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Octubre - Noviembre 2002

 

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Hacia la comunicación política
 

Por Fernando Mendoza Vázquez
Número 29

LCon la incorporación de prácticas democráticas como parte de la vida social y con la regularidad de los procesos democráticos como vía para la elección legítima de representantes populares, se avanza en las posibilidades de influencia de la participación social en la construcción de las sociedades actuales. La multiplicidad y variación de las formas de participación, más allá de la electoral -incluida, por supuesto- se presenta como uno de los productos sociales más significativos en los inicios de este milenio.

Con la llegada de elecciones competidas -primero a nivel municipal, luego estatal y finalmente nacional- la actividad comunicativa que rodea a las elecciones ha ido adquiriendo gran importancia. Pese a que aún se confunde la mercadotecnia política involucrada en las campañas con la comunicación política. Práctica ésta que apenas empieza, con el surgimiento de ciudadanos que confrontan su visión y accionar con las de los políticos. Tal confrontación obliga a los políticos a buscar formas de interactuar con la sociedad, con resultados diversos. Sin embargo, prevalece la actividad publicitaria y la apelación sólo a través de los medios de comunicación masiva; así, la comunicación política, aunque se habla mucho de ella, se percibe incipiente.

La calidad de la comunicación política en una sociedad está determinada por las condiciones que posibilitan a los ciudadanos participar e influir en los asuntos de interés público. Una de ellas, relevante, consiste en el acopio y sistematización de información sobre los temas prioritarios del país y el acceso a ella. Mientras, como ocurre ahora en México, se concentra sólo en los políticos y en la medida que fluye o se dispone de poca información pública sobres asuntos públicos, se tiene una comunicación política pobre, para no decir que nula.

Hace una década, en los alrededores de la firma del TLC se discutía en diversos círculos sobre la ciudadanía. Algunas voces especulaban que la apertura de mercados y el advenimiento de la competencia crearía consumidores más exigentes que en su momento devendrían en ciudadanos. La pasión - o frustración - por el consumo va en aumento estimulada por los múltiples objetos a desear, pero el ciudadano, como actor informado y en ejercicio pleno de sus derechos, está pendiente, aparece como figura intermitente.

Por su parte la clase política no alcanza a escribir una historia que contenga a todos. La lejanía y el escepticismo con la actividad política se explica en parte porque no hay una idea del país futuro que nos contenga a todos y nos vincule en un gran mensaje. La relación gobernantes -clase política- sociedad no es incluyente ni vinculante. Más que un nosotros, hay un nos/otros.

Esta necesidad y posibilidad de interacción entre sociedad y gobierno es comunicación política. Los colaboradores de este número reflexionan al respecto desde distintas experiencias.

Jesús Galindo Cáceres, en De la sociedad de información a la comunidad de comunicación, propone una tipología social que combina los conceptos sociedad y comunidad con los de información y comunicación. El texto es rico como ejercicio intelectual que describe a las sociedades actuales desde la diferencia información/comunicación e imagina comunidades posibles si, en respuesta a nuestras urgentes necesidades de comunicación, incorporamos las posibilidades abiertas por las comunidades virtuales de internet, una de las trayectorias de las sociedades actuales, que se distinguen por la alta interacción y convivencia que construyen al aceptar la diferencia y la distancia en la interacción horizontal que las constituye.

Al rigor conceptual del ejercicio de imaginación social, sigue el rigor de una metodología de investigación en una campaña política exitosa. En La investigación cualitativa en la campaña de Vicente Fox, Guido Lara y Soledad Rojas, tras discutir las diferencias entre grupos focales y grupos de discusión, describen el proceso de construcción de mensajes en la campaña de Fox y un atributo importante en el equipo de campaña: la capacidad de escuchar y leer lo que la población pensaba y sentía en el año 2000 para ir decantando y escanciando mensajes.

En un texto entre el escepticismo y esperanza por el tránsito a la democracia, Comunicación Política, la complejidad democrática, Xavier Ávila Guzmán señala como una mayor participación social en la conformación del poder político produce gobiernos yuxtapuestos, condición que obliga a redefinir la comunicación política como actividad estratégica.

En Marketing vs Ideología, Francisco Montero, traza la trayectoria, actualidad y posibilidades de la comunicación política; establece importantes distinciones entre el marketing, la publicidad y la propaganda y aboga por una vuelta a los contenidos políticos, en una enjundiosa exposición desde la experiencia de un exitoso publicista.

Por último, Raúl González Pinto, reintroduce la carnalidad de los sujetos políticos, al recordarnos que somos cuerpos perceptivos y actuantes. Condición de continuo olvidada o, lo que puede ser más revelador y preocupante, asumida sin más.

Agradecemos a Razón y palabra la apertura de sus páginas para poder encontrar a esos otros que llamamos lectores.


Fernando Mendoza Vázquez