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Por Víctor Silva
Número 31
Hoy
en día ya no se discute que las identidades culturales se
construyen y que los elementos que participan en ese proceso son
heterogéneos y plurales. De esa forma se construyen tanto
las identidades políticas, sexuales, como las individuales
o colectivas, más un amplio y novedoso abanico de mezclas
y/o criollizaciones, si seguimos en este último punto a Édouard
Glissant1.
Estos procesos, y subrayo el hecho de que sean procesos y producciones
móviles y nómadas y no marcas estables y sustanciales,
deconstruyen y desarticulan las consideraciones binarias sobre el
mismo y el otro. Hablamos de deconstrucción como forma de
subvertir esos discursos binarios, como una especie de desobediencia
civil, incluso de disidencia, porque como plantea Jacques Derrida,
"la deconstrucción no consiste en pasar de un concepto
a otro, sino en invertir y en desplazar un orden conceptual"
(1971, 1989: 372). En este contexto más que referirnos a
una tendencia multicultural que recupera lo exótico
de las culturas, consideramos relevante el papel que ocupa la discontinuidad
histórica en la construcción identitaria, las elecciones
políticas y económicas que han tomado (y toman) las
comunidades, los cambios que se han ido produciendo y las líneas
de fuga que atraviesan a las sociedades considerándolas
como rizomas. Por eso más que hablar de raíces
y árboles, o de identidades de raíz única,
nos interesa destacar los rizomas y los agenciamientos,
las líneas de fuga que se desplazan por entre las
grietas de las identidades y las alteridades, para desactivar esa
lógica binaria de pensar. Como escribe Claire Parnet:
Porvenir
y pasado no tienen mucho sentido, lo que cuenta es el devenir-presente:
la geografía y no la historia, el medio y no el principio
ni el final, la hierba que está en el medio y que crece
por el medio y no los árboles que tienen copa y raíces.
La hierba siempre está entre los adoquines. Pero el pensamiento
es precisamente aplastado por esos adoquines que llamamos filosofía,
por esas imágenes que lo ahogan y lo marchitan. 'Imágenes',
en este caso, no se refiere a la ideología2,
sino a toda una organización que obliga a que el pensamiento
se ejerza de forma efectiva de acuerdo con las normas de un poder
o de un orden establecidos; y aún más, que instala
en él un aparato de poder, que lo erige en aparato de poder:
la Ratio como tribunal, como Estado universal, como república
de los espíritus (cuanto más sometidos estéis,
más legisladores seréis, puesto que sólo
estaréis sometidos...a la razón pura) (Deleuze y
Parnet: 1977, 1997: 29).
La
situación se complica aún más en una contemporaneidad
donde las cartografías sociales las están dibujando
nuevos procesos multiculturales, plurales e híbridos. Los
intentos teóricos de que se transformen en interculturales
pasan por el desarrollo de los dispositivos de comunicación.
No obstante, en muchas de las propuestas teóricas que se
formulan no se tienen en cuenta las violencias simbólicas,
de acuerdo al concepto de Pierre Bourdieu, y reales que se están
produciendo por las actuaciones de los medios de comunicación.
Por otra parte, las temporalidades han cambiado y el tiempo vacío
y homogéneo con el que se construía el discurso esencialista
de las identidades se ha diseminado en un amplio abanico
de enunciados sobre la sexualidad, el feminismo, la raza, las organizaciones
sociales. En ese contexto de tiempos y espacios plurales, híbridos,
mestizos y rizomáticos, es que pretendemos ubicar el discurso
de género en esta comunicación, no considerándolo
como una esencia natural, sino una construcción enunciativa
que disemina aún más el actual momento híbrido
y mestizo de existencia.
Comenzamos ya con aclaraciones terminológicas, y de esa forma,
hay que aclarar que la diseminación, es una dispersión
radical, una dilapidación que estalla e impide que vuelva
al padre, es decir, que el logos vuelva a algún origen.
