Por Ricardo Quesada
Número 28
A pesar de la grave crisis
económica que vive el país, la cantidad de usuarios
de la Red de redes en la Argentina no disminuyó.
El crecimiento sostenido que durante
la última década se registró en la Argentina
en el campo de las telecomunicaciones y las nuevas tecnologías,
vio un importante freno a partir de la crisis social, política
y económica que sacude al país.
Producto del aumento de la desocupación
y de una devaluación de más del 250% de la moneda,
los argentinos ven cada vez más lejano ese paraíso
cibernético que los grandes gurúes mundiales -y también
locales- vaticinaron como inexorable.
"En la Argentina, Internet
es un consumo que resiste aún más que la televisión
por cable. Incluso, en medio de la crisis económica que vive
el país, el número de usuarios de la Red de redes
no ha disminuido", expresó Henoch Aguiar, ex secretario
de Comunicaciones.
Aguiar, titular de la materia Derecho
a la Información, en la carrera de Ciencias de la Comunicación
de la Universidad de Buenos Aires (UBA), estuvo al frente del sector
de las telecomunicaciones durante el gobierno de Fernando de la
Rúa.
Durante su gestión se iniciaron
una serie de proyectos para lograr un mayor desarrollo de Internet
en el país.
De acuerdo con estimaciones oficiales,
en diciembre último en el país había aproximadamente
3.500.000 personas conectadas al ciberespacio, o sea cerca de un
10 por ciento de la población argentina.
"El 10 por ciento sobre el
total de la población con conexión a Internet que
se alcanzó el año último fue un crecimiento
importante, pero no suficiente. Se podría haber llegado a
un 30 por ciento de personas conectadas. Ahora, hay que esperar
a que la situación general mejore", continuó
Aguiar.
El aumento en la cantidad de usuarios
estuvo relacionado en gran medida con el mayor ancho de banda disponible
en la Argentina. Además, los precios de conexión no
siguieron la evolución del dólar, lo que permitió
que el consumo no decayera en esta primera mitad del año.
Según Guillermo Mastrini,
profesor titular de Políticas y Planificación de la
Comunicación en la UBA, el hecho de que no disminuyera la
cantidad de usuarios de Internet no supone una mayor resistencia,
ni que sea visto como algo más esencial que la televisión
por cable, sino que las personas conectadas se ubican en los sectores
de mayor poder adquisitivo.
"Lo que pasa es que hay una
mezcla entre que los usuarios son los de mayor nivel adquisitivo
y que es un servicio al que se puede acceder en forma gratuita.
Por eso, es lógico que haya disminuido la conexión
al cable, porque allí había una penetración
cercana al 30 por ciento en los hogares de más bajos recursos",
dijo.
En cambio, Aguiar adoptó
una postura más positiva que la de Mastrini respecto de las
posibilidades a futuro de un crecimiento en el sector.
"En medio de esta coyuntura
económica, Internet debería plantearse como una política
de Estado, tal vez más que antes. De ser así, se podría
utilizar para la formación de docentes y la generación
de nuevos conocimientos", agregó el ex secretario de
Comunicaciones.
Según Mastrini, en cambio,
es insostenible la idea de que la tecnología se pueda desligar
de las estructuras sociales y económicas. "El Estado
no puede redistribuir porque no trabaja políticamente para
eso. El problema no está sólo en el acceso o el no
acceso, sino en la relación que se da entre el usuario y
la tecnología", puntualizó.
El problema actual para el desarrollo
de Internet radica, básicamente, en la situación que
atraviesa el país, porque no se puede superar la brecha digital
sin superar la crisis económica y social.
Sin embargo, Aguiar se muestra optimista:
"Se debe llegar más lejos. Duplicar la presencia en
Internet es posible. De esta manera, podríamos lograr la
educación y el gobierno electrónicos. Además,
se tiene que utilizar esta herramienta como una más del control
ciudadano".
El ex funcionario de De la Rúa
cree que para alcanzar estos objetivos es necesario un reordenamiento
de los recursos que dispone el Estado y que muchas veces están
dispersos y superpuestos. Y entre los ejemplos de cómo una
administración más eficiente permite reservas que
se pueden reutilizar, cita a Shell y a Microsoft que con sólo
una reestructuración interna alcanzaron hasta un 15 por ciento
de ahorros.
En tanto, Mastrini plantea que es
imposible pensar en un estrechamiento de la brecha digital mientras
continúe vigente el modelo de estado neoliberal: "Quedó
demostrado que la vieja teoría de la copa que rebalsa y que
desparrama las riquezas empezando por el que más tiene y
terminando por el de más abajo es falsa. Y esto tampoco se
arregla optimizando los recursos disponibles o poniendo cualquier
otro parche".
En rigor, existen dos grandes brechas.
Una entre las naciones desarrolladas y las que están en vías
de desarrollo. La otra, al interior de los países, la brecha
entre ricos y pobres, que en la Argentina ha crecido enormemente
durante los últimos siete meses.
"Hay que diferenciar que así
como hubo diversas sociedades industriales, también pueden
existir muchos tipos de sociedades de la información. Estos
nuevos tipos de sociedades necesitan la incorporación de
nuevas tecnologías. Cuando este proceso se da en el marco
de una redistribución negativa del ingreso, garantiza que
lo mismo pasará con las nuevas tecnologías",
agregó Mastrini.
Lejos del ciberoptimismo que imperó
en América latina durante la década del '90, Mastrini
postula que la incorporación de tecnologías no puede
solucionar nada por sí misma.
Las promesas de una mayor transparencia
en los procesos de gobierno quedaron en la nada. Casi todos los
proyectos de portales -como Nacion.ar, Ahorr.ar y Educ.ar- que evitarían
la corrupción y harían más eficiente la tarea
de acercar el Estado a los ciudadanos no lograron consolidarse y
quedaron prácticamente en el olvido.
"El ciberoptimismo desmedido
creó un mundo virtual en el que los problemas se solucionaban
con sólo acceder a Internet. Sin embargo, eso es olvidarse
de que en América latina la cantidad de hogares con computadora
es escasa. Se pueden ensayar procesos de mayor transparencia que
incluyan a la Web, pero probablemente llegarán a una porción
muy reducida de los habitantes de la región", agregó
Mastrini.
Por el contrario, Aguiar cree que
Internet es una herramienta que da la posibilidad de una mayor claridad
en los actos de gobierno. Sólo hay que educar para su uso
y tomar una firme decisión, desde el Presidente mismo de
que así será. Y debe ser el Estado el que lidere este
proceso porque es el único que está en contacto con
todos los ciudadanos.
Por ese motivo es necesaria una
alfabetización informacional, o sea, una enseñanza
de los ciudadanos en el uso de las nuevas herramientas tecnológicas.
"La revolución industrial
originó las grandes campañas alfabetizadoras de los
siglos XIX y XX. La sociedad de la información requerirá
ciudadanos adiestrados en el uso de la tecnología",
comparó Mastrini.
Las campañas a emprender
en esta nueva centuria parecen ser más arduas que las del
pasado. Sólo resta saber si las nuevas tecnologías
pueden acompañar un proceso de cambio en las estructuras
sociales.
Ricardo
Quesada
Periodista argentino |