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Por Javier Esteinou Madrid
Número 23
I.- LOS MEDIOS
DE INFORMACION COLECTIVOS COMO CENTRO DEL PODER CONTEMPORANEO.
Con el surgimiento de los medios
de información y las nuevas capacidades tecnológico-materiales
que han conquistado en México a lo largo del siglo XX, como
son su amplia cobertura informativa, su gran penetración
mental, su rápida capacidad de difusión, su enorme
versatilidad semiótica, su gran perfeccionamiento tecnológico,
etc; estos se han convertido en el centro del poder contemporáneo
de nuestra nación. En este sentido, de haber sido instrumentos
de difusión relevantes en 1920 en México y de convertirse
en el cuarto poder político a partir de 1960 como corresponsales
del poder, en la década de los años 90s. se han transformado
en el vértice del poder actual. Es decir, ya no solo son
instituciones importantes o el cuarto poder, sino que ahora son
el Primer Poder que existe en nuestra sociedad.
Así, las ágiles potencialidades
avanzadas de las nuevas tecnologías de información
para producir, difundir e internalizar datos y sentidos sobre nuestras
conciencias, han modificado las reglas y dinámicas tradicionales
con las que nuestra sociedad antaño se articulaba, organizaba
y participaba colectivamente. Con ello, se ha producido un profundo
cambio en la jerarquía de poderes que conforman el esqueleto
del poder y de la movilización cotidiana de nuestra sociedad
donde los medios de información ahora son el centro del poder.
Este creciente poder de los medios
sobre la sociedad y los individuos ha creado, cada vez mas, una
sociedad mediática que ha producido una nueva atmósfera
cultural colectiva de naturaleza comunicósfera que ha ocasionado
que el conjunto de las principales instituciones de gobernabilidad
ahora funcionen a distancia por intermediación de los canales
de información, especialmente electrónicos. La expansión
de esta realidad mediática ha modificado la estructura y
frontera del Estado mexicano y de la cultura nacional creando una
nuevo tejido en la esfera del poder que ha dado origen al Estado
Mexicano Ampliado. Así, observamos el surgimiento de la tele
administración pública, el tele deporte, la telepolítica,
la tele banca, la tele oración, la tele medicina, la tele
venta, la telediversión, la radio asistencia psíquico-emocional,
la radio orientación vial, la radio iglesia, la radio orientación
sexual, etc.
Con ello, el funcionamiento los
medios ha atravesado la operación práctica de todas
las instituciones sociales básicas para la dirección
del país, al grado que ha substituido en algunos períodos
o reubicado en otros a los órganos de administración
social mas débiles o que están en crisis de funcionamiento
y legitimación. Por ejemplo, ante la baja de credibilidad
de la población en los partidos políticos, las órganos
públicos y la iglesia, la capacidad persuasiva y seductora
de los medios han construido nuevas credibilidades y hegemonías
basadas en estrategias de mercado a partir del raiting.
Incluso, profundizando sobre la
tarea histórica central que realizan los canales de difusión
podemos decir que debido a su capacidad altamente educativa y persuasiva,
al final del milenio los medios de difusión no sólo
son el centro del poder político contemporáneo, sino
que son, cada vez mas, las instituciones de conformación
del cerebro tanto social como individual de los habitantes del país.
En este sentido, cada vez mas, son elementos medulares del proceso
de construcción social del cerebro humano, y por lo tanto,
de conformación de la humanidad.
Así, a diferencia de los
siglos anteriores, con la revolución informática las
nuevas características con que los medios de información
han transformado los procesos para producir, difundir e inculcar
la información han convertido al siglo XX en un siglo corto,
pues se han reducido los tiempos de conocimiento de la realidad
y las distancias de interacción entre los hombres.
De esta forma, derivado de lo anterior
se puede afirmar que en la actualidad, no existen vehículos
más eficaces para transmitir la información colectiva
a la sociedad que la radio y la televisión. Estos medios,
de suyo neutrales como tecnologías, transportan los mensajes
fundamentales que moldean la personalidad de los mexicanos. Así,
las aspiraciones del pueblo, los anhelos del país que queremos
ser y la visión del mundo y de la vida, se construyen en
la nación lenta, cotidiana y eficazmente a través
del contenido de la programación de los sistemas de comunicación
colectivos.
Por lo tanto, ya no ha sido el discurso
político ni la acción de los representantes populares
y ni siquiera la prensa tradicional lo que ha permitido a los mexicanos
tener una visión cotidiana de si mismos y del futuro de nuestra
nación. En la actualidad, son las redes de televisoras y
radiodifusoras, quienes acceden permanentemente a la mente de los
mexicanos y les informan o les deseducan sobre la conducta a seguir
en la sociedad contemporánea que nos corresponde vivir (1).
En este sentido, podemos decir que
en el espacio de relación simbólica que permanentemente
producen los aparatos cotidianos de comunicación entre emisores
y colectividades, es donde diariamente se construye o destruye mental
y afectivamente al Estado y a la sociedad mexicana. Por consiguiente,
podemos afirmar que en la sociedad mexicana de la década
de los noventas, cada vez mas, las batallas políticas o sociales
se ganan o pierden en los medios de comunicación colectivos
y no en otras áreas de las contiendas sociales.
De esta forma, la construcción
o desconstrucción de la realidad masiva cotidiana, es decir,
de lo que existe o no existe, de lo que es bueno o es malo, de lo
que hay que recordar o hay que olvidar, de lo que es importante
o no, de lo que es verdad o es mentira, de lo que son valores o
antivalores, de lo que es la opinión pública o de
lo que no es, de lo que es virtuoso o no, de lo que hay que hablar
o hay que silenciar, etc, se elabora, cada vez más, especialmente
en las grandes ciudades, desde los medios colectivos de difusión.
Así, el peso de los canales de información masiva
es tan acentuado sobre la conformación mental de la sociedad
que podemos decir que la realidad no son los medios de información,
pero los medios contribuyen sustancialmente a construir la realidad
central que reconoce la mayoría de la población. No
son la política, pero hoy día no se puede hacer política
sin la presencia y acción persuasiva de los sistemas de información
colectivos. No son el aparato jurídico, pero hoy día
los medios se han convertido en los tribunales electrónicos
que linchan o absuelven a las figuras públicas antes de que
el Estado recurra a los procesos jurídicos constitucionales.
No son los partidos políticos pero producen el mayor caudillismo
electrónico que toda la capacidad proselitista directa que
realizan las organizaciones políticas. No son la economía,
pero ninguna economía contemporánea puede funcionar
sin la cultura de consumo que producen de los medios de información
vía su práctica publicitaria.
En una idea, a partir de las grande
capacidades persuasivas que han conquistado los medios sobre los
campos de conciencia de los auditorios, las verdades mediáticas
substituyen cada vez mas al resto de verdades sociales, incluyendo
a las jurídicas, éticas y morales.
Como demostración del alto
grado de penetración de las industrias culturales en la vida
cotidiana de los mexicanos, constatamos, por ejemplo, que en 1998
existen en la República Mexicana 595 estaciones de televisión
divididas entre canales nacionales, repetidoras, televisoras locales,
y televisoras de los gobiernos estatales. En cuanto a la radio existen
1,332 emisoras en el país, divididas en 875 estaciones en
A.M. y 479 en F.M. En cuanto a los sistemas de satélites
se cuenta con el complejo de satélites Morelos II, Solidaridad
I y Solidaridad II que cubren todo el territorio mexicano y otras
partes del continente americano (El sistema de satélites
Morelos I ya terminó de operar con vida útil). En
cuanto a los medios escritos México cuenta con 400 periódicos
de circulación local y 192 revistas, la mayoría de
circulación nacional y de periodicidad variable. En cuanto
a las agencias de información existen 59 agencias de noticias,
de las cuales 14 son nacionales y 45 internacionales, con 64 corresponsales
extranjeros, 57 de periódicos y 7 de revistas (2).
