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Por Alma Espinosa Menéndez
Número 25
La idea del cambio se gestó
en el imaginario social de los mexicanos a partir de 1968. Desde
entonces a la fecha, el sistema político mexicano entró
en una etapa de crisis profunda que lo llevó a enfrentar
una crisis de credibilidad y acaso de legitimidad después
del proceso electoral de 1988, para pasar a la crisis política
de 1994 y llegar al cambio en el año 2000.
En la construcción de ese
imagianrio social tuvieron mucho que ver, como señala la
teoría, los mass media. Antaño constreñidos
y sujetos a una ley no escrita de obediencia y sumisión al
régimen en turno, los medios desempeñaron un muy cuestionable
papel desde la perspectiva de su función social .
Aunque limitados por muchos años
en su libertad de expresión, la contribución de los
medios masivos al cambio de partido en el poder que se vivió
en México no debe subestimarse. El proceso electoral del
año dos mil que llevó a la primera magistratura del
país al candidato de un partido opositor al PRI, es el antecedente
desde el cual puede enfocarse el triunfo de un partido de oposición
en Michoacán el 11 de noviembre del 2001.
Así, en Michoacán
se consolida algo que venía gestándose desde años
atrás; el cambio de partido en el gobierno estatal era una
demanda ciudadana que empezó a manifestarse cuando el agotamiento
del modelo político instaurado por el Partido Revolucionario
Institucional ya no dio para más, es decir, cuando las fuerzas
políticas locales perdieron la coherencia que antaño
les permitió crecer, fortalecerse y resguardarse entre sí.
Michoacán es un estado pobre,
que ha resistido viviendo en el rezago económico y exportando
mano de obra a los Estados Unidos durante los últimos veinte
años. Entre 1995 y el año 2000, aumentó su
marginación con respecto a los demás estados de la
República, pasando de la posición número 12
a la décima, colocándolo en una situación de
bienestar social similar a la de veinte años atrás,
de acuerdo con estudios realizados por el investigador nicolaita
Guillermo Vargas Uribe1 .
A pesar de las escasas oportunidades
que se le han presentado para formar parte de los estados en desarrollo,
Michoacán ha sido uno de los estados de la República
Mexicana que más ha aportado a la lucha política del
país.
Politizado y marginado, Michoacán
ha abierto nuevas posibilidades en la lucha política ; recientemente,
con el triunfo de Lázaro Cárdenas Batel apoyado por
una coalición de cinco partidos ( Partido del Trabajo, Partido
Democracia Social, Convergencia Democrática, Partido Verde
Ecologista y Partido Alianza Social ), además de su partido
de origen, el Partido de la Revolución Democrática,
el estado que también gobernó Cuauhtémoc Cárdenas
de 1980 a 1986 abanderado entonces por el PRI, pasó a formar
parte de la vanguardia en el país porque será gobernado
a partir del 15 de febrero del año 2002, por un gobernador
joven, emanado de la oposición de izquierda, con una militancia
que pudiera llamarse pura, ya que el joven Cárdenas Batel
tiene una sólida formación en la izquierda moderna,
antropólogo de profesión y con militancia política
solamente en el Partido de la Revolución Democrática.
El antecedente inmediato del hoy
gobernador electo de Michoacán es haber ganado en 1998 una
diputación federal representando al Distrito de Apatzingán
con la votación más alta del país en lo que
a distritos se refiere, y en el año 2000, haber ganado un
escaño en el Senado por Michoacán con una votación
más alta, incluso, que la que obtuvo Cuauhtémoc Cárdenas
en ese estado como candidato a la Presidencia de la República.
La posibilidad de la alternancia
se dio en Michoacán . Con el triunfo de Cárdenas Batel
se abren caminos insospechados y en el imaginario social michoacano
se instaló una gran expectativa de cambio, con grandes ilusiones
de mejoría económica, con deseos de estabilidad social
y política y una aspiración colectiva de vivir en
un estado seguro y productivo.
