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Por Antonio Checa
Número 27
En el último cuarto
del siglo XX la radio experimentó tres revoluciones sucesivas.
Primero fue la de la popularización de la FM, que favoreció
un extraordinario desarrollo de la radio de proximidad y especializada,
aún no concluido, luego llegó Internet, la radio electrónica,
que devolvió al medio la internacionalidad que le diera en
su día la onda corta, y cuyo desarrollo está actualmente
en plena fase expansiva; de inmediato, ya terminando el siglo, llegaba
la tercera revolución, la de la radio digital, aún
en sus primeras fases. Se inicia incluso otra revolución,
la escucha de la radio vía teléfono móvil.
Todas estos cambios profundos favorecen el acercamiento de la radio
a las minorías de todo tipo, hasta el punto de que hoy esa
radio es mucho más compañera, confidente o cordón
umbilical que ningún otro medio, y el concepto de minoría,
gracias a la radio, no se reduce al de grupo étnico o religioso
que ocupa un territorio reducido, sino que incluye minorías
internacionales que se vinculan gracias a la radio en la red de
redes, incluso se reconocen como tales minorías vía
medio radiofónico.
Barata, en comparación sobre
todo con prensa o televisión, tecnológicamente asequible,
capaz de superar fronteras y distancias largas, intensamente renovada
vía Internet, abierta al futuro de la digitalización,
la radio de nuestros días es vehículo siempre relevante,
primordial en muchos casos, para todo tipo de minorías, lo
mismo en países desarrollados que a lo largo y ancho del
heterogéneo Tercer Mundo, incluso del olvidado Cuarto Mundo.
Siempre importante, pero jugando papeles muy diferentes. No es lo
mismo la emisora con música o contenidos informativos muy
concretos que se sintoniza en el coche, que la pequeña emisora
que lo es todo para una aislada comunidad centroafricana.
Frente a una radio comercial privada
concentrada cada día en menos manos (en 1993 el 85% de las
emisoras de radio latinoamericanas eran privadas, ese porcentaje
tiende a crecer año tras año, pese a la expansión
de la radio comunitaria) la radio orientada a minorías se
hace necesaria, en muchos casos imprescindible. Raramente se ve
fomentada, con mucha frecuencia, al contrio, afronta la hostilidad
de los poderes. La gama de estas emisoras es desde luego amplia.
Minorías lingüisticas, religiosas o culturales... todas
tienen presencia en esta radio. Los problemas no son menos amplios.
Pero si unas emisoras caen víctimas de acosos políticos
o económicos, otras le suceden.
Radio Paiwomak es una emisora
mínima -apenas 25 vatios de potencia- que emite desde lo
más profundo de la selva de Guyana, allí donde no
llega siquiera la radio estatal -la única existente en el
país-; la localidad tiene 3.000 habitantes, todos amerindios.
La estación emite cinco horas diarias, ofrece música,
programas de divulgación sobre salud y educación,
espacios religiosos y sus pequeños informativos. Todos se
sienten orgullosos de su emisora.
A muchos miles de kilómetros
de allí, en París, una decena de emisoras comunitarias
lanzan cada día sus mensajes para unas minorías muy
diferentes, de 'Radio Shalom, la voz de la paz', judía,
a Radio Oriente, musulmana, un amplio abanico de emisoras:
Radio Quatre, Radio J, Judaïques FM, Radio
Soleil, Radio Méditerranée, Radio France
Magreb, Beur FM...- buscan un sector muy concreto de
la audiencia potencial en la capital de Francia y su área,
las minorías judías y musulmana, en especial palestina1.
Pero ese esquema se repite en otras grandes ciudades francesas.
En Lyon, por ejemplo, compiten Radio Salam y Radio Judaïca.
A veces, Internet es casi una utopía,
pues en medios rurales atrasados no hay una red telefónica
que preste el necesario servicio. En la región mexicana de
Chiapas, a la altura de 1994, cuando estalla la revolución
zapatista, hay 44 emisoras funcionando, casi todas privadas. La
emisora del Instituto Nacional Indigenista es la única que
tiene alguna apertura hacia las demandas populares, pero el estallido
revolucionario lleva al gobierno a controlarla sin rubor y cesan
los programas campesinos. En estas comunidades, sin acceso a Internet,
la radio es prácticamente el único medio de comunicación
popular.
