|
Por Octavio Islas y Amaia
Arribas
Número
58
Entre
el sábado 6 de noviembre de 1976, y el
viernes 27 de octubre de 2006, transcurrieron
29 años y 355 días.
Excélsior
es el segundo periódico en antigüedad
entre los diarios que aún se publican
en la Ciudad de México. El decano entre
los periódicos que circulan en la capital
es El Universal, fundado por Félix
Fulgencio Palavicini y cuyo primer ejemplar fue
distribuido el primero de octubre de 1916. Excélsior
fue fundado por Rafael Alducin y su primer ejemplar
salió a la venta el 18 de marzo de 1917.
En 1938 Excélsior fue transformado en
cooperativa.
Julio Scherer
García ingresó a Excélsior
a los dieciocho años de edad. Inicialmente
se desempeñó como “mandadero”.
Gracias a su incuestionable talento y dedicación,
Scherer fue elegido director general de Excélsior
el 31 de agosto de 1968. De acuerdo con Carlos
Monsiváis, con la llegada de Scherer a
la dirección de Excélsior dieron
inicio profundos cambios en el diario:
En 1968 el
grupo de Julio Scherer gana la dirección
de Excélsior y casi su primer acto es
suprimir la venta de las ocho columnas, tan
increíble como pueda parecer. (Insisto:
júzguese al periodismo no con los criterios
actuales, sino con los de una sociedad sometida
por entero al Presidente y al PRI). Con la mayor
rapidez posible, Scherer transforma ls reglas
de juego y estimula la información confiable.
No desaparecen de golpe los periodistas corruptos,
o se interrumpe la cercanía entre prensa
y poder; tan sólo, y esta transformación
es inusitada, se ejerce el periodismo con rigor
creciente, y en un medio sometido a todas las
asfixias, se inicia el reportaje de investigación
(Monsiváis. 2006: 201).
Julio Scherer
García asumió la dirección
de Excélsior en un momento de
particular intensidad en la historia del México
contemporáneo: 1968. De acuerdo con Octavio
Paz, 1968 admite ser considerado como “año
axial”:
1968 fue un
año axial: protestas, tumultos y motines
en Praga, Chicago, París, Tokio, Belgrado,
Roma, México, Santiago… De la misma
manera que las epidemias medievales no respetaban
ni las fronteras religiosas ni las jerarquías
sociales, la rebelión juvenil anuló
las clasificaciones ideológicas. A esta
espontánea universalidad de la protesta
correspondió una reacción no menos
espontánea y universal: invariablemente
los gobiernos atribuyeron los desórdenes
a una conspiración del exterior (Paz.
1987: 21-22).
En 1968 el movimiento
popular estudiantil exhibió el avanzado
estado de descomposición que presentaba
el sistema político mexicano. En México
el saldo del llamado “año axial”
fue sumamente doloroso. El dos de octubre de
1968, centenares de estudiantes perdieron la
vida en la Plaza de la Tres Culturas, en Tlatelolco.
Esa tarde el Consejo Nacional de Huelga (CNH)
celebraba un mitin en la Plaza de las Tres Culturas.
En Días de Guardar, Carlos Monsivaís
refiere:
Era la tarde
del mitin. Faltaban diez días para que
diesen principio los XIX Juegos Olímpicos
y fuese notificado el planeta entero de cuánto
habíamos progresado desde que Cuauhtémoc
arrojó la primera flecha. Y eran las
cinco y media y la gente se agrupaba, absorta
en la fatiga de quien presiente la transferencia
que lo convertirá en el asistente del
próximo mitin y estaban los Comités
de Lucha con sus pancartas y los brigadistas
y los padres y madres de familia seguros de
la calidad de su apoyo y había simpatizantes
de clase media y empleados o profesionistas
arraigados en la justicia del Movimiento Estudiantil
y periodistas nacionales y reporteros de todo
el mundo (...) Y eran las seis y diez de la
tarde y de pronto, mientras el equipo de sonido
divulgaba otra exhortación, rayó
el cielo el fenómeno verde emitido por
un helicóptero, el efluvio verde, la
señal verde de una luz de bengala “desde
la niebla de los escudos”, desde el reposo
de lo inesperado. Y se oyeron los primeros tiros
y alguien cayó en el tercer piso del
Edificio Chihuahua y todos allí se arrojaron
al suelo y brotaron hombres con la mano vendada
o el guante blanco y la exclamación “!Batallón
Olimpia!!, y el gesto era iracundo, frenético,
como detenido en los confines del resentimiento,
como hipnótico, gesto que se descargaba
una y mil veces, necedad óptica, engendro
de la claridad solar desaparecida, descomposición
del instante en siglos alternados de horror
y crueldad” (…) Y los tanques entraron
a la Plaza y venían los soldados a bayoneta
calada (…) Y los hombres con el guante
blanco y la expresión donde la inconsciencia
clama venganza dispararon y el ejército
disparó y la gente caía pesadamente,
moría y volvía a caer, se escondía
en sus aullidos y se resquebrajaba, seguía
precipitándose hacia el suelo como una
sola larga embestida interminable, sin tocarlo
nunca, sin confundirse jamás con esa
piedras (…) Los fusiles y los revólveres
y las ametralladoras entonaban un canto sin
claudicaciones a lo que moría, a lo que
concluía entonces, iluminando con denuedo,
con hostil premura, por la luz de bengala que
había lanzado un helicóptero (Monsiváis.
1988: 302-303).
Durante los
agitados días de 1968, en las páginas
de Excélsior era posible advertir
la independencia informativa que su nuevo director
procuraba, no sin resentir frecuentes presiones:
No ocultábamos
las noticias. Tampoco la magnitud del fenómeno.
En aumento incesante nuestras ediciones consignaban
desplegados de todos tamaños en apoyo
al movimiento estudiantil. Aumentaba también
el número de telefonemas a mi oficina
que recomendaban prudencia (Scherer. 1986:21).
