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Octubre - Noviembre 2002

 

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Usuarios de información política:
Entre desencantos, expectativas sociales e incomunicaciones
 

Por Mario Alfredo Cantarero
Número 29

I. INTRODUCCIÓN
En la actualidad es evidente el desencanto de los ciudadanos con respecto al sistema político. Se muestra en la poca participación en las elecciones y en su cotidiana actitud displicente con relación a los temas políticos.

Este comportamiento se fundamenta en la percepción negativa que tiene del sistema político y de los funcionarios públicos, pues no encuentra que las necesidades cotidianas sean satisfechas y que se vean perspectivas esperanzadoras para un futuro inmediato o a mediano plazo.

Es más, en la percepción de los salvadoreños, la imagen de los políticos tiene un rostro negativo, por los signos que difunden éstos a través de los medios de comunicación y por su actuación distante de su vida cotidiana.

Esa falta de adecuación del quehacer de los políticos a las necesidades apremiantes de los salvadoreños, más la corroída imagen mediática de los políticos y las incómodas condiciones para las votaciones conllevan a la displicencia política de los salvadoreños.

Sin embargo, desde 1988 hasta el 2000 ha habido entre un 66.1 y un 41.8 por ciento que han ido a emitir el sufragio, según el Tribunal Supremo Electoral. La última elección para Presidente se definió con un 40.1% de la población carnetizada, que ascendió a 3 millones 19 mil 193 personas. Aun cuando se constituyen en una minoría resulta interesante discutir por qué estas personas siguen creyendo en el sistema político.

En esta oportunidad, además de evidenciar el rechazo ciudadano y la imagen que la ciudadanía tiene sobre los políticos, abordaremos las motivaciones que llevan a algunos salvadoreños a emitir el sufragio.

Asimismo, plantearemos una serie de sugerencias que pueden colaborar en la búsqueda de la coherencia del sistema político con la ciudadanía, en el marco de los procesos de comunicación e intercambio políticos.

II. EVIDENCIA CONTUNDENTE DEL RECHAZO
Más de la mitad de la población salvadoreña no se ha dado por aludida, si consideramos que la mitad de los habitantes no está carnetizado. Más preocupante aún cuando en ese mismo lapso se han inundado los medios de comunicación social, con sendas y costosas campañas propagandísticas; quizá se ha gastado más en publicidad política que en la educación universitaria.

Siempre que se realizan sondeos de opinión, los salvadoreños no desperdician la oportunidad para expresar su falta de credibilidad hacia los políticos y hacia la forma de hacer política. Es frecuente encontrar que más del 50% manifiesta no creer en los partidos políticos y/o no tiene opinión al respecto.

Año
Inscritos en Padrón Electoral 100%
Carnetizados
Total de Votantes
Total de No Votantes
Elecciones según Año
  % % %  
1972 No disponible No disponible   770,597   No disponible   Presidente y vicepresidente
1977 No disponible No disponible   1,206,854   No disponible   Presidente y vicepresidente
1984 No disponible No disponible   1,404,368   No disponible   Presidente y vicepresidente
1988 1,954,049 1,652,511 85 1,092,665 66.1 559,846 18.4 Diputados
1988 1,954,049 1,652,511 85 1,101,616 66.7 550,895 17.9 Concejos Municipales
1989 2,223,824 1,885,465 85 1,003,153 53.2 882,312 31.6 Presidentes
1991 2,565,538 2,299,268 90 1,153,013 50.1 1,146,255 39.5 Diputados
1991 2,565,538 2,299,268 90 1,138,581 49.5 1,160,687 40.1 Concejos Municipales
1994 2,718,008 2,578,054 95 1,431,035 55.5 1,147,019 39.3 Presidentes
1994 2,718,008 2,578,054 95 1,453,299 56.4 1,124,755 38.5 Diputados
1994 2,718,008 2,578,054 95 1,450,434 56.3 1,127,620 38.6 Concejos Municipales
1994 2,737,748 2,718,008 99 1,246,220 45.9 1,471,788 53.4 2a Vuelta Presidentes
1997 3,004,174 2,679,055 89 1,176,887 43.9 1,502,168 45.2 Diputados
1997 3,004,174 2,679,055 89 1,175,957 43.9 1,503,098 45.3 Concejos Municipales
1999 3,171,224 3,050,773 96 1,223,215 40.1 1,827,558 56.1 Presidentes
2000 3,264,724 3,019,193 92 1,263,229 41.8 1,755,964 50.6 Concejos Municipales y Diputados

Fuente: Tribunal Supremo Electoral, 2001

III. MOTIVACIONES DE LA REPROBACIÓN CIUDADANA
Esos datos estadísticos evidencian un desencanto de la población hacia las elecciones. Cotidianamente, en los trabajos, en los hogares, en los centros de recreación o en el vecindario, al referirse al tema de la política, la gente se expresa con calificativos duros y categóricos, como "sólo quieren la guayaba", "sólo lo buscan a uno cuando quieren el voto", "por gusto ir a votar, las cosas siguen igual", "prometen y prometen, a las horas de las horas se les olvida lo que prometieron", "por eso, amigo, hay que dedicarse al trabajo cuando se tiene, esto es lo que da de comer; a los políticos no les importa el sufrimiento del pueblo; lo que les importa es llenarse los bolsillos, los pobres, muy bien, gracias".

¿Por qué los ciudadanos no confían en los políticos y en las formas actuales de hacer política, a pesar de la creciente inversión en publicidad política en los medios de comunicación social? Responder a esta interrogante es un tema apasionante y difícil al mismo tiempo. En esta oportunidad, se esbozarán algunas aproximaciones para comprender el problema.

POLÍTICOS, LABRADORES DE SU PROPIO DESPRESTIGIO
Estas dificultades, comunicacionalmente hablando, se encuentran en el productor de la comunicación política, que van desde la existencia de una opinión desfavorable heredada, hasta el excesivo pragmatismo en el actuar de los políticos, pasando por el diseño inadecuado de las campañas y la impertinente concepción de la comunicación política.

El desprestigio heredado: Antecedentes ingratos:
Al criticar la actitud de los salvadoreños por no saberse de memoria fechas históricas de nuestro país o por no rechazar categóricamente personajes, modelos y actitudes políticos que les hacen daño, muchos analistas sostienen que "el pueblo salvadoreño es un pueblo sin memoria histórica". No estoy completamente de acuerdo: Una cosa es que no esté escrita, de acuerdo. Responsabilidad que debe ser asumida seriamente por los intelectuales, juntamente con la gestión para que la historia rigurosa, objetiva y escrita se socialice profundamente por medio de todos los niveles del sistema educativo.

