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Por Mario Alfredo Cantarero
Número 30
Introducción
Cuando se trata de responder a la pregunta: ¿Cómo
formar a los futuros comunicadores?, ¿Qué debe educarlos?,
han aparecido una serie de apreciaciones educativas, que van desde
el enciclopedismo burdo hasta el empirismo puritano.
Los modelos defendidos a priori en la mayoría de los casos
adolecen de fundamentación; esto es, la especificidad del
tiempo y del espacio histórico se da por hechos. En esta
oportunidad, se plantea el problema educativo y sus perspectivas
en el contexto nacional.
Enciclopédicos conocimientos
con una escasa profundidad
Al plantearse el asunto: ¿qué debe saber el comunicador?;
algunos sostienen que este profesional debe tener la suficiente
y amplia competencia en casi todos los dominios del saber: Economía,
Matemática, Química, Literatura, Contabilidad, Manualidades,
Pintura, Anatomía, Ecología, Antropología,
Electrónica, Astronomía, Estadística, Mercadeo
y otras ciencias y artes más.
Sólo así el comunicador,
apropiado de un enciclopedismo renacentista, podrá investigar
cualquier fenómeno de la actualidad y confeccionar la información
en cualquiera de los campos de la profesión. Se trata de
formar un sabelotodo y hacelopoco.
Además de darle una competencia
en todas las ciencias puras, aplicadas, históricas, económicas,
etc., algo parecido o similar a un Leonardo Da Vinci en plena postmodernidad,
al comunicador se lo debe adiestrar en la capacidad analítica,
sintética y crítica, algo así como un Aristóteles
guanaco.
De esta manera el informador podrá
darle relieve y profundidad a los hechos que lo merezcan, por su
trascendencia para el país. Esto implica que abordará
en todas sus dimensiones, formas, fases y elementos los acontecimientos
del presente social actual. Se trata de formar, además, un
especialista al estilo de Ellacuría y otros jesuitas.
Otros, además y todavía,
se atreven a plantear que los informadores deben estar capacitados
para transformar política y socialmente el país, para
establecer una democracia plena. En esta perspectiva, también,
el periodista debe de formarse como un "auténtico revolucionario"
a talla del Che Guevara.
Además, considerando la existencia
del público lector, oyente o televidente como una "masa
amorfa e indeterminada", cuyos conocimientos son casi nulos
o limitados, el informador es concebido como un intérprete
versátil, que debe transmitir un mensaje claro y sencillo,
a partir de todas las posibilidades expresivas de todos y cada uno
de los medios. Así el periodista será un experto en
el manejo y en el lenguaje de todos los medios: Audiovisuales, impresos
y virtuales.
Reverencia incondicional a las
modas
Esa diversidad de ideas sobre el perfil esperado en la formación
de periodista, en El Salvador cobra vigencia todavía en el
contexto de la educación universitaria. Como en toda Latinoamérica,
en este país se han seguido las modas curriculares.
Desde los años sesenta, se
asume el modelo tecnicista, encarnación del funcionalismo,
que contempla tres elementos básicos como supuestos educativos:
prioridad en la habilitación técnico-profesional,
cuyo objetivo era enseñar el "oficio"; ajustar
la enseñanza a las demandas del mercado laboral, cuyo propósito
era imitar tal cual la práctica en el medio, y, finalmente,
la buscar la incidencia político-social a través de
la opinión pública, para reducir la incertidumbre
de la población. En este sentido, tener la habilidad discursiva
para manipular subrepticiamente a las masas inactivas, dóciles
de orientar políticamente, con campañas subliminales
y persuasivas.
Se implementa, casi paralelamente
al anterior, el modelo del "comunicador como intelectual",
que enfatiza, desde una perspectiva humanista, que el informador
debe formarse con una solidez intelectual, proporcionada por las
ciencias del hombre y de la sociedad. Para conseguirlo, había
que proporcionarle un marco referencial, que implique conocimientos
de historia, antropología, sociología, psicología,
lingüística, filosofía, etc., etc. Aquí
la técnica se subordina a la formación humanista,
pues sólo de esta manera se accede, a través de los
medios, a la transformación de la dinámica sociocultural.
