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Agosto - Septiembre 2002

 

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Internet: ¿un consumo que resiste a la crisis?
 

Por Ricardo Quesada
Número 28

A pesar de la grave crisis económica que vive el país, la cantidad de usuarios de la Red de redes en la Argentina no disminuyó.

El crecimiento sostenido que durante la última década se registró en la Argentina en el campo de las telecomunicaciones y las nuevas tecnologías, vio un importante freno a partir de la crisis social, política y económica que sacude al país.

Producto del aumento de la desocupación y de una devaluación de más del 250% de la moneda, los argentinos ven cada vez más lejano ese paraíso cibernético que los grandes gurúes mundiales -y también locales- vaticinaron como inexorable.

"En la Argentina, Internet es un consumo que resiste aún más que la televisión por cable. Incluso, en medio de la crisis económica que vive el país, el número de usuarios de la Red de redes no ha disminuido", expresó Henoch Aguiar, ex secretario de Comunicaciones.

Aguiar, titular de la materia Derecho a la Información, en la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires (UBA), estuvo al frente del sector de las telecomunicaciones durante el gobierno de Fernando de la Rúa.

Durante su gestión se iniciaron una serie de proyectos para lograr un mayor desarrollo de Internet en el país.

De acuerdo con estimaciones oficiales, en diciembre último en el país había aproximadamente 3.500.000 personas conectadas al ciberespacio, o sea cerca de un 10 por ciento de la población argentina.

"El 10 por ciento sobre el total de la población con conexión a Internet que se alcanzó el año último fue un crecimiento importante, pero no suficiente. Se podría haber llegado a un 30 por ciento de personas conectadas. Ahora, hay que esperar a que la situación general mejore", continuó Aguiar.

El aumento en la cantidad de usuarios estuvo relacionado en gran medida con el mayor ancho de banda disponible en la Argentina. Además, los precios de conexión no siguieron la evolución del dólar, lo que permitió que el consumo no decayera en esta primera mitad del año.

Según Guillermo Mastrini, profesor titular de Políticas y Planificación de la Comunicación en la UBA, el hecho de que no disminuyera la cantidad de usuarios de Internet no supone una mayor resistencia, ni que sea visto como algo más esencial que la televisión por cable, sino que las personas conectadas se ubican en los sectores de mayor poder adquisitivo.

"Lo que pasa es que hay una mezcla entre que los usuarios son los de mayor nivel adquisitivo y que es un servicio al que se puede acceder en forma gratuita. Por eso, es lógico que haya disminuido la conexión al cable, porque allí había una penetración cercana al 30 por ciento en los hogares de más bajos recursos", dijo.

En cambio, Aguiar adoptó una postura más positiva que la de Mastrini respecto de las posibilidades a futuro de un crecimiento en el sector.

"En medio de esta coyuntura económica, Internet debería plantearse como una política de Estado, tal vez más que antes. De ser así, se podría utilizar para la formación de docentes y la generación de nuevos conocimientos", agregó el ex secretario de Comunicaciones.

Según Mastrini, en cambio, es insostenible la idea de que la tecnología se pueda desligar de las estructuras sociales y económicas. "El Estado no puede redistribuir porque no trabaja políticamente para eso. El problema no está sólo en el acceso o el no acceso, sino en la relación que se da entre el usuario y la tecnología", puntualizó.

El problema actual para el desarrollo de Internet radica, básicamente, en la situación que atraviesa el país, porque no se puede superar la brecha digital sin superar la crisis económica y social.

Sin embargo, Aguiar se muestra optimista: "Se debe llegar más lejos. Duplicar la presencia en Internet es posible. De esta manera, podríamos lograr la educación y el gobierno electrónicos. Además, se tiene que utilizar esta herramienta como una más del control ciudadano".

El ex funcionario de De la Rúa cree que para alcanzar estos objetivos es necesario un reordenamiento de los recursos que dispone el Estado y que muchas veces están dispersos y superpuestos. Y entre los ejemplos de cómo una administración más eficiente permite reservas que se pueden reutilizar, cita a Shell y a Microsoft que con sólo una reestructuración interna alcanzaron hasta un 15 por ciento de ahorros.

En tanto, Mastrini plantea que es imposible pensar en un estrechamiento de la brecha digital mientras continúe vigente el modelo de estado neoliberal: "Quedó demostrado que la vieja teoría de la copa que rebalsa y que desparrama las riquezas empezando por el que más tiene y terminando por el de más abajo es falsa. Y esto tampoco se arregla optimizando los recursos disponibles o poniendo cualquier otro parche".

En rigor, existen dos grandes brechas. Una entre las naciones desarrolladas y las que están en vías de desarrollo. La otra, al interior de los países, la brecha entre ricos y pobres, que en la Argentina ha crecido enormemente durante los últimos siete meses.

"Hay que diferenciar que así como hubo diversas sociedades industriales, también pueden existir muchos tipos de sociedades de la información. Estos nuevos tipos de sociedades necesitan la incorporación de nuevas tecnologías. Cuando este proceso se da en el marco de una redistribución negativa del ingreso, garantiza que lo mismo pasará con las nuevas tecnologías", agregó Mastrini.

Lejos del ciberoptimismo que imperó en América latina durante la década del '90, Mastrini postula que la incorporación de tecnologías no puede solucionar nada por sí misma.

Las promesas de una mayor transparencia en los procesos de gobierno quedaron en la nada. Casi todos los proyectos de portales -como Nacion.ar, Ahorr.ar y Educ.ar- que evitarían la corrupción y harían más eficiente la tarea de acercar el Estado a los ciudadanos no lograron consolidarse y quedaron prácticamente en el olvido.

"El ciberoptimismo desmedido creó un mundo virtual en el que los problemas se solucionaban con sólo acceder a Internet. Sin embargo, eso es olvidarse de que en América latina la cantidad de hogares con computadora es escasa. Se pueden ensayar procesos de mayor transparencia que incluyan a la Web, pero probablemente llegarán a una porción muy reducida de los habitantes de la región", agregó Mastrini.

Por el contrario, Aguiar cree que Internet es una herramienta que da la posibilidad de una mayor claridad en los actos de gobierno. Sólo hay que educar para su uso y tomar una firme decisión, desde el Presidente mismo de que así será. Y debe ser el Estado el que lidere este proceso porque es el único que está en contacto con todos los ciudadanos.

Por ese motivo es necesaria una alfabetización informacional, o sea, una enseñanza de los ciudadanos en el uso de las nuevas herramientas tecnológicas.

"La revolución industrial originó las grandes campañas alfabetizadoras de los siglos XIX y XX. La sociedad de la información requerirá ciudadanos adiestrados en el uso de la tecnología", comparó Mastrini.

Las campañas a emprender en esta nueva centuria parecen ser más arduas que las del pasado. Sólo resta saber si las nuevas tecnologías pueden acompañar un proceso de cambio en las estructuras sociales.


Ricardo Quesada
Periodista argentino