Razón y Palabra

Medios Audiovisuales

Número 16, Año 4, Noviembre 1999- Enero 2000


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LA MEJORA DE LA PRODUCCIÓN AUDIOVISUAL DESDE EL PUNTO DE VISTA DEL ANÁLISIS DEL VALOR.

Por: Juan Carlos del Valle Suárez*

(España)

El presente artículo trata de reflexionar sobre conceptos que, como la Calidad, el coste, el precio y el Valor, son aplicados constantemente en las industrias y los servicios, a fin de aportar el punto de vista que la Ingeniería del Valor tiene sobre como diseñar o rediseñar productos y servicios que compiten en el mercado y con una clara orientación hacia el cliente. Se sugiere y se anima a los responsables de las producciones audiovisuales a que unan a su experiencia y creatividad una metodología ampliamente conocida en paises que, como EEUU, la aplican desde hace años con objetivos de mejora de los productos y servicios, a la vez que con fuertes reducciones de coste en los mismos.

Dos palabras sobre la Calidad

La Calidad, tal como se entiende hoy dia, es la capacidad que tienen nuestros productos o servicios de satisfacer las necesidades o expectativas de los clientes. Así pues, un producto o servicio será apreciado por quien lo usa y lo paga -el cliente- en la medida en que dicho producto o servicio satisfaga, a un precio "razonable", las necesidades reales o potenciales del cliente. Por extensión, debe entenderse que un cliente puede ser tanto externo como interno, dado que la Calidad puede mirarse como un proceso acumulativo desde los proveedores a los clientes externos que, mediante procesos de transformación, generan productos de alto valor, a un coste percibido por éstos como razonable. Sin embargo, durante los últimos años las empresas se han aferrado a un concepto de Calidad que es meramente uno de sus componentes. En efecto, hay que distinguir entre la "Calidad Objetivo" o "Calidad de Diseño" y la "Calidad de Conformidad". La primera de ellas es la que realmente es apreciada por el cliente y por la que éste paga, si satisface lo que se espera del producto o servicio en cuestión. Sin embargo, la Calidad de Conformidad asegura sólo que el producto carece de defectos respecto a sus especificaciones. A este último componente de la Calidad se han dedicado grandes esfuerzos con programas del tipo Cero Defectos, sin tener en cuenta que, según se acepta comúnmente, los costes derivados de problemas de calidad son atribuibles en un 80% a los sistemas y procesos (dependientes de la Dirección y los cuadros intermedios), mientras que los problemas derivados de la ejecución (el otro 20%) se atribuyen a la producción, que es realizada por el personal operario. A este 20% se han dedicado ambiciosos proyectos de "calidad" tratando de presentar como la panacea el Cero Defectos (Calidad de Conformidad) mediante los Círculos de Calidad, los programas de inspección y demás. Si bien productos y servicios con un bajo índice de defectos son apreciados en el mercado, el cliente da por hecho que el certificado de garantía cubre los mínimos defectos, e incluso el inmediato cambio del producto en determinados casos. Pero lo que realmente busca el cliente es que el producto satisfaga las expectativas y necesidades que le impulsaron a adquirirlo. En efecto, puede disculpar que al comprar su nuevo automóvil presente un problema en el elevalunas eléctrico (si este se subsana con prontitud), pero no perdonará que el pulsador de dicho elevalunas esté en un lugar poco accesible, o que el asiento sea incómodo, o que el consumo no coincida con el especificado, o que la estabilidad en curvas sea cuestionable. Y ello es así porque sus expectativas y necesidades tienen que ver más con la comodidad y seguridad, que con la intensidad de la inspección de las piezas del automóvil en fábrica. Ser empresas de TV no nos aleja en absoluto de estos planteamientos. Al contrario, la Calidad en TV encaja perfectamente con un concepto moderno de Calidad. En efecto, la distinción entre calidad de conformidad y calidad objetivo es patente si pensamos qué importancia puede dar un telespectador-cliente a un defecto puntual de iluminación en un programa informativo, respecto a la importancia que efectivamente da a los contenidos, a la pluralidad, a la imparcialidad, a la capacidad de comunicación del presentador, a la calidad descriptiva de las imágenes, etc. La atención al concepto de Calidad Objetivo es especialmente relevante en TV, si tenemos en cuenta el hecho de que el telespectador-cliente paga con su atención (audiencia) la calidad del programa, en un entorno de alta competitividad entre cadenas y con unos medios de ruptura de contrato -tácito- tan potentes y expeditivos como un mando a distancia.

