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Junio - Julio 2002

 

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La radio y las minorías al inicio del siglo XXI
 

Por Antonio Checa
Número 27

En el último cuarto del siglo XX la radio experimentó tres revoluciones sucesivas. Primero fue la de la popularización de la FM, que favoreció un extraordinario desarrollo de la radio de proximidad y especializada, aún no concluido, luego llegó Internet, la radio electrónica, que devolvió al medio la internacionalidad que le diera en su día la onda corta, y cuyo desarrollo está actualmente en plena fase expansiva; de inmediato, ya terminando el siglo, llegaba la tercera revolución, la de la radio digital, aún en sus primeras fases. Se inicia incluso otra revolución, la escucha de la radio vía teléfono móvil. Todas estos cambios profundos favorecen el acercamiento de la radio a las minorías de todo tipo, hasta el punto de que hoy esa radio es mucho más compañera, confidente o cordón umbilical que ningún otro medio, y el concepto de minoría, gracias a la radio, no se reduce al de grupo étnico o religioso que ocupa un territorio reducido, sino que incluye minorías internacionales que se vinculan gracias a la radio en la red de redes, incluso se reconocen como tales minorías vía medio radiofónico.

Barata, en comparación sobre todo con prensa o televisión, tecnológicamente asequible, capaz de superar fronteras y distancias largas, intensamente renovada vía Internet, abierta al futuro de la digitalización, la radio de nuestros días es vehículo siempre relevante, primordial en muchos casos, para todo tipo de minorías, lo mismo en países desarrollados que a lo largo y ancho del heterogéneo Tercer Mundo, incluso del olvidado Cuarto Mundo. Siempre importante, pero jugando papeles muy diferentes. No es lo mismo la emisora con música o contenidos informativos muy concretos que se sintoniza en el coche, que la pequeña emisora que lo es todo para una aislada comunidad centroafricana.

Frente a una radio comercial privada concentrada cada día en menos manos (en 1993 el 85% de las emisoras de radio latinoamericanas eran privadas, ese porcentaje tiende a crecer año tras año, pese a la expansión de la radio comunitaria) la radio orientada a minorías se hace necesaria, en muchos casos imprescindible. Raramente se ve fomentada, con mucha frecuencia, al contrio, afronta la hostilidad de los poderes. La gama de estas emisoras es desde luego amplia. Minorías lingüisticas, religiosas o culturales... todas tienen presencia en esta radio. Los problemas no son menos amplios. Pero si unas emisoras caen víctimas de acosos políticos o económicos, otras le suceden.

Radio Paiwomak es una emisora mínima -apenas 25 vatios de potencia- que emite desde lo más profundo de la selva de Guyana, allí donde no llega siquiera la radio estatal -la única existente en el país-; la localidad tiene 3.000 habitantes, todos amerindios. La estación emite cinco horas diarias, ofrece música, programas de divulgación sobre salud y educación, espacios religiosos y sus pequeños informativos. Todos se sienten orgullosos de su emisora.

A muchos miles de kilómetros de allí, en París, una decena de emisoras comunitarias lanzan cada día sus mensajes para unas minorías muy diferentes, de 'Radio Shalom, la voz de la paz', judía, a Radio Oriente, musulmana, un amplio abanico de emisoras: Radio Quatre, Radio J, Judaïques FM, Radio Soleil, Radio Méditerranée, Radio France Magreb, Beur FM...- buscan un sector muy concreto de la audiencia potencial en la capital de Francia y su área, las minorías judías y musulmana, en especial palestina1. Pero ese esquema se repite en otras grandes ciudades francesas. En Lyon, por ejemplo, compiten Radio Salam y Radio Judaïca.

A veces, Internet es casi una utopía, pues en medios rurales atrasados no hay una red telefónica que preste el necesario servicio. En la región mexicana de Chiapas, a la altura de 1994, cuando estalla la revolución zapatista, hay 44 emisoras funcionando, casi todas privadas. La emisora del Instituto Nacional Indigenista es la única que tiene alguna apertura hacia las demandas populares, pero el estallido revolucionario lleva al gobierno a controlarla sin rubor y cesan los programas campesinos. En estas comunidades, sin acceso a Internet, la radio es prácticamente el único medio de comunicación popular.

