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Octubre - Noviembre 2002

 

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Periodismo y teletrabajo, dos viejos aliados1
 

Por José Manuel de Pablos, José Pestano y C. Mateos Martín
Número 29

La persistencia de la tecnología
Hablar de teletrabajo en el contexto actual es hablar de tecnologías, mejor, de nuevas tecnologías. Todavía más afinado: de una aplicación práctica de una serie de nuevas tecnologías, esto es, de la interacción de la telemática al trabajo personal. Telemática, siempre, citada como teleinformática o informática a distancia. Pura magia tecnológica.

No se ha de olvidar que hemos hablado de "interacción de la telemática al trabajo personal". Este factor, el "personal", será clave, porque el teletrabajo parece que sólo va a tener aplicación cuando se trata de actividades muy personales o individuales, no masivas o industriales. Este extremo marcará el servicio que se pueda desprender a partir de este concepto emergente, de gloriosa y pertinente aplicación a la sociedad informada y comunicada; es una referencia para la actuación empresarial y los compromisos políticos de los estados y de las organizaciones supraestatales, como ocurre en el caso de la Unión Europea5, que depositan su confianza en la cultura del mercado.

Las tecnologías siempre han estado formando parte de las culturas. No hay duda alguna. Si hoy escuchamos hablar, a veces sin razón y de forma vacua, de nuevas tecnologías, tendremos que hallar nuevas culturas. Antes, parece conveniente insistir sobre un detalle de particular interés: la persistencia de la tecnología. Ya sabemos qué es la tecnología: un proceso o procedimiento, a veces complejo, pero no siempre, para efectuar una variada serie de actividades humanas, con el fin de obtener un resultado, materializado en un trabajo, sinónimo de un producto material o fruto de ese trabajo o proceso, siempre para ser utilizado por el ser humano en pos de una mejora de su calidad de vida.

Otra cosa sería absurda... y a veces vemos que es así. Cuando en la antigüedad, después de moler el grano y obtener un polvo que al principio no tenía nombre, hasta que se llamó harina, porque sólo se nominan las cosas o los seres cuando son o existen, y alguien transformó esa harina en una cosa nueva, que a partir de ese preciso instante y no antes se llamó pan y servía para comer la harina de otra forma y en otros momentos, en nuevas condiciones, la tecnología alimentaria manifestaba pasos hacia delante; progresaba para atender una necesidad de la sociedad en la que se originaba. Con el tiempo, los primeros hornos de leña donde la harina se convertía en pan se modernizaron, se hicieron industriales, alimentados por combustibles fósiles; el pan se empezó a crear de cientos de formas diferentes, tanto por su presentación y gusto como por su forma, ingredientes, nombre, estilo, sabor añadido y peso.

La tecnología seguía avanzando y se aliaba con el progreso, en este momento de la historia ya en el terreno de lo industrial, desde una primitiva tecnología que como la nueva seguía fabricando el mismo producto: pan. La gran diferencia la encontramos en la enorme variedad de panes hoy disponibles, frente a un primer pan igual del principio. El producto es lo mismo: harina con agua y otros ingredientes menores todo ello transformado en pan. No ha cambiado el producto porque se aplique una tecnología arcaica, una vieja o primera tecnología o el pan se fabrique hoy con nuevas tecnologías. Es más, podrá seguir habiendo gente que lo prefiera hecho con leña y no calentada la masa con electricidad, petróleo o gasóleo.

Modernizar un proceso, mantener el producto
En todo caso, lo que encontramos es que las nuevas tecnologías modernizan el proceso pero mantienen el producto. Éste es el gran principio de las nuevas tecnologías, entender que sólo son piezas para aligerar un procedimiento, para obtener el mismo producto con mayores facilidades, tal vez con menor esfuerzo humano, detalle este último que engloba tanta gloria como miseria. De la grandeza de las nuevas tecnologías pasamos, peor, chocamos, como decimos, con la miseria pareja de las nuevas tecnologías: hay buenas nuevas tecnologías y hay malas nuevas tecnologías6, según se destinen a mejorar la calidad de vida de los seres humanos o usen a éstos como sujetos pasivos que han de soportar la tiranía de algunos flecos secundarios y sin valor humanístico de las nuevas tecnologías; según la aplicación terminal que se dé a las nuevas tecnologías.

