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Por Carlos A. Sortino *
Número 22
LA RATONERA
Cualquiera
sea su fundamento ideológico, el periodismo de investigación
se define instrumentalmente por sus tres características
básicas: que sea un trabajo propio del periodista, que ese
trabajo descubra algo que esté oculto y que ese algo sea
de interés público. Nada nuevo bajo el sol.
O sí: porque estoy separando el fundamento ideológico
de la praxis periodística de sus características instrumentales.
Y esto es lo que no se hace habitualmente, por lo que esas características
meramente instrumentales se transforman en soporte ideológico
(1) al ser presentadas como único
fundamento del periodismo de investigación.
Así gana peso específico la leyenda urbana del perro
guardián (watchdog). Leyenda urbana perfecta desde la concepción
instrumental del periodismo de investigación: el perro guardián
es entrenado para defender la propiedad de su amo ante la presencia
de cualquier intruso que la ponga en riesgo, alertando con sus ladridos
o atacando con sus colmillos. Pero, ¿quién es el amo?
Esa es la cuestión ideológica y de eso no se habla.
Así también se alimenta esa otra leyenda urbana que
proclama la independencia como aparente fundamento ideológico
de nuestra praxis periodística. Leyenda urbana que me coloca
frente a una de las tantas paradojas de la vida: me creo un periodista
independiente al mismo tiempo que me creo un perro guardián.
Nada más dependiente que un perro guardián. Sólo
que el perro no lo sabe.
apologías
y rechazos
Acaso encontremos un ejemplo muy
claro de aquella primera leyenda urbana entre los fundamentos del
curso de periodismo investigativo para países latinoamericanos
que impulsa el Instituto del Banco Mundial (2):
El programa de las Estrategias
de Comunicaciones del Instituto del Banco Mundial (WBI's) está
diseñado para ayudar a periodistas y a comunicadores del
gobierno a desarrollar las habilidades que necesitan para funcionar
en una sociedad democrática y dentro de una economía
de mercado.
El presentador de este curso es el
periodista argentino Silvio Waisbord, radicado en Estados Unidos
y autor del libro "Noticias, rendición de cuentas y
democracia: Periodismo de perro guardián en Sudamérica"
y también autor del artículo "Por qué
la democracia necesita del periodismo investigador", publicado
originalmente en el número de mayo de 2001 del periódico
electrónico "Cuestiones Mundiales", de la Oficina
de Programas de Información Internacional del Departamento
de Estado de Estados Unidos (3).
Banco Mundial. Departamento de Estado. Democracia, pero dentro de
una economía de mercado. Claras y precisas referencias ideológicas,
cuyas producciones son tomadas y socializadas sin crítica
alguna y por ello funcionan como paradigmas intachables. Caramba,
qué coincidencia: es la manera de promoción del llamado
"pensamiento único".
Dejó escrito Waisbord en su trabajo para el Departamento
de Estado:
El desempeño
de la prensa durante el caso Watergate se consideró el espejo
que refleja lo mejor que el periodismo puede ofrecer a la democracia:
hacer que el poder rinda cuentas.
El paradigma tan famoso habla sólo
de un caso de abuso de poder político, divorciado en su tratamiento
periodístico de los poderes económicos que siempre
hay detrás. Más ejemplar, si seguimos hablando de
Estados Unidos, fue la falta de protagonismo de esa misma prensa
en el caso COINTELPRO (4), contemporáneo
al Watergate, y en el caso de la empresa de aviones Lockheed (5),
apenas un par de años después.
Pero en Argentina existió, solitario y mucho antes, un periodismo
de investigación que desnudó, sin moralinas ni lecciones
de ética ciudadana, al sistema político dominante:
fue el trabajo de Rodolfo Walsh (6),
que Waisbord no desconoce, pero que sabe que en términos
de marketing (lo que incluye su abordaje ideológico) es mucho
menos efectivo que el caso Watergate.
El valor principal del periodismo
investigador para las democracias latinoamericanas es su contribución
a una creciente responsabilidad política. Esto es especialmente
importante, ya que se considera que la debilidad de los mecanismos
de rendición de cuentas es uno de los problemas más
graves a que se enfrentan las democracias de la región.
