Por Abraham Nosnik Ostrowiak
Número 25
Presentación
Quisiera iniciar mi conferencia
con una serie de aseveraciones que sintetizan mi visión de
la historia moderna y progreso del estudio de la comunicación
humana:
- Hemos evolucionado desde concepciones
de fuentes egoístas hasta comunidades enteras realizando
un esfuerzo muy arduo por utilizar la información disponible
de forma productiva y benéfica para todos.
- La historia moderna de la comunicación,
es decir, desde fines de la década de los veinte, aproximadamente,
del siglo pasado, hasta nuestros días puede resumirse en
tres etapas. La primera la llamaré "la etapa de las
fuentes egoístas"; la segunda "de los emisores
y receptores estratégicos" y la tercera, que apenas
empieza a insinuarse en nuestro campo "la etapa de los usuarios
corresponsables o de las comunidades de inteligencia comunicativa"
- La historia del estudio de la
comunicación humana es la historia de tres inteligencias
con respecto a la información: la inteligencia que produce
mensajes o "inteligencia lineal"; la inteligencia que
genera flujos, difunde o distribuye información entre diferentes
receptores, públicos y-o audiencias o "inteligencia
dinámica", y la inteligencia que puede utilizar la
información para construir y progresar, o "inteligencia
productiva". En este último caso, cabe también
un uso improductivo de la información, hablaríamos
de una "inteligencia improductiva" que busca destruir
y avanzar con base en intereses particulares en contra de otros
grupos, y por supuesto, contra intereses que amenazan los suyos.
Origen de la clasificación lineal, dinámica y productiva
Desde hace algunos años, por razones profesionales, he tenido
que estudiar a la calidad y algunos otros enfoques, modelos y herramientas
organizacionales, administrativas y de gestión cuyo objetivo
primordial es auxiliar a diferentes empresas, instituciones y filantropías
a entender y enfrentar de la manera más inteligente, estratégica
y rápida posible su sobrevivencia y prosperidad en un mundo
y medio ambiente cada vez más competido y demandante.
Como parte de las reflexiones y
enseñanzas de estos temas de la vanguardia administrativa,
noté un hecho curioso: todos ellos hablan de procesos que
inician con la retroalimentación de los usuarios que reciben
el beneficio o el perjuicio de un trabajo bien o mal hecho, respectivamente.
Si por un momento admitimos que
un usuario (también llamado cliente, consumidor, ciudadano,
etc.) es lo que corresponde en los procesos de comunicación
que estudiamos en nuestra profesión y disciplina, al receptor,
estamos ante una nueva modalidad, por lo menos así lo creo
yo, de intercambio informacional.
En nuestra tradición, la
comunicación empieza por el principio y no por el final.
Es decir, inicia por la fuente o el emisor y no por el receptor.
Es cierto que si nos ponemos estrictos, los procesos de la vanguardia
administrativa también dan principio por el emisor (llamado
en el contexto organizacional "proveedor"). Sin embargo,
este inicio es completamente diferente al origen tradicional expresado
por los emisores. Me explico.
Los modelos y las teorías
de la comunicación hasta ahora, muestran que el primer paso
de ésta es la expresión de un mensaje que refleja
un interés u objetivo concreto del emisor, y este interés
u objetivo es influir o persuadir al receptor de algo cuyo efecto
o reacción en este último conviene al primero, el
emisor.
Dicho más concretamente:
hasta ahora la comunicación inicia porque un emisor quiere
algo del receptor. La actitud es utilitaria, aunque pueda ser legítima
y variada (el emisor puede informar, educar, intentar vender algo
o entretener al receptor). Sin embargo, en cuanto al tema de calidad
y demás esfuerzos de rediseñar el sistema productivo
que enlaza proveedores con clientes y jefes con colaboradores, la
actitud es diferente. La comunicación inicia con un par de
preguntas a quien recibe el impacto de nuestro trabajo: ¿qué
necesitas de mí y qué esperas que pueda hacer por
tí?
Algunos de Ustedes podrán
decir que esta actitud "aparentemente" altruista tiene
también de trasfondo un aspecto utilitario: me interesa que
mi usuario me compre o consuma mi producto o servicio, y lo haga
el mayor tiempo posible en el futuro.
