Número 13, Año 4, Enero - Marzo 1999


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A LIMINE (DESDE EL UMBRAL)

Por: Vasni Blázquez

¿Quién estuvo aquí antes?, mi sombra calla, mientras veo al crepúsculo de oscuros infinitos. Siempre las nocturnas son la mejor especie para las alquimias, decían aquellos que violaban el artículo puro del autoritarismo "no adoraras a otro dios". Sobre mis pies hay otras huellas, otros moldes cuyo andante forjó algo que me toca continuar. Tal vez sea esa melancolía que se mezcla con el nacimiento de un tiempo que esta por surgir. Las estrellas brillan, algunas ya están muertas y sólo queda su luz viajando a millones de años a través del tiempo, probablemente sea el rostro del recuerdo, así igual embarga la imagen de los abuelos que ya dejaron este mundo hace algunos años, pero su luz aún llega por estas noches de fríos y sombras. También de algunos caballeros andantes que por estos senderos de la vida me he encontrado, por nombrar al buen Gastón quién siempre quiso conquistar montañas y volcanes de copas nevadas, cual buen blanco, siempre conquistando. "Vencí al Popocatépetl, llegué a la cumbre"... el viejo Gregorio aún sigue humeando y Gastón el conquistador quien murió conquistando y conquistando murió; ya no existe más, sólo su recuerdo en ese papel principal y secundario que juega en aquellas historietas preparatorianas, temas siempre de bares.

Entre mis muertos y yo, sólo neblinas de tiempo. Tiempo. Será lo implícito de cada nuevo tiempo lo que nos hace siempre hilar las mismas palabras y pensamientos, aunque días después éstas naufraguen en el mar de la nada. Pero esta nocturna y sus sonidos insonoros me han hecho gravitar sobre una pregunta: "¿qué es el tiempo?". No sé si hubo hace mil años, ósea en el año 998 d.C., otro adicto a la mandrágora de las noches y las estrellas haciéndose la misma pregunta e intentando mirar hacia el nuevo milenio, hoy agonizante. ¿Qué es el tiempo?. Intento asomarme más allá de la obscuridad pernoctante de la noche para tratar de ver al nuevo milenio, sus batallas y guerras, sus ideales profanos a la humanidad, sus religiones, sus dioses, sus poetas y escritores, sus modas, sus gobiernos, sus canciones y este tiempo nuestro como materia de historia o antropología. ¿Qué es el tiempo?. Parece fácil la pregunta pero difícil su respuesta. El tiempo es algo que hemos inventado o donde nos hemos encontrado y esta ignorancia nuestra hace inexacta su entidad. Se puede decir que nació en cuanto el planeta dio su primera corrida en torno a su eje, aunque antes de eso ya existía el tiempo, decían los abuelos de los abuelos. Por más que el hombre le dio una respuesta en la antigua Babilonia a la necesidad de dividir el día solar: madrugada para la noche que agoniza, día para el que prende la luz, tarde para quien pide piedad a las estrellas y noche para el rictus de la evolución en el cuerpo de la abuela luna. Fue entonces cuando la humanidad lo considero como la perennidad del día, la tarde, la noche, las estaciones del año. Al pasar de los años, el mismo tiempo, se cotizo de otras formas.

El tiempo se puede encontrar en un reloj, un cronómetro, un calendario, una agenda, las velas de un pastel o en nuestro reflejo cotidiano a través del espejo. Vivimos por y para el tiempo, luchamos contra su marea o simple y llanamente navegamos en su esencia. Hay quienes cohabitan entre sus tejidos y marcan las fronteras de éste: mucho o poco. ¿Qué será para el tiempo mucho o poco?, ¿qué dirá el tiempo cuando oye decir: "duro poco tiempo"?. ¿Habrá en un espacio infinito cavidad para las distancias?. Un espacio infinito que despierta teorías ya sea científicas, filosóficas, narrativas o poéticas. Para Albert Einsten la teoría de la relatividad es la afirmación de que el tiempo no es absoluto ni universal, sino relativo, dependiendo de la situación cinética del observador. Tal vez eso lo pueda explicar los abuelos sol y luna quienes se han olvidado del tiempo. El poeta romano Ovideo decía: "podía creerse que el tiempo se ha detenido: con tal lentitud que se mueve"; para el cineasta Steven Spilberg fue la idea para crear tres millonarias producciones; para Timex, Swatch, Rolex y otras marcas es sellar en un diseño &endash;pausadamente- cada instante ya sea en oro, plata, titanio o cualquier otro metal en aleación que suponga llevar preso al tiempo, aunque éste sea el que nos tenga preso; para un reloj la arena; para un niño es un reloj; para un anciano la arena que le habrá de cobijar.

