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Por Víctor Montoya
Número 32
El origen del lenguaje
A
pesar de las innumerables investigaciones realizadas, no se sabe
con certeza cuándo y cómo nació el lenguaje,
esa facultad que el hombre tiene para comunicarse con sus semejantes,
valiéndose de un sistema formado por el conjunto de signos
lingüísticos y sus relaciones. Aunque muchos investigadores
tratan de echar luces sobre este misterio, sus resultados no pasan
de ser más que meras especulaciones. No obstante, por la
observación de los gritos de ciertos animales superiores,
algunos creen que tales gritos fueron los cimientos del lenguaje
hablado.
Desde
el punto de vista antropológico y etnológico, es indudable
que el lenguaje articulado constituye una de las manifestaciones
características que separan al hombre de los seres irracionales.
Éstos últimos expresan y comunican sus sensaciones
por medios instintivos, pero no hablan, a diferencia de los seres
dotados de conciencia. Por lo tanto, si tuviésemos que añadir
un sexto sentido a los cinco tradicionales, sin duda alguna ésta
sería el habla, ya que la lengua, además de servir
para el sentido del gusto y otras funciones cotidianas, tiene la
aplicación de emitir sonidos articulados, una particularidad
que, como ya dijimos, nos diferencia de los animales inferiores
con los que compartimos: vista, oído, tacto, olfato y gusto.
De otro lado, el animal no es capaz de planificar sus acciones,
puesto que toda su conducta instintiva está determinada por
su sistema de reflejos condicionados e incondicionados. La conducta
humana, en cambio, se define de forma absolutamente diferente. La
situación típica del individuo es el proceso de planteamiento
y solución de tal tarea por medio de la actividad intelectual,
que se vale no sólo de la experiencia individual, sino también
de la experiencia colectiva. Consiguientemente, el hombre, a diferencia
de los animales inferiores, sabe planificar sus acciones, y el instrumento
fundamental para tal planificación y solución de las
tareas mentales es el lenguaje. Aquí nos encontramos con
una de sus funciones más elementales: la función de
instrumento del acto intelectual, que se expresa en la percepción,
memoria, razonamiento, imaginación, etc.
Los
primeros signos articulados por los pitecántropos, que habitaron
en Asia y África, data de hace unos 600.000 a. de J.C. Después
vinieron otros homínidos cuya capacidad craneal, superior
al "Homo erectus", les permitió fabricar utensilios
rudimentarios y descubrir el fuego, pero también idear un
código de signos lingüísticos que los permitiera
comunicar sus sentimientos y pensamientos. Durante el paleolítico
(aproximadamente 35.000 a. de J.C.), tanto el "Hombre de Neandertal"
como el "Hombre de Cro-Magnon" dan señales de que
poseían un idioma comunicativo y una anatomía equiparable
a la del hombre moderno. Quizás éstos sean algunos
posibles "momentos" en la evolución del lenguaje
humano, desde la remota época en que el "Homo sapiens"
hacía simples gestos acompañados de gritos o interjecciones
-a la manera de ciertos animales-, hasta la descripción oral
de los objetos que le rodeaban y la designación de ideas
mediante sonidos que suponían el aumento de la capacidad
de abstracción; un periodo en el que nacen las primeras lenguas,
coincidiendo con el desplazamiento de los hombres primitivos.
Con
el transcurso del tiempo, los hombres primitivos empezaron a vivir
en pequeños grupos familiares, usando un lenguaje que era
de uso exclusivo del grupo, con palabras que expresaban una idea
común para todos. Poco a poco se fueron reuniendo en comunidades
más grandes, formando tribus y poblados. Algunos grupos se
desplazaron a lugares más o menos lejanos buscando nuevos
territorios donde se podía encontrar caza y pesca, mientras
otros se trasladaron en busca de regiones más cálidas,
generalmente junto a los ríos, donde construyeron sus chozas
y consolidaron su lengua materna. Valga aclarar que si los habitantes
de un lugar carecían de relaciones con los de otros, no es
nada probable que usaran el mismo lenguaje para comunicarse entre
sí, lo que hace suponer que desde el principio hubo varias
lenguas, y no una sola "lengua madre" como generalmente
creen los defensores del mito bíblico sobre "La Torre
de Babel".
La
filología comparada, en su estudio sobre las relaciones entre
las diversas lenguas, no ha logrado encontrar ninguna esencialmente
primitiva de la cual provengan todas las demás; ninguna "lengua
madre" universal, al margen de las hipótesis, asigna
la denominación de "lenguas madres" a aquellas
de las cuales se han derivado algunos idiomas, como el latín,
que es la "lengua madre" del francés, español,
portugués, italiano y otras lenguas neolatinas.