En las relaciones sociales concretas, las generaciones de salvadoreños se comunican oralmente lo que son y lo que quieren ser (sus hábitos, sus costumbres, sus formas de expresión, de comer, de beber, etc.). En este diálogo generacional, aparece la percepción sobre el sistema político, que se ha ido configurando en el lapso de la vida constitucional del país, a partir de la experiencia que cada una de las generaciones ha tenido con respecto a sus gobernantes y a sus formas de gobernar. El tatarabuelo, tomando como base su propia vivencia con relación a la práctica política de sus gobernantes, ha aconsejado oralmente a toda su descendencia de quiénes son, cómo son, por qué son así y por qué hablan así.

La percepción negativa y la actitud política que tienen los salvadoreños con relación al sistema político y, específicamente, al discurso político, no tiene su origen aquí y ahora, como dirían los griegos, sino aquí, ayer y ahora. Como se ha señalado ya (Cantarero, Mario Alfredo, 2002:8), las vivencias de la población durante el siglo XX, con relación al sistema político no ha sido grata: dictaduras, dinastías partidarias, gobiernos poco o nada democráticos, elecciones fraudulentas, crecimientos económico sin distribución equitativa de los frutos, enriquecimientos ilícitos, etc., etc. Para la población, se trata de una serie de experiencias negativas y sufrimientos, a partir de las cuales se ha configurado las críticas mordaces y la displicencia política.

Mientras el discurso y las formas de hacer política no cambien sustancialmente a favor de la ciudadanía, la percepción negativa y la displicencia de la población seguirán reproduciéndose en un continuo diálogo generacional.

Esto sin duda se constituye en un problema esencial, porque, si esta concepción aversiva que se tiene acerca de los políticos y del modelo político imperante no toma fuerza y trasciende al plano de un movimiento social que defienda sus intereses y establezca su hegemonía en el sistema democrático, los frutos de los momentos históricos sólo serán para beneficio de los funcionarios políticos de todos los colores ideológicos, no para la población más desprotegida, como ha ocurrido desde el movimiento independentista hasta la reciente guerra civil.

Mensaje inverosímil: Sin relación con la vida del ciudadano
Otro elemento que contribuye a la configuración de la opinión negativa de la población, se refiere a la falta de verosimilitud del contenido de los mensajes políticos. Aun cuando la población puede opinar favorablemente sobre el ritmo de un gingle propagandístico, o cantarlo cuando es atractivo, ocurre que las personas no se apropian del contenido y, consecuentemente, no reaccionan mecánicamente a favor de las peticiones del mensaje.

Ocurre que una persona se interesa más por un mensaje (lo escucha, lo ve o lo oye, le gusta, lo critica, lo comenta, lo asume, reacciona favorablemente ante él) en la medida que estos tenga contenidos que afecten su vida diaria.

Contrariamente, una persona no se interesa por un mensaje (no se expone ante él, no le gusta, lo ignora, no lo comenta, no lo asume, no reacciona ante él) en la medida que estos tenga contenidos que no estén relacionados con su ecuación personal diaria.

Constantemente, a través de los medios de comunicación social, en época electoral o en la contienda política normal, los políticos (alcaldes, ministros, diputados, presidentes, etc.) utilizan un lenguaje que poco o nada tiene que ver con la vida de los salvadoreños, tal y como se plantea. Por ejemplo, si es de izquierda, el funcionario dice que trabaja por la democracia, por el medio ambiente, por los derechos de la mujer, por los derechos del consumidor, por los derechos laborales, por el desarrollo, por la libertad, por la justicia, mientras que al adversario de derecha lo califican de "poco serio, neoliberal, antipopular, antidemocrático, conservador, autoritario, injusto, fascista".

Sin restarle valor filosófico a los términos "democracia", "desarrollo", "progreso", "justicia", "libertad", y otros términos usuales en la jerga política, en la vida diaria de los salvadoreños no tienen ni referente concreto ni significado manifiesto en el transcurrir de cada uno de los ciudadanos.

La significación de las cosas y de las acciones cobra mayor relevancia en la medida que benefician las micro relaciones sociales y satisfacen sus necesidades concretas. Esos términos de gran contenido filosófico no adquieren ningún sentido concreto para la mayoría de sectores de la población; es más, están vacíos de contenido porque no sólo no se relaciona con su vida, sino que en su existencia ocurre todo lo contrario.

Parece, entonces, que realmente no existe comunicación plena entre los políticos y los ciudadanos; ciertamente, se evidencia que son códigos diferentes, contextos incongruentes, sujetos irreconocibles, contenidos confusos, etc.

Promesas incumplidas: En el poder se hace lo contrario
Otro elemento que configura la percepción negativa de los políticos y sus formas de actuar, se refiere a la oferta política en el discurso de la campaña pre-electoral o electoral y el incumplimiento de la misma cuando el funcionario está ejerciendo el poder.

Comunicacionalmente, cuando el político ofrece o promete realizar una acción en beneficio de la población, se compromete a cumplirla en una especie de contrato implícito. El votante cree, piensa, supone que el candidato realizará posteriormente lo que ha prometido.

Se cree que durante la campaña se puede decir cualquier cosa, con la creencia errónea de que debe publicitarse cualquier promesa, por descabellada e irrealizable que sea, con el fin de crear expectativas, manipular ilusiones y, con ello, convencer, persuadir y movilizar a los votantes a favor de su causa.

Ya en la administración política parece ocurrir todo lo contrario. La experiencia electoral de los últimos años, incluso en democracias tan diferentes entre ellas y con la nuestra, como las de Argentina, los EE.UU y Francia, las autoridades democráticamente elegidas toman decisiones que son exactamente lo contrario de las que habían anunciado durante la campaña electoral. Por ejemplo, la promesa de no aumentar los impuestos, de subirle al costo de la energía eléctrica y al agua; en la práctica, los precios de esos rubros fueron los primeros en subir.

Se promete mejorar la economía del país, pero en la práctica sólo se mejora la situación macroeconómica en favor de reducidos sectores sociales cercanos al partido que gobierna, mientras la microeconomía familiar de la mayoría de sectores sigue igual o peor que antes.

En otras palabras, el olvido de las promesas, que en muchos países como el nuestro suelen ser algo frecuente, y peor si se hace todo lo contrario, es una acción política que cotidianamente significa el rompimiento de las esperanzas de la población de vivir más dignamente como humanos.