A través de la lógica del entre, la diseminación
no trabaja sólo el horizonte semántico de las palabras,
sino que hace proliferar lo seminal de su sentido en el juego
de la sintaxis en la que él se inserta. Esa sintaxis es desordenada
y a diferencia de lo semántico que "tiene como condición
la estructura (lo diferencial), pero no es él mismo, estructural",
lo seminal "se disemina sin haber sido nunca él mismo
y sin regreso a sí". Su empeño en la división
es decir en su multiplicación a pérdida y a muerte,
lo constituye como tal, en proliferación viva (Derrida, 1969,
1975: 527). La diseminación es el germen de la dispersión...
(...)
abre el camino a "la" simiente que no (se) produce,
por consiguiente, que no se adelanta sino en plural. Plural singular
que ningún origen singular habrá precedido jamás.
Germinación, diseminación. No hay primera inseminación.
La simiente, en primer lugar, es dispersada. La inseminación
"primera" es diseminación. Huella, injerto, cuya
huella se pierde (ibidem)
Por
lo tanto cuando decimos que las identidades se diseminan estamos
expresando que no hay vuelta al origen, a la raíz única,
sea esta territorial o personal, sino que la multiplicación
sigue líneas nómadas, móviles, contienen la
flexibilidad de la construcción permanente. Una identidad
-siguiendo a Derrida- dislocada, desplazada, enviada fuera de sí
misma, es decir, diseminada (487).
Los
medios de comunicación y sus enunciados performativos
En el caso que nos ocupa los medios de comunicación -desde
los artefactos técnicos- construyen performativamente
enunciados sobre el OTRO sin ningún correlato referencial.
No obstante, y lo sostenemos como hipótesis, esos performativos
se nos presentan como constatativos, es decir, construyen
los hechos por la fuerza de la enunciación pero se presentan
virtualmente como descripciones de hechos, como simple verdad que
se opone a todas las falsedades sobre las cuales ellos nos alertan.
Asimismo, y como segunda hipótesis, señalamos que
el performativo es desbordado por el acontecimiento, el primero
ya no puede contener la imprevisibilidad del segundo.
Pero vamos por parte y reflexionemos previamente sobre el contexto
en este marco de diseminación. En la marca se injertan enunciados
complicando la situación del contexto, que aunque siempre
la relación marca-contexto sea compleja, en este caso se
transforma al obtener el simulacro consistencia y materialidad en
su propia inmaterialidad (lo que es una paradoja). Como señala
Derrida: "la ausencia del referente es una posibilidad admitida
con bastante facilidad hoy día" (1971, 1989: 359). Esa
posibilidad no es sólo una eventualidad empírica,
sino que construye la marca, "y la presencia eventual del referente
en el momento en que es designado" (ibidem, 360).
Las huellas de la virtualidad o del simulacro mediático ya
no sólo alejan el referente, como ocurre con cualquier escritura,
sino que cambian los tiempos, o mejor dicho, los ritmos de la experiencia
del tener-lugar, la materialidad institucional desde las
que se construían los discursos. En ese sentido, de acuerdo
a los discursos que construyen los medios de comunicación,
la mujer agredida latinoamericana, la prostituta del Este o la fundamentalista
musulmana que acepta sin reservas llevar burka, no son casos
específicos y singulares sino marcas culturales que representan
contextualmente a toda la cultura de referencia.
Hasta una intelectual mujer occidental, y subrayo esos rasgos, como
es el caso de Oriana Fallaci, se sube al grupo de académicos
e intelectuales que señalan la superioridad de Occidente
sobre Oriente. Sin tener en cuenta que Oriente ha sido transformado
por Occidente, "no dejándolo intacto, infiltrándose
en él y envenenándole en su frase" (Derrida,
1969, 1975: 473). Sin embargo, esta actitud de intelectuales occidentales
(orientalistas, podríamos llamarlos junto con Edward Said)
que propagan discursos simplistas sobre el mundo musulmán
no es nueva. Ya lo señalaba Edward Said en los años
'70 en su obra Orientalismo, cuando denunciaba la actitud
académica "hacia el oriente islámico", actitudes
supuestamente eruditas que no hacían más que apoyar
las caricaturas que se propagaban en la cultura popular (1978, 1990:
341). Como ejemplo se puede citar el caso de Giovanni Sartori, que
con su tendencia a simplificar los hechos y aclarando que habla
desde un punto de vista laico y en términos culturales lo
que daría mayor respetabilidad a su discurso, dice que "la
civilización occidental y el islam actual son fundamentalmente
incompatibles, creo que es cierto y estoy dispuesto a defenderlo".
