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SISTÉMICA DE LA COMUNICACIÓN RELIGIOSA

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Por: Raymond Colle
Número 67

Resumen
En el ámbito de la religión, la comunicación tiene esencialmente dos dimensiones: una trascendental, entre Dios y los hombres, y una inmanente, interhumana. Si bien en ambos casos se produce un intercambio de las funciones de emisión y recepción, no ocurre en forma estrictamente comparable. Para precisar las semejanzas y diferencias, consideramos aquí, mediante análisis sistémico, primero cómo se produce la comunicación de Dios hacia los hombres -por la creación y la revelación- y luego la comunicación de los hombres dirigida hacia Dios, en la fe, la oración y el culto colectivo o liturgia. Pasamos en seguida a considerar la dimensión inmanente por la cual un hombre transmite el mensaje religioso a otros, mediante testimonio o enseñanza. Estructuramos estas consideraciones mediante análisis sistémico y utilizando los conceptos tradicionales de la teoría de la comunicación, concluyendo finalmente que la comunicación religiosa tiene características propias que la hacen muy diferente de las formas normales de la comunicación humana. Si bien no se realiza aquí un estudio teológico, se adoptan algunos conceptos teológicos básicos indispensables, en el marco de la fe cristiana pero fácilmente proyectables a otras religiones.

Palabras clave:  Comunicación; Religión; Análisis de sistemas; Testimonio; Enseñanza; Revelación; Dios; Fe; Oración; Culto

Abstract


Religion essentially has two dimensions: a trascendental, between God and men, and an inmanent, between men. In both dimensions there is a communication in which the functions of emission and reception are exchanged. We analyze here how the communication of God toward men take place: how He speaks and towards what points. Then we look at the communication of men directed toward God, in the faith, the prayer and the collective cult or liturgy. We turn next to consider the inmanent dimension by which a man conveys a religious message to another, through testimony or education. Staff these considerations by the mean of system analysis and around traditional concepts of the theory of communication and basic theological concepts, concluding that religious communication has proper characteristics, almost different from normal human communication. A more theological study could deepen much more these concepts.


Key Words: Communication; Religion; System Analysis; Testimony; Teaching; Revelation; God; Faith; Prayer; Cult

Sumario: 1. Introducción. 1.1.Definiciones. 1.2.Objetivo. 2. Metodología, 3. Modelo básico de la CR. 3.1.Descripción inicial del sistema. 3.2.La comunicación en este sistema bipolar.  4. Los sujetos y flujos de la CR. 4.1.Los sujetos. 4.1.1.Dios. 4.1.2.El ser humano.  4.2.Los flujos. 4.2.1.De Dios hacia los hombres. 4.2.2.De los hombres hacia Dios. 4.2.3.Flujos interhumanos. 4.3.Integración. 5. Conclusión. 6. Bibliografía.

Summary: 1. Introduction. 2. Methodology, 3. Basic model of RC. 3.1.First description of the system. 3.2.Communication in this bipolar system. 4. Individuals and flows in the RC. 4.1.Individuals. 4.1.1.God. 4.1.2.The human being. 4.2.Flows. 4.2.1.From God to men. 4.2.2.From men to God. 4.2.3.Between men. 4.3.Integration. 5. Conclusion. 6. References.

 

  1. Introducción

Si se buscan publicaciones anteriores sobre la comunicación religiosa, se encontrará que apuntan habitualmente al uso de las tecnologías de la comunicación en el ámbito religioso. Ocasionalmente se encontrará también algún trabajo de antropología que investiga el comportamiento relgioso en una u otra cultura. Pero no parece probable que se encuentre algún estudio que se centre exclusivamente, como pretendemos hacerlo aquí, en el proceso de comunicación entre Dios y los hombres. Nos pareció importante tratar de llenar este vacío.

    1.1. Definiciones
Etimológicamente, el término religio refiere a tres conceptos: atarse (religari), reparar en algo (relegere) y elegir de nuevo (reeligere). Ésto está lejos de aclarar el concepto. Según Santo Tomás, la religión es lo que «importa el ordenamiento del hombre hacia Dios» (Suma Teológica II-II,81,1). En otro lugar de su Suma Teológica señala que incluye las preguntas sobre la última causa trascendente y el fin último de la realidad creada (Suma Teológica I,1,2). «Con esta definición de la religión queda dicho que... el acto religioso que actualiza la religión no es derivado, sino primitivo y originario; que como acto total afecta al hombre entero.» (Fries, 1967: IV, p.72)

La religión no es solo una cuestión del pensamiento: se expresa a través de todos los medios de que dispone el ser humano: palabra, gesto, imagen y sus diversas formas (canción, danza, culto) y se traduce en una forma de vida, siendo origen del derecho, de la moralidad y de la cultura.

Entendemos aquí la comunicación como la interacción dotada de sentido entre seres capaces de captar dicho sentido. Ésta no es más que una traducción de la definición clásica dada por Weaver como «procedimientos por lo cuales una mente puede afectar a otra». (Shannon y Weaver, 1981, p.19)

El fenómeno de la comunicación, por lo tanto, es constitutivo de la religión. Sin embargo escasea el estudio de la religión desde la perspectiva de las ciencias de la comunicación.

1.2. Objetivo
Nuestro objetivo es identificar las características particulares de la comunicación religiosa partiendo por definir sus reales dimensiones e identificando sus componentes y sus flujos mediante el análisis del sistema en que se inserta.