La política
informativa asumida en Excélsior
con la llegada de Julio Scherer, pronto empezó
a resultar incómoda al presidente Gustavo
Díaz Ordaz (1964-1970), quien no se distinguía
precisamente por su apertura y tolerancia. En
1969, Jorge Saldaña, el conductor de la
serie de televisión Anatomías,
dedicó una edición de su programa
al tema Excélsior. Para desacreditar
el trabajo de Scherer, Saldaña invitó
a algunos de los trabajadores que fueron expulsados
del diario en 1965, quienes describieron su antigua
casa editorial como “un antro”. Jorge
Velasco, quien se desempeñó como
secretario del Consejo de Vigilancia en Excélsior,
depuesto en 1965, relevó años después
a Julio Scherer la intervención de Luis
Echeverría Álvarez, titular de
la Secretaría de Gobernación durante
el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, en
la campaña de difamación contra
Excélsior. Echeverría
desvió dinero del erario público
para financiar las actividades de los trabajadores
expulsados de Excélsior en 1965.
El secretario de Gobernación del gobierno
del presidente Gustavo Díaz Ordaz financió
desde la renta mensual del local que alquilaron
los conspiradores en el Edificio San Antonio,
en Avenida Juárez 68 en el Centro Histórico
de la Ciudad de México, hasta las percepciones
mensuales, gastos para cubrir enfermedades, vacaciones,
gratificaciones trimestrales y aguinaldo. En
1969, en el penúltimo año de gobierno
del presidente Díaz Ordaz, la campaña
contra Julio Scherer y Excélsior
se extendió a otros medios:
Fue insólito
el titular de El Día, a ocho columnas,
el 25 de agosto, remate de una campaña
de difamación y desprestigio: “Miente
Excélsior”. Excélsior era
tendencioso, amarillista, vendido a causas deleznables.
Multiplicados sus disfraces, aparecía
el poder por todos lados (Scherer. 1986:28).
El primero de
diciembre de 1970, Luis Echeverría Álvarez
asumió la presidencia de los Estados Unidos
Mexicanos. Como candidato a la presidencia de
la república por el Partido Revolucionario
Institucional (PRI), Echeverría rompió
todos los récords establecidos en campañas
presidenciales al recorrer 56,150 kilómetros,
pronunciar cientos de discursos y realizar miles
de promesas. De acuerdo con el destacado historiador
Enrique Krauze, el presidente Echeverría
se propuso introducir un cambio radical en el
rumbo histórico del país:
Desde un principio
Echeverría se propuso introducir un cambio
radical en el rumbo histórico del país.
Nuevo Cárdenas, volvería a los
orígenes nacionalistas, campesinos, justicieros
de la Revolución (los suyos propios en
la juventud); pero al mismo tiempo les infundiría
el nuevo contenido ideológico que desde
los años sesenta habían formulado
sus coetáneos intelectuales de izquierda,
los maestros universitarios que integraban aquella
generación de Medio Siglo educada en el
marxismo académico francés. Echeverría
subrayaba su filiación al grupo, hablaba
de esta “esta generación en cuyo
nombre hemos llegado a la presidencia (…)
Con los maestros universitarios pertenecientes
a su propia generación, la operación
integradora fue sencilla. Muchos de ellos –Horacio
Flores de la Peña, Porfirio Muñoz
Ledo, Víctor Flores Olea, Enrique González
Pedrero, entre varios otros- se incorporarían
a su gabinete o tendrían puestos importantes
en empresas u organismos del sector público.
Otros serían sus asesores y estarían
permanentemente a sueldo (Ricardo Garibay, aquel
escritor pagado por Díaz Ordaz que conocía
a Echeverría desde tiempos inmemoriales,
recibía, según su propia confesión,
80 mil pesos o 6,500 dólares al mes) (…)
El más famoso de los miembros de la generación,
el escritor Carlos Fuentes, se convirtió
desde mediados de 1971 en un ideólogo
y defensor activo del régimen echeverrista,
y en 1975 aceptó la embajada en París”
(Krauze. 1997: 370).
Entre tanto,
Julio Scherer afirmaba la independencia informativa
de Excélsior:
El grupo de
Scherer atraviesa por estos círculos
del cinismo y la corrupción y de modo
paulatino intuye, inicia y propone un periodismo
distinto. No hablo de milagros sino de espacios
arrebatados a las inercias del miedo y la deshonestidad.
Y si 1968 es al momento del salto mental, el
sexenio de Luis Echeverría educa en la
eliminación del autoengaño. Echeverría
cree desproporcionadamente en la imagen que
obtendrá de los Medios, en especial de
la prensa, y por eso recompensa la largueza
a los reporteros, negocia con los dueños
de las empresas periodísticas, arrastra
consigo a cientos de reporteros que cantan sus
alabanzas (en lo posible, que nunca es mucho)
y reafirman su dimensión de estadista
internacional. Pero la torpeza, la ineptitud,
la corrupción que se vislumbra y los
ecos sordos de la represión hacen que
Scherer y su grupo cercano ejerzan ya el distanciamiento.
Entonces las alusiones desfavorables hacen el
papel de críticas frontales, y así
el historiador aficionado Gastón García
Cantú pasa por oposicionista acérrimo.
A Echeverría, educado en la unanimidad
(“La República sólo conoce
un sonido: la voz presidencial”), las
críticas le irritan o le indignan (¿cómo
advertir los matices de un burócrata
exaltado?), y por eso se dispone al aplastamiento
de los periodistas herejes. Al principio Scherer
no lo cree por una razón elemental: ante
el poder presidencial Excélsior es tan
poca cosa que no hace falta una conspiración
para quitar de su sitio al director. Pero Echeverría
está convencido de su dualidad: el político
antiguo con el repertorio de traiciones y bajezas,
y el estadista moderno que recibe a la emigración
chilena, que protege al Tercer Mundo, que habla
como si entendiera a Frantz Fanon y a Paolo
Freire. Y mientras quiere resolver de una plumada
el conflicto árabe-israelí, prepara
la caída del insolente y los suyos”
(Monsiváis. 2006:22).