La proliferación de esta
gran infraestructura informativa en el país ha contribuido
a modificar sustancialmente los hábitos culturales de la
vida cotidiana de los mexicanos. Así, observamos, por ejemplo,
que al final del siglo XX los mexicanos son los habitantes que mas
ven televisión en todo el continente americano, con un promedio
diario superior a las 4 horas (3). De aquí, que al final
del milenio la población mexicana sea haya transformado de
una cultura de lectores a una cultura de televidentes, de lo cual
se deriva un peso muy sustantivo de los medios audiovisuales en
la formación de sus gustos, actitudes, opiniones, conductas,
mentalidades y visiones de la vida, en una idea, de la formación
y operación de sus cerebralidades.
Esta asombrosa expansión
tecnológico material de los medios de información
ha creado a finales del siglo XX una sociedad mexicana altamente
mediatizada en sus procesos colectivos de interacción masiva
por las tecnologías de información. De aquí,
la importancia central de efectuar una profunda Reforma del Estado
en materia de comunicación y cultura colectiva que permita
que el funcionamiento público de las industrias culturales
se encuentre ética y responsablemente orientado y supervisado
por el Estado y la sociedad civil mexicana.
II.- EL CONTROL DE LA PARTICIPACION
SOCIAL EN LOS MEDIOS DE COMUNICACION.
No obstante que los medios de información
se han convertido en el primer poder en México, tradicionalmente
el surgimiento y aprovechamiento de éstos ha surgido calcando
la estructura y dinámica, económica y política,
de nuestra sociedad. Es decir, los procesos masivos de comunicación
no han emergido en espacios neutros o independientes, sino que han
cobrado vida vinculados a las necesidades de existencia y reproducción
de nuestra sociedad capitalista en vías, primero de industrialización,
y ahora de globalización.
Esta tendencia ha ocasionado, entre
otros fenómenos comunicativos, que la estructura de medios
de comunicación en México se encuentre altamente concentrada
y centralizada. Por ejemplo, en 1994 "la monopolización
de los medios masivos se expresó claramente en el hecho de
que Televisa controló entre el 85 y el 90% del mercado televisivo
del país, poseía tres cadenas nacionales de TV y 4
canales solo para la Cd. de Mexico. Pero Televisa, no solo tenía
intereses a nivel local (en el D.F.) sino a nivel nacional e internacional,
ni solo en la TV, sino también participaba en la producción
y distribución internacional de programas de radio y TV,
grabación de música, publicidad, periódicos,
televisión por cable, producción y distribución
cinematográfica y de video, etc. Por si esto fuera poco,
apenas en septiembre de 1994, la Secretaria de Comunicaciones y
Transportes otorgó a Televisa la concesión de 67 canales
mas de TV para formar otra red nacional (con lo cual el numero de
concesiones que poseía fue de 218 canales o el 42 % del total
en ese año), así como la concesión para operar
otros 2 canales de TV en el D.F. (los canales 46 y 52 en UHF)"
(4).
Dentro de este marco histórico
de concentración informativa, el margen de participación
de los movimientos sociales a través de los medios de comunicación,
y por lo tanto, de ejercer su Derecho a la Información, ha
sido sumamente estrecho, sin llegar a ser monolítico. El
margen de acción ciudadana ha oscilado en una gama de intervenciones
que varían desde los canales escritos, hasta los electrónicos.
Así, encontramos que las vías, a través de
las cuales los movimientos sociales mexicanos han participado con
mayor fuerza desde principios de siglo hasta la fecha para expresar
sus intereses y demandas y aplicar su derecho a la comunicación,
se concentra con mayor peso en los medios impresos y se cierra casi
por completo en los canales electrónicos, particularmente,
audiovisuales, creando una profunda crisis del Derecho a la Información
y a la Comunicación (5).
En este sentido, la naturaleza social
de los medios de comunicación desde un principio ha quedado
determinada por un fuerte contexto económico y político
que ha condicionado herméticamente el uso social de los mismos
por otros sectores más amplios que no sean los propietarios
o representantes del gran capital interno y transnacional en el
país. Esta situación ha alcanzado su mayor esplendor
en el caso de la televisión mexicana, particularmente privada,
pues es el medio que mas ha llegado a ser monopolizado por el poder
nacional, al grado de que vía este se ha construido otro
proyecto cultural contrario al proyecto de los grandes grupos que
sostienen nuestra nación.
Así, observamos que no obstante
que en la actualidad la sociedad mexicana ya ha llegado a alcanzar
los 98 millones de habitantes, y pese a que, en última instancia,
los grupos básicos que sostienen a nuestra nación
son los que financian el funcionamiento de la televisión;
confirmamos que la mayor parte de estos sectores básicos
no tienen acceso para participar dentro de este medio de comunicación
para exponer colectivamente sus necesidades e incorporarse a los
procesos de gestión pública del país, vía
estas tecnologías culturales. Por ello, podemos afirmar,
que salvo algunas excepciones, la información televisiva
que ha producido y difundido por el actual modelo de televisión
privada y algunos públicos, no ha permitido la expresión
de las necesidades de los grandes grupos ciudadanos a través
de estos; y en consecuencia, no se ha dedicado sustantiva ente a
crear conciencia sobre los principales problemas que debemos resolver
para sobrevivir.
De esta forma, constatamos, por
ejemplo que las organizaciones campesinas no cuentan con espacios
televisivos para desde estos solicitar apoyos crediticios para trabajar
en el campo, exigir mejores precios de garantía a sus cosechas,
demandar el reparto de tierras, denunciar el extendido cacicazgo
y la corrupción de autoridades o funcionarios. Los sindicatos
tampoco cuentan con tiempo informativo para pedir aumentos salariales,
elevar sus condiciones generales de vida, denunciar las anomalías
existentes en el interior de las mismas.
Los partidos políticos tampoco
gozan de suficiente margen televisivo para fortalecer su participación
en la sociedad, perfeccionar el sistema electoral, mantener contacto
masivo con sus representados, difundir sus propuestas y posiciones
partidistas. Los movimientos ecologistas, no obstante que actualmente
vivimos una fase de colapso ambiental en el Valle de México
y el resto del país por la profunda relación destructiva
que mantenemos con la naturaleza, no cuentan con ningún espacio
de las redes nacionales de televisión para difundir su labor
en pro de la defensa de la vida.
Los sectores magisteriales, no obstante
que sobre ellos descansa la formación del capital cerebral
del país a través de la acción educativa, tampoco
cuentan con espacios en los medios audiovisuales para contrarrestar
la acción deformante de la cultura parasitaria que ha creado
la sociedad de consumo y fortalecer con ello el proyecto educativo
de la escuela nacional. Las diversas iglesias que componen el complejo
espectro religioso de nuestro país, tampoco tienen ningún
acceso a los medios de información, salvo los espacios que
pagan en estos.
Otras células básicas
como son los productores agropecuarios, los transportistas, los
grupos de amas de casas, las asociaciones de padres de familia,
los grupos de colonos, los estudiantes, los profesionistas, las
organizaciones no gubernamentales (ONG), etc. tampoco disponen de
espacios en las pantallas para plantear y discutir sus problemáticas
particulares.
