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La imagen o el ser como presencia en la hermenéutica filosófica de Hans-Georg Gadamer
 

Por Rafael García Pavón
Número 26

Introducción
La propuesta hermenéutica de Gadamer en su obra monumental Verdad y Método no se reduce a la discusión dentro del ámbito de las ciencias del espíritu y de la teoría propiamente de la interpretación. La hermenéutica de Gadamer no se ubica de esta manera como una propuesta exclusivamente metodológica para el desarrollo de la conciencia del sujeto moderno, o dicho de otra manera, la hermenéutica no es la manera como la conciencia del individuo le da contenido al mundo.

Lo que Gadamer descubre, influenciado por Heidegger y otros autores como Kierkegaard, es que la hermenéutica es una experiencia más amplia que la consciencia del sujeto1 ; en otras palabras, la hermenéutica es la expresión de la experiencia de ser en el tiempo, de que el tiempo es el ser. La hermenéutica es, entonces, la manera en que la vida humana revela el ser que le comprende. La hermenéutica como autocomprensión es la que le da sustento a la vida humana como continuidad en el ser y el tiempo, la que le permite a la existencia humana hacerse simultáneo con el horizonte de comprensión que constituye su ser. Est ser como tiempo que es la comprensión es la condición ontológica de la existencia humana, que está antes de que la conciencia tenga un contenido, es decir, antes de autocomprendernos estamos en la comprensión. Por ello nos dice que "la comprensión debe entenderse como parte de un acontecer de sentido en el que se forma y concluye el sentido de todo enunciado, tanto del arte como cualquier otro género de tradición."2

Gadamer de esta manera invierte el sentido moderno de la filosofía y la ontología, pues la ontología no puede comenzar con la idea del ser y con ello fundamentar la existencia en el tiempo, sino al revés el ser es el horizonte que se vislumbra desde la existencia en el tiempo. Pero no puede vislumbrarse con las formas tradicionalmente modernas de la ciencia y la epistemología, hay que ampliar esas formas a una hermenéutica que abarque todas las demás formas. Interpretar es así no sólo hacer valer actualmente el sentido de un texto desde el aislamiento del sujeto, sino mediar el pensamiento con la vida actual3. Es decir construirse como sí mismo desde el mundo que este sí mismo ya es antes de que lo conozcamos, es decir, desde su dinámica temporal en la que se conforma un espacio de intimidad y sacralidad que le da sentido a la existencia, un sentido que no se inventa o que no es arbitrario, sino que se manifiesta como verdad, como un todo unitario lleno de significado. Pero que no se agota en al autocomprenderse, no se agota en el sujeto que comprende, sino que lo excede, de tal forma que la hermenéutica en su autocomprensión es un incremento constante del ser que da posibilidades de continuidad existencial.

La manera en que Gadamer intenta llegar a estas ideas es a través de la explicación ontológica de la obra de arte, en otras palabras, de ponernos frente al arte no como un objeto, sino como una experiencia hermenéutica, cuya explicación sienta las bases para cualquier otro fenómeno hermenéutico. Ya que el arte tiene la virtud de ser una experiencia que implica necesariamente que su sentido no se quede en el olvido, sino que se haga presente en los diferentes momentos de su propia historia. Como Gadamer nos dice: "El arte no es nunca sólo pasado, sino que de algún modo logra superar la distancia del tiempo en virtud de la presencia de su propio sentido."4 Es decir, el arte es un proceso propiamente óntico, donde la consciencia estética -en el sentido de la subjetividad Kantiana- es insuficiente para poder aprehender todo su proceso.

Aquí es donde nos pone la crítica de Kierkegaard al estadio estético o a la consciencia estética5. Pues para Kierkegaard en el escrito "Ética y estética en la formación de la personalidad" de la obra La alternativa, plantea que existir sólo desde el aislamiento de la consciencia estética se termina en la desesperación, o sea, en la ausencia total de sentido. Puesto que la persona queda dislocada de la continuidad histórica y del tiempo al cual pertenece, queda ausente de sí misma, queda ausente de vinculación. La vida estética no puede para Kierkegaard sostenerse por sí misma, en estricto sentido no tiene tiempo, sus esperanzas son recuerdos y sus recuerdos esperanzas, no tiene elección que hacer y por tanto vive muriendo6. Vive como un moribundo porque no hay presencia del ser que es en el tiempo, y por ello la existencia se le presenta no como una posibilidad, sino como una tarea a realizar, tarea que se define por hacerse concreto en la continuidad y la vinculación del mundo al cual pertenezco, esto para Kierkegaard, es la esencia de la vida ética y la recuperación de la verdadera belleza estética, es decir, nos e niega la estética sino que se recupera en su sentido de vinculación con la existencia.

