La comunicación,
un sendero
Razón y Palabra, Número 1, Año 1, Noviembre 1995

DE LOS MEDIOS A LA COMUNICACIÓN


Alejandro Byrd

Los periodos de evolóción del hombre están ligados, inevitablemente, a la representación: el mundo ancestral -prehistórico si se quiere- se presentaba como un referente para imaginar donde la palabra de Dios es más un referente mitológico fundado en la visión: Horus, Argos, La Medusa, Edipo, Los Cíclopes, 'El Tercer Ojo'. La imagen pues, cumplía una función ritual, mágica, a partir de expresiones basadas en un universo que reclamaba significados para explicar (se).

La pregunta que involucra lo comunicativo en México es: ¿Qué es lo que ha hecho que unas (no otras) representaciones parezcan como dominantes? Antes de culpar, otra vez, a los medios con la inquisición acostumbrada tendamos un puente... por ejemplo: Un puente entre lo tradicional y lo moderno y sus configuraciones simbólicas... Siguiendo a Paz en El Laberinto de la Soledad (1969) los mexicanos estamos perseguidos por una fatalidad histórica. Desde la peregrinación azteca del Aztlán ('donde el dolor fortalece') hasta la peregrinación actual donde intentamos subirnos al tren de la modernidad (vía TLC -ya semantizado-), hemos transitado por simbolizaciones religiosas y políticas. La iglesia (que en México es una) establece para los mexicas, en vías de tránsito a los criollos, un nuevo linaje: pecadores que mediante la muerte -sacrificio individual y no fiesta florida y colectiva- encontrarán una forma de liberación paradógica y comprometida: la separación terrenal para el encuentro, si el sacrificio aunado al comportamiento lo permiten, con Dios. Nuestra historia, pensada en coyunturas: encuentro (descubrimiento/conquista) -independencia- reforma-revolución-industrialización-modernidad, sigue elevando al 15 de septiembre, junto al 12 de diciembre, al grado mayor de festividad. La razón: la disputa por el origen. Ser algo... o alguien: si hombre, macho (muy hombre), si mujer, madre (real hombra).

Estos mutantes y necios sobrevivientes a crisis políticas (por ejemplo 1968, 1988) económicas (por ejemplo 1976, 1982 y solidaridad) ecológicas y culturales (cotidianas) somos, con todo, y según la encuesta de Alduncin, Los valores de los mexicanos (1989), agentes activos honrados, honestos, afectivos, a quienes separa mucho más la brecha de ingreso y escolaridad que la generacional. Nuestros síntomas modernizantes (con jaquecas culturales) son tendencia a la individualidad, al éxito en la profesión medido en -términos económicos- a la igualdad hombre-mujer y a la aceptación de la democracia como un bien común. La esperanza, tanto en la lotería como en la política, es una constante que puentea entre los medios y fines. La lectura de Monsivaias, Escenas de pudor y livianidad (1987) sugiere que el pueblo aparece ante las miradas de las 'buenas familias' como el vitral donde llaman la atención los escenarios/espacios urbanos: el arrabal (híbrido de billares, casuchas, puestos de tacos, vecindarios, perros, estampitas religiosas, prostitutas, machos, tabernas, carpas, canchas improvisadas, arenas de box y luchas) los salones de baile, las discos, los 'hoyos fonqui' (lugares donde la dolencia sexual urbana se programa musicalmente en cumbias y salsas). Espacios donde el apodo sustituye al nombre para darse identidad y el relato anecdótico a la acción para redimir los fracasos sexuales y elevar, al límite del desgarre, los amorosos; inventar como una forma de imaginación para recrearse en escenarios donde explota la nostalgia expresada en la poesía sentida cuyos espejos son las canciones 'de ayer, hoy y siempre', la foto de... y los vestuarios según el ritual (bodas, XV años, por ejemplo).

