Número 12, Año 3, octubre 1998 - enero 1999


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 DOS CARAS EN UN MISMO PROFESIONISTA

Caridad García H. 
 

El presente trabajo es parte de las conclusiones de una investigación realizada sobre seguimiento de egresados en la Universidad Autónoma del Estado de México, y que 
actualmente se dedican a la práctica periodística. El objetivo era ver de cerca el trabajo de estos periodistas y reflexionar sobre el papel que jugó la UAEM en su desarrollo profesionales

 
 El desfase entre planes de estudio y el campo profesional, es una polémica que ha sido abordada desde diferentes enfoques, resumiéndose que las disfunciones en el mercado ocupacional --entendido como el encuentro entre demanda y oferta laboral--  se presentan a partir de la década de los 60.

Algunos investigadores reducen el problema a la necesidad de encontrar el elemento patógeno que provoca disfunción con el fin de anular su acción y que el mercado ocupacional regrese a su equilibrio.

Otros desean persuadir que el crecimiento poblacional universitario es desproporcionado en relación a la capacidad productiva del sistema económico. En su deseo por la democratización demandan, sin resultado, igualdad de oportunidades en la participación de la vida económica y productiva (Muñoz Izquierdo, 1993).

Algunos más, desde un punto de vista más progresista pugnan por la supeditación del sistema de enseñanza a las necesidades de un aparato productivo  (Calleti, 1991).

Independientemente del enfoque, todos comparten la preocupación sobre cómo lograr que coincidan la oferta respecto a la demanda de fuerza de trabajo, subrayando la primacía de la demanda sobre la oferta (Muñoz Izquierdo, 1992).

En este sentido, este trabajo procura dar cuenta de una aproximación hacia la problemática que presenta la calificación universitaria como capital suficiente, considerando como objeto al campo de interrelaciones entre las características del plan de estudios de la licenciatura en Comunicación de la UAEM y las características de lo que implica el posicionamiento social-profesional en el periodismo concretamente.
 

+ CRÍTICA A LAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN PRODUCTIVISTA DE LA ENSEÑANZA UNIVERSITARIA

Los argumentos públicamente empleados por los especialistas se resumen en dos posturas: los que apuntan la falta de recursos humanos altamente calificados además del suficiente número para el desarrollo económico del país, y otros que subrayan los desajustes e inconvenientes de una universidad de masas.

Aún así, estos razonamientos no han logrado concretarse en términos y explicaciones precisas. Identifican dos tendencias de la política educativa: los primeros abogan por una estrecha vinculación entre el aparato productivo y la formación académica (Muñoz Izquierdo, 1992 y Guerra Rangel, 1987); y los segundos, quienes apoyan la idea de una desvinculación entre estos dos procesos, argumentando, como una perversión del sistema de educación superior, el que esté supeditado a las necesidades del campo profesional (Arredondo y Martiniano, 1992, Sandoval Cavazos, 1989 y Bohn, 1973).

Aquellos que señalan la necesidad de sanear los males de la universidad sobrepoblada, son los mismos que indican la necesidad de disponer de recursos humanos altamente calificados; sin embargo, no han logrado determinar el mecanismo de una estructura productiva a mediano y/o largo plazo. Sus intenciones se deprimen cuando se enfrenta el hecho que la realidad del país es la de un sistema económico productivo dependiente y transnacional.

Ante este enfoque, marcados por la filosofía de la tecnología y la modernidad, ciertas profesiones deberían ya, ser piezas de museo  y el surgimiento de las nuevas profesiones sería un proceso constante, dada la rapidez con que se superan las técnicas de producción. Incluso la visión para actualizar ciertas profesiones sería bajo el parámetro de adecuarse a las necesidades del aparato productivo.

Dentro de esta discusión cuyo propósito es adecuar o vincular, persisten discursos preocupados más por reafirmarse a sí mismos en vez de procurar una comprensión del fenómeno. No por ello dejan de ser un primer paso o punto de arranque para lograr un acercamiento al objeto de estudio: vínculo del plan de estudio hacia la práctica profesional y en especial, percibir al campo laboral como algo más que un mercado de trabajo o de producción  donde impera solamente la oferta y la demanda, haciendo caso omiso de todos aquellos elementos que encierran las relaciones humanas en un espacio social jerarquizado y sementado.