Por el contrario, en Cuenca, una
de las principales ciudades de Ecuador, Ondas Azuayas, una
veterana emisora -data de 1948- que ha pasado muy difíciles
situaciones, decide sustituir en 1997 las emisiones en onda corta
por un servicio de noticias en Internet, dirigido a la creciente
población emigrante de la región. De los tres millones
de emigrantes ecuatorianos casi la mitad pertenecen a esta región
del sur del país, la radio vía Internet se ha convertidio
para los ecuatorianos residentes en EE UU, España y otros
países, en el mejor medio para conocer cuanto ocurre en su
país. Los informativos, en sentido amplio, ocupan prácticamente
la mitad de la programación de Ondas Azuayas, una
de las emisoras con más credibilidad del país.
Interrnet es también el elemento
clave para la Radio Internacional Feminista, FIRE, una emisora
creada en 1991 en Costa Rica que dirige Katerina Anfossi Gómez.
Con vocación supranacional y objetivo muy claro, la mujer,
especialmente la latinoamericana y tercermundista, aunque, como
resalta su directora, "no es una propuesta para mujeres, es
una propuesta desde las mujeres"2.
En Indonesia, la caída del
régimen de Suharto en 1998, con su rígido control
de los medios, permitió la aparición de múltiples
emisoras de radio en los varios centenares de islas habitadas que
componen el país. Esas emisoras se dirigen a públicos
muy concretos, incluidas minorías lingüisticas, pero
disponen ya de instrumentos como Kantor Berita Radio 66H,
que utiliza Internet y satélites para enviar servicios a
esas dispersas estaciones.
Internet es un gran auxiliar si
se sabe utliizar. En Bolivia, Radio Yungas, emisora rural
dirigida al campesinado, incluye programas que, gracias a Internet,
le pemiten conestar todas las preguntas que le plantean sus oyentes,
por complejas que sean.
Favela FM 104.5 es una radio
comunitaria que emite en Belo Horizonte, en el sur del Brasil, que
ha conseguido algunos reconocimientos internacionales -como el premio
otorgado por la ONU por su labor contra la droga-3.
La creaban en 1981 vecinos de los barrios más marginales
de la ciudad brasileña, con apoyo de algunos sectores católicos.
Su impulsor fue Misael Avelino dos Santos, que sigue al frente de
ella. Música y honesto periodismo de denuncia dieron pronto
audiencia a la emisora, hoy una de las más sintonizadas en
la ciudad, que tiene x millones de habitantes y en torno a la veintena
de estaciones. En sus inicios emitía sólo de noche
y en fines de semana, es decir, cuando los funcionarios del ministerio
de Telecomunicaciones, que podían desactivarla, no trabajaban.
Aun así ha sido cerrada cuatro veces. Los habitantes de las
favelas cercanas la sienten como algo propio y se acercan a la emisora
para transmitir reivindicaciones o simplemente enviar mensajes.
Atiende las necesidades de unos 160.000 habitantes. Hoy trabajan
en ella 30 personas, ofrece programas de producción propia
y se ha hecho respetar: en campaña electoral no hay político
que no pase ante sus micrófonos.
En 1998 comenzaba a emitir en Paraguay
Radio Integración, una emisora en FM que se define
como "comunicación para la integración de las
personas con discapacidad", radio comunitaria, modesta, pero
que se ha hecho un hueco en la audiencia radiofónica de su
país. La dirigen personas -como Cayo Acosta- con alguna discapacidad
y se orienta a lo que es sin duda un público muy amplio,
las cerca de 500.000 personas que padecen alguna discapacidad en
la República del Paraguay.
En 1989 estudiantes de la Universidad
de Buenos Aires inician las emisiones de Radio La Tribu,.
No hay propiamente dirección, a lo sumo coordinadores. Se
admiten programas realizados por grupos externos, y la crisis argentina
ha incrementado incluso las aportaciones. La programación
es por ello muy variada, no falta el humor. Su público es
heterogéneo. Sus impulsores siguen afirmando 13 años
después que lo suyo es un proyecto político-cultural.
La coyuntura no es fácil, la emisora tiene una veintena de
trabajadores con salario, además de muchos colaboradores;
por eso se conforma con subsistir.
Lenguas que no encuentran eco en
la televisión, disponen de emisoras y programas que las difunden.
El quechúa, hablada por diez millones de personas en Bolivia,
Perú y Ecuador, es un buen ejemplo, pues son ya más
de 180 las emisoras que difunden programas en esas lenguas. El servicio
Ñuqanchik ("Nosotros") les ofrece tres programas
diarios en este idioma. Si no tienen Internet en la estación
pueden conseguirlos en las cabinas públicas4.
En Latinoamérica, la experiencia de la agencia de información
para radio Púlsar es muy meritoria. Creada en 1996 con 48
abonados, alcanza hoy más de los 2.000 en 50 países
de Latinoameca y del Tercer Mundo.
En el África sursahariana
hay dos teléfonos por cada cien habitantes, pero veinte receptores.
