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2000

 

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Dale duro, Compay
 
Por Walter Islas Barajas
Número 18

Más de 90 años a cuestas. Toda una vida, a pesar de ligeros recesos, dedicada a la ejecución de uno de los muchos estilos, si vale el término, presentes en la amplia y rica canasta musical que es la isla de Cuba: el son, esa delicada y en apariencia sencilla expresión que une la voz del sonero, a las de la guitarra, el contrabajo y las maracas.

El protagonista, cubano por supuesto, fumador de puro desde su adolescencia, casado con una mujer casi 45 años menor, es Francisco Repilado, mejor conocido como Compay (forma criolla de la palabra ‘compadre’) Segundo, quien sin sus Muchachos, pero con el grupo Habana Ensamble, tocará este 6 de mayo en el Auditorio Nacional de la capital mexicana, y unos pocos días después hará lo mismo en la plancha del Zócalo defeño.

Las generaciones nacidas en los 80 y aún en los 90, francamente poco afectas a parar oreja ante manifestaciones musicales como el son cubano, quizá hayan escuchado algunos datos sobre este músico en la estación de FM Radioactivo 98.5 (audible en el DF, y por medio de Internet en cualquier lugar del planeta). Probablemente ésa haya sido la razón de admirar, qué bueno, colmadas las gradas del inmueble de Paseo de la Reforma, situado casi frente al Hotel JW Marrito y al Nikko, por una multitud curiosa, que se dio la oportunidad de oír a las Afro Cuban All-Stars el pasado octubre de 1999.

Aun cuando Compay Segundo no formó parte del grupo en aquella oportunidad, sabemos de él y de otros admirables ejecutantes e intérpretes en buena medida por el ‘boom’ desatado por el disco Buena Vista Social Club, editado por World Circuit/Discos Corason hace cosa de tres años, compilación bien balanceada y que muestra, con vida y corazón, a los viejos soneros de Cuba que todavía tienen qué decir y qué cantar.

En pocas palabras, humildemente creo que los temas que Francisco Repilado en compañía de sus Muchachos ha grabado en discos como Yo vengo aquí (Dro East West Spain/ Warner Music Group, 1996) no tienen que entenderse. Me explico. No hay que ponerse en el plan de analista musical, con rigor académico; o peor aún, en el carácter de alguien que a las primeras notas de una pieza determinada del disco, tenga la frescura de mencionar: ‘eso me recuerda a la que oyen mis papás o mis abuelitos por las tardes, es cosa de rucos’.

Considero, en mi simple opinión, que las creaciones de personas como Compay Segundo están hechas para ser disfrutadas, sin que interfieran en dicho disfrute la edad del que las toca, su acento, sus regionalismos, sus maracas, etc.

Aquellos y aquellas que se den el permiso de poner oídos abiertos a los sones que Compay toca, pueden llevarse una grata sorpresa, rodeados de sones, boleros y guajiras.

En el corte llamado Chan Chan, el nonagenario isleño canta algo como esto: "De Alto Cedro voy para Marcané,/ llego a Cueto voy para Mayarí,/ El cariño que te tengo,/ no te lo puedo negar,/ se me sale la babita,/ yo no lo puedo evitar...", mas no es todo. Une los versos a su guitarra, al contrabajo en un ritmo semilento, y en una palabra, no se necesita más. Es prácticamente sabor puro, entre "dulce y áspero", como menciona Santiago Auserón, ex líder de Radio Futura, en el librito del disco; es honestidad, armonía directa, que se expresa y defiende por sí sola.

Además de lo anterior, existen en Yo vengo aquí piezas más veloces, invitantes a mover el cuerpo (como se le dé la gana a cada cual) y a ser acompañadas por la voz de quien las escucha, como: Clarabella, Sabroso, Hey Caramba, Sarandonga, Orgullecida (ubicada dentro de un género peculiar, el bolero-blues), Chicharrones, Virgen del Pino (con la incorporación vocal de S. Auserón) y siete joyitas más, interpretadas con profesionalismo y con mucho gusto –en verdad se nota– por Julio Fernández, Benito Suárez y Salvador Repilado.

En suma: a los y las que se animen a dar una mordida auditiva al son que Compay desarrolla, probablemente enriquezcan su repertorio musical (dicho sea sin afanes engreídos, y sin demasiado menosprecio a los adictos al rock-rap-hip/hop, o al techno dance, tan en boga hoy en día) y sean espontáneos integrantes de ese grupo heterogéneo, informe y plural que se da el gusto de escuchar piezas rítmicas del mundo entero.


Walter Islas Barajas  

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