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Por Mariano Querol
Número 22
Exordio galeato
Lo que sigue no es
una guía práctica de normas éticas y de conducta,
constituye una lectura, que se pretende presentar con
sencillez, de los avatares de los conflictos, entre
lo más oscuro y lo más luminoso del ser humano, que
se suceden ininterrumpidamente en cada uno de nosotros.
Por eso y porque el asunto compromete diferentes órdenes
del saber es que se hurga filosóficamente en
el tema de la dignidad-indignidad del hombre teniendo en consideración
que, sea cual sea el ser o la organización de que se
hable, estas líneas van dirigidas a personas enfrentadas
al reto de modificar, para bien, el mundo en que viven, a partir
de una educación y cultura superiores, cumpliendo el anhelo
de que "el arquetipo del individuo formado en el ámbito
de la esencia universitaria, es aquel que alcanza una forma de vida,
impecable y plena, en un mundo que se esfuerza por abarcar con unción,
merced a su visión sintetizadora y humanística."
(Querol, 1967).
1.-
Hitos y posicionamiento históricos
Tradicionalmente
los periodos históricos han sido: la prehistoria que
va desde la edad de piedra hasta la aparición de las
primeras civilizaciones que usaron metales; la edad antigua
que va desde el surgimiento de hordas "civilizadas" y
de asentamientos sociales hasta la caída del Imperio Romano
en el siglo V D.C.; la edad media que transcurre desde
ese entonces hasta fines del siglo XV con la toma de Constantinopla
por los turcos, la expansión violenta de los europeos por
el mundo y su llegada documentada a América, y el proceso
del renacimiento, con su énfasis en el valer de la persona
humana, en franca contradicción con la crueldad de las conquistas
de las etnias más débiles por las más
poderosas; la edad moderna que discurre desde esos momentos,
a fines del S XIV, hasta la Revolución Francesa
en 1789; a partir de ese acontecimiento empieza la posmodernidad,
la edad posmoderna, usualmente llamada edad contemporánea,
que sigue a la Revolución Francesa y dura hasta nuestros
días. Como el término contemporáneo es aplicable
para lo vivido de modo sincrónico en cada momento,
la edad contemporánea es la que a cada cual de nuestros
antepasados le tocó vivir en su momento, la que nos
toca vivir a nosotros y la que les tocará
a nuestros descendientes. Lo contemporáneo indica una
sincronía y las edades son planteamientos
diacrónicos de la historia. Las edades históricas
van siendo cada vez más cortas; en vista de los cambios tan
significativos que la postmodernidad ya ha traído consigo,
es dable pensar que los momentos que vivimos presagian
el comienzo de un nuevo periodo histórico.
2.-
Distintivos de la posmodernidad
Por lo que concierne
a la posmodernidad que nos toca vivir ella tiene características,
en lo que respecta al proceso de cambio generado
a partir del accionar del ser humano, que podrían
plantearse, sin pretender ser exhaustivos, como:
1.-
El inmenso desarrollo tecnológico con adelantos omnímodos,
esto es abarcativos, cada vez más acelerados.
Entre ellos cabe destacar:
1.1.-
La industrialización, la automatización, la internacionalización,
la masificación informativa, la mundialización de
ideologías contradictorias y la globalización
por redes energéticas. Todas ellas constituyen procesos muy
desiguales, variables según las regiones, etnias y
países lo que, a la larga, ha significado un estrechamiento
de vínculos así como un aumento de las diferencias:
por ejemplo la sima entre los diferentes países en el comienzo
de la posmodernidad, la diferencia entre países desarrollados
y subdesarrollados, estaba más marcada por el
desequilibrio de fuerzas entre países colonizadores
y países colonizados. En la actualidad esta diferencia
se ha agrandado y diversificado y, entre países desarrollados
y subdesarrollados, el clivaje se va haciendo más grande
y más insalvable a medida que el tiempo pasa.
1.2.-
La fisión atómica que, por lo mismo que ha sido
realizada, determina una contradicción con el hecho
de que esta era se viene llamando la era atómica cuando,
en realidad, durante la posmodernidad, se ha pasado de la
era atómica a la era tómica en que la última
partícula del cosmos, pensada como indivisible,
ha sido hecha explosionar, permitiendo reconocer la continuidad,
la coexistencia, la mutabilidad, la reversibilidad y la relatividad
de los conceptos de materia y energía.
2.-
La mayor atención puesta, sobre todo a partir de comienzos
del siglo XIX, en la libertad del individuo y la igualdad
de los seres humanos, enfatizando el valer de la dignidad
y de los derechos humanos, asunto que, salvo excepciones,
ni se ponía en consideración en siglos anteriores
y que ha traído consecuencias fundamentales tales como:
2.1.-
La abolición de la esclavitud que aunque todavía no
es total va siendo, por lo menos aparentemente, cada vez más
completa.
2.2.-
El reconocimiento de los derechos del niño.
2.3.-
La liberación de la mujer, promovida por la mujer, y
su conquista, jalonada de violencia, de la igualdad
con el varón.
Estos hechos
han significado, en forma teórica y práctica, una
duplicación de las fuerzas de la humanidad en lo que
concierne a creación y valimiento. La incorporación
de la mujer a lo político, su acceso a las profesiones, antes
consideradas como terreno del varón, y el reconocimiento
de la labor doméstica como una profesión constituyen
aspectos fundamentales de la posmodernidad.
3.-
La continua creación, progresión y difusión,
de la cosmovisión, de la concepción del mundo
y de la concepción de sí mismo del ser humano
a través de un metafilosofar, algunos de cuyos componentes
son:
3.1.-
Una relativización creciente del concepto de lo absoluto
con merma del pensamiento dogmático.
3.2.-
Revisión de la ética absoluta y asunción
de varias éticas posibles.