Hace menos de 20 años en esos países emitían
apenas unas decenas de emisoras, hoy son varios millares. Y muchas
de ellas se dirigen especifícamente a minorías étnicas
o religiosas5. La FAO ha llegado
recientemente a acuerdos con organizaciones no gubernamentales especializadas
en radio comunitaria (AMARC, DCFRN) para elaborar programas específicos
dirigidos a analfabetos y, sobre todo, a los que pasan hambre. Unas
minorías mayoritarias en el Africa negra. En muchos de estos
países hay emisoras meritorias que realizan una notable labor
entre los sectores más desasistidos, como Olkonerei FM,
en Tanzania, o Radio Anfani, en Níger, que destaca
por su información sobre alimentos para públicos o
con mínimos recursos. Pero los gobiernos no apoyan, temen
que esas emisoras se conviertan en la voz de los sin voz. Son emisoras
sin ingresos publicitarios, sostenidas sólo por el esfuerzo
y la ilusión de los voluntarios.
Los aficionados a la música
están de enhorabuena con la multiplicación de emisoras
de radio en la red de redes. Ya no es ningún problema localizar
emisoras especializadas en música de piano, en ópera
o sencillamente en la obra de Beethoven. Más incipiente,
la radio digital ofrece también cobertura a las minorías.
En el Reino Unido, el estado europeo donde está más
desarrollada, no faltan emisoras especializadas, incluidas, por
ejemplo, emisoras para las minorías homosexuales.
La radio es un elemento útil
para las minorías, pero frágil. La radio para minorías
afronta por lo general condiciones -económicas, sociales,
políticas, culturales- muy adversas. La legislación
propuesta en el 2000 por el gobierno de Guatemala para las emisoras
comunitarias es muy significativa: potencias muy pequeñas,
imposibilidad de incluir publicidad y de formar cadenas y frecuencia
única para todas las emisoras. En muchos países los
promotores de emisoras comunitarias sencillamente lucha por la legalización,
por una legislación que elimine prohibiciones, como ocurre
en Ecuador.
No sólo es una legislación
muy dura, casi sin excepciones, o la consabida precariedad económica,
es también el drama de la violencia directa. En Haití,
un país con altos niveles de violencia y bajos de democracia,
la radio es víctima preferente de esa tensión. Durante
el año 2001 numerosas emisoras sufrieron atentados: Radio
Vision Nouvelle, Radio Vision 2000, Radio Lumière
y Radio Express, con una persona muerta y varias heridas
graves y generalizada destrucción de equipos. Son emisoras
orientadas preferentemente al campesino haitiano; Radio Lumière
es una emisora evangélica. El año anterior fue asesinado
Jean Léopold Dominique, director de Radio Haiti Inter
y probablemente el periodista más prestigioso en ese
momento del país caribeño. Haití, por el retraso
de su prensa y la televisión, es un estado donde la radio
tiene especial relieve. Funcionan unas 130 emisoras, de ellas casi
el centenar son privadas, una treintena radios comunitarias y quince
radios religiosas, más de la mitad concentradas en la capital
del país. La ley además no reconoce emisoras comunitarias,
de forma que buena parte de la radio para minorías es alegal.
El desarrollo reciente de la radio,
unido a su tradicional flexibilidad, está permitiendo que
pese a múltiples dificultades como las reseñadas el
medio se convierta en el mejor aliado de las minorías, y
por ello en un medio que favorece el pluralismo y defiende la multiculturalidad.
No parece que esa vocación peligre globalmente, pero si es
cierto que debe ser defendida, pues son muchos los países
en los que tal vocación encuentra obstáculo tras obstáculo.
Notas:
1
Véase 'Les radios communitaires face au conflic israélo-palestinien',
en Le Monde, 12-4-2002.
2 Véase ANFOSSI GOMEZ,
Katerina (2000), "Trascendiendo fronteras. Mujeres en las nuevas
tecnologías de la información y la comunicación",
en www.comunica.org
3 GERALDO BREGUEZ, Sebastiao (1999),
'Favela FM 104.5: uma experiência de radio comunitária
em Belo Horizonte', en <http://www.saladeprensa.org/art200.htm>
4 Sobre esta experiencia, GIRARD,
Bruce (1999), "Pluralismo, Radio e Internet", en <http://composite.uqam.ca/videaz/docs/brgies.htm>,
Véase asimismo DAVILA, Luis (2000), "Alred, red y tecnología
al servicio de los más pobres", en <http://www.comunica.org/tampa/docs/davila.doc>
5 GIRARD, Bruce (2001), "Radio
rurale et technologies de l'information et de la communication:
les defis", en <http://
www.comunica.org/radio>.
Antonio Checa
Universidad de Sevilla,
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