Posteriormente señala:
(...)
las dos cuestiones están en plantearse si los inmigrantes
que llegan desde el sur a Italia y España son gentes fáciles
de integrar y sobre todo si tienen voluntad de integrarse. Yo
creo que no tienen ningún deseo de integrarse salvo excepciones.
E incluso si desearan hacerlo serían los más difíciles
de integrar, ya que su sistema de creencias y de valores difiere
totalmente del nuestro (2001: 13)
Como
señala Edward Said, Oriente se tornó inmediatamente
accesible a un ciudadano occidental y, por lo tanto, se aproximó
más a él y es ahora menos un mito. Sin embargo, aunque
sea más conocido, no deja de ser un lugar cruzado por sórdidos
intereses puramente materiales, bajo la influencia del petróleo,
los grupos de presión sionistas que consolidan su control
sobre el Cercano Oriente, o la hostilidad religiosa "acompañada
de ignorancia" que desde hace mucho tiempo afecta todo lo relacionado
con el Islam, "hostilidad que cada día asume formas
diferentes" (Said, 2001: 2). Como escribe Said:
Un
rápido repaso a esos 50 años ofrece pruebas espectaculares
de que ni las actitudes desafiantes ni las actitudes sumisas de
los árabes han servido para cambiar las ideas de EEUU sobre
sus intereses en Oriente Próximo, un dominio regional cuyos
dos principales aspectos siguen siendo el abastecimiento rápido
y barato de petróleo y la protección de Israel (2002:
11).
Esos
intelectuales que denuncian la violencia que sufre la mujer en Oriente
(situación de violencia que es repudiable desde todo punto
de vista), no denuncian de la misma forma la violencia física
y simbólica que sufre la mujer en Occidente, profundizada
cada día más por los discursos que se construyen desde
los medios de comunicación (tanto los llamados informativos
como los publicitarios)3. Asimismo
no destacan que la mujer, sea en Oriente como en Occidente, sigue
siendo el sector social que sufre más y, por otra parte,
en el caso de la migración el sector menos protegido por
parte de las legislaciones y de los discursos mediáticos.
Por ello no es lo mismo ser un inmigrante hombre (que también
padece mecanismos estructurales de violencia) o una mujer inmigrante,
ya que esta última es mayor el grado de sufrimiento que padece,
tanto si hablamos del punto de vista laboral como desde las relaciones
sociales.
El performativo que se construye desde los medios de comunicación,
no sólo hace "las cosas" mediante palabras, parafraseando
a Austin, sino que se convierte en el acontecimiento, que a su vez
generaliza y homogeneiza las culturas. Volvemos a ese tiempo homogéneo
y vacío, a esa identidad de raíz única que
no permite ver la complejidad rizomática de las identidades
culturales. Esta reducción privilegia el contexto con centros
de anclajes y no permite que el signo pueda ser injertado, citado,
puesto entre comillas y, en el fondo, romper con todo contexto dado
y "engendrar al infinito nuevos contextos, de manera absolutamente
no saturable". Como escribe Derrida:
Esto
no supone que la marca valga fuera de contexto, sino al contrario,
que no hay más que contextos sin ningún centro de
anclaje absoluto. Esta citacionalidad, esta duplicación
o duplicidad, esta iterabilidad de la marca no es un accidente
o una anomalía, es eso (normal/anormal) sin lo cual una
marca no podría siquiera tener un funcionamiento llamado
"normal" (1971, 1989: 362)
Una
marca debe poder citarse y su origen perderse en el camino sin encontrarse
su meta o destino, sino injertarse en líneas de fuga que
se pierden cuando se encuentran con otras líneas. Hay que
tener en cuenta que aunque el discurso de los medios de comunicación
se construye sobre la dualidad de la verdad/falsedad, esos fetiches
decía Austín, el performativo se construye sobre el
valor de la fuerza y de la diferencia de la fuerza. "Así
son las cosas y así se las hemos contado", decía
un popular presentador de noticias. Su cuento era la verdad, aunque
-jugando con las palabras- no fuera más que un cuento, un
relato ficcional.
