Razón y Palabra

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Número 16, Año 4, Noviembre 1999- Enero 2000


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LLEGANDO A DESCANSAR

Por: Alejandro Carranco Aréchiga

(México)

Atravesaba, viajaba y pensaba en el recuerdo de aquel azul cielo. Soñaba en sí misma temiendo a la tormenta. Las nubes abrían camino al viento que jugaba zig-zag con ella...

Cansada, fue a buscar el descanso entre el degrado de naranja a negro, momento a momento el tiempo se adelantaba sin que ella lo pudiera alcanzar.

A lo lejos, se agrandaba esa pequeña y fría roca que era golpeada por la marea, ese lugar era el justo paraíso anhelado. Con fuerza y valentía, logró atraparla... estando parada sobre de ella, pudo observar las luces de la noche que acompañaban a la Blanca Dama.

Su mirada reflejaba la alegría de la soledad, no necesitaba nada, el calor de su cuerpo hacía frente a la brisa. La sal líquida mojaba poco a poco su alma; las estrellas dejaron de brillar y el gran faro de la noche cerró sus ojos para dar paso a un gran manto oscuro que caía sobre la tierra... un fuerte y desastroso rugido asustó su pequeño corazón, no solamente el mar inundaba la roca, el aliento de la oscuridad se mezclaba con el temor y soledad que ahora acompañaban aquella pequeña y frágil figura. A ella no le importó y el descanso fue su única defensa.

El calor y brillo en el agua fueron el mejor paisaje, un mar tranquilo guardaba muchos secretos. La blancura de las nubes mantenían con una ligera sonrisa la complicidad de aquella noche. La marea ya no martirizaba a esa roca y junto a ella flotaba una delicada alma que iba y venía abrazada fuertemente del hipócrita oleaje...


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