El presidente
Luis Echeverría no perdía oportunidad
para pregonar la libertad de expresión
que había alcanzado la prensa durante
su gobierno. Sin embargo, la realidad era muy
diferente. En 1972 el presidente Echeverría
instigó un boicot publicitario contra
Excélsior entre acaudalados empresarios
e industriales del Comité Coordinador
Empresarial. A pesar del impacto del boicot empresarial
en las finanzas del diario, Excélsior
no modificó su política editorial.
Julio Scherer había convertido a Excélsior
en el principal diario en México:
No inmortaliza
la palabra presidencial ni cambia la naturaleza
el soplo de su aliento. Sin embargo, habíamos
dedicado al presidente los encabezados de nuestra
primera plana con monótona regularidad.
Abandonamos la costumbre. Más y más
descendían al centro de la página
frontal del diario y aun a sus páginas
interiores los discursos de Echeverría.
Pasaba a mejor vida la sección de sociales,
catálogo de matrimonios, fiestas, modas,
bautizos, confirmaciones, banquetes. Desaparecía
el Día de las Madres con el mensaje del
Papa a las cabecitas blancas y el festejo del
10 de mayo en el Auditorio Nacional, el director
del periódico a un lado de la primera
dama, cortesano obligado. Crecía el número
de reporteros que se hacían de un prestigio
propio, enriquecíamos la información
internacional con servicios en todo el mundo.
Las páginas editoriales eran cabalmente
independientes y en la sección deportiva
se hablaba de los ratoncitos verdes en pos de
gloria (Scherer. 1986: 76).
El presidente
Echeverría enseguida impulsó una
campaña de calumnias y difamaciones contra
Excélsior. Bajo la pluma apócrifa
de un tal José Luis Franco Guerrero, circuló
un cuadernillo quincenal titulado Las malévolas
noticias de Excélsior. Además,
sin pie de imprenta circuló El Excélsior
de Scherer, firmado por Efrén Aguirre.
La campaña difamatoria también
se extendió a algunos intelectuales independientes
que resultaban incómodos al gobierno de
Luis Echeverría, como Daniel Cosío
Villegas, editorialista de Excélsior.
El primero
de septiembre de 1973, Echeverría hizo
una referencia despectiva los “solitarios
de gabinete” que por “ganarse un
salario” y frente a una maquinilla de
escribir formulaban “sin reflexión
cualquier crítica que se traduce…
en denuesto”. Sintiéndose aludido,
Cosío Villegas defendido desde su tribuna
editorial del derecho de un escritor de disentir
del poder. A principios de 1974 comenzó
a circular profusamente un libelo de autor anónimo
que difamaba a Cosío Villegas bajo el
título de Danny, discípulo
del Tío Sam. En él se le
pintaba como un vividor, explotador de braceros,
cronista de burdeles parisinos, comunista convencido
y –desafiando la lógica- servidor
a sueldo de los norteamericanos (Krauze. 1997:
377).
En el verano
de 1976, durante el último año
de gobierno del presidente Luis Echeverría,
el peso sufrió una severa devaluación
frente al dólar. De 12 pesos y cincuenta
centavos por dólar estadounidense, la
nueva paridad fue establecida en 70 pesos por
dólar. El hecho fue motivo de festejo
en la Cámara de Diputados, controlada
entonces por el PRI.
El licenciado
José López Portillo, secretario
de Hacienda y Crédito Público durante
el gobierno de Luis Echeverría, por voluntad
del entonces presidente fue “destapado”
el 22 de septiembre de 1975 como candidato presidencial
del PRI en los comicios presidenciales de 1976.
A la candidatura de López Portillo se
sumaron dos partidos políticos de los
cuatro que entonces contaban con registro. Así
López Portillo fue candidato presidencial
de tres de los cuatro partidos que entonces contaban
con registro: el Partido Revolucionario Institucional
(PRI), el Partido Auténtico de la Revolución
Mexicana (PARM), y el Partido Popular Socialista
(PPS). El simple sufragio de José López
Portillo hubiese sido suficiente para definir
la elección presidencial de 1976. El Partido
Acción Nacional (PAN) –el cuarto
partido político con registro-, optó
no presentar candidato a la presidencia de la
República en los comicios de 1976.
Poco antes de
las elecciones presidenciales de 1976, el presidente
Luis Echeverría decidió asestar
el golpe definitivo contra la directiva de Excélsior.
El 10 de junio de 1976, Humberto Serrano, “líder
agrarista” y diputado federal del PRI,
“movilizó” a un grupo de campesinos
para invadir los 951,913.39 metros cuadrados
propiedad de la cooperativa de trabajadores del
periódico Excélsior, en
el fraccionamiento Paseos de Taxqueña,
ubicado al sur de la Ciudad de México.
Ni la policía ni el Ministerio Público
actuaron para impedir la invasión de los
terrenos, a pesar de las demandas penales que
interpusieron los abogados de Excélsior.
Además de promover la invasión
a los terrenos ubicados en Paseos de Taxqueña,
el presidente Echeverría fraguó
la conspiración que en la agitada asamblea
de cooperativistas, celebrada el 8 de julio de
1976, desconocería a Julio Scherer como
director de Excélsior:
Como antecedente
del clima de violencia que se buscaba instaurar,
fue impedida la publicación de un comunicado
que, bajo la firma de escritores del diario,
debía aparecer precisamente ese día.
Como anticipo del género de periodismo
que a partir de entonces se haría en
Excélsior, la página
22 apareció en blanco en vez de contener
la advertencia y denuncia de escritores, artistas,
funcionarios y periodistas que hicieron de las
páginas de Excélsior
uno de nuestros espacios críticos fundamentales.
Si la situación de Excélsior se
modificara de modo ilegítimo”,
decían los firmantes, ellos no estarían
“dispuestos en forma alguna a continuar
(su) colaboración” en ese diario”
(Proceso, 1976)
Regino Díaz
Redondo usurpó el cargo de director general
de Excélsior, del 8 de julio de 1976 al
20 de octubre del 2000. Ese día los cooperativistas
de Excélsior, en Asamblea General
Ordinaria, expulsaron a Regino Díaz Redondo
y al equipo que encabezaba. Fabrizio Mejía
Madrid narró en Letras Libres la
expulsión de Regino Díaz Redondo:
El 20 de octubre
el periodista espúreo por antonomasia,
Regino Díaz Redondo, aparece en todos
los medios: entre empujones, abandona la asamblea
de los cooperativistas del diario Excélsior,
farfullando, abismado ante el fin de su propia
historia. Lo que me impresiona son sus ojos.