Incidencia de NNTT en el medio natural
Es obvio que si este lado maligno de las NNTT produce beneficios materiales a algunos individuos, entonces de nada les va a importar que originen destrozos irremediables en el medio ambiente o en la salud de las personas. Ésta de hoy es una cultura económica donde manda la rentabilidad. Ejemplos del servicio maligno de las NNTT los hay sobradamente y el actual terror mundial por la destrucción de la benéfica y sedante capa de ozono es tal vez la señal más alarmante de la escasa preocupación de los poderosos por la mera existencia de la vida sobre la Tierra, sólo entretenidos por seguir en su presente sistema productivo, antinatural y no ecológico, que ahora enmascaran bajo la voz "globalización".

Las sucesivas reuniones de ámbito mundial para tratar del salvaje destrozo de los recursos generales públicos (agua, aire, mares, bosques...) y el gran fracaso de una tras otra sólo sirve para subrayar lo que acabamos de decir. Sólo importa el enriquecimiento más inmediato de los ya ricos y poderosos; a lo sumo, a lo más que se llega -como una concesión- es a trasladar las industrias contaminantes a países pobres o a exportar a éstos los productos cancerígenos que el primer mundo por fin decide que no se sigan comercializando en su territorio; todo ello, es más que obvio, con gran carga nada solapada de cinismo y sin ética. En todo caso, las nuevas tecnologías siempre van a socavar los pilares caducos de las viejas culturas con vida a plazo fijo, porque es consubstancial a cualquier proceso neotecnológico remozar las viejas culturas, siempre modernizándolas, a veces deteriorándolas con esa brutal insistencia en evitar el aspecto humanístico y ponerse la careta del materialismo más ciego, bruto, ácido y torcido.

La aparición de una nueva cultura remozada por una imperante nueva tecnología, en el caso de los fenómenos comunicativos, ha originado prácticamente la desaparición de esa obsolescencia -al menos desde el plano tecnológico, aunque no en el campo ético- que se llama derechos de autor en los países occidentales donde la neotecnología de la fotocopiadora de textos es moneda común y de poco valor material. Lo mismo sucede con la grabación de sonidos o con la revolución audiovisual que en muchos países supone la invasión de magnetoscopios caseros, o sea, vídeos personales para efectuar operaciones fraudulentas7. Lo mismo se podría decir de las copiadoras de discos compactos.

Esta presencia ha surgido en los últimos años como si se tratara de otro electrodoméstico más, con la misma permanencia habitual de la aspiradora, el televisor o el legendario y muy familiar aparato receptor de radio. Las NNTT, así, acaban sin reparo ni rubor con el respeto ancestral a copiar el texto ajeno o a piratear música o producciones cinematográficas, cuando no a copiar descaradamente programas informáticos, si no vienen protegidos desde la fábrica. Con estas acciones, lesivas para los creadores y los fabricantes, dicen éstos, pocos entienden que se esté dañando los intereses de un tercero, haciendo mal a alguien, realizando un acto indispuesto con la ética. El verbo piratear ha dejado de ser sinónimo de ilegal, para transformarse en una voz cuasi simpática y sin consecuencias negativas para quien copia para uso personal al amparo de las facilidades impresionantes que ofrecen las nuevas tecnologías de la información que acabamos de señalar.

Indudablemente, se está produciendo un cambio social, una alteración de la cultura genérica modelada con los patrones de una otra tecnología que nunca fue siquiera calificada como nueva tecnología y parece el hijo adoptado de un matrimonio o pareja de hecho de la postmodernidad.

"Supermanización" y consecuencias
Parejo a esta nueva cara de la cultura social de disponer de muchas copias de tantas obras creativas ajenas, lo que indudablemente podrá beneficiar todo status intelectual, porque nunca como hasta ahora se puede leer tanto, escuchar tanta música o ver tanto cine gastando menos dinero de bolsillo, encontramos otro matiz de la presencia de las nuevas tecnologías: lo mismo se hace en menos tiempo, con el empleo de menos gente, de menos esfuerzo personal.

Con menos trabajo
La faena se diluye y surge en cantidad cada vez superior el número de personas en paro, desempleados, algo habitual en las modernas sociedades occidentales. En otras palabras, el personal laboral que opera con nuevas tecnologías se "supermaniza", se ve poderoso, más suficiente, capaz de hacer más que antes cuando usaba una tecnología anterior a la mágica nueva tecnología que le ocupa ahora.

La primera consecuencia es que la empresa para la que trabaja ve cómo con el mismo personal se produce más. Si se trata de un país capitalista, donde lo único que prima son los resultados de cuentas anuales, la alegría es desbordante entre los inversionistas, y el hombre empleado, los operarios conservadores de unas técnicas o conocimientos artesanos recibidos de otras personas ya jubiladas, pasa a ser una figura utópica y romántica. Prescindible. Las mejoras e innovaciones tecnológicas persiguen la flexibilidad del trabajo, o lo que es lo mismo, la devolución de trabajadoras y trabajadores a los inicios de la sociedad industrial8 . Desde siempre sabemos que este sistema productivo al que aludimos no tiene nada que ver con el romanticismo.