La imagen de lo social es el mundo
inmediato o el entorno cercano de los hombres y mujeres que viven
en determinado espacio físico. Es, también, lo que
piensan de su realidad conflictiva y los posibles nudos reflexivos
que lo detienen para armonizar lo que en ese momento lo agobia o
lo desafía para actuar. El imaginario, entonces, sería
también la intención de una transformación
de lo real guiado por una representación del sentido de dicha
transformación y que toma en consideración las condiciones
reales y anima una actividad.
De acuerdo con Cornelius2
, el imaginario social de los michoacanos está hoy determinado
por el entorno cercano e inmediato y por el intento de transformación.
Para entender porqué la sociedad michoacana optó por
la transformación a través de un gobierno de izquierda,
es necesario retomar un poco de su historia política reciente.
Durante los últimos doce
años, Michoacán vivió la inestabilidad política
que le dieron seis años de gobiernos interinos. En 1986 tomó
posesión Luis Martínez Villicaña, justo cuando
Cuauhtémoc Cárdenas dejó el gobierno. Con su
llegada, se agudizó la persecución política
en contra de todos quienes tuviesen que ver con el cardenismo.
Para 1988, el Frente Democrático
Nacional ya había levantado miles de adherentes que apoyaron
y llevaron al triunfo a Cuauhtémoc Cárdenas en la
elección presidencial en Michoacán. En 1989, se constituyó
de manera formal el Partido de la Revolución Democrática,
provocando que en el estado hubiera una real oposición al
partido en el poder estatal, el PRI, que sin embargo manipuló
la Ley Electoral para adjudicarse triunfos en el Congreso estatal
y en presidencias municipales que le costaron el cargo a Luis Martínez
Villicaña, quien se vio obligado a solicitar una licencia
en 1989, entrando a sustituirlo como gobernador interino, el doctor
Genovevo Figueroa, quien se desempeñaba como Secretario de
Gobierno.
Al término del periodo constitucional,
en 1992, el PRD postuló a un candidato fuerte que conocía
ampliamente el estado, Cristóbal Arias Solís, en tanto
que el PRI postuló a un empresario porcícola originario
de La Piedad, Eduardo Villaseñor Peña, sin más
experiencia política que haber sido Presidente Municipal
de su lugar de origen, apoyado por la idea salinista de que los
empresarios debían llegar al poder político.
Las campañas políticas
perdieron el piso y la rijosidad de los candidatos dejó lastimada
a la sociedad michoacana; por primera vez, el Gobierno del estado
logró manejar a un sector de la llamada sociedad civil para
que se manifestara en contra del PRD pidiendo la paz, cuando la
guerra se estaba gestando en las oficinas de gobierno y del PRI
nacional.
La elección fue tan burdamente
manipulada a favor del candidato del PRI, que éste tuvo que
rendir protesta como Gobernador en un recinto alterno al Congreso
del Estado, nunca pudo entrar al Palacio de Gobierno y solicitó
licencia al cargo de gobernador, 21 días después de
haber tomado posesión del encargo . El PRD era, para entonces,
un partido político organizado y fuerte, aunque ampliamente
desprestigiado por el régimen de Carlos Salinas.
En la construcción del imaginario
social de aquélla época, tuvieron mucho que ver los
medios masivos que respondieron a la convocatoria de Carlos Salinas
para desprestigiar la lucha política del PRD.
Así, en la idea de no pocos
mexicanos, el PRD era un partido que encarnaba la violencia , por
lo que en algunos sectores sociales fue rechazado .En su momento,
la sociedad michoacana fue testigo de sus métodos de lucha
política entre 1989 y 1992, como la toma de carreteras, de
presidencias municipales, del plantón frente a Palacio de
Gobierno en la capital michoacana.