La base de este estudio está constituída por los conceptos bíblicos y teológicos de la tradición judeo-cristiana. Pero lo desarrollado aquí puede ser considerado suficiente -y necesario- como marco para una eventual investigación aplicada en el campo de la sociología de la religión.

2. Metodología

Estudiaremos nuestro objeto recurriendo al método del análisis sistémico. La Teoría de Sistemas apunta a la confección de modelos, en el sentido científico del término, es decir de representaciones simplificadas de la realidad, que incluyen generalmente formas gráficas, tabulares y matemáticas. Estos modelos, a su vez, se van estableciendo partiendo de formas muy sencillas para, poco a poco, tomar cada una de sus partes y, al estudiarla más detenidamente, construir nuevas formas cada vez más complejas (en una secuencia llamada habitualmente "particiones"). Otra característica fundamental de esta teoría o metodología de investigación es que implica que no se parte de la formulación de una o  varias hipótesis que se contrasten luego mediante experimentación, sino que se formula una pregunta general y se pasa a recopilar numerosos datos que luego se categorizan y se ordenan para tratar de llegar a un esquema que ayude a entender el funcionamiento de los fenómenos estudiados. No es posible prever el tipo de producto - esquema o cuasi-teoría- al cual se llegará: se va descubriendo (y corrigiendo numerosas veces) a medida que se avanza.

La teoría de sistemas es también un medio de estudio destinado a enfrentar la complejidad. El "paradigma de la complejidad" es también un descubrimiento del Siglo XX. Los avances de la física en este siglo han obligado a dejar de pensar en el universo como algo compuesto de elementos simples. Estamos hoy conscientes de la complejidad del mundo, y con ello debemos estar más  dispuestos a aceptar contradicciones y paradojas lo cual, si bien es clave -por ejemplo- en materia de física de partículas y de neurofisiología, también lo es cuando tratamos de conocer a Dios y su forma de actuar en el mundo.

Por otra parte, la teoría de sistemas tiene otra afinidad con la teología: renuncia al principio cartesiano de explicación mediante relaciones causa-efecto, prefiriendo la observación sistémica de relaciones fines/medios. Reemplaza el principio de causalidad lineal por el  precepto teleológico,  que lleva a interpretar el objeto no en sí mismo sino por su comportamiento, y no trata de explicar éste a priori mediante alguna ley estructural sino en función de los proyectos que se pueden atribuir al objeto.

De este modo, la  sistémica - como método científico - es «una manera de conocer» más
abarcadora que el método clásico de las ciencias experimentales. Es también más dúctil y más consciente del rol del observador por cuanto su objetivo es siempre construir una descripción del sistema tal como lo ve y como se lo explica éste.

Considerando fundamentales los procesos y su representación, la sistémica coloca en segundo plano la identificación de los objetos mediante definición estructural o esencial («qué son»), prefiriendo identificar primero los procesos en los cuales estos objetos están implicados. Para facilitar este método de trabajo R.Ashby ha introducido el concepto de «caja negra»: ingenio que procesa una entrada y genera con ello una salida, entrada y salida siendo elementos pertenecientes al entorno de la «caja» (Ver Gráfico 1). Es «negra» en el sentido de que, al menos inicialmente, no se conoce lo que hay ni lo que ocurre «adentro»: sólo se sabe que «hace algo», que «opera una transformación», es decir que «procesa» elementos  (objetos) provenientes del entorno. Los objetos que son transformados conforman un flujo (representado por las flechas del gráfico) que puede ser de  materia, de energía o de información.

Gráfico 1: Caja negra
caja negra

Dado que la «caja negra» efectúa una transformación de la entrada en salida, o sea un «proceso», se dice que es o contiene un procesador. Se considera que la definición de un sistema implica identificar al menos dos procesadores elementales y su interacción, es decir realizar al menos una «partición» (como en el Gráfico 2). Pero una única partición puede obviamente poner en evidencia más de dos «cajas negras» y más de un mero flujo entre ellas.

Gráfico 2: Método de partición
método de participación

Las letras E y S significan 'Entrada' y 'Salida'. 'Alm.' es Almacenamiento. 't1', 't2' y 't3' indican tres momentos sucesivos en el tiempo.
Por convención, los rectángulos designan elementos (procesadores, sistemas y sub-sistemas). Las elipses representan funciones. Las flechas representan flujos. Los triángulos representan archivos.

 

Se parte de la hipótesis de que un sistema se compone de otros sistemas más simples, llamados «elementos», que son también procesadores, cada uno de los cuales es a su vez definido por su comportamiento en relación con los demás. Consecuentemente, el estudio sistémico apunta a precisar cuales son los elementos  que componen el sistema, cuales son las funciones de dichos elementos (procesos que realizan) y cuales son los flujos que los unen.

Para desarrollar este estudio con una mínima claridad, nos basaremos en la tradición judeo-cristiana y especialmente en el cristianismo, ya que el fenómeno de la comunicación religiosa sólo es explicable desde el interior. Pero la mayoría de los conceptos son, sin duda, también aplicables a otras religiones.

3. Modelo básico de la comunicación religiosa

3.1. Descripción inicial del sistema
El primer paso de la descripción sistémica consiste en establecer la distinción entre la o las entidades que conforman el sistema (primera «caja negra») y el entorno o contexto en el cual se encuentran. Al considerar la comunicación religiosa (CR), ésto nos plantea un problema: Dios no se encuentra dentro de un entorno o ambiente. Pero, fuera de Él, todo lo que podemos conocer es parte de un sistema que Él ha creado: el Universo. Estamos por lo tanto ante un tipo muy peculiar de sistema, que es bipolar, con dos elementos muy diferentes:

Gráfico 3: Elementos del Modelo
Elementos del modelo

Podemos considerar que Dios «antes de la creación» (si es que se puede hablar así), es «El Sistema» (en el sentido más pleno del verbo ser), y que es un sistema cerrado y sin «entorno», dado que no existiría nada más. Pero el acto de la creación demuestra una condición diferente: es una entidad abierta, que desea compartir, y que genera una suerte de «contraparte». No podemos decir que se genera un «entorno», ya que nada puede «contener» a Dios (siendo el «contener» una característica de todo entorno o medio ambiente).

