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Todos compiten a opacarse

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Por Hiroshi Takahashi

 

“I just don´t want to die without few scars”
Tyler Durden

Todos los medios de comunicación y las empresas enemigas están aprovechando un defecto para destruir al más fuerte, la materialización de un imperio, atacan cada segundo con un nuevo golpe, con un nuevo comentario que se va clavando como colmillo en carne al rojo vivo. Y ya se notan los gestos de dolor.

Ya lograron herir.

El viernes 16 de julio de 2010, el director general de la principal empresa de tecnología de este planeta ofreció una conferencia de prensa en San Francisco para aclarar algunos comentarios que comenzaron a circular en la red y que criticaban muy negativamente el nuevo producto estrella de su compañía. Steve Jobs, el hombre que logró al frente de Apple destronar a Microsoft del pedestal de la empresa más atractiva del mercado, defendió el iPhone 4 con datos duros, sin especular y, de paso, lastimó la credibilidad de Bloomberg y The New York Times, mientras que aceptó la influencia que tuvo en todo este escándalo, llamado antennagate, Engadget, Gizmodo y Consumer Reports, medios no tradicionales que actualmente en la red toman el rol de perros guardianes de los consumidores.

La vieja política del “no pago para que me peguen”, instaurada en nuestro país por uno de los presidentes filósofos más grabado en la mente de la generación de la crisis, es la que aplica todo el tiempo entre las empresas de tecnología de todo el mundo, desde Seúl hasta San José. Así es esto del PR y los medios, de una fuente apática y que cuando dan su primer golpe, le agregan el “gate” que lo eleva a investigación periodística de primer orden. Pero no.

Estamos en una pelea corporativa que se salió de los diarios. Antes, era fácil apagar por medio de una pared de trajeados y rubias sonrientes de relaciones públicas un escándalo, pero ahora el factor Internet y redes sociales empoderadas es irreprimible.

Llama mi atención todo este escándalo porque tengo muy fresco en la mente el escándalo L´oréal. Usted debe conocerlo bien, se trata de la heredera del emporio de los cosméticos, una viejita que le da millones de euros a un joven fotógrafo del jet set galo quien asegura que no son amantes, nada más amigos. Que ella, dice, es su mecenas, como en los buenos y viejos tiempos del arte. Pero la única en el mundo que no cree eso, al parecer, es la heredera, la que sigue dentro de la cadena de favores. La hija de Liliane Bettencourt llevó este caso hasta tribunales, quiere declarar a su mamá legalmente incapacitada y hacerse cargo de una vez del dinero que, supone desde que tiene razón, será suyo para acabar su vejez sin preocupaciones.

Bueno, pero el punto de todo esto es que el escándalo ya tocó al presidente francés Nicolas Sarkozy y a todo su séquito. Todos los días hay un nuevo documento, declaración o secreto que sale a la luz en París. Cada uno de estos papeles involucra corrupción, mentiras y despilfarro de miembros prominentes de la política de primer mundo y noble. Pero, otra vez pero, los que han estado detrás de las revelaciones y pruebas comprometedoras de las autoridades que sirven a los ciudadanos no son los famosos y prestigiosos Le Monde o Le Nouvel Observateur o Le Figaro, medios con pedigrí, sino nuevos espacios informativos creados por ex reporteros de medios impresos, en la red.

Mediapart se llama un sitio, creado por Edwy Plenel, que representa hoy en día el llamado muckraking, algo así como el que se mete en la porquería y la saca a la luz pública para dar cuenta de asuntos de interés general que impactan en la vida de los seres de carne y hueso. Mediapart es el sitio de Internet, alimentado por la independencia de veteranos renegados del periodismo tradicional que, ante la censura en su trinchera, saltan a los nuevos canales y dan rienda suelta a su oficio. Era hasta hace unos meses tachado de un club de locos que no tenían más futuro que regresar a algún medio establecido a suplicar por un puesto de trabajo mal pagado y sin libertad de expresión. Lo cierto es que han demostrado que estos proyectos, además de que pueden ser rentables, hoy en día han atraído una audiencia y credibilidad que más de un editor renombrado envidia. Ellos son los que llevan la mano en el escándalo L´oréal, los que la gente de a pie atribuye el destape de esto que consideran lamentable para un país que se considera sofisticado y de avanzada. Pues no.