Para clarificar términos vale la pena recordar que Austin
distinguió entre actos de habla constatativos, que son las
afirmaciones clásicas concebidas en muchas ocasiones como
verdaderas o falsas de los hechos, y actos de habla performativos4,
que son los que nos permiten hacer algo por medio de la palabra
misma. Los performativos producen o transforman una situación
determinada. Por otra parte hay que considerar -más si se
analiza el discurso de los medios de comunicación desde los
actos de habla performativos- que las nociones de Austin de ilocución
o perlocución no designan el transporte o el paso de un contenido
de sentido, es decir de la comunicación, sino la comunicación
de un movimiento original, una operación y producción
de un efecto. Como señala Derrida:
Comunicar,
en el caso del performativo, si algo semejante existe con todo
rigor y en puridad (...) sería comunicar una fuerza por
el impulso de una marca" (1971, 1989: 362). Por otra parte,
a diferencia del enunciado constatativo, el performativo no tiene
su referente fuera de él, antes o frente a él, no
describe algo que exista fuera del lenguaje o ante él,
sino que produce o transforma una situación, y si -como
recuerda Derrida- "se puede decir que un enunciado constatativo
efectúa también algo y transforma siempre una situación,
no se puede decir que esto constituya su estructura interna, su
función o su destino manifiestos como en el caso del performativo(363).
Un aspecto de relevancia que hay que tener en cuenta -si se analiza
en el marco de la comunicación y teniendo en cuenta las hipótesis
planteadas- es que el performativo es comunicación de un
sentido intencional, incluso si este sentido no tiene referente
en la forma de una cosa o de un estado de cosas anterior o exterior.
Esta
presencia consciente de los locutores o receptores que participan
en la realización de un performativo, su presencia consciente
e intencional en la totalidad de la operación implica teleológicamente
que ningún resto escapa a la totalización presente.
Ningún resto, ni en la definición de las convenciones
exigidas ni en el contexto interno y lingüístico,
ni en la forma gramatical ni en la determinación semántica
de las palabras empleadas; ningún polisemia irreductible,
es decir, ninguna "diseminación" que escape al
horizonte de la unidad del sentido (364).
Pero
vamos a complicar un poco la situación. Si el performativo
se formula conscientemente, según la exposición de
Austin, no podría ser sorprendido por un acontecimiento,
es decir, el acontecimiento que se formula por el performativo debe
ser intencionada y conscientemente formulado. En la segunda conferencia
que se publica en Cómo hacer cosas con palabras (traducción
del texto inglés How to do things with words) señala
los posibles fracasos o desgracias de la enunciación performativa,
que serían: 1) procedimiento convencional: "tiene que
haber un procedimiento convencional aceptado, que posea cierto efecto
convencional; dicho procedimiento debe incluir la emisión
de ciertas palabras por parte de ciertas personas en ciertas circunstancias";
2) la corrección: "en un caso dado, las personas y circunstancias
particulares deben ser las apropiadas para recurrir al procedimiento
particular que se emplea"; 3) integralmente: "el procedimiento
debe llevarse a cabo por todos los participantes en forma correcta"
y "en todos los casos"; 4) "en aquellos casos en
que, como sucede a menudo, el procedimiento requiere que quienes
lo usan tengan ciertos pensamientos o sentimientos, o está
dirigido a que sobrevenga cierta conducta correspondiente de algún
participante, entonces quien participa en él y recurre así
al procedimiento debe tener en los hechos tales pensamientos o sentimientos,
o los participantes deben estar animados por el propósito
de conducirse de la manera adecuada" y 5) "los participantes
tienen que comportarse efectivamente así en su oportunidad"
(Austin: 1962, 1990: 56). En resumen: la intención es el
centro organizador y, por lo tanto, la posibilidad de lo negativo
es estructural pero es excluida como riesgo accidental. Se excluye
la sorpresa, lo parasitario, como por ejemplo la cita, el paréntesis,
el margen. Lo que no tuvo en cuenta Austin es que la producción
de acontecimientos, aún más en el actual dominio de
lo mediático, en muchas ocasiones, no puede ser previsible,
formularse intencionada y conscientemente. Sino tengamos en cuenta
los hechos del 11 de septiembre y el atentado a las torres gemelas,
¿qué performativo podía prever esos acontecimientos?