Esta idea es la que me parece que Gadamer retoma de Kierkegaard para entender la experiencia de la obra de arte como una experiencia de sentido y de significado, donde la obra no queda en el autor o en el espectador sino en su unidad de sentido y su dinámica recíproca. Por tanto el arte no debe ser tratado como un objeto, sino como una experiencia de sentido. Es decir, lo importante para Gadamer es estudiar la manera de ser de la obra de arte, para entenderla como un fenómeno hermenéutico y establecer las bases ontológicas de la comprensión, superando así la subjetividad. Esta manera de ser para Gadamer es la del juego, que transformado en una unidad ontológica de sentido se convierte en una construcción y en el arte en general en lo que Gadamer llama imagen.

La imagen tiene una valencia óntica, es un proceso óntico, que incrementa el ser del original o que más bien le pertenece al original. Esta valencia óntica no es una abstracción de la subjetividad sino que se desarrolla en la dimensión temporal, por tanto si la imagen es incremento de ser en el tiempo, es la imagen la misma presencia del ser y por tanto finalidad de la hermenéutica, la simultaneidad con ese sí mismo de la imagen.

Para mostrar esta idea voy a establecer primero, la idea de juego y sus elementos como explicación ontológica de la obra de arte, es decir, como construcción y segundo, como esta construcción es precisamente la imagen de configuración que incrementa el ser de lo original, teniendo una simultaneidad, una presencia del ser en el tiempo. Precisamente porque lo simultáneo es poder experimentar el sentido, la presencia del ser de lo que la imagen representa en la imagen misma, es decir, sin mediaciones, inmediatamente como lo que es7.

I. El Juego
La tesis fundamental de Gadamer, a mi parecer, es que la perfección del juego humano es precisamente ser arte. Como obra, como ergon8 y no sólo como energeia. Es decir, que este juego, como la manera de ser del arte es autónomo del autor, del jugador y del espectador. El juego tiene un carácter óntico, es algo anterior, presente y excedente a la consciencia de todo ellos, el juego es en sí y por sí mismo, aunque sea por los jugadores y los espectadores por los cuales el juego se manifiesta. En realidad el sujeto del juego es el juego mismo9.

¿Cuál es entonces la esencia del juego? La esencia del juego no es que éste sea jugado por alguien o contemplado por algunos, la esencia del juego es un movimiento, un movimiento de vaivén que no está fijado a ninguna finalidad específica o a algún objeto, así "es juego la pura realización del movimiento."10 Este movimiento, como por ejemplo un niño jugando con una pelota, un juego de colores, un juego de luces, una danza, es algo que se renueva en una constante repetición. El que entra al juego si se pone frente al juego y lo toma como objeto de su subjetividad, en realidad no juega, es superado por el juego mismo, si quiere seguir en el juego tiene que dejar que ese movimiento de vaivén que le presentan los "otros", lo contagie, por así decirlo, y lo lleve a jugar, de otra forma el juego se vuelve algo que no está presente.

Este movimiento de vaivén es una ordenación que va haciendo aparecer al juego como sí mismo, por ejemplo, pensando en un juego evidente el fut-bol. No es el jugador el que tiene al juego en sus manos, no es su consciencia la que contiene al juego, a lo más el jugador sabe las reglas, los espacios, pero el saber jugar sólo lo puede hacer jugando, es el juego el que le da contenido a su consciencia y no a la inversa. Pero lo importante es entender que el vaivén le es tan esencial al juego que ocurre una aparente paradoja para la consciencia: por un lado si es el mismo juego, siempre que se juega debe conservar su msimidad, pero a la vez como no ocurre en el mismo tiempo en que se jugó por primera vez, ha pasado el tiempo, tiene que ser un juego diferente. Digo que es una paradoja para la consciencia porque en realidad, lo que nos dice Gadamer es que la esencia del juego como movimiento de vaivén no se encuentra fijo en algún momento del juego, sino cada vez que se juega, entonces conserva su mismidad. Pueden pasar miles y miles de futbolistas y cada vez que el fut-bol se juega, la esencia del juego aparece como lo que es. Por otro lado, evidentemente el juego puede repetir las mismas condiciones en las que se jugó originalmente y no ser la misma forma del juego, en efecto, lo que se deja ver cada vez que se juega es el mismo juega incrementado. De tal manera que la concepción de Gadamer del juego le da los elementos metodológicos para hablar de una realidad dinámica, con unidad en esa dinamicidad, por tanto cada vez que se juega no es la misma experiencia, pero esa forma de jugar distinta hace aparecer la juego como lo que verdaderamente es, incrementa el ser del juego de cuando se jugó por primera vez.