Otro modelo, variante o degeneración
del anterior, es el del "comunicólogo", que, para
su formación, en la práctica educativa se sobrecargó
con la enseñanza de la teoría crítica, mejor
dicho de un materialismo histórico dogmático, con
énfasis en la Escuela de Frankfurt. Aquí rotundamente
se abandonó la formación y habilitación técnica,
pues su prioridad era crear una conciencia de clase, con la intención
de conocer la esencia de la injusticia social, de revelarla políticamente,
y, consecuentemente, para transformarla en beneficio del "pueblo",
por medio de una práctica revolucionaria.
Operativamente, en El Salvador,
en casi todo el espectro de universidades que ofrecen la carrera
de comunicaciones o de periodismo, existe una hibridación
de esos modelos de formación de comunicadores. Significa
que es una mezcla de concepciones, muchas de las cuales defendidas
a partir no sólo del desconocimiento del campo educativo
de la profesión, sino también de la ingenuidad intelectual
de privilegiar la actividad reporteril de actualidad del día
sobre otras no menos importantes, como es el periodismo de investigación,
el periodismo cultural o el periodismo científico.
En pleno siglo XXI, la obnubilación
educativa se enmaraña aun más, con una mezcla bastante
complicada, en la que se encuentran substratos de todas las modas
curriculares y se retoman acríticamente los planteamientos
de la tendencia economicista y tecnocrática de la comunicación:
la mercadotecnia mediática y la comunicación virtual.
Esto como resultado de la moda de la globalización y el consustancial
desarrollo de internet.
Ostracismo académico
El problema de la formación de comunicadores profesionales
en El Salvador debe plantearse no en la defensa a priori de los
modelos curriculares, sino en la vinculación o desvinculación
existente entre sociedad y universidad. En términos generales,
las universidades que ofertan la carrera, han perdido su plena y
eficiente vinculación con el resto de la sociedad. Se han
encerrado en sí mismas y se han desfasado con relación
a las nuevas condiciones de la nación, al desarrollo de las
Ciencias de la Comunicación y de la permanente evolución
de las nuevas tecnologías. Significa que sus modelos educativos
no responden a las necesidades actuales de la sociedad salvadoreña.
Este ostracismo académico
se expresa en los siguientes rasgos:
a) Muchos de los modelos curriculares
vigentes y los proyectos de desarrollo presentes en el país
tienen poca o débil sintonía. Puede afirmarse que
la educación universitaria está en la retaguardia
con relación a las demandas educativas que establece la sociedad
actual. Aunque hay que reconocer que la nueva legislación
educativa en el país está obligando a los centros
universitarios por lo menos a revisar sus planes de estudio cada
cinco años y a disponer de las condiciones didácticas
mínimas para la formación de alumnado.
b) Las universidades son conservadoras, en el sentido de que no
involucran las propuestas académicas de los diferentes sectores
de la sociedad. Sus proyectos curriculares se cierran a los diferentes
proyectos políticos y sociales, convirtiendo a las universidades
como monasterios del saber sin ninguna vinculación histórica.
c) Los modelos curriculares, en lugar de responder al dinamismo
de la sociedad y al proyecto nacional, se formulan a partir exclusivamente
de opciones político-ideológicas, o en las meras demandas
del mercado laboral. Significa que sus políticas educativas
están diseñadas desde perspectivas poco abiertas a
las perspectivas de desarrollo de la nación en el concierto
de los procesos de globalización. Muchas veces se sacrifica
la formación del profesional para el país de todos
los salvadoreños por formarlo para un país de sectores
sociales bien definidos.
d) Los limitados recursos financieros, tecnológicos y humanos
dificultan hacerle frente de modo eficiente y oportuno a las necesidades
sociales en comunicación. Entre otras razones, porque en
las instituciones educativas sobrevaloran la dimensión administrativa
y, consecuentemente, se relega a un segundo plano la dimensión
académica. En su mayoría, se piensa desesperadamente
mejor en la relación costo-utilidad que en la inversión
en la formación especializada del profesorado o en la facilitación
de mejores condiciones educativas para dar un servicio educativo
de calidad a los alumnos. O en todo caso, se preocupan más
por tener una presencia publicitaria activa en los medios de comunicación
que en posibilitar mejores condiciones salariales del profesorado.
Esto explica la situación de debilitamiento educativo de
la parte académica de los centros universitarios.
e) Las instituciones civiles o privadas no creen o tienen desconfianza
de la formación universitaria. Esta actitud de los sectores
sociales es el resultado de la débil formación profesional
prestada al alumnado en las condiciones citadas. De allí
que el mercado laboral privado, desde hace una década, ante
la avalancha de graduados por año en la treintena de universidades
existentes en el país, está realizando un proceso
de selección de profesionales, en la que excluyen a muchos
licenciados porque vienen de tal o cual universidad, e incluyen
a unos pocos, provenientes de instituciones con credibilidad educativa.