Los numerosos grupos indígenas
fundadores desde hace milenios de nuestro territorio y cultura,
todavía, hoy día, al iniciar el siglo XX, no tienlarmente electrónicos,
la televisión, especialmente la comercial privada, continua
desvinculada del análisis sistemático de los grandes
obstáculos que impiden nuestro desarrollo nacional y de la
difusión constante de las posibles alternativas de solución
para cada rama de nuestro crecimiento interno. Por ello, podemos
decir que los medios de comunicación electrónicos,
especialmente la televisión comercial, siguen funcionando
como cerebro colectivo divorciado de las necesidades de nuestro
cuerpo social, pues mientras tenemos profundos conflictos estructurales
que tenemos que resolver para vivir, la televisión nos orienta
a pensar, prioritariamente, en el triple eje cultural del consumo,
los deportes y las ideologías del espectáculo; y sólo
ocasionalmente nos conduce a reflexionar y sentir los problemas
centrales de nuestra sociedad. En una idea, la problemática
nacional no pasa sustantivamente por los canales electrónicos,
particularmente privados, lo cual, ha provocado la existencia de
un modelo de funcionamiento esquizofrénico entre lo que difunden
e inculcan las programaciones electrónicas y las necesidades
o realidades que viven cotidianamente los grupos mayoritarios de
la sociedad mexicana.
De esta forma, podemos afirmar que
"como en un acto de magia que se lleva a cabo ante los ojos
de todos y el estupor de unos cuantos, desde hace tres décadas
a la fecha, la televisión y otros medios electrónicos,
continúan realizando la hazaña verdaderamente fantástica
de ocultarle su país a los mexicanos" (6).
Por la herencia de todo el panorama
anterior, consideramos necesario remarcar que ante el proceso de
transición política que vive nuestro país,
la televisión y los medios electrónicos no pueden
seguir funcionando con los esquemas del Estado autoritario que duró
70 años. Hoy, los medios de comunicación, especialmente
los electrónicos, nos deben facilitar dar un salto mental
cualitativo de 50 años hacia delante que nos permita madurar
como sociedad y construir un proyecto equilibrado y sustentable
de desarrollo nacional. Por ello, la necesidad de que la televisión
nacional dé respuesta ante los grandes conflictos del país,
es inaplazable.
Sabemos que lograr la transformación
mental del país frente a nuestros grandes conflictos de desarrollo
a través de las televisoras de Estado es una empresa desafiante.
Reconocemos que existen grandes inercias culturales que se oponen
a la evolución de nuestra conciencia colectiva. Entendemos
que abundan múltiples intereses económicos y políticos
que obstruyen esta misión. Comprendemos que nuestro sistema
económico nos impone los límites mentales, fijados,
en muchos casos, por acuerdos monetarios internacionales, etc. Pero
también advertimos, que por poco que se pueda avanzar en
esta línea, es preferible trabajar sobre este horizonte,
que el seguir permitiendo que los canales de difusión colectivos
frustren nuestra evolución humana a través del despilfarro
de nuestra energía colectiva por las permanentes trampas
de valores que producen los ciclos ideológicos del desperdicio
cultural. Hay que subrayar que la sociedad mexicana está
plena de tremenda energía acumulada, pero fragmentada, que
lo que requiere es que sea canalizada, a través de proyectos
culturales y políticos, para devolverla a la sociedad y dar
nuevos pasos históricos que nos superen como nación.
Por ello, el colaborar ahora desde
los medios de información a descontaminar la atmósfera,
a descentralizar la población nacional, a regenerar el ciclo
ecológico, a fortalecer la democracia, a racionalizar el
uso de los recursos no renovables, a generar un proyecto de crecimiento
sustentable, a incrementar la producción de alimentos, a
reducido la tasa de natalidad, a respetar la vida animal, a elevar
los mínimos de bienestar social, a generar empleos para la
juventud, etc., en una idea, a desarrollar la sociedad, no es romanticismo,
ni mesianismo, ni voluntarismo político, sino exigencias
elementales para nuestra sobrevivencia humana. Si no actuamos ahora
a través de los instituciones de comunicación colectivos
transformando nuestras mentalidades para estar más conscientes
de nuestros grandes problemas nacionales y de nuestras alternativas
de solución como país, para el nuevo milenio heredaremos
una sociedad enormemente más inhumana e inhabitable que la
que ahora enfrentamos. Hoy los medios de comunicación colectivos
tienen que dar salidas a la nación.
Sin embargo, pese a esta urgencia
histórica, paradójicamente, hasta el momento, encontramos
que en nuestra República el gobierno ha tenido suficiente
voluntad política para realizar la reforma económica,
la reforma moral, la reforma administrativa, la reforma fiscal,
la reforma del Estado, la reforma educativa y la reforma jurídica;
pero por razones inexplicables, no ha mostrado decisión pública
para ejecutar, la que a nuestro juicio es la modificación
más importante de todas ellas: la reforma mental del país
a través de la transformación del funcionamiento de
los medios electrónicos de comunicación nacionales.
Esto es, no obstante que durante la década de los sesentas
nuestra sociedad demandó la instauración de claras
políticas de comunicación en el país; que durante
los años setentas los principales grupos sociales de la República
pidieron reiteradamente durante más de 10 años el
establecimiento del Derecho a la Información. Que en 1983
la Consulta Popular sobre Medios de Comunicación exigió
por parte de más de 3 mil sectores la reforma profunda de
la televisión. Que a lo largo del sexenio 94-2,000 numerosas
organizaciones políticas, académicas y civiles han
solicitado subrayadamente la democratización de éstos,
etc.; en ésta gestión política el Estado Mexicano
se ha interesado por enfrentar, en mayor o en menor medida, el problema
de la inflación, el conflicto del adelgazamiento del aparato
gubernamental, el lastre del pago de intereses por los préstamos
extranjeros, el obstáculo de la concentración industrial,
el saneamiento de las empresas públicas, la ampliación
de la salud social, el fortalecimiento de nuestra política
exterior, la modernización del abasto, la planeación
urbana, la firma del Tratado de Libre Comercio, etc., y no ha corregido
sustantivamente las grandes desviaciones culturales que se han producido
por la actual operación de los canales de información,
especialmente de la televisión.
En este sentido, observamos que
no obstante haberse incrementado fuertemente muchas de las contradicciones
sociales, en los anteriores sexenios, también constatamos
que en esta administración pública, el Estado Mexicano
ha manifestado una clara voluntad política para propiciar
un importante crecimiento de varias ramas de la expansión
nacional, como son el área financiera, de exportaciones,
de productividad, de modernización industrial, turístico,
agrícola, de salud, de educación, pesca, jurídico,
demográfico, ecológico, etc.; pero no ha mostrado
voluntad política para realizar progresos sustantivos para
elevar el grado de conciencia de la población frente a nuestros
grandes problemas de crecimiento: teniendo infraestructura comunicativa
de sobra para lograr un avance notable en el cambio de nuestra mentalidad
colectiva, una vez más, el cerebro de nuestra sociedad se
mantiene aletargado y su crecimiento evoluciona a un ritmo más
lento que el que exigen las necesidades de desenvolvimiento de la
población nacional.
Por ello, la gran ausencia política
en las anteriores gestiones gubernamentales ha sido el no planificar
el uso de los medios de comunicación, y en especial, de la
televisión, para impulsar el desarrollo de nuestra nación.
Ello significa, que el problema de la transformación comunicativa
del país es una realidad más álgida que la
del pago de nuestra monumental deuda externa, porque lo que se produce
a través de la modificación de ésta, en última
instancia, esta liberación de la conciencia de los seres
humanos que mueve los ordenes establecidos por el poder. Una vez
más, se confirma que la clase gobernante tiene mucho miedo
al despertar de la conciencia de los nuevos grupos sociales. En
una idea, le tiene pánico a la libertad de los hombres.
Ante este horizonte de cerrazón
estatal para la democratización informativa, nos enfrentamos
al delicado panorama político en el que los grandes grupos
sociales no cuenten con espacios de expresión dentro de estos
para expresar sus necesidades, problemáticas, demandas y
soluciones. Frente a ello, se observa la tendencia creciente de
que los movimientos sociales en emergencia continúen creando
sus propios procesos de comunicación colectivos, que derivarán,
tarde o temprano, en la construcción un nuevo Estado Ampliado
paralelo al oficial, con el consecuente acrecentamiento de nuestra
crisis de hegemonía nacional. Ejemplo de ello han sido el
surgimiento temporal de los medios contra estatales como Televerdad,
Radio Vampiro, Radio Pirata, Radio Interferencia (7),
etc. y las diversas intervenciones guerrilleras o subversivas que
se dan a través de Internet.