Al dejar fuera la cita, como elemento parasitario, y considerarla
como lo "no serio", "lo impuro", Austin no tuvo
en consideración que sin la citacionalidad (utilizando
el término de Derrida), es decir, "lo impuro",
no hay posibilidad de que exista un performativo exitoso, porque
-como muy bien lo analizó Derrida- "un performativo
con éxito es forzosamente un performativo 'impuro'"
(1971, 1989: 367). Un enunciado performativo debe ser iterable,
repetible, debe poder de alguna manera ser identificado como "cita",
más en un medio de comunicación donde la iterabilidad
es una de las características sobresalientes de su marco
discursivo.
(...)
esta pureza relativa (de los performativos) no se levanta contra
la citacionalidad o la iterabilidad, sino contra otras especies
de iteración en el interior de una iterabilidad general
que produce una fractura en la pureza pretendidamente rigurosa
de todo acontecimiento de discurso o de todo speech act.
Es preciso, pues, no tanto oponer la citación o la iteración
a la no iteración de un acontecimiento sino construir una
tipología diferencial de formas de iteración (...)
En esta tipología, la categoría de intención
no desaparecerá, tendrá su lugar, pero, desde este
lugar, no podrá ya gobernar toda la escena y todo el sistema
de la enunciación (ibidem, 368).
Se
tratará fundamentalmente de diferentes tipos de marcas o
de cadenas de marcas iterables y no de una oposición entre
enunciados citables, por una parte, enunciados-acontecimientos singulares
y originales, por otra. "La primera consecuencia será
la siguiente: dada esta estructura de iteración, la intención
que anima la iteración no estará nunca presente totalmente
a sí misma y a su contenido" (ibidem). La iteración
que la estructura introduce a priori es una rotura esencial.
Por lo tanto lo considerado "no serio" ya no podrá
ser excluido, como lo deseaba Austin, del lenguaje "ordinario".
Para Jacques Derrida el espacio general de su posibilidad
(es decir el espaciamiento como disrupción de la presencia
en la marcha, la tele-comunicación por ejemplo) no puede
ser excluido, aunque se oponga término a término a
los efectos de la conciencia, del habla (como oposición a
la escritura o a lo que nosotros llamamos técnica),
porque "no hay ningún efecto de performativo, ningún
efecto de lenguaje ordinario, ningún efecto de presencia
y de acontecimiento discursivo" (369) que excluya ese espacio
general de posibilidad. En definitiva, la discusión se
plantea entre la presencia (habla) y la ausencia (tele-técnica),
aunque hay que tener en cuenta que donde hay ausencia o mejor dicho
no-presencia, están las huellas de lo que estuvo presente
en un estado pasado.
La paradoja actual -si consideramos la dualidad presencia-ausencia
(no presencia)- es que si ese acontecimiento debe tener lugar por
definición, hoy día ese lugar ha sido dislocado, el
tener lugar es cada día más una virtualidad, un no
lugar, un espacio general de posibilidad, o un como si,
según la consideración de la virtualidad de Derrida.
Por lo tanto -como proponíamos como hipótesis- el
acontecimiento sorprende al performativo, si estoy preparado o soy
conciente de la presencia de ese enunciado, no hay sorpresa, imprevisibilidad.
Lo único que puede ocurrir es lo imposible, por lo
tanto, la fuerza del acontecimiento es siempre más fuerte
que la del performativo. "(...) ante el/lo otro que llega y
me ocurre, toda fuerza performativa queda desbordada, excedida,
expuesta" (2001, 2002: 75).
La fuerza de la distinción entre performativo-constatativo,
acontecimiento (tener lugar)-virtualidad (huella), en el análisis
de los discursos que los medios de comunicación construyen
sobre las alteridades (en el caso multicultural de la mujer-migrante),
nos alertan sobre la posibilidad de un dominio técnico que
produce los acontecimientos, que etnocéntricamente reducen
la compleja relación entre culturas a titulares, confunde
los contextos con las singularidades, y nos plantean que son enunciados
sobre la verdad y la falsedad (constatativo) cuando no son más
que fuerzas enunciativas de acontecimientos que sorprenden a los
propios performativos.