3.3.-
La puesta en tela de juicio de las categorías, apodícticas,
con aceptación de la existencia de contradicciones posibles
en cada una de ellas - que una cosa puede ser lo que no es, que
una cosa no es forzosamente idéntica a sí misma-
gracias al manejo creciente del pensamiento dialéctico frente
a la asimilación identificatoria, como equivalencia axiomática,
de la razón con la lógica, de la idea con lo absoluto
y de lo dogmático con lo verdadero.
3.4.-
Manejo de las concepciones sistémicas e integrativas conducentes
al planteamiento, cada vez más frecuente, de la multicausalidad
fenoménica y conductual.
3.5.-
Surgimiento de la concepción de la salud como
calidad de vida, reconocimiento del valor de lo ecológico,
la búsqueda de un desarrollo sustentable y los esfuerzos
por la implementación de los planteamientos de la bioética.
3.6.-
Flexibilización del pensamiento positivista,
cientificista y dogmático, con disminución del
maniqueísmo de la igualdad inequitativa y del imperio de
la razón, tal como lo plantea Octavio Paz: "El
siglo XIX heredó de la Enciclopedia la idea de un hombre
universal, el mismo en todas las latitudes; nosotros, en el
siglo XX, hemos descubierto al hombre plural, distinto en
cada parte. La universalidad para nosotros no es el
monólogo de la razón sino el diálogo de los
hombres y las culturas. Universalidad significa pluralidad".
3.-
El hombre consigo mismo
Cuando estoy en soledad
estoy conmigo, soy yo (en inglés "I", en griego
"ego") y mi mismidad en inglés ("myself");
no estoy pues solo: de la unidad he pasado a la dualidad. Estoy
yo con esa parte profunda de mi mismidad (según Juan Pablo
II esa parte es Dios, cosa discutible y con tufo a soberbia,
salvo que, con posición panteísta, eso mismo sea válido
para cualquier ser o ente –desde un orangután
hasta un grano de arena, desde una guerra hasta una obra de arte-)
que está forzosa y libremente conmigo mismo. Lo cierto
es que esa dualidad que soy yo no solamente es
sino que está en algún lugar y tiempo. Empero
no hay sólo dos componentes (dialécticos, antinómicos,
complementarios), sino tres: la unidad, que es dualidad, pasa
a la noción de otra dualidad. La primera está
estructurada por lo que es el yo y la mismidad a lo
que se agrega el algo (Ricoeur), esto es la realidad temporoespacial.
Ese algo, bien sea dentro de mí o fuera de mí,
soy yo mismo y algo, lo que viene a ser: estoy
con y en mi ambiente interno y en el ambiente fuera de mí,
esto es que estoy yo con mi ecología interna y mi ecología
externa. Se trata pues del hombre consigo mismo y con su ambiente
externo. La unidad contiene la dualidad, que deviene en
trinidad dentro de la unidad. Verbalizo así el animismo
primitivo, una forma encubierta de la trinidad que, en este
caso, no es creación resultante de un algo o alguien (dios,
demonio u otro constructor también surgido de mi mismidad)
aparentemente ajeno a mí, sino que surge de mi
interioridad en tanto que no puedo escapar a mi ser-estar
solo: no creo en Dios, creo a dios. Esto es soy yo solamente
el que estoy enfrentado al mundo, y contenido en él,
en una concepción dialéctica de comienzo-fin, finitud-infinitud,
centramiento-expansión. Estas dualidades se dan no solamente
aquí sino también allá, de lo que resulta mi
trascendencia y por ende la (mi) espiritualidad como posibilidad
de un estar en otro orden (sitio, mundo, estrato, contexto, cosmos)
sin ello forzosamente tener que ser percibido, por mí
o por otro. La intuición, la clarividencia, el éxtasis,
lo esotérico, la telepatía, el espíritu del
vino, de las cocciones brujescas, mágicas, shamánicas,
permitían, y permiten, la expansión -enteogénica
o no, esto es generadora de dioses o no- del ser hacia lo infinito.
Estar aquí y ahora (finito) y ser (infinito) constituyen,
como todas las dualidades, la posibilidad de una trinidad
múltiple que se esboza con el surgimiento de la dualidad
finitud-infinitud y su integración en el algo: algo hay aquí
o ahí, algo debe haber, algo debe haber habido
aquí, algo debe haber después, algo debe haber habido
antes del después y así sucesivamente y de modo
infinitamente indefinido, definible sólo y dudosamente
a través del pensar y del filosofar como ya lo hicieron
los taoístas hace alrededor de cuatro mil años
(Lao Tse), en la búsqueda del ser misterioso de lo
desconocido (Boorstin), sin desmedro que
nuestro destino sea el lograr, por momentos y gracias
a nuestra afán de comprender, aprehender que el conocimiento
está en saber que se desconoce. Cada ser es el centro
de su universo (no es pues de sorprender la diversidad, valedera,
de cosmovisiones) al que da origen y modifica: de lo individual
surge lo social.
4.-
La conducta humana
La etología
estudia la conducta tanto de los seres humanos como de los
otros animales. Los animales se expresan en su conducta
cuyo medio de ejecución es el cuerpo. En la conducta del
animal humano hay que tener en cuenta el juego de fuerzas que surgen
de dentro como impulsos –esto es los instintos que en el caso del
hombre están algo modificados, cuando menos periféricamente,
por fuerzas que vienen del exterior como mandatos y normas
educativas, sociales, culturales y étnicas -. Ellos
constituyen fuerzas, que se manifiestan como necesidades,
que requieren satisfacción, que se orientan hacia
el buscar, conseguir y tener, a veces tener y dar, otras veces
esperar y recibir, tener y retener, posibilidades estas que
se entremezclan entre sí, teleológicamente con la
expectativa de lograr y recibir y, sobre todo en el
animal humano, con la posibilidad consciente y voluntaria de esperar,
postergando la satisfacción del impulso. Los diversos
impulsos básicos como el comer, beber, socializarse,
dormir, defecar y orinar, asombrarse, conocer y crear, autoafirmarse,
imponerse y prevalecer, constituyen procesos tendientes no
solo a la mantención del cuerpo sino conducentes a
la realización de esencias trascendentes –esto es que van
mas allá de la propia existencia física- tales
como serían las éticas, las religiosas, las sociales,
las estéticas, las políticas y las de conocimiento.