El H. Congreso del Estado nombró
en 1992 como gobernador interino a Ausencio Chávez Hernández,
hermano de un ex gobernador del estado, perteneciente a uno de los
grupos políticos locales. El PRD lo aceptó a cambio
de realizar una elección extraordinaria para 1995 con el
propósito de restituirle a Michoacán su derecho de
tener gobernadores electos.
En el proceso electoral de 1995,
una nueva ley electoral permitió que las elecciones de gobernador,
de presidentes municipales, así como la renovación
del Congreso local, se realizaran en una sola fecha. Así,
compitieron por el PRD, nuevamente Cristóbal Arias Solís;
por el PRI, Víctor Manuel Tinoco Rubí y por el PAN,
Felipe Calderón Hinojosa.
El PRD llegó al proceso constitucional
muy erosionado debido a la campaña interna en la cual una
fracción del PRD rompió abiertamente con Arias Solís.
De esa manera, ganó la elección de gobernador el PRI,
con Tinoco Rubí, por una diferencia de 70 mil votos del PRD.
El gobierno de Tinoco se inició
con mal pronóstico. La integración de su gabinete
no incluyó a representantes de la clase política local,
por lo que se considera que con ello contribuyó a ahondar
la división al interior del PRI estatal. Al mismo tiempo,
Víctor Tinoco se enfrentó con la clase empresarial
del Michoacán y rompió con ella. Con un equipo proveniente
en su gran mayoría del Distrito Federal, el mandatario estatal
ejerció un gobierno calificado con cincos y seises por la
población michoacana.
En la elección intermedia
de 1998, el PRI recuperó para sí todos los distritos
electorales y una mayoría de presidencias municipales ante
la incredulidad de la sociedad pero también ante la aparente
legalidad en los órganos electorales.
Con un gobierno calificado como gris y ante las pocas posibilidades
de cambio, después de una lucha política que la dejó
momentáneamente cansada y escéptica, la sociedad michoacana
empieza a concebir la posibilidad de ese cambio, pero con otro tipo
de gobierno.
Con la incredulidad a cuestas, una
gran apatía reflejada en la inmovilidad , con la falta de
oportunidades reales , con una creciente inseguridad en el estado
y con el narcotráfico fuertemente arraigado, con la crisis
económica y sin oportunidades para crecer, la sociedad michoacana
considerada como un grupo asociativo que se agrupa bajo intereses
comunes para alcanzar metas conjuntas, decidió por el cambio,
cambiando.
Hay que señalar que el antecedente
de la posibilidad de un cambio en el imaginario social se dio por
diversos sucesos históricos que parten de 1968, hasta llegar
al triunfo de Vicente Fox en el año 2000. Sin embrago, por
otra parte, el desencanto social que surge porque todavía
no se han visto signos de cambio con Vicente Fox, repercutirá
en el futuro gobierno de Lázaro Cárdenas Batel.
Cárdenas Batel empezó
su campaña política alentando los consensos. Logró
la unidad en el PRD; después, formar la coalición
de los partidos que lo apoyaron. Posteriormente, concitó
la confianza de la iniciativa privada, de productores, campesinos,
emigrantes y de los empresarios michoacanos. Desde antes de iniciada
la campaña política, en el imaginario social de los
michoacanos estuvo presente la idea de que Lázaro Cárdenas
Batel ganaría la elección.
Quizá sea el joven Cárdenas
quien logró conjuntar una serie de esperanzas en su persona;
sus triunfos anteriores y su corta carrera política le dieron
una fortaleza insospechada en un contexto de cansancio por los continuos
conflictos en Michoacán. El deseo de la sociedad, el ideal
de los michoacanos era lograr una paz social que permitiera a su
estado crecer y desarrollarse.
Debe señalarse el papel importante
que desempeñan los medios de información en la formación
del imaginario social porque en el proceso electoral michoacano,
fueron un actor muy importante. Los mass media producen o se apropian
de determinados imaginarios sociales para crear una intencionada
visualización de la realidad. Los medios en Michoacán
le apostaron a dos candidatos distintos, los medios impresos al
de la Coalición Unidos por Michoacán; los electrónicos
al del PRI.