El juego es así como movimiento de vaivén un automanifestarse de su sí mismo, o más bien, es en el manifestarse, en el jugarse, que ese sí mismo es. Por ello para Gadamer "el modo de ser del juego no es tal que, para que el juego sea jugado tenga que haber un sujeto que se comporte como jugador. Al contrario, el sentido más original de jugar es el que se expresa en su forma de voz media."11 De tal forma que el juego se convierte en una experiencia libre de fines, de intenciones y de esfuerzos, es decir, libre de subjetividad. Dicho de otra manera, el jugador para jugar debe abandonarse al juego, dejarse ser jugado. Esto es, antes de plantearle fines al juego el juego ya está presente, abandonarse la juego es ser uno con el todo, por ello quien experimenta el juego lo experimenta como una realidad que lo supera, que lo excede. El juego la exceder se vuelve algo más allá del sujeto, más allá del tiempo del sujeto, se hace autónomo y existe por sí mismo.

Esta autonomía no es sólo por el movimiento, sino que la exceder al sujeto, genera su propio espacio, el juego se desarrolla desde sus propios límites y no desde lo que lo limita; el movimiento, el vaivén esencial del juego, su carácter medial lo hace conformarse en una realidad propia, ónticamente hablando.

Si el juego es esto, el juego es necesariamente algo que se renueva, es automovimiento, por lo cual siempre mantiene el juego una fascinación de la libertad. Mantiene siempre vivas las posibilidades de decidirse por una cosa o por otra, porque el juego no lo fija indisolublemente a un objetivo. También esto implica que la fascinación del juego sea experimentar este riesgo constante de que las determinaciones en las que se toman decisiones pueden superarlo e imponerse sobre el que juega. "La atracción del juego, la fascinación que ejerce, consiste precisamente en que el juego se hace dueño de los jugadores."12

Ahora bien, esta carcaterización del juego no es todavía el arte, el arte es la perfección del juego humano, no es cualquier juego. Lo específico del juego humano es que puede incluir a la razón y a la libertad, puede incluir las finalidades. Es decir, el juego humano siempre es un jugar a algo13. De tal manera que la ordenación de movimientos del vaivén que constituye el juego, en el juego humano están siendo elegidos por el jugador, quiere jugar y dentro del jugar sigue eligiendo. Lo importante a resaltar de este tipo de juego es que lo que se elige y se sigue eligiendo es el jugar mismo, se ponen fines para jugar, pero una vez cumplidos se vuelve a jugar, es decir, el jugar humano que es para algo es como si tuviera fines. La finalidad entonces, el para que del jugo humano es que "en ese juego de movimientos, ordena y disciplina, por decirlo así, sus propios movimientos de juego como si tuviesen fines; por ejemplo, cuando un niño va contando cuántas veces bota el balón en el suelo antes de escapársele."14 Es así como a lo que se refiere el juego humano es al mismo juego, a su propio movimiento y a su propia ordenación. En otras palabras, el autorepresentarse del juego humano, a través de cumplir las tareas del juego constituye una expansión de uno mismo, es decir del propio ser humano, con todo el peso óntico de ser, pues la autorepresentación del juego logra que el jugador logre su propia representación así "el juego humano sólo puede encontrar su tarea en al representación, porque jugar es siempre ya un representar."15

La esencia del arte es como juego humano, como representación, no sólo un jugar para algo, sino para alguien, el carácter lúdico del arte por su propia esencia es no agotarse en su propio jugar sino apuntar más allá de sí mismo16. El jugar del arte es apuntar siempre a un espectador, entonces el juego del arte cobra sólo sentido al estar referido. Sin embargo, esto no quiere decir que el sentido del jugar del arte se lo dé el espectador, sino que más bien el espectador se vuelve partícipe del jugar, se vuelve jugador, se vuelve un jugar-con. No hay entonces distinción entre lo representado y el representar, pues si el juego es referencia a sí mismo, cuando entra el espectador el juego, lo representado y el mismo representar se identifican, hay una identidad hermenéutica17, se vuelve un algo y no simplemente un fenómeno o algo dado a la consciencia, ese algo no es una cosa como la entendemos normalmente, sino un proceso, una presencia de algo con sentido, lleno de significado.

En esta perspectiva se podría decir que el significado de que esté referido a alguien es que esté cargado de sentido, de ese algo que supera la sujeto y que emerge, emana de su propio juego, que lo sostiene ónticamente. No es que el músico o el pintor que realizan el arte para sí mismos hagan sólo sus ocurrencias, o sonidos sin sentido, sino que el músico quiere que lo que salga de su instrumento sea música esencialmente, por tanto, aunque nadie la escuchar está la posibilidad en su mismo ser de ser escuchada como música. En otras palabras, me parece que lo que Gadamer intenta exponernos es la esencial vinculación de la existencia humana a través del tiempo, en cierto sentido, la vinculación cultural, la vinculación de ser. Es decir, que todo ser humano como jugador o espectador es jugado por la presencia del juego mismo que se encuentra ónticamente desplegándose, moviéndose con todos los individuos. No es que sea un primer principio el que despóticamente o racionalmente se vaya imponiendo en el hombre, sino que su propio ser es un acontecer de sentido en el mismo momento de acontecer, no podemos vernos como seres omnipotentes fuera del tiempo, la temporalidad es esencial en el juego humano. Y esa temporalidad, no como mero pasar, sino como pretensión de permanencia dinámica es la presencia en cada uno de todo y en todo de uno. Esa esencial pertenencia de cada uno de nosotros al juego mismo, que a la vez que nos juega, lo jugamos. Como bien dice Gadamer en La actualidad de lo bello, sólo habrá recepción, sentido, para el que juega-con, para aquel que con su actividad realiza un trabajo propio y realiza una ordenación, es decir, si es artista de cierto modo.