Estos impulsos confieren tonalidad teleonómica
al estilo de vida personal (v. Bertalanffi).
Con frecuencia y
en grado variable estos impulsos se combinan con apetencia,
afán, ansia, deseo de lograr el fin propuesto y devienen
en una compulsión, o un conjunto de compulsiones, conformando
verdaderas adicciones. Lo deseable, deseado y ansiado
hasta el paroxismo de la repetición, por búsqueda
de satisfacción que resulta insatisfactoria, puede ser el
éxtasis espiritual, la iluminación religiosa,
el reconocimiento social, la plasmación estética,
la obtención de poder, el alcanzar el conocimiento,
el ansia de la verdad, el tener (acumular) bienes asibles, lo que
incluye la acumulación del dinero esto es la codicia
numularia, el recibir el cariño de otro, el placer,
la realización erótica. Lo común a todas estas
búsquedas es que el intento indiscriminado y compulsivo de
satisfacer la insatisfacción de cualquier impulso,
constituye la adicción.
Aunque no son impulsos
básicos hay que incluir las fuerzas, a veces más
poderosas que las surgidas directamente de los impulsos, brotadas
de la añoranza de lo que se intuye que no se tiene, el ansia
de lograr lo que no se ha logrado así sea lo
inalcanzable desconocido, el sufrir por aquello que no se
logra, el lamentarse –más o menos poética o
violentamente- como expresión de la frustración por
aquellincluso uno que sea contradictorio,
aparecen como una necesidad, más o menos imperiosa, que busca
una satisfacción más o menos inmediata, que
conduce a la búsqueda, incluso criminosa e insana,
del logro anhelado y confiere a esta ansia el carácter
destructivo en vez de constructivo, malsano en vez de
saludable.
La satisfacción
de impulsos genera una gran satisfacción personal,
más o menos duradera y usualmente sólo pasajera, resultante
en autoafirmación variable según las personas,
que refuerza la repetición de la conducta mientras
sea generadora de placer hasta que el placer se convierte
en un objetivo en si, sin consideración con algo que puede
tener un contenido altruista: la satisfacción se torna totalmente
egoísta. Esta búsqueda adictiva del placer constituye,
una de las características de la posmodernidad y del hombre
contemporáneo.
5.-
Los valores y el humanismo
Sin perder de vista
lo económico, el término valor se utiliza
aquí más bien con connotación de nivel de calidad
de vida humana, con un matiz ético-moral, como el conjunto
de aquello que conforma la axiología (del griego axioma,
que originalmente es dignidad), que se ha considerado como
el fundamento de lo que debe ser el hombre. La axiología
se ocupa justamente de aquello que por su alto valor y valer es
susceptible de mantenerse y enaltecerse, y se ha considerado como
el fundamento de algo que no necesita ser demostrado por ser evidente
y reconocido por todos. Esto último no es usualmente
aceptado el día de hoy ya que es cada vez más
predominante la concepción y los planteamientos que
asumen los valores como relativos. Los valores tienen
características que se resumen en:
1.-
El valer es decir que todo valor es polivalente, es válido
y en ese sentido puede ser deseable o indeseable esto es un disvalor.
2.-
Objetividad ya que no dependen de las preferencias individuales
sino que se asume que se dan en una esfera ontológica
diferente al ser propiamente dicho.
3.-
Son interdependientes tanto entre sí como en su relación
a las cosas. Son predicaciones del ser; en algunos casos
se consideran que son objetivos del ser; o deberes del ser;
constituyendo la deontología (deon, -ontos:deber).
4.-
Polaridad. Este componente del valor hace que cada valor tenga
su contraparte: a un valor "positivo"
se contrapone un valor "negativo"; a estos valores
"negativos" se los denomina disvalores. La polaridad puede
variar, según las escalas de valores, lo que es valor
positivo en una puede ser negativo en otras.
5.-
Los valores son entidades no mensurables ni precisables
y tienen validez cualitativa más no cuantitativa. Hay
quienes hablan de una jerarquía de los valores pero
el ordenamiento constituye un proceso subjetivo que hace que las
jerarquías valorativas, o tablas de valores, varíen.
6.-
Los valores son cambiantes por su surgimiento en las diferentes
edades históricas, por la perspectiva que en cada momento
histórico se tiene en cuanto a la concepción
del mundo y porque varían con la cultura
en general y en función de los componentes religiosos,
la etnicidad y otros factores que van cambiando con el tiempo.
Por lo dicho es claro
que el tema de los valores está siempre
en revisión. Se presentan a continuación aquellos
que pueden considerarse fundamentales en nuestra cultura y
que afectan nuestro diario vivir.
1.-
Valores éticos (morales), donde la contraposición
es entre bueno y malo, y lo deseable es la consecución
del bien (Wolf).
2.-
Los valores morales (éticos) cuyos polos van de lo justo
a lo injusto con búsqueda de la equidad y de
la justicia.
3.-
Valores eróticos cuya polaridad va de lo erótico propiamente
dicho (de eros amor) al rechazo (lo fóbico) en
la búsqueda del amor.
4.-
Valores vitales donde se contraponen la vida (bios)
y la muerte (tánatos) y se pone en juego la concepción
de la inmortalidad como supervivencia.
5.-
Valores bioéticos en los que la polaridad es el bienestar–malestar
humano y lo deseable es el fomento de la calidad de la vida
del hombre.