Están muertos. Es el Pinochet mexicano
que cae cuando se desmorona el apoyo que lo
sostiene. No hay nada más obvio que lo
que nos sorprende: al perder el PRI, la red
de complicidades que movió e hizo hablar
a Regino se desconectó y los ojos del
títere se nos revelaron como muertos.
Y entonces nos damos cuenta: Excélsior
fue un cadáver durante 24 años.
La historia que lleva a la salida de Regino
del periódico que usurpó en 1976
es tan obvia como picaresca: Excélsior,
un diario, es rescatado por el Fobaproa como
si se tratara de un banco. Con una deuda de
153 millones, logra reestructurar, con la intervención
de la Secretaría de Hacienda, una quita
de cuarenta millones (el Subcomité de
Recuperación recomendó a Inverlat
"no endurecer la posición por lo
pronto, hasta tener definida la opinión
de la SHCP"), y, durante tres años,
va sorteando con base en relaciones políticas
el embargo de los terrenos de Paseos de Taxqueña
(los mismos que "justificaron" a los
ojos de Jacobo Zabludowsky el golpe a Julio
Scherer en 1976), lotes en Tulyehualco, Tequesquitengo,
Avenida Chapultepec, la bodega de Vallejo, el
edificio de Bucareli y las rotativas. Pero,
simultáneamente a la deuda, Regino es
acusado de desvíos de fondos por 25 millones
desde 1993: las cuentas del diario en Bancomer
(514990-1) y Comermex (214643-6) no se encuentran
a nombre de "Excélsior Compañía
Editorial Sociedad Cooperativa de Responsabilidad
Limitada", sino a los de Regino Díaz
y Juventino Olivera, quienes se quedan con los
intereses, a pesar de que sus sueldos nominales
alcanzaban los 75 mil pesos mensuales.
Lo que
asombra es la obviedad. A los favores recibidos,
Regino responde con los ojos puestos en su benefactor
más habitual: un mes antes de la elección
presidencial, Excélsior publica la versión
de los diputados del PRI de que hay fondos "externos"
en la campaña de Vicente Fox y, tras
las elecciones en las que el PRI pierde, Regino
publica un editorial más allá
de lo vergonzoso:
Excélsior
reconoce
que su política editorial durante los
meses de campaña fue labastidista. Estuvimos
convencidos de que era la mejor opción
para que se ejecutaran cambios radicales y salir
adelante. Nosotros no tenemos grupos de poder
económico atrás para sustentar
nuestra línea de conducta. Muchos medios
sí. Hemos sido siempre y lo seremos el
centro de la atención y del ataque artero
de los que desde hace un cuarto de siglo han
sido nuestros enemigos gratuitos, de los frustrados
que salieron del periódico por una decisión
mayoritaria de los cooperativistas, de los que
llenos de rencores y frustraciones no pierden
oportunidad para atacar con deducciones especulativas
y deshonestas, con envidia y con anónimos.
Regino presintió una amenaza personal
en la derrota del PRI. En la última edición
dirigida por él, publicó un desplegado
que comenzaba: "La desaparición
de Excélsior está programada para
hoy". Pero, como siempre, miró mal
las cosas. Era su dirección la que estaba
en juego. Al mediodía del viernes 20
de octubre, los repartidores, a quienes desde
1995 se les había prohibido llevarse
un solo periódico a su casa, abrieron
las puertas de Excélsior para que los
demás medios filmaran la propuesta de
Regino de poner a la venta el periódico.
Tres horas después, Regino presidía
la asamblea de un periódico al que llamó
s.c.r.l., en vez de s.c.l. Comenzó la
protesta. Regino dijo que el cambio era por
mandato de la Cámara de Diputados, pero
los cooperativistas argumentaron que, de acuerdo
con el Registro Público de la Propiedad,
los directivos del periódico habían
registrado la nueva cooperativa con una asamblea
extraordinaria que no tuvo lugar. Así
comenzó la caída. Patricia Guevara
fue electa presidenta de la mesa de debates
en vez de Regino, quien escapó argumentando
que la asamblea era ilegal. En ausencia fue
destituido. Subió a su elevador y bajó
hasta su Lincoln gris. Nadie lo ha visto desde
entonces (Mejía, 2000).
En los días
inmediatos al 8 de julio de 1976, el presidente
Luis Echeverría, quien entonces promovía
su candidatura al Premio Nobel de la Paz, afirmaba
su inocencia en la separación de Julio
Scherer: “Fue una determinación
de los cooperativistas y no ha intervenido el
gobierno de México y nunca lo hizo menos
al final, absolutamente. Parece ser que allí
una mayoría determinó lo que hizo
después” (Scherer. 1986: 214).
A pesar de la
violencia distintiva de la “presidencia
imperial”, algunos medios nacionales e
internacionales, abiertamente manifestaron su
inconformidad por el golpe de Estado cometido
por el presidente Luis Echeverría contra
la directiva de Excélsior:
Contrastando
con el silencio casi total de la prensa diaria
capitalina y de la televisión comercial,
que callaron una vez cumplida su labor, semanarios
como la revista Siempre y un buen número
de diarios de provincia informaron de lo acontecido
y enjuiciaron severamente el golpe contra Excélsior.
También lo hizo la prensa mundial, encabezada
por sus órganos más significativos,
tales como The New York Times, The Washington
Post, Le Monde, The Times,
The Manchester, The Guardian de
Inglaterra, etc.