Sistémicamente, tampoco podemos decir que el universo tiene a Dios como entorno suyo, porque el universo no es una parte de Dios, sino un producto. Por lo tanto, nos encontramos ante lo que podríamos llamar un "sistema binario", o sea ante dos sistemas asociados, pero no de un sistema con dos elementos (sub-sistemas). No podemos partir del modelo inicial de  la Teoría general de Sistemas que plantea la existencia de una caja negra situada en un ambiente, sino que hemos de partir de dos cajas negras, sin ningún ambiente que las contenga (por lo que, gráficamente, no se encierran aquí en un caja). A esta situación corresponden consecuentemente dos dimensiones de los procesos involucrados: la dimensión trascendental (es decir que supera el universo), que involucra a Dios, y la dimensión inmanente, que es la que corresponde a lo que ocurre en el interior del universo.

Pero podemos observar de  inmediato que ambos sistemas son «dinámicos», aunque no exactamente en el mismo sentido. Como acabamos de decir, Dios manifiesta su «decisión de abrirse» a través del acto que crea el universo. Sin embargo, Dios es eterno y su naturaleza no se circunscribe en la dimensión del tiempo. Existe, por lo tanto, un misterio imposible de resolver en la relación entre la atemporalidad de Dios y la historicidad del universo. Incluso esta historicidad podría ser una condición que está ligada exclusivamente a nuestra forma de percepción, que es espacio-temporal. Pero a nivel sub-atómico, como explica la física cuántica, las dimensiones del espacio y el tiempo no tienen sentido. Así que el universo puede tener otras dimensiones, que lo mantienen compatible (la física diría «coherente») con características propias de la eternidad de Dios.

El universo creado, por su parte, aparecía hasta hace poco ante los científicos como un sistema cerrado, por cuanto las ciencias no están en condiciones de estudiar nada fuera de las dimensiones que constituyen el universo. Pero muchos científicos empiezan a considerar la factibilidad de que sea un sistema abierto, dependiente de una suerte de «mente» (la mente divina), que es la que concibe la información que constituye la estructura última del universo (cfr.Guitton, 1992: 104-105). Adoptaremos esta hipótesis por cuanto es la más rica para el análisis desde el punto de vista comunicacional.

En este enfoque, Dios no es el «entorno» del universo, sino su punto de partida y su soporte permanente, su in-formador, y el universo, como sistema, es el entorno o medio ambiente de todo lo que contiene, en particular del ser humano, que es el segundo sujeto del par necesario para que haya comunicación (siendo Dios el primero).

Gráfico 4: Sistema básico con una "partición"
Sistema básico con una "partición"

En este gráfico utilizamos dos tipos de vínculos diferentes, para recalcar la existencia de dos tipos diferentes de procesos: el de creación y sustento vital (flecha superior) y el de relación particular de Dios con el ser humano (línea delgada inferior), relación que es la que hemos de estudiar. Más adelante estudiaremos las características propias de los sujetos - Dios y el ser humano - que aparecen como los elementos centrales en este modelo inicial.

3.2. La comunicación en este sistema bipolar
El modelo descrito en el gráfico 4, sin embargo, no es - aún - un modelo de comunicación.
Debemos dejar establecido como mínimo la existencia de entradas y salidas en los componentes que pueden ser considerados como procesadores, es decir los sujetos de alguna actividad que se relacionan entre sí. Lo primero que sabemos es que Dios, después de crear al ser humano, entra en relación con él de alguna manera. Basándonos esencialmente en la tradición judeo-cristiana,  podemos ver que esta relación ocupa la casi totalidad de los textos bíblicos, mientras la Revelación cristiana no nos dice casi nada de su relación con el resto del universo.

Por lo tanto, hemos de dejar señalado que el Sujeto Trascendente, Dios, se dirige («envía señales») hacia su criatura y espera también algún tipo de retroacción. Por otra parte, sabemos - y en ésto la Biblia es sólo el reflejo de nuestra experiencia -  que los hombres se relacionan entre sí tanto en un plano físico (intercambiando objetos) como en el plano mental, el plano de la comunicación propiamente tal, en que la relación se establece a nivel de significados, de los cuales el nivel físico sólo es el soporte.

Esto nos lleva por lo tanto al siguiente modelo inicial:

Gráfico 5 Sistema general básico de comunicación religiosa
Sistema general básico de comunicación religiosa

Mantenemos aquí la acción creadora de Dios (flecha superior), que no podremos olvidar nunca, muy particularmente porque no corresponde solamente a un momento específico sino a una acción permanente, y agregamos dos flechas que indican que Dios se dirige al ser humano y que éste ha de responder a Dios (ámbito de la comunicación). Finalmente otra flecha cierra un círculo, saliendo de la «caja»-ser humano para volver a entrar en ella, lo cual representa -por convención  sistémica- la comunicación de los hombres entre sí (Si varios elementos son estructural y funcionalmente idénticos, la sistémica obliga a representarlos una sola vez). El gráfico también deja en claro que los flujos de entrada y salida en el elemento Ser Humano implican el uso de componentes que pertenecen al Ambiente (realidad física externa al ser humano). Pero la naturaleza de estos flujos queda aún por definir, excepto en el caso de la función creadora, que ya hemos precisado.