Los teóricos del capital humano, por su parte, se han concentrado en prestar atención a las fluctuaciones del mercado, procurando controlar la matrícula de inscripción en ciertas profesiones de acuerdo a las necesidades sociales. Bajo este enfoque pretenden equilibrar la expansión de la escolarización que no ha favorecido al desarrollo social y productivo, por el contrario, ha provocado un desorden social que, según ellos, se debe neutralizar .

En el caso de nuestro país, se ha visto el predominio de estudios relativos al funcionamiento global del mercado de trabajo en relación con las investigaciones emprendidas en torno al funcionamiento concreto de los mercados de trabajos de profesiones específicas . Esto ha ocasionado una dependencia conceptual del resto de las disciplinas cuando éstas han intentado abordar el problema del empleo, ignorando, hasta cierto punto, las particularidades del campo profesional específico. La mayor parte de los estudios realizados por los curriculistas y los especialistas en educación --desde el enfoque del capital humano-- se concentran básicamente en dos problemáticas: la primera es la relación entre los fenómenos de urbanización e industrialización  y la movilidad geográfica de la fuerza de trabajo; y la segunda se concentra en la vinculación entre el proceso industrializador y los factores productivos . En cuanto a análisis de la educación como fenómeno socio-cultural principalmente se enfocan a la relación entre el puesto de trabajo y las habilidades que deben poseerse como fuerza de trabajo .

En estos aspectos existe suficiente información que según se sabe, ha orientado en mayor o menor medida la estructuración y reestructuración curricular desde la aparición de la licenciatura en Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública de la UAEM, en 1986 (Currículum de la LC, 1995).

La perspectiva predominante en las investigaciones realizadas en nuestro país, parten de una visión economicista, lo lamentable es la escasez, incluso la ausencia de análisis que brinden aportaciones desde otras perspectivas. Desde la década de los 80, los estudios llevados a cabo en la economía, se dedicaron básicamente a criticar al enfoque del capital humano o de la mano de obra. Muchos de estos trabajos incorporaron a sus cuerpos teóricos, esquemas sociológicos pero que se inclinaban hacia un psicologismo, provocando mayores confusiones en las explicaciones económicas.

Dentro de este enfoque prevalece la carencia de una teoría sistematizada, que ha heredado posturas teóricas y planeamientos problemáticos provenientes de países altamente industrializados. La aportación con que contribuyen son los esquemas que han desarrollado sobre el funcionamiento del mercado laboral, indicadores sobre la actividad económica industrial y su capacidad para absorber fuerza de trabajo  --en términos relativos--, algunas particularidades de sectores y ramas industriales, e información sobre la tendencia de la industrialización por zonas geográficas (Roitman, 1988). Parte de estos trabajos incluyen propuestas de carácter político, planteando caminos concretos de crecimiento en las fuentes de trabajo .

Asimismo hay una rama de estudios enfocados al mercado de trabajo donde desarrollan e interpretan índices aproximados de empleo y desempleo, e intentan explicar el comportamiento del mercado de trabajo regional o nacional de acuerdo, por ejemplo, a movimientos migratorios de grupos sociales en particular. En este sentido, el fenómeno del empleo es un planteamiento que se ha venido desarrollado desde parámetros económicos, pero del que poco se ha dicho en su dimensión sociológica. Incluso algunos de los estudios que han sido abordados con esta intención, parten de un punto de vista economicista .

Otra rama de la investigación se ha concentrado en la ocupación, concluyendo que no hay una relación directa entre los puestos de trabajo y los requisitos académicos. Desde este punto de vista, señalan, la demanda de mano de obra aprovecha coyunturas favorables para contratar profesionistas con niveles educativos por encima del requerido .

En términos generales, estos estudios colaboran con información valiosa descriptiva en relación con la vinculación entre la oferta y la demanda, a tal grado que han privilegiado la relación del encuentro entre ambos, ignorando su especificidad. Es decir, que pasan por alto los procesos que dieron origen a la oferta y la demanda, por lo tanto, encuentran dificultades en vincular a profesionistas con particularidades culturales y sociales, frente a empleadores con una concepción del profesionista concreta (Bourdieu, 1991 a).

Por una parte, esto implica cierta dificultad pues se trata de analizar un fenómeno en movimiento, y por otra parte, justo ahí es donde radica la riqueza de su explicación (Bourdieu, 1991).

