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Por Javier Esteinou
Número 33
No obstante que a principios
del siglo XXI los medios de información, especialmente electrónicos,
utilizan el espacio aéreo que es un bien limitado, propiedad
de la Nación, y que gradualmente, se han convertido en el
centro del poder contemporáneo; su operación no ha
funcionado en espacios neutros o independientes, sino que ha funcionado
vinculada a las necesidades de reproducción de nuestra sociedad
en vías de industrialización, de globalización
y de conservación del poder tradicional.. Dentro de este
marco estructural, el margen de participación de los movimientos
sociales a través de los medios de comunicación no
ha sido monolítico; sino que ha oscilado formando una gama
de intervenciones desde las cerradas, hasta las abiertas y variando
de los canales escritos, hasta los electrónicos. Así,
encontramos que las vías a través de las cuales los
movimientos sociales mexicanos han participado con mayor fuerza
desde principios de siglo hasta la fecha para expresar sus intereses
y demandas, se concentra con gran peso en los medios impresos y
se cierra casi por completo en los canales electrónicos,
particularmente, audiovisuales.
De ésta forma, la naturaleza
social de los medios de comunicación desde un principio ha
quedado determinada por la presencia de un fuerte contexto económico
y político que ha condicionado herméticamente el uso
social de los mismos por otros sectores más amplios que no
sean los propietarios o representantes del gran capital interno
y transnacional en el país. Esta situación alcanzó
su mayor esplendor en el caso de la televisión mexicana,
tanto pública como privada, pues es el medio que mas ha llegado
a ser monopolizado por el poder nacional, al grado de que vía
este se ha construido otro proyecto cultural contrario al proyecto
de los grandes grupos que sostienen nuestra nación.
En éste sentido, derivado
de este condicionamiento estructural, por ejemplo, la televisión
mexicana surge en la década de los años cincuentas
adoptando el modelo comercial de desarrollo de la televisión
norteamericana y enmarca mayoritariamente su funcionamiento bajo
el régimen de concesión privada que conserva hasta
nuestros días. Dicho modelo se caracterizó por ser
"uno de sistemas mas altamente concentradores y monopólicos
del mundo por su fuerte discrecionalidad, al grado que a principios
del siglo XXI las reglas que existen son las de un duoplio asimétrico
con un jugador predominante que es Televisa. Así, el grupo
Televisa cuenta con 306 estaciones de televisión que abarcan
el 80 % del auditorio nacional y el 70 % de todos los presupuestos
de publicidad en México. Televisión Azteca posee 180
estaciones, acaparando el 20 % del auditorio y el 30 % de la publicidad;
y el resto de las empresas tienen que sobrevivir con las migajas
que quedan. Con ello, estas dos empresas de televisión han
generado una problemática de concentración de medios
en la misma ciudad, propiedad cruzada de medios monopolización
de las cuotas de producción nacional y el acceso a producciones
independientes en los horarios de mayor audiencia, la relación
con los inversionistas extranjeros y el control de los topes de
mercado para ser explotados por estaciones de una sola empresa,
la imposibilidad de participación de la sociedad en la revocación
o refrendo de las concesiones, la renta de estaciones, la concentración
todas las formas de producción y distribución de la
programación en México en una compañía
mayoritaria, el desperdicio escandaloso de canales dedicados a la
reventa de señales de formatos y programación extranjera,
etc."1.
En cuanto a la radio comercial,
el 76 % del sector se encuentra en manos de 14 familias y sólo
4 grandes cadenas aglutinan casi la mitad del total de las emisoras
(47.8 %). Realidades que son impensables en otros países2.
Es dentro de este esquema mercantil
que la televisión nacional se desarrolló y donde alcanzó
hasta ahora su mayor dinámica de expansión e influencia
sobre la cultura nacional. Sin embargo, contraria y paralelamente
a esta realidad privada, aparece de manera muy tardía, a
finales de los años sesenta, la televisión pública
en nuestro territorio. Su lenta incorporación al panorama
cultural de la nación, provoca que ésta emerja y madure
con una personalidad social poco definida, con menor experiencia
audiovisual, reducido apoyo económico, bajo nivel de credibilidad
en el auditorio, proyecto cultural confuso, mayores presiones burocráticas,
menor cobertura geográfica de influencia, grandes contradicciones
en sus líneas de dirección, etc.
Es por ello, que dentro de un clima
de agotamiento de nuestro tradicional modelo de crecimiento hacia
adentro y de incorporación intensiva de nuestra economía
a los procesos de globalización mundial, nos preguntamos
¿ Qué han hecho las empresas de televisión
nacionales para permitir que en las últimas décadas
los grupos sociales expongan colectivamente sus necesidades fundamentales
y participen a través de éstos en los macro procesos
de dirección del país ?.