6.-
Valores estéticos donde se contraponen lo bello y lo
feo en lo que será la concepción del arte.
7.-
Los valores del conocimiento, verdadero-falso, con la
posibilidad de alcanzar la sabiduría.
8.-
Los valores religiosos, donde se confronta lo sagrado con lo profano,
en la búsqueda de la santidad.
9.-
Valores místicos que van de lo finito (finitud) a lo
infinito y cuyo camino es el éxtasis.
10.-
Los valores espirituales que van de la inmanencia a la trascendencia
con búsqueda de esta última, como o en
la eternidad en el más alto sentido. Hay quienes consideran
que todo valor lleva consigo un componente espiritual.
11.-
Valores hedonísticos con la polaridad desagrado–agrado
y que se orientan hacia la búsqueda del placer. El
acercamiento a cada valor es fuente de valor hedonístico
agradable; la frustración en el logro de un valor o
el alcance de un disvalor origina desagrado, dolor.
12.-
La libertad es un valor cuya polaridad va de la sumisión
al poder, con la búsqueda de un tenue equilibrio comprometido
entre ambas polaridades.
13.-
La paz es un valor cuyos alcances van de la serenidad a la violencia.
14.-
Valores de calidad humana entre los que cuentan la dignidad,
la decencia, la fidelidad, la lealtad y la honestidad, con sus contrapartes
en los disvalores indignidad, corrupción infidelidad,
deslealtad y ruindad.
15.-
Valores ambientales referidos a los aspectos ecológicos
de la calidad de vida y a impulsos vitales biófilos, corresponden
a una ecofília y oscilan entre la convivencia con el
entorno y la destrucción del mismo lo que implica el disvalor
del aniquilamiento del frágil equilibrio telúrico.
El conjunto de los
valores positivos, deseables, variables para cada cual, jerarquizados
en una escala de valores también diferente para cada cual,
ha venido conformando el concepto de la dignidad humana y constituye
el fundamento de los planteamientos humanísticos. En
efecto el ser humano, en cierta forma soberbio y pretendido dominador
de su ambiente ecológico interno, esto es de sí
mismo y de su ambiente ecológico externo, todo ello
particularmente y cada vez más desde la época
del renacimiento, se ha adjudicado todos los elementos valiosos
para diferenciarse por ello de los otros animales en razón
de: su espiritualidad, su posibilidad de alcanzar
el éxtasis místico y la noción de la
infinitud; su esfuerzo por llegar a la santidad
en una comunicación religiosa, bajo el imperio de lo
sagrado, y en algunos casos contando con un Dios existente
y hecho a la medida de sus propios deseos; su búsqueda
de la sabiduría por el conocimiento y de la distinción
entre los verdadero y lo falso. El animal humano es el generador
de lo estético y es el único creador, voluntario
y no instintivo, de la belleza a través
de una constructividad fina y delicada; el único
ser de la creación susceptible de esforzarse
por lograr mejorar su calidad de vida y de contraponer las fuerzas
destructivas a las constructivas a fin de prolongar su existencia
terrena y acercarse a la posibilidad de ser inmortal;
el único animal poeta que concibe la posibilidad
de alcanzar la eternidad a través de un amor sublime
y desinteresado; que utiliza los valores éticos-morales
para la consecución del bien, de la bondad, de la equidad
y de la justicia; es también el único ser de la creación
susceptible de salir fuera de sí (en muchos casos utilizando
drogas enteogénicas) que lo hacen generador de Dioses
y por último, es el único animal
orientado hacia la búsqueda del placer y que,
además, considera que tiene la posibilidad de
no buscarlo egoístamente para así, en el sacrificio,
alcanzar valores más valiosos para los
otros, todo ello en conjunción con los Dioses .
De todo lo anterior
resulta doloroso el que sea claro, sorprendente, lamentable y a
veces, para algunos, conveniente que se utilicen disvalores,
como la deshonestidad, la traición y la felonía, en
pro del logro de valores más altos en la jerarquía
axiológica. Eso mismo puede suceder para acceder a otros
disvalores considerados prioritarios. En estos casos se suelen
utilizar mecanismos de autoengaño, denegación, represión,
olvido, distorsión de los acontecimientos; todo ello de modo
más o menos racionalizado, para morigerar el sentimiento
de culpa y restarle peso delictivo a las conductas resultantes de
ese juego de valores y disvalores.
6.-
La telencefalización del animal humano
El cerebro es la
parte más reciente en el desarrollo filogenético del
encéfalo de los animales. El cerebro es el órgano
de la mente y para muchos el órgano de todo lo
psicológico incluyendo el alma como concepto y
la espiritualidad como trascendencia.
En el encéfalo
se consideran el encéfalo posterior o metaencéfalo,
que tiene que hacer con los procesos mas primitivos y vitales
de supervivencia.
El rinoencéfalo,
o encéfalo olfatorio, cuya función se vincula con
la sensibilidad más elemental, común a todos
los animales, que es el olfato y con movimientos primarios;
ocupa un área muy grande del encéfalo. La otra
parte del encéfalo es el endoencéfalo o encéfalo
vísceral, interno, cuya actividad se vincula con diferentes
funciones de las vísceras; su distribución anatómica
es bastante extendida y en diferentes núcleos. A un nivel
más alto está el cerebro medio o cerebro intermedio,
también llamado mesencéfalo, diencéfalo,
o talamoencéfalo que tiene que hacer con aspectos de
elaboración de la sensoralidad hacia la sensibilidad
y con movimientos más elaborados. Las partes más
avanzadas del encéfalo son el prosencéfalo
o cerebro anterior y el telencéfalo o cerebro terminal,
que tienen que hacer con las funciones más elevadas del
animal humano.
