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Agosto - Septiembre 2002

 

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Selección de cuentos cortos
 

Por Xavier I. Ávila Guzmán
Número 29

I.- SER O NO SER DEMOCRÁTICO, ESA ES LA CUESTIÓN
A lo largo de los últimos dos años, una temática cuya discusión atraviesa explicita y evidente o implícita y soterradamente, todos lo ámbitos del quehacer nacional es la de si México alcanzó ya un estatus democrático o no, si se haya en la transición o si está ya se estancó.

En los actores sociales participantes, ya sea que defiendan que la hemos alcanzado, aunque imperfecta, o para quienes aún falta mucho para llegar a tan anhelada meta, parece dominar un imaginario, que más que basado en una observación reflexiva de lo que acontece parece expresar sólo buenos deseos o ideales improbables, o casi imposibles de alcanzar.

Si nos remitiésemos a los clásicos de la teoría democrática como Platón o Aristóteles, resulta hoy difícil de aceptar (a la luz de la historia) que un gobierno del pueblo, pudiera ser un gobierno perfecto. Habría que preguntarse que idea de pueblo culto, educado, civilizado podría sustentar dicha pretensión. Nada más alejado del tipo de gente que hoy puebla las democracias latinoamericanas de nuestros días.

Si revisamos los procesos electorales recientes en la región, fenómenos como los de Fujimori, Chávez o Bucaran, lo único que nos pueden hacer concluir es que esas democracias han llevado a una forma mediocre de gobierno. No necesariamente las mayorías por serlo, toman la mejor decisión sobre quién debe gobernarlos, así los procesos mercadológicos y propagandísticos han propiciado estos populismos democráticos, que como el Foxismo que hoy vivimos en México no han garantizado un buen gobierno y en la mayoría de los casos ha terminado en un rotundo fracaso, cuando no en el profundo deterioro de las condiciones sociales y de vida de las sociedades así embarcadas.

Por supuesto que frente a la decisión entre totalitarismo y anarquía, la democracia sigue siendo lo más deseable, pero no idealizada como el modelo o panacea de la sociedad moderna, sino como lo que es: "un modelo imperfecto y complejo de convivencia humana". Es imperfecto y a veces fallido, pero es el mejor (o el menos peor) que tenemos.

A quienes piensan que ni remotamente estamos llegando a la democracia habría que preguntarles que piensan o se imaginan, que es o debe ser eso, quizá piensen en modelos de democracia europea como la inglesa o la francesa, pero habría que recordarles, el largo tiempo y esfuerzo que les ha llevado/costado construir a esos modelos parlamentarios su actual nivel democrático y por tanto la calidad civilizadora que estos pueblos ostentan.

Aspirar a algo similar e inmediato en la región latinoamericana sería una aberración, que negaría la historia arrostrada por las sociedades europeas. Por otra parte para quienes expresan triunfales que la democracia ha llegado y que todo cambió a partir del 6 de julio del 2000, pero que también se quejan de que a Fox lo obstaculizan y no lo dejan gobernar, habría a su vez, que preguntarles qué esperaban de un modelo democrático, aún incipiente como el nacional, porque más parecen añorar los tiempos de la "dictablanda" priísta.

Por supuesto que el avance democrático en el país es innegable, pero entendido más que como un lugar de llegada, como un tránsito que se da y conquista día a día.

II.- LA DEMOCRACIA MEXICANA
El concepto moderno de democracia cada vez más, tiene que ver con la participación y representatividad de una mayor cantidad y diversidad de actores sociales, ya sean mayorías o minorías poderosas o débiles, ricas o pobres, todos los que tienen derechos ciudadanos deben poder contar con canales y formas de participar en la discusión y decisión de la "cosa pública". Bajo esta lógica, la calidad democrática dependerá de la calidad moral, civil y ciudadana de quienes participan y de las reglas de juego propuestas por el sistema político para la convivencia social.

En esta perspectiva, el México de hoy es mucho más democrático que hace 30 años. Para sustentarlo citaremos el análisis que Alain de Remes1 nos propone en: La yuxtaposición en Elecciones Municipales Mexicanas2 en dicha propuesta, el autor después de diferenciar entre gobierno dividido, gobierno de coalición y gobierno yuxtapuesto, aplica un índice (el índice Tageepera) para calcular y medir el índice de competitividad electoral que se ha dado a lo largo de los últimos años en México, y por tanto, el grado de representatividad política de los diferentes partidos y fuerzas en el poder.