En la edición
del 28 de julio de 1976 de la revista Siempre!,
destacados intelectuales reprobaron el golpe
asestado a Excélsior. Entre los intelectuales
que públicamente expresaron solidaridad
hacia Julio Scherer destacaban Octavio Paz, Gabriel
Zaid, Juan García Ponce, Alejandro Rossi,
Salvador Elizondo, José de la Colina,
Tomás Segovia, Ramón Xirau, Jaime
García Terres, Luis Villoro, José
Emilio Pacheco, Gastón García Cantú,
Enrique Krauze, Manuel Felguerez y Elena Poniatowska.
Renato Leduc y Antonio Caram, directivos de la
Unión de Periodistas Democráticos,
también manifestaron su repudio al golpe
contra Excélsior.
Diez días
después del golpe a Excélsior,
más de dos mil personas acudieron a la
reunión de la que derivaría un
nuevo proyecto editorial encabezado por Julio
Scherer: el semanario Proceso. A pesar de intimidaciones
de Mario Moya Palencia, secretario de Gobernación
y gracias al editor Guillermo Mendizábal,
quien tenía un espantoso taller en la
calle de José María Rico, el primer
número de Proceso empezó a circular
en la Ciudad de México el sábado
6 de noviembre de 1976, veintiséis días
antes de concluir el gobierno del presidente
Luis Echeverría. La editorial del primer
número de Proceso resultó un contundente
revés para el aun presidente:
A la condición
azarosa de todo proyecto humano se añaden,
el caso de este semanario, que hoy inicia su
presencia en la vida pública mexicana,
modalidades que le confieren una peculiar naturaleza.
Esta publicación surge, entre dificultades
remontadas penosamente, al calor de la lucha
por la libertad de expresión, lucha perenne
entre la prensa que busca ser responsable y
el poder que no se ciñe a la legitimidad.
Este semanario nace de la contradicción
entre el afán de someter a los escritores
públicos y la decisión de éstos
de ejercer su libertad, su dignidad. Estas prendas
valen en tanto posibiliten el que a través
de ellas se expresen los que no pueden hacerlo
de otro modo. Como bien lo han entendido quienes
de varias, emocionantes maneras contribuyeron
a su aparición, Proceso no sirve
sólo al propósito –que en
sí mismo resultaría menor- de
dar voz a un grupo de trabajadores del periodismo.
La tarea real de Proceso trasciende
a los periodistas que lo hacen, en la medida
en que asuman su compromiso con su tiempo y
con su país.
En sí mismo, Proceso es un acto
de confianza en la capacidad de nuestra sociedad
para madurar como nación. Agobiados por
signos en contrario, lo peor que puede ocurrir
a los mexicanos es desesperar de las posibilidades
democráticas de remontar la crisis que
hoy nos abruma. Con la ruindad que es propia
del anónimo, surcan hoy el país
toda clase de adjetivaciones contra el régimen.
Con el solo hecho de proclamar su nombre y el
de sus autores, Proceso ejercerá su actividad
crítica sin sumarse a tal desahogo. Por
lo demás, sería un ínfimo
propósito el aparecer sólo para
combatir a un gobierno que vive sus últimas
horas.
En medio
de señales ominosas, entre las cuales
la información y la crítica pública
pudieran aparecer exóticas o peligrosas,
Proceso asume el compromiso de brindarlas. Nos
empeñamos en hacerlo porque estamos persuadidos
de que es importante contribuir a que la nación
conozca a sí misma para que a partir
de su propia conciencia pueda delinear su porvenir
justo y libre.
Testigo del transcurrir social, del proceso
inacabable de los hechos con que el hombre edifica
su historia, este seminario aspira a no ser
relator de los acontecimientos, simple correa
transmisora entre la realidad y los lectores.
Puesto que el hacer humano tiene sentido, se
requiere también un proceso analítico
para determinar si tal afán sirve o no
para mejorar a los hombres y a las comunidades
que ellos integran.
Proceso de los hechos, proceso a los
hechos y a sus protagonistas: estas son las
líneas de acción de nuestro semanario.
Golpeados por la inquina política en
términos que causaron asombro dentro
y fuera de México, por la impudicia de
la agresión y la relevancia de quienes
lo concibieron, sus miembros no harán
de Proceso un semanario del despecho
y el resentimiento. Primero, porque comprenden
la naturaleza política de los hechos
en que se les ha involucrado. Y en segundo lugar,
y sobre todo, porque los conforta y obliga la
solidaridad generosidad de un vasto número
de mexicanos decididos a que el silencio no
cubra por completo a esta nación (Proceso,
número 1, noviembre 6 de 1976, p.5).
El 6 de noviembre
de 1996, al cumplir Proceso 20 años
de vida, en la página tres de la edición
1044, Julio Scherer, Vicente Leñero y
Enrique Maza anunciaron su salida de Proceso,
para dar lugar a un relevo generacional. Un Consejo
Editorial, integrado en su mayoría por
miembros fundadores: Rafael Rodríguez
Castañeda, Froylán M. López
Narváez, Carlos Marín, Francisco
Ortiz Pinchetti, Carlos Puig y Gerardo Galarza,
asumió la dirección de la revista.
Diez años después, Rafael Rodríguez
Castañeda se desempeña como director
de Proceso. No sin algunas diferencias
decidieron abandonar Proceso Froylán
López Narváez, Carlos Marín,
Francisco Ortiz Pinchetti, Carlos Puig y Gerardo
Galarza.
Entre el 6 de
noviembre de 1976 y el domingo 25 de marzo de
2007, mil quinientas ochenta y seis ediciones
de Proceso han sido publicadas. La comprensión
de la historia del periodismo independiente en
México no sería posible sin la
contribución, definitiva, del semanario
Proceso. De la edición especial
del XXX Aniversario de Proceso, recuperamos
las palabras de Enrique Semo:
Proceso es
una publicación que ha hecho historia.
Los tiempos han cambiado y la prensa también,
pero a su manera, ha hecho historia. Informando
lo que los poderes callan, influyendo en la
opinión pública, abriendo caminos
para el pensamiento crítico y condicionando
a cada paso el quehacer político, durante
30 años. Proceso nació de un atentado
contra la libertad de expresión. El golpe
de Estado público que orquestó
Luis Echeverría contra el diario Excélsior
en su último año de gobierno,
expulsó al grupo de periodistas que habían
hecho de ese periódico el más
respetado de México. Con el apoyo de
un grupo de intelectuales y profesionistas,
ellos decidieron no rendirse, volver a la carga,
abrir un espacio para continuar la labor iniciada.