Los
antropólogos, etnólogos y lingüistas, desde Luis
Heyre (1797-1855) hasta la fecha, han realizado profundas investigaciones
en procura de averiguar la posible existencia de un primitivo origen
del lenguaje, estableciéndose diferentes hipótesis
encaminadas unas a las relaciones psicofísicas entre las
sensaciones de la visualidad y las auditivas; otras, tomando como
fundamento de la formación natural del lenguaje, la evolución
progresiva impuesta por el entorno social, y motivado por las necesidades
del ser humano. Se ha pensado en la onomatopeya, en la observación
del lenguaje infantil, en la expresión de sentimientos, en
las interjecciones, etc. Pero los más destacados psicólogos
y lingüistas -a la cabeza de Antonio Meillet (1866-1936)-,
han llegado al reconocimiento de que hallar un lenguaje primitivo
único es un problema insoluble, por lo que se limitan a clasificar
las lenguas y señalar las raíces de las que consideran
más primitivas.
En
cualquier caso, se debe añadir que la evolución del
lenguaje ha sido paralela a la evolución del hombre desde
la más remota antigüedad. Los idiomas que abundan en
la actualidad, agrupadas en las ramas de un mismo tronco lingüístico,
siguen causando controversias entre los investigadores, puesto que
el estudio del origen del lenguaje es tan complejo como querer encontrar
el "eslabón perdido" en el proceso de humanización
de nuestros antepasados.
Una
sociedad, por muy organizada que esté, es incapaz de fijar
definitivamente el lenguaje, porque éste se forma progresiva
y gradualmente, por lo que no existe ninguna lengua que pueda llamarse
completa por no existir ninguna que exprese todas nuestras sensaciones
y todas nuestras ideas. No obstante, el humano, como cualquier ser
social por naturaleza, necesita relacionarse con sus semejantes,
hablando y escuchando, y el principal instrumento de comunicación
es el lenguaje, cuyo sistema, constituido por signos verbales o
palabras, hace que los individuos se entiendan entre sí.
De no existir el lenguaje, tanto en su forma oral como escrita,
sería más difícil la convivencia social y más
primitiva nuestra forma de vida. Además, gracias al lenguaje
ha sido posible lograr grandes éxitos en el conocimiento
y dominio de las fuerzas de la naturaleza.
¿El
lenguaje es innato o adquirido?
En
la lingüística, como en otras ciencias del conocimiento
humano, existe una disputa entre el empirismo y el nativismo. El
nativismo sostiene que la capacidad de ver, oír, pensar y
hablar son actos innatos o genéticos. En cambio los empiristas,
a la cabeza de los behavioristas o conductistas, están convencidos
de que el niño aprende a hablar porque imita a los adultos
-sobre todo a la madre- y porque tiene necesidad de manifestar sus
necesidades y deseos. Según los empiristas, el niño
aprende el idioma de la misma manera que otras destrezas físicas
y mentales. Es decir, mediante la llamada "conducta operante",
que está determinada por la influencia de factores externos
o adquiridos y no así por medio de factores innatos o genéticos.
Así
como los empiristas están convencidos de que el niño
aprende a articular y combinar sonidos, los nativistas y los psicólogos
del Gestalt, que rechazan categóricamente la teoría
de que el entorno social sea el único factor determinante
en el desarrollo idiomático, están convencidos de
que el habla es un don biológico con el cual nacen los humanos,
y que la experiencia cognitiva es apenas un estímulo para
su desarrollo posterior. De ahí que el psicólogo Arnold
Gesell, a diferencia de John B. Watson y Brurrhus Skinner, sostiene
la concepción de que gran parte del desarrollo lingüístico
del individuo está determinado por factores de maduración
interna, y no por las simples influencias del entorno social.
El
desarrollo idiomático del individuo, en consecuencia, no
se puede explicar desde la "psicología del aprendizaje"
o conductismo, sino desde la perspectiva biológica; más
aún, si se considera el complicado proceso lingüístico
que se genera en el cerebro humano. Según J. Jackson (1835-1911),
"cada función realizada por el sistema nervioso es garantizada
no por un grupo reducido de células, sino por una complicada
jerarquía de niveles de la organización fisiológica
del sistema nervioso. En otras palabras, para que la persona pronuncie
una palabra no es suficiente con que se activen el grupo de células
de la corteza de los hemisferios del cerebro 'responsable' de esto
En la gestación de la palabra participan, según su
naturaleza, estructura 'profundidad de yacimiento', diversos mecanismos
cerebrales
En el mantenimiento de los procesos lingüísticos
toman parte tanto los más elementales mecanismos fisiológicos
del tipo 'estímulo respuesta' (E-R) como mecanismos específicos
que poseen estructura jerárquica y exclusivamente características
para las formas superiores de actividad lingüística"
(Petrovski, A., "Psicología general", 1980, pág.