Este rompimiento entre discurso y realidad es una de las motivaciones que generan la pérdida de confianza de la población en los políticos y en sus acciones. No se puede confiar en quien miente con los hechos. Desde la perspectiva ciudadana, no puede confiarse en alguien que se manifiesta públicamente su compromiso con la austeridad en el gasto público cuando en la realidad derrocha el dinero del pueblo en viajes, en enriquecimientos ilícitos y en dudosos manejos de los fondos del estado (La Prensa Gráfica, marzo-agosto, 2002); no puede fiarse de alguien que expresa que esta economía está entre las mejores de Latinoamérica cuando en el mercado la canasta básica está cada vez más cara y el dinero no le alcanza para sobrevivir humanamente.

Como se ha dicho ya (Cantarero, mayo del 2002:15-16),por una parte, la ciudadanía tiene una serie de deseos y necesidades vitales, que se muestran como deseos de poseer y lograr metas, como la obtención de casa de habitación, empleo, seguridad, salud, educación, comida, etc. Desde estas necesidades juzga el desempeño de los gobiernos y de todos los funcionarios públicos; su conclusión es que no las satisfacen con sus políticas, estrategias y acciones públicas.

Según las últimas encuestas (IUDOP, abril y junio, 2002), los ciudadanos expresan una vivencia contraria al discurso de los políticos: altos niveles de insatisfacción económica, aumento del costo de los servicios, como el agua, electricidad, cuotas escolares, telefonía, licencias de manejo, tarjetas de circulación, etc.

Estrategias de comunicación política: Importancia esporádica
Entre elecciones, los partidos políticos no le dan a la comunicación la importancia estratégica debida, a pesar de que en estas circunstancias se configuran las predisposiciones de los votantes, en razón de las acciones políticas de los gobernantes y de la oposición, como ha demostrado científicamente.

Contrariamente, se tiene y se ejercita una concepción reducida, inmediatista, utilitarista y ejecutivista de la comunicación social en el intercambio político con la sociedad. En la actualidad esto se da con mayor intensidad en los círculos de la oposición.

Reducida, porque solamente se le da valor político a la presencia de su discurso en los medios de comunicación masiva, en detrimento del valor comunicativo de los hechos concretos en beneficio de la mayoría de la población. Los políticos prefieren espectacularizar sus acciones a través de las conferencias informativas con los medios o de la creación de hechos políticos -como son las marchas en la calle, las acusaciones de corrupción, las denuncias de inmoralidades, etc-, para que los periodistas los consideren como hechos noticiables, especialmente cuando se acercan las elecciones.

En lugar de entender la comunicación como una actividad de importancia permanente, cuya dirección y producción requiere del concurso de profesionales bien cotizados, y del uso de instrumentos adecuados, en la práctica se la percibe como una actividad de importancia esporádica. Únicamente, priorizan y enfatizan una falsa retórica del bien y del mal a través del espectáculo y el show mediático de un momento determinado.

Es común en América Latina que los partidos políticos se preocupen por invertir en comunicación política casi exclusivamente cuando las campañas electorales se aproximan o cuando están en pleno apogeo. Sólo entonces tiran "las canas al aire": Contratan asesores extranjeros para que diseñen las campañas, pautan millonadas en los medios de comunicación con mejores raiting, con la finalidad de penetrar en las "conciencias de los individuos" y persuadirlos de que voten por su instituto político.

Como excepción a esta regla, en las tres administraciones de ARENA (Alianza Republicana Nacionalista), con mayor énfasis en la del presidente Francisco Flores, la comunicación del gobierno salvadoreño ha mejorado, en tanto que ha mantenido en lo que va de su mandato una campaña publicitaria permanente, en la cual se promueve la estampa del Presidente y algunas acciones de su gabinete.

En términos generales, durante épocas no electorales las unidades de comunicaciones de los partidos políticos apenas si tienen presupuesto para pagar la planilla salarial de 2 ó 3 comunicadores.

Meses antes y durante la campaña, publicitariamente, los medios de comunicación social son inundados con mensajes políticos de todos los colores, ritmos y sabores. Las plazas, los parques, las calles, las paredes y los postes se visten de propaganda electoral abierta.

Periodísticamente, además de la tradicional costumbre de pautarla casi en exclusiva, las noticias suelen tomar como fuente obligada a los partidos políticos en su presentación electoral, en donde se describen currículo, movilización de candidatos, la contienda entre los partidos. Agenda noticiosa en donde dejan entrever sus opciones o preferencias electorales, por la amplia o corta cobertura informativa.

¿Por qué con tanta reiteración de mensajes durante casi 24 horas diarias y con tanta orquestación de medios los sujetos políticos no logran movilizar a más del 43% de la población salvadoreña a votar? La respuesta es contundente: por todos los elementos mencionados anteriormente. Además, la tormenta de spot televisivos, de desplegados en prensa, de cuñas radiofónicas, de hojas volantes, de notas noticiosas, de mítines y barras móviles, etc., etc., no hacen otra cosa que inundar de ruidos la vida cotidiana de los salvadoreños. Así, en lugar de inducirlos a votar, se les trastoca la lógica de vida de los compatriotas.

Las personas en su vida diaria tienen una rutina, en donde las funciones de la persona en cada momento y cada espacio están definidas. En otras palabras, las actividades diarias están pautadas por el hábito, por la costumbre, por la cultura, por la sociedad. Cualquier rompimiento, cualquier alteración en esa rutina puede provocar crisis, confusión, ansiedad, miedo, enfado, etc. Por ejemplo, el fallecimiento de un ser querido genera desestabilización de toda índole en la cotidianidad de la familia, desde los gastos no presupuestados hasta las alteraciones anímicas.

A pesar de que, en los países democráticos, las elecciones ocurren en lapsos relativamente cortos, no son tan constantes como para volverse un hábito rutinario. De modo que, antes y durante la campaña electoral y la consecuente saturación de mensajes propagandísticos, se produce una ruptura con la cotidianidad de los salvadoreños. En lugar de cumplir con su cometido, los discursos políticos provocan enojos e insultos, que no me atrevo a mencionar. Faltaba más, ¿qué reacción puede causar en una señora acostumbrada a disfrutar "Pedro el escamoso", "Bety, la fea", "Café con aroma de mujer" o "La Chacala", si además de los acostumbrados comerciales, tiene que soportar la propaganda política, que poco o nada tiene que ver con su vida?

Una comunicación sin política
Como parte del mismo problema anterior, los partidos políticos, durante las épocas sin ajetreo en la contienda política, no le dan a la comunicación la importancia estratégica que tiene. Significa que conciben a la comunicación como una actividad inmediata, utilitaria y ejecutiva.

En lugar de entenderla como una actividad estratégica permanente, cuya dirección y producción requiere del concurso de profesionales bien cotizados, y del uso de instrumentos adecuados, en la práctica se la percibe como una actividad de importancia esporádica, cuya dirección y producción puede delegársele a cualesquiera mal pagados, con sólo las uñas como instrumentos.