Así surgió Proceso y así
ha continuado, de prueba en prueba, de presidente
en presidente, sin conceder y sin desesperar
hasta hoy. En 2006, vuelve a estar donde estuvo
en 1976: presionado, reprobado en los medios
de la buena sociedad y demandado legalmente
ante el Poder Judicial, esta vez por la familia
presidencial. Una familia que se va, como se
fue en su hora López Portillo, que también
decidió agredir a Proceso en su último
año de gobierno, en medio del desastre,
del naufragio, incluso el ridículo.
La democratización
de los medios electrónicos
La semana del 26 de abril del 2007 ya es historia
por el lanzamiento de un nuevo dispositivo que
va a marcar los siguientes 10 años del
mundo de la comunicación: Apple TV. Por
aproximadamente 180 dólares, este nuevo
dispositivo permitirá interfasear Internet
con la televisión. Hasta el día
de hoy, básicamente veíamos televisión
o chateábamos en Internet, pero este nuevo
dispositivo (con opción a Wireless), trae
a la televisión todo lo que hay en Internet,
sobre todo los videos, la más complicada
de interfasear.
Esta nueva tecnología
implica un impresionante cambio cualitativo en
los medios ya que en cada uno de nosotros está
potencialmente una televisora. Cualquier contenido
que produzcamos en Internet y lo subamos a la
Red, podrá convertirse en un programa
de televisión. Por ello, aquellas personas
que creen contenidos en Internet tendrán
su propia estación de televisión.
Además,
en los próximos meses, aparecerá
otro dispositivo que también va a modificar
la forma de cómo pensamos y concebimos
la comunicación. En junio de 2007, salió
al mercado el IPhone: teléfono,
Ipod, geoposicionador, y lo más
novedoso, acceso abierto a la Red (audio, video,
podcasting) en dispositivo móvil
Wireless con alta potencia. Todo en
uno. Es una gran revolución por la movilidad
absoluta de la Red, sin tener que transportar
una computadora.
En el mismo
año tenemos la democratización
de los medios electrónicos y la movilidad
total de la web. ¿Somos conscientes de
la manera en que va a cambiar nuestra manera
de comunicarnos y de nuestro acceso a la información?.
El índice de penetración de Internet
va a subir espectacularmente porque todas las
personas que hoy día tienen un celular1,
por lo menos en un porcentaje elevado, van a
adquirir este dispositivo. Y para aquellos que
no les resulte asequible, próximamente
podrán adquirir una computadora por 100
dólares2
en cualquier establecimiento a finales de año,
en México.
Además, el lector no sólo no se
ve reflejado en los medios sino que la información
que para él resulta más relevante
la encuentra en Internet, de Ipods y de blogs,
creando sus propias redes de información,
de opinión, y de entendimiento, convirtiéndose
en un usuario intensivo de estos nuevos medios.
El capital ya
no es lo más importante para crear un
nuevo medio. Cualquier persona con pocos recursos
pero con una idea inteligente puede hacer un
gran medio. Myspace, YouTube,
Google, son el ejemplo de jóvenes
con grandes ideas en el contexto de los nuevos
medios.
El principio
del verdadero ciberperiodismo en México:
Reporte Índigo
En la agonía del decepcionante gobierno
del presidente Vicente Fox Quezada, el viernes
27 de octubre admite ser considerado como auténtico
parteaguas en la historia del periodismo en el
México contemporáneo. Ese día
la respetada periodista Carmen Aristegui, titular
del noticiero radiofónico “Hoy por
hoy”, entrevistó al destacado periodista
regiomontano Ramón Alberto Garza, egresado
de la primera generación de la licenciatura
en Ciencias de la Comunicación del Tecnológico
de Monterrey, Campus Monterrey, quien dio a conocer
Reporte Índigo, inteligente proyecto
de investigación periodística en
avanzado formato multimedia y digital.
Ante un escenario
donde los grandes periódicos de todo el
mundo no reportan aumento de lectores ni de publicidad,
y donde cada vez se sintoniza menos la televisión
abierta, surgió a finales del año
pasado la primera experiencia digital multimedia
creada en el mundo. No hay un concepto igual
hasta el día de hoy como Reporte Indigo,
tal y como explica su creador.
La información
es de todos. Está en todos lados. En
exceso. Y paradójicamente, es este exceso
lo que nos confunde. Nos llena de ruido. Para
el conocimiento, un buen contenido es necesario,
pero no suficiente. Los medios nos dicen, pasó
esto o aquello, pero rara vez nos dicen por
qué. Y es esta pregunta la que nos lleva
al verdadero entendimiento de nuestro entorno.
Rescatemos la intuición como elemento
fundamental del conocimiento. Elaboremos hipótesis.
Hagamos conexiones. Creemos conciencia y hagamos
un cambio... juntos (Declaratoria Reporte Índigo).
Ramón
Alberto Garza García ha desempeñado
importantes cargos en algunos de los principales
diarios nacionales. Entre 1994 y 2000 se desempeñó
como director editorial de El Norte
y Reforma.
En 2000 no pocos
periodistas e investigadores especulaban sobre
las posibilidades de desarrollo profesional de
Ramón Alberto Garza como profesional de
la comunicación del llamado “gobierno
del cambio”.
Sin embargo,
ese año, Garza optó incorporarse
a Esmas.com y Editorial Televisa. Entre los principales
proyectos editoriales en los cuales participó
destaca la revista Cambio, efímera versión
mexicana del prestigiado semanario de información,
editado en Bogotá, Colombia (http://www.cambio.com.co),
fundado en 1993 como Cambio16, del cual
Gabriel García Márquez es presidente
del consejo editorial.
Inesperadamente
Garza pasó a El Universal, donde
laboró hasta el 17 de diciembre de 2002.
