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Por Mario Alfredo Cantarero
Número 29
I. INTRODUCCIÓN
En la actualidad es evidente el desencanto de los ciudadanos con
respecto al sistema político. Se muestra en la poca participación
en las elecciones y en su cotidiana actitud displicente con relación
a los temas políticos.
Este comportamiento se fundamenta
en la percepción negativa que tiene del sistema político
y de los funcionarios públicos, pues no encuentra que las
necesidades cotidianas sean satisfechas y que se vean perspectivas
esperanzadoras para un futuro inmediato o a mediano plazo.
Es más, en la percepción
de los salvadoreños, la imagen de los políticos tiene
un rostro negativo, por los signos que difunden éstos a través
de los medios de comunicación y por su actuación distante
de su vida cotidiana.
Esa falta de adecuación del
quehacer de los políticos a las necesidades apremiantes de
los salvadoreños, más la corroída imagen mediática
de los políticos y las incómodas condiciones para
las votaciones conllevan a la displicencia política de los
salvadoreños.
Sin embargo, desde 1988 hasta el
2000 ha habido entre un 66.1 y un 41.8 por ciento que han ido a
emitir el sufragio, según el Tribunal Supremo Electoral.
La última elección para Presidente se definió
con un 40.1% de la población carnetizada, que ascendió
a 3 millones 19 mil 193 personas. Aun cuando se constituyen en una
minoría resulta interesante discutir por qué estas
personas siguen creyendo en el sistema político.
En esta oportunidad, además
de evidenciar el rechazo ciudadano y la imagen que la ciudadanía
tiene sobre los políticos, abordaremos las motivaciones que
llevan a algunos salvadoreños a emitir el sufragio.
Asimismo, plantearemos una serie
de sugerencias que pueden colaborar en la búsqueda de la
coherencia del sistema político con la ciudadanía,
en el marco de los procesos de comunicación e intercambio
políticos.
II. EVIDENCIA CONTUNDENTE DEL RECHAZO
Más de la mitad de la población salvadoreña
no se ha dado por aludida, si consideramos que la mitad de los habitantes
no está carnetizado. Más preocupante aún cuando
en ese mismo lapso se han inundado los medios de comunicación
social, con sendas y costosas campañas propagandísticas;
quizá se ha gastado más en publicidad política
que en la educación universitaria.
Siempre que se realizan sondeos
de opinión, los salvadoreños no desperdician la oportunidad
para expresar su falta de credibilidad hacia los políticos
y hacia la forma de hacer política. Es frecuente encontrar
que más del 50% manifiesta no creer en los partidos políticos
y/o no tiene opinión al respecto.
Año
|
Inscritos
en Padrón Electoral 100%
|
Carnetizados
|
|
Total
de Votantes
|
|
Total
de No Votantes
|
|
Elecciones
según Año
|
|
N° |
N° |
% |
N° |
% |
N° |
% |
|
1972 |
No disponible |
No disponible |
|
770,597 |
|
No disponible |
|
Presidente y vicepresidente |
1977 |
No disponible |
No disponible |
|
1,206,854 |
|
No disponible |
|
Presidente y vicepresidente |
1984 |
No disponible |
No disponible |
|
1,404,368 |
|
No disponible |
|
Presidente y vicepresidente |
1988 |
1,954,049 |
1,652,511 |
85 |
1,092,665 |
66.1 |
559,846 |
18.4 |
Diputados |
1988 |
1,954,049 |
1,652,511 |
85 |
1,101,616 |
66.7 |
550,895 |
17.9 |
Concejos Municipales |
1989 |
2,223,824 |
1,885,465 |
85 |
1,003,153 |
53.2 |
882,312 |
31.6 |
Presidentes |
1991 |
2,565,538 |
2,299,268 |
90 |
1,153,013 |
50.1 |
1,146,255 |
39.5 |
Diputados |
1991 |
2,565,538 |
2,299,268 |
90 |
1,138,581 |
49.5 |
1,160,687 |
40.1 |
Concejos Municipales |
1994 |
2,718,008 |
2,578,054 |
95 |
1,431,035 |
55.5 |
1,147,019 |
39.3 |
Presidentes |
1994 |
2,718,008 |
2,578,054 |
95 |
1,453,299 |
56.4 |
1,124,755 |
38.5 |
Diputados |
1994 |
2,718,008 |
2,578,054 |
95 |
1,450,434 |
56.3 |
1,127,620 |
38.6 |
Concejos Municipales |
1994 |
2,737,748 |
2,718,008 |
99 |
1,246,220 |
45.9 |
1,471,788 |
53.4 |
2a Vuelta Presidentes |
1997 |
3,004,174 |
2,679,055 |
89 |
1,176,887 |
43.9 |
1,502,168 |
45.2 |
Diputados |
1997 |
3,004,174 |
2,679,055 |
89 |
1,175,957 |
43.9 |
1,503,098 |
45.3 |
Concejos Municipales |
1999 |
3,171,224 |
3,050,773 |
96 |
1,223,215 |
40.1 |
1,827,558 |
56.1 |
Presidentes |
2000 |
3,264,724 |
3,019,193 |
92 |
1,263,229 |
41.8 |
1,755,964 |
50.6 |
Concejos Municipales
y Diputados |
Fuente: Tribunal Supremo
Electoral, 2001
III. MOTIVACIONES DE LA REPROBACIÓN
CIUDADANA
Esos datos estadísticos evidencian un desencanto de la población
hacia las elecciones. Cotidianamente, en los trabajos, en los hogares,
en los centros de recreación o en el vecindario, al referirse
al tema de la política, la gente se expresa con calificativos
duros y categóricos, como "sólo quieren la guayaba",
"sólo lo buscan a uno cuando quieren el voto",
"por gusto ir a votar, las cosas siguen igual", "prometen
y prometen, a las horas de las horas se les olvida lo que prometieron",
"por eso, amigo, hay que dedicarse al trabajo cuando se tiene,
esto es lo que da de comer; a los políticos no les importa
el sufrimiento del pueblo; lo que les importa es llenarse los bolsillos,
los pobres, muy bien, gracias".
¿Por qué los ciudadanos
no confían en los políticos y en las formas actuales
de hacer política, a pesar de la creciente inversión
en publicidad política en los medios de comunicación
social? Responder a esta interrogante es un tema apasionante y difícil
al mismo tiempo. En esta oportunidad, se esbozarán algunas
aproximaciones para comprender el problema.
POLÍTICOS, LABRADORES DE
SU PROPIO DESPRESTIGIO
Estas dificultades, comunicacionalmente hablando, se encuentran
en el productor de la comunicación política, que van
desde la existencia de una opinión desfavorable heredada,
hasta el excesivo pragmatismo en el actuar de los políticos,
pasando por el diseño inadecuado de las campañas y
la impertinente concepción de la comunicación política.