193-94).
Para
el pensador y lingüista norteamericano Noam Chomsky -padre
de la "gramática generativa"-, el idioma es una
suerte de computadora que funciona de manera automática,
como los procesos de asociación antes de pensar. Chomsky
plantea la teoría de que el niño tiene una programación
genética para el aprendizaje de su lengua materna, desde
el instante en que las normas para las declinaciones de las palabras,
y la construcción sintáctica de las mismas, están
ya programadas genéticamente en el cerebro. Lo único
que hace falta es aprender a adaptar esos mecanismos gramaticales
al léxico y la sintaxis del idioma materno, que, en el fondo,
es una variante de una gramática que es común para
todas las lenguas, sin que esto quiera decir que exista -o existió-
una "lengua madre universal" de la cual derivan todos
los idiomas hasta hoy conocidos (Jeffmar, C., "Moder Utvecklingspsykologi",
1983, pág. 66).
El
segundo análisis crítico lo dirige Chomsky contra
el behaviorismo o conductismo, que contempla el comportamiento lingüístico
como un conjunto de estímulos y respuestas (E-R) o, lo que
es lo mismo, contra una concepción externa de la lengua.
Si el dualismo fue catalogado de error, el conductismo fue considerado
irracional, además de igualmente erróneo. El concepto
de que el lenguaje sea algo adquirido del entorno social contrasta
con la teoría defendida por los nativistas, según
la cual el lenguaje es un producto interior de la mente/cerebro
del hablante, independiente de las experiencias y los conocimientos
adquiridos del entorno social por medio del proceso de aprendizaje.
Con
todo, tanto las teorías chomskianas y nativistas han sido
motivos de controversias, sobre todo, cuando los empiristas y behavioristas,
que no aceptan la existencia de una gramática innata y programada
en el cerebro humano, señalan que las diferencias gramaticales
existentes entre los idiomas son pruebas de que el lenguaje es un
fenómeno adquirido por medio del proceso de aprendizaje.
Noam Chomsky, por su parte, responde que estas diferencias se presentan
sólo en la estructura superficial de los idiomas, pero no
en la estructura profunda. Es decir, si en la estructura superficial
se advierte las diferencias gramaticales de los distintos idiomas,
en la estructura profunda se advierte una gramática válida
para todos los idiomas, pues cada individuo, al nacer, posee una
gramática universal que, con el tiempo y gracias a un contexto
social concreto, se convierte en una gramática particular.
Asimismo,
aparte de las dos teorías mencionadas, se debe añadir
la concepción de los "interrelacionistas", quienes
consideran que el lenguaje es un producto tanto de factores innatos
como adquiridos, ya que el lenguaje depende de impulsos internos
y externos, que están determinados de antemano, lo que presupone
la preexistencia de sentimientos y pensamientos. Al faltar los conceptos
internos -por diversos motivos- falta también la facultad
del habla, como en los recién nacidos o en los impedidos
mentales. Pero para hablar, además de un contenido psíquico
mínimo, hace falta el estímulo externo, el impulso
de expresarse y hacer partícipes a los demás de nuestros
estados de ánimo. De ahí que el estudio del desarrollo
idiomático del individuo es tratado no sólo por la
psicolingüística, sino también por la sociolingüística,
que estudia cómo el idioma influye y es influido en la interrelación
existente entre el individuo y el contexto social, habida cuenta
que el lenguaje, además de ser un código de signos
lingüísticos, es el acto de expresar ideas y sentimientos
mediante la palabra; más todavía, cuando el lenguaje
es el primer patrimonio familiar que recibe el recién nacido,
a quien le acompaña desde la cuna hasta la tumba, y es la
herencia, a veces la única, que transmite a sus descendientes.
¿Primero
está el lenguaje o el pensamiento?
Si
para el polémico Noam Chomsky, el idioma es una especie de
computadora que funciona de manera automática, como los procesos
de asociación antes de pensar, entonces habría que
suponer que el lenguaje está primero. La "teoría
reguladora" explica que la acción y el pensamiento dependen
de la capacidad lingüística de la persona, en tanto
el psicólogo suizo Jean Piaget, cuyas teorías cognitivas
son ampliamente conocidas, sostiene que el lenguaje es, en gran
medida, el producto del desarrollo de la acción y el pensamiento,
ya que tanto la palabra como la idea son imágenes observadas
y no a la inversa. Empero, no faltan quienes aseveran que durante
el desarrollo intelectual del individuo hay una interrelación
dialéctica entre el lenguaje y el pensamiento. De modo que
responder a la pregunta si primero está el lenguaje o el
pensamiento, es lo mismo que responder a la pregunta si primero
está el huevo o la gallina.
