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RAZÓN Y PALABRA, Número 3, Año 1, mayo-julio 1996


LA CIENCIA EN MÉXICO [1]

Armando Barrañón C.

Abordar el problema de la constitución de la ciencia en nuestro país plantea un reto formidable por la enorme cantidad de aspectos que se vinculan con el desarrollo de las actividades científicas[2]. Por solo citar un aspecto candente, podríamos hablar aquí de la necesaria racionalización social [3] que acompaña al fomento de una clase social formada por científicos. No es difícil citar algunos puntos importantes que se relacionan con esta racionalización social:

- La disponibilidad de excedentes de la producción para el sostenimiento de los programas de investigación científica. Sin una base para financiar los proyectos de investigación, es impensable el desarrollo vigoroso de la ciencia mexicana [4].

- La idea socialmente aceptada de que existe una correlación entre el fortalecimiento de estos programas de investigación y el desarrollo equilibrado de una sociedad. Esta perspectiva fue enfatizada durante el programa de sustitución de importaciones, pues se consideraba primordial el transferir tecnología[5] a los países en desarrollo [6].

- La firme creencia en la cultura del trabajo como fuente de bienestar y prestigio social, que incide en la elección de la carrera de científico. Este es un aspecto delicado en países donde no se ha presentado una industrialización completa y con un alto grado de fragmentación cultural como el nuestro.[7]

- El convencimiento general de que la sociedad se dirige en una dirección específica a través del tiempo, es decir, la idea de progreso. Proporciona un escenario propicio para la asignación de recursos a los proyectos de investigación y los centros de investigación.

- El grado de autonomía de las instituciones civiles y/o estatales [8] en el momento de seleccionar los programas científicos a financiar.

- Los distintos niveles de agregación social a que responden los programas de investigación científica, según sean locales, estatales, regionales, nacionales, multinacionales, etc. Este aspecto se vuelve particularmente sensible en tiempos de globalización, por las interacciones constantes que se dan entre estos distintos espacios, como ocurre en el problema indígena nacional.[9]

- El grado de independencia con el sistema de creencias, que nace de la relación esencial entre desarrollo de la ciencia y manejo del espacio profano [10].

La contrastación histórica, de la evolución en nuestro país de este grupo de ejes conceptuales, que determinan la actitud de un país hacia lo científico como actividad social, nos muestra una imagen de constantes sobresaltos y cambios violentos de rumbo. Baste ennumerar algunos de los ejemplos más conocidos:

- La traducción del mundo simbólico europeo a la cosmovisión indígena [11] en la Nueva España del siglo XVI, entendida como problema etnográfico e iconográfico, capitaneada desde el convento franciscano de Tlatelolco. [12] Su debilitamiento como consecuencia del Concilio de Trento ,que favoreció al clero secular y limitó a las ordenes menores. [13]

- El proyecto de ilustración jesuita en la Nueva España y su expulsión en el siglo XVIII, como parte de las reformas borbónicas. [14]

Diego Rivera, Retrato de Adolfo Best - La controversia novohispana en el siglo XVI, en términos de la lógica aristotélica como instrumento al servicio de la ciencia, en torno a los derechos de los indígenas y la naturaleza de los títulos reales sobre los nuevos dominios. [15]

- La disputa sobre el darwinismo, durante el siglo XIX, dentro de un proceso más amplio de secularización de la sociedad mexicana[16], que parte de las leyes de Reforma [17] promovidas por el grupo liberal. [18]

- La identificación del porfiriato [19] y su grupo de administradores "científicos", con las máximas sociológicas de la corriente positivista. [20]

- La identificación natural del estado mexicano moderno con las corrientes de pensamiento mundial en boga, como han sido sucesivamente el nacionalismo [21] y el indigenismo [22] ; el desarrollo estabilizador y el programa de substitución de importaciones [23] ; el liberalismo económico y la promoción de exportaciones [24] . El estudio detenido de la actividad científica auspiciada durante estos periodos históricos, nos muestra una predilección por distintos temas y áreas de investigación que legitiman ideológicamente al Estado mexicano [25].

- La influencia de los últimos períodos de crisis económica [26], a partir de 1982, en la formación de grupos de investigación, los presupuestos de los centros de investigación y los recursos de las universidades. [27]

- La tendencia centralizadora del estado mexicano, que concentra los centros de investigación en las grandes ciudades, privilegiando la elección de temas de investigación orientados a satisfacer intereses, normas de calidad y prestigio académico internacionales que no necesariamente toman en cuenta el entorno específico nacional [28] [29].