Esta proposición no sólo
reduce nuestra responsabilidad política al mero control del
dinero que, en concepto de impuestos, invertimos en el Estado -y
que nos transforma de ciudadanos en contribuyentes-, sino que concuerda
a la perfección con la política anticorrupción
impulsada por Washington y con las recetas de los organismos multilaterales
para lograr el "déficit cero" en las cuentas públicas
nacionales (de los países subdesarrollados... perdón,
de las "economías emergentes").
Esto no tendría nada de malo, si no fuera porque encubre
un sistema de explotación de las mayorías por las
minorías, en el segundo caso, y porque calla, en el primer
caso, el verdadero motivo de sus discursos y acciones sobre ética
y probidad: cumplido ya su ciclo como herramienta política
eficaz del sistema capitalista, la corrupción se ha convertido
en un costo improductivo para ese mismo sistema
(7).
La corrupción gubernamental
ha sido el enfoque central de las investigaciones de la prensa en
las democracias latinoamericanas. Otros temas (por ejemplo la corruptibilidad
y prácticas laborales ilícitas de las corporaciones)
han atraído atención considerablemente menor. El hecho
de que numerosas encuestas indican que la corrupción figura
constantemente entre las tres preocupaciones mayores de la población
en toda la región, puede ser un indicio de la influencia
del periodismo investigador en hacer de las fechorías gubernamentales
una preocupación principal.
¿Cuál es la lógica
que indica que la corrupción gubernamental es más
importante que la corruptibilidad y prácticas ilícitas
de las corporaciones, como para que estas últimas ocupen
un espacio insignificante en los medios? Lo responde el mismo Waisbord:
luego de que las fechorías gubernamentales son amplificadas
por los medios, las encuestas rescatan la percepción social
de su importancia, mientras que la corruptibilidad y las prácticas
ilícitas de las corporaciones (medios incluídos) pasan
desapercibidas, como en las páginas de los diarios.
Si el periodismo se compromete
a la responsabilidad democrática la interrogante que queda
por formularse es si el público se beneficia como resultado
de los reportajes de investigación. ¿Qué intereses
promueve el periodismo investigador al publicar un determinado artículo?
¿Cumple la prensa con su responsabilidad social al revelar
la fechoría? ¿Qué intereses se afectan? ¿Qué
derechos se violan? ¿El asunto en cuestión es de legítimo
interés público? ¿Se invade el derecho a la
intimidad cuando no se trata de un asunto de vital interés
público?
Estas preguntas son correctas (y
faltarían algunas más). Sólo que su campo de
respuestas queda acotado al paradigma ideológico que presenta
Waisbord.
aparato por aparato
Pero no sólo desde el campo
ideológico al que podríamos calificar de "derecha"
o de corte liberal se "baja línea" solapadamente.
También se trabaja en el mismo sentido desde el campo ideológico
al que podríamos calificar de "izquierda" o de
corte progresista. Claro ejemplo es la Fundación para un
Nuevo Periodismo Iberoamericano, que preside Gabriel García
Márquez y que financia el Banco Interamericano de Desarrollo.
En junio de 2000, en Cartagena de Indias, realizó su VII
Taller sobre Formación de Periodistas Latinoamericanos en
Temas de Política y Gestión Social. La propuesta fue:
"Un nuevo periodismo para un nuevo orden social: de la denuncia
a la investigación de soluciones" (8).
No advierto que haya "un nuevo orden social" más
que aquel que se desprende de la famosa "globalización".
De ello deduzco, entonces, que resulta necesario un salto cualitativo
de la denuncia (estéril por incompatible con la ausencia
de horizontes alternativos) hacia la investigación de soluciones
(dentro del nuevo orden).
Dejaron escrito allí:
Los distintos indicadores de medición
de los cambios sociales en Latinoamérica en las últimas
décadas sugieren que el gasto social no guarda relación
con los resultados que se obtienen en cada una de sus áreas.
Más allá de responder o no a valores recomendados
internacionalmente, los gastos parecen obtener pocos resultados
y lo que sucede en el camino es lo que debe motivar a los medios
de comunicación e información a investigar quienes
o qué falla en el sistema y en las asignaciones de recursos.