II. El Juego como trasformación en una construcción
Ese algo en el que se trasforma el juego es lo que Gadamer llama construcción y que más adelante identifica con la idea de la imagen y su valencia óntica. Es decir, para Gadamer lo que hace que la imagen valga ónticamente en la obra de arte, es su estructura de construcción del juego.

La trasformación del juego en construcción es donde frente al cual su ser anterior no era nada."18 Esta idea es la explicación ontológica de lo que es propiamente una obra de arte y no sólo un proceso artístico, si es que se puede hacer la diferencia. O más propiamente, entre la energeia y el ergon. La representación en este sentido, obtiene en este sentido un carácter de autonomía que ni el propio autor puede quitarle, la representación se vuelve lo representado, llega ser lo que es, es obra y reposa en sí misma, encontrando su propio patrón. Por ejemplo, un drama una vez hecho reposa sobre sí mismo independientemente de los autores y los espectadores, y de alguna manera es a la vez la unidad que le da sentido a uno y a otros.

La obra, la construcción en que se ha trasformado el juego del arte, ya no es una serie de posibilidades y expectativas reales, es algo con sentido que se refiere a sí mismo y se sostiene por sí mismo. Es el juego el que hace devenir al ser, el que hace aparecer lo que es, lo que de otro modo quedaría oculto o enajenado por alguna distancia establecida, y en el momento en que aparece lo que es se sostiene, se reconoce que es así. La realidad como tal es para Gadamer algo siempre referido al futuro y como tal se abre una infinidad de posibilidades que mientras no se encuentre un nexo de sentido que una esas posibilidades y expectativas, el ser queda o sigue quedando oculto, se enajena.

Es la indecisión del futuro, la que permite un exceso tal de expectativas que la realidad siempre queda por detrás de éstas. Y cuando en un caso particular se cierra y cumple en la realidad un nexo de sentido de manera que todo este curso infinito de las líneas de sentido se detenga, entonces una realidad de este tipo se convierte en algo parecido a una representación escénica.19

Así es como la realidad puede ser entendida como juego del arte, es decir, no hay verdadera realidad, con sentido, con reconocimiento con vinculación, sino hay juego como obra de arte. Pues es el juego, como lo hemos expuesto anteriormente es pura representación, resolución, vaivén del movimiento, pero que en el arte conecta, vincula las líneas de posibilidad de sentido de una realidad que está ahí y la hace patente, la hace presente, la hace un sí mismo. Así la realidad es lo no trasformado y el arte al trasformación de la realidad en lo que ésta es, es decir, en su verdad. En esta representación ocurre el reconocimiento, que no sólo es volver a conocer lo ya conocido, como si lo conocido no tuviera temporalidad o no tuviera un excedente de sentido. El reconocimiento es conocer algo más que lo ya conocido20.

Esto significa que la obra de arte no está desvinculada del mundo de la vida la cual pertenece, la obra de arte es la patentización del mundo de la vida que corre por su representación, no puede estar separada de las contingencias a las cuales pertenece. Entre ellas a su propia tradición, a su propia red de significados concretos a partir de los cuales es jugada. La representación así, en este caso , la escénica, la manera en que representa es la que hace aparecer algo del ser mismo que no había sido comprendido, es decir, incrementa el ser de lo original. Si bien Hamlet no es ningún príncipe Danés real o literal, si la trama representa algo que es en el mundo de la vida humana y que ya no le pertenece a una subjetividad en particular, sino que pertenece a la misma existencia. No es que la situación original que pudiera estar representando Hamlet ya no fuera tan original en él, sino que más bine, gracias a Hamlet ese ser viene a la existencia, se hace actual, cobra una valencia en el mundo y se sostiene por sí misma. Hamlet es el mismo ser que representa, es presente en el mismo instante en que se convirtió en obra y por ello permanece.