- El predominio de las variables externas sobre las variables internas, en el diseño de la economía nacional, desde la época virreinal hasta la actualidad. Es decir, la ciencia mexicana ha tenido un carácter periférico por estar subordinada a las líneas de pensamiento planteadas por los países metropolitanos. [30]

Hablamos de momentos históricos en que la sociedad cambia radicalmente su derrotero, arrastrando a la actividad científica mexicana hacia nuevas direcciones y afectando las condiciones necesarias para el sostenimiento y continuidad de los programas de investigación científica.

Este plexo de actividades e ideas sociales que giran alrededor de lo que llamamos científico, nos muestran que no podemos concebir a la ciencia como una simple acumulación sistemática de conocimientos obtenidos a través de un método y articulados dentro de una teoría. Por el contrario, ya el filósofo de la ciencia Paul Feyerabend nos advertía en su obra Tratado contra el método [31]que todas estas definiciones cerradas de la actividad científica, inspiradas en el método científico cartesiano [32], podían ser satisfechas por casi cualquier actividad humana organizada.

or lo tanto, es necesaria una aproximación más elástica y comprensiva, para poder comprender las diferentes etapas de la actividad científica, a lo largo de la existencia de nuestro país. Se trata de un mosaico lleno de sutilezas, cuya comprensión sin duda nos permitirá entender aspectos más amplios de nuestra cultura, desde una perspectiva mexicana.[33]

Referencias.