Por lo tanto, hay que incorporar un estudio donde se reflexione sobre la estructuración de la calificación académica y el proceso que implica la calificación laboral-social, donde no se observa o una vinculación o una ruptura, exclusivamente. Sino que ambas son parte de un proceso dinámico de ajuste y conservación del campo periodístico, inserto en un espacio donde los agentes continuamente desarrollan un trabajo de representación (Bourdieu, 1990).

Es así que para este trabajo en particular, surge la inquietud de abordar el objeto de estudio desde la perspectiva crítica que brinda la sociología, replanteándose lo mismo que han desarrollado otros autores pero desde el ángulo que mira a la educación como un fenómeno social y cultural; donde participan múltiples fuerzas como son la universidad, los estudiantes de la licenciatura en Comunicación, los egresados de la carrera, los profesores, los agentes dominantes en el campo periodístico... Todos ellos están inmersos en un juego de poder, cuyas reglas son las que interesan descifrar de tal manera que logremos reflexionar y repensar la currícula de la UAEM en términos más complejos.

Para ello el análisis de la práctica constituyó un elemento importante porque es la que funciona como engrane entre lo que sucede en las universidades y lo que significará llevarlo a la vida diaria, sujeto a las condiciones sociales del campo periodístico. Los rituales cotidianos son reflejo de la práctica y son la práctica misma. En ello hemos comprendido un lenguaje que va más allá de la rutina, además de que no todos tienen acceso a él ni todos consiguen dominarlo.
 

+ EL LICENCIADO EN COMUNICACIÓN BUSCA IDENTIDAD

La principal inquietud mostrada por los egresados, y al mismo tiempo demostrada por los estudiosos de la Comunicación en sus textos, se concreta a:

* El desface entre los planes de estudio respecto de las condiciones que presenta el campo laboral, y

* Al mismo tiempo la universidad como institución generadora del habitus periodístico y como agente dentro del campo, operante en un plano político más que como formador académico.

Esta profesión, que como ya se mencionó tiene varios nombres, encierra en este hecho, la confusión que persiste respecto a las funciones que desempeña el egresado. Cabe recordar que se trata de una nueva profesión, producto en la década de los 60, de un propósito político que se proponía generar un nuevo mercado de trabajo que permitiera el despegue económico de las clases medias; fue producto, en su momento, del proyecto de modernización educativa que incluía la renovación de profesiones, la creación de otras y la masificación educativa, como posibilidad de ascenso en la escala social.

Se creía que agrupando varios quehaceres bajo un nombre, se brindaría la oportunidad de ejercer prácticas diversas y, en consecuencia, lograría legitimarse socialmente ya que parecía acorde al proyecto político de la universidad en ese entonces.

Las instituciones de educación superior que la acogieron, no tuvieron inconveniente pues al contrario, asegurarían un buen número de matrículas. Sin embargo, la apuesta de esta nueva profesión tarde o temprano la llevaría a la crisis debido a la inestabilidad de donde surge su identidad, en contraposición con la tendencia de las universidades en la formación de profesionales, así como la crítica situación económica que en el campo laboral se tradujo en una contracción en las tasas de crecimiento. Todas aquellas plazas de trabajo que esperaban fueran ocupadas por sus egresados --básicamente en los medios de comunicación-- en su mayor parte fueron ilusión.

Como se desarrolla con detalle en el segundo capítulo, el campo laboral no puede reducirse a la noción de oferta y demanda, sino que es el reflejo de relaciones complejas, donde las reglas no se establecen linealmente como pretendieron verlo algunos teóricos . ìSe tiende a olvidar fácilmente que el mercado de trabajo es siempre un espacio de lucha y cooperación antagónica y que no se define sólo por su dimensión económica; es decir, como previsión y regulación de la oferta y demanda de empleos y fijación de salariosî (Reyna, 1992: 238).

Otra de las características de esta profesión, es que en general las IES se han preocupado por generar planes de estudios que fortalecieran el saber-hacer, basados en la cantidad de oficios que encierra la comunicación, de tal manera que se han profesionalizado expertos en un oficio.

La tendencia general es que los saberes no se han presentado como un tejido teórico encaminado a fortalecer la formación profesional, sino que la práctica sigue siendo no sólo la tendencia en los planes de estudio en general, sino la principal demanda de los estudiantes y egresados. En el caso de la UAEM se observa un dominio de materias teóricas sobre los talleres prácticos, y en general, su plan de estudios muestra claramente las relaciones que tras cada materia práctica, soportan los saberes.