Este es el punto, la obra de arte tiene una pretensión no sólo de verdad, sino de permanencia, o más bien como es de verdad es de permanecer, de ser. Y aquí es donde entra el valor de la hermenéutica o de las artes interpretativas, no como simples metodologias, sino como develadoras del ser. La interpretación tiene la función de entrar en el juego para dar a luz lo representado, la interpretación necesariamente es un jugar para ser jugado. El carácter medial del juego significa así que debe cancelarse a sí mismo para que emerja el ser, de otra manera si se pone demasiado énfasis en los medios de interpretación se pierde ese develamiento y se oculta aún más. Por lo tanto, la obra siempre será contemporánea en la medida en que conserve sus funciones de juego y el intérprete de ser jugado, para que acceda en la representación la verdad de lo que está enajenado por la distancia histórica. De tal forma que lo original de la obra de arte es tan original como en el momento en que se representó por primera vez, ese ser está en ella, está en su propia representación y por eso toda experiencia estética es una experiencia de sentido que nos desoculta un sentido. Así es que la mimesis en Gadamer tiene esta función cognitiva, la imitación no es sólo copiar, sino ser el mismo original presente, aunque no sea el mismo, lo que si se transmite, lo que se comunica y por tanto se participa es el sentido, o el horizonte del sentido que constituyen la experiencia del ser, es ésta experiencia que no supera que se plantea como un horizonte inconcluso, pero que a la vez acontece "todo encuentro con el lenguaje del arte es encuentro con un acontecer inconcluso y es a su vez parte de este acontecer."21

La hermenéutica es así un participar en estos horizontes, es jugar a ser jugado, es comprenderse en la comprensión. En la hermenéutica se encuentra la unidad del sentido que se representa en la obra de arte, la obra así no es el objeto como cuadro, como libro, es la unidad de sentido que llega ser por su misma representación. La hermenéutica es un constante reconocerse como perteneciente a un mundo de vida que no se agota en nuestra subjetividad, pero que a la vez, con nuestras elecciones, el excedente de su ser sale a la luz.

III. La Temporalidad y la simultaneidad
Esto plantea precisamente el problema de la temporalidad de lo estético, puesto que la obra de arte pertenece necesariamente como sí misma a una historicidad de la cual no puede desprenderse y a la cual hace referencia. De tal forma que su presencia lo es en todos los momentos de su ser en el mundo, no hay una ruptura o separación del pasado, el presente y el futuro, sino que es un triple presente la que configura su sentido. Por ello la comprensión, nos dice Gadamer, debe lograr la continuidad en la temporalidad, el autocomprenderse, que es sustento de la existencia humana, es la continuidad temporal22.

La clave de esta idea es la simultaneidad, que Gadamer dice haber tomado de Sören Kierkegaard23 la simultaneidad es:

Que algo único que se nos representa, por lejano que sea su origen, gana en su representación una plena presencia. La simultaneidad no es pues, el modo como algo está dado a la conciencia, sino que es una tarea para ésta y un rendimiento que se le exige. Consiste en atenerse a la cosa de manera que ésta se haga simultánea, lo que significa que toda mediación quede cancelada en una actualidad total. 24

La simultaneidad no se entiende si el tiempo es concebido como una sucesión, o es concebido sólo desde la consciencia como pasado, presente y futuro. Bajo esta determinación la obra nunca puede ser totalmente mediada, la mediación histórica es insuperable y su sentido se pierde para siempre, nunca adquiere verdadera presencia su sentido. En otras palabras, no se comunica, no se participa de su ser. Desde la subjetividad el ser es la conciencia y el tiempo es un aspecto de ella. En cambio, en la postura de Gadamer el tiempo es más bien temporalidad. Es decir, no es mera sucesión sino que es presencia del ser que tiene pretensión de permanecer, de algo eterno, de espíritu, que hace del tiempo algo con sentido, lo hace representación esencialmente. De tal forma que la simultaneidad se da en ese asistir, en ese participar del sentido original inmediatamente de la representación o de la obra. Hacer presente el horizonte que me envuelve o que envuelve a la obra y donde me puedo reconocer.

Kierkegaard por ejemplo en El concepto de la angustia, indica algo muy similar. Para él todo individuo nace en un nexo histórico y en ese nexo histórico el hombre es una síntesis de lo eterno y lo temporal, donde lo eterno traspasa continuamente lo temporal, y lo temporal desgarra continuamente la eternidad25. De tal manera que el ser que es lo eterno necesariamente se muestra en el tiempo, y esto hace que surja la temporalidad, es decir, el verdadero sentido de lo presente, lo pasado y el futuro; no desde la conciencia, sino desde la presencia. Así constituirse en persona depende no sólo de conocerse a sí mismo, sino de elegirse a sí mismo en este devenir y elegirse significa no crearse de la nada, sino partir de lo que concretamente soy, pero que si no lo elijo no existe. En palabras de Gadamer, si no se representa no accede al ser. Así el mero estar ahí, sin representar, es vivir en el mero momento y convertirse tan fútil como la caída de una hoja o el paso del viento. El ser se encuentra realmente en su simultaneidad temporal donde, en donde se encuentra el instante de la elección del sí mismo, que es un instante eterno, ose que se sostiene por sí mismo, de su vinculación con todo su ser así nos dice Kierkegaard:

Si no existe el instante, lo eterno es lo que queda hacía atrás, lo pasado. Si mando marchar a un hombre sin indicarle la dirección, ni la meta de su marcha su camino es también lo que queda detrás de él, lo recorrido. Puesto el instante pero meramente como discrimem lo eterno es lo futuro. Puesto el instante existe lo eterno y esto es entonces a la vez lo futuro, que retorna como lo pasado.26

Lo simultáneo es así que la esencia, el ser de la obra que se representa sea realmente efectivo y no un objeto de la reflexión, sino algo a partir de lo cual se determina la existencia humana, es el proceso óntico donde se unifica el pasado y el futuro en al presencia de la representación o del juego como construcción, la obra es este instante eterno, donde toda la sucesión temporal cobra pleno sentido unitario.

Esta simultaneidad, en la que el sí mismo de la obra no se pierde, sino que su mismo ser al estar referido a otro, tiene una pretensión original de ser representado en el futuro y ser otro, precisamente por eso no pierde su mismidad. Porque ella consiste en su renovación constante y en su constante participación, no se queda cerrada en su propio tiempo, sino que el juego al ser sí mismo, e ir más allá de los jugadores y el espectador, encuentra su ser en la unidad temporal. Su ser sólo esta en su devenir y en su retornar, como la fiesta27 .

Ahora bien, lo simultáneo sólo es posible para Gadamer si el espectador asiste, participa en un auto-olvido de sí a este juego a lo que se representa, pues sólo en la representación accede en presencia, en participación, lo representado, por ello "la continuidad de sentido accede a él justamente desde aquello a lo que se abandona como espectador. Es al verdad de su propio mundo, del mundo religioso y moral en el que vive, la que se representa ante él y en la que él se reconoce a sí mismo."28

IV. La imagen
Hasta este momento Gadamer ha usado la referencia sólo a las artes procesuales, aquéllas cuyo ser es la representación. Pero el desarrollo de sus ideas de la obra de arte como juego y como un proceso ontológico a través del cual el ser se devela, debe valer para todo tipo de arte. Entonces el concepto del juego como trasformación en una construcción, se convierte en otras artes, como las plásticas y finalmente en toda arte, en la idea de la imagen. La imagen es entonces para Gadamer, lo que tiene una valencia óntica fundamental en el arte y que queda como estructura para hablar finalmente del lenguaje, que es el elemento esencial de la hermenéutica, o en otras palabras, el ser es lenguaje. En este escrito mi pretensión es sólo dejar planteada la conclusión de Gadamer sobre la imagen.

El problema de la imagen en las artes plásticas para Gadamer, es el de descubrir cómo funciona la dinámica de la representación en éstas, lo que en el fondo implica preguntarse por cuál es el carácter óntico de la imagen, ¿qué relación o referencia tiene esta con la imagen original?

Para Gadamer es esencial distinguir entre imagen, cuadro y copia, pues la imagen normalmente se confunde con alguna de estas dos. El cuadro es una representación donde necesariamente se refiere a un espacio, el cuadro su función esencial es representar gracias al espacio, pero no tiene su ser en sí mismo. La copia se define como algo esencialmente distinto a lo representado y cuyo ser esencialmente se define como medio para referirse a la imagen original. La copia lo es en cuanto que debe desaparecer para que hacer aparecer a la imagen original, su ser consiste en la total mediación, su finalidad no es más que parecerse a la imagen original: "su ser para sí consiste en autosuprimirse de esta forma. Esta autosupresión de la copia constituye un momento intencional de su propio ser."29

Tanto la copia como el cuadro no tienen ser propio, en el cuadro depende del espacio y en la copia de la imagen original. El cuadro tiene la función de referir a lo representado por el espacio y la copia lo hace por mediación de su propio ser, pero ninguno de ellos es como la trasformación del juego en construcción, una unidad de sentido por sí y en sí misma.

La imagen para Gadamer es esta construcción en la que el juego se trasforma, si la representación en las artes procesuales era esta construcción, me parece que en las plásticas es la imagen. La imagen no es para Gadamer algo que deba autocancelarse para referirse al original, más bien lo importante de la imagen es cómo se representa lo representado. Es decir, lo que determina el ser de la imagen es al representación y la no distinción con lo representado30. La representación tiene una vinculación esencial con el ser de lo representado, es más, es imagen en la medida en que su modo de representar le pertenece al ser de la imagen original esencialmente. Esto quiere decir que con la representación adquiere presencia, viene al ser, algo de la imagen original que sin esta imagen no tendría presencia, precisamente por esto la imagen no es lo representado, pero a la vez por esto mismo es tan original y en sí misma como la original. No es meramente una copia que deba cancelarse, si se cancela eso que representa no sale a la luz y se disminuye el ser del original, la imagen es así una realidad tan autónoma como el juego excede a quien la crea y a quien la interpreta. La imagen es tan original, tan primigenia, como la imagen original que representa, porque como manera de representar pertenece al horizonte no develado de la imagen original, no es que sea un aspecto ya conocido del original el que se representa, sino que gracias a esa representación adquiere su ser.