A partir de este estadio pueden suceder cosas diferentes:

a) La compañía produce en mayor volumen y vende más sin necesidad de incrementar sus plantillas o número de empleados, con lo cual puede suceder que todo siga como estaba antes. No es lo más frecuente9 .

b) Para mantener esa nueva situación le aconsejen desquitarse de los viejos operarios hechos a una tecnología obsoleta y desfasada y con algunos problemas para acomodarse a la novedad. En tales casos, la situación es bastante sencilla, porque los viejos operarios son, en el aparente menos malo de los casos, gentilmente invitados, con los incentivos que sean necesarios, para jubilarse cualquiera que sea su edad laboral y sus posibilidades de seguir rindiendo10. Ya dijimos que nada de romanticismos. Estamos, entonces, ante una alteración de los antiguos equilibrios culturales, cuando el obrero se jubilaba llegada una cierta edad conocida desde tiempo atrás, pactada de antemano y asumida, sabida con tiempo más que suficiente para hacerse psicológicamente al nuevo estado de vida. Él y su familia.

Este efecto maligno y salvaje de la aplicación económica de las nuevas tecnologías habrá roto un viejo equilibrio cultural y social, al aumentar de forma considerable y por completo artificial el número de personas jubiladas sin haber llegado a la edad natural de su retiro. Son jubilados sin júbilo por su nuevo estado. Se trata de una falsa jubilación, entonces. Este aumento del volumen de jubilados artificiales -dirán que es una medida necesaria para hacer rentable y competitiva la empresa y mantenerla abierta- será otro factor que ayude a modelar la nueva cultura que origina la aplicación de las nuevas tecnologías en un momento determinado y en un tipo de sociedad muy delimitada en cada momento histórico.

c) Podrá suceder, igualmente, que la empresa precise la contratación de nuevos y jóvenes operarios para mantener su aumento de ventas, pero puede que éste sea el caso menos probable11. Lo que sí queda claro a estas alturas de este futuro que estamos describiendo -no adivinando- es que las nuevas generaciones se han de formar más y mejor: sólo va a haber trabajo para los mejor preparados... que además sean los menos conflictivos.

La competencia interpersonal será cada vez más feroz, sobre todo cuando las necesidades de mano de obra se podrán reducir y no quisiéramos que esto se interpretara como una versión apocalíptica del próximo futuro. Si las empresas no necesitan tanta mano de obra, nadie crea que van a aumentar sus índices de nueva contratación o de viejo empleo.

Lo que parece que va a pasar, como ya se empieza a adivinar en algunos países europeos, es que se marcha hacia un modo de producción orientalizado, una especie de establecimiento de relaciones medievales entre los siervos, la generalidad o casi de la población, y los señores, o sea, las grandes corporaciones y entidades bancarias, nacionales o multinacionales, cada vez más poderosas y dueñas de su nación o del mundo. Todo hace prever que así será el próximo futuro por la malsana aplicación de nuevas tecnologías, sobre todo de la información en sus más variadas alternativas; si no lo remedia Internet o ésta no queda reglamentada de forma torticera por el poder oficial.

d) La contratación casi perenne que ha dado tanta tranquilidad a los oficios ligeros se termina o está a punto de concluir, cambiada por duras políticas oficiales de contrataciones temporales que después encuentran el refugio amargo del paro pagado o malpagado por el estado, en los casos donde el desocupado laboral reciba ayuda estatal, tal es el caso de España, pero no el de Argentina ni de tantos otros países.

e) En los lugares donde los sindicatos han sido fuertes y poderosos, las asociaciones de defensa laboral del obrero se han cercenado de las maneras más dispares. En el Reino Unido, donde los sindicatos de tipógrafos siempre habían luchado duramente en pro de sus afiliados, se han barrido y quedado vacíos de personal al despedir masivamente a los viejos tipógrafos con la llegada de las primeras generaciones de aplicaciones informáticas a la elaboración de periódicos, después de un duro pulso en el que mantuvieron cerrado The Times durante bastante tiempo, para acabar, como siempre, rompiéndose la cuerda por su parte más fina y débil.

