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Junio - Julio 2002

 

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Canarias: un modelo de convivencia multicultural
 

Por Guillermina Franco
Número 27

A la entrada del siglo XXI la temática de la comunicación intercultural se hace popular en el mundo, el concepto de globalización tomado desde el marco comunicativo se amplia, y se reduce desde la perspectiva de la sociedad global; se toma como punto de partida el acontecimiento de la caída del muro de Berlín en 1989. Pero este episodio no reflejaría más que un evento en un proceso más amplio: la constitución de lo que la sociología denominaba sociedad-red en informacional.

Este hecho significativo; así como además de todos los grandes acontecimientos de este siglo nos cuestionan que el concepto de los distintos referentes sociales han dirigido la evolución histórica hacia un apartado cada vez menos vinculante, el territorio nacional. Por lo tanto, menos instrumentalmente nacionalizadora y si, cada vez más comunitaria.

Bajo esta atmósfera de avituallamiento de incidentes, hay zonas del mundo que no participan de las ventajas de la globalización porque a nadie le interesa acelerarlas. Es el caso del África Subsahariana, a la que no llegan movimientos capitales de ningún tipo, reduciendo su dinamismo económico y el único movimiento que les llega; aquel que le permite a sus ciudadanos huir de la pobreza, las enfermedades y la exclusión.

En junio de 2000, el Banco Mundial hizo público un informe titulado ¿Puede África aspirar al siglo XXI?, (Resúmenes de Sociología, 67, núm.28), en el que se describía la siguiente situación: el África Subsahariana; excluyendo Suráfrica, tiene menos carreteras que Polonia, menos de un quinto de la población tiene electricidad, uno de cada cinco africanos vive en un país en guerra y la mayoría vive a dos horas del teléfono más próximo. El nivel de vida en el subcontinente es en este momento más bajo que a finales de los años 60. La producción económica colectiva de los 48 países del África Subsahariana no era mucho mayor que la de Bélgica; su contribución al PIB mundial apenas suponía el uno por ciento y tan sólo representaba el dos por ciento del comercio internacional.

"Durante los pasados treinta años-señala el informe-África ha perdido la mitad de su cuota de mercado en el comercio global, incluido el tradicional de materias primas..."

Estos datos nos aportan que mientras una porción de la población mundial pretende entrar, a través de la globalización, en la sociedad de la información, existen otras economías que aún no han llegado a la revolución industrial. La aparición de la globalización no la podemos recoger pues como un todo único y universal, ya que la podíamos acuñar como; globalización mutilada (no llega a todo el mundo).

Así pues, en este marco de confrontación global, el sociólogo Manuel Castells (1997: 56), escribe :

"Una economía global es una realidad nueva para la historia, distinta de una economía mundial. Una economía mundial, es decir, una economía en la que la acumulación de capital ocurre en todo el mundo, ha existido en Occidente al menos desde el siglo XVI, como nos enseñaron Ferdinand Braudel o Inmanuel Wallerstein. Una economía global es algo diferente. Es una economía con la capacidad de funcionar como una unidad en tiempo real a escala planetaria...".

Pero este "desarrollo universal" carece de evolución progresiva, si se toma en consideración que lo que marca el avance social y tecnológico en el entorno de la globalización no es un tránsito uniforme de todas las sociedades, sino sólo de una minoría.

En este "avance colateral" hacia la globalización el hecho puntual que contemplamos -preferentemente, en está última década- es la gran afluencia de migraciones masivas, de las zonas de subdesarrollo a las zonas más pobladas del planeta.

En este paréntesis entre sociedad global y sociedad informativa; España se presenta como país receptor de la gran afluencia de comunidades interculturales que emigran de su país con la necesidad de vivir en una "sociedad de futuro". Esta amalgama de culturas, tomada como concepto por Tomas R. Austin Millán (2000: 3), determina que:

"la cultura es el sustantivo común que indica una forma particular de vida, de gente, de un período, o de un grupo humano", "como en las expresiones la cultura mexicana o la cultura mapuche, éste es el concepto antropológico de la cultura y está ligado a la apreciación y análisis de elementos tales como, valores costumbres, normas, estilos de vida, formas o implementos materiales, la organización social, etc".