En estos procesos, muchas veces, no dejan de ser injustos, pues
la inclusión o exclusión de profesionales para los
puestos de trabajo proviene de la buena o mala imagen mediática
que tenga la institución educativa. Estos procesos también
propician que aquellos profesionales excluidos sólo afinquen
sus esperanzas de ubicarse en puestos de trabajo de instituciones
públicas o estatales en donde los niveles de exigencia profesional
no son muy exigentes, y en donde los criterios de selección,
en muchos casos, se dan por compadrazgos políticos.
f) Durante la guerra civil en nuestro país, en gran medida,
los corresponsales extranjeros asumieron las funciones educativas,
en ausencia de un rol eficiente de las universidades. Actualmente,
algunas asociaciones han asumido ese papel, como es el caso del
Sindicato Nacional de Periodistas y Similares de El Salvador (SINPESS)
al posibilitar cursos de actualización de técnicas
redacción periodística a informadores provenientes
de todo el país.
g) Hegemonía en el campo profesional de que es más
importante para el ejercicio profesional la técnica empírica,
adquirida por la costumbre, que la técnica fundamentada en
supuestos teóricos.
h) La poca tradición investigativa como fuente de contenidos
para la práctica docente actualizada y el concomitante atenimiento
sólo a bibliografía desfasada e impertinente para
nuestro contexto.
i) La falta de debate con las asociaciones de comunicadores; más
bien prevalece la contención entre profesores e informadores,
como si fuera en la época de la guerra fría.
Organización educativa,
sin controles de calidad
Además, como una de las más fuertes debilidades de
los centros de estudios superiores que ofrecen la carrera de periodismo
o comunicaciones, es la falta de una política de control
de calidad del servicio educativo. Entre otras características
que expresan este hecho, se encuentran:
- Las administraciones académico-administrativas,
bajo "libertad de cátedra". Amparadas en
el reconocimiento constitucional de que el profesorado goza de
una libertad de cátedra, se aplica la política del
dejar hacer, dejar pasar: Concretamente, que el profesor se limite
a entregar el programa del semestre, que llegue a clase y que
cumpla con el calendario académico establecido por las
instituciones. Por lo demás, que el profesor se las arregle
frente a los alumnos como pueda y como sea. Está bajo el
libre arbitrio de la"libertad de cátedra". La
supervisión se reduce entonces al cumplimiento de sus horas
laborales y del calendario académico. Se deja fuera la
calidad de la práctica docente con relación a la
formación profesional de los estudiantes.
- Procesos educativos de poca
calidad. Como resultado de esa libertad casi ilimitada, las
estrategias, las metodologías, las acciones y las evaluaciones
educativas, en muchas ocasiones, no son coherentes con la misión
y la visión del centro educativo. Es más, los planteamientos
teóricos o sus enfoques metodológicos son desactualizados
y descontextualizados, en la medida que están distantes
del debate teórico de las disciplinas en cuestión,
y porque muchos de los conocimientos tratados en las aulas están
desconectados de la lógica de la producción social
de la comunicación tanto en los medios como en el ámbito
cotidiano.
- Revisiones curriculares descontextualizadas.
Por exigencias del Ministerio de Educación o de las autoridades
institucionales, se revisan de cuando en vez los planos de estudios.
Revisiones que no alcanzan los propósitos esperados, porque
adolecen de una política educativa definida, de un método
riguroso de producción y, muchas veces, de una competencia
teórica moderna sobre las disciplinas involucradas en la
formación profesional de los comunicadores sociales. Revisión
tras revisión, terminan solamente cambiándoles el
nombre a las materias. Por las dificultades de administración
de los procesos educativos y el poco control de calidad en los
salones de clase, las revisiones curriculares terminan en un mero
acto protocolar, sin juicio ni beneficio. El alumno sigue recibiendo
una información desactualizada y sin ninguna conexión
con el mundo real de las comunicaciones.
Por la ruta social de la profesión
En la paupérrima discusión sobre el estado actual
de las comunicaciones en El Salvador, se hace referencia al "comodismo,"
a la falta de interés de los profesores universitarios por
trabajar en un medio de comunicación; al hecho de que buena
parte de los egresados o graduados de las licenciaturas ejercen
ocupaciones que poco o nada tienen que ver con el campo profesional,
y a la migración de periodistas experimentados del medio
a otras instituciones públicas o privadas.