En términos generales, podemos
decir que en comparación con las gestiones televisivas de
los regímenes de gobierno anteriores, en esta nueva administración
gubernamental la televisión ha conquistado algunos avances
importantes, en el terreno administrativo, financiero, cultural,
legal, tecnológico, reorganizativo, etc. sin embargo, no
obstante los éxitos alcanzados, también podemos decir,
que salvo algunas excepciones, la información televisiva
que ha producido y difundido este proyecto cultural de gobierno,
no ha permitido la expresión de las necesidades de los grandes
grupos sociales a través de esta; y en consecuencia, no se
ha dedicado sustantivamente a crear conciencia sobre los principales
problemas que debemos resolver para sobrevivir.
Así, observamos que no obstante
que en la actualidad la sociedad mexicana ya alcanzó los
110 millones de habitantes, y pese a que, en última instancia,
los grupos básicos que sostienen a nuestra nación
son los que financian el funcionamiento de la televisión;
confirmamos que la mayor parte de estos sectores básicos
no tienen acceso para participar dentro de este medio de comunicación
para exponer colectivamente sus necesidades e incorporarse a los
procesos de gestión pública del país, vía
esta tecnología cultural.
En este sentido, constatamos, por
ejemplo que las organizaciones campesinas no cuentan con
espacios televisivos para desde estos solicitar apoyos crediticios
para trabajar en el campo, exigir mejores precios de garantía
a sus cosechas, demandar el reparto de tierras, denunciar el extendido
cacicazgo y la corrupción de autoridades o funcionarios,
etc. Los sindicatos tampoco cuentan con tiempo informativo
para pedir aumentos salariales, elevar sus condiciones generales
de vida, denunciar las anomalías existentes en el interior
de sus grupos, etc.
Los partidos políticos
tampoco gozan de suficiente margen televisivo para fortalecer
su participación en la sociedad, perfeccionar el sistema
electoral, mantener contacto masivo con sus representados, difundir
sus propuestas y posiciones partidistas, salvo en los períodos
electorales, etc. Los numerosos grupos indígenas fundadores
desde hace milenios de nuestro territorio y cultura, todavía,
en el siglo XXI, no tienen ningún espacio en la televisión
para expresar sus necesidades, dolor, marginación y tristeza
generado desde hace 500 años con la Conquista Española
y las subsecuentes reconquistas nacionales, etc. En este sentido,
ni la Marcha por la Paz realizada en el 2001 por el Ejercito Zapatista
de Liberación Nacional (EZLN) desde el corazón de
la selva chiapaneca hasta el centro del país, logró
conseguir que el Senado de la República aprobara en los Acuerdos
de San Andrés Larráinzar que las etnias contaran con
medios de comunicación propios3.
No obstante que actualmente vivimos
una fase de gravísimo colapso ambiental en el Valle de México
y el resto del país por la profunda relación destructiva
que mantenemos con la naturaleza, los movimientos ecologistas,
no cuentan con ningún espacio de las redes nacionales de
televisión para difundir su labor en pro de la defensa de
la vida y crear culturas sustentables. Los sectores magisteriales,
no obstante que sobre ellos descansa la operación de la formación
del capital cerebral del país a través de su acción
educativa, tampoco cuentan con espacios en los medios audiovisuales
para contrarrestar la acción deformante de la cultura parasitaria
que ha creado la sociedad de consumo y fortalecer con ello el proyecto
educativo de la escuela nacional.
Otras células básicas
como son los organismos no gubernamentales, las iglesias, los
movimientos urbanos, los productores agropecuarios, la mayoría
de las universidades o centros de educación superior, los
transportistas, los grupos de amas de casas, las asociaciones de
padres de familia, los grupos de colonos, los estudiantes, los profesionistas,
etc. tampoco disponen de espacios en las pantallas para plantear
y discutir sus problemáticas particulares.
Incluso este hermetismo del sistema
mediático llegó a tales extremos históricos
que "pese a que el Congreso de la Unión es el corazón
político del país, pues los principales asuntos públicos
cruzan por éste y a que desde el origen de la radio y la
televisión el Estado mexicano contó con suficientes
recursos tecnológicos y espaciales para dotar de medios de
comunicación propios al Poder Legislativo; fue hasta el 28
de agosto del 2000, es decir, setenta años después
del surgimiento de la radio y cincuenta años posteriores
al nacimiento de la televisión en México, cuando el
Congreso inauguró su propio Canal de Televisión. Durante
todas estas décadas, la imagen pública del Congreso
de la Unión fue construida desde las políticas privadas
de los medios comerciales, y por lo tanto, desde la tiranía
del raiting manejada por la lógica del mercado; y no por
otras dinámicas de articulación Estado-sociedad. Debido
a ello, en muchos momentos la imagen del Poder Legislativo fue elaborada
y transmitida con simples criterios de obtención de auditorios
cautivos, mediante la espectacularización del Congreso y
no desde las bases para la edificación de una ciudadanía
mejor informada para decidir sobre los asuntos y procesos públicos"4.