En este sentido, es muy importante
puntualizar que en la mediad en que las organizaciones sociales
cuenten con tiempos en los medios de comunicación electrónicos
se evitará la presencia de tantas manifestaciones callejeras
que todos los días suceden en las principales ciudades del
país y que implican pérdidas económicas, cierre
de empresas y comercios, destrucción de bienes, caos vial,
ingobernabilidad, caos urbano, irritación ciudadana, aumento
del stress y pérdida de la calidad de vida en la población.
La sociedad toma permanentemente las calles del país por
no tener espacios de expresión en los medios de difusión
colectivos.
El conjunto de estos indicadores
políticos reflejan que al comenzar el siglo XXI la sociedad
mexicana inicia atravezada por cuatro grandes tendencias políticas
comunicativo-culturales de masas:
En primer término, la comunidad
nacional termina con un Estado débil en el terreno de las
políticas de información, pues ha renunciado a no
ejercer su función rectora en el campo de la comunicación
colectiva para dejar su rectoría en manos de las fuerzas
del mercado que sólo protegen los intereses del gran capital
en esta área. En este sentido, el Estado mexicano a través
de su postura de la autorregulación ha optado por defender
los intereses del proyecto de super concentración de riqueza
y no los derechos y garantías individuales mas elementales
que los ciudadanos han demandado desde los años 60s.
En segundo término, la estructura
mental de la sociedad mexicana termina profundamente atravesada
por un proyecto muy fuerte de cultura, comunicación, y espiritualidad
colectiva conducido por las voraces fuerzas del mercado que fomentan
la dinámica del Dejar Hacer y Dejar Pasar Cultural a costa
de los que sea y sin restricción alguna; y que es ampliamente
protegido por las ideologías y los valores de plástico
que ha introducido la modernidad con la anuencia de los gobiernos
nacionales en turno. Dicho proyecto, basado en la lógica
de la acumulación de capital a escala planetaria, promueve
intensamente la expansión de la Cultura de la Muerte que
está cimentando silenciosamente frente a nuestras narices
el nuevo derrumbe de nuestro país.
En tercer término, el conjunto
de los partidos políticos mantienen una posición de
despreocupación e irresponsabilidad por el problema de las
políticas nacionales de comunicación, salvo en los
momentos electorales que pelean el espacio y tiempo de exposición
de sus candidatos en los medios para ganar votos o en coyunturas
políticas muy especiales que les permiten legitimarse u obtener
simpatías ante la opinión pública. El resto
del año o del ciclo político ignoran esta realidad
vertebral para construir la conciencia colectiva.
Y finalmente, en cuarto término,
aunque existen cada vez más brotes de iniciativas aisladas
en la sociedad civil, fundamentalmente el cerebro de la sociedad
mexicana queda debilitado grandemente por la ausencia de un proyecto
público orgánico de transformación y uso democrático
de los medios de comunicación para el desarrollo equilibrado
de la nación, y sin sólidas fuerzas o frentes sociales
reales que permitan su surgimiento desde la gran sociedad civil
organizada.
Es por ello, que en este gobierno
es necesario repensar que hacer en términos políticos
para crear otro proyecto colectivo de comunicación social
que rescate el espíritu democratizador de la sociedad mexicana
y permita la expresión de los grandes grupos a través
de los medios de difusión colectivos.
III.- ¿ QUE HACER ?: HACIA
UNA NUEVA POLITICA DE COMUNICACION SOCIAL EN EL MARCO DE LA GLOBALIZACION.
El modelo de desarrollo modernizador
que gradualmente ha adoptado México al final del siglo XX
con el Tratado de Libre Comercio en sus estructuras culturales para
incorporarse al nuevo orden mundial surgido después de la
guerra fría, basado mayoritariamente en el supuesto del poder
regulatorio mágico de la mano invisible del mercado para
dirigir la participación social; ha comprobado en una década
sus enormes limitaciones y las bárbaras deformaciones humanas
que ha producido. Ejemplo de ello, han sido la drástica devaluación
del peso, la brutal fuga de capitales, el colapso agropecuario,
la bárbara destrucción ecológica en todo el
territorio nacional, la incontenible corrupción, el agudo
desempleo, la marcada reducción de nuestro nivel de calidad
de vida, el aumento de la incredulidad institucional, el surgimiento
de 13 grupos de guerrillas, la crisis de esperanza de la juventud,
el aumento de la violencia, etc.
Por ello, después del fracaso
de dicho modelo ahora se requiere la búsqueda e implementación
de nuevas políticas, especialmente de cultura y comunicación,
para lograr la participación de la sociedad a través
de otros procesos de información y contribuir, con ello,
a resolver las agudas contradicciones mentales que limitan el crecimiento
equilibrado de nuestra nación (8).
En este sentido, es fundamental
sustituir dentro del contexto de la modernidad la idea de crear
un Estado Mínimo o Ultra Mínimo en el área
cultural de México a través de la adopción
indiscriminada de la política del laissez faire informativo;
para ahora introducir la concepción estratégica del
Nuevo Estado Básico para la Sobrevivencia Social sin el cual
no podrán construirse un orden civilizatorio superior que
mantenga las condiciones elementales de la convivencia en comunidad,
especialmente, en la medida en que en el país somos crecientemente
sociedades de masas cada vez mayores (9).
Nuevo Estado Básico para la Sobrevivencia Social que no se
limite a ejercer la labor meramente vigilancia policíaca,
de atención a las urgencias inmediatas, de cubrir el servicio
de recolección de basura, asistencia de los bomberos, etc.,
sino sobretodo que haga posible la participación democrática
de la población en los procesos de creación de cultura
y comunicación colectivos. Es decir, una comunicación
de Estado al servicio del hombre y no el hombre al servicio del
mercado, vía la información.
Debemos recordar que ya en el siglo
XIX las profundas alteraciones que produjo el funcionamiento autónomo
del mercado autoregulado en México generaron tantas contradicciones
sociales que dieron origen al capitalismo salvaje e hicieron indispensable
el surgimiento del Estado Benefactor para corregir dichos antagonismos
insostenibles. Por ello, desde principios del siglo XX se intentó
sustituir la lógica de la supremacía del mercado,
por otra lógica más sensible y humana de justicia
y participación social (10).
Incluso, constatamos que las principales
naciones que impulsaron el modelo neoliberal del Estado Mínimo
en los años 80s. como fueron los gobiernos de Ronald Regan
en Estados Unidos y de Margaret Thatcher en la Gran Bretaña,
a mediados de la década de los 90s. fueron corregidos drásticamente
por los respectivos gobiernos de William Clinton en Norteamérica
y de John Major en Inglaterra para fortalecer de nuevo al Estado
Benefactor y resolver las grandes contradicciones que produjeron
la aplicación irrestricta de las leyes del mercado en estos
países. Dicha neointervención del Estado planteó
ajustar el rumbo autónomo del mercado a través de
una acción mas activa de éste en la gestación
de las macro políticas de crecimiento, pero no supone suprimirlo
(11).
