pues será más difícil detectar cuándo tienen frente así un desarrollo o aplicación innovadora. El problema es que desde hace años, los medios de comunicación han querido etiquetar a la ciencia, la tecnología y la innovación como si las tres fueran parte de lo mismo.

Para aportar, la innovación es todo aquello que, resultado de la imaginación, la creatividad, o del conocimiento, se le encuentra una aplicación pertinente y específica. Por ejemplo, Twitter y Facebook son plataformas innovadoras, es decir, no descubren el internet, mucho menos el intercambio de información; pero sí plantean una nueva forma de sociabilidad que da un vuelco a lo que entonces se venía desarrollando en materia de comunicación humana. Pero lo mismo se puede encontrar en la industria, como en la economía o en la arquitectura.

La innovación es una condición que bien entendida podría ser del interés masivo, pues casi toda innovación tienen un impacto directo en la vida de las personas. Si los procesos o las operaciones del actuar cotidiano conducen a un estado de confort, eso sin duda es un desarrollo innovador que habrá que seguirle la pista.

Así, el asunto es entender las operaciones y la dinámica de la ciencia, la tecnología y la innovación, para entonces establecer un camino paralelo que se acerque a la agenda mediática y por tanto los directivos y editores logren visualizar el interés periodístico y social. De ello hablaremos en la siguiente entrega.

 


Juan José Solis Delgado
Licenciado en Comunicación Social por la UAM. Diplomado en creación literaria por la Universidad del Claustro de Sor Juana. Especialidad en Desarrollo de Habilidades Docentes por la Universidad Tecnológica de México y cursó la maestría en Comunicación en la Universidad Iberoamericana. Por más de 12 años ha trabajado como productor de radio. Ha sido docente en diversas instituciones de educación superior, actualmente imparte cursos en la Universidad Iberoamericana y en la Escuela de periodismo Carlos Septién García.

Twitter: @juanjosesolis
Facebook.com/JJSolisDelgado

 


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