Cito como ejemplo el siguiente texto de Said:
En
el cine y en la televisión, el árabe se asocia con
la lascivia o con una deshonestidad sanguinaria. Aparece como
un degenerado hipersexual, bastante capaz, es cierto, de tramar
intrigas tortuosas, pero esencialmente sádico, traidor
y vil. Comerciante de esclavos, camellero, traficante, canalla
subido de tono; estos son algunos de los papeles tradicionales
que los árabes desempeñan en el cine (1978, 1990:
338).
Con
referencia al performativo, si como plantea Derrida, es superado
por el acontecimiento (sea en formato noticias, publicidad o espectáculo
banalizado), éste, a su vez, en los discursos de los medios
de comunicación se encuentra impotente frente a la técnica
(lo que reduce en parte el poder que le otorga el filósofo
francés). Quiero decir que en la televisión, quizás
actualmente el medio por excelencia, el acontecimiento es la técnica
misma, el ojo que nos ve o la máquina de visión,
como diría Virilio, porque -como escribía el pintor
Paul Klee, "ahora los objetos nos perciben". Cito a Virilio:
En
efecto, hoy no se puede hablar del desarrollo de lo audiovisual
sin interpelar igualmente ese desarrollo de la imaginería
virtual y su influencia sobre los comportamientos, o más
aún, sin anunciar también esta nueva industrialización
de la visión, la expansión de un auténtico
mercado de la percepción sintética, con lo que eso
supone de cuestiones éticas, y no solamente las de control
y vigilancia con el delirio de la persecución que supone
eso, sino sobre todo la cuestión filosófica de ese
desdoblamiento del punto de vista, esa división
de la percepción del entorno entre lo animado, el sujeto
vivo, y lo inanimado, el objeto, la máquina de visión
(1998: 78).
Desde
el punto de vista del control social, el tener-lugar inherente
al acontecimiento y, por extensión, al performativo (que
tiene lugar en la conciencia y en la intencionalidad del hecho enunciado),
es el descrito por Gilles Deleuze, siguiendo a Burroughts.
Si como señala Gilles Deleuze:
Encuestas
recientes revelan que uno de los espectáculos más
apreciados es hoy la asistencia, en el plató, a un programa
televisivo: no se trata ya de belleza ni de pensamiento, sino
de entrar en contacto con la técnica, de tocar la técnica
(...) la continuidad mediante la cual el arte embellecía
y espiritualizaba la naturaleza, y después rivalizaba con
ella, se ha convertido en inserción televisiva. La visita
a la fábrica, con su severa disciplina, se ha convertido
en el espectáculo ideal (¿cómo se fábrica
un programa?), y lo enriquecedor en el valor estético
supremo ("fue una experiencia tan enriquecedora...").
La enciclopedia del mundo y la pedagogía de la percepción
han dejado su lugar a la formación profesional del ojo,
un mundo de controladores y controlados que comulgan en su admiración
por la técnica, por la mera técnica. Lentillas por
todas partes. Este es el punto en el que su optimismo crítico
se convierte en pesimismo crítico (1990, 1996: 119).
Y
es bueno aclarar que no nos encontramos en un mundo de ciencia ficción
(¿o si?) porque fueron difundidos por todos los medios, los
nuevos mecanismos de control que se están utilizando en Inglaterra,
donde los propios padres les colocan los chip ha sus hijos para
vigilarlos constantemente. Siguiendo con la televisión, hay
que tener en cuenta, que no se ha buscado su especificidad en una
función estética, sino en una función social,
de control y poder.
Como conclusiones primarias podemos considerar: 1) frente a una
diseminación de las identidades, en el contexto de las que
se ubican las identidades de género, los tele-medios de comunicación
reducen los contextos culturales singularizándolos, mostrando
una particularidad como la esencia natural de toda una cultura.
2) Frente a las actuales identidades rizomáticas los medios
de comunicación reducen la construcción identitaria
a una identidad de raíz única. 3) Los contextos, se
convierten en lo mediático, en centros de anclaje sin movilidad,
ya que es descartada la citacionalidad, la iterabilidad que
desarticula cualquier pretensión de centralidad. 4) En ese
contexto la performatividad, que conceptualmente produce los acontecimientos
pero que paradójicamente es superada por los mismos, se reduce
a un control enunciativo técnico, a una máquina
de visión, buscando su especificidad no en una función
estética, sino en una función social, de control y
poder. En este contexto es que tenemos que estar alerta sobre el
discurso de género que se construye en lo mediático.
