Por Fernando Mendoza Vázquez
Número 29
LCon la incorporación de
prácticas democráticas como parte de la vida social
y con la regularidad de los procesos democráticos como vía
para la elección legítima de representantes populares,
se avanza en las posibilidades de influencia de la participación
social en la construcción de las sociedades actuales. La
multiplicidad y variación de las formas de participación,
más allá de la electoral -incluida, por supuesto-
se presenta como uno de los productos sociales más significativos
en los inicios de este milenio.
Con la llegada de elecciones competidas
-primero a nivel municipal, luego estatal y finalmente nacional-
la actividad comunicativa que rodea a las elecciones ha ido adquiriendo
gran importancia. Pese a que aún se confunde la mercadotecnia
política involucrada en las campañas con la comunicación
política. Práctica ésta que apenas empieza,
con el surgimiento de ciudadanos que confrontan su visión
y accionar con las de los políticos. Tal confrontación
obliga a los políticos a buscar formas de interactuar con
la sociedad, con resultados diversos. Sin embargo, prevalece la
actividad publicitaria y la apelación sólo a través
de los medios de comunicación masiva; así, la comunicación
política, aunque se habla mucho de ella, se percibe incipiente.
La calidad de la comunicación
política en una sociedad está determinada por las
condiciones que posibilitan a los ciudadanos participar e influir
en los asuntos de interés público. Una de ellas, relevante,
consiste en el acopio y sistematización de información
sobre los temas prioritarios del país y el acceso a ella.
Mientras, como ocurre ahora en México, se concentra sólo
en los políticos y en la medida que fluye o se dispone de
poca información pública sobres asuntos públicos,
se tiene una comunicación política pobre, para no
decir que nula.
Hace una década, en los alrededores
de la firma del TLC se discutía en diversos círculos
sobre la ciudadanía. Algunas voces especulaban que la apertura
de mercados y el advenimiento de la competencia crearía consumidores
más exigentes que en su momento devendrían en ciudadanos.
La pasión - o frustración - por el consumo va en aumento
estimulada por los múltiples objetos a desear, pero el ciudadano,
como actor informado y en ejercicio pleno de sus derechos, está
pendiente, aparece como figura intermitente.
Por su parte la clase política no alcanza a escribir una
historia que contenga a todos. La lejanía y el escepticismo
con la actividad política se explica en parte porque no hay
una idea del país futuro que nos contenga a todos y nos vincule
en un gran mensaje. La relación gobernantes -clase política-
sociedad no es incluyente ni vinculante. Más que un nosotros,
hay un nos/otros.
Esta necesidad y posibilidad de
interacción entre sociedad y gobierno es comunicación
política. Los colaboradores de este número reflexionan
al respecto desde distintas experiencias.
Jesús Galindo Cáceres,
en De la sociedad de información a la comunidad de comunicación,
propone una tipología social que combina los conceptos sociedad
y comunidad con los de información y comunicación.
El texto es rico como ejercicio intelectual que describe a las sociedades
actuales desde la diferencia información/comunicación
e imagina comunidades posibles si, en respuesta a nuestras urgentes
necesidades de comunicación, incorporamos las posibilidades
abiertas por las comunidades virtuales de internet, una de las trayectorias
de las sociedades actuales, que se distinguen por la alta interacción
y convivencia que construyen al aceptar la diferencia y la distancia
en la interacción horizontal que las constituye.
Al rigor conceptual del ejercicio
de imaginación social, sigue el rigor de una metodología
de investigación en una campaña política exitosa.
En La investigación cualitativa en la campaña de
Vicente Fox, Guido Lara y Soledad Rojas, tras discutir las diferencias
entre grupos focales y grupos de discusión, describen el
proceso de construcción de mensajes en la campaña
de Fox y un atributo importante en el equipo de campaña:
la capacidad de escuchar y leer lo que la población pensaba
y sentía en el año 2000 para ir decantando y escanciando
mensajes.
En un texto entre el escepticismo
y esperanza por el tránsito a la democracia, Comunicación
Política, la complejidad democrática, Xavier Ávila
Guzmán señala como una mayor participación
social en la conformación del poder político produce
gobiernos yuxtapuestos, condición que obliga a redefinir
la comunicación política como actividad estratégica.
En Marketing vs Ideología,
Francisco Montero, traza la trayectoria, actualidad y posibilidades
de la comunicación política; establece importantes
distinciones entre el marketing, la publicidad y la propaganda y
aboga por una vuelta a los contenidos políticos, en una enjundiosa
exposición desde la experiencia de un exitoso publicista.
Por último, Raúl González
Pinto, reintroduce la carnalidad de los sujetos políticos,
al recordarnos que somos cuerpos perceptivos y actuantes. Condición
de continuo olvidada o, lo que puede ser más revelador y
preocupante, asumida sin más.
Agradecemos a Razón y palabra
la apertura de sus páginas para poder encontrar a esos otros
que llamamos lectores.
Fernando
Mendoza Vázquez |