A lo largo de la campaña
no pocos agentes oficialistas inundaron a la radio y a algunos programas
de televisión de comentarios contrarios a Cárdenas
y muy favorables al candidato del PRI. El comportamiento de algunos
medios de información fue parcial y tendencioso, de acuerdo
con estudios de monitoreo que realizó la Universidad de Morelia
y que dio a conocer el 7 de diciembre3.
La estrategia de comunicación
abordada por los candidatos también fue diferente e influyó,
de manera decisiva, en la integración de las imágenes
y símbolos del imaginario social actual que definió
el sentido del voto.
Así, Cárdenas Batel
partió de una imagen fresca y limpia, desligado de los colores
que representan al PRD dando un primer lugar al color blanco. Este
candidato tiene de manera natural una sonrisa carismática
que fue utilizada en todos los productos de su propaganda. Como
lema de campaña utilizó la frase " Unidos tenemos
con qué" y no la modificó.
La estrategia de contacto con el
electorado incluyó desde los recorridos a pie y a caballo
hasta los medios de comunicación y un programa semanal por
televisión. Por este estilo particular, recibió severas
críticas de los otros candidatos y de algunos medios masivos,
sin embargo, es probable que ello se haya integrado en el imaginario
como un sello parecido al de General Lázaro Cárdenas
del Río, muy recordado y respetado por los michoacanos.
Por su parte, el candidato del PRI,
Alfredo Anaya Gudiño, cambió varias veces de imagen
y de lema de campaña. El primero fue de un deportista, un
hombre de acción, para lo cual tuvo al aire en la televisión,
fuera de los tiempos oficiales, un spot que confundió porque
parecía un anuncio de ropa deportiva.
Después, Anaya confirmaría
el lema como de "Anaya es Acción" expropiándole
al Partido Acción Nacional una de las palabras que lo definen,
al igual que hiciera Fox en su propia campaña cuando habló
del cambio y lo señalizó con la "V" de la
victoria que tradicionalmente usaba la oposición.
Al final de la campaña, el
saldo para Anaya fue negativo. Privilegió a los medios masivos
pero olvidó el contacto directo con las personas, incluso,
evitó asistir a debates en los que sí estuvieron los
otros dos candidatos. Realizó también un programa
de televisión que condujo él mismo, ayudado por su
esposa y sus hijos. Fue, aparentemente, víctima de un atentado
en contra de su vida que no trascendió por las condiciones
en las que se dio.
Su estrategia de comunicación
no fue constante y tuvo serios tropiezos porque fue sorprendido
en varias situaciones de mentiras en algunas inserciones pagadas
en los periódicos.. Además, el PRI fue muy agresivo
en la propaganda hacia el origen cubano de la esposa de Cárdenas
Batel.
Finalmente, el candidato del PAN,
Salvador López Orduña, realizó una campaña
de propaganda muy agresiva, desligada por completo de la realidad
del estado. En ella habló de los encardenados y de la necesidad
de liberar a Michoacán cuando en el estado la gente siente
que es libre, es decir, no se siente encadenada no encardenada.
De la misma manera, afirmó que el PRI y el PRD eran lo mismo
y atacó expresamente a Cuauhtémoc Cárdenas,
a Cárdenas Batel, a Salinas de Gortari y a Alfredo Anaya.
El PAN tuvo que cambiar de lema
de campaña. Al iniciar la campaña utilizó "Por
un Michoacán Libre", al finalizar, "PAN, el partido
del cambio".
Hay que considerar que a estas alturas
y después de las experiencias del pasado reicente, en el
imaginario social michoacano hay una capacidad de reflexión
en torno de la información que recibe, lo que le permite,
de acuerdo con el planteamiento de Castoriadis, una posición
autónoma y ya no heterónoma.
