Por Mariana Robin
Número 28
Pese a que la crisis argentina
no comenzó en diciembre con la renuncia del entonces presidente
Fernando de la Rúa, los hechos que precipitaron su caída
sí tuvieron repercusiones y se profundizaron.
Los reclamos de la gente que salía
a las calles tomaron todo tipo de color y junto con el crecimiento
de la pobreza, llegó una ola de saqueos, el aumento de los
precios -producto de la devaluación-, el incremento de los
piquetes como modalidad de protesta, la violación a la propiedad
privada, denominada "corralito financiero", la desesperación
por obtener dólares -bajo el riesgo de seguir depreciando
la moneda nacional-, el recrudecimento del delito, que en su versión
2002 trajo consigo la modalidad de secuestro express y otras tantas
tristes consecuencias de esta Argentina incierta.
Estos seis meses transcurridos se
caracterizaron por sucesivos y lamentables cambios en el rumbo de
la economía, por la rotación casi continua de los
gobernantes y funcionarios del Estado y por otra crisis de la que
no muchos se percatan: las secuelas del descreimiento en las instituciones
y la incertidumbre de vivir en un país en el que no se sabe
qué pasará.
Internet, como herramienta de comunicación,
también reflejó en millones de páginas la situación
política, económica y social que atraviesa la nación,
pero es en los espacios de participación del lector en los
cuales se puede ver la más fiel radiografía de los
argentinos.
Pensar, opinar y discutir
Instrumentos de interacción
como los foros, chats y encuestas sirven como impronta de la preocupación,
angustia y disgusto de miles de ciberlectores.
Estos espacios de opinión
acompañan los giros de la Argentina y tienen como característica
la de actuar como intermediarios entre la información que
los lectores reciben y su propia visión de la realidad.
Las encuestas, por ejemplo, son
una instantánea de la receptividad de una noticia en el lector,
que tiene la posibilidad de participar en otras modalidades que
ofrece la web para ampliar su parecer.
Los chats están asociados
siempre a una particularidad: la informalidad. Tanto el perfil del
participante como el tipo de lenguaje que utiliza, caracteriza a
esta opción como una propuesta particular. Quienes forman
parte de un chat no siempre parecen estar invitados a tratar un
tema en particular y esa singularidad hace que las conversaciones
on line tengan el ritmo de los acontecimientos que viven los usuarios,
y por eso pueden variar tanto.
Los foros, en cambio, son el instrumento
de participación que exhiben más prestigio en Internet.
Quienes intervienen en ellos lo hacen en busca de un tema en particular
y están invitados -como así también son quienes
invitan a otros- a reflexionar, no sólo a compartir un tópico.
Esta herramienta de debate sufrió
una transformación muy notable en este último tiempo:
convocó a más personas y medió como posibilitadora
de discusiones y de un intercambio intelectual muy profundo.
Las crónicas de las noticias
mostraban un diciembre trágico de violencia, saqueos, manifestaciones
y al compás de esos acontecimientos miles de foristas imprimían
en la Red sus más crudos pensamientos.
La tarde del 21 de ese mes, millones
de ojos leían atónitos el titular: "Renunció
Fernando de la Rúa". La noticia, que recorrió
el mundo en cuestión de minutos, hizo eco tanto en quienes
preveían el hecho, como en quienes se rehusaban a creerlo.
Y junto con los múltiples foros sobre la dimisión
del ex presidente surgieron otros en cuyas páginas la mayoría
de los mensajes pintaba la crisis de institucionalidad con sólo
cuatro palabras: "Que se vayan todos".
También los cambios de ministros
de Economía fueron blanco de las críticas más
duras y sagaces y por supuesto, también dieron de qué
hablar los traspiés de los distintos modelos económicos.
El adiós a la convertibilidad convirtió lágrimas
en miles de bytes que quizá fueron desapareciendo con otros
argumentos que los lectores veían como posibles salidas a
los problemas económicos. Y con ellos, a su vez, las alternativas
expresadas en pocas palabras, algunas de ellas bastante drásticas.
También la palabra Ezeiza como opción recorrió
y sigue recorriendo la prosa de aquellos argentinos que ven sus
sueños cada vez más lejos.
La Argentina que nos duele
La comunidad de argentinos
que vive en el exterior también forma parte de esta interactividad
por medio de Internet y es en sus mensajes en los que se pueden
apreciar dos fenómenos aparentemente contradictorios: "Me
duele no poder desarrollarme en mi país, pero también
me duele no poder estar ahí. Me duele mi Argentina".
Quienes tuvieron que tomar la difícil
decisión de alejarse de su tierra utilizan como contacto
frecuente la Red. En muchos foros, como por ejemplo el de "Argentinos
en el exterior" de LA NACION LINE, se puede encontrar desde
el intercambio entre residentes de distintos puntos del globo hasta
consejos para quienes quieren probar suerte en otro lugar.
Las cartas de los lectores recibidas
a la sección "Usted opina" muestran otro enfoque
interesante que es el de un llamado a la reflexión respecto
de qué tipo de país quieren los argentinos.
Ofrecen soluciones ("Trabajar más, hablar menos, menos
huelgas, más decisiones..."), se sumergen en temas específicos
como "La disolución de la estructura social de la Argentina",
intentan responder a cuestiones difíciles como "¿Por
qué somos así? (... buen clima, buenas tierras riquezas
naturales por doquier... es común que en los países
de fácil acceso al a vivienda y a los alimentos, la población
se amodorra porque no se siente exigida a adecuarse...". Otros
afirman "Somos todos culpables" ( "...los silenciosos
no somos capaces de respetarnos entre nosotros, por lo tanto -y
por carácter transitivo- nuestros iluminados políticos
tampoco lo harán") y también hacen su dramática
catarsis: "Escucho el fiel golpe de metal con metal de las
cacerolas, escucho la furia del pueblo agitando las banderas celestes
y blancas. Hijos míos, escucho, no sé si con tristeza,
con esperanza o con resignación el más sagrado de
los gritos ¡libertad!".
Sin duda, la Web ofrece un espacio
que puede aprovecharse en distintas direcciones y en este caso,
es vehículo para que el debate sobre la realidad se amplíe,
tome variadas formas y sirva para seguir ejerciendo un derecho adquirido:
el de la expresión.
Mariana
Robin
Periodista argentina |