Es por esto, que ante el nivel límite
de evolución en el que nos encontramos como civilización
nacional y frente a la creciente realidad de establecer la Iniciativa
del Mercado en el campo de la cultura y la comunicación colectiva
del país, debemos considerar que así como una cantidad
de actividades estratégicas para el desarrollo del Estado
Mexicano no pueden dejarse en manos del sector mercantil, a riesgo
de que desaparezcan como es el caso de la medicina preventiva, la
generación del transporte urbano público, el impulsar
a la ciencia básica, la producción de infraestructura
urbana (12), etc; así
tampoco puede delegarse a éste la construcción de
una Cultura Social para la Sobrevivencia Nacional. Esto debido,
a que aunque, paradójicamente, a largo plazo, la planificación
cultural es la inversión económica más rentable
que existe en México, a corto plazo, no es lucrativa dentro
de los criterios de ganancia pecuniaria y de corto plazo que establece
la actual concepción neoliberal de la vida.
Por ejemplo, en el campo de la física
el descubrimiento del Boscon de Higgs o el invento del acelerador
de partículas mas costoso del mundo SSC, no pudieron desarrollarse
sin la aportación multimillonaria de los Estados de la Comunidad
Económica Europea y del Estado Americano (13).
De igual forma, la formación de una cultura ecológica,
de una cultura de conservación de las especies que componen
la conservación de las cadenas de reproducción de
la vida, de una cultura de la defensa de los ancianos, de una cultura
del cuidado del Planeta Tierra, de una cultura de la convivencia
civil, de una cultura de revaloración de lo nacional, de
una cultura de la promoción de la vida, etc. que son niveles
de cerebralidad mínimos que requerimos construir y conservar
para sobrevivir en sociedad de masas cada vez mayores; tendrán
que ser creadas por el Estado y la sociedad civil, ya que para el
sector mercantil no es rentable efectuarla.
Ante este panorama de creciente
desigualdad comunicativa y espiritual que se establece con la aplicación
del modelo de mercado del Tratado de Libre Comercio en nuestra República,
es necesario que el Estado mexicano cree las condiciones de otro
equilibrio cultural a través de la elaboración de
una Nueva Política de Cultura y Comunicación Social
para la Sobrevivencia Nacional, que actualmente no existe y se requiere
urgentemente para coexistir. Para ello, hay que considerar que así
como en el campo económico el Estado reprivatizó la
banca estatal y paralelamente impulsó la banca de desarrollo
para apoyar a los sectores más desfavorecidos, o que así
como vendió empresas públicas para destinar fondos
a los proyectos de equilibrio social vía el Programa Nacional
de Solidaridad (14); ahora, es
necesario que así como ha permitido crecientemente el juego
de los principios del mercado en el área cultural, se apoye
la dinámica de Equilibrio de la Comunicación Social
que surge desde las necesidades de expresión y participación
ideológica más apremiantes de los grupos mayoritarios
del país.
Con ello, se podrán rescatar
los aspectos positivos que ofrece la economía de mercado
en el campo cultural, como son la eficiencia, la competitividad,
la libertad individual, la apertura de mercados, la adopción
de nuevos financiamientos, etc.; y al mismo tiempo se aplicarán
los contrapesos culturales de nivelación mental necesarios
para sobrevivir que no están incluidos en el frío
cálculo económico neoliberal. Frente a esto en imprescindible
considerar que la práctica del libre juego de las fuerzas
culturales y comunicativas, no generan automáticamente un
proceso de comunicación superior; sino que para lograrlo
se requiere la presencia y la acción de procesos sociales
planificadores, con alto nivel de participación de la sociedad
civil (15). Contrapesos planificadores
que no sean burocráticos, estatistas, paternalistas o populistas;
pero que si vinculen globalmente los principales requerimientos
de desarrollo social con la dinámica de producción
cultural e informativa.
De lo contrario, los grandes límites
naturales, que por sí misma, fija la economía de mercado
sobre las dinámicas comunicativas, generarán más
contradicciones culturales que las pretende resolver por la acción
de la oferta y la demanda; y que sólo podrán ser resueltas
con la introducción de la Racionalidad de la Comunicación
Social en el campo de lo público. De no construirse esta
política de equilibrio en el área comunicativa y cultural,
cada vez más, se vivirá el profundo divorcio existente
entre necesidades materiales y espirituales de crecimiento social
y la formación de la cerebralidad colectiva para resolverlas.
En este sentido, hoy estamos obligados
a preguntarnos con todo rigor: En la etapa de la apertura de fronteras
¿ Cuál debe ser la función rectora del Estado
en el campo de la comunicación colectiva ?. ¿ Hasta
dónde a mediano y largo plazo este modelo de desarrollo modernizador
creará una cultura que propicie el verdadero crecimiento
de nuestra sociedad o producirá un retroceso del avance del
Hombre ?. ¿ Qué acciones culturales debemos de realizar
para reforzar nuestra identidad nacional dentro de los marcos de
los principios del mercado ?. ¿ Cómo producir una
cultura del desarrollo social dentro de la dinámica de la
oferta y la demanda ?. ¿ Cómo conciliar las presiones
de un modelo económico que deforma la estructura cultural
para incrementar sus niveles de acumulación material, con
la necesidad urgente de formar una cultura global para la sobrevivencia
humana y el respeto a la vida ?. En la fase de globalización
del país ¿ Cuáles deben ser los contenidos
culturales de una política nacional de comunicación
social que propicie que se eleven los niveles de calidad de v que permita que los medios de información se orienten hacia
el desarrollo de nuestra conciencia para resolver nuestros conflictos
de crecimiento; pues el proceso de la globalización mundial
nos lleva a la creación de un nuevo orden cultural que modifica
los contenidos y las fronteras ideológicas de los actuales
Estados nacionales. De no efectuar esto, el alma cultural de nuestra
sociedad correrá el gran riesgo de quedar sepultada por los
nuevos espejismos de la modernidad y sus derivados simbólicos
parasitarios de ésta nueva fase del desarrollo de la sociedad
capitalista internacional.
De aquí, la enorme importancia
que la sociedad civil presione a las Comisiones de Cultura y de
Comunicación Social de la Cámara de Diputados del
LVIII Período Legislativo para reglamentar con gran profundidad
la operación de dichos medios de comunicación, pues
en última instancia no se esta legislando sobre simples instituciones
de esparcimiento, diversión o información; sino sobre
un fenómeno central de transformación y ampliación
cotidiana de la estructura del Estado Mexicano y de la conciencia
nacional.
Para ciudadanizar los medios de
información en México y dar algunas salidas de participación,
a través de éstos, a los grandes grupos sociales,
es indispensable, modificar el viejo pacto social desequilibrado
existente entre el Estado mexicano, los medios de comunicación
y la sociedad, que sirvió de base para consolidar durante
70 años al decadente régimen político anterior.
Ahora, es necesario construir, mediante la reforma del Estado, una
nueva relación democrática, plural, equilibrada y
abierta que permita que los ciudadanos participen colectivamente,
vía éstos, para contribuir a construir y enriquecer
el espectro político-cultural de nuestra nación y
crear una nueva cultura civilizatoria superior que nos permita sobrevivir
en nuestro país.
Debemos reconocer, que "la
Reforma del Estado en materia de comunicación, no es una
reforma jurídica mas para modernizar al Estado mexicano;
sino que por su naturaleza vertebral que cruza todos los ámbitos
de la vida comunitaria y cotidiana, es la reforma mas importante
de la sociedad mexicana de principios del siglo XXI, pues será
a partir de esta renovación como se determinarán las
vías que modificarán o no los procesos para construir
la conciencia colectiva nacional de final de milenio. De ello dependerá
si se crean las bases político-sociales para generar una
conciencia para el avance de la República o para su retroceso
mental, social y civilizatorio en el nuevo milenio" (16).
La transformación de la estructura
de comunicación nacional es un proceso muy complejo que requiere
la participación no sólo del Estado, sino de muchos
otros sectores de la sociedad en diversos planos de acción.