El desprestigio heredado: Antecedentes
ingratos:
Al criticar la actitud de los salvadoreños por no saberse
de memoria fechas históricas de nuestro país o por
no rechazar categóricamente personajes, modelos y actitudes
políticos que les hacen daño, muchos analistas sostienen
que "el pueblo salvadoreño es un pueblo sin memoria
histórica". No estoy completamente de acuerdo: Una cosa
es que no esté escrita, de acuerdo. Responsabilidad que debe
ser asumida seriamente por los intelectuales, juntamente con la
gestión para que la historia rigurosa, objetiva y escrita
se socialice profundamente por medio de todos los niveles del sistema
educativo.
En las relaciones sociales concretas,
las generaciones de salvadoreños se comunican oralmente lo
que son y lo que quieren ser (sus hábitos, sus costumbres,
sus formas de expresión, de comer, de beber, etc.). En este
diálogo generacional, aparece la percepción sobre
el sistema político, que se ha ido configurando en el lapso
de la vida constitucional del país, a partir de la experiencia
que cada una de las generaciones ha tenido con respecto a sus gobernantes
y a sus formas de gobernar. El tatarabuelo, tomando como base su
propia vivencia con relación a la práctica política
de sus gobernantes, ha aconsejado oralmente a toda su descendencia
de quiénes son, cómo son, por qué son así
y por qué hablan así.
La percepción negativa y
la actitud política que tienen los salvadoreños con
relación al sistema político y, específicamente,
al discurso político, no tiene su origen aquí y ahora,
como dirían los griegos, sino aquí, ayer y ahora.
Como se ha señalado ya (Cantarero, Mario Alfredo, 2002:8),
las vivencias de la población durante el siglo XX, con relación
al sistema político no ha sido grata: dictaduras, dinastías
partidarias, gobiernos poco o nada democráticos, elecciones
fraudulentas, crecimientos económico sin distribución
equitativa de los frutos, enriquecimientos ilícitos, etc.,
etc. Para la población, se trata de una serie de experiencias
negativas y sufrimientos, a partir de las cuales se ha configurado
las críticas mordaces y la displicencia política.
Mientras el discurso y las formas
de hacer política no cambien sustancialmente a favor de la
ciudadanía, la percepción negativa y la displicencia
de la población seguirán reproduciéndose en
un continuo diálogo generacional.
Esto sin duda se constituye en un
problema esencial, porque, si esta concepción aversiva que
se tiene acerca de los políticos y del modelo político
imperante no toma fuerza y trasciende al plano de un movimiento
social que defienda sus intereses y establezca su hegemonía
en el sistema democrático, los frutos de los momentos históricos
sólo serán para beneficio de los funcionarios políticos
de todos los colores ideológicos, no para la población
más desprotegida, como ha ocurrido desde el movimiento independentista
hasta la reciente guerra civil.
Mensaje inverosímil: Sin
relación con la vida del ciudadano
Otro elemento que contribuye a la configuración de la opinión
negativa de la población, se refiere a la falta de verosimilitud
del contenido de los mensajes políticos. Aun cuando la población
puede opinar favorablemente sobre el ritmo de un gingle propagandístico,
o cantarlo cuando es atractivo, ocurre que las personas no se apropian
del contenido y, consecuentemente, no reaccionan mecánicamente
a favor de las peticiones del mensaje.
Ocurre que una persona se interesa
más por un mensaje (lo escucha, lo ve o lo oye, le gusta,
lo critica, lo comenta, lo asume, reacciona favorablemente ante
él) en la medida que estos tenga contenidos que afecten su
vida diaria.
Contrariamente, una persona no se
interesa por un mensaje (no se expone ante él, no le gusta,
lo ignora, no lo comenta, no lo asume, no reacciona ante él)
en la medida que estos tenga contenidos que no estén relacionados
con su ecuación personal diaria.
Constantemente, a través
de los medios de comunicación social, en época electoral
o en la contienda política normal, los políticos (alcaldes,
ministros, diputados, presidentes, etc.) utilizan un lenguaje que
poco o nada tiene que ver con la vida de los salvadoreños,
tal y como se plantea. Por ejemplo, si es de izquierda, el funcionario
dice que trabaja por la democracia, por el medio ambiente, por los
derechos de la mujer, por los derechos del consumidor, por los derechos
laborales, por el desarrollo, por la libertad, por la justicia,
mientras que al adversario de derecha lo califican de "poco
serio, neoliberal, antipopular, antidemocrático, conservador,
autoritario, injusto, fascista".
Sin restarle valor filosófico
a los términos "democracia", "desarrollo",
"progreso", "justicia", "libertad",
y otros términos usuales en la jerga política, en
la vida diaria de los salvadoreños no tienen ni referente
concreto ni significado manifiesto en el transcurrir de cada uno
de los ciudadanos.
La significación de las cosas
y de las acciones cobra mayor relevancia en la medida que benefician
las micro relaciones sociales y satisfacen sus necesidades concretas.
Esos términos de gran contenido filosófico no adquieren
ningún sentido concreto para la mayoría de sectores
de la población; es más, están vacíos
de contenido porque no sólo no se relaciona con su vida,
sino que en su existencia ocurre todo lo contrario.
Parece, entonces, que realmente
no existe comunicación plena entre los políticos y
los ciudadanos; ciertamente, se evidencia que son códigos
diferentes, contextos incongruentes, sujetos irreconocibles, contenidos
confusos, etc.
Promesas incumplidas: En el poder
se hace lo contrario
Otro elemento que configura la percepción negativa de los
políticos y sus formas de actuar, se refiere a la oferta
política en el discurso de la campaña pre-electoral
o electoral y el incumplimiento de la misma cuando el funcionario
está ejerciendo el poder.
Comunicacionalmente, cuando el político
ofrece o promete realizar una acción en beneficio de la población,
se compromete a cumplirla en una especie de contrato implícito.
El votante cree, piensa, supone que el candidato realizará
posteriormente lo que ha prometido.
Se cree que durante la campaña
se puede decir cualquier cosa, con la creencia errónea de
que debe publicitarse cualquier promesa, por descabellada e irrealizable
que sea, con el fin de crear expectativas, manipular ilusiones y,
con ello, convencer, persuadir y movilizar a los votantes a favor
de su causa.
Ya en la administración política
parece ocurrir todo lo contrario. La experiencia electoral de los
últimos años, incluso en democracias tan diferentes
entre ellas y con la nuestra, como las de Argentina, los EE.UU y
Francia, las autoridades democráticamente elegidas toman
decisiones que son exactamente lo contrario de las que habían
anunciado durante la campaña electoral. Por ejemplo, la promesa
de no aumentar los impuestos, de subirle al costo de la energía
eléctrica y al agua; en la práctica, los precios de
esos rubros fueron los primeros en subir.
Se promete mejorar la economía
del país, pero en la práctica sólo se mejora
la situación macroeconómica en favor de reducidos
sectores sociales cercanos al partido que gobierna, mientras la
microeconomía familiar de la mayoría de sectores sigue
igual o peor que antes.
En otras palabras, el olvido de
las promesas, que en muchos países como el nuestro suelen
ser algo frecuente, y peor si se hace todo lo contrario, es una
acción política que cotidianamente significa el rompimiento
de las esperanzas de la población de vivir más dignamente
como humanos.
