Número 14, Año 4, Mayo - Julio 1999


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LA RELACIÓN ENTRE LA PSICOLOGÍA COMO DISCIPLINA Y LA COMPARACIÓN COMO PRÁCTICA CULTURAL EN MÉXICO

Por:Alejandro Byrd Orozco
Profesor del Departamento de Comunicación | ITESM-CEM

Presentación.- En el presente ensayo reflexionamos acerca de las representaciones y resistencias que, desde la perspectiva psicosocial, los mexicanos tenemos frente a la comparación. El punto central es que las corrientes teóricas del positivismo, el conductismo y la gestalt establecen premisas que están íntimamente ligadas a la percepción de nuestra historia donde La familia, en sentido amplio y restringido, es el espacio desde el cual nos comparamos tanto con el resto del mundo como entre nosotros mismos. Por eso es importante analizar como la construimos y como la respiramos.

El texto inicia con un planteamiento general sobre el contexto en el que se desarrollan los marcos teóricos citados para después abordar el impacto cultural que de ahí se genera, que si bien no es privativo de México, si nos sirve para comprender nuestras particulares resistencias. Finalmente proponemos el diálogo como una posibilidad de aproximación no para alejarnos en la comparación sino para entendernos en la comunicación.

 

Teoría y práctica de la comparación.

Marco contextual

Dos posiciones teóricas en la comparación: Positivismo y gestalt.- En el siglo XIX la medida es la unidad de conocimiento. Se puede conocer lo que se puede medir y se puede medir lo que se puede observar. Esta posición intelectual organiza a las disciplinas en un plano comparativo de objetos de estudio más científicos que otros. Indudablemente se trata de un siglo de vocación científico- técnica. En muy poco tiempo, la humanidad saltaba de un asombro a otro: nombres como Darwin, Shaw, Lumiére e invenciones como la fotografía primero y el cinematógrafo después, contribuyeron al asombro de una sociedad occidental que encontraba en estas posiciones científico- técnicas, la respuesta a añejas preguntas filosóficas como ¿qué es el hombre? Amanecía la revolución industrial y parecía que no había gran espacio para la reflexión. El trabajo, y en consecuencia el tiempo del hombre, se sustituía por la máquina. La historia moderna presentaba uno de los grandes saltos cualitativos: la organización del tiempo dejaba de hacerse en función de la naturaleza y se supeditaba a una organización social cada vez más compleja.

Esta concepción ideológica pronto se estableció en el mundo académico. De acuerdo con Epstein (1986) el impacto en la teoría educativa se refleja en los planteamientos, metodologías y juicios utilizados en y para la investigación. Durkheim (1990) lo establece en un juicio comparativo: 

  • La educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las que todavía no están maduras para la vida social. Tiene por objeto suscitar y desarrollar en el niño cierto número de estados físicos, intelectuales y morales, que exigen de él la sociedad política en su conjunto y el medio especial, al que está particularmente destinado.
  • Nótese como predominan algunos principios básicos: el empirismo como valor superior, el conjunto, no el individuo y el destino, más que la historia.

    Así se sientan los parámetros de la comparación. Como en los umbrales del pensamiento mágico, un destino racional y selectivo guía nuestros pasos en plena euforia modernista, el discurso dominante establece el lugar que ocupamos en la escala.

    Específicamente en la psicología conductista encontramos un reflejo de este planteamiento: la relación estimulo- respuesta// causa- efecto, como una forma básica para explicar, y en consecuencia comparar, diversos aspectos del comportamiento. Así pues, el positivismo en la sociología y el conductismo en la psicología sientan las bases para la comparación, sustentada en los principios de la forma, que establece posteriormente, en 1930, la gestalt.

    La crítica más fuerte a la teoría gestáltica es la que discute que la significación de las formas es congénita pues no se justifica que sujetos en contextos y tiempos distintos perciban de la misma manera estímulos visuales iguales. Aún así, este paradigma muestra a un polo occidental obsesionado por las formas y en pleno tránsito del ser al parecer. El vector académico había establecido un discurso que encontró acomodo en el mundo práctico. Sobre tales efectos de la comparación trataremos en el siguiente apartado

    Impacto cultural de la comparación

    Lo que fue una siembra en el terreno teórico se cosechó en la práctica social. Los principales fundamentalismos del siglo que termina, y los que seguirán vigentes en el próximo, se han nutrido de las analogías expuestas arriba. En México desde luego no escapamos a este fenómeno pero, además, lo asumimos con esa singularidad que nos ha ganado curiosos comparativos en otras culturas.