Entre los episodios delicados que enfrentó
Ramón Alberto Garza como director y vicepresidente
ejecutivo del “gran diario de México”
destaca el despido del columnista Francisco Rodríguez.
Ramón
Alberto Garza es de los pocos periodistas en
México efectivamente conocedores de la
importancia que admiten las avanzadas tecnologías
de información en la titubeante construcción
del nuevo periodismo.
La gestión
de la información periodística,
como la gestión de la información
en general, puede ser analizada a través
del Modelo de Rowley (citado por Alfons
Cornella en infonomía!com. La gestión
inteligente de la información en las organizaciones.
España, Ediciones Deusto, 2002, p. 102-103),
y comprende cuatro grandes dimensiones de análisis:
entorno de la información, contexto de
la información, sistemas de información,
interfases persona-información.
Imagen 1. Por
medio de un sistema “push”, Reporte
Índigo es distribuido semanalmente a las
cuenta de correo electrónico de los suscriptores.
Por ahora, la suscripción es gratuita.
En la primera
entrega de Reporte Índigo destacó
la primicia del libro Fin de fiesta en Los
Pinos, de la periodista Anabel Hernández,
quien, de acuerdo con el propio Garza, “hace
revelaciones muy fuertes de lo que son las nuevas
situaciones de la familia Fox. Entre otras cosas,
habla de presuntas vinculaciones y protecciones
al narcotráfico por parte de familiares,
en particular de la primera dama... concreto
al "Chapo" Guzmán. Se habla
ampliamente en estos capítulos sobre las
dudas de la muerte de Ramón Martín
Huerta, sobre quién habría sido
la mano que estaría detrás del
accidente de ese funcionario, y asimismo también,
vienen por ahí unos capítulos muy
importantes sobre las concesiones para operar
una línea aérea llamada A volar,
entregadas a José Alberto Bribiesca y
a su tío Guillermo Sahagún, otorgadas
por la SCT, y muchas cosas más.
Claves
del éxito de Experiencia Indigo
La información se volvió un commodity.
Todos tenemos acceso a la información
gracias a Internet, y ahora la gente no está
dispuesta a pagar por algo que está en
la Red. Los lectores y televidentes sólo
están dispuestos a pagar por dos cosas:
el entretenimiento. El lector debe sentirse provocado.
Un ejemplo del éxito de la industria del
entretenimiento es la del videojuego. En segundo
lugar, el entendimiento ya que ante la gran oferta
de información, el lector lee pero no
entiende. Se hace imprescindible proporcionarle
al lector las claves para entender acontecimientos
futuros. Por último, hoy en día,
la gente no busca ni bienes ni servicios sino
experiencias diferentes.
Los tres elementos
(entendimiento, entretenimiento y experiencia)
resultan imprescindibles para crear un nuevo
medio de comunicación. Audio, video, broadcasting
en Reporte Indigo relata la misma historia que
los medios tradicionales, pero de una manera
poco convencional.
Confiamos que
las aportaciones y los puntos de vista que encontrarás
en estas páginas, servirán para
interpretar mejor tu entorno. Esperamos provocar
nuevas visiones y enfoques de la realidad. Y
lograr un diálogo constructivo para mejorar.
Creémos que no hay transformación
sin participación. No hay participación
sin conciencia. Y no hay conciencia sin entendimiento.
Exploremos juntos la política, la economia
y la sociedad de México y de otros países.
Vayamos más allá de los hechos.
Leamos entre líneas. Aprendamos del pasado.
Conozcamos los por qués. (Reporte Indigo)
Reporte
Indigo nació curiosamente la misma
semana (septiembre de 2006) en la que apareció
en la portada de The Economist “Who Killed
the newspaper?”, portada que conmocionó
la industria de las comunicaciones, ya que un
diario tan influyente como éste formalizaba
el nuevo escenario de los medios. Según
el artículo de The Economist, el último
periódico tirado a la basura se dará
allá por el año 2043. Pensar qué
va a ocurrir en el futuro, enfrentarlo y operacionalizarlo
en el presente es lo que ha hecho Ramón
Alberto Garza y su equipo, formado por 36 personas.
La apuesta de
Reporte Indigo se basó en primer
lugar en pensar quiénes son y serán
su público: la generación net.
Somos conscientes de que estamos en la actualidad
ante la primera generación digital verdadera,
que no piensa de manera lineal, sino en bloques,
en imágenes, en multiniveles. Esto supone
un nuevo modelo de pensamiento en un contexto
mediático complejo.
Reporte
Indigo aprovecha una convergencia real,
explotando la convergencia digital de la radio,
la televisión con un bajísimo coste
de distribución, para presentar una oferta
metamedia, que se concreta en su editorial digital.
La oportunidad
de Reporte Indigo está en la
innovación, creando contenidos provocadores,
con una nueva arquitectura informativa y organizacional.
No hay en su redacción editores ni redactores
ni reporteros sino provocadores, catalizadores
y contextualizadotes de la información
que apelan a la gente pensante. Reporte Indigo,
es tal y como lo define su creador, Ramón
Alberto Garza, un brainmedia, un medio que apela
a pensar de una manera crítica.
Además
del Reporte Indigo con temas de política,
economía, internacional, deportes…,
también se publica Piensa Indigo,
con temas de pensamiento, espiritualidad…
. Desde el número uno, se elaboró
una portada no estática, móvil,
que para los más nostálgicos retoma
el pasar de las páginas, pero que a la
vez emplea el multimedia para hacer más
amena la lectura.
Provocar y
pensar para mejorar. De todo y de todos tenemos
algo que aprender. Del intelectual y del vecino
de al lado. Porque el aprendizaje que transforma
a veces llega de la mente y a veces del corazón.
En ocasiones la vida puede ser densa y en otras
ligera. Todo es cuestión del ánimo
con que la vivimos y la interpretamos. Así
queremos ser en Piensa INDIGO....como la vida.
Sorpresiva, impredecible. No apta para aburridos.
¡Disfrútalo!. (Reporte Indigo)
Imagen 2 y 3.