Así, "la imagen colectiva
del congreso quedó secuestrada durante muchos años
por la dinámica lucrativa e intereses particulares de los
medios comerciales. En este contexto, el Congreso se convirtió
en un espectáculo más del imaginario mediático
que vendieron los medios durante varias décadas según
las exigencias de conservación e incremento del raiting.
De esta forma, el Congreso quedó como rehén de los
medios privados que en muchos momentos, sólo lo presentaron,
por un lado, como parte de sus géneros espectaculares
al ridiculizarlo como un espacio de conflictos, ineficiencias,
pleitos, insultos, abusos, irracionalidades, chantajes, golpes e
irresponsabilidades legislativas. Por otro, al difundir lo anecdótico,
lo minúsculo, lo secundario y lo insustancial de la imagen
del Congreso y marginar el conocimiento de la gran función
pública y vertebral del mismo para mantener el equilibrio
político nacional. Con ello, históricamente la presencia
pública del Poder Legislativo en el marco cultural de nuestro
país, se redujo a una versión reducida, alterada,
escandalosa, caricaturizada, amarillista y debilitada"5.
Con la "aplicación de
esta dinámica informativa y cultural se privatizó
lo público y lo privado se volvió público:
El Congreso se convirtió en una caja negra donde finalmente
la población no supo a fondo que sucedía en éste,
salvo la imagen cercenada dieron los medios privados. Así,
se contribuyó a banalizar lo público y a vaciarlo
de sentido"6. De esta forma,
"como en un acto de magia, durante varias décadas, los
medios comerciales le ocultaron su país a los mexicanos y
les mostraron otra nación que no correspondió a la
realidad nacional"7. Mediante
esta "estrategia de subordinación mediática de
la imagen del congreso a los criterios de los medios comerciales,
durante varias décadas se debilitó sustancialmente
en la vida cotidiana, la fuerza de contrapeso y vigilancia del Poder
Legislativo frente al Poder Ejecutivo y otros poderes centrales.
Con ello, se contribuyó de forma meridiana a construir durante
7 décadas la estructura autoritaria, elitista, unipartidista,
discrecional, manipuladora, etc. del viejo régimen político
en la nación: vulnerar al Congreso con la deformación
de si imagen, significó vulnerar el avance del proceso democrático
de la sociedad"8.
Dicha situación de discrecionalidad
y desigualdad de la vieja clase política llegó a su
extremo de desvergüenza y abuso cuando ante la iniciativa del
Congreso de la Unión en mayo del 2002 para suprimir o reducir
los 260 millones de pesos al año que costó sostener
la pensión vitalicia de los 5 ex presidentes, el Ex Mandatario
José López Portillo (1978-1982) propuso para compensar
este desequilibrio a sus erarios personales que "el Estado
ofrezca concesiones de radio y televisión a los ex presidentes,
para que los ex mandatarios no tengan que depender del fisco. Cosas
que produzcan y generen riqueza, pero que no le cuestan al pueblo
de México"9.
Este panorama de cerrazón
de los canales de información hacia los sectores sociales
se refuerzó jurídicamente cuando observamos que después
de 72 años de historia de la radio y de 51 de la televisión
en México la sociedad no goza de los derechos ciudadanos
básicos en materia de comunicación. Así, por
ejemplo, en primer termino, los receptores no cuentan con un verdadero
Derecho de Replica en los medios de información, especialmente
electrónicos, pues el Nuevo Reglamento de Radio y Televisión
en Materia de Concesiones, Permisos y Contenido, sólo autoriza
en su artículo 38 que "toda persona física o
moral, podrá ejercitar el derecho de réplica cuando
un material que sea difundido en cualquier programa de una estación
de radio o de televisión no cite la fuente de la cual extrajo
la información y considere que los hechos que la alude son
falsos e injuriosos"10.
Esta normatividad imposibilita que los receptores puedan intervenir
cuando se les difame, insulte, desacredite, ofenda, etc. en los
medios si la fuente esta bien citada. Es decir, esta marco legal
permite la calumnia bien documentada.
En segundo término, el Consejo
Nacional de Radio y Televisión, que es la entidad encargada,
entre otras, de coordinar las actividades de la Ley Federal de Radio
y Televisión y de elevar el nivel moral, artístico,
y social de las transmisiones, permite la participación amplia,
con voz y voto, de un representante la Secretaría de Gobernación,
uno de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, uno
de la Secretaría de Educación Pública, uno
de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, tres de la Industria
de la Radio y Televisión (CIRT), dos de los trabajadores
y finalmente, sólo uno de la sociedad civil, pero éste
último, con voz y sin voto11.