Incidencia de las NNTT en el trabajo
Lo anterior quiere subrayar la profunda incidencia que las nuevas tecnologías en general y las de la información particularmente tienen en el trabajo, en la cultura laboral de cualquier sociedad, al margen de cuál sea su grado de desarrollo cultural.
Desde hace algún tiempo se habla de la panacea de las NNTTI y del mundo feliz que éstas van a originar, hasta el punto de que se podrá trabajar en casa -teletrabajo llaman a este concepto-, sin necesidad de hacer los actuales desplazamientos a cada centro laboral.

El teletrabajo se presenta como una concepción relativamente novedosa de la organización de los modos productivos. Pero en su versión de trabajo en casa no resulta nada nuevo, ya que era la forma habitual de trabajar hasta la llegada de la sociedad industrial. En la sociedad agrícola, el trabajo se circunscribía al territorio próximo, de manera que el campesino se desplazaba una distancia relativamente corta desde su casa a los campos de cultivo; en esta forma de organización social también existía teletrabajo, entendido éste como un trabajo a distancia del principal centro productivo, puesto que la actividad del comercio y la ocupación del comerciante llevan desde antiguo aparejadas esta connotación de desarrollarse en ciertos casos lejos del lugar donde se producen las mercaderías, pero esto afectaba a una serie de individuos identificables. En las ciudades de la Edad Media ocurría otro tanto. El trabajo se desarrollaba en el taller situado en los bajos del domicilio del maestro artesano o situado en el mismo barrio; en todo caso, el trabajo era presencial y el tiempo empleado para desplazarse desde el hogar al taller o al campo suponía una mínima parte de la jornada laboral.

La sociedad industrial cambia el escenario del trabajo por una regimentación de la fuerza laboral, que empieza por la reubicación de los trabajadores cerca de los centros fabriles. El desarrollo de los medios de transporte y de las infraestructuras asociadas a los mismos hacen posible desplazamientos cada vez más largos en el espacio para 'ir a trabajar', y 'racionales' en el tiempo, puesto que este tiempo invertido en desplazamientos laborales se computa, evidentemente, en el tiempo libre del trabajador. En todos estos casos, y para la mayoría de la población, el trabajo seguía siendo presencial: era necesario permanecer durante determinado tiempo ante una situación productiva, de manera que se pudiera apreciar, y a veces 'medir', la producción de cada operario.

Precisamente, los medios de transporte asociados al comercio suponen una aproximación a las primeras versiones modernas del teletrabajo, considerado como un trabajo a distancia del centro productivo principal. Así entendemos los trabajos de distribución de mercancías, el transporte de viajeros, el viajante de comercio, el servicio postal y otras ocupaciones que se desarrollan, al menos durante un tiempo determinado, lejos de la empresa o la fábrica. El trabajo periodístico conoce el teletrabajo bien pronto, puesto que el primer periodista sale a la calle durante una parte de su jornada laboral dispuesto a buscar noticias, contrastar fuentes, investigar o documentarse. En el caso del periodismo escrito, los modos productivos cambian paulatinamente, hasta realizarse en la actualidad, en muchos más casos que los deseables, desde el escritorio; pero en el ámbito del periodismo audiovisual resulta aun necesario captar sonidos e imágenes en el exterior, de manera que la fábrica de noticias incorpora a su rutina productiva la ausencia de la sala de redacción de cámaras, técnicos de sonido o periodistas. Por lo tanto, si entendemos teletrabajo como el modo productivo en el que el trabajador pasa al menos una jornada a la semana fuera de su centro productivo habitual, y esta jornada se computa en términos de horas discretas, hace mucho tiempo que los periodistas, en particular los que trabajan en medios audiovisuales, desarrollan actividades propias del teletrabajo.

Nos encontramos ante un problema de definición léxica. La polisemia en este caso se deriva de las múltiples aplicaciones de un término feliz, en el centro de un sistema cultural que prima los neologismos que venden de forma sencilla cuestiones complejas; como hemos visto, 'tele-trabajo' ni siquiera puede considerarse un neologismo, puesto que ya existía algo similar en tiempos remotos, pero parece que a nadie le interesa demasiado abundar en esto. Por eso, no resulta raro encontrar con Holti y Stern hasta seis concepciones diferentes de lo que significa teletrabajo12 .Al fin y al cabo, lo que interesa es la utilización ligera de términos, que suenen adecuadamente para describir entes que pertenecen al dominio de una nueva concepción de la sociedad, iluminada por la luz de las apariencias, preocupada más por vender que por el producto que se vende13.

Una reflexión, en este campo y aplicada a la actualidad, dice: cuando el empresario que invierte su capital se diera cuenta de que el trabajo se hace sin necesidad de tener presente al operario, lo primero que le ofrecerá será trabajar en su casa, si así lo desea éste, sí, pero desde fuera de su nómina, a tanto el precio de su trabajo14.