Es común encontrar en una unidad de comunicaciones( llámese unidad de prensa y propaganda y / o de relaciones públicas) las siguientes características: a)un responsable, muchas veces sin formación académica y sin experiencia, en algunas ocasiones con el agravante de ser el "chero" del primo del compadre del amigo del tío del sobrino del funcionario o del dueño del partido; b) este responsable, con semejante currículo, tampoco participa de las decisiones sobre las acciones políticas que emprenderá el partido, cuando mucho le ordenan "hacete un periódico" o "preparate una conferencia de prensa" o "mandá a hacer los diplomas para el día de la secretaria"; c) se encuentra ubicada en un local que más parece una de las celdas de los antiguos juzgados de San Salvador, con un par de sillas desvencijadas, posiblemente con una mesa de dibujo, un par de mantas en el suelo y un bote de pintura, etc.; d) con una planta de profesionales compuesta por el director, una secretaria y el ordenanza; e) con una máquina de escribir marca Olimpia más para allá que para acá como instrumento tecnológico y f)con un financiamiento tan paupérrimo que sólo alcanza para cancelar el salario mensual de los tres empleados.

Contrariamente, para mantener un diálogo permanente entre los políticos y los ciudadanos, como dos sujetos poderosos y complementarios en la construcción de la democracia, se requiere una condición indispensable: establecer un sistema de producción de comunicación permanente y profesional.

Significa que los flujos informativos con los ciudadanos deben estar planificados a corto, mediano y largo plazo, con contenidos que impliquen directamente su ambiente cotidiano (encaminados a resolver los problemas, a potenciar sus comodidades, a recrear sus costumbres, etc.), con formas de intercomunicación pertinentes y oportunas (apropiarse de su discurso, de sus sentires, de su pensares).

Esto implica darles un estatuto directivo y un alto grado de independencia a los profesionales de la comunicación. Sólo así puede posibilitarse una opinión pública favorable y participativa. De lo contrario, la población salvadoreña, por medio de sus redes de comunicación social, seguirá juzgando, criticando negativamente, castigando el actuar de los funcionarios públicos y de los partidos políticos.

Desencanto social: Ciudadanía sin representación política
Con la percepción negativa, con la displicencia, con la falta de credibilidad, con la falta de confianza, los salvadoreños castigan a los políticos y a sus prácticas. El problema se complejiza y se reproduce porque los políticos todavía no reconocen la gravedad del asunto y, consecuentemente por lo mismo, no lo encaran con las acciones pertinentes.

En los últimos años se ha desarrollado un desencanto generalizado de la sociedad. Se trata de una crisis: la sociedad civil no se siente representada por la sociedad política. Se respira todo un clima desfavorable interna y externamente en las instituciones públicas. Opinión pública que se confiesa de pensamiento, palabra, obra u omisión.

En los espacios públicos, entre amigos, al calor de un Flor de caña o del licor de los salvadoreños, integrantes, seguidores o simpatizantes de partidos, de instituciones públicas o de organizaciones civiles vinculadas al quehacer político expresan su inconformidad con sus dirigencias, por la forma en que se toman las decisiones, por las maneras de comunicarlas a los públicos internos, por las formas de elección de sus funcionarios, por los acostumbrados modos, a veces, de la invertir el capital institucional.

En los espacios institucionales, entre jefes y subordinados, en el fragor del trabajo diario, la secretaria, el mensajero, el asistente, el asesor, el periodista, etc., de hecho consienten las decisiones de sus autoridades, pero disienten de pensamiento; no hay lugar para arriesgar el trabajo o la confianza del jefe.

En síntesis, por un lado, los salvadoreños no apoyan significativamente a la institucionalidad del sistema político, ni creen en la honestidad y en la vocación por el interés público de los principales actores del sistema o de la institución.

Por otro lado, con respecto a la representación, las mismas organizaciones de la sociedad civil, tales como el movimiento sindical, enfrentan cuestionamientos profundos por parte de sus agremiados o potenciales representados.

Percepción ciudadana: El perfil de los políticos
En este país se acostumbra no votar, por muchas razones, entre las que resaltan la imagen negativa que ofrecen los políticos, las débiles políticas de formación de dirigencias, la frágil democracia informativa y las circunstancias adversas para emitir el sufragio universal.

Al parecer, los colectivos políticos se preocupan más por ser tomados en cuenta por los medios de comunicación social (por ejemplo: participar en los programas televisivos de debate, en dar declaraciones sobre un tópico al medio o, cuando mucho, diseñar un suplemento para la prensa), que suplir la necesidad de interacción adecuada con la sociedad civil. A pesar de su patológico narcisismo por estar en los medios, la imagen que difunden riñe con la ganancia política que esperan obtener con su intervención.

Como se ha dicho en otra oportunidad (Cantarero, Mario, Sala de prensa,2002), de la presencia de los políticos en los medios de comunicación se origina una serie de lecturas e interpretaciones de cada una de sus participaciones, que llevan a configurar la percepción ciudadana sobre ellos. Entre otras características de los políticos, se evidencian:

  1. La imprecisión técnica en sus comentarios, nombran los asuntos políticos no con el rigor que se merecen, sino con frases superficialmente propagandísticas, como por ejemplo, "es una propuesta poco seria". En este país, como en el resto de Latinoamérica, no se exigen las condiciones mínimas para elegir un funcionario público: preparación académica destaca, formación y legitimidad de liderato en la comunidad. Aquí quien decide sobre quién será el candidato o el funcionario es la dirigencia del partido, la cual no seleccionada por idoneidad técnica y legitimidad social, sino por compadrazgo o por intereses sectoriales. En consecuencia, el desempeño en los cargos públicos no es lo más eficiente política y técnicamente hablando.
  2. Relación irrespetuosa entre adversarios, se nombran y se califican no con profesionalismo y respeto, sino con el epíteto malcriado y sarcástico, como "mal nacido".
  3. Intolerancia política, las mociones no se discuten en el marco de la pertinencia y / o de beneficio político para el país, sino que se las trata con una actitud de oposición por la oposición (muchas veces no se las adversa, se las destruye de un plumazo, como en plena guerra). Aquí no se reconoce al "otro", se lo destruye, se lo niega, se lo ignora, se excluye de la discusión, muchas de las veces con actites hostiles.
  4. Sectorialismo per se, se percibe que la actividad política de los funcionarios gira en torno no al beneficio de todos los sectores sociales de la nación, sino a satisfacción del grupo social que los promovió, como en el caso de la privatización de la banca.
  5. Incumplidores de la ley, se juzga que los políticos, en lugar de apegarse a derecho, son los primeros en violarlo, con su incumplimiento, como el retraso en el nombramiento del nuevo Procurador de Derechos Humanos de la República, o con el irrespeto a los debidos procesos. Para beneficiar al partido, al amigo y sacar ganancias personales, y, contrariamente, desfavorecer al adversario, al enemigo y anular al otro, se transgrede la norma, sin ninguna inmutarse.
  6. Ausentes de la meliu de los problemas de las comunidades, se percibe que los políticos sólo de toman la molestia de visitarlas en época de campaña electorales cuando se buscan votos, pero ya electos no se molestan en acudir a ellas para identificar sus problemas y buscar superarlos. En países desarrollados, la constante suele ser la búsqueda de la información, de la opinión y de la sugerencia de la comunidad, por medio de diagnósticos elaborados con criterios profesionales, con la finalidad de reconocer sus problemas y sus necesidades, sino también resolverlos y satisfacerlas. Aquí durante las gestiones de los funcionarios, de lo que menos se acuerdan los políticos es de la comunidad.
  7. Buscadores de su propio beneficio, se valora que los funcionarios orientan fundamentalmente sus acciones con la intención de sacar provecho individual de todo, entre otras, con el comercio de voluntades, los aumentos de salario y los abusos en el uso de los recursos del Estado (la famosa política del todo gratis: fotocopias de libros, gasolina, comidas, mano de obra, guardaespaldas, etc.). Es del conocimiento público que los políticos o los funcionarios públicos desde sus espacios de poder buscan favorecerse ellos y sus parientes, utilizando los recursos del Estado.
    Por ejemplo, medios impresos (El Diario de Hoy, La Prensa Gráfica, 2001) han denunciado que muchos funcionarios públicos utilizan los vehículos de las oficinas estatales donde trabajan en épocas de vacaciones sin ninguna justificación, en los centros de diversión. Lo mismo ocurre con celulares, puestos de trabajo, fotocopias, etc., tours, etc.
    Recientemente, los magistrados de la Corte de Cuentas se recetaron un aumento salarial de casi 11 mil colones para el presidente, Rutilo Aguilera, y de 6 mil 575 colones para los otros dos magistrados (. La Prensa Gráfica, 11 de marzo del 2002). El presidente beneficiado de este aumento lo justifica así "El salario del presidente y de los magistrados se hizo con base en la responsabilidad del cargo" "Se buscó nivelar los honorarios con los de funcionarios de rango similar en otras oficinas."
  8. Con doble moral, se percibe que los políticos, contrario a sus discursos plagados de buenas intenciones de favorecer a la población y su investidura como ejemplares, actúan irresponsablemente como sujetos que desconocen los problemas de la población, que no les interesa el dolor y los problemas de la población, que nos les importa desfavorecerla, que buscan beneficiarse de todo.
    Por ejemplo, un diputado ginecólogo ha cobrado como diputado y como médico a tiempo completo en un hospital de Sonsonate. Otro hirió a una policía y dañó propiedad del Estado, y ahora es miembro de la Comisión de Ética de la Asamblea Legislativa.
  9. Prepotentes, contrario a la humildad que debe poseer un servidor público, los políticos cuando desempeñan cargos en las estructuras de partidos o en estructuras de gobierno su comportamiento con relación a los ciudadanos dista mucho de la de una persona común y corriente. Como por arte de magia, se transforman en "seres divinos" o "semidioses", dotados de facultades extraordinarias, como la de impedir a la ciudadanía el derecho de no opinar sobre los asuntos públicos. Actúan y se autoestiman como "pavos reales", a los que narciso no puede comparárseles. En ese sentido, tratan con "desprecio" y "prepotencia" desmedida a las personas sencillas. Hacen los que se les ocurre, por infundado que sea. Se tiene conocimiento que muchos alcaldes, entre los que se encuentra el del Puerto de la Libertad, Departamento de la Libertad, que abusan del poder en su gestión edilicia, atropellando a los sectores de la comuna y a habitantes de la población.
    Incluso la prepotencia lesiona no sólo a los ciudadanos humildes, sino a las instituciones del estado y a los funcionarios públicos. Recientemente, el Director de la PNC, Mauricio Sandoval, en un acto insólito, junto acompañado de la GRP ( Grupo de Reacción Policial), allanó el recinto de la Asamblea Legislativa, para entregar al Diputado Orlando Arévalo, capturado ese mismo día por "motivar desórdenes", en el "paro técnico de los transportistas". Acto en el cual los policías también se encargaron de atropellar a los periodistas que estaban cubriendo el evento.
    Otro caso es el penoso incidente que se dio el 1 de mayo del presente año, militantes del fmln agredieron física y verbalmenta a un equipo de El Noticiero, de Canal 6, al mismo tiempo que dañaron el equipo de un fotoperiodista de la Prensa Gráfica (El Diario de Hoy, 15 de mayo del 2002). Hecho que propició una serie de reacciones, entre las que destacan la de David Rivas, entonces presidente de la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES), quien sostuvo que los periodistas fueron co-responsables del hecho; la de la Procuradora de Derechos Humanos, quien desestimó la opinión del Presidente de APES y responsabilizó a los hechores del atropello en contra de los periodistas (El Diario de Hoy, 13 de mayo del 2002). Asimismo, propietarios y ejecutivos de los medios de comunicación de El Salvador se pronunciaron en rechazo a la agresión en contra de los periodistas.
  10. Sitiadores de la democracia. Por sus actuaciones contrarias a las expectativas y necesidades de la población, los ciudadanos perciben que el sistema político y cada uno de los políticos, para mantener sus privilegios personales y los de su grupo social, establecen mecanismo y normas de poder que reproduzca el sistema incólume a cualquier cambio a favor del ejercicio del poder por parte de la sociedad civil.
    Por ejemplo, es inamovible la ley que establece el acceso al ejercicio del poder público sólo a través de los partidos políticos; es inconcebible el ejercicio del relevo en el poder al interior de los partidos político, es utópico pensar en un partido político donde sus dirigentes tenga una alta competencia no sólo política sino académica.
    Otro caso es la ley referida a elecciones de las diputaciones por circunscripción nacional ("La Plancha"), que según expertos constitucionalistas, es inconstitucional porque viola la norma de representatividad y proporcionalidad ciudadana. Esta ley posibilita a los candidatos a ocupar los curules en la Asamblea Legislativa a acceder a los puestos por un sistema de residuos sin justificación estadística ni electoral. Los diputados electos por medio de este sistema teórica y prácticamente no representan a nadie. Ante iniciativas de ciudadanos, como Félix Ulloa hijo, ex magistrado del Tribunal Supremo Electoral, y actualmente del Movimiento Independiente pro Reformas Electorales (MIRE), ante la Corte Suprema de Justicia para que reformen toda aquella legislación electoral inconstitucional, los partidos políticos, especialmente ARENA; PDC y PCN se han estado oponiendo, tomando acuerdos que superan la racionalidad para justificar esos mecanismos que les permiten acceder y usufructuarse del poder.