Sin embargo, aún prevalece, en primer término, la corporatización, es decir, la construcción de un cuerpo de conocimientos teóricos y prácticos poco accesibles a otros grupos que no sean los comunicadores (Camps, 1990). Y en segundo término, una ética de la excelencia, traducida como la cultura de la eficacia y la responsabilidad pero únicamente sobre aquello que es de su competencia, ì... ser profesional es saber hacer un oficio <<bien hecho>>ì (Reyna, 1992: 238).

La jerarquización que se da en el campo periodístico es resultado directo de las relaciones que se establecen al interior, en éste intervienen los agentes y sus acciones simbólicas en la construcción de la práctica periodística. La universidad cuenta con que sus egresados tomarán posesión de los espacios que logren abrirse en los medios bajo el reconocimiento social que legitima la posesión del título profesional y el hecho de que poseen conocimientos que les permita desempeñarse. Sin embargo, también hay que pensar que las nuevas profesiones primero debían producir la necesidad de sus servicios, de tal forma que le dé sentido a su ejercicio.

En el caso del periodismo  --incluso la comunicación en general-- ya había una fuerza de trabajo que cubría --y de hecho aún permanece-- con esa función laboral como eran los reporteros hechos en la práctica. Esto provocó ruido en la identidad social que las universidades han pretendido conferirle a la práctica periodística y que en realidad ésta se adquiere al incorporarse en el campo laboral.

De tal forma que la identidad profesional queda en manos de los agentes en el campo quienes ya lo han configurado y segmentado desigualmente, donde la concepción de habilidades y destrezas presentan diferencias entre lo que se aprende en la universidad y lo que se pone en práctica en el ejercicio del periodismo. Para aquella generación de periodistas formados por la experiencia y que aún ejercen con influencia en el campo, consideran que los periodistas provenientes de la universidad no poseen el oficio necesario para ejercer y si se incorporan algunos de ellos al campo periodístico no es porque su saber sea reconocido, sino más bien por el capital social que posean, por el prestigio de su universidad de procedencia o por la posesión de una especialidad determinada: todo aquello que configura una red de relaciones culturales, familiares, sociales, universitarias...
 
 

+ TÍTULO ACADÉMICO: ENCUENTRO Y DESENCUENTRO

El resultado que enfrentaron las universidades que incluyeron la licenciatura en Comunicación, es el gran número de egresados que aunque posean su título académico deben enfrentarse ante la devaluación social de su identidad como comunicadores, en una pista de competencia donde se ponen en práctica todo tipo de estrategias para mantener una posición heredada, en el caso de quienes tienen el capital social , o para abrirse espacio, en el caso de algunos otros.

En cuanto a los egresados entrevistados mostraron plena conciencia sobre la lucha que han enfrentado para ocupar un lugar en la profesión, a la vez que defendían su legitimidad  como periodistas egresados de la UAEM, puesto que nueve de los 12 entrevistados experimentaron la desestimación que existe en el medio frente a la identidad del licenciado en Comunicación. Aún así todos los entrevistados defendieron el valor que les confiere su título, aunque finalmente los entrevistados reconocieron que el título profesional poco o nada les ayudó para posicionarse en el campo periodístico, a diferencia de lo que lograron gracias a la reproducción de conductas y actitudes, al desempeño de rutinas previamente establecidas, al seguimiento de rituales para relacionarse con las fuentes de información, tal y como lo han venido realizando generaciones de periodistas. En pocas palabras, la aplicación del habitus .

Así el habitus colabora, en cierta medida, a encubrir --en apariencia-- la devaluación de las titulaciones pues, de acuerdo con Bourdieu, ì... el valor objetiva o subjetivamente vinculado a una titulación académica sólo se define dentro de la totalidad de los usos sociales que de ella pueda hacerseî (Bourdieu, 1991a: 141). Para cinco de los entrevistados la adquisición del título universitario implicó el reconocimiento de su comunidad (vecinos y familiares) de tal manera que a ellos concretamente les contribuyó para afirmarse en su propio contexto social, pasando a un segundo término la devaluación de la titulación.

Visto desde la perspectiva de quienes ya han logrado un puesto  en el campo es lo que Pierre Bourdieu denomina racismo de la inteligencia, ì... propio de una clase dominante cuya reproducción depende, en parte, de la transmisión del capital cultural, un capital heredado cuya propiedad es la de ser un capital incorporado, natoî (Bourdieu, 1987: 277).