La valiosísima y muy práctica telemática se transformaría en un método para sedar las nóminas de empleados fijos de una determinada empresa: sueldo cada semana o mes, vacaciones pagadas, seguros sociales, pagas extras, jubilaciones, pago durante la baja por enfermedad o parto, beneficios sociales..., en definitiva, la sentencia del estado del bienestar.

Es ésta otra forma de aplicación maligna de las nuevas tecnologías. Lo cierto es que quien hará estas lecturas no va a ser el personal sino el empresario y el dueño, así que la conclusión está más que patente, sobre todo si las instancias oficiales se esconden bajo el paraguas del dejar hacer liberal, peor, neoliberal, al margen de cuál sea la etiqueta formal del gobierno de turno.

El teletrabajo en términos generales, tal y como se anuncia, sólo va a ser válido para el patrón y el directivo propietario de la empresa, pero no será lo normal entre la masa de trabajadores ni siquiera para una selección cualificada de los mismos. Distinta, sin duda, será la función que de la telemática hagan investigadores o profesionales.

Otra, igualmente, es la dependencia que una actividad laboral tenga del trabajo realizado en la distancia, cuando la lejanía sea parte de la función, cuando la empresa sea cautiva del trabajo a distancia, si no de todo su volumen, sí de parte de él. En todo caso, como quedó dicho al principio, hablamos de telemática y trabajo personal, no general, no generalizado, no de la masa trabajadora.

Una de las pocas actividades donde se da perfectamente esta situación es la del Periodismo, en cualquiera de sus facetas: el escrito, la radio y la televisión informativa. En otras palabras, en la esfera de la comunicación social de masas, en los mass media.

El tono de cautividad de la actividad viene dado por la necesidad de dar cumplida acogida a hechos acontecidos fuera del más cercano entorno del centro de difusión informativa, sea éste un diario, una emisora de radio o los servicios informativos de una televisora. La necesidad de disponer de emisores informativos alejados del centro de producción ha hecho necesario la presencia de redes de corresponsales, quienes desde siempre han sido teletrabajadores, aunque en muchas ocasiones con calidad de meros colaboradores y no de personal plenamente integrado en la plantilla formal de la empresa de comunicación15. Diferente ha sido cuando se trata de una empresa importante, cuando ha tenido que servir a la cautividad indicada desplazando a parte de su personal, una minoría, sí, desde el centro de producción a los puntos alejados donde va a surgir la noticia interesada para sus fines informativos, o sea, comerciales.

Lo anterior quiere decir que incluso antes de la telemática, antes de la existencia generalizada de la informática con aplicación a labores periodísticas, al margen del sistema de comunicación, sea éste prensa o periodismo gráfico, radio o televisión, el trabajo a distancia ha estado presente en los medios informativos, para aplicaciones periodísticas u otras, respondiendo a la planificación que se lleva a cabo en las redacciones16. En realidad, las prácticas profesionales orientadas a la producción industrial de información establecen pautas a seguir, incluso después de implantarse las nuevas tecnologías en la empresa, un modo de seguir haciendo lo mismo con nuevos medios. Esta tendencia inercial también se da en otras ocupaciones17. Cuando aparece la informática y después la telemática, el proceso de adaptación a los medios, al Periodismo, se hace de forma natural y lo analógico empieza a ser digital como algo natural y esperado, no fue traumático, como de hecho lo ha sido en los centros de producción18, donde el proceso pudo haber sido violento, en el sentido que se ha dibujado en las líneas anteriores.

Cuando el corresponsal pudo dejar de emplear el télex y los redactores dejaron de recibir las notas de agencia en un teletipo sin acentos ni mayúsculas, cuando el primero empezó a transmitir desde un ordenador y el segundo a recibir en el sistema informático central de su redacción, unos y otros eran actores del cambio de generación tecnológica y testigos del fundamento de toda nueva tecnología: se hace lo mismo, pero con menor esfuerzo físico; se logra la misma función con un procedimiento diferente, aligerado, pero con la misma intención.