Siguiendo a este autor, el gobierno dividido se refiere o bien: a dos o más tipos de poderes (ejecutivo y legislativo por ejemplo) dominados por fuerzas o partidos políticos diferentes, así puede haber un presidente republicano con un congreso de mayoría demócrata; o bien, en el caso mexicano, un municipio gobernado por un consejo municipal pluralista al cual propone llamar gobierno de coalición. A diferencia de estos, el gobierno yuxtapuesto se refiere a los niveles de poder: federal, estatal y municipal en manos de diferentes partidos. Así propone: "La yuxtaposición debe ser entendida como un fenómeno de gobiernos anidados, en el que los gobiernos de unidades territoriales con diferentes grados de poder coexisten simultáneamente"3 un ejemplo puede ser, en el caso mexicano, el poder federal en manos del PAN y el Foxismo, un gobierno estatal como el del Estado de México en manos del PRI, y algunos municipios como Nezahualcóyotl en manos del PRD. A esto es lo que el autor llama gobierno yuxtapuesto

Algunas conclusiones que el autor esboza, señalan que:

- El fenómeno de yuxtaposición política en México es un fenómeno relativamente nuevo.
- Es importante su análisis, dado que en las elecciones a nivel nacional el número de municipios con gobiernos yuxtapuestos a aumentado significativamente, sobre todo desde la segunda mitad de los noventa.
- El fenómeno de yuxtaposición tiene una alta correlación con las crisis económicas del país en 1983, 1989 y 1995.
- La yuxtaposición predomina más en ámbitos urbanos que en el rural.

Más allá de algunas interesantes conclusiones que el autor propone, nuestra intención es demostrar como el nivel de alta yuxtaposición medida, indica una mayor participación social en el poder, y que esto no puede ser más que indicador de un mayor grado de democracia.

Así, deteniéndonos en algunos datos propuestos por el autor con la aplicación del índice Taagapera, observamos que entre 1980 y 1988, todos los municipios yuxtapuestos (sólo 152 en todos estos años) estaban en manos de los llamados partidos de oposición PAN, PARM, PPS, PDM, etc. es decir ningún gobierno municipal yuxtapuesto estaba en manos del PRI. Sin embargo a partir de 1989 el PRI empezó a participar como poder municipal yuxtapuesto en municipios de Estados como: Baja California, Chihuahua, Guanajuato, Nuevo León, Querétaro, Aguascalientes, etc. manteniendo hasta la fecha un incremento constante y sostenido en el número de municipios yuxtapuestos bajo su control, lo cual indica que el PRI, a pesar de perder elecciones federales y estatales tiene una estructura aún fuerte que le permite seguir ganando elecciones municipales.

El índice Taagapera de competitividad electoral muestra como de 1989 a 1998 el número de municipios yuxtapuestos aumentó enormemente pasando a 1,573 a lo largo de este periodo, pero demostrando además como los mayores índices de yuxtaposición se presentan en años de crisis económica: 1983-(35), 1989-(123), 1995-(361). Otras observaciones igualmente indicativas son que el PAN fue el partido que entre 1980-1988 encabezó el mayor número de municipios yuxtapuestos, aunque a partir de 1989 ha sido el PRD el que ha aumentado de manera significativa el número de sus municipios yuxtapuestos.

Otra conclusión que ofrece De Remes y que para nosotros es la más importante, es que la tendencia en las competencias electorales yuxtapuestas ha ido cambiando de un índice de dos partidos a tres e incluso a 3 ½ partidos yuxtapuestos, lo cual indicaría que debemos esperar en el futuro inmediato competencias tripartidistas en la mayoría de municipios del territorio nacional. Así, es claro que nos movemos hacia un sistema tripartidista y por tanto altamente competido.

Creemos que con las aportaciones de De Remes así como con las observaciones de muchos otros analistas, queda claro que al aumentar la diversidad y representatividad en los diversos niveles de gobierno, estamos frente a un, incipiente si se quiere, estado democrático, pero que lejos de ser la solución fácil que muchos han creído, o nos han hecho creer, en realidad significa un aumento de la complejidad y por tanto requiere de un mayor esfuerzo de comprensión y de capacidad política para su adecuada conducción.

Esto representa un reto que atraviesa por lo procesos de concertación negociación, y que creemos redefine el papel de la comunicación política.

III.- EL PAPEL DE LA COMUNICACIÓN POLÍTICA EN EL PROCESO DEMOCRÁTICO
Habiendo concluido que la democracia no implica simplificaciones, sino muy al contrario como proceso diferenciador y de equidad, implica una mayor complejidad y por tanto la complicación de los procesos de decisión y conducción política, la comunicación política tendrá que ocupar su lugar estratégico en el proceso democratizador.

