Número 15, Año 4, Agosto - Octubre 1999


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EL MOLUSCOIDE

Por:Cristián Errejón

El cuerpo hacia atrás doblando la espina, estáirando las antenas, atrás, atrás, atrás, todo lo que puedes y luego, te avientas adelante-recojes las antenas-te despegas del piso-marometa en el aire-flip... y plaf, caes; dolor y ya avanzaste un poco más. El cuerpo hacia atrás, estáiras las antenas, todo lo que puedes y te avientas adelante-marometa en el aire, plaf, dolor y ya estáas más cerca. Otra vuelta, flip, estáírate, caes, otra marometa y cada vez estáas más cerca. Vas llegando pero estáas cansado. Muchas vueltas. Con cada caida te arde todo el cuerpo; pero el haberte acercado un poco es suficiente para no pensar en el dolor. Otra vuelta, estáira las antenas y avientate otra vez. Caes. Te arde, pero sabes que ahora estáas más cerca y que pronto podras verlo brillando en el horizonte.

No recuerdas nada con claridad. Te gustaría poder culparlos también de estáa pérdida del pasado, pero no puedes. Nunca has logrado visualizar nada en tu cabeza, pero jamás te había molestáado tanto estáa falta de ¿concentración?, no, lo que te hace falta es ¿abstracción? Ohhh, es hora de cambiar de ideas. Otra vez llegaste a una pregunta que sabes no podrás contestáarte. Aunque ellos no hicieron nada para que olvidaras, algo te dice que ya contaban con eso. Lo esperaban. Te estáiras, te avientas, flip, plaf, caes. Ha de ser por tanta vuelta que se te sacuden las ideas y no se asientan. Te duele. Ya ni siquiera sabes quienes son ellos, pero los sientes. Se te ha de haber caido ese recuerdo. No sabes cómo ni por qué pero sientes que han estáado presentes en tu existencia desde hace mucho tiempo imposibilitandote en algo que presupones muy importante, aunque tampoco sabes de que se trata. Atrás estáirandote, más, más, te avientas al frente, te despegas del piso, flip, plaf, dolor ... y lo ves. Ahi está. Lo estáas viendo. Te detienes por primera vez en mucho tiempo para saborear la vista. Los reflejos en el domo te parecen conocidos aunque la estáructura de roca que lo sostiene no te dice nada. Es hermoso e impone respeto y humildad. Te sientes más tranquilo por un momento, pero la esperaza de recordar todo, el deseo de que termine el dolor, de ser comprendido, escuchado y orientado te abruma, te marea. Emociones fuertes, para eso eres bueno, para sentir y sientes la alegría anticipada de encontrale el sentido a todo... pero decides calmarte y respirar tranquilo. Sabes que las respuestáas te serán dadas. Confias en los rumores, en la leyenda del gran domo y la sabiduría que comparte a aquel que lo encuentra.

Ahi viene el moluscoide- sonó una vocecilla aguda. -El moluscoide- replicaron otras 30 vocecillas. -El de las antenas- gritó una todavia más aguda perdida entre las otras. -El moluscoide-, -el de las antenas-, -ahi viene-, viene por respuestas-, -el de las antenas-, -dando marometas-. Las incontables y agudas vocecillas fueron construyendo una sinfonía estridente que se elevó hacia lo más alto del gran domo, haciéndolo vibrar tanto que el espectro luminoso que reflecta se alternaba constantemente con un ritmo caótico y confuso.

Plaf. Te arde. No importa, ahora sí estás cerca. Muy cerca. Unos te han dicho que en cuanto entres comprenderás todo, otros que tu pasado será sometido a una serie de pruebas, otros que quien entra al gran domo observa tal belleza que pierde el conocimiento por meses, y que al despertar se encuentra navegando en un fluido precioso que al beberse "la entidad" penetra en uno mismo y así comienza el dilogo con la sabiduría. atrás, atrás, te desprendes del piso, marometa, flip y caes. Dolor. Ahora sí ya casi llegas, ya puedes ver la textura de las piedras que sostienen al gran domo. Aunque no tanto, también cambian de color. Te preguntas a que sabrá el líquido precioso. Plaf, dolor. estás a unas cuantas maromas de saber. De entender...comprender... Te detienes en la entrada. Lo tiene frente a ti. Con la siguente maroma caerás dentro. El cuerpo hacia atrás doblando la espina, estirando las antenas, atrás, atrás, ser la última maroma, atrás, todo lo que puedes y luego, te avientas adelante-recojes las antenas-te despegas del piso-marometa en el aire-flip... y plaf. Caes dentro.

Hijijiji-,-el molucoide ha llagado-,-las respuestas le daremnos-,-el moluscoide-,-el de las antenas-. Las vocecillas sigueron haciendo vibrar el domo hasta cumplir 9 horas exactas. Se hizo el silencio y minutos después salió el moluscoide arrastrándose como serpiente. Y se arrastró sin detenerse, agil y seguro, sonriendo y lleno de conocimientos. La seguridad que reflejaba era tal que resultaba obvio. Otra vez no había preguntado si volvería a olvidar. Se perdió rpidamente en horizonte, en ese momento las vocecillas comenzaron a confabular las respuestas para su siguiente regreso..


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