Hemos representado por lo tanto diversos sistemas y subsistemas (el divino, el ambiental y el humano) y señalado la existencia de una serie de flujos con sus respectivos puntos de entrada y salida. La tarea consistirá ahora en explicitar las características de estos diferentes tipos de componentes del Sistema General reconocido como punto de partida.

Este Sistema General, binario como lo hemos visto, tiene la particularidad de englobar todo lo que existe y, en consecuencia, de no tener entorno y de no estar afectado por nada fuera del propio sistema. Es lo que la  sistémica llama un «sistema cerrado», en oposición a los «sistemas abiertos», que son sistemas sensibles a condiciones que les son externas. El sistema humano es evidentamente un sistema abierto y, si bien el sistema universo es físicamente un sistema cerrado, desde el punto de vista teológico es también un sistema abierto, por cuanto está sujeto a la intervención de Dios.

 

4. Los sujetos y flujos de la comunicación religiosa

Hemos establecido las bases y el modelo integrador del fenómeno que nos proponemos estudiar. Debemos ahora entrar en un análisis más detallado. Como hemos señalado, la naturaleza substancial de los elementos que componen el sistema no es una preocupación importante de la sistémica. Lo que interesa, para «definir» sistémicamente éstos, son sus funciones (procesos que realizan). Pero ya hemos determinado, antes de iniciar el estudio, que nos centraríamos en el proceso de comunicación, es decir en las funciones de emisión y recepción. En consecuencia, lo que hemos de hacer es tratar de establecer distinciones en el ámbito de estas funciones, de los medios utilizados y de los contenidos transmitidos, lo cual deberá ser objeto de la presente etapa de análisis. Ésto podrá, eventualmente, llevarnos a descubrir también subsistemas dentro de los elementos ya identificados (Dios y ser humano).

4.1. Los sujetos

            4.1.1. Dios
Ya hemos tenido que referirnos a algunos aspectos del elemento Dios, el primer sujeto/procesador del sistema que hemos esbozado: hemos tenido que señalar su  carácter  trascendente, lo cual apunta más a su naturaleza que a su(s) función(es) pero que influye significativamente en las características de los flujos que le son ligados.

Seguidamente hemos tenido que mencionar como primera función la de creador del segundo elemento del sistema general considerado, el Universo. Ésto, en la concepción de la física semántica, consiste en una producción de información, o sea en una función de emisión muy particular y única.

Finalmente, consideramos que Dios se relaciona e interactúa con los hombres. Así, frente a ellos, se constituye en un emisor -de algún tipo de mensaje, que queda por determinar- y en un posible receptor (de algún otro tipo de mensaje).

            4.2.2. El ser humano
El ser humano -considerado genéricamente- constituye otro elemento, segundo polo de la comunicación. Lo que ha de quedar claro hasta ahora es que es parte del universo y, como tal, es un ser creado. Por definición, como sujeto/procesador, es capaz de percibir y emitir flujos de información. Pero, como ser creado, se encuentra en una situación muy limitada en comparación con el Sujeto Divino. La capacidad de ambos para manejar la forma y el sentido de los mensajes (contenido de los flujos) es inmensamente diferente.

4.2. Los flujos
La mejor manera de introducir distinciones en las funciones de emisión y recepción consiste en considerar los flujos que los unen, sobre la base de los medios utilizados y los tipos de contenidos. Los flujos pueden ser considerados de dos maneras: centrándose en un elemento (aquí un sujeto) para analizar todas sus entradas y sus salidas en relación a cada función del elemento (o sea de los procesos que realiza), o bien estudiarlos uno por uno con su punto de origen y su destino. La primera modalidad es la más frecuente en materia de análisis sistémico, pero parte del presupuesto de que toda función consiste en la transformación de una entrada en una o varias salidas. En el ámbito de la comunicación, sin embargo, no hay necesariamente una correlación entre una salida y una entrada (la recepción determinada no conduce necesariamente a una emisión que le corresponda). Más aún, en el caso que nos ocupa, es imposible considerar al elemento Dios como transformador de una determinada entrada -proveniendo del ser humano- en una determinada salida. Las salidas, en su caso, no son en modo alguno el producto del procesamiento de una entrada. Son el producto exclusivo de su libre iniciativa. En consecuencia, es mucho más lógico llegar a precisar funciones a partir del análisis de los flujos, que son los más observables. De este modo descubriremos incluso que, muchas veces, el proceso de recepción -o entrada en un elemento- conlleva (efecto) una transformación que escapa al ámbito de la comunicación y no deriva necesariamente en una nueva emisión.

            4.2.1. El flujo de Dios hacia los hombres
Lo que sabemos de Dios es el producto de un gran acto de comunicación: la Revelación. Podemos definir la Revelación como la supresión de un obstáculo que impide al sujeto humano la percepción de una realidad peculiar: la realidad de Dios. Así podemos decir que Dios se revela a partir del momento en que da al ser humano la posibilidad de percibir -de cualquier manera- la existencia divina.