Al observar más detenidamente
el asunto, resulta que los tres fenómenos son expresión
de la fragilidad de todo el campo profesional de las comunicaciones
en el país. Por eso, más que tratar de negarlos ingenuamente
o de tipificarlos peyorativamente, ameritan un reconocimiento responsable,
para proponer soluciones adecuadas.
Cuando se critica al profesorado,
desde los medios de comunicación social, se lo caracteriza
como "cómodos", "faltos de experiencia",
"incapaces" y otra ristra de adjetivos peyorativos. El
fondo de las valoraciones negativas redunda en que no ejercen en
ningún medio de comunicación social y la falta de
interés por demostrar toda su sapiencia en la producción
de comunicaciones.
Sin desvirtuar la validez de algunas
críticas, me parece que el problema es más complejo,
pues la razón se encuentra en la naturaleza misma del campo
profesional de las comunicaciones. Las dos instituciones sociales
que constituyen dicho campo, la universidad y los medios de comunicación
social, se caracterizan por:
1) Tener rutinas de producción
abismalmente diferentes. La universidad tiene como función
esencial la formación profesional de periodistas. Fundamentalmente,
esa función se cumple por medio de un trabajo estrictamente
educativo: clases, trabajos de investigación, exámenes,
aulas, etc. El medio de comunicación social tiene como función
esencial, en la parte redaccional, informar, esta la cumple a través
de un trabajo mediático: búsqueda de fuentes de información,
cámaras fotográficas o de vídeo, micrófonos,
grabadoras, sala de redacción, etc. Por sus componentes y
formas en que producen, un medio de comunicación esencialmente
no puede dedicarse a formar profesionales, interesa producir la
información; la universidad esencialmente no puede dedicarse
a producir información periodística, interesa formar
profesionales.
En ese marco diferencial, la universidad
actualmente no dispone plenamente de medios de comunicación
propios, ni en cantidad ni en calidad, aun cuando necesita de ellos
como herramientas didácticas. Se dice como herramientas didácticas,
porque los medios de comunicación en una escuela de comunicaciones
no pueden tener la misma naturaleza ni las mismas rutinas de trabajo
que los medios comerciales.
2) Ambas instituciones están
divorciadas. Por su propia dinámica y por la falta de visión
estratégica, tanto los medios de comunicación social,
como las universidades no se plantean políticas y estrategias
de cooperación, para unificar criterios sobre el tipo de
profesional que necesita la sociedad para su desarrollo. Esto es
lo que menos interesa.
En el afán de comerciar con
la publicidad por medio de las informaciones, muchos empresarios
de medios de comunicación no conciben que, coordinándose
y cooperando con la universidad en la formación de profesionales,
puedan hacer mejor su negocio en el mercado de las comunicaciones,
en un mundo que se fundamenta en el conocimiento y la competitividad.
En lugar de increpar a la universidad
porque no forma profesionales capaces, deben de favorecerla por
medio de programas de financiamiento para recursos didácticos
(medios de comunicación), para la actualización de
profesores, o para becas para los alumnos más destacados,
etc. En todo caso, pueden propiciar espacios de reflexión
en los cuales se debata el estado actual de las comunicaciones en
el país, y consecuentemente, se establezcan consensos sobre
qué posibilitar en el futuro del campo profesional en una
sociedad mediatizada y globalizada
En el caso de la universidad, en
su tradicional ostracismo, tampoco se abre a las posibilidades que
pueden ofrecer los medios de comunicación social, por medio
de la instalación y legalización de sus propios medios
de comunicación, o por la vía del establecimiento
de convenios con los medios comerciales, para que los alumnos puedan
tener prácticas en éstos como parte de las exigencias
académicas. Además, ofrecer análisis rigurosos
del funcionamiento de la comunicación en el país y,
por qué no decirlo, propuestas de estrategias de comunicación,
que sirvan como insumo para la toma de decisiones en los medios
de comunicación.
Además de ser dos rutinas
de producción completamente diferentes, pero complementarias,
para la generación de profesionales capaces de manejar la
técnica, como el sentido democrático a la producción
del presente social actual, son dos instituciones distintas en cuanto
a las pobres condiciones socioeconómicas. Estas circunstancias
marcan indefectiblemente los ritmos de trabajo y la actitud con
relación a la producción periodística.