De
cualquier modo, las tres teorías fundamentales que responden
a la pregunta de si primero está el lenguaje o el pensamiento
se pueden sintetizar así:
De
cualquier modo, las tres teorías fundamentales que responden
a la pregunta de si primero está el lenguaje o el pensamiento
se pueden sintetizar así:
1.
La teoría de: "el lenguaje está antes que el
pensamiento" plantea que el idioma influye o determina la capacidad
mental (pensamiento). En esta corriente lingüística
incide la "gramática generativa" de Noam Chomsky,
para quien existe un mecanismo idiomático innato, que hace
suponer que el pensamiento se desarrolla como consecuencia del desarrollo
idiomático. Por lo tanto, si se considera que el lenguaje
es un estado interior del cerebro del hablante, independiente de
otros elementos adquiridos del entorno social, entonces es fácil
suponer que primero está el lenguaje y después el
pensamiento; más todavía, si se parte del criterio
de que el lenguaje acelera nuestra actividad teórica, intelectual
y nuestras funciones psíquicas superiores (percepción,
memoria, pensamiento, etc).
2.
La teoría de: "el pensamiento está antes que
el lenguaje" sostiene que la capacidad de pensar influye en
el idioma. No en vano René Descartes acuñó
la frase: "primero pienso, luego existo". Asimismo, muchas
actitudes cotidianas se expresan con la frase: "tengo dificultad
de decir lo que pienso". Algunos psicolingüistas sostienen
que el lenguaje se desarrolla a partir del pensamiento, por cuanto
no es casual que se diga: "Una psiquis debidamente desarrollada
da un idioma efectivo". En esta corriente lingüística
esta la llamada "The cognition hypothesis" (La hipótesis
cognitiva), cuya teoría se resume en el concepto de que el
"pensamiento está antes que el lenguaje". Pero
quizás uno de sus mayores representantes sea Jean Piaget,
para quien el pensamiento se produce de la acción, y que
el lenguaje es una más de las formas de liberar el pensamiento
de la acción. "Piaget indica que el grado de asimilación
del lenguaje por parte del niño, y también el grado
de significación y utilidad que reporte el lenguaje a su
actividad mental depende hasta cierto punto de las acciones mentales
que desempeñe; es decir, que depende de que el niño
piense con preconceptos, operaciones concretas u operaciones formales"
(Richmond, P. G., "Introducción a Piaget", 1981,
pág. 139).
3.
La "teoría simultánea" define que tanto
el lenguaje como el pensamiento están ligados entre sí.
Esta teoría fue dada a conocer ampliamente por el psicólogo
ruso L.S. Vigotsky, quien explicaba que el pensamiento y el lenguaje
se desarrollaban en una interrelación dialéctica,
aunque considera que las estructuras del habla se convierten en
estructuras básicas del pensamiento, así como la conciencia
del individuo es primordialmente lingüística, debido
al significado que tiene el lenguaje o la actividad lingüística
en la realización de las funciones psíquicas superiores
del hombre. Asimismo, "El lenguaje está particularmente
ligado al pensamiento. Sin embargo, entre ellos no hay una relación
de paralelismo, como frecuentemente consideran los lógicos
y lingüistas tratando de encontrar en el pensamiento equivalentes
exactos a las unidades lingüísticas y viceversa; al
contrario, el pensamiento es lingüístico por su naturaleza,
el lenguaje es el instrumento del pensamiento. Lazos no menos fuertes
ligan al lenguaje con la memoria. La verdadera memoria humana (intermediadora)
más frecuentemente se apoya en el lenguaje que en otras formas
de intermediación. En igual medida se realiza la percepción
con la ayuda de la actividad lingüística" (Petrovski,
A., "Psicología general", 1980, pág. 205).
Así
pues, las diversas teorías que pretenden explicar el origen
del lenguaje, las funciones del pensamiento y sus operaciones concretas,
son motivos de controversias entre los estudiosos de estas ramas
del conocimiento humano. Empero, cualquier esfuerzo por echar nuevas
luces sobre este tema, tan fascinante como explicarse los misterios
del universo, es siempre un buen pretexto para volver a estudiar
las ciencias que conciernen al lenguaje y el pensamiento de todo
ser dotado de capacidad racional y sentido lógico.
Referencias:
Jeffmar,
Christer: "Moder Utvecklingspsykologi", Ed. Studentlitteratur,
Lund, 1983.
Petrovski,
A. : "Psicología General", Ed. Progeso, Moscú,
1980.
Richmond,
P. G.: "Introducción a Piaget", Ed. Fundamentos,
España, 1981.
Víctor
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