Sin discutir si esta red es electrónica o impresa, o ambas, delito que podemos reservar para el juicio final a los medios, hablemos de un hacedor posible:

Los laberintos de los que comunican:

En los umbrales del inconsciente histórico vagabundea un filósofo social (sociocomunicólogo y comunisociólogo) que en los espacios con memoria colectiva resana y en los de amnesia política construye. Pervive por contrato en los sistemas cerrados donde la teoría científica también se cierra debido a que el lenguaje es un ordenador por función y la información reductora de duda. Por ello no es casual que un sistema se contraiga cuando quiere prever el cambio (¡cambia para no cambiar!) sobre las bases de su estaticidad y que los sujetos en la cibernética primero y en la robótica después tiendan, strictu sensu, a la historización y con ello al aislamiento de la memoria social. De ahí que la historia, aunque se genere, pueda diluirse; el caso México es tanto nostálgico como real; el pasado existe... a veces. Por eso el laberinto de nuestro ente disciplinario empieza por el psicoanálisis (anamnesis-desligar lo que está ligado por represión) de un cuerpo, con mente colectiva, compuesto por otros como él; el sujeto es el objeto y las referencias propias y ajenas.

Los sujetos son a la vez productos y productores. El reclutamiento de investigadores debía empezar por la familia pero paradójicamente ahí es donde empieza a tejerse la urdidumbre de la represión; y aunque en el espacio escolar se reproduce, también se presenta el fantasma de la seducción y uno quiere simular a aquel filósofo: investigar-investigando aprender-aprendiendo. Lo desreal se presenta como el argumento de una tercera llamada cuyo eco confiamos no cese de escucharse en la gritería tecnocrática y, paradójicamente, nada solidaria con una historia de sincretismo mágico y políticamente misterioso.

Por ello, trátase de hacer vivir una filosofía disciplinaria. Las lecturas sugieren un título: Crítica filosófica del tiempo de una profesión (obra de dos actos):


Acto primero o historia verdadera de lo comunicativo:

Si para cualquier ciencia la crítica es un elemento sustancial puesto que lo erróneo no es lo ilegítimo, en comunicación hemos abonado un terreno fértil: ser es expresarse.

El hombre, en su aventura histórico-existencial, utiliza una separatividad (mediación) para aproximarse: la palabra. Dialogar-interactuar se presenta como un principio de vida, de realización, de encuentro... de querer y no poder para seguir queriendo. Es el marco de la nostalgia, tanto en el pensamiento científico como en el cotidiano: encontrar algo que se perdió (I'believe in yesterday) donde el futuro aparece como un pretextyo para recordar... sigue sin existir el otro pero ahora tampoco soy yo... aunque la comunicación siga tejiendo el perfil de esa posibilidad (si, de la otredad).


Acto segundo o el galileo humanístico:

Con más 'sin embargo' de los imaginados... se mueve. Y no es tanto en una profesión de autor como en un autor de profesión ( no es un juego de palabras, es un oficio). Ha sufrido las mutaciones necesarias para sobrevivir pleitos de dioses ( creación vs. industria ) y de demonios (periodistas vs. escritores, p. ej.) . Un artesano con vuelos de artista que sea capaz de brincar de la filosofía del hombre a la de la organización donde trabaje. Católico hereje: creer en sí como un ser supremo limitado a reproducir lo otro para los otros; 'ponerse la camiseta'.. y apostarse por la etiqueta. Y ¿por qué no? jugar a la libertad. Atemperarse y temporabilizarse (programarse), armonizar en el mecanismo del consumo ofertando su privacidad en el escaparate (crisol) de los demás; reprimiendo sus deseos y sometiéndolos a sus deberes, deberse la liberación y emborrachar la sugestión de expresarse como se quiera casi sospechando el yugo libertador de las palabras, jugando al sometimiento permanente del lenguaje.


La red y sus hilos:

Como puede apreciarse el problema no es el 'medio' sino el miedo a la comunicación. Las tecnologías, nuevas y viejas, no son fantasmas que se apoderen de las conciencias, las entretienen y, a veces, las dispersan. Por eso la comunicación ha de constituirse en una preocupación institucional alimentada por una sociedad que quiera representarse (identificarse) mediante la participación, usando simbólicamente los contenidos y leyendo en el alfabeto cotidiano de la realidad. Ojalá (así sea) con esa actitud encontremos (no que seamos encontrados ) por el tercer milenio pues ya es tiempo de expresar nuestro tiempo.


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