Estoy de acuerdo. Sin embargo, el
impacto en nuestra forma de entender y actuar en el marco de la
comunicación cambia. Nunca antes, por lo menos desde mi punto
de vista, emisores o proveedores, si se quiere, estuvieron obligados
a ser receptivos con sus receptores o usuarios o clientes o consumidores
por razones de sobrevivencia en ámbitos tan competidos. No
desconozco que desde siempre ha existido una competencia entre fuentes
o emisores o proveedores para ver quién es el más
efectivo en términos de ser creíble para sus respectivos
receptores o usuarios o clientes. Sin embargo, el acento de nuestro
tiempo en que "el que no es competitivo muere", o por
lo menos está en serio riesgo, no es un aspecto pasajero
o que afecta a ciertos sectores o ámbitos de la sociedad,
es, parecer ser, una nueva forma de convivencia por habernos insertado
en el juego del sistema mundo.
La globalización como
apertura al Sistema-Mundo
Si se acepta lo que acabo
de afirmar, es decir, que la competencia y la competitividad son
demandas universales de nuestro tiempo, yo podría argumentar,
como lo intento hacer, que las formas comunicativas también
se ven influidas y por ello existe la necesidad de: probar la influencia
de este tipo de realidades sobre los procesos comunicativos humanos
y de reconceptualizar tales procesos para poder "sobrevivir
y prosperar informacionalmente" en este nuevo orden.
La primera pregunta o problema a
resolver es, precisamente, ¿qué es este nuevo orden
que llamamos "globalización"?
Sé que la gran mayoría
de Ustedes, son estudiosos y especialistas en comunicación
y temas afines. También sé que entre Ustedes se cuentan
alumnos y alumnas que intentan aclararse para sí, y también
para otros en sus respectivos ámbitos de influencia, "qué
es la comunicación y cuál es su utilidad práctica
en un mundo tan complejo y cargado de paradojas e incertidumbre
como el nuestro".
Pues bien, para mí la globalización
no es otra cosa que la inserción de una comunidad
humana formal (por ejemplo, profesional, laboral, educativa,
económica, política, filantrópica, etc.) o
informal (como la propia familia y otro tipo de instituciones sociales
o grupos primarios con diversos objetivos) en un nuevo ambiente
u orden llamado sistema-mundo.
Este nuevo orden es una creación
humana y como todo producto de la mente humana tiene dos características
básicas: su impacto puede ser positivo y previsto o anticipado,
y su impacto puede ser negativo e imprevisto o sorpresivo.
Hasta ahora, incluso, no nos hemos
puesto de acuerdo si efectivamente existe la globalización
como un nuevo orden y si este nombre es el más correcto para
poder identificarlo y de ahí poderlo estudiar, analizar,
aprovechar y controlar. Existen algunos autores y especialistas
que prefieren hablar de "mundialización" y de "regionalización".
Sin embargo, creo que cada día
es más evidente el surgimiento de nuevas formas de interacción
tecnológica, económica, comercial, etc. que presionan
y muestran que las formas de organización y convivencia humana
también tienen que repensarse.
A pesar de todo, creo que no es
descabellado decir que existen defensores y promotores de la globalización,
y algunos otros que son sus críticos, detractores y que luchan
por conseguir su eliminación. En lo personal, creo que ya
es muy tarde para eliminar este orden emergente. De hecho, me parece
absurdo siquiera pensar en su eliminación pues nadie tiene
su control completo. Lo que nos resta es tratar de comprenderlo
y: maximizar sus beneficios y minimizar sus perjuicios, lo más
rápidamente posible.
De hecho, ya sabemos algunas cosas
acerca de este fenómeno. Sus aspectos positivos tienen que
ver con procesos de integración y mejora continua, y sus
aspectos negativos con la fragmentación y la amenaza del
deterioro sin límite y con la violencia.
Veamos
Los aspectos positivos de
la globalización se relacionan con la integración
del mundo con base en la tecnología y la información,
lo que Marshall McLuhan llamara Aldea Global, es decir, un orden
planetario con una mayor cercanía entre los seres humanos,
sobretodo geográfica, psicológica y de interconexión,
y una mayor consciencia comunitaria a nivel mundial. Igualmente,
la apertura al sistema-mundo ha traído oportunidades a nivel
económico, de comercio exterior y de rediseño organizacional
para crecer y desarrollarse a partir de identificar y brindar satisfactores
materiales y de servicio con base en las necesidades de los mercados,
nichos y clientes y consumidores, y la amenaza de ser sustituido
como proveedor por las habilidades y el conocimiento superior de
la competencia.