En estas palabras queda expresado
el fundamento del sistema mismo (de ese "nuevo orden social"):
un proceso de años que permanece igual no responde a otra
intención más que a esa (permanecer igual). "Lo
que sucede en el camino" es sólo una consecuencia -concedamos
algo: quizás no deseada- de lo que ocurre en el punto de
partida (un punto de partida -de políticas públicas
estamos hablando- que financia y, por lo tanto, controla, el Banco
Interamericano de Desarrollo, entre otros actores, como el Banco
Mundial, por ejemplo). Investigar "quienes o qué falla
en el sistema" es simplemente legitimar ese sistema, a condición
de sacarse de encima a los actores indeseables (o, más bien,
improductivos).
Al confrontar los problemas sociales
con las acciones presentadas o probadamente reconocidas como soluciones
para los mismos problemas, la Investigación de Soluciones
denuncia eventuales omisiones de los poderes políticos, públicos
y privados y de los ciudadanos, organizados o no.
Solamente "omisiones".
Ni una palabra acerca de las "comisiones". Ni nombrar
siquiera al poder económico. Acaso las "omisiones"
del poder político guarden alguna correspondencia con las
"comisiones" del poder económico y eso deba ser
ocultado, deducción que me asalta al observar la claridad
ideológica que proyectan las propuestas citadas: el "gasto
social" es necesario porque los "problemas sociales"
también son necesarios. No hay que indagar fuera de eso.
No hay que preguntarse, por ejemplo, cuál es el origen de
esos problemas sociales.
Siendo estos temas los de mayor
interés de la población, su buen cubrimiento asegura
prestigio y credibilidad, con nítidos reflejos en los aspectos
comerciales de venta directa y de anuncios. Además deben
mirar a los lectores o audiencia no solamente como clientes sino
como personas o grupos de personas con los cuales están tejiendo
un universo de sentidos y significados para la construcción
del presente y del futuro.
Clara exposición: la investigación
de soluciones a los problemas sociales no sólo vende -recordemos
que, en definitiva, los medios de comunicación no son otra
cosa más que empresas con fines de lucro-, sino que también
-y fundamentalmente- es una valiosa herramienta para la construcción
de un aparato ideológico de mercado, cumplido ya el eficaz
ciclo del antiguo aparato ideológico de Estado.
Lo que en realidad molesta (al menos, a mí me molesta) no
es la adhesión a tal o cual campo ideológico, sino
su ignorancia u ocultamiento. Aunque es justo escuchar también
al sociólogo francés Alain Accardo:
Hay un reproche que no puede hacerse a los periodistas,
salvo casos particulares, por supuesto: el de no hacer su trabajo
de buena fe. Por haber interiorizado tan bien la lógica del
sistema, adhieren libremente a lo que ella les ordena creer. Actúan
de común acuerdo sin necesidad de ponerse de acuerdo. Su
comunidad de inspiración hace innecesaria la conspiración
(9).
el pecado original
Aún no he logrado comprender
a qué se refieren exactamente quienes hablan de "periodismo
independiente", otra leyenda urbana que encubre (al menos,
en Argentina) una praxis del todo reñida con ese mote. Dos
razones puedo exponer para refutar su existencia:
1. El periodismo es utilizado como
herramienta política de ese aparato ideológico de
mercado que componen los medios de comunicación, piezas tácticas
del poder económico dominante. Lo que no es otra cosa más
que la ratificación de su origen: el periodismo nació
como herramienta política de la burguesía cuando la
burguesía ya era un poder económico dominante, pero
aún no lograba controlar la administración política
de sus intereses y necesitaba proyectar una cultura favorable a
sus pretensiones de sujeto revolucionario. La única diferencia
es que entonces no ocultaba su verdadero rostro (aunque sí
sus verdaderas intenciones).
2. El periodismo que se auto proclama
independiente de ese poder económico dominante por no responder
a sus intereses es igualmente utilizado como herramienta política
de aquello que, a primera vista, podría ser llamado el contra-poder:
organizaciones políticas de cualquier tipo que se oponen
al poder establecido (en Argentina, es esperable que generalmente
florezcan desde la izquierda; en Cuba, es esperable que generalmente
florezcan desde la derecha), más allá o más
acá de cuál sea la valoración que hagamos acerca
de sus resultados.
