Los argentinos se muestran cada
vez más participativos. Las interminables listas de correo
electrónico reflejan la profunda necesidad de palabra que tiene
el pueblo. Hoy, por esta vía tecnológica, se convoca
a reuniones y se presentan opiniones sobre la desnuda realidad del
país
Por Soledad Avaca
Número 28
Los días 19 y 20
de diciembre de 2001, el pueblo argentino -cacerola en mano- le
dijo basta a sus políticos. El empuje de aquella manifestación
espontánea, que se congregó en diversos puntos del
país, logró destituir de sus cargos públicos
a los entonces Ministro de Economía, Domingo Cavallo y Presidente
de la Nación, Fernando de la Rua.
El estallido social movilizó
a gran parte de la población y, desde ese momento, el común
denominador de las distintas clases sociales fue la profunda necesidad
de expresar el rechazo hacia sus gobernantes. Fue así, precisamente,
como la informática se introdujo en la vida política
del país y logró tener diversas repercusiones.
Gracias al ingeniero Ray Tomlinson,
quien a finales de 1971 inventó el correo electrónico,
hoy, millones de personas en el mundo pueden relacionarse desde
sus ordenadores. Quizás, sin imaginárselo, logró
que la mensajería electrónica entre computadoras revolucionara
las comunicaciones.
Actualmente, en la Argentina, aquellas
personas que cuentan con los medios tecnológicos suficientes,
mantienen contacto y manifiestan su enojo por la cruda realidad
del país.
Las innumerables denuncias de corrupción
política y malestar social, como consecuencia de la defectuosa
función de los representantes, acompañó la
vorágine de la nueva tecnología, que ayudó
a propagar las descargas populares en la Red. Las acciones de protesta
ciudadana lograron organizarse por esta vía y la Web resultó
un vehículo primordial.
Las cadenas de correo electrónico
inundaron las computadoras con diversas opiniones y propuestas para
intentar paliar la crisis. A su vez, dichos correos electrónicos
se rebosaron de un sinfín de escraches a los políticos
y el ciberespacio apareció como uno de los lugares más
comunes de la palabra popular sobre el descrédito de la representatividad
política.
En poco tiempo, las asambleas barriales
y organizaciones informales comenzaron a publicar sus llamados a
la población por este medio. Hoy se convoca todo tipo de
reuniones, piquetes, cacerolazos y hasta circulan escritos con una
cuota de humor sobre la situación que está atravesando
el país. Asimismo, existen también mensajes con fines
de ayuda solidaria, en los que se propone la unión del pueblo
para socorrer a los más necesitados.
Un sinnúmero de textos improvisados
-y solo algunos bien preparados- generó un estallido de bits
en los monitores argentinos. Los mensajes electrónicos consiguieron
representar la pluralidad de opiniones y las diferentes corrientes
de pensamiento político.
Unir las fuerzas para que no se
recorten más presupuestos, para que se devuelvan los depósitos
a los ahorristas o, para que se termine con la corrupción
y la desocupación, parecen ser los temas más tratados.
Con este accionar, el pueblo intenta ratificar el significado de
democracia: "gobierno del pueblo por el pueblo" y así
revalidar el verdadero sentido de este sistema de gobierno.
Soledad
Avaca
Periodista argentina |