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Abril - Mayo 2003

 

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Circuito y "Cortocircuito" de la Palabra
 

Por Angelina Hernández
Número 32

La escuela de Saussure afirma que para que el circuito de la palabra sea completo se necesitan al menos dos personas y la facultad de asociación.1

Esa asociación se dará en la medida en que el emisor y el receptor compartan el mismo código. Sin embargo, hay ocasiones en las cuales aun cuando se complete el circuito de la palabra se producen verdaderos "cortocurcuitos" -sobre todo en la comunicación escrita- que nos aterran.

Dice Gabriel Fonnegra2 que el contenido y el estilo de un texto van de la mano de quien lo escribe; que el vigor, la belleza de las imágenes, la claridad, la palabra precisa y que todo lo que nos causa placer en la lectura proviene, antes que de un severo reglamento, del saber, la sensibilidad y la experiencia. Menciona también que en el fértil quehacer de la escritura conviene mantener una actitud abierta, creativa, que le permita a cada quien ir descubriendo su propio estilo.

La comunicación escrita expone la personalidad de su autor en función de la forma en que se manifiesta la combinación semántica, el tono, las figuras de dicción, el uso de neologismos, los tropos o giros de dicción.

A continuación anoto algunos criterios que a mi juicio debemos cuidar para mejorar este importante aspecto, necesario en la vida cotidiana, pero indispensable en nuestro desempeño profesional.

Revisión del texto. Una vez que hayamos concluido la escritura de un texto -y sobre todo si en el proceso hemos hecho alguna corrección-, es conveniente revisarlo dos veces para asegurarnos de que embona correctamente, que el texto tiene unidad y no se ve como un texto pegado.

Simplificación del lenguaje. Evitar palabras como inexpugnable, tangencial, dicotomía, ignoto, exigüidad. Incluso en aquellos artículos dirigidos a intelectuales el lenguaje deberá ser preciso y entendible, no pretencioso. Si existen tecnicismos, traducirlos al lector.

Evitar los eufemismos. La gente muere, no pasa a mejor vida.

Consistencia en los nombres. Identificar los componentes de los nombres de persona y cuidar las formas. Por ejemplo, si se refiere a Pedro Pablo Cabeza de Vaca de los Monteros y Aparicio no usarlo después como Cabeza de Vaca, y luego como de los Monteros, y lo mismo con nombres de instituciones o programas.

Concordancia de género y de número. No perder de vista el género del sujeto del cual se habla, ni su carácter singular o plural.

Todos somos en algún momento autores de textos, y en su producción hacemos evidente nuestra competencia textual, es decir, nuestros conocimientos de la lengua y de la cultura. La tendencia actual nos lleva hacia una redacción menos puntuada; pero en todo caso debemos ser claros y concisos y evitar el rebuscamiento y el excesivo uso de figuras oblicuas, tropos y tecnicismos, sin caer en el correccionismo extremo, que puede producir en nuestro lector o interlocutor el mismo "cortocircuito" que a nosotros al leer o escuchar expresiones tan desafortunadas como aceite de olivo, armatroste, antidiluviano, chequear, dentrífico, diabetis, gasolinería, impredictible, ingerencia, orfanatorio, preveer y variancia, entre otros.

Nuestra comunicación habla de nosotros y si tenemos la afortunada posibilidad de expresarnos en una lengua que es tan rica, tan vasta y variada, en la que además siempre encontraremos recursos para comunicarnos con propiedad, aprovechémosla para brillar con luz propia. Y algo más, evitemos los lugares comunes y tratemos de encontrar nuestra propia voz.


Notas:

1 Saussure, Ferdinand. Curso de lingüística general. Madrid, Alianza, c1987.
2 Fonnegra, Gabriel. Gramática Simpática. Bogotá, Panamericana, 1997.


Angelina Hernández Escobedo
Correctora de estilo de la Oficina de Imagen y Relaciones y profesora de Análisis de la Información en el Departamento de Letras del Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México, México.