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Octubre -Noviembre 2002

 

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Canto deshuesado
 

Por Mario Meléndez
Número 29

La viva voz

A los ríos que dejaron sus pechos en el mar
a la tierra de mejillas prolongadas como tripas
a la piedra madura que besa viento y camino
a las montañas maternales
a la flora y fauna decapitada por manos sangrientas
a los volcanes reprimidos
a la lluvia inconsecuente de los bosques y ciudades
a las aves con sus maletas y sus alas
a los desiertos enemigos del agua pura
al vino que incendia la garganta del pueblo
a los hielos de entrañas frías y secretas
a los valles, a los cóndores
a todo lo que es parte de mí y de mi poesía
a ellos levanto mi lápiz
a ellos dedico la semilla de la noche
mi soledad de araña que cae sobre la patria
y sobre cada palabra que sale a mi paso
mi voz enamorada de la primera y última gota
de mis hermanos
mis labios color de fruta
mis venas acariciadas por el sueño salvaje
mi agonía incesante y profunda
mi religión de aullidos desatados
mi juventud sonora y definitiva
A ellos levanto mi puño como a una bandera
a ellos dedico el calor de esta brasa
de esta lágrima de Dios llamada Chile

Sangre en el exilio

Cuando llegó el invierno a Chile
miles de pájaros volaron con la primera lluvia
estaban asustados entre la sombra y la muerte
y prefirieron emigrar con sus vidas hacia otras vidas
Tomaron el primer avión desesperados
se arrojaron a los muelles persiguiendo barcos
cruzaron las montañas huyendo de las lanzas
y dejaron atrás la patria y a los herederos del hambre
Algunos no despegaron jamás
les arrancaron las alas en el intento y la lucha
desaparecieron con nombre y apellido
bajo los árboles de hierro
los encerraron en jaulas por especies
y cuando años después los encontraron
tenían la caricia del cuervo entre sus plumas
Los otros, los perseguidos
los pájaros del pueblo que lograron atravesar la muerte
debieron acostumbrarse a volar de otra manera
a sentir de otra manera, a respirar de otra manera
La tierra ajena los había recibido
la tierra amiga los invitaba a su mesa
a compartir el pan y sus dolores
Muchos incluso en la agonía
soñaron con ver la patria por última vez
pero la patria también agonizaba
había querido volar con sus alas rotas

Más allá de la Guitarra
a Víctor Jara

Más allá de la guitarra
están las manos separadas de la patria
un sonido de alas que arde y quema mis zapatos
una invitación a orinar sobre la tierra
con la semilla pura del canto
Más allá de la guitarra
la sangre dibuja una música violenta
y la cabeza del cantor se llena de agujeros
y de besos con olor a muerte
Más allá de la guitarra
los caminos lloran
la lluvia llora y cae de rodillas
porque el hijo de la tierra
no completará sus pasos
Más allá de la guitarra
más allá del estallido
que apagó los corazones
más allá de este poema
y con la herida inolvidable
de un tiempo inolvidable
los ojos buscan a Víctor
más allá de la guitarra
y de la patria

Quién escribirá este dolor

Quién escribirá este dolor
Quién destapará los gritos enumerándolos
Quién se atreverá a hacerlo
Porque si nadie se ofrece
yo estoy dispuesto a correr el riesgo
Pero qué puedo decir
si hay tanto de qué hablar
son tantos los rostros que jamás amanecieron
tantos los ojos rotos
Esa mujer me pregunta si lo he visto
ese anciano me pregunta si lo he visto
Y yo, qué puedo decir
si me veo en una calle herido
si me veo en el fondo del mar
o en una fosa o torturado o suplicando
qué puedo decir
si estoy bajo la tierra y me desmigo
Que sea otro quien escriba este dolor
que sea otro el que se vista de negro
el que corte las flores
el que enloquezca
yo solamente enterraré a los muertos

Mi Pueblo

Mi pueblo tiene frío cada día del año
tiene hambre y sed y juventud
Mi pueblo es un pedazo de madera
de cama que no alcanza para cuatro o para ocho
Mi pueblo tiene lluvia y viento
tiene caras dibujadas con ceniza
tiene manos que aplauden para no morirse
Mi pueblo no tiene nombre
no tiene edad ni edades
no tiene calles ni sonrisas
Mi pueblo no tiene Dios
la levadura y la sal vencieron a los santos
el agua de los grifos fue más pura que una iglesia
Mi pueblo es un resumen del amor cansado
es una biografía sin orillas ni rincones
un cadáver reciente
una copa que jamás será llenada
Mi pueblo tiene niños que parecen ancianos
y ancianos que se robaron los años
tiene mujeres con ojos fracturados
y hombres cortados por la mitad
Mi pueblo tiene árboles sin troncos y sin hojas
tiene rosas que cambiaron su color
por un kilo de pan
Mi pueblo es una herida en el tiempo
una guitarra enferma y sorda y muda
una canción de nombres definitivamente tristes
definitivamente amargos
definitivamente olvidados en el gran sueño de la vida


Mario Meléndez
Poeta chileno.