Si bien esta ratonera pareciera conducirnos
hacia la desesperación, sólo se trata de comprender
las reglas de juego, para saber cómo utilizarlas, en función
de qué objetivos y qué reales intereses defendemos
y atacamos cuando ejercemos nuestro oficio de periodistas.
Comprender, por ejemplo, que, en sus más bajos fondos, el
periodismo de investigación puede actuar como un buen negocio
(económico y/o político), por la vía de la
extorsión secreta o por la vía del escándalo
público.
Comprender, por ejemplo, que, ya en aceptables niveles de preocupación
ética y responsabilidad política, el periodismo de
investigación puede actuar como válvula de escape
del sistema capitalista, en tanto no muestre el funcionamiento del
poder económico, sino el de su administración política,
acentuando el carácter inmoral del actor corrupto en sí
mismo, pero sin preocuparse por explicar su trama ni los efectos
sociales que provoca.
Comprender, por ejemplo, que, en niveles superiores de preocupación
ética y responsabilidad política, el periodismo de
investigación puede actuar como un factor políticamente
"reformista" cuando investiga y analiza los efectos sociales
de las políticas públicas dominantes y busca las políticas
públicas alternativas que tienden a resolver los conflictos
detectados.
Comprender, por ejemplo, que, en otro nivel (ni mejor ni peor, simplemente
otro) de preocupación ética y responsabilidad política,
el periodismo de investigación puede actuar como un factor
ideológicamente revolucionario cuando investiga y analiza
el funcionamiento del poder económico, su relación
con la administración política y los efectos sociales
que derivan de esa combinación.
Insisto: lo que en realidad molesta (al menos, a mí me molesta)
no es la adhesión a tal o cual campo ideológico, sino
su ignorancia u ocultamiento. Y para no incurrir en la misma praxis
que estoy socavando, debo decir que adhiero abiertamente a la propuesta
del periodista chileno Juan Jorge Faundes:
El sistema piramidal globalizado
de explotación de las mayorías para beneficio de las
minorías, escondido bajo el mítico e inocentado discurso
neoliberal hoy predominante, debiera ser una de las grandes líneas
éticas de acción del periodso (los crímenes)
y la trama (el sistema que los explica).
Dictada por el Fondo Monetario
Internacional según una receta que se aplica indistintamente
al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica
de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja
oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora
y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por
la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S. Steel, la Siemens, al
que están ligados personalmente el ministro Martínez
de Hoz y todos los miembros de su gabinete.
Desnacionalizando bancos se ponen
el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera,
indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron
al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan las ganancias
de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean
empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina.
Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes
son los apátridas de los comunicados oficiales, dónde
están los mercenarios al servicio de intereses foráneos,
cuál es la ideología que amenaza al ser nacional.
Sólo dos párrafos de
aquella "carta" sirven para comprender por qué
fue necesario en aquel momento histórico el exterminio de
30.000 personas, Walsh incluido. Ni el informe de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos publicado tres años después,
ni el famoso "juicio a las juntas" realizado en 1985,
se metieron con la trama: sólo juzgaron el caso y condenaron
a sus máximos responsables. Proyectaron sobre la sociedad
la idea de que sólo se trataba de una banda de criminales
y así lo transmitió la prensa, que no ignoraba la
trama. Sencillamente, la ocultaba.
Ocultaba que desde el 4 de abril de 1982 se procesaba la denuncia
del ciudadano argentino Alejandro Olmos contra el ex ministro de
Economía de la dictadura cívico militar, José
Alfredo Antonio Martínez de Hoz, y que esa denuncia decía
textualmente (y, además, lo probaba):
El plan económico concebido
y ejecutado por el Ministro de Economía de la Nación
en el período 1976/1981 se realizó con miras a producir
un incalificable endeudamiento externo; que el ingreso de divisas
fue con el objeto de negociar con las tasas de interés, produciendo
quiebras y cierres de empresas y dificultades en la capacidad exportadora
y de producción y crecimiento del país.