Al ser el Periodismo una actividad cautiva de la lejanía, además de ser una función de corte intelectual, o sea, muy personal, no masiva en el estadio de la producción, el teletrabajo siempre ha estado presente:

- antes, en su principio, mediante un teletrabajo analógico cuando los textos llegaban escritos a mano, en el caso del periodismo gráfico, o sea, aquel que se basa en lo gráfico (tipográfico, fotográfico...).
- después, cuando llegan los primeros artefactos electrónicos, se benefició de una tecnología que era nueva, pero a su vez intermedia, porque ni el télex ni el teletipo tenían características de permanencia. Eran claramente muestras de tecnologías intermedias, entre lo analógico de primera generación y lo que habría de venir.
- hoy, de forma emergente, en unas primeras etapas digitales, el teletrabajo se hace adulto y el periódico y los otros tipos de medios lo aprovechan en sus aspectos informativos, pero también con destino a otras modalidades comunicativas.
- tanto hoy como en el futuro inmediato, el trabajador que produce elementos creativos dentro de la empresa de comunicación tampoco puede desligarse de su papel de constructor cultural. Aquí, las redes y la Red tienen un potencial sumamente rico y novedoso, en los modos y las formas de modos de producción realmente novedosos, en el que aspectos colaborativos, cooperativos, descentralizados y deslocalizados pueden contribuir a la construcción de una realidad mediática más ajustada a su referente19.

Al haber necesidad de estas situaciones, al no poderse desligar la empresa de comunicación de este trabajo realizado fuera y más o menos lejos de los centros de producción y control, el rasgo de cautividad que tiene la actividad origina que no haya aspectos lesivos para el trabajo realizado al amparo de esta nueva forma de transmisión, que no de realización.

Por lo tanto, trasladar el trabajo informativo fuera de los centros de producción resulta habitual en la profesión periodística y más aún en el caso del ámbito de la radio y la televisión, pero ¿sabe el profesional cuáles son los riesgos de este tipo de situaciones?, ¿alguien llegó a comentarle algo de esto cuando estudiaba en su Facultad? Si analizamos algunos de los aspectos negativos20 del teletrabajo en el contexto de la información de actualidad, escrita o audiovisual, encontramos otras claves que darán lugar a situaciones para las que resulta necesario prever respuestas. El teletrabajo periodístico en casa, una forma de teletrabajar, traslada al hogar el lugar habitual de trabajo. Durante una serie de horas al día o a la semana, el periodista realiza su ocupación desde su residencia habitual; esto significa la necesidad de contar con medios adecuados en los que intervienen ordenador, módem, teléfono, cámara digital, etc.

Cuando relacionamos las infraestructuras que debe poseer también este lugar de trabajo hogareño, podemos quedarnos sólo en la línea de transmisión telefónica y en su velocidad de transmisión de datos. Sin embargo, el trabajo en casa supone en un número importante de casos una actividad dentro del espacio común a otros seres que componen la unidad familiar. Si en la infraestructura no se contempla un lugar de trabajo adecuado, con el aislamiento necesario, la independencia relativa que supone para unos y otros poder seguir desarrollando actividades domésticas junto con laborales, el teletrabajo en casa del periodista estará produciendo problemas domésticos añadidos.

Esto se da también en el caso de los 'suplementadores': profesionales que se llevan una determinada cantidad de trabajo para casa, después de desarrollar su jornada laboral21. Ésta es una categoría en la que encontramos además a muchos docentes, y que tiende a crear espacios privados dentro de la esfera privada familiar, con distintas soluciones para cada entorno, pero que deben por lo menos ser objeto de reflexión.

En el escenario de un teletrabajo desarrollado en el hogar o fuera de éste, el mayor o menor tiempo que pase un trabajador sin tener contacto con sus compañeros influirá en su comportamiento, temperamento y maneras profesionales. Esto no cuestiona la validez profesional de nadie ni el trabajo de un corresponsal en el extranjero o de un enviado especial, si no que plantea el aislamiento profesional22 como una disfunción laboral que puede ser origen de problemas.

El contacto profesional es una componente más del proceso de participación social de trabajador como ser humano. Se establecen multitud de relaciones dentro del centro de trabajo que guían los actos técnicos del profesional sin necesidad de libro de estilo. Cuando esto no existe, sino que se sustituye por medios tecnificados como el correo electrónico, se eliminan elementos sustanciales de la comunicación que en muchos casos son más pertinentes que la información oficial. En la empresa informativa, la comunicación interpersonal fluye tanto de forma oral como en otros soportes más duraderos en los que rige como principio de supervivencia el que 'no se debe poner todo por escrito'.

La clave de toda la situación se encuentra en que, en el caso del Periodismo, el teletrabajo significa una nueva tecnología que altera un proceso ya existente, mientras que en otras actividades no se trata de una nueva tecnología, sino de la mera tecnología --de su nueva implantación-- que antes ni siquiera se aplicaba a un ámbito que antes no existía como tal proceso laboral. Como consecuencia de estos fenómenos, la producción se deslocaliza y la audiencia se transforma en unidades individuales23.