    Si bien hemos contribuido con nuestra cuota en la percepción de las dicotomías existenciales e históricas que compartimos como especie, nuestra perspectiva psicológica de la comparación se sustenta en proposiciones básicas:

    1. Los mexicanos estamos perseguidos por una fatalidad histórica. El mito fundacional del imperio Azteca se apoya en el estoicismo: donde no había nada se construyó La Gran Tenochtitlan ("Lugar donde el dolor fortalece", según la Crónica Mexicáyotl)
    2. Tal grandeza es destruida por una fuerza extranjera accidental: los españoles llegan a América buscando la India, es decir, Europa sueña accidentalmente con América.
    3. Los mexicas esperan por destino a un dios (Quetzalcoatl), la historia les manda a un implacable conquistador (Cortés)
    4. El choque de civilizaciones genera varias simbolizaciones comparativas:

      Padre español- madre indígena.

      Masculinidad (hispana): fortaleza, conquista, predominio social y alejamiento.

      Femineidad (indígena): debilidad, sometimiento, devaluación social y proximidad.

    5. En la guerra de Independencia el mestizo se rebela al padre.
    6. En la Invasión Estadounidense de 1948 se representa otra fractura familiar: el hermano mayor (EEUU), precursor en la búsqueda de independencia, se convierte en Padre posesivo.
    7. En la Reforma enfrentamos a un Padre invasor
    8. En la Revolución peleamos contra el padre ajeno, dictador y afrancesado.

    Es decir, la cosecha social de la siembra teórica que revisamos al principio tuvo en México una implicación simbólica que se refleja en la familia, principal agencia psíquica de la sociedad, bajo un marco histórico que nos sugiere la simulación y la resignación. Es probable que nuestra resistencia, y consecuente defensa psicológica a la comparación, sea un respiro en nuestra agonía moral y la fugitiva certeza de que somos espíritus en el tiempo. Una comunidad de solitarios (Jaspers, 1996) negándonos al maniqueísmo abrumador de razas y coeficientes. El comparativo, pues, nos impresiona más cuando lo evaluamos desde la perspectiva familiar sea ésta abstracta (la nación y lo nacional como marco familiar) o concreta (el pequeño grupo como espacio de interacción e intimidad)por eso dejamos nuestros afanes en la expresión, instancia que aproxima, completa, no compara ni aleja, Nicol (1978):

    Expresamos por nostalgia y esperanza. Nostalgia de nuestro propio ser, de esa parte de lo nuestro que no tenemos; y esperanza de recuperarlo en la avenencia de nuestro diálogo con el prójimo. El prójimo es la parte de nuestro ser que nos falta. Pero este ser del otro es también invenciblemente ajeno, de dónde la necesidad de prolongar el diálogo: el logos no consigue nunca que el ontos se complete, lo cual quiere decir que el hombre, ser ontológico y por ello mismo histórico, es finito y a la vez indefinido. El ser del otro es ajeno por su sola alteridad....

     

    Notas Bibliográficas

    Alduncin, E. (1989) Los valores de los mexicanos, México, Banamex.

    Epstein, E. Currents left and right: Ideology in comparative education (en antología para la asignatura Educación comparada México, ITESM, 1999)

    E. Durkheim (1990), La educación, su naturaleza y su función, México, Leega.

    Gubern, R. (1994) La mirada opulenta, España, G. Gili.

    Jaspers en Yurén (1996), Conocimiento y comunicación, México, Alhambra.

    Nicol, E. (1978), La primera teoría de la praxis, México, UNAM.

    O. Paz, El laberinto de la soledad, México, FCE, 1959

    S. Ramírez, El Mexicano. Psicología de sus motivaciones, México, Pax, 1959


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