A pesar de que la integración
tecnológica, informativa, económico-comercial y las
oportunidades de desarrollo y reinvención de empresas, instituciones
y organizaciones en general tienen sus propias barreras de entrada,
existe una percepción y un creciente consenso de que éstos
son los aspectos que la globalización nos ha traído
como una nueva forma de modernidad.
Por otro lado, la globalización
también implica procesos de fragmentación. Es decir,
contiene aspectos "no globalizables" como la política
interna de los diferentes países, sus culturas nacionales,
sus creencias religiosas, etc. Esto no quiere decir que la globalización
haya traído consigo estas realidades. Lo que sucede es que,
precisamente, estas realidades nacionales y de algunos grupos culturales,
raciales y étnicos no son globalizables como lo son los procesos
explicados como tendencias de integración líneas arriba.
Aún más, llevado al extremo el argumento, algunas
expresiones nacionalistas, religiosas y de supremacía racial
son factores no sólo de retraso y conflicto social donde
surgen sino representan lo que John Naisbitt llama "paradojas
globales", es decir, tendencias aberrantes en un mundo que
tiende, por lo menos conceptualmente, a una unión mayor por
razón del desarrollo tecnológico y la explosión
de información.
Las inteligencias de la comunicación
humana: Un recuento evolutivo
Mencioné en un
principio que una forma de reconceptualizar la historia moderna
del estudio científico de la comunicación humana es
referirnos a ella como una experiencia evolutiva con referencia
a la información.
Casi todos sabemos que la historia
moderna, de estudio científico, de la comunicación
se inicia con el advenimiento de la sociedad industrial y sus artefactos
de información: me refiero, por supuesto, a los medios masivos
de comunicación social. Los "medios" son los artefactos
creados en los albores de la sociedad industrial que, eventualmente,
ayudaron a este tipo de sociedad a masificar la propia cultura.
El fenómeno comunicativo
moderno es, pues, primero un fenómeno de producción
masiva de mensajes con base en los adelantos tecnológicos.
Shannon y Weaver son su ejemplo paradigmático en nuestra
disciplina.
Sin embargo, Shannon y Weaver también
representan, además de clásicos, autores lineales.
Los modelos lineales de la comunicación tienen, en parte
mala fama, porque son unidireccionales y mecanicistas y se les suele
identificar con actitudes autoritarias de quien emite los mensajes.
La linealidad, pues, se simboliza
en nuestro campo con "fuentes egoístas". A diferencia
de los emisores, en la cultura ingenieril y tecnológica de
los primeros pasos de la comunicación humana moderna, las
fuentes no son empáticas y conciben a sus receptores como
destinos anónimos.
Cuando los científicos sociales
y de la conducta entran en el escenario del estudio de la comunicación
humana, las fuentes frías y mecánicas son sustituidas
por emisores más humanos. Podemos decir que la imagen de
los emisores ya comprende la imagen de personas reales, con intereses
particulares y condiciones específicas.
Desde mi punto de vista, la evolución
de la linealidad al dinamismo en comunicación corresponde
del paso del "egoísmo" a la "capacidad estratégica".
Tanto emisores como receptores buscan influirse mutuamente. La retroalimentación,
quizá el concepto más trascendente y demandado de
la propia teoría, y práctica, de la comunicación
humana, no es otra cosa que "el control recíproco que
ejerce el emisor sobre el receptor y el receptor sobre el emisor".
Lo anterior no quiere decir que esta mutua influencia siempre se
dé de forma igualmente efectiva e intensa.
Lo único que quiere decir
es que el descubrimiento de la retroalimentación en nuestro
campo hizo de la producción lineal de mensajes un flujo de
intercambio de los mismos entre las dos partes constitutivas del
proceso de comunicación: emisores y receptores. Aún
más hizo de cada emisor un receptor y de cada receptor un
emisor.
La sofisticación del dinamismo
en comunicación no para ahí, es decir, no sólo
se da por el hecho de reconocer a la retroalimentación como
condición necesaria para hablar propiamente de comunicación,
a diferencia de sólo informar a la contraparte. También
incluye lo que se conoce como "el argumento de la selectividad"
y "el argumento de la conversación". La selectividad
es el descubrimiento de que somos consumidores activos de información.
No sólo usamos lo que nos dan los medios o las fuentes de
información que la generan (personas o instituciones) sino
la buscamos activamente y la interpretamos y almacenamos con estilos
diferentes.
La conversación consiste
en el hecho de que ningún receptor, por más aislado
que esté al recibir información, está solo.