En este sentido, el representante del sector mayoritario de la comunidad
que mantiene el funcionamiento de la radio y televisión permanece
como espectador con las manos atadas.
En tercer término, la participación
social en los canales de difusión que podría haberse
dado desde hace varias décadas, vía el uso de los
tiempos oficiales del 12.5 % en radio y televisión y los
tiempos fiscales12; fue reducido
a 18 minutos diarios en televisión y treinta y cinco minutos
en radio por el Decreto Presidencial Sobre Uso de los Tiempos Oficiales
del 10 de octubre del 200213.
De esta forma, el Estado mexicano cerró constitucionalmente
la posibilidad de que la sociedad participara vía los espacios
oficiales en la radio y televisión.
En cuarto término, ni siquiera
el tiempo de Estado que por ley el artículo 47 del Código
Federal de Instituciones Políticas y Procedimientos Electorales
(COFIPE) le otorga al Instituto Federal Electoral (IFE) para que
en los periodos de comicios los partidos políticos cuenten
con espacios estatales en los canales colectivos de información
para la difusión de su propaganda partidista, no fue acatado
por los concesionarios de los medios electrónicos. Por ejemplo,
en las elecciones del 6 de julio del 2003 para renovar el Poder
Legislativo, los propietarios de las principales cadenas de televisión,
Televisa y Televisión Azteca, no aceptaron pasar las campañas
de los 11 partidos políticos nacionales en contienda en 100
horas de televisión y 125 horas en radio, vía segmentos
distribuidos de 5 minutos, en los horarios estelares de sus 56 radiodifusoras
en 14 estados del país y los colocaron en horarios de bajísimos
ratings. Mediante ello, el Plan de Medios del Instituto Federal
Electoral para formar una cultura ciudadana para el voto se desconoció,
y con ello, la política se subordinó, una vez mas,
a los intereses de las macro ganancias de los concesionarios, y
en el mejor de los casos los propietarios pagaron multas irrisorias14.
En quinto término, derivado
de todo lo anterior y de otros factores políticos la libertad
de expresión es una garantía ciudadana muy acosada
en el país. Así, "México ocupa el lugar
77 en materia de respeto a la libertad de expresión",
según el diagnóstico preparado por la institución
Reporteros Sin Fronteras (RSF)15.
Por todo ello, la sociedad mexicana
de principios del nuevo milenio continua siendo una sociedad receptora
y no emisora de mensajes. Las únicas excepciones de participación
de la ciudadanía en los medios de información colectiva
se dan cuando alguno de éstos sectores, por alguna circunstancia
excepcional, se convierten en noticia y entonces son difundidos
por los medios como las mercancías informativas del momento
y desaparecen de las pantallas cuando dejan de ser novedosos, sin
contar con ningún derecho civil para participar permanentemente
en estos cuando ellos lo requieran. En otras palabras, la sociedad
civil o los grupos emergentes sólo pueden participar en la
programación de los medios cuando sirvan como apoyo para
elevar el raiting de las empresas, pero no son considerados permanentemente
como sujetos o entidades generadores de opinión que tengan
derecho a un espacio colectivo permanente de participación
informativa. Por consiguiente, es la lógica de oportunidad
económica del raiting la que decide cuando y cuánto
participa la sociedad civil dentro de los medios y cuando no.
Sin embargo, paradójicamente,
mientras en ese contexto histórico de hermetismo comunicativo
las grandes comunidades no tuvieron alternativas de presencia en
los medios; la distribución desigual de acceso a la estructura
de información masiva, permitió que de marzo a junio
del 2002, Televisa pudiera utilizar 3 canales del sistema Sky para
transmitir las 24 horas del día la programación completa
de la telebasura frívola, insustancial y vacía de
la primera versión de Big Brother durante 3 meses y medio.
De esta forma, la vieja estructura
de información colectiva no se abrió a la participación
social, sino se rentó al mejor postor económico y
político. Así, el modelo de comunicación-mercado
y el sistema político que lo amparó, despojaron de
todos los derechos ciudadanos a los auditorios y la única
facultad que les dejó fue el derecho de encender o apagar
la radio y televisión y de participar en su propuesta de
consumo masivo permanente: Los públicos se convirtieron en
factores al servicio del proceso de comunicación-mercado
y no la comunicación colectiva al servicio del crecimiento
de los habitantes.
Por otra parte, los medios públicos
se encuentran muy abandonados por las políticas gubernamentales
y los que han llegado a una condición más privilegiada,
no han alcanzado la naturaleza de medios de Estado, sino que se
han convertido en canales de gobierno que defienden propagandísticamente
los intereses de los funcionarios en turno o de los grupos de poder
a los que pertenecen16.