[1] http://mexico.udg.mx/Ciencia/ciencia.html, http://spin.com.mx/~portillor/ciencia.html, http://www.ucol.mx/servicios/#nivel1, http://edb518ea.edb.utexas.edu/latinos/mexico.html
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[2] http://info.main.conacyt.mx/conacyt/dct
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[3] Para una discusión profunda de la racionalidad de la acción y la racionalización social, vid. Habermas, Jürgen. Teoría de la acción comuinicativa. Buenos Aires, Taurus, 1989. En el texto, al abordar las diferentes concepciones de la racionalidad, Habermas nos recuerda el concepto weberiano de: " de la ciencia, la cuestión de como repercute el crecimiento metódicamente asegurado, del saber teórico sobre el avance del espíritu humano y sobre el plexo de la vida en su conjunto." Op. cit.. p.201.
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[4] http://daisy.uwaterloo.ca/~alopez-o/politics/figures.html
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[5] http://www.olworld.com/spectrum/index.html
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[6] http://info.main.conacyt.mx/sni/sni1.html
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[7] Para ilustrar la confusión general sobre el problema de la identidad mexicana, creo que será suficiente incluir la fotografía que toma García Cantú cuando trata de explicar las raíces culturales coloniales de Santa Anna: "El colonizado no fue un semejante para el colonizador, sino alguien a quién éste despojó de su identidad humana. La enajenación, bajo todas sus formas, creó la conciencia de lo mexicano. Ella vino a ser el resultado perdurable de la violencia impuesta; el reflejo de la realidad histórica. La vergüenza y el miedo de ser destruidos, el quebrantamiento del carácter nacional, produce seres desintegrados, sometidos, vulnerados al menor contacto de quienes aparecen resueltos y seguros; desconfiados, temerosos, hombres que menosprecian su vida y la vida misma; taimados y perezosos, dispuestos al servicio y exaltación delo que les beneficia de inmediato; sin apoyo alguno en el paso de su país, al que ignoran del todo, ni presentimiento del orgullo nacional, que nada significa para ellos, son los audaces de siempre, los resueltos a asalirse con la suya: espejos vivos del régimen que los ha deshumanizado lenta, implacablemente. ", en : García Cantú, Gastón. Las invasiones norteamericanas en México. México: FCE-SEP, 1986. p.112. cf. http://mexico.udg.mx/Historia/Trajes/lancero.html
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[8] http://www.lania.mx/spanish/acerca/patrocinadores.html
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[9] http://sedac.ciesin.org/home-page/mexico.html, http://www.utexas.edu/students/nave/
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[10] Basta leer la oda dedicada a Newton por el astrónomo sir Edmund Halley, y que sirve como preámbulo a su Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, para comprender la dimensión espiritual de esta obra que tradicionalmente ha sido identificada como pilar de la ciencia moderna. Transcribimos aquí solamente un pequeño fragmento: "Lo, for your gaze, the pattern of the skies!/What balance of the mass, what reckonings/Divine! Here ponder too the Laws which God/Framing the Universe, set not aside/But made of fixed foundations of his work.", en: Sir Isaac Newton. Principia. Berkeley: Univ. of California Press, 1962. cf. Bronislaw Malinowski. Magia, ciencia y Religón. Barcelona: Planeta. También aborda Sócrates este eje conceptual profano-sagrado, en su diálogo "Teetetes o De la Ciencia": " Entiendo por profanos los que no creen que exista otra cosa que lo que pueden coger a manos llenas, y que no colocan en el ango de los seres las operaciones del alma, ni las generaciones, ni lo que es invisible", en : Platón. Diálogos. Méx., UNAM, 1922. p.40
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[11] http://unicornio.cencar.udg.mx/Guadalajara/murales/cl116.gif
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[12] "Como los indios carecían de letras, fue necesario enseñarles por medio de alguna ilustración; por eso el predicador les va señalando con un puntero los misterios de nuestra redención, para que discurriendo después por ellos, se les graben mejor en la memoria(...) Aquí viene al caso hacer mención de esas ediciones y grabados que con tan grande aceptación de todos se han estado publicando, y en el cual se nos infiere tan grande injuria, puesto que otros se atribuyen a sí mismos la gloria y buscan la fama, aprovechándose de nuestros propios trabajos. Siendo que nosotros fuimos quienes hemos descubierto ese arte", texrto de Fray Diego de Valadés y citado en: "La demonología en la obra gráIica de Fray Diego de Valadés", de Elena Isabel E. de Gerlero, en: Iconología y Sociedad. Arte Colonial Hispanoamericano. México: UNAM, 1987.p. 83.
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[13] http://unicornio.cencar.udg.mx/Guadalajara/murales/cl125.gif
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[14] http://mexico.udg.mx/Historia/Trajes/mestizoaco.html
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[15] Beuchot, Mauricio. La querella de la conquista. Méx: Siglo XXI, 1992. También: Juan Ginés de Sepúlveda. Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios. Méx: FCE, 1986. ; W. Redmond y M. Beuchot. La lógica mexicana en el siglo de oro. Méx: UNAM, 1985.
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[16] http://unicornio.cencar.udg.mx/Guadalajara/murales/m181.gif
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[17] http://mexico.udg.mx/Historia/Trajes/sereno.html
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[18] Moreno, Roberto. La polémica del darwinismo en México. Méx: UNAM, 1984.
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[19] http://mexico.udg.mx/Arte/Pintura/velasco/vela3.gif
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[20] "Ciencia y Revolución mexicana", en: Moreno de los Arcos, Roberto. Ensayos de Historia de la Ciencia y la Tecnología en México. México: UNAM, 1986. p. 143.
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[21] http://unicornio.cencar.udg.mx/Guadalajara/murales/m179.gif
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[22] http://www.maxwell.syr.edu/nativeweb/geography/latinam/mexico/mex_main.html
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[23] Hernández Laos, Enrique. La productividad y el desarrollo industrial en México . Méx.: Fondo de Cultura Económica, 1985.
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[24] , http://www.nafta.net/mexbiz/index.html">, Regreso

[25] http://daisy.uwaterloo.ca/~alopez-o/polind.html
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[26] http://daisy.uwaterloo.ca/~alopez-o/polind.html
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[27] http://www.igc.apc.org/nacla/mexico.html
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[28] http://mexico.udg.mx/Arte/Pintura/Atl/maizal.gif
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[29] http://www.mty.itesm.mx/MexWeb/Mapa1/
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[30] Semo, Enrique. Historia del capitalismo en México . México: FCE-SEP.
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[31] Feyerabend, Paul. Contra el método. Madrid, Tecnos, 1981. cf. http://raita.oulu.fi/~mhotti/feyerabend.info
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[32] Sobre las raíces herméticas del pensamiento cartesiano, vid. Turró, Salvio. Descartes. Del hermetismo a la nueva ciencia . Barcelona, Anthropos, 1985
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[33] http://mexico.udg.mx/Historia/datos.html
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