Coste, Valor y Precio de un producto o servicio.

Estamos ya en condiciones de acercarnos a la definición de conceptos como coste, valor y precio, parámetros que toda empresa suministra con sus productos o servicios. Mientras que el coste es bien conocido por la empresa, y es un parámetro interno y manejable, el valor tiene que ver casi en exclusiva con el cliente, ya que es éste el que se lo otorga y aprecia, aunque la empresa pueda manejar hipótesis sobre lo que resulta de mayor valor para el mismo. Dicho valor depende tanto de los atributos o características del producto, como de las necesidades o expectativas que satisface, de los productos de la competencia, de nuestra capacidad de comunicación, soporte y atención, etc. El precio, desde luego, viene fijado en relación al valor, pero se optimiza respecto a la competencia, al segmento de mercado, a las políticas que se deducen de las estrategias de la empresa, etc. Sea cual fuere el criterio adoptado, lo que una empresa debe tener bien claro es que debe ofrecer productos o servicios cuyo valor para el cliente sea superior a su precio y que, evidentemente, la distancia entre el coste y el precio sea suficiente como para hacer que el margen esté dentro de un rango aceptable, a fin de garantizar la supervivencia y desarrollo económico de la empresa.

Los Principios del Análisis del Valor.

El Análisis del Valor (Value Analisys), La Ingeniería del Valor (Value Engineering) y la Gestión del Valor (Value Management) son términos que se pueden encontrar en la literatura para designar metodologías aplicables al diseño de nuevos productos y servicios, o a la mejora de la Calidad de los existentes, desde el punto de vista del incremento del Valor de los mismos. Dicho Valor se define mediante el cociente entre las Funciones y el Coste de un producto o servicio. Pero aclaremos en primer lugar qué entiende el Análisis del Valor (AV) por Funciones. Volviendo reiterativamente al cliente, debemos reflexionar sobre que, en realidad, éste no compra productos, sino que compra Funciones. Es decir, cuando alguien compra un receptor de TV no compra un conjunto de piezas de plástico con unos circuitos, cables, conectores y demás, sino que lo que realmente está comprando son sus funciones (la recepción de programas, la capacidad estéreo, la cantidad de canales que puede sintonizar, la inteligencia y sencillez del mando a distancia, la nitidez de imagen, etc). De aquí el interés que debe tener para el fabricante de receptores de TV, el ofrecer estas funciones al menor precio posible, ya que así estará proporcionando un producto de alto valor. Dado que el precio y el costo están directamente relacionados, la empresa debe plantearse la maximización del ratio entre funciones y coste de las funciones. En el proceso de mejora del Valor según lo define el AV, y que está íntimamente relacionado con el valor para el cliente (valor de uso y valor de estima), se pueden seguir dos caminos extremos y todos los intermedios que caben entre ambos, a saber:

  • Mejorar el Valor para un coste dado, incrementando los ratios funciones-costes mediante unas funciones mejoradas al mismo coste.

  • Mejorar el Valor ofreciendo las mismas funciones, pero disminuyendo los costes.