Entre otras diferencias, y excluyendo
los afortunados periodistas o comunicadores que están dignamente
bien remunerados, se encuentra que:
- El docente universitario, en
el área de las comunicaciones, aproximadamente tiene salarios
que van desde los 4 mil colones (en el caso de los instructores),
hasta los 7 mil 500 colones (caso de los profesores de mayor antigüedad);
mientras que un reportero, desde los 300 colones hasta los 4 mil
500 colones.
- El docente universitario dispone
de mayor estabilidad laboral por medio de la ley de salarios;
mientras un periodista en un medio de comunicación colectiva
se encuentra en una relativa estabilidad laboral. Un periodista
en una institución privada o pública tiene mayor
estabilidad y goza de mayores y mejores prestaciones.
- El docente universitario goza
de las mínimas prestaciones sociales, las establecidas
por el Estado; mientras gran cantidad de periodistas no están
ni asegurados en el ISSS.
Consecuentemente, estas diferencias
en las condiciones socioeconómicas de ambos profesionales
traen una serie de actitudes con respecto a su situación
de vida, a saber:
- Mientras el profesorado universitario
tiene medianamente asegurado su futuro, el periodista, inseguramente
definido;
- Mientras el profesorado universitario
evidencia comodidad en sus labores, el periodista, compulsión
laboral;
- Mientras el profesorado tiene
un mayor y permanente reconocimiento social, el periodista, un
reconocimiento fugaz;
- Mientras el profesorado dispone
de mayor posibilidad de formarse académicamente, el periodista
tiene bastante cerrada la posibilidad, por las rutinas del trabajo
o por la falta de políticas de formación en las
empresas informativas.
Por la excesiva oferta de trabajadores
informativos y la poca demanda de puestos de trabajo en los medios
de comunicación, las posibilidades de laborar en un medio
se esfuman para la gran mayoría de graduados universitarios.
El mercado de las comunicaciones no absorbe a los entre 100 y 200
graduados cada año.
Ante una situación, y por
la necesitad de sobrevivir, la acreditación profesional del
comunicador o periodista sirva como condición académica
para enrolarse en otros campos de trabajo distinto al de las comunicaciones.
Veamos algunos casos:
a) En instituciones estatales o
privadas. Actualmente la obtención de una titulación
en periodismo o comunicaciones permite no necesariamente una bien
remunerada plaza en un medio de comunicación social, sino
que:
- Se constituye en un requisito
para optar a una plaza de docente 3 en el escalafón del
sistema educativo nacional. Decenas de periodistas o comunicadores
prestan su servicio en el tercer ciclo o bachillerato del sistema
educativo nacional.
- Se convierte en un requisito
para poder optar a una sub-inspectoría en la Policía
Nacional Civil, luego de un año de estudio en la Academia
de Seguridad Pública. Parecido a lo que ocurre en el sistema
educativo, la PNC se ha convertido en la empleadora de decenas
de licenciados en periodismo o en ciencias de la comunicación.
- Se acumula como un crédito
en la historia de vida de un profesional que se dedica a otra
ocupación. Muchos se han vuelto vendedores de carros, perfumes,
seguros, pastores, etc.
- Se constituye como requisito
importante para optar a una plaza en una oficina de comunicaciones
en Organizaciones no gubernamentales;
- Se convierte en una posibilidad
de acceder a un trabajo en una agencia de publicidad.
En términos porcentuales,
aproximadamente estas posibilidades en el mercado laboral significan
un 70%.
b) En las salas de redacción.
En el caso de los medios de comunicación social, las posibilidades
de movilidad hacia otras instituciones sociales, sin una titulación,
son más reducidas. Los destinos son:
- De un medio a otro (por ejemplo
de la radio a la televisión),
- De un medio a un gabinete de
comunicaciones (llámese unidad de comunicaciones, de prensa
y propaganda o de relaciones públicas). En estos espacios,
se requiere presentar una experiencia demostrable y con cierta
fama. La titulación no es imprescindible; después
se consigue. Asimismo, en el triste panorama de los medios de
comunicación, el reto para el periodista es agenciarse
una plaza en estos espacios, pues estos representan una mejor
garantía socioeconómica para el presente y para
el futuro familiar.
Conclusiones
Reconocimiento del estatuto del comunicador.