La revelación nos llega por tres medios: por la Creación, es decir el universo que podemos observar (y, por lo tanto, la  investigación científica es una forma de acceder a la revelación), por la Palabra, es decir las Escrituras sagradas o Biblia, y por la Tradición, o sea la enseñanza extra-bíblica que transmiten sujetos idóneos a lo largo de la historia. Sin embargo, hemos de tener en cuenta aquí que tanto la Biblia como la Tradición son mediaciones: son, en otras palabras, una forma  indirecta de comunicación de Dios, en que otros hombres intervienen como testigos escogidos. El esquema gráfico de los flujos se presenta por lo tanto, al presente nivel, del siguiente modo:

Gráfico 6a. Flujos básicos de la CR
Flujos básicos de la CR

Pero que no se pretenda deducir de este esquema que consideramos la Biblia o la Tradición como mensajes generados por el ser humano: la flecha diagonal quiere recalcar la ligazón que existe entre éstas y el «mensaje original». En este caso, hombres escogidos son los que sirven a Dios de «instrumentos» para hacer llegar su mensaje a todos los demás. Tendremos la oportunidad, más adelante, de estudiar más detenidamente este proceso.

El análisis sistémico también obliga a considerar la temporalidad de los flujos: algunos son efímeros (salen de un procesador para entrar en otro y, en este instante, desaparecen o se repiten) mientras otros se almacenan para ser reutilizados o transmitidos en otro momento, en cuyo caso dan origen a un «archivo». En el presente caso se podría decir que el Universo -considerado como mensaje de Dios- constituye una suerte de archivo pero no sería adecuado considerarlo así en la graficación ya que es, antes que todo, el segundo polo del sistema general estudiado. Al contrario, es obvio que la Biblia es un archivo. También existe un archivo de la Tradición, ya que ésta se mantiene en gran parte en forma escrita aunque otra parte también se transmite en forma oral (Geiselmann, 1967: 382-394). Ésto lleva al siguiente ajuste del gráfico 6:

Gráfico 6b. Flujos básicos de la CR
Flujos básicos de la CR

            Primer tipo de emisión
El primer «acto expresivo» de Dios es la creación y, según la Biblia, la creación ocurre efectivamente mediante palabras: «Y Dios dijo... y así ocurrió.» (Gen.1,6-30). Estamos, además, acostumbrados a leer en el primer versículo del evangelio según San Juan que «En el principio estaba la Palabra» (Jn.1,1). Nuestro Dios es un ser que «habla» y ésto distingue el judeocristianismo de otras religiones a la vez que coloca el fenómeno de la comunicación en el centro del Plan divino.

La creación del ser humano constituye el primer elemento de esta Revelación por cuanto el ser humano, dotado de conciencia, es capaz de reflexionar sobre el origen, el sentido y el fin de su propia existencia. Puede entonces leer -decodificar, deberíamos decir- el primer «mensaje acerca de Dios» que es todo lo creado. Esta es la primera manisfestación de Dios, ya que todo ser que actúa imprime en su obra su semejanza. Pero el universo es un intermediario pasivo. El encuentro con Dios a través de lo creado puede culminar en un homenaje al Creador descubierto por la vía de la razón. Pero este conocimiento de  carácter racional no lleva al hombre sino hasta el umbral del misterio. Para franquear este límite, hace falta la intervención activa de Dios. Y ésta constituye la Revelación en sentido estricto.

             Segundo tipo de emisión
En la tradición judeo-cristiana, la primera etapa de la Revelación se encuentra en la experiencia de la intervención histórica de Dios a favor del «pueblo elegido».  Esta historia («historia de la salvación») constituye un conjunto de «signos» que entrega creciente información acerca de quién la guía. Así, la Historia se transforma en mensaje. El Dios trascendente demuestra cada vez más su proximidad, su búsqueda de una comunión personal con el ser humano (aspecto teleológico, que indica la finalidad del sistema). Sin embargo es sólo de modo confuso que -en el Antiguo Testamento- aparece que la comunicación de Dios con el ser humano tiene por fin establecer una comunión.

             Tercer tipo de emisión
Si bien el pueblo de Israel ve mensajes de Dios en los acontecimientos históricos, también los reconoce en las palabras, primero de Moisés, que establece la Ley y la «Alianza», y luego de los profetas, que establecen la voluntad de Dios y revelan poco a poco sus designios.  La «Alianza» es una primera forma de unión. En ella, la Ley y sus instituciones son un medio ofrecido por Dios para vivir dicha unión. Pero Israel descubre que la instalación en la Tierra Prometida no era el fin. Las intervenciones de Dios continúan, llevando al descubrimiento de la existencia de un designio, de un plan de salvación que los profetas proyectan más claramente en el plano espiritual.

El profeta fue el «especialista» que extraía el sentido de la Revelación de los acontecimientos y transmitía lo que Dios se revelaba directamente. Los hechos estaban destinados al pueblo, mientras Yahvé se comunicaba con el profeta de manera más íntima: sea mediante visiones y sueños, sea mediante una inspiración interior más díficil de definir. Se introduce por lo tanto una función especial reservada a algunos hombres (los profetas), como intermediarios en la comunicación de Dios con el común de los hombres.

            Cuarto tipo de emisión
Las palabras de los profetas y los hechos históricos que testimonian de la acción de Dios en la historia así como otras enseñanzas inspiradas por Dios son recogidas por los escritores sagrados y conforman la Biblia.