No fue distinto el comportamiento
de la prensa cuando esa causa, más de 18 años después,
el 13 de julio de 2000, tuvo sentencia. El juez federal Jorge Ballestero
se ocupó de explicar la trama sin eufemismos:
Ha quedado evidenciado
en el trasuntar de la causa la manifiesta arbitrariedad con que
se conducían los máximos responsables políticos
y económicos de la Nación en aquellos períodos
analizados. Así también se comportaron directivos
y gerentes de determinadas empresas y organismos públicos
y privados; no se tuvo reparos en incumplir la Carta Orgánica
del Banco Central de la República Argentina; se facilitó
y promulgó la modificación de instrumentos legales
a fin de prorrogar a favor de jueces extranjeros la jurisdicción
de los tribunales nacionales; inexistentes resultaban los registros
contables de la deuda externa; las empresas públicas, con
el objeto de sostener una política económica, eran
obligadas a endeudarse para obtener divisas que quedaban en el Banco
Central, para luego ser volcadas al mercado de cambios; se ha advertido
también la falta de control sobre la deuda contraída
con avales del Estado por las empresas del Estado. Todo ello se
advirtió en no menos de cuatrocientos setenta y siete oportunidades.
La deuda externa de la nación
ha resultado groseramente incrementada a partir del año 1976
mediante la instrumentación de una política económica
vulgar y agraviante que puso de rodillas el país a través
de los diversos métodos utilizados, que ya fueran explicados
a lo largo de esta resolución, y que tendían, entre
otras cosas, a beneficiar y sostener empresas y negocios privados
-nacionales y extranjeros- en desmedro de sociedades y empresas
del Estado que, a través de una política dirigida,
se fueron empobreciendo día a día, todo lo cual, inclusive,
se vio reflejado en los valores obtenidos al momento de iniciarse
las privatizaciones de las mismas.
El país fue puesto desde
el año 1976 bajo la voluntad de acreedores externos y en
aquellas negociaciones participaron activamente funcionarios del
Fondo Monetario Internacional, con lo cual aparecería de
buen grado una nueva asistencia que mejorara sustancialmente la
actual posición económica que luce el país,
dando así razón a su controvertida existencia.
¿Cómo que esta trama
económica no explica aquel caso criminal (12)?
La sentencia sobreseyó al acusado por prescripción
de la acción penal, pero afirmó que la deuda externa
era ilegítima y que los organismos acreedores habían
sido cómplices de esa ilegitimidad.
El juez -a quien nadie en su sano juicio podría caracterizar
como marxista- envió la causa al Congreso de la Nación
para que tome las medidas políticas que considere convenientes,
ya que, según la Constitución Nacional, las cuestiones
relacionadas con el endeudamiento externo son de su exclusiva incumbencia.
Un razonamiento lógico desde el punto de visto jurídico,
aunque muy apartado de la realidad: la deuda externa la maneja el
Poder Ejecutivo a través de su ministro de Economía
y ningún legislador se desgarra las vestiduras por ello.
La cuestión es que los medios no le dedicaron ningún
despliegue ni seguimiento y titularon (aunque no en tapa) con el
sobreseimiento de Martínez de Hoz, dedicándole sólo
algunos párrafos interiores al asunto de la legitimidad.
Luego de eso, ni una palabra acerca de la inacción del Congreso
sobre el extenso fallo del juez federal. Claro como el agua.
Tan claro como este fragmento de la carta que Rodolfo Walsh le envió
a su hija María Victoria en 1965, con motivo del estreno
de su obra teatral "La granada":
Aquí hay todo un sector
de la cultura "oficial", del periodismo "serio",
que nunca me va a perdonar que haya escrito "Operación
Masacre" y "El caso Satanowsky" y que haya estado
en Cuba. Confío en que, con el tiempo, comprenderán
que las cosas contra las que yo lucho son cosas vergonzosas, y que
los que luchamos contra ellas somos pocos.
Notas
y referencias bibliográficas:
1.
La ideología puede ser entendida como una concepción
del mundo que parte de uno mismo o como un falseamiento de la realidad
que parte del otro. Creo que ambas definiciones, antes que antagónicas,
son complementarias, pero que la primera es más sincera que
la segunda. La primera es un modus cogitandi, una manera de organizar
la realidad para hacerla comprensible al pensamiento, una manera
que no excluye el modus cogitandi del otro porque lo considera una
fuente de crecimiento, de superación del propio error. La
segunda es un modus operandi, una acción autoritaria que
le anula al otro su posibilidad de pensar por sí mismo, so
pretexto de que está falseando, con su ideología,
la realidad. Y si digo que son complementarias es porque ninguna
de estas tendencias está ausente en cada uno de nosotros.