Este rompimiento entre discurso
y realidad es una de las motivaciones que generan la pérdida
de confianza de la población en los políticos y en
sus acciones. No se puede confiar en quien miente con los hechos.
Desde la perspectiva ciudadana, no puede confiarse en alguien que
se manifiesta públicamente su compromiso con la austeridad
en el gasto público cuando en la realidad derrocha el dinero
del pueblo en viajes, en enriquecimientos ilícitos y en dudosos
manejos de los fondos del estado (La Prensa Gráfica, marzo-agosto,
2002); no puede fiarse de alguien que expresa que esta economía
está entre las mejores de Latinoamérica cuando en
el mercado la canasta básica está cada vez más
cara y el dinero no le alcanza para sobrevivir humanamente.
Como se ha dicho ya (Cantarero,
mayo del 2002:15-16),por una parte, la ciudadanía tiene una
serie de deseos y necesidades vitales, que se muestran como deseos
de poseer y lograr metas, como la obtención de casa de habitación,
empleo, seguridad, salud, educación, comida, etc. Desde estas
necesidades juzga el desempeño de los gobiernos y de todos
los funcionarios públicos; su conclusión es que no
las satisfacen con sus políticas, estrategias y acciones
públicas.
Según las últimas
encuestas (IUDOP, abril y junio, 2002), los ciudadanos expresan
una vivencia contraria al discurso de los políticos: altos
niveles de insatisfacción económica, aumento del costo
de los servicios, como el agua, electricidad, cuotas escolares,
telefonía, licencias de manejo, tarjetas de circulación,
etc.
Estrategias de comunicación
política: Importancia esporádica
Entre elecciones, los partidos políticos no le dan a la comunicación
la importancia estratégica debida, a pesar de que en estas
circunstancias se configuran las predisposiciones de los votantes,
en razón de las acciones políticas de los gobernantes
y de la oposición, como ha demostrado científicamente.
Contrariamente, se tiene y se ejercita
una concepción reducida, inmediatista, utilitarista y ejecutivista
de la comunicación social en el intercambio político
con la sociedad. En la actualidad esto se da con mayor intensidad
en los círculos de la oposición.
Reducida, porque solamente se le
da valor político a la presencia de su discurso en los medios
de comunicación masiva, en detrimento del valor comunicativo
de los hechos concretos en beneficio de la mayoría de la
población. Los políticos prefieren espectacularizar
sus acciones a través de las conferencias informativas con
los medios o de la creación de hechos políticos -como
son las marchas en la calle, las acusaciones de corrupción,
las denuncias de inmoralidades, etc-, para que los periodistas los
consideren como hechos noticiables, especialmente cuando se acercan
las elecciones.
En lugar de entender la comunicación
como una actividad de importancia permanente, cuya dirección
y producción requiere del concurso de profesionales bien
cotizados, y del uso de instrumentos adecuados, en la práctica
se la percibe como una actividad de importancia esporádica.
Únicamente, priorizan y enfatizan una falsa retórica
del bien y del mal a través del espectáculo y el show
mediático de un momento determinado.
Es común en América
Latina que los partidos políticos se preocupen por invertir
en comunicación política casi exclusivamente cuando
las campañas electorales se aproximan o cuando están
en pleno apogeo. Sólo entonces tiran "las canas al aire":
Contratan asesores extranjeros para que diseñen las campañas,
pautan millonadas en los medios de comunicación con mejores
raiting, con la finalidad de penetrar en las "conciencias de
los individuos" y persuadirlos de que voten por su instituto
político.
Como excepción a esta regla,
en las tres administraciones de ARENA (Alianza Republicana Nacionalista),
con mayor énfasis en la del presidente Francisco Flores,
la comunicación del gobierno salvadoreño ha mejorado,
en tanto que ha mantenido en lo que va de su mandato una campaña
publicitaria permanente, en la cual se promueve la estampa del Presidente
y algunas acciones de su gabinete.
En términos generales, durante
épocas no electorales las unidades de comunicaciones de los
partidos políticos apenas si tienen presupuesto para pagar
la planilla salarial de 2 ó 3 comunicadores.
Meses antes y durante la campaña,
publicitariamente, los medios de comunicación social son
inundados con mensajes políticos de todos los colores, ritmos
y sabores. Las plazas, los parques, las calles, las paredes y los
postes se visten de propaganda electoral abierta.
Periodísticamente, además
de la tradicional costumbre de pautarla casi en exclusiva, las noticias
suelen tomar como fuente obligada a los partidos políticos
en su presentación electoral, en donde se describen currículo,
movilización de candidatos, la contienda entre los partidos.
Agenda noticiosa en donde dejan entrever sus opciones o preferencias
electorales, por la amplia o corta cobertura informativa.
¿Por qué con tanta
reiteración de mensajes durante casi 24 horas diarias y con
tanta orquestación de medios los sujetos políticos
no logran movilizar a más del 43% de la población
salvadoreña a votar? La respuesta es contundente: por todos
los elementos mencionados anteriormente. Además, la tormenta
de spot televisivos, de desplegados en prensa, de cuñas radiofónicas,
de hojas volantes, de notas noticiosas, de mítines y barras
móviles, etc., etc., no hacen otra cosa que inundar de ruidos
la vida cotidiana de los salvadoreños. Así, en lugar
de inducirlos a votar, se les trastoca la lógica de vida
de los compatriotas.
Las personas en su vida diaria tienen
una rutina, en donde las funciones de la persona en cada momento
y cada espacio están definidas. En otras palabras, las actividades
diarias están pautadas por el hábito, por la costumbre,
por la cultura, por la sociedad. Cualquier rompimiento, cualquier
alteración en esa rutina puede provocar crisis, confusión,
ansiedad, miedo, enfado, etc. Por ejemplo, el fallecimiento de un
ser querido genera desestabilización de toda índole
en la cotidianidad de la familia, desde los gastos no presupuestados
hasta las alteraciones anímicas.
A pesar de que, en los países
democráticos, las elecciones ocurren en lapsos relativamente
cortos, no son tan constantes como para volverse un hábito
rutinario. De modo que, antes y durante la campaña electoral
y la consecuente saturación de mensajes propagandísticos,
se produce una ruptura con la cotidianidad de los salvadoreños.
En lugar de cumplir con su cometido, los discursos políticos
provocan enojos e insultos, que no me atrevo a mencionar. Faltaba
más, ¿qué reacción puede causar en una
señora acostumbrada a disfrutar "Pedro el escamoso",
"Bety, la fea", "Café con aroma de mujer"
o "La Chacala", si además de los acostumbrados
comerciales, tiene que soportar la propaganda política, que
poco o nada tiene que ver con su vida?
Una comunicación sin política
Como parte del mismo problema anterior, los partidos políticos,
durante las épocas sin ajetreo en la contienda política,
no le dan a la comunicación la importancia estratégica
que tiene. Significa que conciben a la comunicación como
una actividad inmediata, utilitaria y ejecutiva.