La competitividad de nuestras empresas dependerá en gran medida de nuestra capacidad de proporcionar producciones y emisiones de alto valor, es decir, cuyo costo sea inferior al valor estimado por nuestro cliente, ya sea el telespectador que "paga" con su atención (o con dinero en pay per view), o por nuestros anunciantes, que pagan el impacto de su publicidad. En este caso, nuestro producto (audiencia) será apreciado como de gran calidad o valor si la publicidad alcanza a su público objetivo a un precio razonable (coste por impacto). En resumen, una estrategia empresarial que persiga, a medio y largo plazo, el mantenimiento y mejora de beneficios económicos o de cumplimiento de su función social, pasa por incorporar funciones a sus productos y servicios cuyas características de calidad le confieran un valor superior al coste de obtenerlas.

La metodología del Análisis del Valor

El AV utiliza la vieja y eficiente metodología del "ver, juzgar y actuar" que, formalmente, se denomina aquí como Fase de Información, Fase de Análisis y Fase de Innovación. Previamente, el AV define una fase de Preparación y posteriormente se consideran las fases de Evaluación y la de Implantación y Seguimiento. Por estar orientada a conseguir productos y servicios de alto valor para el cliente, la fase de Información está muy relacionada con éste, dado que, una vez elegido el objeto del estudio, necesitamos determinar de la forma más fiable posible las necesidades y expectativas de los clientes. Es evidente que, siendo la empresa quien se dirige a los clientes, habrá unos de mayor importancia relativa que otros y que, por tanto, la opinión de unos tenga mayor peso que la de los otros. La definición del producto o servicio la realizará la propia empresa, a partir de unas fuentes de información internas y externas que pueden ser más o menos fiables, pero esa fiabilidad deben otorgarla los clientes, desde su percepción de cuales son las fuentes de información que mejor entienden sus necesidades. En efecto, es posible que el cliente perciba un mejor conocimiento de sus necesidades por parte del personal comercial que les atiende que del Jefe de Producción, a quien no han tenido oportunidad de comentarle lo que echan en falta, sus necesidades presentes o futuras, sus propios planes de futuro, la utilidad de los productos que compran dentro de su propia actividad, etc. Así pues, dentro de la fase de Información las opiniones sobre la importancia de las necesidades viene ponderada por la calidad de las fuentes de información, según las percibe el cliente. Este modo de proceder, a saber, el ponderar la influencia de unos factores sobre otros, será una constante en todas las herramientas matriciales que utiliza el AV. En definitiva, y si tenemos ya claro el término Función como concepto de valor, el AV tiene por objeto la definición del producto o servicio que responde a unas necesidades a través de su expresión en funciones, tratando de maximizar el valor del mismo. En

efecto, las fases de Preparación, Información y Análisis tratan de traducir y ponderar las

necesidades para expresarlas en Funciones, mientras que las fases de Innovación, Evaluación e Implantación tratan de materializar las Funciones en productos y servicios.

Un enfoque más tradicional puede olvidar, quizá demasiadas veces, que lo que realmente busca el cliente no es el producto o servicio en sí, sino las funciones del mismo que satisfacen sus necesidades y, por ello, en el enfoque clásico, se pasa con demasiada facilidad a una definición de productos o servicios que supuestamente satisfacen necesidades. Si la veintena de veces que intencionalmente hemos citado, hasta el momento, al cliente han sido o no suficientes para expresar la importancia que el AV da a la orientación al mismo, la orientación a funciones y no a objetos será también un reiterativo lugar común para esta forma de pensar.