Los únicos espacios excepcionales
que recientemente se han abierto en el terreno civil son la radio
Ciudadana del IMER (XEQK), radio Ibero 90.917
y algunas franjas informativas dentro del sistema informativo tradicional
de los medios comerciales o culturales, motivados por necesidades
de mercado de aumentar su raiting, como son los programas de los
grupos gays en Guadalajara18,
Jalisco, informativos eróticos19,
y próximamente algunos espacios religiosos20.
Ante este horizonte de cerrazón
estatal para la democratización informativa, nos enfrentamos
al delicado panorama político en el que los grandes grupos
sociales no cuenten con espacios de expresión dentro de estos
para expresar sus necesidades, problemáticas, demandas y
soluciones. Frente a ello, se observa la tendencia creciente de
que los movimientos sociales en emergencia continúen creando
sus propios procesos clandestinos de comunicación colectivos,
que derivarán, tarde o temprano, en la construcción
de un nuevo Estado Ampliado paralelo al oficial, con el consecuente
acrecentamiento de nuestra crisis de hegemonía nacional.
Ejemplo de ello, han sido el surgimiento temporal de los medios
contra estatales como "Televerdad", "Radio Vampiro",
"Radio Pirata", "Medios Comunitarios" y las
intervenciones guerrilleras que se dan a través de Internet.
Obviamente todas estas expresiones no pueden sobrevivir, a mediano
o largo plazo, en el espacio público, pues son instituciones
perseguidas por el gobierno, hasta cancelarlos o destruirlos21.
Debemos recordar que cuando los
grupos sociales, especialmente los marginados, no tienen acceso
al espacio público simbólico, vía los
medios de información colectivos, para exponer sus necesidades
e intereses, entonces toman, pacífica o violentamente, los
espacios públicos físicos de las vías de comunicación
materiales como son las calles, las plazas, las avenidas, las carreteras
e incluso las instituciones de información para presentar
sus demandas. Por ello, podemos decir que existe una relación
directamente proporcional entre participación social en los
canales de información y la existencia de protestas públicas:
A mayor participación de los grupos sociales en los medios
de información menor manifestaciones públicas y a
menor participación en los medios, mayor existencia de manifestaciones
callejeras.
En este sentido, es muy importante
puntualizar que en la medida en que las organizaciones sociales
cuenten con tiempos en los medios de difusión electrónicos
se evitará la presencia de tantas manifestaciones callejeras
que todos los días suceden en las principales ciudades del
país y que implican pérdidas económicas, cierre
de empresas y comercios, destrucción de bienes, caos vial,
ingobernabilidad, anarquía urbana, irritación ciudadana,
aumento del stress y pérdida de la calidad de vida en la
población. La sociedad toma permanentemente las calles del
país por no tener espacios de expresión en los medios
de difusión colectivos22.
De ésta forma, debido a que
no se ha permitido la participación de los grandes grupos
o entidades fundamentales en los medios electrónicos, particularmente
en la televisión, tanto pública como privada, éstos
instituciones continúan desvinculados del análisis
sistemático de los grandes obstáculos que impiden
nuestro desarrollo nacional y de la difusión constante de
las posibles alternativas de solución para cada rama de nuestro
crecimiento interno. Por ello, podemos decir que los medios electrónicos,
especialmente, la televisión siguen funcionando como cerebros
colectivos divorciados de las necesidades de nuestro cuerpo social,
porque mientras vivimos cotidianamente una profunda crisis socioeconómica,
que está por convertirse en severo conflicto político,
la televisión nos orienta a pensar, prioritariamente, en
una programación basada en el cuádruple eje constituido
por los espectáculos, el consumo, los deportes y la información
light y sólo ocasionalmente en los casos extremos o de aperturas
políticas coyunturales, nos conduce a reflexionar y sentir
los problemas centrales de nuestra sociedad. En una idea, la problemática
nacional no pasa sustantivamente por los medios electrónicos,
lo cual ha provocado la existencia de un modelo de funcionamiento
esquizofrénico entre lo que difunde e inculca la programación
televisiva y las necesidades o realidades que viven cotidianamente
los grupos mayoritarios de la sociedad mexicana.
Este control gubernamental de los
medios electrónicos impidió que los grandes grupos
civiles participen de forma constante y directa en la construcción
de un nuevo espacio público que contribuya a crear
otra cultura para la sobreviviencia nacional. Así se consolidó
un modelo de comunicación altamente concentrador, que permitió
que solo unos cuantos expresen a la mayoría sus puntos de
vista y su visión del mundo. En este sentido, dichos espacios
de participación han funcionado más como herramientas
de control político y de legitimación del viejo Estado,
y no de espacios para la creación y fortalecimiento de la
democracia y la civilidad nacional.