Si en el primer caso implica un avance en una actuación cautiva de la distancia, en el segundo es una implantación novedosa. Es la misma diferencia que hay entre una repoblación forestal y la población forestal de especies antes inexistentes en ambiente más o menos hostil o peligroso con la llegada de algo nuevo. En este primer caso, se trata de poner lo mismo donde antes había eso mismo: no hay agresividad; en el segundo caso, hay agresividad, porque se trata de instalar algo donde antes no había, de ahí el peligro potencial que implica esta aventura.

El teletrabajo es una aventura en ambientes donde hasta ese momento no ha habido una dependencia del trabajo en la distancia, tal y como siempre ha sucedido con y en el Periodismo, en cualquiera de sus modalidades.

Cuando intentamos profundizar en los aspectos positivos de la relación entre el teletrabajo y el periodismo también encontramos elementos de interés, aunque con una incidencia relativa en las 'mejoras del desempleo' o en la 'aparición de nuevas ocupaciones'24. Las nuevas posibilidades de autoempleo utilizando las redes se convierten en un modo distinto de organización de la propia vida. La contratación por servicios es una fórmula habitual entre los freelances del sector audiovisual; en estos casos no se puede hablar de manera general de empleo precario, puesto que se trata de profesionales y técnicos que se contratan mientras existe trabajo25 . No es lo mismo que precarizar a periodistas para que hagan durante años la misma ocupación, que es una salida utilizada con demasiada frecuencia por las empresas informativas.

Periodismo y teletrabajo son viejos aliados; al estar presente esa dependencia, no ofrece mayor problema cuando se aplica al trabajo fuera del centro de producción. La aplicación, por el contrario, del teletrabajo en el seno del centro de producción --la redacción central de un medio, por ejemplo-- sí puede ser una utopía, excepto en los casos no masivos sino muy particulares del comentarista o articulista. Éste podrá ser fruidor de los beneficios del teletrabajo26. Será difícil que esta situación afecte a la generalidad, excepto cuando un proyecto nuevo se fundamenta desde esta teoría, cuando el ente que haga de empresa o de empleador trate de beneficiar su producto de la magia de la telemática y acepte el teletrabajo como fórmula competitiva que haga posible un órgano de difusión con menos medios materiales y una presencia personal bastante aligerada, pero con mayores posibilidades comunicativas y mayor capacidad de riqueza informativa. Será cuestión de elegir una u otra fórmula, con la certeza de que Periodismo y teletrabajo, analógico o digital, eso es lo de menos, son viejos aliados.


Notas:

1 Texto adaptado a partir del primer capítulo del libro La Red es nuestra (José Manuel de Pablos, Barcelona: Paidós Ibérica, 2001)
5 A lo largo de los años 90, la UE orientó su política específica en esta área concreta a partir del Libro Blanco de Delors y el informe Bangemann. A este respecto, véase Comisión de las Comunidades Europeas, 1993 y 1994.
6 Respecto al uso autoritario de la técnica, Mumford plantea la necesidad de intervenir humanamente sobre el sistema tecnológico. Si se deja que el sistema tecnológico decida por sí mismo, en el caso actual, el precio que nos hace pagar por suministrarnos bienes y servicios para asegurar el consumo "es oneroso, pues el sistema anda tan lejos de estar bajo una efectiva dirección humana que es capaz de envenenarnos a todos para darnos de comer o de exterminarnos con tal de lograr la seguridad nacional" (1964: 59).
7 Por supuesto que es legal tener vídeo personal para copiar programas de televisión o para realizar una copia privada de un material adquirido. Estos derechos de copia privada se pagan al comprar una cinta de vídeo o casete; aquí nos referimos a la obtención de copias piratas.
8 Véase Rosa Franquet: La mujer en el hogar tecnológico, en Telos. Cuadernos de Comunicación, Tecnología y Sociedad, nº 13, Madrid, 1988. Según la autora, la expresión 'flexibilización del trabajo' resulta ser un eufemismo para ocultar diversas operaciones de explotación de los trabajadores, en las que la mujer lleva de momento las de perder (p.110 y ss.).
9 Éste sería el caso de Francia, en el que las políticas de empleo gubernamentales amortiguan los efectos de la introducción de las nuevas tecnologías en las empresas; en este proceso de suma nula se producen también despidos, recolocaciones y otros ajustes de personal (Castells, 1997: 278).
10 Las formas de relación entre capital y trabajo tienen una consecuencia decisiva sobre los trabajadores de las empresas. A veces, se trata simplemente de eliminar empleo directo, para lo cual, "en vez de equipar con nuevas herramientas sus fábricas, las firmas solían cerrar sus plantas que estaban sindicalizadas y abrían otras nuevas, por lo general sin un sindicato, incluso cuando no cambiaban de región para su nueva ubicación" (Castells, 1997: 279).
11 Este sería el caso de Japón estudiado por Watanabe "donde se obligaba a las compañías a mantener el empleo vitalicio, éste aumentó y se disparó la productividad como resultado de la formación y el esfuerzo del equipo de trabajo superior" (Castells, 1997: 278).
12 Holti y Stern (1987) encuentran en su estudio seis tipos distintos de trabajo a distancia: trabajo en casa, desarrollado exclusivamente desde el hogar; facilidades compartidas: se utilizan oficinas o localizaciones dotadas de medios telemáticos para distintas empresas; empresas de servicios a distancia: en las que los que se encuentran a distancia son los usuarios, proveedores y clientes; oficinas satélites: sucursales de la oficina principal; proceso de producción fragmentado: en el que las diferentes unidades producen una porción del producto final y trabajo móvil: al que se adscriben los trabajadores que no tienen un lugar fijo de trabajo.
13 Aguirre Romero, Joaquín: Nuevas fronteras y escenarios culturales en la Sociedad de la Información, en VV. AA. Periodismo y fronteras culturales. Tauro. Madrid. 2000.
14 Begoña Iturbe (1995) realiza una aproximación crítica y equilibrada en cuanto a los aspectos negativos y a las ventajas del teletrabajo. Señala como inconveniente que el teletrabajo "puede ser una fórmula de trabajo precario y mal pagado, que propicie la explotación del trabajo a domicilio de minorías menos favorecidas" (p.19).
15 Para una aproximación al trabajo remoto del periodista actual véase José Fernández Beaumont "La prensa cambia de papel" en AA. VV., Apuntes de la sociedad interactiva, Fundesco, Madrid, 1994.
16 Véase a este respecto Justo Villafañe, Enrique Bustamante y Emili Prado: Fabricar noticias. Mitre. Barcelona. 1987.
17 Véase Antonio Lucas Marín: La participación en el trabajo: El futuro del trabajo humano. Lumen. Buenos Aires. 1995.
18 En el caso de la empresa radiofónica, la introducción de las tecnologías infotelemáticas ha supuesto una reducción clara de puestos de trabajo, sustituidos a veces por robots. Véase al respecto José Pestano: "La digitalización del medio radiofónico periodístico", en Latina de Comunicación Social 37, <http://www.ull.es/publicaciones/latina> enero de 2001.
19Según Joaquín Aguirre (2000), "la Red se ha convertido en la gran alternativa para la producción cultural. Y era lógico que así sucediera, porque es el espacio posible del riesgo, del debate, del encuentro fructífero. La ventaja de la Red es que es un escenario doble, reversible: es un espacio de producción y es un escenario de visualización" (p. 31).
20 Seguimos aquí la propuesta de Begoña Iturbe (1995), quien recoge diversos elementos coincidentes en el ámbito de lo negativo. Destaca, entre otros, los conflictos entre vida privada y pública, el aislamiento profesional, la indefensión ante riesgos no cubiertos y el desplazamiento del trabajo a países con menor coste salarial.
21 Véase Castells (1997) o. c.
22 Iturbe (1995).
23 Xosé López (2000) lo plantea así: "Necesitamos tener en cuenta que la deslocalización de la producción tiende a imponerse y que estamos pasando de la difusión de masas a la difusión individualizada" (p.109).
24 Iturbe (1995).
25 José Álvarez Marcos (1999) recoge los datos de un "informe del Colegio de Periodistas de Cataluña, que señala como el 40 por ciento de los periodistas catalanes son colaboradores o freelances, que cobran por trabajo difundido. Porcentaje que irá aumentando a medida que nuevos profesionales se incorporen al mercado de trabajo", (p. 185).
26 Begoña Iturbe (1995) relaciona diferentes aspectos positivos del teletrabajo entre los que destacamos la mejora del desempleo, la aparición de nuevas ocupaciones, desarrollo más independiente del individuo, ayuda al equilibrio regional y la cohesión de zonas remotas, racionalización del transporte público e incremento de la productividad.


Referencias:

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Dr. José Manuel de Pablos
Catedrático de Periodismo. Universidad de La Laguna (Tenerife), España.
Dr. José Pestano
Consejería de Educación, Cultura y Deportes. Gobierno de Canarias, La Laguna (Tenerife), España
Lic. C. Mateos Martín
Licenciada en Comunicación Audiovisual por la UCM - Máster en Comunicación y Gestión Política (UCM)