La cuestión es dónde ponemos el acento.
2.
La información sobre este curso me llegó en marzo
de 2001 desde la organización Periodistas Frente a la Corrupción,
cuya dirección de página web es: <http://www.cipe.org/pfc>
3.
<http:/www.usinfo.state.gov/journals/jourspa.htm>
4.
Las noticias del caso Watergate ocurrieron al mismo tiempo que otro
conjunto de noticias, no propias de la prensa, que fueron las noticias
del caso COINTELPRO. Todos conocemos el caso Watergate, pero pocos
saben qué significa COINTELPRO. Es la sigla de Counter-Intelligence
Programs, una serie de operativos secretos iniciada por el FBI en
1956 y continuada por todos los gobiernos, republicanos o demócratas.
Esta política de infiltración y espionaje interno
del gobierno norteamericano estuvo dirigida en un principio contra
el movimiento comunista, pero luego se extendió a toda expresión
política de izquierda, al movimiento feminista, al movimiento
negro y al movimiento independentista de Puerto Rico. La oposición
Watergate-COINTELPRO es interpretada por Noam Chomsky de esta manera:
"En el caso Watergate, Richard Nixon fue contra la mitad del
poder privado en Estados Unidos, es decir, el Partido Demócrata,
y el poder puede defenderse. Por lo tanto, fue un escándalo.
Ahora bien, si realmente había una cuestión de principios
involucrada, puede comprobarse fácilmente en este caso: una
minúscula parte del programa COINTELPRO era mucho más
significativa, en cuanto a principios, que todo el Watergate"
(entrevista con el periodista británico Andrew Marr, emitida
por la BBC en febrero de 1996 y reproducida por la revista Z Net
en español en julio de 1999, <http://www.zmag.org/Spanish>).
5.
La compañía de aviación Lockheed fue citada,
en el mismo Congreso de Estados Unidos, como un caso emblemático
de corrupción internacional: sobornó para concretar
negocios a altos funcionarios de Irán, Filipinas, Indonesia,
Holanda, Italia y Japón. Se dijo en el Congreso, a propósito
del debate que precedió a la sanción, en 1977, de
la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero (Foreign Corrupt
Practices Act, FCPA): "En 1976 el escándalo de la Lockheed
sacudió al gobierno japonés y le dio a los opositores
a estrechar lazos entre EE.UU. y Japón un arma para meter
una cuña entre las dos naciones. En otra instancia, el príncipe
Bernhardt de Holanda fue forzado a renunciar a su posición
oficial como resultado de una investigación relativa a denuncias
de que había recibido un millón de la Lockheed. En
Italia, supuestos pagos de Lockheed, Exxon, Mobil Oil y otras empresas
a agentes del gobierno italiano erosionaron el consenso para dicho
gobierno y pusieron en peligro la política exterior de los
Estados Unidos no sólo con respecto a Italia y el área
mediterránea, sino con respecto a la alianza atlántica".
Pero no sólo se mencionó un caso de corrupción
en ese debate, sino que los congresistas describieron el mismo proceso
corruptor de los empresarios norteamericanos: "Más de
400 empresas admitieron hacer pagos cuestionables o ilegales. Las
compañías, en su mayoría voluntariamente, han
reportado pagos de 300 millones de dólares a agentes de gobiernos
extranjeros, políticos y partidos políticos. Entre
dichas corporaciones se incluyen algunas de las más grandes
y reconocidas en los Estados Unidos y 117 de ellas están
ubicadas en el top fortune de las 500 empresas. Los abusos revelados
abarcan desde el soborno a altos agentes extranjeros con la finalidad
de asegurar algún tipo de acción favorable hasta los
así llamados pagos de facilitamiento, hechos, según
se alega, para asegurar que los funcionarios gubernamentales cumplan
con sus deberes". La preocupación excedía el
plano de la ética y la legalidad para los congresistas norteamericanos:
"El soborno empresario también crea severos problemas
de política exterior para Estados Unidos. La revelación
de pagos impropios, invariablemente, tiende a avergonzar a los gobiernos
amigos, baja la estima por los Estados Unidos entre los ciudadanos
extranjeros y da pábulo a las sospechas urdidas por oponentes
foráneos acerca de que las empresas americanas ejercen una
influencia corruptora en los procesos políticos de sus naciones".
