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Por Patricia Castellanos
Número 65

 

En una sociedad mediada por la ciencia y la tecnología (CyT) se hace necesaria la presencia de actores que contribuyan a que el público se acerque sin temor a ellas, que las comprenda y, de esta manera, pueda participar en la construcción de una sociedad consciente de su influencia en nuestra vida cotidiana.

La ciencia avanza a pasos agigantados, al igual que sus aplicaciones en las diferentes áreas de la vida: desde la esfera del ocio hasta la salud. En ocasiones se la mira con temor e, incluso, con indiferencia a pesar de que todos hacemos uso y nos beneficiamos de ella.

Difusión, divulgación, apropiación, comunicación pública, alfabetización, popularización… son términos que, con matices, vienen a decirnos que la sociedad requiere herramientas para acercarse sin miedo a la CyT y hacer accesible ese conocimiento. O lo que es mejor, contribuir a crear opinión científica, una conciencia crítica hacia la CyT teniendo en cuenta los diferentes actores que inciden en ella: los científicos, los legisladores, el Estado y las empresas, y la sociedad en general.

Diferentes estudios a nivel mundial detectan una situación ambigua entre el público y la CyT: por un lado, se expresa una gran admiración, especialmente hacia los científicos, y por otro, se siente desconfianza hacia los resultados que la CyT pueda tener para la vida futura de la humanidad y del planeta. ¿A qué puede deberse esta situación paradójica? Quizás, la escasa y frágil relación que tenemos con la ciencia tiene que ver con la dificultad para comprender en toda su dimensión las repercusiones tanto positivas como negativas de las investigaciones y hallazgos científicos. Se trata también, de buscar los mecanismos que contribuyan a la participación del público. Como en muchas otras ramas del conocimiento, se busca invitar a la sociedad a ser partícipe de esa construcción; de que exprese sus necesidades y deseos.

La comunicación de la ciencia requiere no sólo la participación de los medios masivos, de la educación formal, sino la implicación en el uso de los espacios de educación no formales, entre ellos los museos, las ferias de ciencia, obras de teatro, conciertos, poesía… Por eso, es necesaria la formación de comunicadores, divulgadores, alfabetizadores científicos. Personas que, desde sus áreas del conocimiento sean capaces de transmitir los valores de la ciencia para que sea entendida en el contexto en que nos encontramos.

La pérdida de vocaciones científicas en todas partes del mundo es una situación que se detectó en la Inglaterra victoriana; esto quiere decir, que algo no se hace bien y que debemos hacer un alto en el camino para reflexionar sobre la eficacia de las diferentes estrategias para que la CyT llegue a la sociedad.

Este monográfico busca presentar un amplio panorama de ese comunicar la ciencia, de las diferentes maneras de acercarse al público desde la perspectiva académica, pero también, desde la mirada de las instituciones comprometidas con sus estrategias de cara al público.


Dra. Patricia Castellanos Pineda

Doctora por la Universidad Autónoma de Barcelona. Redactora en jefe de la revista de cultura científica “laTalaia”, del programa Observatorio Científico de la Ciudad Mediterránea, del Instituto de Cultura de Barcelona (ICUB). Investigadora del grupo “Museia”, de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), en la línea de patrimonio científico. España.


 

 

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