El encéfalo
es un órgano que forma parte de un sistema, como sucede con
todos los órganos y sistemas animales, destinado
a cumplir determinadas funciones y que se organiza jerárquicamente
de modo tal que para el funcionamiento de una parte
se necesita la existencia de las partes más primitivas
y menos diferenciadas.
El encéfalo
humano viene pasando un proceso de telencefalización
esto es la trasmisión al telencéfalo, en el
proceso evolutivo filogenético, del control de las
actividades nerviosas más complejas; la transferencia
al telencéfalo de funciones nerviosas superiores
o de relación y el predominio de estas sobre las
instintivas, automáticas regidas por las partes
subyacentes del eje cerebroespinal. En el telencéfalo
se integra el enorme, complejo y delicadísimo desarrollo
anatómico y funcional alcanzado por el encéfalo del
animal humano (Cortada).
La telencefalización
ha puesto al ser humano en la cima de las posibilidades
animales de creación técnica y expansión
del conocimiento, de búsqueda asombrada, creación
poética, generación de valores ideales y de dejar
así validadas todas las características que
el humanismo adscribe al ser humano. La telencefalización
es un aspecto del desarrollo que también sustenta las
características opuestas a las deseables para el hombre,
es decir permite el incremento y el refinamiento de todos los procesos
humanos: el surgmiento de lo valores va aparejado al de los
disvalores. Estos no desaparecen por el proceso de telencefalización
sino que por él mismo pueden incrementarse del mismo
modo que pueden enriquecerse los valores. El proceso de telencefalización
no sigue una tabla de valores, no implica una línea moral
imperativamente deseable para el desarrollo.
7.-
La dialéctica, el integracionismo y la sistémica
La dialéctica
planteada como la existencia de la negación en la propuesta
(Valls) es un proceso del pensamiento por el cual se hace
presentación concomitante de planteamientos opuestos
(Lao Tse) como tesis-antítesis y su eventual resolución
en la síntesis (Hegel) que permite la coexistencia
de los contradictorios como un sistema pendular
en que, por ejemplo, la razón puede conducir
a la sinrazón y de esta surge otra razón, la finitud
entraña infinitud, así como la infinitud contiene
la finitud, lo bello entraña lo feo y así sucesivamente.
Estos planteamientos dialécticos valorativos coexisten
con otros procesos abstractivos del ser (estar) del hombre como
son los impulsos, los valores y los disvalores, de modo tal
que el impulso puede ser origen de un valor o un disvalor. El integracionismo
(Ferrater) permite fusionar los elementos dialécticos,
de cada una de las parcelas abstractivas del ser, en un conjunto
que se organiza como sistema estructurado abierto en forma
tal que la modificación de una de las partes modifica
la totalidad del sistema que a su vez puede ser, de hecho es, influido
desde lo exterior al sistema (v. Bertalanffi). La complejidad de
esto es tan infinita como su propia sencillez. La totalidad
integrativa de cada ser humano entra en conjunción
con la de cada cual y a su vez todos están en intercambio
continuo, dialéctico, en y con el entorno, generando
sistemas abiertos de valores y disvalores, creando y destruyendo
su existencia, la de otros y la del mundo en que
vive.
Resulta de ello que
los disvalores, inhumanos e indignos del ser humano
real, concebido como sistema abierto, pesan tanto como los valores
que estructuran, clásicamente, el sistema humanístico
ideal semicerrado.
8.-
Los disvalores: el hombre contra sí mismo
Esto trae consigo
la posibilidad de que tanto en el sí mismo como en la relación
con la mismidad del otro surjan sustanciales diferencias axiológicas
o valorativas: lo que en un momento es bueno para mí es,
o puede ser, en otro momento malo. Asimismo lo que es malo como
disvalor para mí puede ser lo bueno y valioso
para el otro y viceversa. La identificación y la enajenación,
la armonía y el conflicto están tanto en la relación
conmigo mismo cuanto en la relación con el otro.
El malestar espiritual
esta dado en función de la existencia del conflicto entre
variantes valorativas de diferentes escalas de valores intraindividuales
e interindividuales. No se trata de la anomia, que significaría
una falta de valores, sino de la existencia de diferentes
jerarquías de valores y de disvalores, o de una alteración
en la elaboración axiológica esto es una disnomia
(Querol, 1966). La situación disnómica intraindividual,
la existencia dentro de mí mismo de determinados conflictos
valorativos intrapsíquicos, la existencia en todos y cada
uno de nosotros de conflictos valorativos -más o menos resueltos-
con predominio de valores de un tipo o de otro, generan conflictos
intraindividuales, así como en la relación
con los otros, y constituyen el punto de partida disnómico
fuente de toda relación violenta del hombre contra si mismo
y contra los otros hombres.
Las conductas violentas
son las generadoras más importantes de malestar espiritual
y, a su vez, el malestar espiritual es uno de los generadores más
importantes de las conductas violentas; se trata de un proceso estructural
sistémico abierto, como lo son la vida y la salud, con un
componente moral tendiente a fines teleológicos
y teleonómicos (Francois) esto es que, tanto los fines
como la moral, se modifican de acuerdo con la evolución del
sistema.
En la búsqueda
de la realización de valores el hombre se enfrenta
con la trascendencia a la que se orienta, así él no
se lo proponga. Cuanto más propósito de trascendencia
hay, más se aleja el animal humano -homo axiológico-
de los otros animales. El problema es que la búsqueda
de trascendencia puede corresponder a la realización de valores
que pueden ser buenos para quien los despliega y malos para quien
sufre el mismo despliegue de los presuntos valores
buenos.