En lugar de entenderla como una
actividad estratégica permanente, cuya dirección y
producción requiere del concurso de profesionales bien cotizados,
y del uso de instrumentos adecuados, en la práctica se la
percibe como una actividad de importancia esporádica, cuya
dirección y producción puede delegársele a
cualesquiera mal pagados, con sólo las uñas como instrumentos.
Es común encontrar en una
unidad de comunicaciones( llámese unidad de prensa y propaganda
y / o de relaciones públicas) las siguientes características:
a)un responsable, muchas veces sin formación académica
y sin experiencia, en algunas ocasiones con el agravante de ser
el "chero" del primo del compadre del amigo del tío
del sobrino del funcionario o del dueño del partido; b) este
responsable, con semejante currículo, tampoco participa de
las decisiones sobre las acciones políticas que emprenderá
el partido, cuando mucho le ordenan "hacete un periódico"
o "preparate una conferencia de prensa" o "mandá
a hacer los diplomas para el día de la secretaria";
c) se encuentra ubicada en un local que más parece una de
las celdas de los antiguos juzgados de San Salvador, con un par
de sillas desvencijadas, posiblemente con una mesa de dibujo, un
par de mantas en el suelo y un bote de pintura, etc.; d) con una
planta de profesionales compuesta por el director, una secretaria
y el ordenanza; e) con una máquina de escribir marca Olimpia
más para allá que para acá como instrumento
tecnológico y f)con un financiamiento tan paupérrimo
que sólo alcanza para cancelar el salario mensual de los
tres empleados.
Contrariamente, para mantener un
diálogo permanente entre los políticos y los ciudadanos,
como dos sujetos poderosos y complementarios en la construcción
de la democracia, se requiere una condición indispensable:
establecer un sistema de producción de comunicación
permanente y profesional.
Significa que los flujos informativos
con los ciudadanos deben estar planificados a corto, mediano y largo
plazo, con contenidos que impliquen directamente su ambiente cotidiano
(encaminados a resolver los problemas, a potenciar sus comodidades,
a recrear sus costumbres, etc.), con formas de intercomunicación
pertinentes y oportunas (apropiarse de su discurso, de sus sentires,
de su pensares).
Esto implica darles un estatuto
directivo y un alto grado de independencia a los profesionales de
la comunicación. Sólo así puede posibilitarse
una opinión pública favorable y participativa. De
lo contrario, la población salvadoreña, por medio
de sus redes de comunicación social, seguirá juzgando,
criticando negativamente, castigando el actuar de los funcionarios
públicos y de los partidos políticos.
Desencanto social: Ciudadanía
sin representación política
Con la percepción negativa, con la displicencia, con la falta
de credibilidad, con la falta de confianza, los salvadoreños
castigan a los políticos y a sus prácticas. El problema
se complejiza y se reproduce porque los políticos todavía
no reconocen la gravedad del asunto y, consecuentemente por lo mismo,
no lo encaran con las acciones pertinentes.
En los últimos años
se ha desarrollado un desencanto generalizado de la sociedad. Se
trata de una crisis: la sociedad civil no se siente representada
por la sociedad política. Se respira todo un clima desfavorable
interna y externamente en las instituciones públicas. Opinión
pública que se confiesa de pensamiento, palabra, obra u omisión.
En los espacios públicos,
entre amigos, al calor de un Flor de caña o del licor de
los salvadoreños, integrantes, seguidores o simpatizantes
de partidos, de instituciones públicas o de organizaciones
civiles vinculadas al quehacer político expresan su inconformidad
con sus dirigencias, por la forma en que se toman las decisiones,
por las maneras de comunicarlas a los públicos internos,
por las formas de elección de sus funcionarios, por los acostumbrados
modos, a veces, de la invertir el capital institucional.
En los espacios institucionales,
entre jefes y subordinados, en el fragor del trabajo diario, la
secretaria, el mensajero, el asistente, el asesor, el periodista,
etc., de hecho consienten las decisiones de sus autoridades, pero
disienten de pensamiento; no hay lugar para arriesgar el trabajo
o la confianza del jefe.
En síntesis, por un lado,
los salvadoreños no apoyan significativamente a la institucionalidad
del sistema político, ni creen en la honestidad y en la vocación
por el interés público de los principales actores
del sistema o de la institución.
Por otro lado, con respecto a la
representación, las mismas organizaciones de la sociedad
civil, tales como el movimiento sindical, enfrentan cuestionamientos
profundos por parte de sus agremiados o potenciales representados.
Percepción ciudadana:
El perfil de los políticos
En este país se acostumbra no votar, por muchas razones,
entre las que resaltan la imagen negativa que ofrecen los políticos,
las débiles políticas de formación de dirigencias,
la frágil democracia informativa y las circunstancias adversas
para emitir el sufragio universal.
Al parecer, los colectivos políticos
se preocupan más por ser tomados en cuenta por los medios
de comunicación social (por ejemplo: participar en los programas
televisivos de debate, en dar declaraciones sobre un tópico
al medio o, cuando mucho, diseñar un suplemento para la prensa),
que suplir la necesidad de interacción adecuada con la sociedad
civil. A pesar de su patológico narcisismo por estar en los
medios, la imagen que difunden riñe con la ganancia política
que esperan obtener con su intervención.
Como se ha dicho en otra oportunidad
(Cantarero, Mario, Sala de prensa,2002), de la presencia de los
políticos en los medios de comunicación se origina
una serie de lecturas e interpretaciones de cada una de sus participaciones,
que llevan a configurar la percepción ciudadana sobre ellos.
Entre otras características de los políticos, se evidencian:
- La imprecisión técnica
en sus comentarios, nombran los asuntos políticos no con
el rigor que se merecen, sino con frases superficialmente propagandísticas,
como por ejemplo, "es una propuesta poco seria". En
este país, como en el resto de Latinoamérica, no
se exigen las condiciones mínimas para elegir un funcionario
público: preparación académica destaca, formación
y legitimidad de liderato en la comunidad. Aquí quien decide
sobre quién será el candidato o el funcionario es
la dirigencia del partido, la cual no seleccionada por idoneidad
técnica y legitimidad social, sino por compadrazgo o por
intereses sectoriales. En consecuencia, el desempeño en
los cargos públicos no es lo más eficiente política
y técnicamente hablando.
- Relación irrespetuosa
entre adversarios, se nombran y se califican no con profesionalismo
y respeto, sino con el epíteto malcriado y sarcástico,
como "mal nacido".
- Intolerancia política,
las mociones no se discuten en el marco de la pertinencia y /
o de beneficio político para el país, sino que se
las trata con una actitud de oposición por la oposición
(muchas veces no se las adversa, se las destruye de un plumazo,
como en plena guerra). Aquí no se reconoce al "otro",
se lo destruye, se lo niega, se lo ignora, se excluye de la discusión,
muchas de las veces con actites hostiles.