En el caso del campo periodístico, quienes ejercen este tipo de racismo son los agentes ya posicionados, justificando el orden que impera en el espacio que ellos dominan. Esto los legitima como agentes importantes, como la esencia del periodismo mexicano, y no tanto si poseen o no un título universitario.

Si retomamos el hecho de que algunos de estos agentes dominantes son los profesores de periodismo en las universidades, incluyendo a la UAEM, los alumnos que se incorporan a la licenciatura en Comunicación con el objetivo de ejercer el periodismo, deben enfrentarse a dos procesos clasificatorios.

El primero es la clasificación académica, vista como una de tipo social donde es factor decisivo la posesión de la inteligencia del don, como si esto fuera parte de un proceso de diferenciación natural . En esta clasificación el examen de admisión, como el resto de las pruebas aplicadas en las diferentes materias relacionadas con el periodismo , miden las cualidades sociales que necesita el alumno para incorporarse primero a la universidad y posteriormente al campo periodístico .

Esto es lo que garantiza  --hasta cierto punto--  el éxito académico del alumno, ya que es percibido y evaluado por su valor social (capital cultural heredado e incorporado) a pesar de que las últimas cuatro décadas el sistema de enseñanza superior ha enfrentado el fenómeno de la masificación... estudiantes que no tienen las disposiciones socialmente constituidas tal y como lo espera el sistema escolar y el espacio social. Este aumento desmedido de la matrícula ha provocado la devaluación de los títulos académicos y asimismo, los puestos que debieran ocupar por la obtención del título.

La segunda clasificación se refiere a la social-laboral donde el periodismo no es producto exclusivo del atributo de buen escritor, sino de la confluencia del habitus socialmente constituido y su posición instituida en la división del trabajo. Así el periodista ejerce su profesión y al mismo tiempo se legitima a sí mismo como agente. Es decir, hay una dialéctica entre la posición que ocupa y el habitus que finalmente le permitió el acceso a dicha posición, aunque como se ha visto no solamente es el habitus resultado de la posición. Tampoco es exclusivamente la posición social de origen, la única causante del puesto en el campo periodístico .

Entre los egresados entrevistados tres de ellos poseen el componente de familiar periodista o vinculado con el medio --como es el caso de un tío político--. Dos más son hijos de un comerciante exitoso y de un alto directivo de una empresa transnacional, y un egresado más, poseedor de capital cultural, herencia de padres con postgrados académicos en carreras humanistas y en general familia con buen nivel cultural (abuelo poeta, tío pintor, hermana mayor economista estudiando maestría en Estados Unidos...).

Todos los entrevistados reconocieron que a partir de los dos últimos semestres y hasta la fecha ha sido motivo de preocupación para ellos y sus compañeros de universidad, la confusión que han experimentado debido a los intereses que divulga la UAEM y lo que la práctica profesional les exige. Compañeros, amigos y los mismos informantes veían al fracaso como una posibilidad, empezando por no lograr cumplir con la formalidad de la titulación (es decir, la elaboración de la tesis y el examen oral profesional).

Diez de los doce entrevistados ya habían presentado el examen profesional, y los dos restantes estaban en la elaboración de la tesis. Los ya titulados contestaron con desilusión el hecho de haber logrado el título con la idea de posicionarse mejor en el medio, el título era visto como su derecho a ser legítimos periodistas, sin embargo, se dieron cuenta que nada tenía que ver un hecho con lo otro, pues cuando menos en el campo periodístico, el título no es necesario para ejercer la profesión.

Particularmente entre aquellos entrevistados que pertenecen a niveles sociales privilegiados (económica y culturalmente) permanece la inquietud de que su nivel de clase no se vea afectado, por lo tanto, la profesión de periodista --señalan--  ìse ejerce a muy buen nivelî (refiriéndose a agentes clave en el campo) ìo preferible dedicarse a otra ocupaciónî. Sin embargo, estos informantes en particular ya ocupan puestos importantes en el campo periodístico, además que muestran seguridad (dado el apoyo con que cuentan tanto como individuos como integrantes de un grupo social-familiar) por lograr ascensos y planes ambiciosos a mediano plazo (tales como escribir un libro, incorporarse a un programa de postgrado en una universidad privada, iniciar su propia empresa con la edición de una revista...) .
 