Sanador de heridas, recuerdos y tristezas que no los borra, sólo los mantiene dormidos esperando el despertador de la memoria. Dicen que es el tiempo el que hace cambiar a las personas, el tiempo dice que las personas siempre terminan pareciéndose a lo que siempre condenaron. Cohabitantes eternos de la razón de su miedo. Miro más el profundo oscuro de la madrugada, sólo el tiempo sabe que habrá de suceder en el tercer milenio, no por ser un dios, sino por conocer al hombre. Me preguntaba cuánto habrá de pasar para que podamos abandonar el hambre y las guerras, las injusticias y el imperialismo. La madrugada me contesta en cuestión: ¿en qué punto de la infinidad habrá de evolucionar la humanidad?. A tiempos pareciera que el tiempo se decolora en muchos otros tiempos. Paz y guerra, vida y muerte, sabiduría e ignorancia, luz y sombra, palabra y silencio, democracia y autoritarismo, tolerancia e intolerancia, justicia e injusticia, etc. Siempre cada cual su tiempo, aunque algunos parezcan perpetuos, pero todo en este mundo tiene un tiempo.

Hoy son tiempos de supervivencia, de un egoísmo tirano, pensamiento colectivo, odio, intereses materiales, morbo, Internet, de la imaginación humana en estado vegetal, del jinete apocalíptico de la estupidez y su corcel "Medios de Comunicación (T.V. y radio)", de regresión a la era del circo romano vía monitor en las arenas de: Duro y Directo, Visión Urbana, Cristina, Primer Impacto y un poco más allá donde empezó el animal a transformarse en homo sapiens; aunque hoy día sólo quede el homo. La humanidad no se ha dado cuenta que su pasión por la muerte es un reclamo de vivir la vida. Yo, aquí espero a ese reclamo ante el espacio finito del tercer milenio al que esta noche estoy póstumo, me pregunto en que tiempos de sus mil años habrá cabida para tiempos de dar un beso sin más trueque que el de sólo dar, tiempos donde no haya más profetas y Mesías que nuestro corazón, tiempos de comunión hacia nosotros y hacia los otros, tiempos de reconciliación no de olvido y perdón; tanto externo e interno; con nosotros y nuestros tiempos (ese día en que reconciliemos nuestra parte hispana con la parte indígena y muera la chingada y su bastardo el naco), tiempos de aceptar al otro para aceptarnos a nosotros, tiempos de darle una oportunidad al silencio para oírnos mejor, tiempos en que los partidos políticos dejen de existir y la sociedad civil no necesite la intolerancia de los lazarillos para guiarse (el día que la solución a nuestros problemas abandone la penumbra de nuestros temores y caiga la venda que nos impide ver), tiempos para darle tiempo al tiempo. Tiempos donde no haya treinta años de una masacre como la de Tlatelolco, o un cincuentenario de un holocausto o de la explosión de una bomba atómica sobre una ciudad, ni veinticinco años de una herida abierta llamada Chile, mucho menos quinientos años de mantener en el olvido y abandono a millones y millones de indígenas.

Estamos por entrar al umbral del siglo XXI y el Tercer Milenio, dice una leyenda maya que hubo en un siglo un día que duró muchos siglos. Entonces, por qué no decir que 1999 será un día que va durar 365 días, ya que seremos la coyuntura del presente entre la nostalgia del pasado de un siglo y milenio y la esperanza del futuro hacia el próximo siglo y milenio. También se va un siglo, un siglo de avances científicos pero no extenso de una decadencia derivada del olvido del hombre de sí mismo, el hombre se ha olvidado, el hombre ha olvidado al hombre. Un hombre que se ha hecho a la semejanza de la oferta y la demanda o la oferta y la demanda hechas a semejanza de la humanidad. Un siglo que inició como la ilusión de radicar las ideas emanadas del siglo de las luces en el mundo viejo y nuevo, luces que hoy ciegan la libertad. Un siglo que nació a la promesa de la consagración libertaria. Un siglo XX donde la oda de la revolución, nacida siempre de movimientos liberales y nacionalistas reclamaba igualdad, democracia, libertad y justicia; tanto en la vieja China como en Moscú, pasando por México y terminando en la bella Cuba. Un siglo donde la libertad intentó consagrarse en aquella primavera de Praga, en aquel Mayo parisino, o en esa tarde de octubre en la Ciudad de México. Un siglo donde el fascismo danzó en Alemania, Italia, Japón, España y Latinoamérica para terminar en los Estados Unidos.