Por ello, para avanzar en la reforma del Estado mexicano en materia
de comunicación y construir una Nueva Política Nacional
de Comunicación, se deberán contemplar y realizar,
entre otras, las siguientes acciones de transformación de
la estructura informativa en el plano legislativo, político
y académico:
En el Plano Legislativo:
1.- El Estado debe rescatar su
función rectora en el campo de la comunicación frente
a la dinámica salvaje que han alcanzado las fuerzas del mercado
en éste terreno, para construir un nuevo proyecto de comunicación
nacional basado en la participación de las comunidades.
2.- Es necesario que se replante
el pacto social de comunicación existente entre el Estado,
los medios de información y la sociedad para orientarlo hacia
un nuevo pacto tripartita de participación ciudadana que
equilibre el actual funcionamiento desigual.
3.- Se requiere que el Poder Legislativo
limite constitucionalmente las facultades discrecionales del Poder
Ejecutivo en el campo de la comunicación colectiva, para
crear un marco normativo más democrático y justo en
el funcionamiento de los procesos de comunicación social.
4.- Es imperativo elevar a rango
constitucional el acceso a la información y a la comunicación
como un bien y un derecho público al cual han de acceder
y ejercer todos los mexicanos.
5.- Es indispensable que se actualice
el contexto jurídico amplio de las leyes sobre comunicación
social para adaptarla a los desafíos de la sociedad nacional
del siglo XXI. Para ello, es conveniente retomar el espíritu
del proyecto de Ley Federal de Comunicación Social y el Proyecto
de Ley Reglamentaria de los Artículos 6 y 7 Constitucionales
en Materia de Libertad de Expresión y Derecho a la Información
preparado por la Comisión de Radio Televisión y Cinematografía
(RTC) de la XLVII Legislatura del Congreso para discutirlo y perfeccionarlo.
6.- Se requiere garantizar el respeto
al libre ejercicio profesional del informador y facilitar su acceso
a las fuentes de información públicas y privadas (17).
7.- Se necesita garantizar el Derecho
de Replica en todos los medios de comunicación como una garantía
constitucional elemental (18).
8.- Es indispensable que se discuta
en el Congreso de la Unión los criterios de renovación
y supervisión de las concesiones de radio y televisión
para los próximos años y que no sólo dependa
de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. Hay que
recordar que están próximas a vencer las siguientes
concesiones:
VENCIMIENTO DE
CONCESIONES DE TELEVISION EN EL
DISTRITO FEDERAL
CANAL |
ADSCRIPCION |
FECHA DE VENCIMIENTO |
2 |
Televisa |
2 de julio del 2009 |
4 |
Televisa |
1 de septiembre del 2000 |
5 |
Televisa |
20 de enero del 2009 |
7 |
TV Azteca |
29 de abril del 2006 |
9 |
Televisa |
1 julio 2009 |
13 |
TV Azteca |
9 de mayo del 2008 |
22 |
CONACULTA |
16 de abril del 2001 |
40 |
Televisora del Valle de México |
2008 * |
Fuente: Periódico Milenio
Semanal, No 152, México D.F., 7 de agosto del 2000. Internet:
<http://www.milenio.com/frame.asp?url>
* No se obtuvo información precisa.
9.- Es importante que se cree la
figura del Ombudsman de la comunicación, para analizar imparcialmente
los conflictos de intereses que se dan en éste terreno.
10.- Es imperativo que el Estado
fortalezca y amplié el esquema de medios de comunicación
de servicio público para cumplir con su función de
rector nacional y equilibrar el funcionamiento del modelo de comunicación
de mercado.
11.- Se debe exigir el uso transparente
y equitativo de tiempos del Estado en radio y televisión,
legales, fiscales y electorales y revisar la aplicación y
vigencia del tiempo llamado fiscal. (19).
12.- A través del aprovechamiento
del 12.5 % de los tiempos oficiales es imperativo que el Estado
fortalezca y amplié el esquema de medios de comunicación
de servicio público para cumplir con su función de
rector nacional y equilibrar el funcionamiento del modelo de comunicación
de mercado.
13.- El Estado debe abrir la participación
de la sociedad civil organizada en los tiempos oficiales ya que
son espacios que se otorgan en las concesiones que la sociedad en
su conjunto le delega al Estado para que éste los administre
en base al bien común.
14.- Es necesario discutir públicamente
en el Congreso de la Unión y en los diversos sectores de
la sociedad civil con que políticas aplicar el uso de los
diversos tiempos oficiales para construir con estos dentro de la
actual infraestructura de medios comercial-privados un amplio sistema
de Medios de Comunicación de Estado de Servicio Público.
Esto significaría contar con un gran frente de medios de
servicio público con alta penetración y con un mínimo
de inversión del Estado y de la sociedad.
15.- Se requiere rescatar y ampliar
los pocos espacios que se han dedicado a la difusión y construcción
de valores plurales y cívicos vía los medios de comunicación
de masas, y proponer alternativas para impulsar la edificación
de una cultura cívico-democrática más madura
en nuestro país.
16.- Es necesario promover la creación
de órganos plurales con participación de la sociedad
civil en la vigilancia de la normatividad relacionada con el funcionamiento
global de los medios de comunicación.
17.- Se requiere promover el respeto
irrestricto a la privacidad de los ciudadanos que impida exhibirlos
ante la sociedad vía los medios de manera morbosa, injuriosa
o difamante.
18.- Finalmente, es necesario rescatar
y preservar la memoria histórica de nuestra sociedad como
parte del Derecho a la Información.
En el Plano Político:
1.- Se debe formar un frente cívico
nacional de naturaleza plural y amplia que concentre a las principales
organizaciones, movimientos e instituciones que han trabajado en
los últimos años por la transformación del
sistema de comunicación nacional, con el fin de que presionen
políticamente para que se logre la aplicación del
Derecho a la Información y la democratización de los
medios de difusión en nuestro país. La primera acción
de dicho frente deberá ser la organización de un Congreso
Nacional de la Sociedad civil para discutir con el Estado y el Poder
Legislativo la renovación del vencimiento de las próximas
concesiones de televisión y la distribución del nuevo
espacio radioeléctrico en el país.
2.- Mientras se logra, a largo
plazo, el proceso de cambio en la estructura de funcionamiento de
la comunicación nacional, a corto plazo, los receptores deben
empezar a aplicar su enorme poder de presión colectiva al
dejar de ver o escuchar aquellos programas que atenten contra los
derechos ciudadanos y dejar de consumir aquellos productos que los
financien. En la medida en que esta fuerza ciudadana se amplíe,
se desencadenarán en breve tiempo, importantes transformaciones
en los medios de comunicación, especialmente en sus barras
de programación.
3.- Con apoyo de las principales
organizaciones ciudadanas simpatizantes con la democratización
de los medios se deber realizar movilizaciones civiles cada vez
que se violen el Derecho a la Información en los medios de
difusión.
4.- La ciudanía debe exigir
permanentemente a sus legisladores representantes en el Congreso
de la Unión que presionen legislativamente para lograr el
Derecho a la Información.
5.- La sociedad civil debe exigir
a los partidos políticos que incluyan en sus plataformas
ideológicas acciones concretas para la democratización
de los medios de difusión.
6.- Solicitar al Estado mexicano
que una de las tres frecuencias de televisión otorgadas al
Estado como reserva de comunicación estratégica sea
entregada al Poder Legislativo para que el Canal del Congreso de
la Unión pueda ser transmitido en frecuencia abierta y se
pueda recibir sin costo extra en todo el territorio nacional y no
sólo opere por cable.
7.- La sociedad civil organizada
debe exigirle al Estado mexicano que cumpla internamente con los
contenidos de los acuerdos que ha firmado a nivel internacional
en el campo de la comunicación y la cultura. Esta realidad
ofrece de ipso un enorme respaldo jurídico para avanzar en
el proceso de pluralidad de las estructuras de comunicación
y en el reconocimiento de derechos sociales informativos, pues ética
y jurídicamente no se pueden adquirir compromisos internacionales
y no aplicarlos nacionalmente.