            Quinto tipo de emisión
Un más claro conocimiento del plan divino sólo era posible mediante un conocimiento más profundo de Dios mismo. Hacía falta una nueva etapa en la Revelación para elevar a los hombres hasta este nivel superior de conocimiento. Por ello

 “Dios habló a nuestros padres en distintas ocasiones y de muchas maneras por los profetas. Ahora, en esta etapa final nos ha hablado por el Hijo (Hebr.l,1-2). Pues envió a su Hijo, la Palabra eterna, que alumbra a todo hombre, para que habitara entre los hombres y les contara la intimidad de Dios (cf.Jn 1,1-18).” (Concilio, 1967, Dei Verbum, 4)

La Revelación definitiva se establece así a través de la Palabra y de una Palabra «hecha carne», un Dios hecho hombre, con existencia histórica y que dió testimonio a través de su vida, de su muerte y resurrección y, por cierto, de su predicación posteriormente recogida en textos para llegar a los hombres de los siguientes siglos.

Podemos ver de este modo que Dios se manifiesta de diversas maneras, a través de sus
palabras y sus acciones:

 

Gráfico 7. Especificaciones en el flujo desde Dios hacia los hombres
Especificaciones en el flujo desde Dios hacia los hombres

Existe aquí una enorme dificultad para representar adecuadamente el subsistema Dios-Hijo por cuanto, como dice la Biblia, es «totalmente Dios y totalmente hombre». Pero si bien, en consecuencia, es equivalente al elemento Dios, no es equivalente al elemento sistémico Ser Humano por cuanto un sólo Ser Humano es Dios-Hijo (y no todo Ser Humano). Por ello se optó por hacer «encajar» de diferente manera la caja Dios-Hijo en las otras dos cajas que une en sí-mismo.

La aparición de seres humanos con funciones especiales, como los profetas y escritores sagrados, conduce a la inserción de estas funciones en el gráfico. Téngase presente que no llevan a distinguir nuevos elementos: no son subsistemas del sistema Ser Humano ya que profetas y escritores no son procesadores que sean partes de todo ser humano: sólo realizan funciones que se cumplen si son activadas del modo adecuado. Esas funciones humanas, reservadas a algunas personas, se volverán a describir más extensamente más adelante.

Con estas precisiones, la tabla de flujos correspondiente pasa a ser como sigue:

Tabla 1: Flujos Dios-hombres


Origen

Función

Contenido

Destino

Dios

Creación

Universo*

-

Dios

Creación

Lo creado como mensaje

Ser humano

Dios

Revelación

Actuación histórica

Ser humano

Dios

Revelación

 Palabras/Visiones

Ser humano f Profeta

Dios

Revelación

Inspiración

Ser humano f Escritor sagrado

Dios

Encarnación

Dios-Hijo
(Vida como mensaje)

Ser humano

Dios-Hijo

Prédica

Palabras

Ser humano

Ser humano f Profeta

Profecía

Palabras

Ser humano

Ser humano f Escritor sagrado

Escritura

Escritos (Biblia)

Ser humano

            * Condición inicial.             f  indica «que cumple función de».

Así pues, en la comunicación religiosa, tenemos un primer emisor que es Dios, un mensaje que es su propio Ser (verdad absoluta) y su designio, y medios que son la creación, la historia -en la cual hay «signos»-, visiones y palabras humanas (orales y escritas, de los profetas y otros intermediarios) y la Encarnación. El efecto esperado (producto de los procesos y razón de ser de las funciones) es primero un conocimiento y luego la salvación y la comunión de los hombres.

            4.2.2. El flujo de los hombres hacia Dios
Los otros emisores, además de ser receptores del mensaje y de los dones de Dios, son los hombres, que se comunican con El de dos maneras: una, general, por la aceptación de la Revelación y la consecuente adaptación de su vida (efecto esperado de la recepción de los flujos procediendo de Dios), y otra, específica, por la oración, que es la manera de dirigirse directamente a Dios.

El primer paso del hombre en la comunicación religiosa es la adhesión de fe. La fe es «una decisión libre y personal, no puede su certeza ser deducida de premisas naturales y creadas, ni tampoco a partir de un análisis racional sin más» (Seckler, 1967, II,152). No implica la emisión de un mensaje dirigido hacia Dios y no constituye por lo tanto, de por sí, un flujo propio del proceso de comunicación. Pero es indispensable para que éste se establezca. E implica también que el conocimiento correspondiente sea expresable en un lenguaje humano inteligible (Seckler, 1967, II,145) lo cual hace posible su transmisión a otros hombres (dimensión inmanente).

Pero el discurso que expresa este conocimiento y que, como lo veremos, puede ser utilizado para invitar a otros a compartir la fe, no es en sí el objeto de la fe, ya que el objeto es Dios y no el discurso acerca de Dios. Se puede objetar que, en el cristianismo, la Palabra es objeto de fe pero se trata entonces de la Palabra encarnada, Dios-hijo hecho hombre. «Cuando la teología señala como objeto primario de la fe la verdad suprema de Dios, se refiere a El en cuanto Verdad personal que subsiste en sí misma y abarca los misterios de la fe propiamente dichos y todo lo que como revelación dice relación a El» (Seckler, 1967: II,147). Aunque las formulaciones humanas son necesarias para la fe, no son propiamente objeto de la misma: son solo medios.

            Oración
La respuesta del ser humano a Dios se expresa por una parte en sus acciones acordes con la fe y por otra en actos específicos en que se dirige hacia Dios. Éstos constituyen el culto.  Los actos de culto pueden ser comunitarios o individuales. El individual, acto de la persona, es la oración, que es una forma de hablar con Dios sea abriéndose para recibir su gracia, sea dirigiéndole pensamientos, palabras o gestos. El objetivo puede ser hacer peticiones o agradecer, o bien alabar o admirar/adorar, que es reconocer la trascendencia y gozar de su presencia. Se basa evidentemente en el convencimiento de la accesibilidad y presencia de Dios en el mundo.