Así, no obstante la contracampaña
operada en contra de Cárdenas , ( panfletos donde se le acusó
de ser "santero") presuntamente creada ex profeso en las
oficinas de gobierno del estado, y que los medios electrónicos
más lo criticaron que lo apoyaron, el deseo y la idea del
cambio hicieron que Cárdenas Batel ganara la elección.
En el imaginario de los ciudadanos
michoacanos ganó la idea de los consensos, del diálogo,
incluso, de una posible conciliación de intereses, es decir,
de lograr caminar con intereses comunes, en contraposición
a la violencia que destacaron las campañas de propaganda
tanto del PRI como del PAN en todo momento.
Reconocer el conflicto es la evidencia
de que existen diferencias; reconocer el conflicto también
es aceptar que hay soluciones que se construyen colectivamente.
El candidato de la coalición Unidos por Michoacán,
Lázaro Cárdenas Batel, hoy gobernador electo, compitió
con dos adversarios. El del PRI, Alfredo Anaya Gudiño, un
empresario con poca presencia política pero con una gran
fortuna proveniente de sus negocios en el ramo de los fertilizantes.
El del PAN, Salvador López Orduña, ex presidente municipal
de Morelia, también empresario, con poca presencia en el
estado.
La solución colectiva de
los michoacanos se orientó hacia el cambio y eso le confiere
una gran legitimidad al triunfo de Cárdenas Batel. De acuerdo
con datos de varias encuestas realizadas a lo largo de la campaña
política, los ciudadanos esperan que el próximo gobierno
le de al estado un mejor lugar en el ámbito nacional, que
se regeneren las posibilidades de crecimiento y desarrollo económico,
que se recupere la seguridad de los ciudadanos, que los recursos
naturales se aprovechen, que el talento de los michoacanos se canalice
para el bien de estado, en fin, se espera de este gobierno un cambio
con definiciones sociales.
Pero sobre todo, en el imaginario
social de muchos michoacanos hay una gran expectativa en torno al
próximo gobierno. Se manifiesta, a través de la información
periodística, que se esperan cambios verdaderos en un ambiente
de tranquilidad social. Se percibe la aspiración de tener
un gobierno que logre, a través de los consensos, recuperar
la posibilidad de hacer de Michoacán un estado próspero.
El desempeño de los medios
de comunicación será determinante en la construcción
del imaginario social en un gobierno que se ha ofertado como democrático,
plural y participativo.
Habrá que seguir con cuidado ese comportamiento, a fin de
poder analizar con detenimiento, en un mediano plazo, cómo
está impactando en el imaginario social, un gobierno de transición
a la democracia en Michoacán.
Referencias:
1
Vargas Uribe, Guillermo.- Los saldos pendientes del gobierno tinoquista,
publicado en el periódico Cambio de Michoacán, 22
de diciembre de 2001, pág. 16, décima parte.
2 Castoriadis, Cornelius. La Institución
Imaginaria de la Sociedad. Edit. Altamira, Montevideo, Uruguay,
1989.
3 Monitoreo publicado en Cambio
de Michoacán, 8 de diciembre de 2001, Primera Plana y La
Voz de Michoacán, 9 de diciembre de 2001, sección
Cultura.
Lic.
Alma Espinosa Menéndez
Profesora titular de diversas materias relacionadas
con el periodismo y la publicidad desde 1992 en las licenciaturas
de Ciencias de la Comunicación, Administración, y Relaciones
Comerciales Internacionales, en la Universidad
Latina de América. Analista y comentarista política
en prensa: La Voz de Michoacán, Cambio
de Michoacán y Siglo XXI, de Jalisco; en Revistas, Ultra
Política Michoacana y Poder;
en radio, LQ, de
Cadena RASA y Canal 11, Telecable, en Michoacán,
desde 1989. Conductora de televisión,
Canal 11, Telecable y Sistema Michoacano
de Radio y Televisión. |