Por Mariano Cerbián
Número 23
Se
cumplen treinta años en España desde que los estudios
sobre comunicación entraron en la Universidad procedentes
de las Escuelas Oficiales de Periodismo, Cine, Radio y Televisión
y Publicidad orientadas a la transmisión de conocimientos
y habilidades profesionales. En la actualidad se llega ya a la treintena
de Facultades de Comunicación públicas y privadas.
La Universidad asumió la docencia y aportó la investigación
y la rigurosidad metodológica, pero se vio envuelta en la
masificación de alumnos que generó problemas graves
en sus funciones y en su vinculación con la práctica
profesional. La Ley de Reforma Universitaria de 1983 mantuvo el
título de Doctorado para la formación de investigadores
e impulsó la creación de títulos propios de
cada Universidad para estrechar sus relaciones con las empresas.
Las Facultades de Comunicación han aprovechado esta posibilidad
y ofrecen a los postgraduados decenas de titulaciones especializadas.
Esto ha fomentado una prolífica vinculación con las
empresas mediante patrocinios, becas y prácticas. Varios
periódicos y cadenas de radio y televisión se han
unido a alguna Universidad para ofrecer conjuntamente un Máster
del cual seleccionan luego a sus trabajadores. Es la unión
de los conocimientos universitarios con las habilidades y destrezas
profesionales.
No obstante, todavía queda
por desarrollar la "alfabetización" mediática
de la sociedad, a pesar de que cada ciudadano dedica un promedio
de más de tres horas diarias al consumo de medios. Es otra
responsabilidad que deberá cubrir también la Universidad
ya que las empresas nunca lo harán.
La investigación académica
no acaba de adentrarse, salvo excepciones, en la observación
y análisis de los procesos reales de producción, difusión
y recepción, de los cambios tecnológicos y comunicativos
y de los lenguajes emergentes. Gran parte de la investigación
se efectúa desde perspectivas externas y con frecuencia excesivamente
especulativas y alejadas de la realidad sin aportaciones en las
que los profesionales puedan fundamentar sus trabajos. También
se echa en falta la experimentación para ofrecer productos
comunicativos innovadores.
Son ausencias que obligan a una
profundización en la investigación básica para
la construcción de nuevos paradigmas comunicativos y en la
investigación aplicada para dar respuesta a las necesidades
de la sociedad, de las empresas y de los usuarios de la comunicación.
Si esto no se resuelve, se ampliará la brecha entre la Universidad
y las prácticas profesionales y, lo que es más grave
aún, con la sociedad de la que nace y a la que debe entregarse
con la docencia, investigación y experimentación.
Dr.
Mariano Cebrián
Catedrático e investigador de la Universidad
Complutense de Madrid, España. |