9.-
El inhumanismo histórico
De la misma manera
que el humanismo pretender hacer prevalecer al hombre ideal
como fundante, la historia demuestra que los planteamientos
de valor (como axiología) no han sido los gestores
de la historia. Las lecturas de la historia antes bien
demuestran que el ser humano es malo, injusto, generador de
su propia protervia y de dolor en sí y en el otro,
que se orienta y tiende hacia su propia muerte y la
del otro, a lo que es llevado por el odio, por la codicia
y por lo menos santo de su propia religión. El hombre
ha venido haciendo historia manejando disvalores, tales como
la crueldad, la falsía, la destructividad indiscriminada,
la concusión, la colusión, la corrupción, la
codicia que son disvalores, típica y exclusivamente
humanos, que hay que evitar. Ellos constituyen el inhumanismo, esto
es la indignidad humana.
Es este mismo sentido
de la inhumanización del hombre se plantea el problema
del diluvio, informático bajo el cual, pese a la globalización,
el ser humano se mantiene aislado en una ignorancia supina donde
no solamente no alcanza la sabiduría sino que busca otras
satisfacciones destructivas de su propio desarrollo que, en lo místico
serían buscar el éxtasis, lo cual con
frecuencia lo hace vanamente solo a través de la satisfacción
de adicciones, incluso a sustancias tóxicas, con lo cual
se resta la posibilidad de un nexo valioso con el infinito
que se le escapa cada vez más (Querol, 1999).
Frente a la posibilidad
de desear, buscar, tener bienes inasibles y ser valioso, el
ser humano históricamente se orienta también
hacia el desear, buscar, tener bienes asibles y llegar a ser
un ente disvalorizado, vehemente y violentamente agente de
disvalores. Hay que agregar que el ser humano tiene
una soberbia, una ambición ilimitada y una violencia
superiores a las de los otros animales, que lo convierten
en el animal más destructivo y mortífero de la faz
de la tierra. Estos procesos aniquiladores, conscientes e
inconscientes, se desbordan dado que el ser humano no dispone, por
lo menos aparentemente, de los mecanismos de pacificación
que hay en otros animales.
nes variables
al infinito, en todos y cada uno de los seres que la integran
y que determinan las diferencias caracterológicas,
conductuales y valorativas de los miembros de la organización
en la que habrá integrantes creativos, directivos, ejecutivos,
operativos, promotores, comunicadores, vendedores, administrativos,
asesores, historiadores, cada uno de los cuales en su accionar
es fuente de retroalimentación para sí mismo
para los demás.
Los motivos
y móviles de la conducta de cada cual están
en relación con sus propios valores y disvalores
y con su anhelo de realización personal. De lo individual
surge lo social, organizacional, con la posibilidad y conveniencia
de que, en el sistema, se generen roles, moral y metas organizacionales,
que pueden, o no, estar en concordancia con los propósitos,
aspiraciones, deseos, valores y objetivos de cada uno de los integrantes.
Todo esto es en buena parte resultado de influencias de fuera
adentro y otras de dentro afuera del individuo, lo cual sustenta
la posibilidad de modificar conductas, tanto individuales
como grupales, a través de procesos que genéricamente
se denominan educativos, formativos, orientadores.
La forma como esto
se lleve a cabo es compleja, no hay reglas fijas y depende
de la política organizacional, entendido el término
política como el esfuerzo orientado hacia el
bienestar de la mayoría. Aquí el término mayoría
juega un papel relativo porque la mayoría
no suele tener el poder ejecutivo para el cambio.
Por otra parte incluso la organización en conjunto
es una minoría frente a un grupo social mayor.
Una vez más entra en juego la posibilidad de
un planteamiento dialéctico integracionista para poder
apreciar y darse cuenta de qué es lo que se quiere
y como se lo quiere alcanzar: buscando la realización
de qué valores y hasta que punto se incurre en el proceso
perverso de poner en juego disvalores para alcanzar valores. Este
dilema es tanto en el nivel individual como en el organizacional
y siempre hay conflicto entre ambos.
11.-
La dignidad de la organización
Digno es aquello
que es superior, valioso, enaltecedor y por ello merecedor
de ser recordado con la dignidad que le corresponde. La dignidad
humana se vincula con los valores y la humanidad, la indignidad
con los disvalores y la inhumanidad.
Sea cual sea
la organización ella está formada por hombres
que buscan ciertas concordancias. Si bien es cierto que el
hombre nace solo, muere solo -y entre ambos aconteceres,
aunque parezca mentira, vive, sufre, goza (incluso sus orgasmos)
solo- al mismo tiempo busca tener el placer, que a veces resulta
dolor, de estar acompañado. En ese sentido el fundamento
de toda actividad social organizacional está centrada en
el quehacer del hombre resultante de su estimativa, su axiología
y su concepción del mundo. Su comunicación
con otros individuos dentro de cualquier organización
va a abocar siempre a la posibilidad de realizar
o frustrar su opción valorativa personal.
Como ejemplo procede
aquí estudiar el nexo entre lo individual y lo organizacional
en el proceso de globalización o
pseudoglobalización, cultural (Querol, 1999). La individualización
como esfuerzo personal por pasar del tener al ser (Fromm) es valiosa;
el tener corresponde a la posesión de bienes asibles,
el ser significa la vivenciación de bienes inasibles
generadores de valores espirituales.
La globalización
(pseudo) cultural (cuasi) masificada viene a ser, entre otros aspectos,
que en los medios masivos de comunicación -justamente por
lograr una comunicación con las masas- se le dé
importancia a cosas que no la tienen y, lamentablemente, no se le
da valor al saber, a lo trascendental ni a lo espiritual.
La postmodernidad
y la globalización, tienen que hacer con la difusión
de información a través de los medios masivos de comunicación
y estos, a su vez, dependen de la informática.
En todos estos asuntos -humanismo, comunicación masiva,
informática, cultura de masas, globalización- cabe
considerar las diferencias y relaciones entre la cantidad
y la calidad de la información. En cuanto a cantidad de información
ella es mayor en los países del norte, países desarrollados;
por otra hay que tener en cuenta que la masificación y la
personalización se entrelazan resultando una merma de la
calidad -en el caso de la masificación- frente a un más
factible incremento de la calidad en el caso de la personalización.