Por el contrario, en Cuenca, una de las principales ciudades de Ecuador, Ondas Azuayas, una veterana emisora -data de 1948- que ha pasado muy difíciles situaciones, decide sustituir en 1997 las emisiones en onda corta por un servicio de noticias en Internet, dirigido a la creciente población emigrante de la región. De los tres millones de emigrantes ecuatorianos casi la mitad pertenecen a esta región del sur del país, la radio vía Internet se ha convertidio para los ecuatorianos residentes en EE UU, España y otros países, en el mejor medio para conocer cuanto ocurre en su país. Los informativos, en sentido amplio, ocupan prácticamente la mitad de la programación de Ondas Azuayas, una de las emisoras con más credibilidad del país.

Interrnet es también el elemento clave para la Radio Internacional Feminista, FIRE, una emisora creada en 1991 en Costa Rica que dirige Katerina Anfossi Gómez. Con vocación supranacional y objetivo muy claro, la mujer, especialmente la latinoamericana y tercermundista, aunque, como resalta su directora, "no es una propuesta para mujeres, es una propuesta desde las mujeres"2.

En Indonesia, la caída del régimen de Suharto en 1998, con su rígido control de los medios, permitió la aparición de múltiples emisoras de radio en los varios centenares de islas habitadas que componen el país. Esas emisoras se dirigen a públicos muy concretos, incluidas minorías lingüisticas, pero disponen ya de instrumentos como Kantor Berita Radio 66H, que utiliza Internet y satélites para enviar servicios a esas dispersas estaciones.

Internet es un gran auxiliar si se sabe utliizar. En Bolivia, Radio Yungas, emisora rural dirigida al campesinado, incluye programas que, gracias a Internet, le pemiten conestar todas las preguntas que le plantean sus oyentes, por complejas que sean.

Favela FM 104.5 es una radio comunitaria que emite en Belo Horizonte, en el sur del Brasil, que ha conseguido algunos reconocimientos internacionales -como el premio otorgado por la ONU por su labor contra la droga-3. La creaban en 1981 vecinos de los barrios más marginales de la ciudad brasileña, con apoyo de algunos sectores católicos. Su impulsor fue Misael Avelino dos Santos, que sigue al frente de ella. Música y honesto periodismo de denuncia dieron pronto audiencia a la emisora, hoy una de las más sintonizadas en la ciudad, que tiene x millones de habitantes y en torno a la veintena de estaciones. En sus inicios emitía sólo de noche y en fines de semana, es decir, cuando los funcionarios del ministerio de Telecomunicaciones, que podían desactivarla, no trabajaban. Aun así ha sido cerrada cuatro veces. Los habitantes de las favelas cercanas la sienten como algo propio y se acercan a la emisora para transmitir reivindicaciones o simplemente enviar mensajes. Atiende las necesidades de unos 160.000 habitantes. Hoy trabajan en ella 30 personas, ofrece programas de producción propia y se ha hecho respetar: en campaña electoral no hay político que no pase ante sus micrófonos.

En 1998 comenzaba a emitir en Paraguay Radio Integración, una emisora en FM que se define como "comunicación para la integración de las personas con discapacidad", radio comunitaria, modesta, pero que se ha hecho un hueco en la audiencia radiofónica de su país. La dirigen personas -como Cayo Acosta- con alguna discapacidad y se orienta a lo que es sin duda un público muy amplio, las cerca de 500.000 personas que padecen alguna discapacidad en la República del Paraguay.

En 1989 estudiantes de la Universidad de Buenos Aires inician las emisiones de Radio La Tribu,. No hay propiamente dirección, a lo sumo coordinadores. Se admiten programas realizados por grupos externos, y la crisis argentina ha incrementado incluso las aportaciones. La programación es por ello muy variada, no falta el humor. Su público es heterogéneo. Sus impulsores siguen afirmando 13 años después que lo suyo es un proyecto político-cultural. La coyuntura no es fácil, la emisora tiene una veintena de trabajadores con salario, además de muchos colaboradores; por eso se conforma con subsistir.

Lenguas que no encuentran eco en la televisión, disponen de emisoras y programas que las difunden. El quechúa, hablada por diez millones de personas en Bolivia, Perú y Ecuador, es un buen ejemplo, pues son ya más de 180 las emisoras que difunden programas en esas lenguas. El servicio Ñuqanchik ("Nosotros") les ofrece tres programas diarios en este idioma. Si no tienen Internet en la estación pueden conseguirlos en las cabinas públicas4. En Latinoamérica, la experiencia de la agencia de información para radio Púlsar es muy meritoria. Creada en 1996 con 48 abonados, alcanza hoy más de los 2.000 en 50 países de Latinoameca y del Tercer Mundo.