- Sectorialismo per se, se percibe
que la actividad política de los funcionarios gira en torno
no al beneficio de todos los sectores sociales de la nación,
sino a satisfacción del grupo social que los promovió,
como en el caso de la privatización de la banca.
- Incumplidores de la ley, se juzga
que los políticos, en lugar de apegarse a derecho, son
los primeros en violarlo, con su incumplimiento, como el retraso
en el nombramiento del nuevo Procurador de Derechos Humanos de
la República, o con el irrespeto a los debidos procesos.
Para beneficiar al partido, al amigo y sacar ganancias personales,
y, contrariamente, desfavorecer al adversario, al enemigo y anular
al otro, se transgrede la norma, sin ninguna inmutarse.
- Ausentes de la meliu de los
problemas de las comunidades, se percibe que los políticos
sólo de toman la molestia de visitarlas en época
de campaña electorales cuando se buscan votos, pero ya
electos no se molestan en acudir a ellas para identificar sus
problemas y buscar superarlos. En países desarrollados,
la constante suele ser la búsqueda de la información,
de la opinión y de la sugerencia de la comunidad, por medio
de diagnósticos elaborados con criterios profesionales,
con la finalidad de reconocer sus problemas y sus necesidades,
sino también resolverlos y satisfacerlas. Aquí durante
las gestiones de los funcionarios, de lo que menos se acuerdan
los políticos es de la comunidad.
- Buscadores de su propio beneficio,
se valora que los funcionarios orientan fundamentalmente sus acciones
con la intención de sacar provecho individual de todo,
entre otras, con el comercio de voluntades, los aumentos de salario
y los abusos en el uso de los recursos del Estado (la famosa política
del todo gratis: fotocopias de libros, gasolina, comidas, mano
de obra, guardaespaldas, etc.). Es del conocimiento público
que los políticos o los funcionarios públicos desde
sus espacios de poder buscan favorecerse ellos y sus parientes,
utilizando los recursos del Estado.
Por ejemplo, medios impresos (El Diario de Hoy, La Prensa Gráfica,
2001) han denunciado que muchos funcionarios públicos utilizan
los vehículos de las oficinas estatales donde trabajan
en épocas de vacaciones sin ninguna justificación,
en los centros de diversión. Lo mismo ocurre con celulares,
puestos de trabajo, fotocopias, etc., tours, etc.
Recientemente, los magistrados de la Corte de Cuentas se recetaron
un aumento salarial de casi 11 mil colones para el presidente,
Rutilo Aguilera, y de 6 mil 575 colones para los otros dos magistrados
(. La Prensa Gráfica, 11 de marzo del 2002). El presidente
beneficiado de este aumento lo justifica así "El salario
del presidente y de los magistrados se hizo con base en la responsabilidad
del cargo" "Se buscó nivelar los honorarios con
los de funcionarios de rango similar en otras oficinas."
- Con doble moral, se percibe
que los políticos, contrario a sus discursos plagados de
buenas intenciones de favorecer a la población y su investidura
como ejemplares, actúan irresponsablemente como sujetos
que desconocen los problemas de la población, que no les
interesa el dolor y los problemas de la población, que
nos les importa desfavorecerla, que buscan beneficiarse de todo.
Por ejemplo, un diputado ginecólogo ha cobrado como diputado
y como médico a tiempo completo en un hospital de Sonsonate.
Otro hirió a una policía y dañó propiedad
del Estado, y ahora es miembro de la Comisión de Ética
de la Asamblea Legislativa.
- Prepotentes, contrario a la
humildad que debe poseer un servidor público, los políticos
cuando desempeñan cargos en las estructuras de partidos
o en estructuras de gobierno su comportamiento con relación
a los ciudadanos dista mucho de la de una persona común
y corriente. Como por arte de magia, se transforman en "seres
divinos" o "semidioses", dotados de facultades
extraordinarias, como la de impedir a la ciudadanía el
derecho de no opinar sobre los asuntos públicos. Actúan
y se autoestiman como "pavos reales", a los que narciso
no puede comparárseles. En ese sentido, tratan con "desprecio"
y "prepotencia" desmedida a las personas sencillas.
Hacen los que se les ocurre, por infundado que sea. Se tiene conocimiento
que muchos alcaldes, entre los que se encuentra el del Puerto
de la Libertad, Departamento de la Libertad, que abusan del poder
en su gestión edilicia, atropellando a los sectores de
la comuna y a habitantes de la población.
Incluso la prepotencia lesiona no sólo a los ciudadanos
humildes, sino a las instituciones del estado y a los funcionarios
públicos. Recientemente, el Director de la PNC, Mauricio
Sandoval, en un acto insólito, junto acompañado
de la GRP ( Grupo de Reacción Policial), allanó
el recinto de la Asamblea Legislativa, para entregar al Diputado
Orlando Arévalo, capturado ese mismo día por "motivar
desórdenes", en el "paro técnico de los
transportistas". Acto en el cual los policías también
se encargaron de atropellar a los periodistas que estaban cubriendo
el evento.
Otro caso es el penoso incidente que se dio el 1 de mayo del presente
año, militantes del fmln agredieron física y verbalmenta
a un equipo de El Noticiero, de Canal 6, al mismo tiempo que dañaron
el equipo de un fotoperiodista de la Prensa Gráfica (El
Diario de Hoy, 15 de mayo del 2002). Hecho que propició
una serie de reacciones, entre las que destacan la de David Rivas,
entonces presidente de la Asociación de Periodistas de
El Salvador (APES), quien sostuvo que los periodistas fueron co-responsables
del hecho; la de la Procuradora de Derechos Humanos, quien desestimó
la opinión del Presidente de APES y responsabilizó
a los hechores del atropello en contra de los periodistas (El
Diario de Hoy, 13 de mayo del 2002). Asimismo, propietarios y
ejecutivos de los medios de comunicación de El Salvador
se pronunciaron en rechazo a la agresión en contra de los
periodistas.
- Sitiadores de la democracia.
Por sus actuaciones contrarias a las expectativas y necesidades
de la población, los ciudadanos perciben que el sistema
político y cada uno de los políticos, para mantener
sus privilegios personales y los de su grupo social, establecen
mecanismo y normas de poder que reproduzca el sistema incólume
a cualquier cambio a favor del ejercicio del poder por parte de
la sociedad civil.
Por ejemplo, es inamovible la ley que establece el acceso al ejercicio
del poder público sólo a través de los partidos
políticos; es inconcebible el ejercicio del relevo en el
poder al interior de los partidos político, es utópico
pensar en un partido político donde sus dirigentes tenga
una alta competencia no sólo política sino académica.
Otro caso es la ley referida a elecciones de las diputaciones
por circunscripción nacional ("La Plancha"),
que según expertos constitucionalistas, es inconstitucional
porque viola la norma de representatividad y proporcionalidad
ciudadana. Esta ley posibilita a los candidatos a ocupar los curules
en la Asamblea Legislativa a acceder a los puestos por un sistema
de residuos sin justificación estadística ni electoral.
