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Agosto - Septiembre 2002

 

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Los que dijeron presente y se hicieron escuchar
 

Por Mariana Robin
Número 28

Pese a que la crisis argentina no comenzó en diciembre con la renuncia del entonces presidente Fernando de la Rúa, los hechos que precipitaron su caída sí tuvieron repercusiones y se profundizaron.

Los reclamos de la gente que salía a las calles tomaron todo tipo de color y junto con el crecimiento de la pobreza, llegó una ola de saqueos, el aumento de los precios -producto de la devaluación-, el incremento de los piquetes como modalidad de protesta, la violación a la propiedad privada, denominada "corralito financiero", la desesperación por obtener dólares -bajo el riesgo de seguir depreciando la moneda nacional-, el recrudecimento del delito, que en su versión 2002 trajo consigo la modalidad de secuestro express y otras tantas tristes consecuencias de esta Argentina incierta.

Estos seis meses transcurridos se caracterizaron por sucesivos y lamentables cambios en el rumbo de la economía, por la rotación casi continua de los gobernantes y funcionarios del Estado y por otra crisis de la que no muchos se percatan: las secuelas del descreimiento en las instituciones y la incertidumbre de vivir en un país en el que no se sabe qué pasará.

Internet, como herramienta de comunicación, también reflejó en millones de páginas la situación política, económica y social que atraviesa la nación, pero es en los espacios de participación del lector en los cuales se puede ver la más fiel radiografía de los argentinos.

Pensar, opinar y discutir
Instrumentos de interacción como los foros, chats y encuestas sirven como impronta de la preocupación, angustia y disgusto de miles de ciberlectores.

Estos espacios de opinión acompañan los giros de la Argentina y tienen como característica la de actuar como intermediarios entre la información que los lectores reciben y su propia visión de la realidad.

Las encuestas, por ejemplo, son una instantánea de la receptividad de una noticia en el lector, que tiene la posibilidad de participar en otras modalidades que ofrece la web para ampliar su parecer.

Los chats están asociados siempre a una particularidad: la informalidad. Tanto el perfil del participante como el tipo de lenguaje que utiliza, caracteriza a esta opción como una propuesta particular. Quienes forman parte de un chat no siempre parecen estar invitados a tratar un tema en particular y esa singularidad hace que las conversaciones on line tengan el ritmo de los acontecimientos que viven los usuarios, y por eso pueden variar tanto.

Los foros, en cambio, son el instrumento de participación que exhiben más prestigio en Internet. Quienes intervienen en ellos lo hacen en busca de un tema en particular y están invitados -como así también son quienes invitan a otros- a reflexionar, no sólo a compartir un tópico.

Esta herramienta de debate sufrió una transformación muy notable en este último tiempo: convocó a más personas y medió como posibilitadora de discusiones y de un intercambio intelectual muy profundo.

Las crónicas de las noticias mostraban un diciembre trágico de violencia, saqueos, manifestaciones y al compás de esos acontecimientos miles de foristas imprimían en la Red sus más crudos pensamientos.

La tarde del 21 de ese mes, millones de ojos leían atónitos el titular: "Renunció Fernando de la Rúa". La noticia, que recorrió el mundo en cuestión de minutos, hizo eco tanto en quienes preveían el hecho, como en quienes se rehusaban a creerlo.
Y junto con los múltiples foros sobre la dimisión del ex presidente surgieron otros en cuyas páginas la mayoría de los mensajes pintaba la crisis de institucionalidad con sólo cuatro palabras: "Que se vayan todos".

También los cambios de ministros de Economía fueron blanco de las críticas más duras y sagaces y por supuesto, también dieron de qué hablar los traspiés de los distintos modelos económicos.
El adiós a la convertibilidad convirtió lágrimas en miles de bytes que quizá fueron desapareciendo con otros argumentos que los lectores veían como posibles salidas a los problemas económicos. Y con ellos, a su vez, las alternativas expresadas en pocas palabras, algunas de ellas bastante drásticas. También la palabra Ezeiza como opción recorrió y sigue recorriendo la prosa de aquellos argentinos que ven sus sueños cada vez más lejos.

La Argentina que nos duele
La comunidad de argentinos que vive en el exterior también forma parte de esta interactividad por medio de Internet y es en sus mensajes en los que se pueden apreciar dos fenómenos aparentemente contradictorios: "Me duele no poder desarrollarme en mi país, pero también me duele no poder estar ahí. Me duele mi Argentina".

Quienes tuvieron que tomar la difícil decisión de alejarse de su tierra utilizan como contacto frecuente la Red. En muchos foros, como por ejemplo el de "Argentinos en el exterior" de LA NACION LINE, se puede encontrar desde el intercambio entre residentes de distintos puntos del globo hasta consejos para quienes quieren probar suerte en otro lugar.

Las cartas de los lectores recibidas a la sección "Usted opina" muestran otro enfoque interesante que es el de un llamado a la reflexión respecto de qué tipo de país quieren los argentinos.
Ofrecen soluciones ("Trabajar más, hablar menos, menos huelgas, más decisiones..."), se sumergen en temas específicos como "La disolución de la estructura social de la Argentina", intentan responder a cuestiones difíciles como "¿Por qué somos así? (... buen clima, buenas tierras riquezas naturales por doquier... es común que en los países de fácil acceso al a vivienda y a los alimentos, la población se amodorra porque no se siente exigida a adecuarse...". Otros afirman "Somos todos culpables" ( "...los silenciosos no somos capaces de respetarnos entre nosotros, por lo tanto -y por carácter transitivo- nuestros iluminados políticos tampoco lo harán") y también hacen su dramática catarsis: "Escucho el fiel golpe de metal con metal de las cacerolas, escucho la furia del pueblo agitando las banderas celestes y blancas. Hijos míos, escucho, no sé si con tristeza, con esperanza o con resignación el más sagrado de los gritos ¡libertad!".

Sin duda, la Web ofrece un espacio que puede aprovecharse en distintas direcciones y en este caso, es vehículo para que el debate sobre la realidad se amplíe, tome variadas formas y sirva para seguir ejerciendo un derecho adquirido: el de la expresión.


Mariana Robin
Periodista argentina