Todos formamos parte de múltiples redes complejas que nos
ayudan a reinterpretar o resignificar lo que recibimos en forma
de mensajes primeros de una interacción con otro, con los
demás.
De tal suerte que lo dinámico
en comunicación comprende cuando menos tres complejidades:
la retroalimentación, el procesamiento humano de información
y nuestra conformación social en redes.
Sin embargo, existe aún un
tercer nivel, por lo menos así lo empezamos a creer un grupo
de estudiosos de la comunicación. Lo productivo en comunicación
va más allá de fuentes egoístas y de emisores
y receptores estratégicos que buscan influirse de forma efectiva
con base en objetivos diversos.
Lo productivo se relaciona con la
responsabilidad de cada uno de los actores y de la mutua corresponsabilidad
entre sí y para con el sistema que forman. Para una fuente
egoísta existe una sola responsabilidad: consigo mismo. Para
los estrategas de la comunicación, ya sea emisores o receptores,
la responsabilidad existe en la medida en que cada quien busca crear
un efecto en el otro y que tal efecto brinda aunque sea un mínimo
beneficio a la contraparte para poder permanecer comunicados en
el futuro.
En la productividad, es decir, en
el tercer nivel de interacción comunicativa existen las siguientes
responsabilidades: la responsabilidad de quien inicia la comunicación
de conocer las necesidades y expectativas de su contraparte para
saber ajustarse a ellas y producir información relevante
a su usuario. Nótese que aquí introduzco un nuevo
concepto para el proceso de comunicación: usuario.
Un usuario es aquél que recibe
el impacto positivo y negativo de la información de su contraparte.
Sin embargo, la diferencia con los emisores y receptores estratégicos
del nivel dinámico es que en el nivel productivo el usuario,
y no el proveedor, establece la calidad de la información
con base en el resultado esperado.
La segunda responsabilidad en el
nivel productivo es de quien recibe la información en primera
instancia. Su responsabilidad consiste en retroalimentar a su contraparte,
es decir el proveedor de información, de tal manera que lo
apoye a mejorar su capacidad de producir información. Una
tercera responsabilidad es de ambos, proveedor y usuario: utilizar
de tal manera la información disponible que el propio sistema
del que forman parte pueda cumplir su objetivo (su misión)
y genere beneficios para todas las partes involucradas.
Resumiendo:
- En la linealidad, la única
responsabilidad es producir información para beneficiar
a quien la genera.
- En el dinamismo, la responsabilidad
es de cada parte: generar una capacidad tal de producir e influir
con la información a la contraparte (el emisor al receptor;
el receptor al emisor) que cada parte logre crear un efecto en
el otro que le genere la máxima satisfacción a quien
acertó en su estrategia, y al otro que lo beneficie el
mínimo necesario para seguir motivado a comunicarse con
el primero.
- En la productividad, la responsabilidad
es tripartita: el proveedor (emisor) busca producir información
con los requerimientos de calidad acordados con su usuario; el
usuario, por su lado, está obligado a retroalimentar a
su proveedor de forma tal que le ayude a mejorar en su capacidad
comunicativa, y todas las partes deben de asumir su responsabilidad
individual ante el sistema que integran para que la mejora colectiva
dé como resultado beneficios en términos de los
objetivos comunes que se persiguen. Es decir, en este tercer nivel
de comunicación se busca que la información contribuya
a la productividad del sistema todo y de cada una de sus partes.
Cada uno de los niveles de comunicación
es también una forma inteligente de la misma. La inteligencia
lineal de la comunicación es la capacidad mostrada de un
sistema de producir información. La inteligencia dinámica
de la comunicación es la capacidad mostrada de un sistema
de hacer llegar a cada una de las partes del proceso los mensajes
producidos. La inteligencia productiva de la comunicación
es la capacidad mostrada del sistema en donde sucede la interacción
informativa de utilizar los mensajes en beneficio propio, en favor
de la contraparte y del propio sistema y su mejora como un todo.
Cuando hablo de "inteligencia
comunicativa" también me refiero a la capacidad de generar
calidad versus insatisfacción por incumplimiento en
cada uno de los niveles que marcan los tres pasos que definen la
comunicación: producir información; difundir información
y usar información.
Dicho de otra manera, la inteligencia
comunicativa es el grado en que los mensajes generan más
satisfacción que insatisfacción en quienes los producen,
los distribuyen y reciben, y los usan. La satisfacción,
a su vez, depende a nivel de cada una de las partes de las necesidades,
expectativas y objetivos comunicacionales que persiguen y a nivel
de sistema, de la misión u objetivo general que da identidad
y sentido de propósito al mismo.