Los diputados electos por medio de este sistema teórica
y prácticamente no representan a nadie. Ante iniciativas
de ciudadanos, como Félix Ulloa hijo, ex magistrado del
Tribunal Supremo Electoral, y actualmente del Movimiento Independiente
pro Reformas Electorales (MIRE), ante la Corte Suprema de Justicia
para que reformen toda aquella legislación electoral inconstitucional,
los partidos políticos, especialmente ARENA; PDC y PCN
se han estado oponiendo, tomando acuerdos que superan la racionalidad
para justificar esos mecanismos que les permiten acceder y usufructuarse
del poder.
Formación deficiente de
cuadros políticos
En La Prensa Gráfica (20 de junio de 1996:pp.4.A-5.A), se
informó que setenta u ochenta políticos, varios de
ellos ahora funcionarios públicos de izquierda (alcaldes,
diputados) había obtenido su titulación de licenciados
en filosofía, sin haber realizado el servicio social, el
trabajo de graduación y cumplido con los cinco años
de estudio establecidos en el pensum de la carrera, atropellando
la institucionalidad de la Universidad de El Salvador.
En el mismo periódico (15
de febrero de 1997: 6.A) se dijo que existía también
en la Universidad de El Salvador la intención de implementar
una licenciatura abreviada para miembros de la PNC.
Lo sorprendente y lastimoso del
caso es que hay toda una tendencia en el sector de los políticos
de aprovecharse con este tipo de programas. Según informaciones
publicada en la prensa, se sabe de algunas universidades que han
estado ofreciendo maestrías y doctorados con carácter
acelerado, y con varias facilidades a funcionarios públicos,
con la intención de obtener buenas utilidades de la venta
de títulos y, consecuentemente, de obtener favores de éstos.
La Fiscalía de la República
durante los años 2000 y 2002 investigó e inició
procesos legales en contra de jueces que presentaban anormalidades
en sus titulaciones. Sin embargo, aún con las acciones ejercidas
por la Corte Suprema de Justicia y el Ministerio de Educación,
al parecer el caso quedará impune, según lo evidencian
iniciativas dentro de la Asamblea Legislativa tendientes a legalizar
la titulación cuestionada de todos los funcionarios judiciales
involucrados.
Todo esto sin importarles que con
estas irresponsabilidades deslegitiman a todos los profesionales
y a todas las profesiones del país, sin que las autoridades
competentes, como el Ministerio de Educación y la Fiscalía,
intervengan para garantizar la institucionalidad de los procedimientos...
Allende de la dimensión ética
del asunto, se identifica que el sistema político no dispone
de los mecanismos adecuados para reproducirse. Frecuentemente, cuando
se hace alusión al tema, la población expresa frases
como": no se ven caras nuevas"", parece rueda de
caballitos", "no le dan la oportunidad a la gente joven","sólo
se rotan los puestos", "parece una fábrica familiar",
etc.
En el fondo, la gente critica la
falta de una política pertinente de relevo en las dirigencias
de los partidos u organizaciones, que posibilite la formación
de cuadros preparados académica y políticamente para
asumir cargos de dirección partidaria o para poder optar
a cargos de elección pública; que permita un traslado
democrático del poder en el partido, o conlleve a la alternancia
del poder en el gobierno.
Sin embargo, los procedimientos
existentes en la producción de cuadros políticos,
más que adecuarse y ser coherente con el contexto actual,
pareciera que se remontan a la Edad Media, donde la administración
política del feudo se relevaba familiarmente, o la época
del absolutismo, en donde los movimientos en el poder se daban en
la nobleza; en ambos casos, sólo hasta que fallecía
el señor feudal o el rey.
Si la tendencia posmoderna se encamina
a valorar más el conocimiento profesional y la especialización,
el sistema político debe tomarse en serio la formulación
y ejecución de una política de formación de
cuadros para esas exigencias; no con la promoción del mercado
de títulos de licenciados y de masteres en seis meses, sino
con el establecimiento de escuelas de formación políticas
y el reclutamiento de los profesionales más aptos en el manejo
técnico de los procesos.
Polarización informativa
y vestigios de autoritarismo político
Con los Acuerdos de Paz, se reconoce que la política informativa
de muchos medios ha cambiado a la apertura y al profesionalismo.
Sin embargo, se percibe la existencia de muchas prácticas
comunicativas que riñen con las demandas y exigencias del
momento actual.
La mayoría de sectores del
país recuerdan que, por ejemplo en la década de los
setenta, las elecciones se caracterizaron como malogradas, debido
al fraude y la marginación de muchos grupos políticos.
Para impedir que los partidos políticos
de oposición compitieran auténticamente, la élite
dominante siguió el siguiente esquema prohibitivo y excluyente:
a) restringió las campañas electorales y el uso de
los medios de comunicación; b) amenazaban violentamente a
los partidos o a sus líderes para hacerlos desistir de la
contienda.
Obviamente, la práctica constante
de las medidas represivas, aplicada por los regímenes autoritarios
menoscabó la fe de las instituciones políticas y socavaron
la legitimidad pública de los gobiernos nacionales.
Actualmente, todavía en los
medios de comunicación se funciona con el principio de inclusión
y exclusión política de la información, que
confirma la falta de democracia informativa en el uso político
de los medios. Esto recuerda los orígenes del periodismo
de opinión, el siglo XIX, en donde los periódicos
de partido defendían a capa y espada a su patrocinador y
acusaban con saña al adversario.
La regla informativa es clara: Se
promueve especialmente a personeros de unos partidos políticos
y, contrariamente, se clausura o se veta a otros partidos en determinados
medios de comunicación social, en sus espacios redaccionales
(en las noticias, reportajes, entrevistas, crónicas, debates,
etc.). Esta regla no sólo se evidencia en la inclusión
o exclusión de fuentes informativas con criterio extremadamente
político partidista, sino en la estructuración de
los datos y de las fuentes en la noticia. A las fuentes informativas
amigas se los beneficia con citarlos en los inicios de la redacción
con mayores espacios, mientras que a las adversarias se los citas
al final de las notas y con menores espacios.
Esto se evidencia en el tiempo y
el espacio que se les dedica a los funcionarios públicos
o dirigentes de escogidos de partidos políticos, y en el
tono y el orden en que se los nombra en el discurso noticioso. Por
ejemplo, en la Telecorporación Salvadoreña, en sus
espacios de entrevistas, se promueven esencialmente a funcionarios
del partido oficial, mientras que a los personeros de la oposición
y de las ON'G se les concede espacios poco significativos. En canal
12, en la entrevista Al Día, ocurre todo lo contrario: Se
promueve a la izquierda y a los movimientos no gubernamentales.
Esta tendencia se acrecienta progresivamente más en la medida
que se aproxima el próximo año, en el que se llevarán
a cabo elecciones para diputados y alcaldes del año 2003.
Estuvo bien para aquella época
del último tercio del siglo XIX o para los espacios de opinión
del periodismo moderno, no para la parte informativa de los medios
en pleno siglo XXI, donde debe haber equilibrio de fuentes, cautela
en la argumentación, diversidad de dimensiones del hecho,
responsabilidad en la determinación de la importancia noticiosa
y respeto de los sujetos que son parte del acontecimiento.