Las Matrices del Análisis del Valor

El sentido común dicta que una función que no sea necesaria para cubrir una necesidad no debería estar presente en nuestros productos y servicios, y sin embargo nos sorprendería descubrir, tras un análisis de las mismas, como hay más funciones innecesarias de las que cabría esperar (piense por ejemplo en un reproductor doméstico de VHS y abra el manual de instrucciones, si es que recuerda donde lo guardó). Evidentemente estas funciones innecesarias deben ser eliminadas, ya que introducen un coste no justificado. Del mismo modo, cabe pensar que, si una función tiene una importancia relativa que podemos calcular, por ejemplo, en un 10%, entonces los costes en que incurrimos para alcanzar dicha función deberían representar un tanto por ciento cercano al 10% (en estado ideal sería exactamente un 10%). Por ello el AV persigue que el cociente entre ambas valoraciones relativas (el llamado Indice de Valor de las Funciones) se aproxime tanto como se pueda a la unidad. Asimismo, es razonable pensar que la importancia relativa de los componentes de un producto o servicio, vaya pareja a la importancia relativa en coste del componente. Por decirlo en terminología de AV, el llamado Indice de Valor de los Componentes debe también ser lo más cercano posible a la unidad. En concreto, se define como Indice de Valor de una Función al cociente entre el [% importancia de la función] y el [% importancia en coste de la función]. Análogamente, se define como Indice de Valor de un Componente al cociente entre el [% importancia del componente] y el [% importancia en coste del componente]. Parece claro que, si los índices son inferiores a la unidad, el costo de las funciones o de los componentes no está justificado respecto a la aportación que dichas funciones o componentes confieren al producto o servicio y, por tanto, debe ajustarse a la baja dicho coste. Si, por el contrario, los índices resultan mayores que la unidad estamos siendo demasiado restrictivos en un coste que, realmente, está aportando un valor apreciable y, por tanto, podemos dedicar más recursos a dicha función o componente, ya que lo merece. El proceso que permite llegar a establecer los Indices de Valor de funciones y componentes es simple y sistemático, aunque requiere cierta disciplina en el seguimiento de los métodos, para llegar a resultados fiables. Este proceso se basa en el cálculo, mediante matrices, de la influencia de unos conceptos sobre otros, en forma encadenada. Los resultados de una matriz son los datos de partida para la siguiente. Así pues, partiendo de un dato bastante objetivo como es la importancia relativa (%) de los Clientes, se obtiene la importancia relativa de cada Fuente de Información.

 

Esta lista ponderada de Fuentes de Información nos sirve como dato para ponderar las Necesidades, obteniendo así una lista de las mismas con su importancia relativa en %, la cual nos sirve, a su vez, como dato para la siguiente fase, de Análisis, donde ya las necesidades se transforman en Funciones. Las Funciones, ya ponderadas, nos dan paso a la última matriz, donde se calculan los Indices de Valor desde dos puntos de vista, a saber:

  • Tomando como dato la importancia relativa de las Funciones y la importancia relativa de las Partidas de Coste Directo, dato bastante objetivo, obtenemos el Indice de Valor de las Funciones, que nos indica, como ya se ha dicho, si la importancia relativa de las mismas está justificada respecto a los costes que son necesarios para obtenerlas.

  • Si tomamos como dato la importancia relativa del coste de los Componentes, en vez de las partidas de coste directo, podremos deducir el Indice de Valor de los Componentes, observando así si el coste de los mismos está justificado respecto a lo que realmente están aportando a las Funciones.

Una descripción más detallada de las matrices, de su mecánica y forma de sistematizarlas puede ser encontrada en la literatura sobre Análisis del Valor, ya que dicha descripción excede el alcance de este pequeño artículo. En realidad, aunque la mecánica del cálculo es simple, el éxito de un proyecto de AV reside más bien en la capacidad de trabajo en equipo, su conocimiento del objeto del estudio y su carácter multidisciplinar. Dicho equipo, al objetivar las ideas mediante un proceso sistemático, llega a resultados medibles y comparables. Este proceso precisa de cierta labor de orientación, siendo conveniente contar con la ayuda de una persona experimentada en la dirección de equipos de AV. La metodología está muy implantada en EEUU y algo menos en Europa. Es fácil acceder, a través de Internet, a Web Sites de interés sobre el tema, donde se encontrarán desde foros de discusión, hasta amplias referencias de organismos como SAVE International (Society of American Value Engineers), así como legislación y orientaciones de diversos organismos del Gobierno norteamericano sobre el tema. De hecho este Gobierno aplica en sus concursos públicos el concepto, deducido del AV, del Pliego de Condiciones Funcionales, en contraposición con el clásico Pliego de Condiciones Técnicas. Las mejoras del valor de los bienes obtenidos y las reducciones de coste están también publicadas.