Inteligencia comunicativa y sistemas
formales
Los grupos humanos que se
organizan para cumplir con un objetivo común de forma colectiva
les llamamos sistemas de convivencia. Cuando éstos son formales
los llamamos organizaciones.
La comunicación organizacional
que genéricamente estudia los sistemas de convivencia en
los sectores público (Gobierno), privado (empresas) y Tercero
(sociedad civil o filantropías) es un campo cuya importancia
es doble: por un lado, es un ámbito de especialización
en el campo general de nuestra disciplina, y por otro, nos ayuda
a entender la naturaleza misma de la comunicación. Como he
mostrado anteriormente, la noción de "productividad"
como tercer nivel de comunicación surgió de este ámbito
de estudio.
El estudio de las organizaciones
es, en cierto sentido, el estudio de cómo éstas se
convierten en herramientas de generación de diferentes tipos
de riqueza para la sociedad. Las organizaciones del sector público
brindan las condiciones fundamentales de convivencia pacífica
y productiva en sociedad dentro de un territorio nacional. Las organizaciones
del sector privado generan la riqueza material que requiere una
sociedad y, crecientemente, el conocimiento técnico- práctico
para hacer crecer y desarrollarse a una economía. Por su
lado, las llamadas organizaciones del Tercer Sector son las encargadas
de captar ahorro público y privado, nacional e internacional
para procurar o restablecer la calidad de vida de una comunidad
con base en sus propias definiciones de necesidades y expectativas,
sus deseos y anhelos o incluso, si se me permite, sus ideales, anhelos
o utopías.
La comunicación es fundamental
para que una organización pueda convertirse en una herramienta
efectiva de construcción social. Permite, cuando se planea,
ejecuta y evalúa eficaz y eficientemente, alinear la misión
con su correspondiente operación. También permite
evaluar la calidad de la misión en su realismo, viabilidad,
generación de beneficios compartidos y justicia distributiva
y su capacidad de perfeccionar la persona humana de quienes deciden
cumplirla.
Una organización que no adopta
un plan general de comunicación difícilmente conseguirá
crear un ambiente de información lo suficientemente rico
como para que cada nivel jerárquico, área funcional,
equipo y colaborador tenga una idea clara de lo que la propia organización
quiere lograr como colectividad y el papel de cada una de estas
instancias e individualidades en dicho esfuerzo comunitario.
Dicho de forma resumida: una organización
podrá cumplir su cometido de convertirse en herramienta de
mejora social siempre y cuando vea a la comunicación como
un medio para alinear su propósito fundamental o misión
con su funcionamiento operativo. Sin embargo, el reverso de la moneda
es igualmente importante y verídico: la comunicación
es un medio para evaluar críticamente la misión y
la contribución social de cada organización desde
su funcionamiento operativo. Desafortunadamente debo decir que como
sociedad apenas estamos despertando a esta conciencia de los papeles
de efectividad y autocrítica de la comunicación en
las empresas e instituciones.
He mencionado ya el tema de la globalización.
En mi opinión la comunicación está llamada
a jugar un papel preponderante en las estrategias de cambio hacia
la competitividad en nuestra cultura tanto institucional como social
y política. Deberemos en el futuro de aprender a convivir
con diferentes y novedosos estilos institucionales de ser productivos
en presencia de las nuevas tecnologías de información
y comunicación, esquemas de creencias, valores y virtudes
corporativas y metodologías de trabajo y formas de plantear
la productividad. Lo que es claro es que la tendencia a "desectorizar
la productividad", es decir, el no considerar sólo al
sector empresarial como el productivo de nuestra sociedad, seguirá
avanzando para incluir y consolidar a los sectores público
y filantrópico como ámbitos de creación de
riqueza y plataformas de contribución profesional en nuestro
país.
Siempre es muy emocionante presenciar
el nacimiento de un nuevo ser. Así como el sistema mundo
o la propia globalización, las organizaciones y la cultura,
los programas académicos son creaciones humanas. Quizá
de las creaciones más nobles porque responden a lo que Karl
R. Popper, un distinguido filósofo inglés de origen
austriaco, identificara como uno de los aspectos distintivos del
ser humano como especie: su capacidad y voluntad de sustituir la
violencia, en cualquiera de sus formas, por la racionalidad, la
argumentación y el diálogo.
