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Febrero - Marzo 2002

 

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La pasión revolucionaria..., ahora en Internet
 

Por Paul L. Ravelo Cabrera
Número 25

Uno de los aspectos que define el actual proceso de globalización capitalista de la economía y la sociedad es el cambio tecnológico de última generación: la tecnología digital de la informática. En los últimos treinta años ha habido una enorme intensificación de las comunicaciones a nivel mundial, a tal punto de convertirse el universo electrónico en el sólido sostén del funcionamiento (carácter, difusión, éxito y contradicciones) del capitalismo contemporáneo. El ejemplo de importancia más profunda de este salto tecnológico y, a su vez, de la nueva complejidad del capitalismo lo constituye el sistema-red "www" o Internet.

Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, basadas en las telecomunicaciones, la microelectrónica y los programas para el funcionamiento en sistemas de red, proporcionan la nueva infraestructura tecnológica de operaciones del capitalismo contemporáneo. La proporcionan, claro está, sobre la base de una infinita voluntad de conquista y expansión de mercados, y puestas al servicio de las necesidades del poder del capital. Sin dudas, existe una relación estructural entre los rasgos actuales del super-capitalismo, el nuevo sistema tecnológico, y la voluntad imperial de hegemonismo global.

Velocidad y complejidad sin precedentes en la gestión de la economía, transformaciones de las estructuras industriales, de la propia naturaleza de la producción, la forma de la distribución, la compra y venta de mercancías; oleada de megafusiones y pactos transnacionales, proyectos biotecnológicos de clonaciones y genéticas, modificaciones en el sistema bancario y nuevo papel de los mercados electrónicos de dinero, información y conocimiento convertidos en medios de producción que provocan un disparo creciente del desempleo, bombardeos dirigidos por ordenadores en provecho de objetivos militares, pérdida de identidad de ideales regulativos de sociedad como autoridad, familia tradicional, escuela, relaciones sociales, son algunas de las expresiones de un importante redimensionamiento tecnológico del capitalismo contemporáneo.

Desde luego, otra cosa sería afirmar absolutamente, como lo ha estudiado y valorado James Pretras, que la actual "revolución informática" sea la fuerza trascendental que define el crecimiento de las economías contemporáneas, y que con ella exclusivamente se esté definiendo el "nuevo orden mundial". En todo caso, y sin negar su impacto en la dinámica de la vida económica y cultural contemporánea, coincido con el sociólogo marxista norteamericano en que "la burbuja de la tecnología informática" también fue "un artefacto de un inmenso fraude promocional", ha amplificado las irracionalidades y contradicciones del capitalismo contemporáneo, y "ha servido de cobertura ideológica para oscurecer el resurgimiento del imperialismo estadounidense y la expansión del capital euro-norteamericano, basado en la guerra de clases y las guerras imperiales"1.

Pero el dispositivo electrónico de la mundialidad hipertecnológica de las imágenes, los cables coaxiales, satélites, sitios y redes también viene produciendo efectos contraproducentes en este cosmopolitismo comunicacional aristocrático. Efectos desfavorables para la desideologizada lógica del capital en red. ¡Paradojas del mito de la "revolución informática"!: apropiándose de las propias armas del sistema (Internet, redes mediáticas), y como diciendo -utilizando una graciosa expresión de Naomi Klein- "Jodete Francis Fukuyama. La Historia aún no ha terminado. ¡La estamos haciendo, aquí y ahora!", el movimiento anti-globalización se consolida en la Red y difunde su mensaje de contra-información y convocatoria anticapitalista asegurando con ello que el uso de la web es un espacio de resistencia ciudadana al poder dominante del capital.

Desde el sureste de la selva mexicana, los guerrilleros zapatistas del subcomandante Marcos también hacen abierto uso de la red mediática (ezln.org) para divulgar sus argumentos rebeldes contra el discurso y el poder de las multinacionales, de la gran prensa, del pensamiento único. ¡Y caso reciente, y verdaderamente irónico, de tal apropiación!: el "nuevo terrorismo" del que habla Jean Baudrillard2, haciendo gala de una eficiencia tecnológica y espectaculares giros aerostáticos, "pone en juego su propia muerte" y pone en jaque a la misma mundialización y "todo el juego de la historia" de sello occidental. Occidente generó el generalizado nihilismo que le caracteriza, y sus excesos tecnológicos hoy no dejan de reproducirlo.

Ahora bien, los dos primeros ejemplos reactivos al uso desideologizado de la red permiten afirmar que la tecnología digital también produce un significado tecnopolítico de carácter revolucionario. La digitalidad virtual, por obra del entusiasmo y la voluntad política, se impregna de contenido político social, justamente cuando el cambio científico-tecnológico había preparado el fin de la representación político-revolucionaria de la historia. Los mismos efectos de la globalización neoliberal han vuelto a poner en escena el campo político de la subjetividad, y están hoy dadas las condiciones suficientes para (desde la red y fuera de ella) reactivar los principios de la resistencia social. De hecho, ya existe una muy interesante relación entre la convocatoria vía digital y la puesta (pacífica o violenta) del cuerpo en las grandes urbes modernas.

Un nuevo tipo de sujeto de la acción (lucha) social está surgiendo en la Red. El "ciberactivismo" militante en red es una nueva figura del esperado sujeto político en la mundialización super-capitalista, insertado en las propias transformaciones tecnológicas del "capitalismo informacional". Contrario a lo que piensa el sociólogo Manuel Castells, en las redes electrónicas no hay ninguna neutralidad axiológica, en ella sí hay juicios de valor. El hacedor de imágenes los pone en función no de "las perspectivas futuras del capital", sino de suscribir conscientemente compromisos políticos (ciudadanos y revolucionarios) con el contradictorio mundo real.
Internet está siendo un magnífico medio de movilización social, de debate, y de protesta. Y más que reforzarlo, está poniendo en crisis el clásico concepto de democracia occidental. Fernando Savater, el filósofo y escritor vasco, hasta se ha animado a decir que Internet es "un ágora nueva, la plaza pública para los Sócrates del siglo XXI!". En efecto, compromete tanto a intelectuales como a cualquier tipo de conciencia ciudadana inconforme con el estado universal de cosas del orden neoliberal en curso. Es una herramienta para la reunión y el llamado a la acción social.

La pasión revolucionaria ha entrado en la Red. La acción política, de abierto rostro antiglobalización neoliberal, está en Internet y está convocando a subvertir las reglas del "nuevo (des)orden" internacional del capitalismo neomercantilista e imperialista. Internet es el nuevo texto comunicativo de la nueva forma de lucha histórica de los globalizados frente a las instituciones dominantes de la sociedad contemporánea. Un fenómeno que ha de expandirse y del que habría que esperar importantes contribuciones a la teoría revolucionaria.


Fuentes:

1 J. Petras: El mito de le tercera revolución científico tecnológica en la era del imperialismo neomercantilista (rebelion.org, 28 de julio de 2001 / La Página de Petras), e Imperio con imperialismo (Idem., 7 de noviembre de 2001).
2 J. Baudrillard: El terrorismo. Le Monde, 2 de noviembre de 2001 (traducción de B. Mazzoldi).


Paul L. Ravelo Cabrera
Profesor de Filosofia Contemporanea en la Facultad de Filosofia e Historia de la Universidad de la Habana, Cuba.