En la tradición judeo-cristiana, el acto fundamental del orante es el escuchar, escuchar la palabra y el llamamiento de Dios, lo cual lleva a la obediencia, a la entrega a la voluntad divina. Tiene, por lo tanto, un aspecto o componente de «recepción». Pero es seguido de la alabanza, agradecimiento por la obra divina, por el don de la vida, de la fe y de la salvación. Ésto lleva a su vez al reconocimiento de la propia debilidad, a la confesión de la culpabilidad y a la petición de perdón (Wulf, 1967: III, p.231). La misma concepción de Dios benevolente, «padre» en el cristianismo, hace que quién se sienta agobiado recurre a Él para obtener su protección, su consuelo o incluso el cambio de su condición (petición). Pero el creyente, si no consigue esta última, mantiene su confianza, soportando el dolor porque sabe «que nada le falta si se miran las cosas con mayor profundidad» (Wulf, 1967: III, p.234).

            Liturgia
El culto colectivo, o liturgia, es una proyección inmanente de la dimensión trascendental. En efecto, lo realizan los hombres, pero algunos hombres son instituidos como «mediadores», encargados de asegurar el «canal» de comunicación que unirá a los hombres con Dios en ciertos actos de culto o incluso fuera de ellos (intercesión, en la liturgia o en la oración del ministro). Pero, en la tradición cristiana, en la liturgia -si bien concentra actos de los hombres (los ritos)- el primer actor es Dios, que actúa a través de su Espíritu. Por ello, la liturgia es un acontecimiento sagrado en que todos son actores y no solamente un acto vertical de los hombres dirigiéndose a Dios.

Con estas precisiones, el gráfico de funciones y flujos correspondiente es el siguiente:

Gráfico 8: Sistema de flujos Hombres-Dios
Sistema de flujos Hombres-Dios

Dentro del elemento (sistema) Ser Humano se puede distinguir por lo tanto una nueva función, la de ministro, que no está al alcance de todos y se ejerce de varias maneras (sub-funciones), algunas compartidas y otras exclusivas.

La tabla de flujos correspondiente pasa a ser como sigue:

Tabla 2: Flujos hombres-Dios


Origen

Función

Contenido

Destino

Ser humano creyente

Oración

Oración individual

Dios

Ser humano creyente con SH f Ministro

Liturgia

Oración colectiva

Dios

Ser humano f ministro

Mediación

Oración de Intercesión

Dios

 

Adoptando la distinción aportada por Austín, debemos decir así que el lenguaje litúrgico, como el lenguaje mismo de la Revelación, es un discurso performativo y no enunciativo: no es un discurso descriptivo que informa, sino un discurso que, bajo la modalidad de la promesa, introduce una referencia y un sentido nuevos. El lenguaje performativo hace el milagro de  transformar al emisor y al receptor, instaurando entre ellos una relación nueva. (Aunque, por cierto, es muy difícil pensar que Dios pueda ser transformado por la acción del ser humano, no faltan alusiones bíblicas a la satisfacción o al disgusto que los actos humanos causan a Dios.)

 

            4.2.3. Los flujos interhumanos

            Testimonio
La fe impulsa al cristiano a transmitir lo más pronto posible esta “Buena Noticia”. Encontrando en ella su sostén, el creyente confía en que éste es el mayor servicio que puede ofrecer a los demás. La primera forma de expresión que tiene a su disposición es el testimonio de vida, seguido de la expresión verbal. Sólo si el primer diálogo del testimonio de vida prosigue durante un tiempo suficiente surgirá una pregunta clara a la cual habrá de contestarse mediante el mensaje revelado. Los primeros pasos de la comunicación cristiana han de respetar las características de todo buen testimonio humano. Encontrar al otro y testimoniar es participar primero de su búsqueda de la verdad para luego proseguir unidos, constituidos en un “nosotros”. La seguridad del testigo depende de dos factores: primero, obviamente, de su relación personal con Dios, de la profundidad de su fe. Segundo del respaldo que encuentra en quienes ya comparten con él esta misma fe, es decir en la comunidad (Iglesia) que constituye el depósito de la fe y su norma.

Pero el testimonio tiene también un componente vertical. El testigo cristiano no es siemplemente quién tuvo experiencia de Dios y la cuenta, es también el que Dios escogió para dar a conocer su obra. El testimonio es una misión consecutiva a una elección, porque es la repetición del testimonio que Dios rinde de sí-mismo a través de la voz de su Espíritu (Cfr. Jn.15,16-27).

            Enseñanza
Si el testimonio es una misión que corresponde a todo creyente no domina sin embargo la totalidad de su vida. Sólo algunos elegidos dedican su vida a transmitir la fe: son los ministros «de la palabra», muchos de los cuales también son responsables del culto colectivo y de la administración de la comunidad. El testimonio se transforma aquí en prédica o enseñanza formal, que puede ser realizada por laicos especialmente preparados o por ministros del culto.

            Interpretación
Estos últimos cumplen además una función especial, ungidos también para la misión particular de profundizar el significado del mensaje bíblico, de interpretarlo legítimamente para su tiempo y de formular el cuerpo de la doctrina, inspirados por el  Espíritu divino, lo cual da origen a la Tradición y a su mantención. Son a la vez testigos (observadores, con los "ojos del espíritu") y transmisores de la Palabra, especialmente encargados de la enseñanza del mensaje y de guiar la fe.