El que la representación sea una imagen - y no la imagen originaria misma - no significa nada negativo, no es que tenga menos ser, sino que constituye por el contrario una realidad autónoma. La referencia de la imagen a su original se representa así de una manera completamente distinta a como ocurre con la copia. No es ya una relación unilateral. Que la imagen posea una realidad propia significa a la inversa para el original que sólo accede a la representación en la representación. En ella se representa a sí mismo [..] Cuando se representa así , esto deja de ser un proceso accidental para pasar a pertenecer a su propio ser. Cada representación viene a ser un proceso óntico que contribuye a constituir el rango óntico de lo representado. La representación supone para ello un incremento de ser. El contenido propio de la imagen se determina ontológicamente como emanación de la imagen original.31

Esto quiere decir que la imagen es la manifestación propiamente dicha del ser, donde la representación y lo representado no se distinguen, donde se hace simultáneo con la imagen original. Dicho en otras palabras, la imagen es el proceso por el cual aquello que no era llega a ser, es la expresión óntica de lo que el juego me juega como artista o como espectador, la imagen es ella misma un ser en sí mismo y que hace referencia a su propio ser para ser comprendida. De tal manera, que gracias a la imagen el exceso del ser accede y se encuentra en el mundo, es decir, que el ser no se constituye sólo en el original, sino que el original se constituye como tal en el proceso temporal. La obra de arte plástica, como esa construcción de imágenes no es meramente copiar originales, sino hacer presente en cada momento al original mismo en su incremento de ser. Este incremento de ser, esta imagen es el ergon, la obra. De tal forma que la obra y la imagen no se reducen al contenido de la conciencia, sino que se refieren a una pertenencia óntica en el tiempo del ser de la imagen original que la hace ser tan originaria y propia de sí misma que pertenece y es independiente en sí misma. De ahí que la representación, que es la imagen para Gadamer, sea más clara con la idea de representatio, que significa hacer que algo esté presente32. Por lo que el original sólo lo es en virtud de la imagen, lo representado sólo adquiere imagen desde su imagen. Con esto Gadamer le da la vuelta al consciencia estética, en donde al relación entre original e imagen es unilateral, del original a la imagen, en cambio para Gadamer la relación es recíproca de la imagen al original y del original a la imagen., este proceso es lo que es óntico, lo originario y permanente, por lo que la "idealidad de la obra de arte no puede determinarse por referencia a una idea, la de un ser que se trataría de imitar o reproducir; debe determinarse por el contrario como el parecer de la idea misma."33

De ahí que para Gadamer la imagen tenga una mayor validez ontológica que el signo o el símbolo, pues el signo se determina por cancelarse a sí mismo en referencia al original, el símbolo se determina por sustituir al original, pero lo que sustituye no está en sí mismo, en parte tiene contenido en la medida en que se refiere a un contexto particular. En cambio la imagen ofrece un plus de significado, por lo que el ser está en sí misma, su referencia es a sí misma. La imagen representa por sí misma, y esto significa " que en ella lo representado, la imagen original, está ahí en un grado más perfecto, de una manera más auténtica, es decir, tal como verdaderamente es."34

La imagen entonces no es lo que acostumbramos a llamar imagen, más bien a lo que llamamos imagen le corresponde la idea de copia. La imagen es más bien aquello que pretende la representación, que no depende necesariamente de los jugadores o os espectadores, que está en la misma representación y que existe por sí misma como un incremento del ser de lo originario, la imagen obliga a centrar los ojos a ella misma y no a otra cosa, la imagen es un proceso de autoreferencia, que es similar a a autorepresentación del juego y por ende a la manifestación del ser, a la presencia de esa idea.

Conclusión
Conclúyendo, me parece que la imagen en Gadamer es finalmente la idea, pero no una idea como aquello que el sujeto configura a partir de sus propias categorías, ni tampoco la idea como aquello que se encuentra en el topos uranus separado de la concreción de al existencia y al cual sólo acceden algunos iniciados. Más bien es la idea como el sentido y el significado que se conforman en la realidad por un horizonte temporal. Una idea que accede a su manifestación en el mismo acontecer del mundo y que determina lo que es. Esta idea es el ser en su propio devenir y manifestar, pero no es un devenir en el cual, si bien el sujeto desaparece bastante, es un devenir que sin el acontecer como arte, como el jugar humano que es arte, este acontecer no cobra manifestación, no cobra imagen. Por otro lado, esto no quiere decir que sin el jugar humano no se manifieste, sino que simplemente el jugar humano incrementa el propio ser, el arte es incremento del ser, esto es la idea que aparece en Gadamer, al menos hasta los límites que abarcan el presente trabajo.

