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LA COMUNICACIÓN DESCONTROLADA

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Por Paloma Gil

 

Hoy quiero hablar de una forma de comunicación que no corresponde a un país concreto ni a un territorio geográfico determinado, sino a un medio paralelo, virtual, en el que vivimos y convivimos todos diariamente: el fenómeno de las blogs en la red.

Hace algunos años, surgió esta tendencia comunicativa como una forma más de pasar el rato, simplemente, cada uno expresaba con libertad sus opiniones y dejaba constancia de aquello que le parecía bien o mal. Poco a poco esta forma inocente y ligera de comunicación pública se fue especializando. Centrando en temas concretos y específicos. Tomando la parte por el todo y dando por sentado que una persona que se expresa, como quien escribe en su diario íntimo todas aquellas apreciaciones que ciertas o no, forman parte de su sentir con respecto a un tema, es una verdad absoluta. Y eso no es bueno.

Escribir un blog no es como escribir una columna de opinión. El que escribe su columna, la firma, expone su experiencia y la comparte con los demás y más aún, se expone a sí mismo, dando esa opinión, que es subjetiva, al público universal que quiera leerla y tenerla en cuenta por una u otra razón. Si bien, el que bloguero deja constancia de su opinión como una verdad que el que lee puede tomar por buena, desde el anonimato de ser uno más en el ciberespacio, escribiendo sobre un tema más. Con conocimiento o no del tema que trata. Con experiencia o no, con objetividad o subjetividad. Sin dolor. No importa, porque en Internet no es necesario que lo escrito sea veraz, en muchos casos nadie lo contrasta, no hay más que echar un vistazo a la Wikipedia o leer una de los cien mil blogs que colapsan la red con infinitas tonterías y también con infinitas mentiras.

Si uno no está de acuerdo, puede escribir y gritar a los cuatro vientos, por supuesto desde el cómodo anonimato del sillón de casa. Esto permite que tanto a uno, el que escribe, como al otro, el que protesta, no les importe en absoluto el comentario del compañero.

Veamos nuestro caso. El turismo. Cientos de blogs sobre el turismo nacen y desaparecen cada día, en tanto que abrirlos y cerrarlos por el momento, es gratis. Uno escribe y describe lo que ha visto; o lo que ha creído ver: o lo que ha visto en una película: o lo que le gustaría haber visto; o lo que cree que verá en el futuro.  Cinco posturas bien distintas. Y todas ellas pueden ser dadas por buenas desde el punto de vista del que lee, que, a la sazón lo hace para conocer un destino al que viajar en un futuro. ¿Qué ocurre entonces? ¿Qué clase de comunicación es la que se da entre una persona que sueña y escribe lo que ha soñado y otra que lo lee como el que lee una rigurosa y prestigiosa guía de viajes? ¿A quién hay que pedir cuentas entonces? Podría ser aplicable aquella mítica frase que reza: “tonto el que lo lea” o quizá sería más conveniente variarla con un “tonto el que lo crea”.

No hay ninguna ley más allá del sentido común del lector que impida esto y mucho menos que lo penalice. Así lectores asiduos de estos blogs reprochan la falta de seriedad y rigor que han contrastado cuando viajan a Venecia en busca de romanticismo y lujo y lo que encuentran es una ciudad carísima que la mayor parte del año huele mal. O por el contrario, que no han viajado nunca a Eslovenia, por ejemplo, porque no les suena de nada y creen que se trata de un país comunista que no tiene nada que ofrecer. Que creen que el champagne francés es el mejor del mundo, pero que no sabían que el Sekt austríaco es un digno rival. Y aún peor, que han leído que México es un país sin ley donde la gente se mata por la calle, así de forma general. De Baja California a Yucatán. Y por eso prefieren ir de vacaciones a Santo Domingo.

Gente que escribe desde la más absoluta irresponsabilidad, fomentando los tópicos y que no hace sino contribuir al aumento de la ignorancia colectiva.

Por eso y por muchas razones es imprescindible recordar al que lee que sea riguroso con su fuente, que la contraste, que lea documentos fiables y sobre todo, en este caso, que viaje con una buena guía y no crea todo lo que se cuenta o se escribe por ahí.

 

 


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