En este sentido, el proceso político
de construcción de la transición pacifica a la democracia
que eligió seguir la sociedad mexicana a partir del 2 de
julio del 2000, no ha podido construir en el espacio publico mediático
nuevas zonas básicas de participación social para
que otros sectores ciudadanos puedan participar colectivamente,
vía los medios de información. Contrariamente a lo
expresado en la oratoria y los discursos oficiales, el nuevo gobierno
continua manteniendo la vieja estructura comunicativa del antiguo
régimen pero maquillada con nuevos colores, barnices y sabores
blanquiazules que no han creado bases para construir un nuevo modelo
de comunicación nacional para la creación de ciudadanía
y el fortalecimiento de la democracia.
De esta manera, podemos afirmar
que como en un acto de magia que se lleva a cabo ante los ojos de
todos y el estupor de unos cuantos, desde hace cuatro décadas
a la fecha, los medios electrónicos y particularmente la
televisión continúan realizando la hazaña verdaderamente
fantástica de ocultarle su país a los mexicanos y
mostrándoles otra nación que nada tiene que ver con
ellos23.
Así, a partir de las grandes
condicionantes históricos de control político aplicados
al funcionamiento de los medios de información en México,
se construyó por décadas en el país un modelo
dominante de comunicación que se distinguió por ser
monopólico (Duopólico); vertical; concentrado; unidireccional;
hermético; elitista; discrecional; autoritario; excluyente
de los grandes grupos sociales; cancelador del Derecho a la Información;
restrictor de la libertad de expresión e impulsor de la libertad
de empresa; promotor de la difusión de la información
y de la dinámica de la comunicación; negador de los
derechos comunicativos elementales de los ciudadanos; fomentador
de la dinámica de mercado y no del servicio público
y que finalmente, dio voz y participación a una minoría
y silencio u olvido para la mayoría social.
La presencia de este modelo de comunicación
fue una pieza estructural fundamental que colaboró de forma
sustancial a conservar por más de 7 décadas al viejo
régimen político en el país. Así, durante
el siglo XX en México, el modelo de comunicación,
el modelo de gobernabilidad vertical del Partido Revolucionario
Institucional (PRI) y el modelo de poder de la antigua clase política,
vía complicidades, secrecías y canonjías, siempre
fueron de la mano para conservar el sistema político autoritario
más largo de la historia del México moderno.
Las consecuencias del impacto político,
social y cultural de la aplicación de dicho modelo de información
alcanzó su mayor claridad cuando el intelectual Carlos Monsivais
declaró en los años 80s. "que en México
el verdadero Ministerio de Educación era Televisa y no la
Secretaría de Educación Pública (SEP) y que
gracias a la programación de la televisión mexicana
ya habían nacido varias generaciones de norteamericanos en
México". Esta realidad obtuvo su cúlmen de expresión
despótica cuando Don Emilio Azcárraga Milmo, Presidente
y accionista mayoritario de Televisa, externó en 1993 en
su célebre reunión sobre programación que "estamos
en el negocio del entretenimiento y de la información, y
podemos educar, pero fundamentalmente entretener ... México
es una clase modesta muy jodida, que no va a salir de jodida....
para la televisión es una obligación llevar diversión
a esa gente y sacarla de su triste realidad y de su futuro difícil...."24.
Por lo tanto, Televisa se comprometió ha producir televisión
para los jodidos, pues la naturaleza de México era la de
un país de jodidos. De ésta forma, durante muchos
sexenios surgió en el país el Modelo de Comunicación
para los Jodidos cuya esencia, con distintos matices, adaptaciones
y características, fue el prototipo informativo que, en mayor
o menor grado, también siguieron y aplicaron las otras instituciones
comerciales de televisión en la República, hasta nuestros
días.
En pocas palabras los pobres o los
jodidos, vía la televisión, no deben lograr pensar,
participar, cuestionar y decidir; sino sólo entretenerse,
divertirse, soñar, distraerse, fugarse de la realidad, subordinarse
y dejarse dirigir por los medios electrónicos. Esto es, recibir
pan y circo desde la estructura audiovisual mediática más
avanzada del país.
A su vez, el Estado Mexicano de
los últimos 40 años aportó su cuota de cinismo,
manipulación y prepotencia para conservar dicho Modelo de
Comunicación Para los Jodidos al no reglamentar durante tres
décadas el Derecho a la Información, ni incorporar
ninguna de las miles de propuestas planteadas en los foros populares,
las consultas públicas y los espacios ciudadanos de discusión
organizados por los gobiernos en turno para examinar y transformar
el proyecto de comunicación de la República y crear
los Planes Sexenales de Desarrollo en ésta materia. En todos
ellos, se concluyó con la frase célebre de "no
encontrarle en términos comunicativos la cuadratura al circulo"
y en otros momentos argumentar que "reglamentar el Derecho
a la Información conllevaría más riesgos que
beneficios".