8.- Para contribuir a crear las
bases mentales de una nueva sociedad y complementar la formación
cultural de los jóvenes, la sociedad civil debe demandar
al Secretario de Educación Pública del nuevo gobierno
que se incluya en los programas de enseñanza del nivel primario,
secundario y preparatorio la materia denominada recepción
de los contenidos de los medios de información.
9.- Basándose en que los
medios de difusión se otorgan por concesiones, la sociedad
civil debe exigir al nuevo gobierno que el Estado mexicano otorgue
a la sociedad civil organizada otra de las tres frecuencias reservadas
al Estado y nuevos espacios en la ampliación del espectro
electromagnético, para construir medios y franjas de información
ciudadanas.
10.- Presentar sistemáticamente
a la Comisión de Radio Televisión y Cinematografía
(RTC) de la Cámara de Diputados y Senadores las conclusiones
que se deriven de cada foro local, regional o nacional sobre la
democratización de la comunicación y la aplicación
del Derecho a la Información y solicitar que se tomen en
cuenta en las políticas de gobierno.
En el Plano Académico:
1.- Las escuelas de comunicación
y los centros de investigación deben sistematizar con todo
rigor los miles de diagnósticos y propuestas que la sociedad
civil ha presentado en los últimos años sobre cada
una de las realidades particulares de la comunicación nacional
(televisión, radio, cine, prensa, nuevas tecnologías,
publicidad, etc.), para elaborar una super síntesis intelectual
de lo que históricamente se ha propuesto para transformar
el actual sistema de información colectiva.
2.- Los centros de investigación
deben producir los conocimientos orgánicos específicos
que requiere coyunturalmente la sociedad civil para transformar
permanentemente la estructura de la comunicación nacional.
3.- Los centros académicos
a través de sus programas académicos deberán
realizar un diagnóstico permanente sobre la forma en que
los medios de información respetan o no el marco normativo
de los mismos e informar al Estado y la sociedad civil sobre sus
resultados.
De no avanzar sobre este horizonte
en el próximo gobierno, encontraremos que en plena fase de
modernización nacional con los tratados de libre comercio
se habrán modificado las estructuras económicas, políticas,
jurídicas, tecnológicas, etc. de nuestra sociedad;
pero no se habrán transformado las estructuras mentales profundas
que, en última instancia, son las que sostienen y le dan
vida a nuestra comunidad. Bajo estas circunstancias la sociedad
mexicana estará avanzando con los ojos vendados por un precipicio
muy peligroso y dentro de algunos años veremos y sufriremos
las consecuencias devastadoras que habrá dejado sobre nuestra
conciencia y comportamientos colectivos la presencia del funcionamiento
desregulado de la lógica de mercado en el terreno cultural
y espiritual de nuestro país.
De otra forma, teniendo posibilidades
de sobra para comprender hacia donde tiende a evolucionar el proyecto
cerebral de nuestra sociedad ante el fenómeno de la globalización
cultural y de aplicar las medidas correctivas necesarias para mantener
el rumbo de comunidad autónoma; habremos elegido el camino
de la incondicionalidad ideológica que nos lleva a convertirnos
en ciervos que no buscan alternativas ante el proyecto de la modernización;
sino a someternos dócilmente a ésta: Entonces habremos
entrado por propia voluntad en el fast track de la desnacionalización
y el extravío mental.
Pensamos que con la consideración
y aplicación de estas políticas informativas, se podrá
colaborar a producir contextos más humanos que los que ahora
nos enmarcan en el país; ya que de no transformar esta tendencia
comunicativa salvaje, para el próximo siglo tendremos en
México centros regiones económicas más interrelacionadas
con la globalización, con más máquinas inteligentes,
con mayores inversiones extrajeras, con más centros de información,
con mayor incorporación de nuestra economía a los
procesos de globalización, con más edificios modernos,
con más automóviles, con más super carreteras,
con nuevos centros de consumo, etc; pero también tendremos
en nuestra República conglomerados de comunidades humanas,
mas destruidas que las que ahora conocemos por la ausencia de una
cultura cívico-democrática.
No podemos olvidar que la reforma
del Estado y la construcción de la nueva sociedad que demanda
el México Profundo del siglo XXI que ya se ha manifestado
radicalmente, a través de los levantamientos populares, requiere
la producción de un nuevo eje cultural, y éste en
nuestro país, creemos que en este sexenio de gobierno, deberá
girar alrededor de la renovación de los medios de comunicación
nacionales, especialmente de la televisión.
IV.- NOTAS.
(1)
Labra, Armando; Prólogo, La legislación mexicana
en radio y televisión, Colección Ensayos, Universidad
Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México,
D.F., primera reimpresión 1989, página 7.
(2)
Información relevante sobre medios de comunicación
en México, Documento estadístico de apoyo preparado
para la Conferencia Internacional sobre El Derecho a la Información
en el Marco de la Reforma del Estado en México, Cámara
de Diputados, LVII Legislatura, mayo de 1998, México, D.F.,
27 páginas.
(3)
Un estudio reveló que los mexicanos son los que mas tiempo
pasan frente a la televisión en América, Crónica,
7 de abril da 1998; Los mexicanos pasan mas horas frente a la
televisión, El Nacional, 7 de abril de 1998.
(4)
Caballero, Virgilio; Los contenidos de las programaciones de
las televisoras estatales, Memoria del Tercer Encuentro Nacional
de Televisoras Estatales, RTC, Televisión Mexiquense e Imevisión,
Toluca, Estado de México, México, septiembre de 1986,
paginas 45 a 47.
(5)
Esquema de participación
de los movimientos sociales, vía los medios de comunicación
(6)
Caballero, Virgilio; Los contenidos de las programaciones de
las televisoras estatales, Memoria del Tercer Encuentro Nacional
de Televisoras Estatales, RTC, Televisión Mexiquense e Imevisión,
Toluca, Estado de México, México, septiembre de 1986,
paginas 45 a 47.
(7)
Para ampliar este horizonte, revisar Nuevas experiencias de comunicación
masiva: Las radios "piratas" en el D.F.: Una historia
hacia la democracia, Mónica Palomino González,
Revista Razón y Palabra No. 12, Año 3, Primera Revista
Electrónica en America Latina Especializada en Medios de
Comunicación, Proyecto INTERNET, Instituto Tecnológico
de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), Campus Lago de Guadalupe,
Estado de México, México, octubre de 1998 - enero
de 1999, 5 paginas.
(8)
Algunas de las contradicciones que se reflejan entre el nivel de
conciencia y el proyecto de desarrollo nacional se manifiestan en
la oposición creciente que se establece entre formación
de la conciencia nacional y la difusión de los contenidos
de los medios de comunicación, particularmente electrónicos,
en México. En este sentido, debido a la cultura paralela
que han formado los medios electrónicos de difusión
en México en las últimas décadas, se observa
que los niños mayores de seis años conocen más
la información televisiva que la transmitida en la escuela
primaria o otros órganos culturales. Por ejemplo, en el terreno
de la realidad nacional el 77% de los pequeños retienen más
frases como "La chispa de la vida" o "Recuérdame"
y sólo el 49% conserva otras como "¡Viva la Independencia!
o "La solución somos todos" o "El respeto
al derecho ajeno es la paz". De igual manera, mientras que
casi la totalidad de los niños (92%) retiene la imagen del
Gansito Marinela, menos de dos terceras partes (64%) identifica
la Columna de nuestra Independencia o al cura Hidalgo. El 63% de
los niños asocia fácilmente el tema de la tarjeta
de crédito "Carnet" y sólo el 43% reconoce
la frase "El respeto al derecho ajeno es la paz". En resumen,
observamos que de cada diez personajes que los niños identifican,
sólo tres son de la historia de México.