En el África sursahariana hay dos teléfonos por cada cien habitantes, pero veinte receptores. Hace menos de 20 años en esos países emitían apenas unas decenas de emisoras, hoy son varios millares. Y muchas de ellas se dirigen especifícamente a minorías étnicas o religiosas5. La FAO ha llegado recientemente a acuerdos con organizaciones no gubernamentales especializadas en radio comunitaria (AMARC, DCFRN) para elaborar programas específicos dirigidos a analfabetos y, sobre todo, a los que pasan hambre. Unas minorías mayoritarias en el Africa negra. En muchos de estos países hay emisoras meritorias que realizan una notable labor entre los sectores más desasistidos, como Olkonerei FM, en Tanzania, o Radio Anfani, en Níger, que destaca por su información sobre alimentos para públicos o con mínimos recursos. Pero los gobiernos no apoyan, temen que esas emisoras se conviertan en la voz de los sin voz. Son emisoras sin ingresos publicitarios, sostenidas sólo por el esfuerzo y la ilusión de los voluntarios.

Los aficionados a la música están de enhorabuena con la multiplicación de emisoras de radio en la red de redes. Ya no es ningún problema localizar emisoras especializadas en música de piano, en ópera o sencillamente en la obra de Beethoven. Más incipiente, la radio digital ofrece también cobertura a las minorías. En el Reino Unido, el estado europeo donde está más desarrollada, no faltan emisoras especializadas, incluidas, por ejemplo, emisoras para las minorías homosexuales.

La radio es un elemento útil para las minorías, pero frágil. La radio para minorías afronta por lo general condiciones -económicas, sociales, políticas, culturales- muy adversas. La legislación propuesta en el 2000 por el gobierno de Guatemala para las emisoras comunitarias es muy significativa: potencias muy pequeñas, imposibilidad de incluir publicidad y de formar cadenas y frecuencia única para todas las emisoras. En muchos países los promotores de emisoras comunitarias sencillamente lucha por la legalización, por una legislación que elimine prohibiciones, como ocurre en Ecuador.

No sólo es una legislación muy dura, casi sin excepciones, o la consabida precariedad económica, es también el drama de la violencia directa. En Haití, un país con altos niveles de violencia y bajos de democracia, la radio es víctima preferente de esa tensión. Durante el año 2001 numerosas emisoras sufrieron atentados: Radio Vision Nouvelle, Radio Vision 2000, Radio Lumière y Radio Express, con una persona muerta y varias heridas graves y generalizada destrucción de equipos. Son emisoras orientadas preferentemente al campesino haitiano; Radio Lumière es una emisora evangélica. El año anterior fue asesinado Jean Léopold Dominique, director de Radio Haiti Inter y probablemente el periodista más prestigioso en ese momento del país caribeño. Haití, por el retraso de su prensa y la televisión, es un estado donde la radio tiene especial relieve. Funcionan unas 130 emisoras, de ellas casi el centenar son privadas, una treintena radios comunitarias y quince radios religiosas, más de la mitad concentradas en la capital del país. La ley además no reconoce emisoras comunitarias, de forma que buena parte de la radio para minorías es alegal.

El desarrollo reciente de la radio, unido a su tradicional flexibilidad, está permitiendo que pese a múltiples dificultades como las reseñadas el medio se convierta en el mejor aliado de las minorías, y por ello en un medio que favorece el pluralismo y defiende la multiculturalidad. No parece que esa vocación peligre globalmente, pero si es cierto que debe ser defendida, pues son muchos los países en los que tal vocación encuentra obstáculo tras obstáculo.


Notas:

1 Véase 'Les radios communitaires face au conflic israélo-palestinien', en Le Monde, 12-4-2002.
2 Véase ANFOSSI GOMEZ, Katerina (2000), "Trascendiendo fronteras. Mujeres en las nuevas tecnologías de la información y la comunicación", en www.comunica.org
3 GERALDO BREGUEZ, Sebastiao (1999), 'Favela FM 104.5: uma experiência de radio comunitária em Belo Horizonte', en <http://www.saladeprensa.org/art200.htm>
4 Sobre esta experiencia, GIRARD, Bruce (1999), "Pluralismo, Radio e Internet", en <http://composite.uqam.ca/videaz/docs/brgies.htm>, Véase asimismo DAVILA, Luis (2000), "Alred, red y tecnología al servicio de los más pobres", en <http://www.comunica.org/tampa/docs/davila.doc>
5 GIRARD, Bruce (2001), "Radio rurale et technologies de l'information et de la communication: les defis", en <http:// www.comunica.org/radio>.


Antonio Checa
Universidad de Sevilla, España