De manera, que el concepto antropológico de cultura nos permite apreciar variedades de culturas particulares: como la cultura de una región particular, la cultura del poblador, del campesino; cultura de crianza, de la mujer, de los jóvenes, cultura universitaria, culturas étnicas.

Este concepto tomado desde la perspectiva del teórico Clifford Geertz nos dice que:

"Creyendo con Max Weber que el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido, considero que la cultura es esa urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser por lo tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones" (Geertz, 1987: 51)

A ello añade, dos conocidos pensadores agregan: "Todos nacemos en comunidades de sentido porque nos van a dar instrumentos para dar sentido a la realidad de nuestro entorno. "En las comunidades de vida se presupone la existencia de un grado mínimo de sentido compartido (...) la mayoría de las comunidades de vida, a través de distintas sociedades y épocas, anhelan alcanzar un grado de sentido compartido que sitúe de algún modo entre el nivel mínimo y el máximo" (Geertz, 1987: 20).

La necesidad de compartir de algunos pueblos, conjuntamente con los procesos migratorios, ha hecho que se cree en algunos casos una diferenciada identidad cultural bajo un misma convivencia geográfica, presentada como respuesta de un grupo particular para mostrar a los demás su unidad y reafirmar los valores y costumbres que establecen su diferencia con los otros miembros de su sociedad. Según Kottak, "una respuesta por parte de muchos blancos (en USA) ha sido la de reclamar identidades étnicas (italianos, albaneses, servios, lituanos, etc) y apuntar a asociaciones étnicas (clubes, pandillas). Algunos de tales grupos son nuevos, otros han existido desde hace décadas, aunque perdieron miembros durante los años asimilacionistas entre las décadas de 1920 y 1950 (Kottak, 1997: 40). En Latinoamérica es frecuente que sociedades vernaculares sean etiquetadas como "grupos étnicos" o que ellos mismos se denominen como étnias, posiblemente debido a la influencia de las ciencias sociales francesas en sus culturas nacionales, y es a partir del concepto de étnia que se establece su identidad cultural como distinta de la sociedad mayoritaria "occidental".

A partir de aquí, podemos redefinir nuestro concepto de identidad cultural , como el acuñado por Berger, Peter L. Y Thomas Luckmann (1995: 47), que dice que: Todos nacemos en comunidades de vida que son además comunidades de sentido porque nos van a dar instrumentos para dar sentido a la realidad de nuestro entorno.

"En las comunidades de vida se presupone la existencia de un grado mínimo de sentido compartido (...) la mayoría de las comunidades de vida, a través de distintas sociedades y épocas, anhelan alcanzar un grado de sentido compartido que se sitúe de algún modo entre el nivel mínimo y el máximo".

Con esta máxima, la convergencia de enlaces culturales entre distintos pueblos, ya sea por su idiosincrasia cultural a través de siglos, con cruces de distintas culturas, como la anglosajona, la árabe, la magrebí, etc. Es el detonante de un proceso de fertilización desarrollado por la interacción de distintos enlaces culturales, planteados en un sociedad como la de Canarias.

Canarias a los que algunos denominan "Paraíso Natural", tiene establecida en su identidad de origen social su particular modus vivendi, siempre en cohabitación con otras identidades culturales, que en ningún caso la llevan a establecerse como sociedad jerarquizada frente a las de otras culturas coexistentes, tales como es el caso de la sociedad Hindú, la magrebí, o la subsahariana, entre otras.