 

+ EN EL RING... EL EMPLEO

El empleo no se concibe exclusivamente como horas-hombre trabajo, sino también como el punto en que el individuo se relaciona con la sociedad al poner en uso su fuerza de trabajo (Sandoval Cavazos, 1989). En un primer momento le permite al egresado contar con un medio de sobrevivencia y continuar con su proyecto de vida. Es decir, que hasta aquí el empleo se manifiesta como reconocimiento oficial del esfuerzo productivo del egresado, a la vez que es un privilegio.

El empleo se manifiesta como un campo de confrontación entre los agentes (periodistas) posicionados, y los recién llegados provenientes de las universidades. Por lo anterior, no puede explicarse a la estructura reguladora del mercado desde una perspectiva mecanicista y autónoma, sino como un proceso de reestructuración, de surgimiento y desaparición de puestos de trabajo.

Por lo tanto, el nivel de empleo no puede ser producto de un objetivo ni tampoco será resultado inmediato ante el crecimiento de sectores productivos. Más bien, se trata de un proceso dependiente y complejo de las relaciones que establecen los agentes en el campo, donde ponen de manifiesto la acumulación de capital cultural incorporado (económico, familiar, político, social, cultural, académico...).

De acuerdo con Sandoval Cavazos (1989) los espacios de empleo son zonas de puestos de trabajo estratificados, que conforman campos de confrontación de estrategias (que no necesariamente son conscientes) entre los que procuran conservarse, desarrollar sus proyectos de ascenso y reproducción social.

En el caso del espacio de empleo que pugnan los periodistas, el interés prevaleciente es el poder que les confiere ser líderes de opinión, tanto por el prestigio social como el poder político, donde participan agentes y empresas periodísticas. Asimismo, esto se traduce en poder económico. Lo que ellos ponen en juego les permite estructurar y reestructurar los espacios de empleo. Por lo tanto, no se puede hablar de empleo como resultado de un determinado nivel de actividad económica, como tampoco se puede concebir a la clase dominante como homogénea, sería insuficiente (Sandoval Cavazos, 1989).

En las diferentes fracciones de la clase dominante (entre los periodistas) continuamente definen mediante luchas internas, los espacios que les son propios donde ejercen su dominio, incluyendo los espacios detentados por los periodistas más jóvenes.

La probabilidad de que se presente una reestructuración en el espacio depende de las condiciones que presenta la lucha  entre los agentes dominantes en el campo. Tal como sucedió, por ejemplo, cuando el periódico Reforma reclutó a decenas de reporteros recién egresados de las universidades, como resultado de la necesidad de un grupo de empresarios regiomontanos por legitimar y afianzar su poder en la Ciudad de México, donde eran vistos --por el resto de las empresas periodísticas, líderes sindicales y algunos políticos-- con desconfianza.

Para los egresados de las universidades con capital académico, esto significó una apertura en el espacio que les brindaba la oportunidad de colocarse, con relativa facilidad en el campo de trabajo.

Mientras que en la mayoría de los casos la regla aplicada, es que el egresado inicia labores como ayudante, sin horario de trabajo, sujeto a lo que la empresa o el agente indique, sin percibir ingresos o, en el mejor de los casos, recibiendo una ayuda económica. A diferencia de otros campos profesionales, incluyendo el de la Comunicación en general, en el periodismo el nivel escolar se considera parte del capital necesario para incorporarse al medio pero se aprecia devaluado. Aún predominan los periodistas formados en la experiencia que, además, ocupan los puestos de poder en el campo. Ellos justifican la falta del título universitario con el oficio, entendiéndolo como el gusto desinteresado, la vocación, la posesión de un don para desarrollar la labor periodística que, según ellos ìno se aprende en el aula de la universidad... se nace con élî.

ìLa educación puede convertirse quizá en un bien necesario mas no suficiente para asegurar la posesión de ese otro bien (el empleo) que según el término empleado por F. Hirsh, es ante todo un bien posicional, es decir, de asignación en una estructura socialî (ídem, 1989: 83).
 

+ ACCIÓN DE LA UNIVERSIDAD EN LA PRÁCTICA PERIODÍSTICA

Reflexionemos nuevamente sobre los espacios de empleo como punto de confrontación entre agentes y la formación académica, como elementos determinantes para conseguir puesto en el campo periodístico. Se ha visto que el nivel educativo no es el único elemento considerado al momento que el egresado de la universidad enfrenta al campo periodístico, sino que también intervienen otros factores tanto o más eficaces, como es el capital cultural-familiar.