Así mismo pienso que como jugar humano, es en esencia un jugar que se elige. Es decir, el ser jugado del juego humano, es un elegir y ser elegido a la vez. Ser elegido por la vinculación ontológica a la cual pertenece mi ser como imagen, como representación que es a la vez lo representado, pero elegir en la medida en que quiero jugar a algo y hacía alguien. Puede existir el juego, pero sin la elección no existe el juego humano. Por eso es significativo, que por ejemplo Kierkegaard, una de las influencias de Gadamer en este texto cuando hable de la ética, en el mismo texto al que Gadamer hace referencia en Verdad y Método se refiera a que la ética no sea específicamente conocerse a sí mismo, sino elegirse35 y un elegirse que no proviene de la masa, sino de sí mismo. Ser sí mismo, autocomprenderse, que es finalmente lo que, según Gadamer, sostiene nuestra existencia, no se define como un sustrato, sino como una relación de pertenencia al ser en la cual podemos participar, en la cual nos debemos comunicar. Se define desde el horizonte de temporalidad del ser, somos ser en el mundo, ser en el tiempo y por ello el ser como cognoscitivo sólo es un horizonte o un supuesto como horizonte a la vez, que se manifiesta se hace presente en la representación, el juego y la imagen.

Finalmente eso es lo que Gadamer nos transmite, el volver a las cosas mismas, el volver a relacionar el pensamiento con la vida del mundo actual, no puede hacerse desde el sujeto, sino desde lo que fundamenta ónticamente a este sujeto y le permite incluso ser sujeto, no sólo su energía, su movimiento, sino la configuración de sentido que hace simultáneo, presente la unidad temporal del ser a la persona.


Notas:

1 Cfr. Gadamer, Hans-Georg. Verdad y método. Sígueme. Salamanca, 1997. P. 217.
2 Ibidém.
3 Cfr. Ibid., p. 222.
4 Ibid., p. 218.
5 Cfr. Ibid., p. 137.
6 Cfr. Kierkegaard, Sören. Estética y ética en la formación de la personalidad. Editorial Nova, Buenos Aires, 1977. P. 57. " toda concepción estética de la vida es desesperación, debido a que estaba basada tanto sobre lo que puede existir, como sobre lo que no puede existir." Ibid., p. 96.
7 Cfr. Gadamer, Hans-Georg. Verdad y método. Sígueme. Salamanca, 1997, pp. 182-183.
8 Cfr. Ibid., p. 154.
9 Cfr. Ibid., p. 145.
10 Ibid., p. 146.
11 Ibidém. También véase Gadamer, Hans-Georg. La actualidad de lo bello. Paidós. Barcelona. P. 71.
12 Ibid., p. 149.
13 Cfr. Ibid.,p. 150.
14 Gadamer, Hans-Georg. La actualidad de lo bello. Paidós. Barcelona. Pp 67-68. Cfr. Gadamer, Hans-Georg. Verdad y método. Sígueme. Salamanca, 1997. P. 151.
15 Ibidém.
16 "Esta remisión propia de toda representación obtiene aquí su cumplimiento y se vuelve constitutiva para el ser del arte." Ibid.,p. 152.
17 Cfr. Gadamer, Hans-Georg. La actualidad de lo bello. Paidós. Barcelona. P. 71.
18 Gadamer, Hans-Georg. Verdad y método. Sígueme. Salamanca, 1997. P. 155.
19 Ibid., p. 157.
20 Cfr. Ibid., p. 158.
21 Ibid., p. 141.
22 Cfr. Ibid.,p. 166.
23 Cfr. Ibid.,p. 173, 666.
24 Ibid., p. 173.
25 Cfr. Kierkegaard, Sören. El concepto de la angustia. Espasa-Calpe. México. 1987. P. 88.
26 Ibid., p. 89.
27 Cfr. Gadamer, Hans-Georg. Verdad y método. Sígueme. Salamanca, 1997. P. 168.
28 Ibid., P. 174.
29 Ibid., p. 186.
30 Cfr. Ibid.,p. 187.
31 Ibid.,p. 189.
32 Cfr. Ibid., p. 190. Nota 10.
33 Ibid., p. 193.
34 Ibid.,pp. 205-206.
35 Kierkegaard, Sören. Estética y ética en la formación de la personalidad. Editorial Nova. Buenos Aires. P. 140.


Bibliografía:

1. Gadamer, Hans-Georg. Verdad y método. Sígueme. Salamanca, 1997.
2. Gadamer, Hans-Georg. La actualidad de lo bello. Paidós. Barcelona. 1998.
3. Kierkegaard, Sören. Estética y ética en la formación de la personalidad. Editorial Nova. Buenos Aires. 1977.
4. Kierkegaard, Sören. El concepto de la angustia. Espasa-Calpe. México. 1987


Mtro. Rafael García Pavón
Coordinador de ética profesional en laUniversidad Anáhuac, México.