Así como el caso Watergate derivó en la renuncia de
Richard Nixon, el caso Lockheed derivó en la Foreign Corrupt
Practices Act (FCPA).
6.
Periodista asesinado y desaparecido en marzo de 1977 por la última
dictadura cívico militar que usurpó el gobierno en
Argentina. Sus investigaciones reunidas en libro -"Operación
Masacre" (1957), "¿Quién mató a Rosendo?"
(1968) y "Caso Satanowsky" (1973)- son fundamentales para
comprender la historia argentina de los últimos 50 años.
El asesinato se produjo al día siguiente de haber escrito
la "Carta abierta de un escritor a la Junta Militar",
fechada el 24 de marzo de 1977 y enviada por correo a los diarios
argentinos (que nunca la publicaron) y a los corresponsales extranjeros
en Buenos Aires (por lo que, poco a poco, fuera del país,
se fue conociendo como su escrito póstumo). Fue uno de los
fundadores de la agencia Prensa Latina en Cuba (allí logró
descifrar un cable noticioso, dirigido al gobierno de Estados Unidos,
en el que agentes de la CIA en Guatemala rebelaban detalles de lo
que luego fuera el desembarco a Playa Girón) y de la Agencia
de Noticias Clandestina (ANCLA) en Argentina. Una sucinta biografía
y algunos relatos de Walsh (entre ellos, la "Carta abierta...")
pueden encontrarse en <http://www.literatura.org/walsh>
7.
Un relato pormenorizado de la corrupción como herramienta
política histórica del sistema capitalista puede hallarse
en "Soborno: la trama pública", Revista Probidad
Nro. 11, noviembre-diciembre de 2000, en <http://www.probidad.org.sv>
8.
Publicado en el sitio de la Fundación para un Nuevo Periodismo
Iberoamericano, www.fnpi.org
9.
"La libertad de hacer lo que se debe: Los periodistas frente
a los mecanismos de cooptación", en "Le Monde Diplomatique",
edición Cono Sur, Buenos Aires, Argentina, año II,
número 16, octubre de 2000.
10.
"Etica y contexto del periodismo de investigación",
Revista Probidad Nro. 7, marzo-abril de 2000, en <http://www.probidad.org.sv>
11.
Ver la "Carta..." completa en <http://www.literatura.org/walsh>
12.
Hay una teoría que esgrimen, "off the record",
muchos periodistas: la sucesión de casos de corrupción,
aunque despojados de la trama, llevará a la sociedad a encontrar
por sí misma esa trama, a tomar conciencia sin paternalismos
sobre cuál es el verdadero conflicto. Los hechos indican
otra cosa: la sucesión de casos de corrupción despojados
de la trama que los explica sólo ha conducido al descrédito
de la actividad política. Esa sucesión de casos ha
criminalizado la política, la condujo a integrar el concepto
jurídico de asociación ilícita. El poder económico
se mantiene indemne, porque, después de todo y no sin cierta
lógica, la sociedad sostiene que sus abusos son consecuencia
de la corrupción política. Lo que le falta a esa lógica
es la identificación del agente corruptor (que sólo
podría explicar si supongo una excelente estrategia de marketing).
Pero no estoy hablando únicamente de Argentina. Dejó
escrito Gilles Lipovetsky en su libro "El crepúsculo
del deber", publicado en 1992: "Todos podridos, todos
corrompidos: ese juicio poco agradable hacia los hombres políticos
está de moda en Francia. Lo notable es que no está
acompañado por un despertar de la conciencia cívica,
es más bien lo que permite legitimar sin problemas la desafección
colectiva hacia la cosa pública".
Carlos
A. Sortino
(*) Periodista de la Revista En Marcha
(La Plata, Argentina), docente de la cátedra Periodismo de
Investigación en la Facultad de Periodismo y Comunicación
Social de la Universidad Nacional de La Plata
y miembro fundador de la asociación civil sin fines
de lucro Justicia sin Fronteras. |