Aplicación a TV: Los Servicios Informativos

Quizá estemos tentados de decir que todo esto está muy bien en el plano teórico (¿por cierto, tiene usted algo contra la teoría?), pero que lo nuestro es diferente. La pregunta es si realmente somos tan diferentes en la industria audiovisual. Aunque desconocemos experiencias de aplicación del AV en nuestra industria, podemos aventurarnos a analizar si las producciones audiovisuales contienen o no los elementos básicos que son necesarios para un análisis del tipo propuesto por el AV, es decir, si existen clientes con determinadas expectativas y necesidades, si estos clientes tienen una importancia objetivable, si podemos cualificar las fuentes de información que van a especificar el producto, si podemos expresar en Funciones las características de la producción audiovisual y si conocemos los costes, tanto los de tipo directo como los de cada componente de la producción. Para centrar ideas, pensaremos en un tipo de programa bien conocido como es un programa informativo diario como los que ocupan típicamente los primeros bloques horarios del prime-time. En primer lugar, nos preguntamos si hay unos clientes definidos. Es claro que este tipo de programa está dirigido al telespectador-cliente y que los anunciantes como clientes van a influir poco en la definición del mismo, salvo que se diseñen Informativos con cortes publicitarios. Para simplificar, realizaremos la hipótesis de un programa sin cortes, en un solo bloque. Bajo esta hipótesis podemos identificar varios tipos de cliente:

  • Genéricos, segmentados típicamente por edad, hábitat, clase social, sexo, etc.
  • Partidos Políticos
  • Gobiernos estatales o autonómicos.
  • Poder Judicial
  • Agentes sociales (Sindicatos, asociaciones, ONG's, etc)
  • Grupos profesionales (Colegios profesionales, Medios de comunicación, etc)
  • Grandes Instituciones (Fuerzas Armadas, Universidades, Iglesia, Instituciones financieras, monarquías, organismos supranacionales, etc)
  • etc

Aunque probablemente podamos añadir algunos más, nos ocuparemos ahora en reflexionar sobre el resto de los elementos que nos faltan. El primero de ellos es el de las fuentes de información que van a cualificar las necesidades. En efecto, en el diseño de un programa informativo se tienen en cuenta diversas fuentes de información como pueden ser:

  • Dirección General
  • Dirección de los Servicios Informativos
  • Consejos de Administración
  • Consejos Asesores
  • Asociaciones de Telespectadores
  • Departamentos técnicos
  • Personal de la Redacción de noticias
  • Personal de Producción, Realización
  • Locutores
  • Etc

El siguiente paso sería el de determinar las necesidades o expectativas que tienen los clientes de nuestro programa. No es difícil imaginar que las fuentes de información explicitaran necesidades de los clientes como las que vamos a relacionar a continuación: Los clientes genéricos, el público en general, el ciudadano de a pie tiene unas necesidades entre las que se pueden contar:

  • Estar informados de la actualidad diaria
  • Seguimiento cercano de la resolución de conflictos
  • Entender las claves de la actualidad política, económica y social
  • Contrastar la realidad con los programas electorales
  • Ver reconocida la situación personal ante acontecimientos o estados de situación
  • Tener oportunidad de expresar opiniones
  • Afirmación cultural y política

Los gobiernos, partidos políticos y demás clientes con influencia directa sobre el acontecer político necesitan al menos satisfacer la siguientes expectativas:

  • Creación y promoción de imagen
  • Influir en la sociedad en lo ideológico, moral o político
  • Captar adhesiones y votos
  • Transmitir mensajes
  • Explicar y justificar sus acciones
  • Expresar desacuerdos con sus adversarios

Los agentes sociales, instituciones, profesionales, etc, tienen una serie de expectativas entre las que podemos identificar:

  • Reconocimiento de su hacer
  • Transmitir mensajes corporativos
  • Influir en la opinión pública
  • Promocionar su imagen y notoriedad pública
  • Influir en el cambio socio-cultural
  • Influir en el acontecer económico y político
  • Influir en los comportamientos éticos y morales
  • etc

Por supuesto que la veintena de necesidades o expectativas aquí enumeradas no tratan de cerrar una lista, sino de abrirla al diseño que cada TV quiera implementar. Con respecto a la traducción en Funciones de las necesidades o expectativas señaladas se podrá confeccionar una lista similar a la que acompañamos, y sobre la que invitamos al lector a señalar las que considere que el equipo de trabajo de su TV estimaría como correctas para el diseño (o rediseño) de su programa informativo, a añadir otras y a eliminar las que sobren:

  • Contener información de actualidad
  • Evitar opinión
  • Contener opinión en el script
  • Contener opinión mediante comentarista
  • Ofrecer realismo
  • Transmitir credibilidad
  • Comunicar bien
  • Tener presentadores atractivos
  • Poseer efectos visuales atractivos
  • Dar participación a los protagonistas de la actualidad
  • Poseer ritmo y agilidad
  • Tener caretas con impacto
  • Usar un lenguaje directo y actual
  • Tener buena dicción
  • Tener contenidos variados
  • Contener toques de humor
  • Ofrecer noticias curiosas
  • Ofrecer contenidos referidos al propio ámbito
  • Ofrecer contenidos de ámbito nacional
  • Ofrecer contenidos de ámbito internacional
  • Realizar entrevistas
  • Ser equitativo en tiempos de presencia de políticos
  • Cuidar la imagen de personalidades
  • Personalizar crónicas y noticias con periodista
  • Permitir conexiones en directo
  • Disponer de enviados especiales
  • Disponer de corresponsales en el extranjero
  • Poseer decorados agradables (convencionales)
  • Poseer decorados virtuales
  • Utilizar un único presentador
  • Utilizar varios presentadores (por secciones)
  • Poseer efectos especiales
  • Estar abiertos a noticias en tiempo real
  • Utilizar tecnología digital de vídeo/audio
  • Tener desconexiones para noticias locales
  • Emitir con imágenes propias en el propio ámbito
  • Emplear grafismo para ilustrar situaciones y cifras
  • Poseer una buena red informática distribuida
  • Tener entrada de noticias de varias agencias
  • etc.

Sea cual sea su elección, será probablemente incorrecta en algún aspecto, ya que la elección de las funciones y, en general, todo el proceso de AV debe ser tarea de un equipo especializado y multidisciplinar, para evitar sesgos en las apreciaciones y disponer de la mejor información y capacidad creativa que el equipo sea capaz de generar. Téngase en cuenta que una de las fases más importantes del proceso de AV es la de la generación de alternativas que corrijan los índices de Valor y, por ello, es fundamental disciplinar y formar al equipo de AV en ciertas técnicas de evaluación y creatividad. Por último, y una vez constatado que nuestras producciones, al igual que otros productos y servicios, tienen unos clientes, unas necesidades o expectativas y una traducción en Funciones (tanto técnicas como de servicio), es necesario pasar a evaluarlas mediante el cálculo de los índices de valor de Funciones y Componentes. Para ello es necesario conocer los costes de dichos componentes y las partidas de coste directo. En este punto, es interesante realizar la reflexión sobre qué exactitud es exigible en la determinación de los costes. Evidentemente, la mejor situación es la del conocimiento exacto de los mismos, pero el conocimiento aproximado de los costes no debe ser una barrera para la aplicación del método (más bien un acicate para mejorar su conocimiento). Dado que lo que realmente interviene en las matrices es la distribución porcentual de los costes, el equipo de AV debe realizar un esfuerzo de discernimiento que, al menos, le llevará a un resultado cercano al ideal. Por decirlo de otro modo «vale más saber aproximadamente cuanto vamos a ganar que saber exactamente cuanto estamos perdiendo». Para calcular los índices de valor de las Funciones necesitamos saber la distribución porcentual de los costes directos imputables a nuestro programa, entre los que se encuentran:

- Periodistas.

- Enviados especiales

- Presentadores

- Departamentos técnicos.

- Iluminadores

- Realizadores

- Productores

- ENG

- Servicios de documentación

- Personal de Cámaras

- Informática

- Agencias de noticias

- Maquillaje y Peluquería

- etc

Respecto al Indice de Valor de los Componentes tendremos que saber el costo de los mismos, o al menos su distribución porcentual. Entre dichos componentes se encontrarán:

- Decorados

- Imágenes compradas

- Vestuario

- Unidades móviles

- Vías

- Caretas

- Equipos de emisión

- Equipos de realización

- Equipos informáticos

- Imágenes propias

- Equipos de iluminación

- Vehículos

- Material fungible

  • Cámaras
  • Equipos de Audio
  • Equipos de iluminación
  • PC's portátiles
  • etc.

Y ahora... ¿Qué hacer?

Puede que el resultado del cálculo de sus Indices de Valor sea muy bueno, pero puede ser también que no lo sea. En este punto deberíamos dar paso, en coherencia con la metodología, a la Fase de Innovación, donde los creativos se sentirán francamente a sus anchas. Métodos de generación de ideas, de ayuda a la creatividad, de la llamada "trituración", etc, son de aplicación a esta fase donde se trata de hacer caer las ideas preconcebidas y la ley del "siempre se hizo así", para dar paso a nuevas ideas que puedan ser evaluadas y puestas en práctica. La Fase de Evaluación se encargará de ser implacable con las alternativas generadas, sometiéndolas a un análisis multicriterio que abarca desde lo económico hasta el propio cumplimiento funcional. Quizá la decisión no la tome directamente el equipo de AV, pero el responsable de la decisión debería comprometerse en la implantación de la solución adoptada.

Conclusiones

La primera conclusión a señalar es la de que nuestras producciones pueden ser objeto, y deberían serlo, de un análisis y mejora mediante metodologías que, como la descrita, se basan en un análisis sistemático. Esto no es contrario en absoluto al necesario ejercicio de creatividad que tienen las producciones audiovisuales. Más bien, al contrario, las ideas de éxito tienen plena cabida en la Fase de Innovación, de manera muy creativa y participativa. Una segunda reflexión sería que, mediante este tipo de análisis, vamos a poder identificar aquellas funciones y componentes que ya, de forma intuitiva, sospechábamos poco o nada necesarias, pero que añadían un coste por el simple hecho de estar ahí desde siempre. Finalmente, hemos de pensar que, en un mercado de fuerte competencia como el audiovisual, los que ganan son los que pueden ofrecer productos de alto valor.

....Y, desde luego, sobre este tema la Ingeniería del Valor tiene mucho que decir.

 

Algunos Web Sites de interés

Se enumeran algunas direcciones a las que acudir para documentarse sobre la aplicación de la metodología:

- SAVE International

- VE Homepage (NASA)

- VM Research Group

- Value Digest

- US Army Corps of Engineers Value Program Homepage

- The Washington State Value Engineering Innovation Project

- MassHighway Value Engineering

- ValuLink

*Juan Carlos del Valle Suárez: Jefe del Depto. de Planificación de Radio y Televisión de Andalucía, Especialista en Análisis del Valor por el Ministerio de Industria y Energía en España.


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