En síntesis, podemos decir
que al funcionar como primer poder, los medios se convirtieron en
las extensiones de punta del poder que los controla y no en la ampliación
del poder de toda la sociedad que los financió y que sólo
recibió sus consecuencias mediáticas por decenios.
Los medios se transformaron en el monopolio del poder que generó
una mediocracia que durante muchas décadas contribuyó
sustancialmente a producir un país de siervos obedientes
y no pensantes y actuantes críticos.
De ésta manera, la hermética
estructura de control de los medios ocasionó, cada vez más,
que las políticas publicas, se elaboraran desde los criterios
e intereses privados y no desde las dinámicas colectivas
de las mayorías nacionales. En este sentido, en nuestro país
las necesidades de la reproducción del gran capital y los
motivos del viejo poder fueron los ejes desde dónde se reprodujo
cotidianamente lo colectivo y lo público. Así, abiertamente
frente a nuestras narices, durante varias décadas, el espacio
público generado por los medios electrónicos se privatizó,
transformando lentamente los aspectos privados en públicos
y los públicos en privado, adquiriendo lo público
las características de una mercancía más regida
por las leyes del marketing.
En éste sentido, gradualmente
el espacio público de la sociedad mexicana crecientemente
quedó construido por la acción informativa del modelo
de comunicación-mercado, regido por la lógica de la
mano invisible del mercado y no por el modelo de comunicación
de servicio público.
Con la magna concentración
de poder que lograron los canales de información electrónicos
en México, gradualmente construyeron un Estado dentro del
Estado tradicional que permitió que ampliaran sus concesiones
de fuerza e influencia. Así, mientras la estructura de la
comunicación social se convirtió en el primer poder
que vigila, juzga, fiscaliza y somete a todas las áreas del
funcionamiento, público y privado, de nuestra sociedad, especialmente
del Estado-Gobierno; al mismo tiempo es el único poder autocrático
que en la práctica política permanece sin ser supervisado
a fondo por el interés colectivo y cada vez más, se
propuso la autorregulación como herramienta básica
para el acotamiento de los medios y no la ley como reflejo elemental
del interés social. Con ello, se realizaron múltiples
grados de impunidad desde estos ante la ciudadanía sin que
exista eficientes límites contenedores que los acoten. De
esta forma, durante décadas nos enfrentamos a la existencia
de un cerebro colectivo, cada vez más, privatizado, mercantilizado
desbocado y desvinculado del abordamiento de los grandes problemas
nacionales, que controló y dirigió al resto del cuerpo
social.
Toda esta realidad histórica
se fortaleció más a partir de los años 80s.
con la aplicación del modelo de comunicación-mercado
que fomentó el proceso de apertura, modernización
y globalización de México, ocasionando una grave
crisis cultural, moral y espiritual de nuestra sociedad. De aquí,
la importancia central de efectuar una profunda Reforma del Estado
en materia de comunicación y cultura colectiva que permita
que el funcionamiento público de las industrias culturales
se encuentre ética y responsablemente orientado y supervisado
por el Estado y la sociedad civil mexicana y no sólo por
las dinámicas de acumulación que señala la
lógica del mercado.
Esta realidad desigual demanda históricamente
una profunda reforma estructural del sistema de comunicación
nacional. Una democracia no puede estar informada sólo por
unos cuantos. Por ello, es responsabilidad del Estado generar las
condiciones para que exista la pluralidad de voces y la pluralidad
de empresas. No se puede gobernar para unos cuantos. De aquí,
la importancia central de construir un nuevo modelo de comunicación
nacional que permita que la toda la sociedad pueda expresase y participar
dentro del nuevo espacio público colectivo, vía
los medios de difusión social.
Notas:
1
Abraham Zabludovsky Nerubay, El Dupolio Televisivo, Director
General de Conexión Financiera, en: Los Medios Electrónicos
en el Marco de la Reforma del Estado, Fundación Konrad Adenauer
y H Cámara de Diputados, México, D.F., diciembre del
2002, paginas 211 y 212; Sociedad civil al rescate, Universal,
7 de marzo del 2003 y La Impunidad en México, Comisión
Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos,
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, México,
D.F., 26 de febrero del 2003, pagina 45.
2
Sociedad civil al rescate, Universal, 7 de marzo del 2003
y La Impunidad en México, Comisión Mexicana de Defensa
y Promoción de los Derechos Humanos, Comisión Interamericana
de Derechos Humanos, México, D.F., 26 de febrero del 2003,
pagina 45.
3 Los Indios Aún Lejos
de los Medios: De los Acuerdos de San Andrés a la Apropiación
Mediática del EZLN, Revista Etcétera No. 6, Una
Ventana al Mundo de los Medios, Nueva Época, Análisis,
Ediciones y Cultura SA de CV, México, D.F., abril del 2001,
paginas 42 a 48 y Para Que los Indios Tengan Acceso a los Medios:
Una Reforma Agraria del Aire, Revista Etcétera No. 7,
Una Ventana al Mundo de los Medios, Nueva Época, Análisis,
Ediciones y Cultura SA de CV, México, D.F., mayo del 2001,
paginas 41 a 47.