Anacrónicamente, se cree
que se debe tomar ventaja en la opinión pública, a
través del control de los espacios de los medios de comunicación,
lo cual permite excluir y parcializar la información periodística
para favorecer al partido patrocinador, como lo hizo Göebbel,
Ministro de Propaganda de Hitler, en la Segunda Guerra Mundial (Hitler,
1984:279-292).
Según investigaciones recientes,
especialmente aquellos elaborados a partir del paradigma sociocultural,
plantean que la sola presencia del temario en los medios de comunicación
no garantiza el establecimiento de los temas de interés de
la población consumidora de medios: Esto precisamente porque
la presencia de temas y de personajes en los medios no se puede
sustituir la experiencia de las personas, que en la mayoría
de los casos dista mucho del contenido del discurso político.
Circunstancias adversas para
emitir el sufragio
Como se ha señalado en otro trabajo (Cantarero, Mario Alfredo,
2001), la poca participación de la sociedad civil en los
eventos electorales, se debe a otros elementos, como a las difíciles
condiciones de movilización a los centros de votación,
la ineficiente información previa al sufragio y el burocrático
procedimiento para emitirlo.
Creo que, por las secuelas de la
cultura del fraude y por todo lo que hemos señalado, los
salvadoreños difícilmente pueden ser convencidos con
mensajes racionalistas sobre la importancia de votar; mucho menos
movilizarlos a los centros de votación y de creerse todo
el discurso político contenido en los medios.
La organización del evento
electoral en sí mismo invita a no votar. Los centros de votación
están diseñados como laberintos inaccesibles, las
distancias y rutas son difíciles. Asistir a ellos implica
invertir un largo tiempo y un tremendo esfuerzo, que no vale la
pena gastar.
Resulta más satisfactorio,
atractivo y fácil frecuentar un campo de fútbol, dormir,
compartir con los amigos, festejar con la familia, etc., que peligrar
en la movilización hacia los centros de votación,
muchos de los cuales quedan ubicados a gran distancia. La ruta es
complicada; hay familias que tienen que deambular de un lugar a
otro para poder votar. Así las cosas, habría que ser
demasiado buen ciudadano para sortear tanta dificultad.
Al llegar al lugar de votación,
resulta que, además de no prestar las condiciones mínimas
para los conglomerados, los listados no están ordenados según
la lógica de la facilidad, sino de la dificultad: muchos
nombres no aparecen en los listados. Todas estas adversidades propician,
potencian y reproducen la aversión al sufragio.
Pareciera que son ideas maquiavélicas,
de quienes quieren que los salvadoreños no emitan el soberano
derecho, posibilitando la aversión ciudadana y potenciando
la inasistencia a la emisión del sufragio. Resulta más
conveniente a los políticos actuales que los salvadoreños
no voten, porque con ello se mantienen en el poder solamente con
el aval de la jerarquías internas de los partidos y con el
caudal de votos llamados "duros" o el de sus seguidores
tradicionales para cada uno de ellos. Cambiar este sistema excluyente,
no les genera ninguna ganancia.
Cuando se ve a los partidos políticos
más organizados hacerse los desentendidos ante proyectos
implementar un sistema de elecciones residenciales, o simplemente
oponerse a ellas o retrasar su aprobación, se confirma esta
tesis: No quieren perderse los privilegios de los puestos públicos.
Pareciera que el sistema político
y sus actores están dando sus últimos estertores,
y que la opinión pública les está cavando su
tumba. Sin embargo, todavía hay un hálito de esperanza:
hay salvadoreños que creen y van a votar.
IV. LAS MOTIVACIONES DE LOS POCOS
VOTANTES
La pregunta es ¿qué motiva a los ciudadanos a votar
por un partido o candidato? Entre otros elementos que conforman
la decisión de emitir el sufragio, se pueden mencionar: las
motivaciones socioeconómicas inmediatas, la lógica
del marketing político y la producción de sentido
social.
Entorno inmediato: Situación
económica
Durante mucho tiempo se ha considerado por los estrategas en comunicación
que el voto emitido, es el voto de un incompetente, que no puede
diferenciar los elementos históricos en juego. Consecuentemente,
el juicio sobre el corto plazo es el único que desempeña
un papel en su decisión de voto del elector, especialmente
lo relacionado con el estómago. Estudios al respecto han
comprobado que la coyuntura económica que precede a una elección
tiene un peso importante sobre el resultado: si la situación
económica de los meses que preceden a la elección
es juzgada negativamente, los ciudadanos tienden a castigar a los
candidatos del gobierno que ocupan el poder, votando por la oposición.
(Verón, Eliseo, 1994)
Sobre la base de esta apreciación,
política e informativamente, el gobierno toma medidas económicas
que aumenten la probabilidad de que la coyuntura económica,
sea juzgada por los salvadoreños como "buena".
Por eso en 1998, previo a las elecciones presidenciales de 1999,
la Administración del Presidente Calderón Sol anunció
que se aumentarían los salarios de los trabajadores públicos
en un 12%.
En la Administración del
Presidente Flores, se está agilizando la construcción
del Anillo Periférico, adjetivándolo como expresión
del desarrollo y del progreso salvadoreño, teniendo a la
vista las elecciones del 2003 y las del 2004.
En esta perspectiva, también
la oposición, considerando así la apreciación
ciudadana y su comportamiento electoral, concreta una serie de acciones
políticas encaminadas a "quemar" (desprestigiar)
al partido en el gobierno, con el propósito de crearle una
imagen antipopular y, consecuentemente, restarle el caudal de votos
para las dichas. Por ejemplo, el Fmln está oponiéndose
a la construcción de ese corredor vial del área metropolitana,
argumentando que son proyectos ilegales que irrespetan la autoridad
de las comunas y destruyen el ecosistema.
En esta lógica propagandística,
el más mínimo desliz del adversario se aprovecha a
través de los medios de comunicación, abierta o subrepticiamente,
para sacar ganancia política en la opinión pública.
Identidad social: Intereses colectivos
y preservación del futuro
La apreciación anterior tiene alguna validez, pero no explica
todo el comportamiento electoral. Según Pizzorno (1978),
la acción política individual habrá que entenderla
como una lógica de identidad. Significa que se dan una serie
de comparaciones y conflictos entre intereses colectivos, que afectan
los fines de los electores. Así la decisión individual
supone el vínculo social, es decir, se da una identificación
colectiva. Sin duda, al momento de la votación, la acción
individual se da en el marco de los intereses colectivos, que garantizan
la preservación de la identidad individual, asegurando su
permanencia en el futuro.
Esta preservación y permanencia
cobra importancia en la dimensión temporal, en la lógica
del cálculo costo / beneficio. Significa que si a corto plazo,
cuando el momento del gasto no está muy alejado del momento
en que podrá gozar de los beneficios, el sujeto individual
sabe lo que debe hacer para obtener lo que quiere. Por ejemplo,
si le ofrecen un puesto en una instancia del gobierno o le garantizan
o le aseguran un empleo, el ciudadano sabe que tiene que votar por
tal o cual bandera.
