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CARTONERO !

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Por José Luis Spaltro

 

Durante enero y febrero de 2002 después de cenar, salía por Av. Alvear (en la Recoleta) a juntar cartones.

Era una rutina que había iniciado cuando la crisis económica me había empujado a la calle; me capturó mis ahorros y perdí lo poco que me quedaba.

Me echaron del trabajo y lo  que me pagaron solo me sirvió para comprar algunos de los 6 medicamentos que consumía. Como no pude pagar el alquiler, me fui a un hotelucho en Once y la rubia (de rulos)  que decía quererme, se fugó con un repartidor de pizza.

Como no tenía otra solución, ya que mis amigos estaban en la misma -o peor- decidí una noche salir a cartonear (juntar cartones, papeles, etc) los que metía en una bolsa y de a poco la arrastraba por las veredas.

Llegaba a mi pieza como a las 3 de la mañana, clasificaba lo encontrado, me duchaba y a dormir un rato.

Temprano compraba el diario y a buscar algún trabajito.

Como las ofertas cada día eran menos o los requisitos eran cada vez más estrictos, la mañana y la tarde se me hacían eternos.

Cada vez más temprano salía con la bolsa.

Creo que en marzo ya estaba iniciando el recorrido a las 4 de la tarde y en mayo a las 2.

A medida que avanzaba el tiempo, era más gente que hacía lo mismo.

La competencia era desleal: había tipos que se hacían acompañar por el personal doméstico, por jubilados con problemas para conciliar el sueño, por amigas íntimas....

Una noche, como a las 10, me encontré en Av Callao y Quintana con el Coronel  Osvaldo Viamonte. Me miró fijo y ambos bajamos la vista, él lamía un cucurucho de crema rusa y yo cargaba con unos 25 ks de diarios (encontrados en la puerta del Colegio de Escribanos, a la vuelta de la Comisaria 17a).

Viamonte habrá pensado: ... estará haciendo una tarea de Inteligencia ?

Eso, en el fondo me reconfortaba. Pero como mi orgullo se mantenía en pie, seguí cartoneando.

Al pasar por el Hotel Alvear, en la esquina de Ayacucho, me topé con el Dr Alberto Gustavo Ambrosetti -reconocido penalista porteño-. Levantó la mano y muy sonriente (mostrando sus nuevos implantes) me deseó éxitos en el emprendimiento.... al grito de: no aflojé amigo !!!

No muy lejos de ahí, precisamente en la veredita del tradicional café La Biela, tomaba una cerveza con maníes el ing. Mario Ricardo Aroston, que para esa época era gerente de producción de la Ford.  Al verme no dejó de sorprenderse, pero para no humillarme, sacó su celular y animadamente buscaba un inexistente número.

El tiempo pasó y para junio de ese año, ya habíamos formado una sociedad: el Coronel planificaba los recorridos, previo al análisis de las condiciones climáticas (si llovía, descanso); el Dr., durante el día, se conversaba con los porteros para que nos dejaran los diarios atados y los otros papeles separados del resto de la basura; el Ing. clasificaba científicamente lo recolectado, lo compactaba y salía al mercado a colocar la producción.

Que hacía yo ? ... pensaba en encontrar nuevos socios para ampliar el emprendimiento y seguía arrastrando la bolsa con 40 kg. de papeles, algún bronce, una cañilla o chapa oxidada.

La crisis económica hacía estragos: los cartoneros nos encontrábamos, casualmente, en cada esquina y el círculo de recolección se hacía más grande.

 Recoleta, Barrio Norte, Barrio Parque, Palermo, Belgrano. Los más aventurados incursionaban ya en Floresta, Villa Soldati y Mataderos. No había hueco en la Capital Federal sin ser explotado.

Como la competencia era impresionante, el Coronel -ya convertido en Cartonero 3 estrellas- decidió organizar brigadas para trabajar en turnos de 8 horas. Las iniciales 20 brigadas (conformadas por 5 cartoneros cada una) en pocos días se agrandó a 30.

El despliegue no nos daba respiro.

 Al frente de cada grupo había un profesional (abogado, contador, escribano) y como encargado, un hombre de oficio: había metalúrgicos, carpinteros, techistas, relojeros. Todos desocupados o venidos a menos

 La gloriosa Clase Media argentina era media-chota en aquel momento.

RIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIINNNNNNNNNG !

Uffa: ya son las 06.00 hs. y me tengo que levantar (menos mal,... tuve un muy mal sueño!)

 


José Luis Spaltro
Periodista Argentino.

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