Por Jaime Barrios Carrillo
Número 23
¿Cómo
leer las horas perdidas? ¡Cuánta sabiduría en
las estelas! Silenciosas manecillas de piedra. Debajo de la escalinata
de Santo Tomás Chuilá, escribe Dante Liano, sobrevive
la pirámide. Para ver hay que creerlo. Como toda resurección.
Una historia doble y escondida. Bajo el nuevo tiempo de las crónicas
y las probanzas: nahuales, katunes, popolvuhes. Versiones de versiones
e inversiones. Literatura de la Conquista y conquista de la literatura.
Si no hubiese sucedido La Conquista nadie hubiera escrito el Popol
Vuh con alfabeto latino. Tampoco sabríamos de un tal Díaz
del Castillo. Tendría importancia? Toda conquista es cruel!
Toda la historia de Guatemala es cruel. Los primeros desaparecidos
fueron los libros pintados. Y todavía nos estamos preguntando:
desaparecieron realmente?
En la Feria Nacional de Guatemala
de 1938--comenzaba el día que cumplía años
el dictador Jorge Ubico--se mostró a cinco lacandones. ¿Eran
los últimos mayas? ¿Cuántos quedan ahora? Habían
sido traídos de algún "recóndido"
lugar del Petén, probablemente contra su voluntad. Con plumas
y largas cabelleras los presentaron ante un público absorto.
Los lacandones habían resistido a "la civilización"
en la clandestinidad de la jungla. Los contactos con ellos habían
sido menos que esporádicos. En 1786 fueron vistos y entrevistados
por misioneros españoles. Mas vuelven a perderse y aparecerán
a medida que el Petén y las selvas yucatecas se vayan poblando.
El Petén no fue conquistado sino se pobló de colonos.
La "fugitiva e invisible existencia"
de los lacandones, como expresa Robert Johnston, da pie a una reflexión
irresistible: la presencia de "mundos perdidos." O más
bien desaparecidos que emergen a través de objetos etnográficos
"reecontrados", como códices y documentos, pero
también en arqueologías deslumbrantes como el Palacio
de Cancuén.
El mayismo actual ha reivindicado,
con justa razón, la "invisible existencia" de un
mundo anterior. Se trata del mismo libro pintado de que nos habla
el Popol Vuh. Lagunas o caminos cortados no dejarán nunca
de inquietarnos. Es hablar de Guatemala y de su "posible historia".
Es recordar que los libros originales fue quemados en el gran Auto
de fe de Maní el 12 de julio de 1562 por voluntad del obispo
español de Landa. Por eso los tres Códices sobrevivientes
constituyen no una rareza, sino un milagro. No negaré mi
entusiasmo leyendo la noticia a toda prensa del "retorno"
del Códice de Madrid; recibido en las mismas manos del Señor
Vicepresidente Juan Fracisco Reyes. Pero la alegría duro
poco, las aguas del río volvieron a a su nivel el día
siguiente con el desmentido de los funcionarios culturales.Se trataba
de una copia que el Embajador de España Ramón de Gandarias
le devolvía a Guatemala. Se devuelve una réplica?
Luis Cardoza y Aragón relata en El Río , novelas de
caballería, que él tuvo el privilegio de ver el Códice
de París. Cuenta que casi no respiraba al ver la fagilidad
de las pinturas en el amate.Y no se atrevió a tocarlo, le
pareció un acto "de profanación."
La palabra siempre tiene poder.
Pero el poder no siempre tiene la palabra. Un ejemplo lo encontramos
en la sujección a la grafología que tuvieron los mayas.
Tenía sentido sagrado entre los guatemaltecos antiguos. Las
palabras del supremo Ixmná y de Ixchel. Eran también
las palabras de los reyes, los que pronto serían destronados.
Pero no lo sabían, ignorantes que La Conquista impondría
una nueva escritura. Toda cultura tiene no sólo su idioma
sino su libro original: coranes, biblias, códices.
Los códices equivaldrían
a nuestras modernas constituciones. No todo el mundo tenía
derecho de tocarlos. Solo los reyes y sacerdotes lo tuvieron en
la Guatemala de la antigüedad. Recuérdese que los responsables
de los libros sagrados representaban también el poder político.
Como lo expresa el poema maya: "solo ellos tienen derecho
de hablar con los dioses".
Las palabras son los fantasmas
de la eternidad escribe Miguel Angel Asturias a cuatro siglos
de distancia. Asturias inaugura la geología cultural en nuestra
historia. Arqueología de la palabra en un mundo de cuatro
soles. Cuatro mundos creados y destruídos y vueltos a recrear.Guerra,
cataclismos, destrucción cultural, saqueos, caciques autoritarios,
masacres, tardanza del retorno de aquel semidios que se llamaba
Kukulkán. Y también la llegada de Cristo con las nuevas
escrituras. Cómo evitar analogías con lo contemporáneo?
El pez es el último en descubrir
el agua. Cuándo comenzó el descubrimiento? Es demasiada
la contradicción guatemalteca: tierra de aparecidos y desaparecidos.
El Sombrerón y Luis De Lión. Nadamos siempre en esas
aguas del saber desconocido y la ignorancia ignorada. Entre la palabra
escrita y la ceguera. Pendulando entre el original y la copia. Una
historia cubierta de nombres españoles y mexicanos sobre
los antiguos nombres quichés, cakchiqueles o mames. A su
vez nombres levantados sobre la leyenda y los mitos de aquellos
misteriosos mayas. Hundimiento de reinos y culturas en las selvas
de la supertición. De rodillas entre la súplica y
la réplica. Talvez los lacandones lo intuían cuando
cantaban:
Escucho tu voz venir de muy lejos.
¡Que no sea yo hundido en el fuego de la fiebre!
¿Qué es una mentira?
¿No es acaso la ficción del Quijote algo creible?
Los fantasmas,esos espejismos señalados por Asturias, van
levantando la historia de los pueblos. Todo pueblo se cree sus propias
mentiras. Mas no las ajenas. Por eso cada libro tiene un país
y cada país tiene su libro. Hasta para creer hay que ser
auténtico. El resto no es literatura sino producto de la
fiebre del oro y otros males dorados. Yo diría de todas maneras
que el Códice es nuestro. Ya hemos devuelto más de
un original: El Señor Presidente, La oveja negra, Entre
la piedra y la cruz, La nube y el reloj, Movimiento Perpétuo
o Los días de la selva en el idioma de Fray Diego de
Landa y Calderón.
Jaime
Barrios Carrillo
|