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Octubre - Noviembre 2002

 

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Selección de cuentos cortos
 

Por Alberto Enrique Ferreyra
Número 29

Respuesta en materia de intolerancia

"¿Cómo se define la intolerancia?", puso Enrique Castelló al lado del 2) en el segundo examen parcial de Sociología. Su escrito, que pretendía disimular que no sabía definir el concepto intolerancia siguió así: "¿O en todo caso, quién es más tolerante: el que dice "Si no te gustan Los Beatles no te gusta la música" o el que tiene una radio y la usa para pasar música que promueve la muerte de uniformados? ¿Qué se entiende por tolerancia: el mero dejar hacer? Si así es, habrá que sacar del medio el término "cobarde" y reemplazarlo por "tolerante" para calificar al que
ve cómo le pegan a un anciano y pasa de largo".

Descartada definitivamente la idea de copiar del machete del compañero sentado a su derecha, Enrique inició el segundo párrafo. "¿Qué implica tolerar? ¿Es tolerante o es simplemente un mal profesional el docente de Matemática que da por bueno 2 + 2 = 4 cuanto 2 + 2 = 5? ¿Es tolerante el vigilante que deja a los automovilistas cruzar en rojo o es un triste negligente?".

Estaba tan concentrado Enrique que no se dio cuenta de que se iba quedando solo en el aula mientras dejaba las preguntas y arremetía con afirmaciones y negaciones.

"El dueño de un departamento ubicado en un séptimo piso que dice 'hay que ser tolerante con los grafitis' no es tolerante, es acomodaticio. Lo mismo rige para el que proclama la conveniencia de quien avala la venta de alcohol a cualquier hora y a gente de cualquier edad, todo porque no sale jamás después de medianoche ni lee estadísticas ni sabe las causas de los accidentes producidos de madrugada.

Creo que 'tolerancia' es uno de los términos más bastardeados en nuestro país. Quizás por eso mismo es que voy a ir terminando la pregunta antes de que toque el timbre, para no tener que ponerlo a usted, profesor, en la incomodidad de pensar si ser tolerante frente a la incapacidad de terminar el examen en el tiempo estipulado o si cumplir con la regla".

La consigna valía 2 puntos. Enrique recibió 1,25 y leyó este mensaje: "Si de veras piensa lo que ha escrito, lo cual supongo por lo poco que lo conozco, le será sencillo entender que no es lo mismo definir el concepto de intolerancia que hablar del tema. Intuyo que no le caería mal un cero, pues al fin y al cabo usted no definió el término. Sin embargo, como se advierte que lo entiende y que comprende las implicancias de sus diversas aplicaciones, recibe 1,25. Al fin y al cabo, no es poca cosa que trate de pensar. Pero no puedo premiarlo por no reparar en lo que otros han dicho del término, sobre todo porque si se aviniera a tener más en cuenta expresiones ajenas enriquecería su
pensamiento. No olvide que 2 + 2 = 4 lo aprendió de otro".


Trabajo práctico: "Tres párrafos sobre el mate"

"Un mate es un recipiente en el cual, salvo excepciones, se pone una bombilla, yerba y/o azúcar o edulcorante, sin tener en cuenta añadidos tales como poleo, café, menta, peperina, cáscara de naranja, cáscara de huevo, palitos salados y pedacitos de manzana, por citar los más comunes.

Ahora bien, el ser humano imaginativo, incapaz de pensar que un casete de música consiste en una combinación de plástico y cinta magnética, sabe que un mate puede ser mucho más. Tal vez constituya el recuerdo que la descuidada tía Ludmila dijo traer de su viaje por Dinamarca y Suecia sin haberse acordado de sacar la etiqueta de "Regalería Baratijas. Alvear y Cabrera. Córdoba". O el regalo de un ex novio que sin embargo
no se devolvió al cortar la relación porque se cayó en la cuenta de que un mate es como un cenicero, no se compra. O el pago del amigo Lucas por
haberle pintado el paredón del patio. O vaya uno a saber qué.

Lo cierto es que suele haber bastante más que yerba en un mate. Lo saben quienes lo han cebado por la bombilla en raptos de ira. Y quienes han pasado junto al mate un papelito con la frase: "Contá los palitos, multiplicá por 100 mil y sacá la cuenta de todo lo que me gustás". Y los que no llegaron a esto, pero entre un mate y otro aprovecharon para averiguar si la otra persona tomadora estaba disponible para un noviazgo y a dónde salía a bailar".

Luis terminaba de escribir esto cuando miró al escritorio. La profesora de Lengua no estaba. Varios de sus vecinos lo miraron levantando sus cejas, conteniendo la risa algunos. Él se dio cuenta de que la profesora estaba a su espalda.
- Hola, qué tal, ¿cómo anda profesora?
- No se asuste, ha escrito algo bueno, fírmelo y entréguemelo.
- ¿En serio que no está mal?
- No, después de todo usted no tiene la culpa de que a mí me toque tan de cerca el segundo párrafo.


Alberto Enrique Ferreyra
Departamento de Ciencias de la Comunicación, Universidad de Río Cuarto Argentina.