Rasputín, Lennin, Zapata, Hitler, Mussolini, Franco, Rooselvet, Churchil, Stalin, Mao, Castro, El "Che" Guevara, Ho Chi Minh, Ghandi, Lyndon Jhonson, Martín Luther Kind, Tito, Los Kennedy, Nixon, Charles de Gaulle, Salvador Allende, Pinochet, Bertolt Brecht, André Breton, Herman Heese, Freud, Kafka, Renoir, Salvador Dalí, Diego Rivera, Botero, Matisse, Henry Miller, Jean-Paul Sartre, Pablo Neruda, Gabriel García Marquez, Octavio Paz, José Saramago, Jorge Luis Borges, Carlos Fuentes, Engels, Angela Davis, Ulrike Heinhof, Madre Teresa de Calcuta, Marilyn Monroe, Maddona, Rosario Castellanos, Elena Garro, Elena Poniatowska, Frida Kahlo, Eva Perón, Diana, María Callas, Janis Joplin, Elvis Presley, Frank Sinatra, Jim Morrison, Bob Dylan, The Rolling Stones, The Beatles, Hendrix, Pink Floy, U2, Manolete, El Rey Pelé, Maradona, Superman, Batman y Robin, El Santo y Blue Demon, Buñuel, Woody Allen, Win Wenders, Chaplin, Juan Pablo II, Reagan y Bush, Carlos Salinas y Carlos Menem, Bill Clinton, Sadam Huseim, El Subcomandante Marcos, Carlos Monsivais, Jorge Ibargüengoita, Jaime Sabines, José Alfredo Jímenez, Pedro Infante, Watergate, la guerra mundial (I y II), la bomba atómica, Hiroshima, Vietnam, Medio Oriente, Sarajevo, ETA, IRA, black power, la minifalda, liberación sexual y liberación femenina, las tetas al aire de la libertad, Woodstock, el ácido, LSD, la marihuana, la cocaína, narcotráfico, el unisex, napalm, el gas mostaza, la guerra bactereológica, la guerra fría, el muro de Berlín, Tiananmen, Sarajevo, SIDA, comunismo, capitalismo, socialismo, neoliberalismo, primer mundo, tercer mundo, pobreza extrema, coca cola y pepsi cola, computadora, telefonía celular, radio y televisión... Apocalipsis.

En este día de trescientos sesenta y cinco días correrán por las neblinas del tiempo, llamado siglo XX, sus héroes, villanos, artistas, poetas, lugares, nombres, modas... en fin: esos tejidos de su memoria. Un presente que abraza dos tiempos e intenta reconciliarlos, tal vez sea la cama donde yacen dos cuerpos que intentan inventarse a través de unas caricias que lastiman y hieren, moviéndose pausadamente, danzando uno sobre el cuerpo -en posición fetal- del otro. Se besan y beben sus venenos, el danzante agoniza lentamente mientras el dormido despierta poco a poco intentando retomar el ritmo del segundo. Ambos se toman entre los brazos y se miran fijamente, cada cual ve su reflejo en el espejo del otro. Los cristales se rompen, son rotos por ambos. Ríen, lloran, gritan, blasfeman, bendicen... uno comienza a morir y el otro a nacer. Nuestro presente el lecho donde el siglo XX se apresta a dormir esperando ese lugar que le daremos en la historia, mientras el siglo XXI espera para formar con nosotros un nuevo tiempo, que dentro de mil años tendrá cabida en esta nueva historia de la cual hoy estamos preñados. Entre el pasado y el futuro este presente nuestro que está en la encrucijada del tiempo y esos muchos tiempos dentro del mismo tiempo. El hoy mañana es ayer, como el balbuceo que va hacia la palabra y termina en el silencio. ¿Qué es el tiempo?. Tan joven y tan viejo que sigue caminando paso a paso, tan lento que aún se mueve y nosotros intentando correr dentro de él. Que sea el tiempo, testigo mudo y nulo, en el cual moldeemos el nuevo siglo... el tercer milenio. Ya después, dirá el tiempo.


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