Con el propósito de superar las ingenuidades educativas en
el campo de la enseñanza de las comunicaciones, de contextualizar
el perfil de los informadores y de confeccionar un modelo curricular
pertinente para el país, se requiere considerar las siguientes
sugerencias:
1) Que el periodismo u otra práctica
similar no es un oficio fundamentado en el olfato reporteril o en
la exclusiva habilidad para redactar una noticia, sino una profesión.
Educativamente hablando, implica preparar al periodista o al informador
no sólo para el oficio de periodista, sino también
para la mediación crítica y propositiva a partir de
un reconocimiento apropiado del entorno político y social
del país.
2) Que la formación de comunicadores no debe homogenizarse
solamente para el uso y el lenguaje de los medios de comunicación
social. Esto porque el campo de trabajo en los medios está
bastante agotado, y porque la complejidad del quehacer comunicacional
del país no se agota en ellos, sino que existen otras formas
y otros medios de comunicación, como la institucional, la
publicitaria, la política, la educativa, para la salud, para
el medio ambiente, etc.
3) Que la formación de comunicadores o informadores debe
estar basado en un equilibrio necesario y actual entre:
a) los conocimientos teóricos
que sobre la comunicación e información proporcionan
tanto las ciencias sociales como los saberes humanísticos,
y
b) el aprendizaje en el uso de las capacidades expresivas de los
instrumentos técnicos que intervienen en los procesos de
producción de la comunicación y de la información.
4) Que la universidad debe interrelacionarse con los otros sectores
de la nación ligados a la comunicación, con el propósito
de concretar procesos de colaboración mutua. Sólo
así la universidad podrá nutrirse de los procesos
comunicativos del país para aplicarlos en la docencia, y
proponer nuevas modalidades de elaborar productos comunicacionales
más congruentes con las necesidades actuales.
5) Que, para concretar todo lo anterior, se requiere de una inversión:
a) en la capacitación del
profesorado, en áreas prioritarias como la investigación;
b) en la obtención de recursos tecnológicos necesarios,
c) en la actualización de salarios de los docentes,
d) en proyectos de investigación sobre los procesos comunicacionales
del país,
e) en la revisión permanente de los programas curriculares
y
f) en la creación de espacios de debate entre los sectores
del campo profesional.
Interacción entre universidad
y sistema informativo
Para complementarse, como una necesidad ineludible, tarde o temprano
se requiere de una interrelación sólida entre las
dos instituciones del campo profesional: La universidad debe formar
profesionales según las exigencias tanto de los medios de
comunicación, como de las prioridades de la nación
en general.
Para que la universidad cumpla esa
misión, los medios de comunicación social deben constituirse
tanto en un soporte de información sobre sus necesidades
comunicacionales y profesionales, como en facilitadores de las condiciones
experienciales para el alumnado.
Una interrelación sólida
beneficiará a todo el campo profesional, porque:
- en la práctica de la
docencia, redundará en una competencia teórica tanto
en el área didáctica como en la comunicacional;
- en la práctica de los
medios de comunicación social, redundará en una
creciente habilidad para hacer uso del lenguaje de las tecnologías
y en la competencia en una producción democrática
de la información periodística.
Referencias:
Cantarero, Mario Alfredo
(1994): "Formación de periodistas: Desde y para la sociedad
actual, en Revista Comunicaciones, El Salvador, Universidad
de El Salvador, Departamento de Periodismo, Noviembre, Número
1, Páginas 14-16
Cantarero, Mario Alfredo
(2000): "Formación de periodistas profesionales",
en Revista de la Escuela de Ciencias de la Comunicación,
El Salvador, Universidad "Dr. José Matías -Delgado",
Año 1, Volumen 1, Págs. 11-18.
Fuentes Navarro, R.
(1992): "Estudio de la comunicación desde una perspectiva
sociocultural en América Latina", en Revista Diálogos,
No.32, marzo.
Sánchez, Joaquín
(1994): "Formación de comunicadores y movimientos sociales",
en Comunicación y movimientos sociales, Primer Encuentro
de Almagro, España, páginas 365-381
Romano, Vicente (1994):
"Tesis críticas sobre Comunicación y comunicadores",
en Comunicación y movimientos sociales, Primer Encuentro
de Almagro, España, páginas 381- 403
Mag.
Mario Alfredo Cantarero
Investigador, profesor de metodología
de la investigación y coordinador de postgrados e investigaciones
de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad
Dr. José Matías Delgado, El Salvador, Centroamérica. |