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Por Rocío Jiménez
Ramón
Número 25
Europeos y asiáticos
se sienten cómodos con la idea de permitir que los gobiernos
regulen su intimidad, pero la idea de unas leyes amplias que protejan
la intimidad pone nerviosos a los
norteamericanos.
El concepto de confidencialidad
de la información abarca las múltiples formas de obtención,
utilización y distribución de datos acerca de personas
particulares en el ciberespacio. En la vida real, un paseo informal
por las calles de una ciudad o por las
galerías de un supermercado constituye generalmente un
asunto económico, a diferencia de lo que ocurre cuando se
navega por la World Wide Web. Como reza una verdad de perogrullo
en línea: cuando se navega por la red, la red le navega a
uno. Con los programas adecuados, desde un servidor de Internet
a menudo se puede identificar el nombre, la dirección electrónica
y la ubicación geográfica de la mayoría de
usuarios que recalan en una página, así como información
sobres otras páginas visitadas recientemente o el modelo
de ordenador
utilizado. Mientras tanto, muchos creadores de sitios de la web
utilizan también etiquetas informáticas denominadas
cookies (galletas), que permiten la compilación detallada
de registros sobre los intereses individuales de cada visitante,
basándose en el tipo de páginas que visitan o en la
clase de productos que
adquieren al recorrer una página comercial.
El mismo maravilloso sistema que
lleva información a su hogar puede recopilar información
sobre usted. La red de comunicación interconectada que ha
nacido a partir de Internet también puede ser utilizada como
mecanismo de vigilancia: cámaras de
televisión en las calles, recopilación de información
automática sobre el comportamiento de los navegantes de la
web. En los años 90, todo el mundo se está rodeando
de sensores. Los sistemas de las autopistas inteligentes dotan a
los vehículos de microprocesadores de identificación
exclusiva para el pago automático del peaje. Cuando se utiliza
una tarjeta de descuento en un supermercado, ese código de
barras que emplea el dependiente de la tienda graba información
sobre su
persona: cuánto licor, pañales o revistas ha comprado.
Los códigos de barras, los sensores y las cámaras
todavía no han sido incorporados a Internet y la protección
de la intimidad no ha sido introducida en la tecnología,
pero si fracasa la acción legislativa, puede que, en los
próximos años, la infraestructura de la sociedad perfectamente
vigilada encaje por fin. Aunque la vigilancia del estado es el mayor
temor, no es el único. Nuestros ciudadanos tienen acceso
a una enorme cantidad de información privada sobre nosotros
mismos. Todo lo señalado nos conduce a una sencilla conclusión:
a medida que crece el ciberespacio,
millones de personas en todo el mundo se afanan por redefinir lo
que significa la intimidad en la era de la Información.
El peso del Estado
Es fácil imponer
restricciones o disposiciones legales aparentemente razonables,
pero se corre el riesgo de que esas restricciones estrangulen la
innovación. Los gobiernos pueden contribuir a garantizar
un marco sólido y competitivo y deberían estar dispuestos
a interceder -sin mostrarse excesivamente ansiosos- en caso de que
el mercado fallase en algún campo en
particular. Los gobiernos pueden contribuir a determinar las reglas
del juego, los principios conforme a los cuales compiten las empresas.
Pero no deberían intentar diseñar ni dictar la naturaleza
de la Red.
Con ese fin, sería un paso
positivo que otros gobiernos siguiesen el ejemplo de EE.UU. y liberalizasen
sus respectivos sectores de
comunicaciones. Los gobiernos que quieren capacitar
Internet también se asegurarán de que la misma protección
de la propiedad intelectual que se aplica al material impreso, la
música y las películas esté vigente en el entorno
de la Red. Y desearán buscar oportunidades para proporcionar
a estudiantes,
profesores y personas que asistan a colegios y bibliotecas el acceso
a los ordenadores y a Internet.
El coloso americano acapara la
red
La influencia de Estados
Unidos es decisiva y la Red se está convirtiendo en el conducto
más eficaz para exportar su cultura. Incluso resulta casi
imposible retener los talentos que podrían contribuir a que
Internet sea un fenómeno verdaderamente mundial. Tim Berners-Lee,
el británico inventor de la web, y Mika
Uusitalo, que dirigía el laboratorio de Internet más
innovador de Europa en Finlandia, se han visto arrastrados a ejercer
su oficio en Estados Unidos. Empresas innovadoras como Delta Three
y Vocaltec, dos pioneros israelíes de teléfonos Internet,
hicieron las maletas y fueron a Estados Unidos en cuanto triunfaron.
El 88% de la publicidad en línea
será norteamericana al final de la década. Las empresas
norteamericanas establecieron en los años 90, como en su
momento los venecianos, las nuevas reglas del comercio electrónico,
no sólo desarrollan la tecnología, sino también
las prácticas comerciales que tendrá que seguir
inevitablemente el resto del mundo. Es mucho lo que está
en juego. Jonh Doerr, el decano de los inversores de Silicon Valley,
calcula que el auge del ordenador personal en los 80 ha sido el
alarde más grande de creación de riqueza en la historia.
Internet contiene el potencial para eclipsar incluso eso, y convertirse
en el equivalente moderno de la fiebre del oro. Los indicios apuntan
a que Estados Unidos se llevará a casa la mayor parte de
ese oro.