Asimismo se explicó que en el campo periodístico  --como todos los campos profesionales--  los agentes se confrontan con sus propios proyectos de lograr un puesto y de reproducción social, dentro de una estructura socio-ocupacional específica.

Por el posicionamiento los agentes ponen en acción sus estrategias que, de acuerdo a lo revisado en el habitus periodístico, es la manifestación de actitudes, procesos, conductas, rutinas, que se observan como algo natural, no consciente. Esta búsqueda de objetivos no es estática, al contrario, continuamente se integran instrumentos con el fin de conservarse conservando (Bourdieu, 1990 a).

Dentro de este proceso social, el sistema de enseñanza superior es la institución que legitima y garantiza que la estructura conserve su propia dinámica, además, claro está, de ofrecer agentes educados (capital académico). La universidad significa uno de los instrumentos que las clases sociales y grupos emplean como estrategia para lograr un puesto profesional y social. Sin embargo, entre más demanda exista de dicha estrategia al interior de los grupos sociales, y más sean quienes la aplican, será mayor la dificultad para lograr un puesto en el espacio de empleo. Por lo tanto, se provoca desplazamiento hacia otras estrategias como ha sido el caso de la cultura de la calidad adoptada por algunas universidades privadas, la obtención de una maestría, o como es en el caso de los agentes en el campo periodístico, buscar una adecuada red de relaciones sociales, profesionales y políticas, o en otros casos los recursos económicos resulta ser un instrumento eficaz en el posicionamiento del agente dentro del campo.

El título profesional en ciertas empresas es visto como el símbolo de calidad que representa la lucha académica, pero su eficacia en el campo profesional depende de la cantidad y de lo que los empleadores entienden como calidad en los agentes que detentan un puesto. En algunos casos es una red de relaciones sociales la que facilitan el posicionamiento del nuevo agente. Todos tenemos una red de relaciones sociales, sin embargo, sólo algunos poseen una con potencial de valoración del agente, es decir, le asignan prestigio y poder dentro del campo profesional.

Para profundizar en la distribución de los empleos debe abordarse desde su configuración dinámica, conservación y reproducción de los agentes, de tal forma que pueda comprenderse el proyecto de posicionamiento social y profesional del agente en el campo y en el espacio social (Bourdieu, 1990). En consecuencia podrá ubicarse a la universidad como lugar de enfrentamiento y ensayo para el logro de tales proyectos.

En cuanto a la universidad y su concepción sobre el mercado de trabajo, se ha formado a partir de la planeación educativa. Sin embargo, ésta es vista como una respuesta urgente ante un fenómeno, más que la toma de conciencia (Sandoval Cavazos, 1989).

Con el crecimiento de la población profesional a partir de la década de los sesenta originó una crisis en las instituciones educativas que, entonces y hasta la fecha, brindan respuestas contingentes, rebasados por las problemáticas. Prácticamente les es imposible resolver los problemas a distancia.

Fue en esta época cuando inició la instrumentación de políticas encaminadas a la vinculación entre la formación de profesionistas y la práctica profesional, como fueron la reorientación de la población estudiantil hacia ciertas áreas del conocimiento, la generación de nuevas profesiones como el caso de las ciencias de la comunicación, el fortalecimiento de vínculos con los empleadores; aún así, desde la planeación educativa hace falta analizar, evaluar e implementar políticas indicadas sobre la situación que se desea resolver.

Como se ha visto, el análisis de la práctica profesional está relacionada con la reestructuración curricular, por lo tanto, hay necesidad de investigación en torno al origen y evolución de la carrera en Comunicación; los elementos que se activan en la universidad en relación con la práctica periodística y vicebersa, tal como el comportamiento del campo profesional se manifiesta en la evaluación del currículum.

Finalmente, en este texto se pretendió realizar un análisis global ante la complejidad del fenómeno. Bajo esta mirada aún falta por cuestionar, investigar y demostrar, no sólo en este trabajo, sino en el campo de la investigación educativa en general. Asimismo, esto es parte de otra confrontación... la científica. Campo donde la lucha implica la comprensión y explicación de los problemas educativos y donde el debate será infinito.
 

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