La comunicación,
un sendero

RAZÓN Y PALABRA, Número 1, Año 1, enero-febrero 1996


TRES RATONES TUERTOS


Alicia Ramírez Presburger.


En una cabaña en medio del verde bosque, un hombre barbudo y enojado con el mundo prepara el desayuno.

- No hay amor, no hay palabra y no hay razón. ¿Para qué vivir entre hombres absurdos de mentes estrechas que absortos en el juego y el trabajo rompen, corrompen y desunen lo unido al azar?

- Knock, knock - tocan fuerte a la puerta.

¿Quién en un infantil intento trata de quebrar con su presencia la indisoluble soledad de un hombre enemistado con el hombre?

- ¡Vendo el mundo en doce cómodos abonos!.. ¡miles de palabras reunidas en alfabético acomodo!

- ¡No quiero enciclopedias, diccionarios y demás! ¿De qué sirven las palabras cuando no hay a quien comunicar?

- En mi producto no hay falacias. Si encontrase algún error no tendría que pagar.

- Obtuso ignorante sin igual que cree encontrar en un concepto el sentido de la vida y la verdad. ¡LARGO DE MI PROPIEDAD!

El desayuno está en la mesa, mas el hombre a comer se niega. El recuerdo del idiota que en el conocimiento fácil se apoya ha amargado su pensar.

- Knock, knock - ya vuelven a atacar.

- En más de diez años no he visto ser humano, mas de pronto todos a mi puerta han venido a tocar.

- ¡Regocijáos pobre alma en pena que la respuesta que os traigo su vida cambiará!

- La respuesta a mi puerta has venido a ofrecer, mas la pregunta falta establecer.

- La respuesta es la razón, la pregunta es por demás.

- Cuán desesperada está la humanidad que la razón hay que publicitar. La verdad no es absoluta, en un contexto debe estar ¡IROS YA DE AQUÍ O LA ESCOPETA HE DE SACAR!

Tres hombres tuertos en un bosque fueron a dar, ninguno de los tres la luz habrá de hallar... pero, ¿acaso alguien podrá?


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