La educación siempre ha sido
y sigue siendo un tema relevante para la sociedad. En nuestro tiempo
se le ha elevado incluso a una forma de expresión productiva
o riqueza y ventaja competitiva de individuos, organizaciones y
naciones: el capital intelectual.
Si revisamos los sinónimos
que hasta ahora se han utilizado para identificar a la Sociedad
Postindustrial vemos que todas están relacionadas con la
actividad educativa: la Sociedad de la Información; la Sociedad
del Conocimiento; la Sociedad Postcapitalista; la Sociedad de las
Organizaciones y la Economía de los Servicios, entre otros.
Es evidente que la educación
está vinculada con la información, sobretodo con dos
aspectos de ella: con la información general y la especializada.
A través del sistema escolarizado vamos progresando de los
niveles más básicos a los superiores en un gradiente
de la información general a la más especializada.
Las nuevas tecnologías de información y comunicación,
en este sentido, abren extraordinarias posibilidades de expansión
de horizontes tanto para los más tiernos de los alumnos como
para aquéllos que ya maduros, deciden que el estudio es una
parte de su estilo de vida y una dimensión aplicable al derecho
universal de estar bien informado.
El conocimiento, subproducto de
la información está también íntimamente
relacionado con la educación. Una educación efectiva
da como resultado conocimiento en el sentido de lograr desarrollar
un criterio para el uso positivo y efectivo de la información
a la que tenemos acceso. Sin embargo, también debemos reconocer
que las instituciones educativas no pueden, ni deben asumir solas
el reto de la generación de conocimiento en una sociedad.
Crecientemente el mundo del trabajo por medio de las organizaciones
de los sectores público, privado y Tercero debe convertirse
en el mejor aliado estratégico del sistema escolarizado para
producir medios y posibilidades de progreso en este sentido, en
nuestro país.
Quizá siempre tengamos como
una asignatura pendiente o bien, como un ideal, crear una sociedad
justa en sus oportunidades para aprovechar el talento humano de
diferentes individuos y sectores, y brindar lo necesario para una
vida digna a todo aquél que vive en nuestro territorio nacional.
Ese es el reto y el dilema postcapitalista, llamado ahora La Tercera
Vía.
Insisto quizá siempre, por
el carácter paradójico y contradictorio de la vida
misma, no podremos resolver cabalmente el dilema anterior. Lo que
es un hecho es que el talento humano se refuerza con educación
y se desperdicia sin ella. También sigue siendo una verdad
que la educación, a pesar de todo, es un medio efectivo de
movilidad social y creación de oportunidades de desarrollo
en donde ocurre de forma eficaz y consistente.
De las organizaciones no hablaré
mucho más pues he mencionado, aunque sea tangencialmente
el tema. Sin embargo, diré que la creciente inversión
que los mexicanos llevamos a cabo en términos educativos
y de escolaridad en nuestras vidas nos hace esperar más de
nuestras organizaciones. La educación es un creador y multiplicador
de expectativas de desarrollo y mejores condiciones de trabajo.
Ojalá mostremos estar a la altura de este reto con una gran
imaginación para crear y reinventar nuestras empresas, instituciones
gubernamentales y las organizaciones de la sociedad civil para beneficio
de México.
Las economías más
evolucionadas se mueven al ámbito de los servicios y ello
implica llevar a cabo trabajos que demandan tanto mayor entrenamiento
técnico- científico y tecnológico como formación
en valores humanos para servir al prójimo con dignidad y
profesionalismo. Es impensable esta emigración económica
de los servicios sin educación y sus variantes como entrenamiento,
capacitación y desarrollo.
Y así llego al momento en
que los temas de la presente conferencia confluyen en la educación
en comunicación institucional y social. Por todo lo dicho
anteriormente, está claro que tanto la comunicación,
como las instituciones y las sociedades están en pleno cambio.
La educación se encuentra también en una dinámica
de transformación.
Por otro lado, ha quedado claro
que estos tiempos de cambio tienen, como quizá siempre lo
han tenido en la historia de la Humanidad, sus oportunidades y sus
amenazas. Creo en la posibilidad de enfrentar nuestros retos positivamente.
Parte de nuestra inteligencia consistirá también en
motivarnos para no perder nuestra fe y esperanza en las fuerzas
más productivas que tenemos para crear un mundo más
justo, más armónico. Un mundo mejor.
Dr.
Abraham Nosnik Ostrowiak |