Evidentemente cada identidad cultural tiene su particular forma de planificarse, pero es en esta planificación social donde los sentimientos de afinidad para lograr una convivencia sin jerarquías, donde además, existe un postulado ético común para la comprensión de las culturas; la que logra crear una forma de compresión de la cultura, y una unificación de todo el criterio de referencia que distingue una cultura de otra, como la lengua, la religión, el sexo y la edad.

Y en este desarrollo de "cohabitación" en el que la sociedad canaria ha promulgado las normas de respeto de convivencia intercultural; ello le ha llevado no sólo a establecer las bases de fundamento de un intercambio intercultural, al que no podemos sostenerlo solamente como un proceso de interculturas , donde las fórmulas de convivencia, la comprensión y la solidaridad se entrelazan, para ello debemos ceñirnos a un término más amplio: la multiculturalidad.

Pero, la realidad multicultural de Canarias se encuentra actualmente determinada por una serie de factores que han de ser tomados en cuenta para comprender que en un territorio pequeño y fragmentado por su condición insular, con una caída notable del índice de natalidad, se ha venido produciendo un fuerte incremento de población vinculado a fenómenos migratorios, fundamentalmente desde otras Comunidades de la Unión Europea, pero también desde América, la Europa no Comunitaria y Asia, además de un fuerte incremento de continúas visitas de población procedente de Marruecos y del África Subsahariana. Sumados a la localización de los polos de desarrollo económico en determinadas zonas de algunas islas, ha propiciado un importante trasvase interno de población. Especialmente hacia las islas orientales y hacia el sur de las islas capitalinas.

Por otra parte, estamos asistiendo a un progresivo retorno de canarios o descendientes de emigrantes canarios que huyen de la situación de crisis en Venezuela o Cuba, esta última afluencia de emigración hacia la Isla Caribeña siempre ha estado muy presente hasta llegar a convertirse en constante desde la segunda mitad del siglo XVI hasta los primeros decenios del XX. Esta realidad está llevando a plantearse a la población de origen una visión marcada por una realidad entre dos mundos, la que llega y la que recibe.

A esta situación de población foránea que toma asiento en las islas hay que añadir una población itinerante resultante de la afluencia que supone el paso anual de doce millones de turistas por las islas y la tremenda influencia mediática a la que está siendo sometida una población que, en líneas generales, no había sido educada para hacer consumo crítico de los llamados mass-media, siendo sometida a una homogeneización de patrones culturales y a una visión de las otras culturas basadas en tópicos y estereotipos ya resueltos por estructuras interculturales que cohabitan en el mismo espacio geográfico con identidades culturales bien distintas.

En definitiva, el multiculturalismo, lejos de ser un aspecto anecdótico o coyuntural en la realidad canaria, ha pasado a ser un elemento sustancial para la construcción dinámica de nuestra identidad cultural, por lo que definimos este "acontecimiento interreferencial" como un modelo de convivencia en las islas que aporta además un desarrollo sociocultural para la población de acogida.


Bibliografía:

BARRET, NEIL (1998), "El estado de la cibernación:
consecuencias culturales, políticas y económicas" Barcelona, Flor
del Viento, 1998.
BERGER, P.L. Y T. LUCKMANN (1983), "La construcción social de
la realidad", Buenos Aires, Amorrortu.
CONSEJERÍA DE ASUNTOS SOCIALES (1999), Informe anual sobre
la situación del inmigrante en las islas, Las Palmas de G.Canaria.
CASTELLS, MANUEL (1997), "La era de la información", 3 vol.
Madrid, Alianza.
GEERTZ, C. (1989), "La interpretación de las culturas". Barcelona, Gedisa.
LOZANO, J. (1998), "La semiosfera y la teoría de la cultura",
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RAMONET, I -ed- (1998), "Internet, el mundo que llega. Los
nuevos cambios de la comunicación". Madrid, Alianza.
RODRIGO ALSINA, M. (1999), "Comunicación Intercultural"..
Barcelona, Antrophos editorial


Dra. Guillermina Franco
Universidad Católica de San Antonio de Murcia (UCAM), España