En otras palabras los países y personas pobres y subdesarrolladas
están excluidas de la globalización en su sentido
más amplio y constructivo (Ugarteche). Cabe también
referirse aquí a la diferencia entre la masificación
y lo que son los medios privados, personales, seleccionados
de comunicación y de aprendizaje. En el fondo de lo
que se trata es de aprehender cómo estos medios, los globales
masificados o los personales más escogidos, influyen
en el proceso educativo y cultural: los masivos significan
una comunicación elemental y simplista en torno a cualquier
asunto. Globalización y masificación -con las
ganancias gigantescas esperadas y calculada por los financiadores,
productores, realizadores y transmisores- conducen a que el
usuario obtenga una inmensa cantidad de información
más no conducen a una real formación personal
con significación cultural y valorativa. Los medios de comunicación
divulgan, por ser más rentable, una cultura masiva
frente a una cultura personal que es una cultura selectiva.
Por otra parte los medios de comunicación trasmiten,
por lo general, documentos que no tienen un valor
emocional significativo. Siguiendo la línea de Alcalde
Cardoza, la globalización pretende un fin determinado que,
en prácticamente todos los casos, es la venta del programa-ideología
al mayor número de usuarios. Con este criterio, sustentado
por los empresarios, se hacen cosas horrendas tales como
buscar únicamente el disvalor económico, sin
ningún objetivo cultural valioso: llegan a vender pero se
olvidan del aspecto bioético que es el conducente
a un incremento de la calidad de vida. Esto habla de la necesidad
de generar en las organizaciones en general y a partir de ellas
mismas, una actitud que conduzca a la teleonomía que es
la búsqueda de la obtención de valores significativos
y variables en función de la región, la cultura y
la tradición valiosa; esto significa la aceptación
tolerante de éticas, no de una ética absoluta,
sino de la relatividad ética (Russel). Ha de reconocerse
la realidad dada por la existencia de éticas relativas –que
posiblemente se contrapongan y que cada una de ellas
considere "malas" a las otras- porque, al
fin y al cabo, la ética no es sino el reflejo de la posición
moral para lograr el cumplimiento de los deseos de quien o quienes
ejercen el poder: quien detenta el poder es el que ejerce
el derecho y plantea las normas éticas. Como dice Paz
"La historia va por otro camino: la civilización que
viene será diálogo de culturas nacionales o no habrá
civilización. Si la uniformidad reinase, todos tendríamos
la misma cara, máscara de la muerte. Pero yo creo lo
contrario: creo en la diversidad que es la pluralidad".
La flexibilidad,
la relatividad y la pluralidad han de pensarse, en relación
con la globalización, en lo que atañe al enfrentamiento
norte-sur, riqueza-pobreza globalización buscada-globalización
asumida, generador de tecnología de punta-usuario de tecnología
adquirida sin acceso a esa tecnología ni posibilidad de generarla,
acceso ilimitado a las fuentes informáticas-acceso limitado
o imposible para gran parte de la población. Cuanto el otro
ni siquiera es considerado o tenido en cuenta se genera desaliento
y ese otro, sin el aliento de la autoestima y de la búsqueda
de valores que vayan más allá de la simple supervivencia,
despliega una conducta venal, corrupta, simplonamente hedonística
asentada en un proceso de anomia; son los casos, y son multitud,
en que la gente no considera valioso lo ético,
que deviene totalmente insustancial y esto es lo que
Honorio Delgado, con mucha anticipación y sabiduría,
llamó la desubstanciación del hombre.
La anomia y la desubstanciación del hombre
son más frecuentes ahora porque son el resultado
de la enseñanza de los medios masivos de comunicación.
Lo que sucede es que, teleonómicamente, los medios
de comunicación masivos favorecen que de la anomia el usuario
pase a adquirir normas éticas fundadas en falsos valores
-riqueza, objetos de consumo, productos de lujo y utilice métodos
violentos para conseguir objetivos insubstanciales pero deseables-generando
necesidades, siempre insatisfechas, por la ambición de dinero
y de poder.
En el proceso
de la posmodernidad puede decirse que se ha llegado a la mundialización
de la economía, la globalización
de la información, la internacionalización
del derecho y a la transnacionalización organizacional. Forma
parte de la tarea de las instituciones corporativas, universidades
y organizaciones en general, por lo mismo que tienen en su
seno hombres humanos (como decía Vallejo) con formación
universitaria, el bregar por la equidad y orientar debidamente todos
esos procesos que vienen surgiendo en la posmodernidad y que
están derivando en desmedro de la calidad de vida,
de la cultura y de la espiritualidad del ser humano. La dignidad-indignidad
de la organización está determinada por la visión
de sus integrantes individuales. Del contacto consigo mismo,
de cada uno ellos, brota la posibilidad para resolver conflictos
valorativos y nacen las propuestas de alcanzar determinados objetivos:
valores o disvalores.
Para alcanzar fines
nuevos hay que agregar, además del concepto de
"re" diversas cosas como ser reingeniería, redemocratización,
redescubrimiento, reorganización, una orientación
hacia lo "meta", esto es lo más allá: lo
metapsicológico, lo metalógico, lo metaético
todo ello orientado por un metafilosofar que partiendo de
lo individual –no olvidar que el filosofar es también un
acto solitario- alcanza lo social, en este caso organizacional.
Una posibilidad
ofrece Ontray cuando plantea que "la moral es el arte de ordenar
las relaciones entre los hombres de manera que los más fuertes,
los más violentos, los más numerosos, los más
astutos, no puedan imponerles sus leyes, sus caprichos a los más
débiles, a los más pacíficos, a los menos numerosos.
La moral es el arte de llevarse bien con los otros y de crear los
códigos para ello. La prioridad consiste en enseñar
a cada uno que existe, no para el prójimo o sin él
o a pesar de él, sino en relación con él. Se
trata de mejorar mediante la cultura las tendencias egoístas
naturales o instintivas."
