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Por Silvio Mario Rotta
Número 26
"El hecho de
que seamos responsables del mundo en su totalidad, y en medida mucho
mayor de lo que admite nuestra sabiduría escolar, es por
el momento casi inconcebible, y sólo podremos cobrar conciencia
de ese hecho lentamente y mediante un profundo estudio de la comunicación
humana, un estudio que abarque muchas disciplinas particulares que
hasta ahora se consideran desligadas las unas de las otras o en
general han sido desatendidas."
" Profecías que se autocumplen". Paul Watzlawick.
En "La Realidad Inventada". P.Watzlawick y otros. Gedisa
editorial. Argentina. 1988
Si un físico teórico
centrara su explicación sobre la teoría, por ejemplo,
de la velocidad, o el roce, a partir de un automóvil que
se mueve en sentido horizontal, utilizando antecedentes sobre la
composición y estructura de las piezas (metal, aceites, gomas)
llegaría seguramente a conclusiones que permitirían
considerarlo, en el mejor de los casos, un hábil ingeniero
mecánico.
Sin embargo, en el estudio de las
comunicaciones humanas se monta toda la estructura teórica
en el lenguaje y su mecánica.
Toda la investigación es realizada desde el ámbito
de la semiótica, lingüística, alguna de las ciencias
matemáticas, técnicas marginales en la pragmática
de la salud o cualquiera en la que el uso de signos permita comunicar.
El factor humano queda fuera.
El conductismo transformó
los signos externos de los actos para la sobrevivencia, alimentación
y otros vitales en animales de experimentación, en teorías
de la conducta aplicables a los humanos. Sin duda, otro aporte en
esa orientación fue, no sólo en la psicología
clínica, la teoría de los reflejos.
La teoría de las comunicaciones
está construida sobre un deforme edificio de paradigmas y
modelos en los que el individuo comunicador es uno más de
los artefactos operantes.
Los análisis teóricos
y pragmáticos del funcionamiento y uso del mensaje en los
procesos comunicativos se asientan en las características
mecánicas y estructura lingüística. Utilizando
un cómodo término médico, la anamnesis de la
comunicación identifica mecanismos externos a los individuos
que participan en el proceso obteniendo resultados que, al dejar
fuera al individuo que comunica o recepciona, impiden no sólo
la comprensión del proceso comunicativo en toda su complejidad
si no, lo realmente grave, ignoran el sujeto y objeto primario de
la comunicación.
Este enfoque excluyente, impide
diagnósticos que permitan un conocimiento de mejor calidad
y, en el mismo proceso, posibiliten el conocimiento de las leyes
que rigen la conducta comunicativa de medios e individuos en todas
las áreas del conocimiento, en todos los actos y funcionamiento
de las sociedades humanas.
Ciertas conductas alimenticias determinan
el origen de graves enfermedades que pueden causar la muerte. La
obesidad es sinónimo de diabetes, hipertensión arterial,
arteriosclerosis, patologías músculo- esqueléticas
y otras.
Un obeso, con su sola presencia, le está comunicando a su
médico un estado de sanidad claramente definido. La comunicación
entre el obeso y el médico resulta perfecta a ese nivel,
incluso si ambos manejaran distintos idiomas.
En estos casos médico y paciente hablan el mismo idioma,
pero distinto lenguaje. Los une para comunicarse el saber del médico
sobre la gordura y las estructura física del paciente.
Pero el sencillo acto de intentar conocer el porqué de esa
obesidad, rompe el perfecto modelo de comunicación. Porque
"mucho" tiene valores diferentes para uno y otro. Y si
es diferente "mucho", es diferente "poco" y
"tiempo" de y en las comidas, y "abundante",
en fin, todo lo que su cultura les permita transmitir, recepcionar
y responder.
Para determinar una terapia, un
sistema de alimentación y medicamentoso que libre el obeso
de la muerte el médico debe manejar un sistema de comunicación
que le permita diseñar el programa en función de los
códigos del enfermo.
La comunicación funciona
si, cuando el médico pregunta cuánto pan come, y el
obeso responde "poco" el concepto lingüístico
se transforme en un código mensurable por ambos conocido.
Dos, tres, cuatro "marraquetas", por ejemplo.
Todo proceso de comunicación
resulta exitoso y genera resultados positivos cuando las partes
llegan a una codificación comprendida por ambos. Y, por supuesto,
cuando estos códigos identifican específicamente el
asunto que provoca la comunicación y el resultado que se
espera del proceso.
Cuando se manejan no sólo
los códigos del otro si no se tiene un conocimiento lo más
integral posible de quién es el otro.
Nuevamente "el factor humano" como nudo central de todo.
Mg.
Silvio Mario Rotta
Periodista, profesor de teoría
de las comunicaciones, Magister en Cs. de la Comunicación.
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