            Profecías y Escrituras
Pero otros intérpretes especiales de la Revelación han sido, antes, los profetas (que han traducido su experiencia en palabras para los hombres) y los escritores sagrados, que han recogido las enseñanzas de los profetas y los hechos de la historia a través de los cuales Dios se ha dado a conocer, o han recibido inspiración propia. Tenemos aquí dos flujos, que corresponden a las profecías y a los textos bíblicos.

La comunicación -horizontal- entre los creyentes se orienta a la formación de una unión estable entre los que comparten un mismo objetivo y los mismos valores (efecto del proceso). La comunidad generada a partir de la fe no es un mero producto de la sociabilidad esencial del ser humano: es una nueva dimensión basada en la participación de los dones y de la presencia divinos. Los creyentes conforman el «Pueblo de Dios» o Iglesia (término de origen griego que significa asamblea), cuya función es trascendental pues es la mediadora privilegiada de la revelación. Es en el marco de esta comunidad que se realizan los actos de culto y que se mantiene y retransmite el mensaje de fe. Es la garantía de la autenticidad del mensaje ya que sólo de manera comunitaria es posible asegurar la continuidad de lo que se enseña (tradición). La comunidad no es por lo tanto sólo el contexto de la comunicación sino también medio y mensaje, por cuanto su existencia y sus acciones -colectivas o de sus autoridades, a nombre de todos- son también un signo, un tipo de testimonio o predicación -y mantención- de su mensaje. (Fries: 1967: II, pp. 314-326)

Precisamos y detallamos de este modo aún más los flujos señalados sintéticamente dentro del sistema 'ser humano' en el gráfico 9:

Gráfico 9: Sistema de flujos interhumanos
Sistema de flujos interhumanos

Todos los flujos salen del Ser Humano y pasan por las condiciones ambientales del universo, antes de volver al Ser humano, para mostrar que se requiere un soporte físico para la comunicación.

La naturaleza de los flujos se precisa en la tabla siguiente:

Tabla 3: Flujos interhumanos


Origen

Función

Contenido

Destino

Ser humano creyente

Testimonio

Palabra y vida

Ser humano

Ser humano f ministro (de palabra o de culto)

Enseñanza

Palabra

Ser humano

Ser humano f ministro de culto

Interpretación

Tradición
(oral o escrita)

Ser humano

Ser humano f profeta

Profecía

Palabra

Ser humano

Ser humano f escritor sagrado

Escritura

Palabra escrita (Biblia)

Ser humano

 

4.3. Integración
Podemos ahora reunir todo el análisis en el siguiente gráfico, producto de nuestro análisis:

Gráfico 10: Sistema general integrado
Sistema general integrado

En este modelo se introduce una precisión que estaba en el texto pero que no alcanzó a entrar en los gráficos y tablas precedentes: es la acción de Dios dirigida hacia el ser humano a través del sacramento, que se expresa simbólicamente a través de los gestos y palabras de los ministros.
No se introdujo la distinción entre ministro de culto y ministro de la palabra para evitar una mayor complicación gráfica.
Nótese cómo algunas funciones humanas dependen más estrechamente de una acción específica de Dios como la Escritura y la Profecía. Las otras funciones humanas dependen solamente de la acción general (Revelación y Creación).

5. Conclusión

Hemos visto ya que la creación y la revelación (incluída la encarnación) son, globalmente, los medios por los cuales Dios se dirige al ser humano. Pero el contenido de la comunicación divina no es solamente un mensaje -en el sentido clásico del término- sino también la propia vida divina, en la medida en que el mensaje es aceptado y respondido por la fe. En el cristianismo, además, la Palabra de Dios se encarna en Jesucristo, cuya persona -y vida- constituye por lo tanto también un mensaje, parte clave de la revelación, lo cual es una situación totalmente extraordinaria.

También hemos señalado que el ser humano es pricipalmente un receptor: de la revelación y de la gracia o vida divina. Su respuesta, cuando se dirige hacia Dios, esta vez como emisor, es esencialmente la oración -individual o colectiva- con un mensaje de alabanza, adoración, petición o agradecimiento. Pero el creyente es también el emisor de un mensaje religioso frente a sus semejantes sea como testigo o docente -en cuyo caso es un intermediario o medio para la revelación cuyo autor es Dios mismo- sea como conductor del culto colectivo.

Para facilitar la lectura, hemos reducido al mínimo los gráficos y las «particiones» que corresponderían al desglose de los mismos. También hemos prescindido de la representación esquemática de cada flujo por separado, que se incluye normalmente el un análisis sistémico. Creemos haber puesto en evidencia, sin embargo, las numerosas peculiaridades de la comunicación religiosa, que la diferencian enormemente de cualquier otro tipo de comunicación. Son numerosos los aspectos que escapan al análisis realizado aquí e incluso a todo intento de análisis porque uno de sus actores es el Totalmente Otro. Sin duda el cristianismo es el que entrega más pistas, al menos para el creyente, a través del misterio de la encarnación, que ha acercado al máximo Dios a los hombres. Lo anterior queda en parte reflejado en el carácter bipolar del sistema global considerado, el cual no se inserta en ningún Entorno más global.

Toda la teología se ve en realidad implicada y podría ser «revisitada» desde el punto de vista de los modelos de comunicación y aplicando el análisis sistémico. Pero no hemos pretendido realizar un análisis teológico sino mostrar brevemente las complejidades propias de un tipo de comunicación que forma parte de la vida de numerosas personas pero rara vez es abordada en los estudios sobre la comunicación.


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Raymond Colle

Dr. en Ciencias de la Información. Ex-profesor Pontificio Universidad Católica de Chile y Universidad Diego Portales. Santiago de Chile.
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