Experiencia Índigo se nutre de Reporte
Índigo y Piensa Índigo. Dos publicaciones
que reúnen una atractiva combinación:
los contenidos críticos y el multimedia.
Piensa Indigo
no pretende ofrecer información sino
puntos clave sobre temas de reflexión
con colaboraciones de expertos. La novedad radica
en su presentación: divertida, inteligente,
amena, con imágenes, música, en
definitiva, de una manera provocadora.
Esta Experiencia
Indigo ha evolucionado incorporando un nuevo
concepto a sus publicaciones. Se trata del narrador
o explicador de la noticia, que aparece visualmente
en la página, sustituyendo parcialmente
al texto. (Ver Imagen 4 y 5).
En Reporte
Indigo es válido desde una noticia
reporteada como en televisión, por la
reconocida periodista Fernanda Tapia, quien introduce
su reportaje con un video (Imagen 6), hasta el
visionado de un trailer de una película
por estrenar junto con fotografías, como
el film de Oliver Stone “Las Torres Gemelas”
(Imagen 7).
La bandera de
la innovación y de tecnología en
Reporte Indigo se materializa en las
descargas gratuitas de sus videos a los Ipods,
en la venta de los tickets de cine, y hasta un
improvisado Karaoke en uno de sus artículos
dedicado a los Beatles.
La inversión
económica que requiere Reporte Indigo
para sostener semanalmente esta propuesta
parte de un financiamiento de inversionistas
públicos cien por ciento mexicanos. Varios
medios de comunicación extranjeros se
han puesto en contacto con Ramón Alberto
Garza para buscar el franquiciamiento.
La publicidad
es vital para cualquier medio de comunicación
masivo y también lo es para los nuevos
medios. En el primer número de la revista
Proceso, la segunda de forros, en color,
fue comprada por Brandy Viejo Vergel. La tercera
de forros por La Baguette y la cuarta de forros
por el Whisky JB. En las páginas interiores
se anunciaron Volkswagen Seguros La Comercial,
La Medalla del Amor Verdadero, Whisky Pinch,
CEHISMO, Centro de Estudios Históricos
del Movimiento Obrero Mexicano, Vuelta, Siglo
XXI Editores, Fondo de Cultura Económica,
Diálogo en el infierno entre Maquiavelo
y Montesquieu. En cambio, las 29 ediciones
de Reporte Indigo no registran publicidad.
Ramón Alberto Garza es un excelente periodista.
Reporte Indigo representa un estupendo
proyecto periodístico y seguramente atraerá
importantes anunciantes.
Conclusiones
Proceso admite ser considerado como parteaguas
definitivo en la historia de la libertad de expresión
en el México contemporáneo. Las
páginas de Proceso, perfecto
ejemplo de riguroso periodismo de investigación,
han consignado las acciones y los hechos más
significativos que se han registrado en México
en los 31 años recientes. Proceso además
ha contribuido a asegurar el efectivo acceso
ciudadano a información de interés
público. Proceso se ha convertido en una
referencia informativa indispensable. En años
recientes, sin embargo, como la mayoría
de diarios y revistas, Proceso ha empezado a
perder lectores. Para comprender el acontecer
nacional, Proceso sigue resultando insustituible.
En cambio la información disponible hoy
en Internet, ha restado importancia a otras secciones,
la sección internacional, por ejemplo.
Reporte
Indigo es una experiencia multimedia digital,
la primera posibilidad de integrar la letra,
el video, el audio para hacer periodismo. Hay
que comprender que no pretende competir con los
periódicos, sino complementarlos explicando
qué hay detrás de las cosas y a
la vez proporcionando entretenimiento.
Reporte Indigo supone un ejercicio libre de comunicación,
novedoso y dinámico, para aquellos que
a través de la Red acceden a información,
análisis y a posibilidades muy amplias
de entendimiento.
Si bien Reporte
Indigo se distingue por el inteligente empleo
de avanzadas tecnologías multimedia, su
trascendencia periodística no dependerá
de la tecnología. Su trascendencia definitivamente
dependerá del contenido. Reporte Indigo
tendrá que crear su propia historia.
Para ello es indispensable practicar un periodismo
crítico y de investigación, sin
ningún tipo de concesiones. Reporte
Indigo responde las nuevas exigencias informativas
de aquellas generaciones que conciben a Internet
como un medio de comunicación “nativo”,
no una nueva tecnología.
Notas:
1
La venta de celulares en el mundo creció
un 21,3% durante el 2006, con 990.8 millones
de unidades vendidas, según la consultora
Gartner. Fuente: Periódico La Jornada.
21 de marzo de 2007. Disponible en (http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2007/03/21/crece-21-3-el-numero-de-celulares-vendidos-a-nivel-mundial-en-2006)
Fecha de consulta: 29 de marzo, 2007.
2
Siguiendo el ejemplo del proyecto de Nicholas
Negroponte y la empresa sin fines de lucro One
Laptop per Child (OLPC) (http://laptop.org/index.es.html),
creada con el objetivo de llevar la alfabetización
digital a cada escuela del mundo, mediante el
uso de una laptop de 100 dólares, rompiendo
todos los esquemas sobre la alfabetización
digital.
Referencias:
Carlos Monsiváis.
“Adiós a las concesiones”.
En Proceso. 30 años. Octubre-diciembre
2006, p. 199-202.
Krauze, E. (1997). La presidencia imperial.
Ascenso y caída del sistema político
mexicano (1940-1996). México: Tusquets
Editores.
Monsiváis, C (1988). Días de
guardar. México: Era.
Paz, O. (1987). Posdata. México:
Siglo veintiuno editores.
Reporte Indigo. Recuperado de (http://www.indigomedia.com)
el 15 de junio de 2007.
Scherer,
J. (1986). Los presidentes. México:
Editorial Grijalbo.
Scherer, J. (1995). Estos años.
México: Editorial Océano
Dra.
Amaia Arribas Urrutia
Dr. Octavio
Islas Carmona
Investigadores de la Cátedra de Comunicación
Estratégica y Cibercultura. Tecnológico
de Monterrey Campus Estado de México,
México |