Formación deficiente de cuadros políticos
En La Prensa Gráfica (20 de junio de 1996:pp.4.A-5.A), se informó que setenta u ochenta políticos, varios de ellos ahora funcionarios públicos de izquierda (alcaldes, diputados) había obtenido su titulación de licenciados en filosofía, sin haber realizado el servicio social, el trabajo de graduación y cumplido con los cinco años de estudio establecidos en el pensum de la carrera, atropellando la institucionalidad de la Universidad de El Salvador.

En el mismo periódico (15 de febrero de 1997: 6.A) se dijo que existía también en la Universidad de El Salvador la intención de implementar una licenciatura abreviada para miembros de la PNC.

Lo sorprendente y lastimoso del caso es que hay toda una tendencia en el sector de los políticos de aprovecharse con este tipo de programas. Según informaciones publicada en la prensa, se sabe de algunas universidades que han estado ofreciendo maestrías y doctorados con carácter acelerado, y con varias facilidades a funcionarios públicos, con la intención de obtener buenas utilidades de la venta de títulos y, consecuentemente, de obtener favores de éstos.

La Fiscalía de la República durante los años 2000 y 2002 investigó e inició procesos legales en contra de jueces que presentaban anormalidades en sus titulaciones. Sin embargo, aún con las acciones ejercidas por la Corte Suprema de Justicia y el Ministerio de Educación, al parecer el caso quedará impune, según lo evidencian iniciativas dentro de la Asamblea Legislativa tendientes a legalizar la titulación cuestionada de todos los funcionarios judiciales involucrados.

Todo esto sin importarles que con estas irresponsabilidades deslegitiman a todos los profesionales y a todas las profesiones del país, sin que las autoridades competentes, como el Ministerio de Educación y la Fiscalía, intervengan para garantizar la institucionalidad de los procedimientos...

Allende de la dimensión ética del asunto, se identifica que el sistema político no dispone de los mecanismos adecuados para reproducirse. Frecuentemente, cuando se hace alusión al tema, la población expresa frases como": no se ven caras nuevas"", parece rueda de caballitos", "no le dan la oportunidad a la gente joven","sólo se rotan los puestos", "parece una fábrica familiar", etc.

En el fondo, la gente critica la falta de una política pertinente de relevo en las dirigencias de los partidos u organizaciones, que posibilite la formación de cuadros preparados académica y políticamente para asumir cargos de dirección partidaria o para poder optar a cargos de elección pública; que permita un traslado democrático del poder en el partido, o conlleve a la alternancia del poder en el gobierno.

Sin embargo, los procedimientos existentes en la producción de cuadros políticos, más que adecuarse y ser coherente con el contexto actual, pareciera que se remontan a la Edad Media, donde la administración política del feudo se relevaba familiarmente, o la época del absolutismo, en donde los movimientos en el poder se daban en la nobleza; en ambos casos, sólo hasta que fallecía el señor feudal o el rey.

Si la tendencia posmoderna se encamina a valorar más el conocimiento profesional y la especialización, el sistema político debe tomarse en serio la formulación y ejecución de una política de formación de cuadros para esas exigencias; no con la promoción del mercado de títulos de licenciados y de masteres en seis meses, sino con el establecimiento de escuelas de formación políticas y el reclutamiento de los profesionales más aptos en el manejo técnico de los procesos.

Polarización informativa y vestigios de autoritarismo político
Con los Acuerdos de Paz, se reconoce que la política informativa de muchos medios ha cambiado a la apertura y al profesionalismo. Sin embargo, se percibe la existencia de muchas prácticas comunicativas que riñen con las demandas y exigencias del momento actual.

La mayoría de sectores del país recuerdan que, por ejemplo en la década de los setenta, las elecciones se caracterizaron como malogradas, debido al fraude y la marginación de muchos grupos políticos.

Para impedir que los partidos políticos de oposición compitieran auténticamente, la élite dominante siguió el siguiente esquema prohibitivo y excluyente: a) restringió las campañas electorales y el uso de los medios de comunicación; b) amenazaban violentamente a los partidos o a sus líderes para hacerlos desistir de la contienda.

Obviamente, la práctica constante de las medidas represivas, aplicada por los regímenes autoritarios menoscabó la fe de las instituciones políticas y socavaron la legitimidad pública de los gobiernos nacionales.

Actualmente, todavía en los medios de comunicación se funciona con el principio de inclusión y exclusión política de la información, que confirma la falta de democracia informativa en el uso político de los medios. Esto recuerda los orígenes del periodismo de opinión, el siglo XIX, en donde los periódicos de partido defendían a capa y espada a su patrocinador y acusaban con saña al adversario.

La regla informativa es clara: Se promueve especialmente a personeros de unos partidos políticos y, contrariamente, se clausura o se veta a otros partidos en determinados medios de comunicación social, en sus espacios redaccionales (en las noticias, reportajes, entrevistas, crónicas, debates, etc.). Esta regla no sólo se evidencia en la inclusión o exclusión de fuentes informativas con criterio extremadamente político partidista, sino en la estructuración de los datos y de las fuentes en la noticia. A las fuentes informativas amigas se los beneficia con citarlos en los inicios de la redacción con mayores espacios, mientras que a las adversarias se los citas al final de las notas y con menores espacios.

Esto se evidencia en el tiempo y el espacio que se les dedica a los funcionarios públicos o dirigentes de escogidos de partidos políticos, y en el tono y el orden en que se los nombra en el discurso noticioso. Por ejemplo, en la Telecorporación Salvadoreña, en sus espacios de entrevistas, se promueven esencialmente a funcionarios del partido oficial, mientras que a los personeros de la oposición y de las ON'G se les concede espacios poco significativos. En canal 12, en la entrevista Al Día, ocurre todo lo contrario: Se promueve a la izquierda y a los movimientos no gubernamentales. Esta tendencia se acrecienta progresivamente más en la medida que se aproxima el próximo año, en el que se llevarán a cabo elecciones para diputados y alcaldes del año 2003.

Estuvo bien para aquella época del último tercio del siglo XIX o para los espacios de opinión del periodismo moderno, no para la parte informativa de los medios en pleno siglo XXI, donde debe haber equilibrio de fuentes, cautela en la argumentación, diversidad de dimensiones del hecho, responsabilidad en la determinación de la importancia noticiosa y respeto de los sujetos que son parte del acontecimiento.