En los últimos años y particularmente a la sombra de los procesos electorales del pasado reciente, la comunicación política ha gozado de un inusitado auge, hoy todo son encuestas, campañas, mensajes, estudios para la conducción política. Sin embargo hay que decir que tal auge a privilegiado, sólo un aspecto de la comunicación política, aquella orientada al marketing y a la promoción de la imagen del político y partidos, pero ha quedado en segundo término y con pobres resultados su función estratégica. Hoy hemos presenciado como magnas campañas políticas han encumbrado a políticos populistas en Latinoamérica, políticos que pese a su efímera popularidad no han logrado avances significativos para sus pueblos y la región.

El caso del Foxismo en México es sintomático, una excelente estrategia massmediática llevó a Fox a la presidencia, pero su conducción además de las innumerables erratas comunicativas cometidas, parece mantenerlo en campaña. No es un secreto que a Fox le importa mucho más mantener sus índices de popularidad altos, que enfrentar y resolver algunos de los agudos problemas que el país padece. Parece haber una confusión de valores. Se confunden los fines con los medios, así como el poder no es un fin, sino un medio para servir, así la comunicación es un medio para lograr acuerdos reales que permitan avanzar al país en su conjunto.

Sin embargo, en los tiempos de su segundo informe, sus obras y resultados parecen magros, y más bien están marcados por sonados fracasos o por estrategias suspendidas o canceladas por una conducción errátil, que privilegia la comunicación para mantener su imagen pública por sobre su estratégica capacidad negociadora.

En efecto, la más elemental definición de comunicación política señalaría:

Intercambio de signos, señales o símbolos entre personas físicas o sociales con las que se articula la toma de decisiones políticas, así como su aplicación en la comunidad4

Donde lo central es la articulación de toma de decisiones políticas, justo lo que a dos años de gobierno Foxista a fallado, y casos como la reforma hacendaria, la reforma eléctrica, ó Atenco son pruebas más que evidentes de ello.

Claro, se dirá "Es que le ha tocado lo más difícil, enfrentar un Congreso dividido, diverso, opuesto", pero ¿qué no es eso mismo en lo que consiste la democracia? justo en la participación de las diversas posiciones políticas y sociales, por diferentes u opuestas que pueden ser. Lo que ha faltado es experiencia y capacidad política, pero principalmente de comunicación política diríamos en su aspecto esencial y estratégico.

Para quienes saben de comunicación queda claro que la comunicación es un medio para lograr algo, la comunicación humana media para lograr acuerdos que eviten costos o desgastes innecesarios, para articular decisiones que nos integren en la resolución de necesidades justo eso, el acuerdo, es la finalidad de la comunicación humana, diría Habermas.

Esta capacidad y valor de la comunicación humana adquiere carácter de esencial en la comunicación política, nada se logra con simular acuerdos massmediáticos, o presumir en el extranjero, que tal o cual acuerdo está por lograrse, hay que tener la capacidad de negociar, de lograrlo.

El pasar por alto el valor estratégico de esta cara de la comunicación política ha sido hasta hoy el talón de Aquiles de la bota de Fox y si quiere tener algo que informar en lo que resta de su sexenio tendrá que habilitar operadores políticos reales, concertadores capaces de hacer que sus iniciativas marchen, por que es poco probable que logre una mayoría absoluta en el Congreso e imposible que la logre en el país todo. Lo probable si, es que siga habiendo diversidad y complejidad que tarde o temprano lo obligará a verdaderamente concertar y negociar, porque en el México de hoy está todo por acordar.

Hoy no basta con simular acuerdos, no basta con declaraciones persuasivas, ni con campañas que promuevan un imago popular, no basta con lobbying y cabildeos, hay que aprender a operar la más estratégica de las herramientas de la comunicación política, la capacidad de escucha de concertación y negociación, lo que hace falta es una buena teoría de la negociación política.

En conclusión, creo, que la llegada de la bienvenida democracia a nuestro sistema político, poco a poco irá reposicionando el valor estratégico de la comunicación política como fundamentalmente concertadora y negociadora de acuerdos políticos que hagan avanzar al país, atrás quedarán los esfuerzos desmesurados para lograr ratings de popularidad y construcciones perfectas de imágenes virtuales, que a la larga descubrirá en la terca realidad no sirven para gobernar.


Notas:

1 Doctor por la Universidad de California en San Diego y catedrático invitado del ITAM.
2 De Remes, Alain. Yuxtaposición en elecciones municipales mexicanas: La cohabitación silenciosa.
En: Rev. Encuentro y Sociedad. Año 2 N° 4 segunda época. CIDE México 2000.
3 Op. Cit. Pág. 75
4 José María Canel en: La Comunicación Política pág. 25


Xavier I. Ávila Guzmán
Catedrático de la carrera de Ciencias de la Cmunicación en la ENEP Acatlán, Estado de México, México