En el campo de la historia, el 67%
de los niños identifican los días y horarios en que
se transmiten sus programas favoritos de televisión, mientras
que sólo el 19% enuncia las fechas en que ocurrieron los
acontecimientos más significativos de la historia nacional.
Los super héroes de la televisión como "La mujer
maravilla", son más conocidos por los pequeños
(98%) que los héroes de la Revolución mexicana (33%).
"El Chapulín Colorado" es más evocado por
los infantes (96%) que los Niños Héroes de Chapultepec
(82%). "Supermán" está más presente
en la mente de los pequeños (97%) que Don Benito Juárez.
En materia religiosa, no obstante
que nuestra sociedad es acentuadamente católica, más
de la mitad de los niños (56%) conoce el día en que
se transmitía "Hogar dulce hogar", mientras que
sólo el (86%) recuerda el día en que se celebra la
Navidad. Mientras el 55% de los niños puede decir qué
día se difundía el programa "Mis huéspedes",
sólo el 32% sabe la fecha en que se celebra la fiesta de
la Virgen de Guadalupe. Los pequeños identifican mejor el
logotipo de "Sabritas" (86%) que una ostia (46%).
En el área cívica,
el 87% de los infantes conoce los días en que se transmiten
los programas cómicos y sólo el 13% sabe la fecha
en que toma posesión el Presidente de la República.
Sólo el 8% conoce la fecha en que el primer mandatario rinde
su informe anual, mientras que el 61% sí puede decir el día
y la hora en que aparecen las series fantásticas. El 83%
de los niños identifica el logotipo de los pastelitos rellenos
y sólo el 63% conoce el Calendario Azteca. Mientras que el
81% de los pequeños evoca el logotipo de los productos "Marinela",
sólo el 66% identifica el escudo nacional. Las tres cuartas
partes (77%) de los niños identifican la imagen de Chicles
Adams y menos de una quinta parte (17%) reconoce el Monumento a
la Revolución. Finalmente, el logotipo de los chocolates
"Carlos V" es más reconocido (77%) que el Monumento
del Angel o la columna de la Independencia (40%). La Televisión
y los Niños. Conocimiento de la Realidad Televisiva Vs. Conocimiento
de la Realidad Nacional, Cuadernos del Consumidor, Instituto
Nacional del Consumidor (INCO), México, D.F., noviembre de
1982.
Este problema de identidad se agrava
crecientemente en la medida en que se avanza en la aplicación
de los principios de mercado del Tratado de Libre Comercio sobre
la comunicación colectiva nacional y se acentúa el
debilitamiento de la política educativo-cultural del Estado
Mexicano.
(9)
En el TLC el mercado fijará precios a los básicos,
Excelsior, 27 de marzo de 1992; ¿De qué sirve la
democracia si pervive el mercantilismo en América Latina?,
Excelsior,, 3 de junio de 1992; Está en duda que el mercado
solucionará mágicamente los problemas económicos,
El Financiero, 26 de noviembre de 1993.
(10)
La lógica del mercado, El Financiero, 4 de agosto de
1992; Regula la existencia de la sociedad, Excelsior, 31
de mayo de 1992; Base del Estado corporativo, Excelsior,
2 de junio de 1992; Intervencionismo del Estado. Orígenes
y modalidades del Estado, Excelsior, 3 de junio de 1992; Izquierda
y totalitarismo. Orígenes y modalidades del Estado, Excelsior,
4 de junio de 1992; La teoría del Estado. Orígenes
y modalidades del Estado, Excelsior, 5 de junio de 1992.
(11)
El retiro del Estado impone retos capitales al neoliberalismo,
Excelsior, 28 de septiembre de 1993; El cambio debe ser garantía
de justicia, Excelsior, 28 de septiembre de 1993; La nueva
cara del regulador económico, Excelsior, 28 de septiembre
de 1993; Peligro el capitalismo salvaje, Excelsior, 2 de
noviembre de 1993.
(12)
Sí al neoestatismo para guiar y no remplazar al mercado,
Excelsior, 13 se abril de 1992; Corrige J. Major a M. Thatcher
y fortalece al Estado Benefactor, Excelsior, 15 de julio de
1992; Profundo rechazo en Wall Street a Clinton. Temor a un incremento
de tasas de interés e inflación, El Financiero,
13 de noviembre de 1992; El Neointervencionismo Estatal,
El Financiero, 23 de noviembre de 1992; Clinton: ¿Un nuevo
Liberalismo Social?, El Financiero, 24 de noviembre de 1992;
Clinton, intervencionista astuto si concilia Estado y mercado,
Excelsior, 26 de noviembre de 1992.
La aplicación del liberalismo
a ultranza en Estados Unidos durante más de 15 años
provocó que una pequeña minoría se enriqueciera
desproporcionadamente, mientras la mayoría social se convirtiera
en más pobre, sin encontrar en el "paraíso capitalista"
la felicidad prometida. De igual forma, la implementación
durante varios años de la dinámica de la "mano
invisible" en Inglaterra descuidó la educación
pública al grado que en 1992 sólo el 34 % de los jóvenes
entre 16 y 18 años gozaban de un sistema de capacitación,
contra 47 % en Alemania y 66 % en Francia. El Neoliberalismo continúa
haciendo "agua" en Estados Unidos, El Universal, 2 de
octubre de 1993.
(13)
¿Realmente debemos confiar todo a la Iniciativa Privada?:
El caso de la Física, El Financiero, 1 de noviembre de
1991.
(14)
Liberalismo social, nuestra filosofía; Contra Estatismo y
Neoliberalismo absorbente, El Financiero, 5 de marzo de 1992.
El liberalismo social, Excelsior, 7 de marzo de 1992; El
liberalismo social: Nuestro camino, Uno Más Uno, 8 de
marzo de 1992; ¿Neoliberalismo social?, Uno Más
Uno, 11 de marzo de 1992; Entre la política y la economía.
La condición de los serviles, Excelsior, 13 de marzo
de 1992; El liberalismo social fortalece la soberanía,
Uno Más Uno, 1º de marzo de 1992; Recursos a los
marginados con mecanismos de mercado, Excelsior, 14 de marzo
de 1992; Que del liberalismo, Uno Más Uno, 17 de marzo
de 1992; De nuevo sobre el liberalismo, Uno Más Uno,
10 de marzo de 1992; El liberalismo social se vive con el Pronasol,
Excelsior, 21 de marzo de 1992; Ni la soberanía es obsoleta,
ni existe un modelo único, Excelsior, 22 de marzo de
1992.
(15)
Requiere la sociedad actual de una nueva revolución científica,
Uno Más Uno, 31 de marzo de 1992.
(16)
Javier Esteinou Madrid, Diagnóstico y propuestas para
la democratización de los medios de comunicación en
México, Seminario: "La Propiedad de los Medios y
el Acceso Ciudadano en América Latina", Asociación
Mundial Para la Comunicación Cristiana (WACC), Observatorio
Ciudadano de los Medios de Comunicación, Academia Mexicana
de Derechos Humanos, Alianza Cívica, Asociación Mexicana
por el Derecho a la Información, Comunicadores por la Democracia,
Consejo de Educación de Adultos Para América Latina,
México, D.F., Hotel Casablanca, 8 al 10 de noviembre del
2000.
(17)
Asociación Mexicana de Derecho a la Información,
Objetivos centrales, Documento Base, México, D.F. enero del
2000, páginas 5 y 6.
(18)
Ibid.
(19)
Ley Federal de Radio y Televisión y su Reglamento,
Artículo 90, Comisión de Radio Televisión y
Cinematografía, (RTC), Cámara de Diputados, LVII Legislatura,
México, D.F, junio del 2000, paginas 36 y 37.
Dr.
Javier Esteinou Madrid
Investigador Titular del Departamento de
Educación y Comunicación de la Universidad Autónoma
Metropolitana,Unidad Xochimilco, México, D.F, México.
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