Anacrónicamente, se cree que se debe tomar ventaja en la opinión pública, a través del control de los espacios de los medios de comunicación, lo cual permite excluir y parcializar la información periodística para favorecer al partido patrocinador, como lo hizo Göebbel, Ministro de Propaganda de Hitler, en la Segunda Guerra Mundial (Hitler, 1984:279-292).

Según investigaciones recientes, especialmente aquellos elaborados a partir del paradigma sociocultural, plantean que la sola presencia del temario en los medios de comunicación no garantiza el establecimiento de los temas de interés de la población consumidora de medios: Esto precisamente porque la presencia de temas y de personajes en los medios no se puede sustituir la experiencia de las personas, que en la mayoría de los casos dista mucho del contenido del discurso político.

Circunstancias adversas para emitir el sufragio
Como se ha señalado en otro trabajo (Cantarero, Mario Alfredo, 2001), la poca participación de la sociedad civil en los eventos electorales, se debe a otros elementos, como a las difíciles condiciones de movilización a los centros de votación, la ineficiente información previa al sufragio y el burocrático procedimiento para emitirlo.

Creo que, por las secuelas de la cultura del fraude y por todo lo que hemos señalado, los salvadoreños difícilmente pueden ser convencidos con mensajes racionalistas sobre la importancia de votar; mucho menos movilizarlos a los centros de votación y de creerse todo el discurso político contenido en los medios.

La organización del evento electoral en sí mismo invita a no votar. Los centros de votación están diseñados como laberintos inaccesibles, las distancias y rutas son difíciles. Asistir a ellos implica invertir un largo tiempo y un tremendo esfuerzo, que no vale la pena gastar.

Resulta más satisfactorio, atractivo y fácil frecuentar un campo de fútbol, dormir, compartir con los amigos, festejar con la familia, etc., que peligrar en la movilización hacia los centros de votación, muchos de los cuales quedan ubicados a gran distancia. La ruta es complicada; hay familias que tienen que deambular de un lugar a otro para poder votar. Así las cosas, habría que ser demasiado buen ciudadano para sortear tanta dificultad.

Al llegar al lugar de votación, resulta que, además de no prestar las condiciones mínimas para los conglomerados, los listados no están ordenados según la lógica de la facilidad, sino de la dificultad: muchos nombres no aparecen en los listados. Todas estas adversidades propician, potencian y reproducen la aversión al sufragio.

Pareciera que son ideas maquiavélicas, de quienes quieren que los salvadoreños no emitan el soberano derecho, posibilitando la aversión ciudadana y potenciando la inasistencia a la emisión del sufragio. Resulta más conveniente a los políticos actuales que los salvadoreños no voten, porque con ello se mantienen en el poder solamente con el aval de la jerarquías internas de los partidos y con el caudal de votos llamados "duros" o el de sus seguidores tradicionales para cada uno de ellos. Cambiar este sistema excluyente, no les genera ninguna ganancia.

Cuando se ve a los partidos políticos más organizados hacerse los desentendidos ante proyectos implementar un sistema de elecciones residenciales, o simplemente oponerse a ellas o retrasar su aprobación, se confirma esta tesis: No quieren perderse los privilegios de los puestos públicos.

Pareciera que el sistema político y sus actores están dando sus últimos estertores, y que la opinión pública les está cavando su tumba. Sin embargo, todavía hay un hálito de esperanza: hay salvadoreños que creen y van a votar.

IV. LAS MOTIVACIONES DE LOS POCOS VOTANTES
La pregunta es ¿qué motiva a los ciudadanos a votar por un partido o candidato? Entre otros elementos que conforman la decisión de emitir el sufragio, se pueden mencionar: las motivaciones socioeconómicas inmediatas, la lógica del marketing político y la producción de sentido social.

Entorno inmediato: Situación económica
Durante mucho tiempo se ha considerado por los estrategas en comunicación que el voto emitido, es el voto de un incompetente, que no puede diferenciar los elementos históricos en juego. Consecuentemente, el juicio sobre el corto plazo es el único que desempeña un papel en su decisión de voto del elector, especialmente lo relacionado con el estómago. Estudios al respecto han comprobado que la coyuntura económica que precede a una elección tiene un peso importante sobre el resultado: si la situación económica de los meses que preceden a la elección es juzgada negativamente, los ciudadanos tienden a castigar a los candidatos del gobierno que ocupan el poder, votando por la oposición. (Verón, Eliseo, 1994)

Sobre la base de esta apreciación, política e informativamente, el gobierno toma medidas económicas que aumenten la probabilidad de que la coyuntura económica, sea juzgada por los salvadoreños como "buena". Por eso en 1998, previo a las elecciones presidenciales de 1999, la Administración del Presidente Calderón Sol anunció que se aumentarían los salarios de los trabajadores públicos en un 12%.

En la Administración del Presidente Flores, se está agilizando la construcción del Anillo Periférico, adjetivándolo como expresión del desarrollo y del progreso salvadoreño, teniendo a la vista las elecciones del 2003 y las del 2004.

En esta perspectiva, también la oposición, considerando así la apreciación ciudadana y su comportamiento electoral, concreta una serie de acciones políticas encaminadas a "quemar" (desprestigiar) al partido en el gobierno, con el propósito de crearle una imagen antipopular y, consecuentemente, restarle el caudal de votos para las dichas. Por ejemplo, el Fmln está oponiéndose a la construcción de ese corredor vial del área metropolitana, argumentando que son proyectos ilegales que irrespetan la autoridad de las comunas y destruyen el ecosistema.

En esta lógica propagandística, el más mínimo desliz del adversario se aprovecha a través de los medios de comunicación, abierta o subrepticiamente, para sacar ganancia política en la opinión pública.

Identidad social: Intereses colectivos y preservación del futuro
La apreciación anterior tiene alguna validez, pero no explica todo el comportamiento electoral. Según Pizzorno (1978), la acción política individual habrá que entenderla como una lógica de identidad. Significa que se dan una serie de comparaciones y conflictos entre intereses colectivos, que afectan los fines de los electores. Así la decisión individual supone el vínculo social, es decir, se da una identificación colectiva. Sin duda, al momento de la votación, la acción individual se da en el marco de los intereses colectivos, que garantizan la preservación de la identidad individual, asegurando su permanencia en el futuro.

Esta preservación y permanencia cobra importancia en la dimensión temporal, en la lógica del cálculo costo / beneficio. Significa que si a corto plazo, cuando el momento del gasto no está muy alejado del momento en que podrá gozar de los beneficios, el sujeto individual sabe lo que debe hacer para obtener lo que quiere. Por ejemplo, si le ofrecen un puesto en una instancia del gobierno o le garantizan o le aseguran un empleo, el ciudadano sabe que tiene que votar por tal o cual bandera.