A largo plazo, por el contrario,
los objetivos de un individuo, así como las medidas necesarias
para alcanzarlos, son inciertos; entonces, para estimar los gastos
que puede hacer ahora para obtener beneficios futuros, sólo
puedo calcularlos, tomando como referencia la colectividad de pertenencia,
pues en ella se reconoce la estabilidad. Así la familia,
el vecindario, el trabajo, el grupo cultural, el sector social,
el sector económico, el grupo religioso, etc., son punto
de referencia para la acción política de votar.
Entonces, en la relación
entre el ciudadano y sus representantes, la gestión del largo
plazo define la función de representación. El sujeto
individual no se puede garantizar el interés particular a
largo plazo. Supuestamente, el político está cualificado
para determinar cuáles son los intereses a largo plazo de
aquellos a quienes representa, y por ello éstos lo eligen.
En la reflexión de ese 39 ó 43 por ciento de la población
salvadoreña que define a los gobernantes está presente
este cálculo.
Mediatización de la sociedad,
en la acción política
Sin embargo, la dimensión de conocimiento que está
en juego en el funcionamiento de la democracia, tiene tres componentes:
1) la argumentación racional propia del orden simbólico,
2) la información factual, propia de los indicios, y 3) la
presentación de las cualidades y de las impresiones, propia
de la imagen icónica (Peirce, Charles Sander)
Significa que el pensamiento se
construye, en este caso sobre la decisión de votar, con base
a procedimientos deductivos, como la reflexión global sobre
la problemática del país para entender su situación
particular; inductivos, como la reflexión particular sobre
su vida para comprender lo que pasa en el ámbito nacional,
y abductivos, como la identificación de la posición
intermedia entre lo general y lo particular, como miembro de un
grupo social determinado.
En esta dirección, los grandes
medios de comunicación están ocupando un lugar central
en las democracias, pues, ante la pérdida de legitimidad
de los interpretantes del sistema político (el gobierno,
la asamblea, el poder judicial, los partidos políticos, las
organizaciones sindicales, etc.), se están transformando
en el único lugar en que opera la construcción-reconstrucción
de los colectivos, ya que son los que están ofreciendo la
información de referencia sobre la situación del país.
Estrechamente articulados, por medio
de los productos discursivos como soporte publicitario, al mercado
general del consumo, los medios de comunicación están
absorbiendo los diferentes sectores de la producción de discursos
sociales (informativos, estéticos, políticos, religiosos,
lúdicos, literarios, etc.) y los incorporan al conjunto de
una oferta discursiva puramente determinada por el cálculo
costo/beneficio.
V. RECONVERSIÓN TOTAL: PARA
DEMOCRATIZAR LA POLÍTICA
Así las cosas como plantea NACIÓN MMXXI (septiembre
de 1995), la etapa de transición política que vive
el país, demanda de los partidos políticos y de las
organizaciones de la sociedad civil:
- Primero, una reforma tanto
de sus métodos de organización y mecanismos de acceso
para sus miembros y electores, como de sus esquemas de participación
en la política nacional, y la modificación de los
esquemas de elección de sus autoridades y candidatos. No
puede optarse en seguir reproduciendo los procedimientos basados
en la triquiñuela, en la zancadilla, en la puñalada
trapera por la espalda, en el rumor destructivo, en la exclusión
de la competencia o del adversario, en la rueda de caballitos
para cambiar de dirigencia, en la oposición por oposición
y todas las mañas habidas y por haber.
Se trata entonces de organizarse con criterios más profesionales
y científicos, con base a diagnósticos de situación
y de posibilitad política; de actualizar el padrón
electoral y la organización del evento de modo más
pragmático para la población; y de aplicar los principios
democráticos, con base a la idoneidad y representatividad.
- Segundo, encontrar un
nuevo tipo de articulación de la política del partido
con la sociedad civil; esto debido a que sus crisis han afectado
su capacidad de ser intermediarios de las demandas ciudadanas.
Esto implica involucrarse más en la cotidianidad de los
ciudadanos, con sus lenguajes, sus formas de comunicarse, sus
necesidades y expectativas. Sólo conociéndolos,
se los puede acompañar en la solución de sus problemas.
- Tercero, configurar un
nuevo modelo de comunicación política, que ponga
a dialogar permanente, efectiva, pertinente y oportunamente el
sistema político con la sociedad civil en el marco del
enrumbamiento del país hacia el desarrollo. Esto porque
el modelo actual, en lugar de establecer vínculos de entendimiento
y cooperación entre todos los sujetos, excluye, reduce
y enfada la vida de los salvadoreños.
Esta configuración implica: pensar la comunicación
como dimensión constitutiva de la práctica política,
no como elemento estrictamente utilitario de segunda; invertir
en más recursos humanos y materiales para la producción
profesional de la información; ubicar la función
comunicativa en una instancia directiva de la institución
política; darle autonomía a la producción
informativa; legitimar la profesión de comunicador social;
insertarse comunicacionalmente en la cotidianidad de la sociedad
civil; darle la palabra a la población salvadoreña.
Fuentes
consultadas :
Cantarero, Mario Alfredo (2002):
"Comunicación política en El Salvador: Entre
el discurso político y electoral y la desconfianza ciudadana",
en Sala de Prensa, mayo, año IV, Vol. 2
Hermet, Guy, Alain Rouquié
y Juan J. Linz (1986): ¿Para qué sirven las elecciones?,
México, Fondo de Cultura Económica.
Hitler, Adolfo (1989): Mi lucha,
España, Editorial Antalbe, 348 Págas
La Prensa Gráfica (11 de
marzo del 2002)
La Prensa Gráfica (20 de junio de 1996:pp.4.A-5.A)
Lazarsfeld, Paul Felix y B.Berelson,
William MacPhee (1954): Voting: A study of Opinion Formation in
a presidential campaign, Chicago, University Chicago Press.
Lazarsfeld, Paul Felix, Bernard
Berelson y Hazel Gaudet (1944): The people's Choice, New York, Columbia
University Press
Monzón, Cándido (1997):
Opinión pública, comunicación y política.
La formación del espacio público, España, Editorial
Tecnos
Sidney Kraus y Dennis Davis (1991):
Comunicación masiva. Sus efectos en el comportamiento público.
México, Editorial Trillas.
Ulloa, Félix (1999): declaraciones
hechas al Diario de Hoy, 26 de enero, Pág. 7.
Verón; Eliseo (1994): "Mediatización,
comunicación política y mutaciones de la democracia",
en Semiósfera, n0 2, Madrid, Universidad de San Carlos III,
Págs.5-36
Mag.
Mario Alfredo Cantarero
Investigador, profesor de metodología
de la investigación y coordinador de postgrados e investigaciones
de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad
Dr. José Matías Delgado, El Salvador, Centroamérica. |