Todo esto que le cuento es lo que me viene a la mente después de escuchar la conferencia de Steve Jobs ante los medios especializados de Estados Unidos que fueron a escuchar su respuesta al antennagate --insisto, qué triste que crean en la fuente de tecnología que esto es realmente un escándalo de proporciones como las de la investigación de Woodward y Bernstein, no le llega ni a la primera línea, no cubre ni el primer párrafo. Ahí, Jobs, el hombre que yo considero hoy está cambiando al mundo, nos dio una cachetada con guante blanco a los reporteros tradicionales, en los que me incluyo. Les voy a decir qué me dolió.

Engadget, Gizmodo y Consumer Reports fueron temas de su charla. Los tres medios de la web tuvieron más impacto en las respuestas de Jobs, que cualquier otro papel lleno de palabras e intenciones.

Sí habló de lo tradicional, como por ejemplo Bloomberg, ese medio de noticias especializado en negocios que ha llevado a su dueño a las altas esferas de la política de EU. Ellos publicaron una nota en la que, en resumen, aseguran que Steve Jobs sabía del error del iPhone 4 y que aún así, decidió que saliera al mercado. La respuesta de Jobs, ante la pregunta de un reportero abordando el rumor (porque no puso fuentes, dijo que empleados de la empresa se los comentaron, así, a secas, poniendo su credibilidad de por medio). “¿Estás hablando del artículo de Bloomberg? Eso es una estupidez, y los hemos retado a que prueben sus dichos. Si cualquiera hubiera dicho que esta cosa tenía problemas, hubieramos asignado a gente a lidiar con ellos”.

Los medios tradicionales presentes en la conferencia, incluída la gente de Bloomberg en NY, se quedaron pasmados. Incluso hoy no han emitido respuesta a este desmentido tan directo.

Días antes también, el New York Times dijo que Apple planeaba hacer un recall de todos los teléfonos, otra vez, igual que Bloomberg, citando a fuentes internas y bien informadas que les adelantaban lo que diría Jobs durante la conferencia del viernes.

Jobs pasó varios minutos diciendo que era otra falsedad.

Abordó la información de la red y dijo que tampoco hay que creer todo lo que ahí se lee o escucha. Pero respondió más tiempo a eso que a los supuestamente fuertes de la información.

Me quedo con lo que desató Consumer Reports, una organización que publica en Internet reportes para proteger a los consumidores. Totalmente independientes y que hoy se han convertido en una fuente confiable de toma de decisiones. Ellos dijeron que no recomendaban comprar el iPhone 4 por los problemas de su antena, a pesar de que destacan que continúa siendo por mucho el mejor teléfono inteligente del mercado.

Cuántas contradicciones, la pregunta es qué es lo que buscan todos los bandos involucrados.

Sobre ese reporte, Jobs se explayó:

“Bueno, por supuesto, el material de Consumer Reports era malo, y por supuesto nos hubiera gustado llegar a esto antes (...) Somos una empresa de ingeniería, pensamos como ingenieros. Amamos lo que hacemos, creemos que esta es la forma real de resolver problemas. No creo que eso vaya a cambiar, y la manera de amar a nuestros clientes tampoco. Tal vez es la naturaleza humana, cuando lo estás haciendo bien, la gente quiere verte caer. He visto que está pasando con Google, gente tratando de derribarlos. Y, no lo entiendo... ¿qué es lo que ustedes preferirían? Que fuéramos una empresa coreana, que aquí en Estados Unidos lideráramos el mundo con nuestros productos... tal vez es simplemente que la gente quiere tener los ojos en sus sitios. Hemos estado aquí por alrededor de 34 años... ¿No nos hemos ganado la confianza de la prensa? Yo creo que tenemos eso de nuestros usuarios. No veo eso exhibido por algunos miembros de la prensa y esto ha sido inflado muy lejos, fuera de proporción. No estoy diciendo que nosotros no cometimos un error, no sabíamos que tendría estas complicaciones, no sabíamos que poníamos el ojo del toro sobre el teléfono... pero esto ha sido muy inflado. Pero saber cómo mejorar todo esto tomará tiempo”.

Todos compiten a opacarse.

Todos competimos.

 


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