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Octubre - Noviembre 2001

 

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Reyno hundido
 

Por Jaime Barrios Carrillo
Número 23

¿Cómo leer las horas perdidas? ¡Cuánta sabiduría en las estelas! Silenciosas manecillas de piedra. Debajo de la escalinata de Santo Tomás Chuilá, escribe Dante Liano, sobrevive la pirámide. Para ver hay que creerlo. Como toda resurección. Una historia doble y escondida. Bajo el nuevo tiempo de las crónicas y las probanzas: nahuales, katunes, popolvuhes. Versiones de versiones e inversiones. Literatura de la Conquista y conquista de la literatura. Si no hubiese sucedido La Conquista nadie hubiera escrito el Popol Vuh con alfabeto latino. Tampoco sabríamos de un tal Díaz del Castillo. Tendría importancia? Toda conquista es cruel! Toda la historia de Guatemala es cruel. Los primeros desaparecidos fueron los libros pintados. Y todavía nos estamos preguntando: desaparecieron realmente?

En la Feria Nacional de Guatemala de 1938--comenzaba el día que cumplía años el dictador Jorge Ubico--se mostró a cinco lacandones. ¿Eran los últimos mayas? ¿Cuántos quedan ahora? Habían sido traídos de algún "recóndido" lugar del Petén, probablemente contra su voluntad. Con plumas y largas cabelleras los presentaron ante un público absorto. Los lacandones habían resistido a "la civilización" en la clandestinidad de la jungla. Los contactos con ellos habían sido menos que esporádicos. En 1786 fueron vistos y entrevistados por misioneros españoles. Mas vuelven a perderse y aparecerán a medida que el Petén y las selvas yucatecas se vayan poblando. El Petén no fue conquistado sino se pobló de colonos.

La "fugitiva e invisible existencia" de los lacandones, como expresa Robert Johnston, da pie a una reflexión irresistible: la presencia de "mundos perdidos." O más bien desaparecidos que emergen a través de objetos etnográficos "reecontrados", como códices y documentos, pero también en arqueologías deslumbrantes como el Palacio de Cancuén.

El mayismo actual ha reivindicado, con justa razón, la "invisible existencia" de un mundo anterior. Se trata del mismo libro pintado de que nos habla el Popol Vuh. Lagunas o caminos cortados no dejarán nunca de inquietarnos. Es hablar de Guatemala y de su "posible historia". Es recordar que los libros originales fue quemados en el gran Auto de fe de Maní el 12 de julio de 1562 por voluntad del obispo español de Landa. Por eso los tres Códices sobrevivientes constituyen no una rareza, sino un milagro. No negaré mi entusiasmo leyendo la noticia a toda prensa del "retorno" del Códice de Madrid; recibido en las mismas manos del Señor Vicepresidente Juan Fracisco Reyes. Pero la alegría duro poco, las aguas del río volvieron a a su nivel el día siguiente con el desmentido de los funcionarios culturales.Se trataba de una copia que el Embajador de España Ramón de Gandarias le devolvía a Guatemala. Se devuelve una réplica? Luis Cardoza y Aragón relata en El Río , novelas de caballería, que él tuvo el privilegio de ver el Códice de París. Cuenta que casi no respiraba al ver la fagilidad de las pinturas en el amate.Y no se atrevió a tocarlo, le pareció un acto "de profanación."

La palabra siempre tiene poder. Pero el poder no siempre tiene la palabra. Un ejemplo lo encontramos en la sujección a la grafología que tuvieron los mayas. Tenía sentido sagrado entre los guatemaltecos antiguos. Las palabras del supremo Ixmná y de Ixchel. Eran también las palabras de los reyes, los que pronto serían destronados. Pero no lo sabían, ignorantes que La Conquista impondría una nueva escritura. Toda cultura tiene no sólo su idioma sino su libro original: coranes, biblias, códices.

Los códices equivaldrían a nuestras modernas constituciones. No todo el mundo tenía derecho de tocarlos. Solo los reyes y sacerdotes lo tuvieron en la Guatemala de la antigüedad. Recuérdese que los responsables de los libros sagrados representaban también el poder político. Como lo expresa el poema maya: "solo ellos tienen derecho de hablar con los dioses".

Las palabras son los fantasmas de la eternidad escribe Miguel Angel Asturias a cuatro siglos de distancia. Asturias inaugura la geología cultural en nuestra historia. Arqueología de la palabra en un mundo de cuatro soles. Cuatro mundos creados y destruídos y vueltos a recrear.Guerra, cataclismos, destrucción cultural, saqueos, caciques autoritarios, masacres, tardanza del retorno de aquel semidios que se llamaba Kukulkán. Y también la llegada de Cristo con las nuevas escrituras. Cómo evitar analogías con lo contemporáneo?

El pez es el último en descubrir el agua. Cuándo comenzó el descubrimiento? Es demasiada la contradicción guatemalteca: tierra de aparecidos y desaparecidos. El Sombrerón y Luis De Lión. Nadamos siempre en esas aguas del saber desconocido y la ignorancia ignorada. Entre la palabra escrita y la ceguera. Pendulando entre el original y la copia. Una historia cubierta de nombres españoles y mexicanos sobre los antiguos nombres quichés, cakchiqueles o mames. A su vez nombres levantados sobre la leyenda y los mitos de aquellos misteriosos mayas. Hundimiento de reinos y culturas en las selvas de la supertición. De rodillas entre la súplica y la réplica. Talvez los lacandones lo intuían cuando cantaban:

Escucho tu voz venir de muy lejos.
¡Que no sea yo hundido en el fuego de la fiebre!

¿Qué es una mentira? ¿No es acaso la ficción del Quijote algo creible? Los fantasmas,esos espejismos señalados por Asturias, van levantando la historia de los pueblos. Todo pueblo se cree sus propias mentiras. Mas no las ajenas. Por eso cada libro tiene un país y cada país tiene su libro. Hasta para creer hay que ser auténtico. El resto no es literatura sino producto de la fiebre del oro y otros males dorados. Yo diría de todas maneras que el Códice es nuestro. Ya hemos devuelto más de un original: El Señor Presidente, La oveja negra, Entre la piedra y la cruz, La nube y el reloj, Movimiento Perpétuo o Los días de la selva en el idioma de Fray Diego de Landa y Calderón.


Jaime Barrios Carrillo
 

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