A largo plazo, por el contrario, los objetivos de un individuo, así como las medidas necesarias para alcanzarlos, son inciertos; entonces, para estimar los gastos que puede hacer ahora para obtener beneficios futuros, sólo puedo calcularlos, tomando como referencia la colectividad de pertenencia, pues en ella se reconoce la estabilidad. Así la familia, el vecindario, el trabajo, el grupo cultural, el sector social, el sector económico, el grupo religioso, etc., son punto de referencia para la acción política de votar.

Entonces, en la relación entre el ciudadano y sus representantes, la gestión del largo plazo define la función de representación. El sujeto individual no se puede garantizar el interés particular a largo plazo. Supuestamente, el político está cualificado para determinar cuáles son los intereses a largo plazo de aquellos a quienes representa, y por ello éstos lo eligen. En la reflexión de ese 39 ó 43 por ciento de la población salvadoreña que define a los gobernantes está presente este cálculo.

Mediatización de la sociedad, en la acción política
Sin embargo, la dimensión de conocimiento que está en juego en el funcionamiento de la democracia, tiene tres componentes: 1) la argumentación racional propia del orden simbólico, 2) la información factual, propia de los indicios, y 3) la presentación de las cualidades y de las impresiones, propia de la imagen icónica (Peirce, Charles Sander)

Significa que el pensamiento se construye, en este caso sobre la decisión de votar, con base a procedimientos deductivos, como la reflexión global sobre la problemática del país para entender su situación particular; inductivos, como la reflexión particular sobre su vida para comprender lo que pasa en el ámbito nacional, y abductivos, como la identificación de la posición intermedia entre lo general y lo particular, como miembro de un grupo social determinado.

En esta dirección, los grandes medios de comunicación están ocupando un lugar central en las democracias, pues, ante la pérdida de legitimidad de los interpretantes del sistema político (el gobierno, la asamblea, el poder judicial, los partidos políticos, las organizaciones sindicales, etc.), se están transformando en el único lugar en que opera la construcción-reconstrucción de los colectivos, ya que son los que están ofreciendo la información de referencia sobre la situación del país.

Estrechamente articulados, por medio de los productos discursivos como soporte publicitario, al mercado general del consumo, los medios de comunicación están absorbiendo los diferentes sectores de la producción de discursos sociales (informativos, estéticos, políticos, religiosos, lúdicos, literarios, etc.) y los incorporan al conjunto de una oferta discursiva puramente determinada por el cálculo costo/beneficio.

V. RECONVERSIÓN TOTAL: PARA DEMOCRATIZAR LA POLÍTICA
Así las cosas como plantea NACIÓN MMXXI (septiembre de 1995), la etapa de transición política que vive el país, demanda de los partidos políticos y de las organizaciones de la sociedad civil:

  • Primero, una reforma tanto de sus métodos de organización y mecanismos de acceso para sus miembros y electores, como de sus esquemas de participación en la política nacional, y la modificación de los esquemas de elección de sus autoridades y candidatos. No puede optarse en seguir reproduciendo los procedimientos basados en la triquiñuela, en la zancadilla, en la puñalada trapera por la espalda, en el rumor destructivo, en la exclusión de la competencia o del adversario, en la rueda de caballitos para cambiar de dirigencia, en la oposición por oposición y todas las mañas habidas y por haber.
    Se trata entonces de organizarse con criterios más profesionales y científicos, con base a diagnósticos de situación y de posibilitad política; de actualizar el padrón electoral y la organización del evento de modo más pragmático para la población; y de aplicar los principios democráticos, con base a la idoneidad y representatividad.
  • Segundo, encontrar un nuevo tipo de articulación de la política del partido con la sociedad civil; esto debido a que sus crisis han afectado su capacidad de ser intermediarios de las demandas ciudadanas. Esto implica involucrarse más en la cotidianidad de los ciudadanos, con sus lenguajes, sus formas de comunicarse, sus necesidades y expectativas. Sólo conociéndolos, se los puede acompañar en la solución de sus problemas.
  • Tercero, configurar un nuevo modelo de comunicación política, que ponga a dialogar permanente, efectiva, pertinente y oportunamente el sistema político con la sociedad civil en el marco del enrumbamiento del país hacia el desarrollo. Esto porque el modelo actual, en lugar de establecer vínculos de entendimiento y cooperación entre todos los sujetos, excluye, reduce y enfada la vida de los salvadoreños.
    Esta configuración implica: pensar la comunicación como dimensión constitutiva de la práctica política, no como elemento estrictamente utilitario de segunda; invertir en más recursos humanos y materiales para la producción profesional de la información; ubicar la función comunicativa en una instancia directiva de la institución política; darle autonomía a la producción informativa; legitimar la profesión de comunicador social; insertarse comunicacionalmente en la cotidianidad de la sociedad civil; darle la palabra a la población salvadoreña.

Fuentes consultadas :

Cantarero, Mario Alfredo (2002): "Comunicación política en El Salvador: Entre el discurso político y electoral y la desconfianza ciudadana", en Sala de Prensa, mayo, año IV, Vol. 2

Hermet, Guy, Alain Rouquié y Juan J. Linz (1986): ¿Para qué sirven las elecciones?, México, Fondo de Cultura Económica.

Hitler, Adolfo (1989): Mi lucha, España, Editorial Antalbe, 348 Págas

La Prensa Gráfica (11 de marzo del 2002)
La Prensa Gráfica (20 de junio de 1996:pp.4.A-5.A)

Lazarsfeld, Paul Felix y B.Berelson, William MacPhee (1954): Voting: A study of Opinion Formation in a presidential campaign, Chicago, University Chicago Press.

Lazarsfeld, Paul Felix, Bernard Berelson y Hazel Gaudet (1944): The people's Choice, New York, Columbia University Press

Monzón, Cándido (1997): Opinión pública, comunicación y política. La formación del espacio público, España, Editorial Tecnos

Sidney Kraus y Dennis Davis (1991): Comunicación masiva. Sus efectos en el comportamiento público. México, Editorial Trillas.

Ulloa, Félix (1999): declaraciones hechas al Diario de Hoy, 26 de enero, Pág. 7.

Verón; Eliseo (1994): "Mediatización, comunicación política y mutaciones de la democracia", en Semiósfera, n0 2, Madrid, Universidad de San Carlos III, Págs.5-36


Mag. Mario Alfredo Cantarero
Investigador, profesor de metodología de la investigación y coordinador de postgrados e investigaciones de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Dr. José Matías Delgado, El Salvador, Centroamérica.