La situación de Europa
En febrero de 1997, Andy
Grove, jefe ejecutivo de Intel, y Bill Gates, de Microsoft, lanzaron
una ataque contra Europa, calificándola de atrasada respecto
a la nueva era digital. Grove acusó a Europa de crear un
déficit tecnológico que las futuras generaciones iban
a heredar. Gates, incidió en el foso creciente entre EE.UU.
y Europa respecto a Internet y otras acepciones
tecnológicas de la era digital.
La empresa de investigación,
con sede en Londres, Contex, ha señalado que el 53% de los
empleados de oficina utilizan ordenadores personales, mientras que
en Estados Unidos la cifra es del 90%. En un estudio de Booz-Allen
& Hamilton, publicado a
finales de los 90, se hacía un llamamiento a una reforma
acelerada para ayudar a Europa para despertar a la nueva era digital.
El informe apuntaba que las industrias de la tecnología de
la información europeas no son competitivas con las de Estados
Unidos o Japón, salvo en el equipamiento en telecomunicaciones
del sector público.
América nos invita no a comer,
sino a ser devorados. En los años 90, Microsoft declaró
que realizaría una inversión de 80 millones de dólares
para fundar un laboratorio de investigación en la
universidad británica de Cambridge, para que los mejores
cerebros ingleses pudieran construir mejores productos Microsoft.
Lamentablemente, todas las cosas
que podían hacernos ricos en la nueva era digital nos están
empobreciendo. Nuestra historia y nuestra cultura nos han convertido
en unos zánganos presumidos. América, con menos historia,
se ha movido ligera y rápida, inventando la historia del
presente a un ritmo trepidante. Nuestra diversidad de idiomas en
un mercado, en el que la mayoría de propietarios y clientes
potenciales hablan inglés, significa que debemos hablar inglés
para ser escuchados.
Hacia una ética virtual
en línea
Dentro de 10 años,
pasado el umbral del 2000, indudablemente veremos a gente que llevará
un estilo de vida basado en la Red. Se dará por sentado que
Internet se utilizará para comprar productos y para mantenerse
en contacto con la gente, como ocurre hoy con el coche, el teléfono
y la televisión.
El comportamiento global de un sistema
puede tener una complejidad infinitamente superior a los elementos
que la componen. La Red puede convertirse en un verdadero medio
de comunicación de masas o en un arma económica. Por
eso, puede evitar abusos, deberá instaurarse una ética
virtual, ya que en la Red aparecerán las más complejas
relaciones.
Una anarquía demasiado radical
de la Red puede socavar los mismos fundamentos que lo hacen posible.
Sin duda, nuevas formas algorítmicas de control permitirán
limitar los abusos a base de restringir las libertades de expresión
y de comunicación
(ciberpolicía). Tendrá que aparecer una ética
virtual tan exigente como cualquier ética que pueda prevalecer
en lo real. A partir de los años 90 Internet ha estado regulada
por las recomendaciones de una sociedad formada por voluntarios,
que recibe el nombre de Sociedad Internet o ISOC .
Los servidores: primer escalafón
de control en línea
Los servidores pueden
ser el primer escalafón de gobierno de un ciberespacio dividido
en varias capas, ya que la mayoría de los asuntos de la Red
se pueden tratar a ese nivel. En el año 2000 los servidores
trabajan bien con las autoridades de la Red
a la hora de registrar nombres de dominios o direcciones para sus
clientes. Los servidores tienen contratos con los usuarios, deciden
cuándo un comportamiento es aceptable y pueden excluir a
los usuarios del sistema. Los gobiernos controlan el
ciberespacio a través de los servidores. Los servidores también
cooperan con la policía en las jurisdicciones físicas
en las que operan; cuándo los servidores no tratan una queja
adecuadamente, la comunidad o el individuo agraviado puede solicitar
a todos los servidores que actúen. A medida que el ciberespacio
se va poblando, es probable que esto se convierta en la norma. Pero,
¿funcionará o se acabará todo el mundo
delegando las decisiones a un organismo que terminará
convirtiéndose en una burocracia central enquistada?
Las organizaciones reguladoras semivoluntarias
podrían
acabar pareciéndose a sus precursores gubernamentales y
volverse propensas a la burocracia, la corrupción y la rigidez.
Pero una ausencia absoluta de regulación significaría
el caos en la Red. Lo más esperanzador es una profusión
de organizaciones rivales y una sólida cultura de la transparencia.
Los gobiernos también deberían
establecer sólidas leyes antimonopolio para combatir a cualquier
grupo que crezca demasiado y usurpe el poder. En este momento, las
autoridades antimonopolio ya están cooperando internacionalmente
en un número de casos como los de Microsoft y Boeing. Al
fin y al cabo, cualquier organización grande es una amenaza,
es de
esperar que se alcance un equilibrio de poder y una rotación
constante que impidan que un único gobierno u organización
se vuelva demasiado poderoso.
Seguridad
En 1995, fecha ya lejana,
hubo 250.000 intentos de entrar en el sistema de ordenadores del
Pentágono y 160.000 de los cracker lograron su objetivo.
Si entraron en el Pentágono con mayor facilidad, podrán
entrar en una sencilla cuenta corriente. De cualquier manera, al
final, con el tiempo, se conseguirán los
servidores más seguros. El negocio que puede haber tras la
Red es de tal magnitud que numerosas empresas están empeñadas
en obtener el sistema de criptografía fiable y universal.
Dra.
Rocío Jiménez Ramón
Universidad de la Laguna,
Tenerife, España |