Sea como fuere es
deseable que todo lo anterior venga a ser una metaideología
para que en el futuro cada cual puede seguir un camino que
le permita salir de lo calamitoso de su vida, de la
paradoja de nuestros tiempos y lograr que el dolor no sólo
no aumente dentro de nosotros sino que disminuya en el mundo.
Resumen sin
conclusiones
El hombre contemporáneo
como individuo y la humanidad como conjunto total
de ellos se posicionan temporalmente en la posmodernidad,
cuyas características más saltantes son el gigantesco,
explosivo e incontenible avance de la tecnología
con aspectos tales como la industrialización, la automatización,
la mundialización y la globalización, todos ellos
muy variables de país a país
generando una cada vez mayor diferencia entre países
desarrollados y subdesarrollados. La fisión atómica
ha hecho pasar a la especia humana de la visión atómica
a la visión tómica del mundo. También se está
dando en la posmodernidad un mayor énfasis a los derechos
humanos con la abolición de la esclavitud y el reconocimiento
de los derechos del niño y de la mujer; la continua
creación, progresión y difusión de la
cosmovisión, resultante de un metafilosofar conducente
a una relativilización del concepto de lo absoluto,
relativilización de la ética y asunción de
la existencia de varias éticas; puesta en tela de juicio
de las categorías; manejo del pensamiento dialéctico,
utilización de concepciones sistémicas integracionistas;
revalorización de la ecología y
flexibilización del pensamiento en general.
El ser humano está consigo mismo y con
su mundo conformando un ser único y trino que se expresa
a través de su cuerpo y de su conducta.
Una parte importante de la conducta surge de los impulsos básicos
que pueden devenir en pasiones y adicciones así
como ser el origen de la búsqueda de valores
–morales, eróticos, vitales, ambientales, bioéticos,
de conocimiento, religiosos, místicos, espirituales
y hedonísticos- que pueden ser considerados como valores
en sí o como el valor adjudicado a la consecución
de cualquiera de los otros valores personales como la libertad y
la dignidad. Asimismo cada uno de los valores puede generar
resultados que son propiamente valiosos o negativamente valiosos
con lo cual se genera un conflicto de la persona consigo misma
y de las personas y o grupos entre sí.
La evolución del cerebro humano, particularmente la
telencefalización, aumenta las posibilidades de
los despliegues, logros y alcances en todo orden de lo humano y
de lo inhumano, esto es de los valores como los disvalores,
como resultado de la dialéctica (que es la existencia
de la negación en la propuesta y el surgimiento coexistente
de los contrarios como posibilidades de despliegue de las fuerzas
opuestas, naturales, que no están regidas por el bien o el
mal). Es por ello que al humanismo histórico
por el cual se considera al hombre
como a ser más elevado digno, sensato, razonable, bondadoso
y evolucionado de la creación se le opone, puesto que
coexiste en él, el inhumanismo del ser, creador
de disvalores, y consecuentemente el inhumanismo histórico
que es el que ha marcado la marcha de la historia a través
de siglos de violencia descarnada, cruel y despiadada.
Los planteamientos de la bioética en la búsqueda
de la mejora de la calidad de vida del ser humano ofrecen una
alternativa integrativa para el manejo de este problema. De
ahí el significado del individuo en la sociedad y en las
organizaciones que, con frecuencia, están normadas
en su accionar por el afán de lucro y de poder. Sea
cual sea la organización hay que recordar que está
formada por hombres, generadores de valores y disvalores en un inagotable
proceso dialéctico de cuyo adecuado manejo depende
la superviviencia del hombre en la tierra.
Notas
y referencias bibliográficas:
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Lunes 15 de Enero, Lima, pp. A2.
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); Diccionario Médico Labor. Edit. Labor, Argentina,
tomos 1- 3. Esta obra contiene numerosas entradas que facilitan
la comprensión de términos a veces complicados
para el lego.
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La filosofía y la crisis contemporánea. Mercurio Peruano,
Lima, N°390: 451-455. Ferrater, J. (1965): Diccionario de filosofía.
Edit. Sudamericana, Buenos Aires, Tomos I y II. La posición
integracionista del A. Resume y sirve de nexo para la mejor aprehensión
de la totalidad de las entradas del texto.
Francois, Ch. (1992):
Diccionario de Teoría General de Sistemas y Cibernética,
Conceptos y Términos. Edit. GESI AATGS y C, Buenos Aires,
220 pps.
Fromm, E. (1991
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Hegel, G. (1817):
Introducción a la historia de la filosofía. Edit.
Nueva Era, Colombia, 303 pps.
Lao Tse (S
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Ediciones 29, Barcelona, 100 pps., 1989.
Ontray, M. (2000):
Una ética hedonística. Entrevista de Odile
Baron Supervielle. La Nación, Buenos Aires, 24 de mayo, Cultura.
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189 pps.
Querol, M. (1996):
La universidad y el humanismo vitando. Discurso de orden presentado
el 27 de Setiembre con motivo del 35 aniversario de la fundación
de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Multicopiado, 15 pps.
Querol, M. (1999):
Globalización, medios masivos de comunicación y su
impacto en el ser humano. Rev. Acad. Per. de Salud, año
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Querol, M. y col.
(1967): Planteamientos fundamentales de la renovación
universitaria. Edit. Universo, Lima, 128 pps.
Ricoeur, P. (1991):
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pps.
Russel, B.
(1993): Sobre la ética , el sexo y el matrimonio. Alcor,
España, 414 pps.
Vallejo, C. (1968):
Obra poética completa. Francisco Moncloa Editores, 509 pps.,
Lima. El concepto citado corresponde a un verso del poema "Los
nueve monstruos":
Mariano Querol. |