Notas:
1Édouard
Glissant sostiene la tesis siguiente: "(...) el mundo se criolliza
o, lo que es lo mismo, (...) las culturas del mundo, en contacto
instantáneo y absolutamente conscientes, se alteran mutuamente
por medio de intercambios, de colisiones irremisibles y de guerras
sin piedad, pero también por medio de progresos de conciencia
y de esperanza que autorizan a afirmar -sin que uno sea un utópico
o, más bien, admitiendo serlo- que las distintas humanidades
actuales se despojan con dificultad de aquello en lo que han insistido
desde antiguo, a saber: el hecho de que la identidad de un individuo
no tiene vigencia ni reconocimiento salvo que sea exclusiva respecto
de la de todos los demás individuos (1996, 2002: 17-18).
2Recordamos
junto con Deleuze y Guattari que la noología no debe confundirse
con la ideología, la primera estudia las imágenes
del pensamiento y su historicidad. Ver de los autores mencionados
Mil mesetas, capitalismo y esquizofrenia (1980, 2000) y de
Deleuze y Parnet Diálogos (1977, 1997).
3Por
citar algunos ejemplos mencionamos: las denuncias no comprobadas
y consideradas falsas por los juzgados que realizó en Crónicas
marcianas Carmina Ordóñez, la falta de seriedad
con que ha sido tratado ese tema en ese mismo programa, la publicidad
de Coca Cola sobre el campeonato de fútbol infantil donde
un niño juega con muñecas y una niña a la pelota,
pero finalmente en la publicidad se observa como el niño
patea las cabezas de la muñecas a un estante donde tiene
atesoradas todas las cabezas, la violencia con que son tratadas
las mujeres en los programas rosas que han ocupado casi todas las
pantallas televisivas, como fue tratado en los informativos el caso
Nevenka Fernández, acosada sexualmente por un alcalde del
Partido Popular.
4Performative
fue traducido al español como realizativo, son neologismos
derivados de realizar. Perfomativo viene del inglés to perform.
Referencias
bibliográficas :
AUSTIN (1962) Cómo hacer
las cosas con palabras. Barcelona, Paidós. 1990
DELEUZE, Gilles (1990): Conversaciones. Valencia, Pre-textos. 1996.
DELEUZE, Gilles y GUATTARI, Félix (1980): Mil mesetas. Capitalismo
y esquizofrenia, Valencia, Pre-textos, 2000.
DELEUZE, Gilles y PARNET, Claire (1977) Diálogos. Valencia,
Pretextos, 1997.
DERRIDA, Jacques (1969) "La diseminación", en (1972)
La diseminación. Madrid, Fundamentos. 1975.
(1971) "Firma, acontecimiento, contexto" en Márgenes
de la filosofía. Madrid, Cátedra. 1989.
(2001): Universidad sin condición. Madrid, Trotta, 2002.
GLISSANT, Édouard (1996): Introducción a una poética
de lo diverso. Barcelona, Ediciones del Bronce, 2002.
SAID, Edward (1978) Orientalismo. Madrid, Libertarias/Prodhufi,
SA, 1990.
(2001) "Tiempo para la honestidad intelectual", Brecha.
27 de setiembre de 2001. Montevideo.
(2002) "EEUU y los árabes", El País. Miércoles
24 de julio de 2002. Madrid.
TERTSCH, Hermann (2001) "Entrevista a Giovanni Sartori: La
inmigración sin límites es una amenaza", Domingo.
El País, 8 de abril de 2001.
VIRILIO, Paul: (1995) La velocidad de liberación. Buenos
Aires, Manantial, 1997.
(1998): La máquina de visión. Madrid, Cátedra
(1999) La bomba informática. Madrid, Cátedra
Lic.
Víctor Manuel Silva Echeto
Grupo de investigación: Escrituras y
escritoras Universidad de Sevilla, España
y Universidad de la República,Uruguay. |