4
Javier Esteinou Madrid, El Canal de Televisión del Congreso
de la Unión y la Transformación de la Imagen del Poder
Legislativo, Canal de Televisión del Congreso de la Unión:
La Visión del Diálogo, H. Cámara de Diputados,
Palacio de San Lázaro, México, D.F., 22 de noviembre
del 2001., pagina 4
5 El Canal de Televisión
del Congreso de la Unión y la Transformación de la
Imagen del Poder Legislativo, Obra citada, paginas 2 y 3.
6 El Canal de Televisión
del Congreso de la Unión y la Transformación de la
Imagen del Poder Legislativo, Obra citada, paginas 3 y 4.
7 Expresión de Virgilio
Dante Caballero, Director General del Canal de Televisión
del Congreso, El Canal de Televisión del Congreso de la
Unión y la Transformación de la Imagen del Poder Legislativo,
Obra citada, pagina 3.
8 El Canal de Televisión
del Congreso de la Unión y la Transformación de la
Imagen del Poder Legislativo, Obra citada, paginas 7.
9 Pide José López
Portillo concesión de tele, no pensión, Reforma,
31 de mayo del 2002.
10 Reglamento de la Ley Federal
de Radio y Televisión, en Materia de Concesiones, Permisos
y Contenido de las Transmisiones de Radio y Televisión, Diario
Oficial de la Federación, Secretaría de Gobernación,
México, D.F., 10 de octubre del 2002, <http://www.cirt.com.mx/legislacionderadioytv.html>
11 Ley Federal de Radio y
Televisión, Diario Oficial de la Federación, Secretaría
de Gobernación, México, D.F., 19 de enero de 196,
. <http://www.cirt.com.mx/legislacionderadioytv.html>
y Reglamento de la Ley Federal de Radio y Televisión, en
Materia de Concesiones, Permisos y Contenido de las Transmisiones
de Radio y Televisión, Diario Oficial de la Federación,
Secretaría de Gobernación, México, D.F., 10
de octubre del 2002, <http://www.cirt.com.mx/legislacionderadioytv.html>
12 Acuerdo de la Secretaría
de Hacienda y Crédito Público Para el Uso Oficial
del 12.5 % en Radio y Televisión, Diario Oficial de la
Federación, Secretaría de Gobernación, México,
D.F, 1 de julio del 1969, <http://www.cirt.com.mx/legislacionderadioytv.html>
13 Decreto Presidencial Por
el Que se Autoriza a la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público a Recibir de los Concesionarios de Estaciones de
Radio y Televisión el Pago del Impuesto, Diario Oficial
de la Federación, Secretaría de Gobernación,
México, D.F, 10 de octubre del 2002, <http://www.cirt.com.mx/legislacionderadioytv.html>
14 Código Federal
de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE), Instituto
Federal Electoral (IFE), México, D.F. México, 2003,
paginas 29 y 30, <http://www.ife.org.mx/wwwife/cofipe>,
Piden a la Secretaría de Gobernación cumplir plan
de medios, El Universal, 1 de abril del 2003; Las televisoras
rechazan el plan de medios del IFE, Milenio Diario, 2 de abril
del 2003; Juzgan inoperante ley sobre tiempos, Reforma, 3
de abril del 2003; Rompe el IFE con televisoras, Reforma,
23 de abril del 2003; Radio y televisión no deben modificar
sus precios durante las campañas: IFE, Milenio Diario,
2 de mayo del 2003.
15 La Impunidad en México,
Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos
Humanos, Comisión Interamericana de Derechos Humanos, México,
D.F., 26 de febrero del 2003, pagina 45.
16 Menosprecia el gobierno
a medios públicos, Periódico Zócalo, México,
D.F, enero del 2003.
17 Inicia Radio Ibero con
una propuesta ecléctica, Periódico Zócalo,
México, D.F, abril del 2003.
18 Radio Universidad de Guadalajara
abre su frecuencia a Dgl Gay Radio, La Jornada, 27 de marzo
del 2003 y La Radio Gay: Del Ligue a la Desmitificación,
Milenio Diario, 28 de abril del 2003.
19 Erotismo en radio: Espacio
abierto a la exploración, Periódico Zócalo,
México, D.F., Enero del 2003, pagina 24.
20 Otorgar medios a grupos
confesionales es peligroso, Periódico Zócalo,
México, D.F., Enero del 2003, pagina 23.
21 Radio comunitaria de Michoacán
denuncia hostigamiento militar, Periódico Zócalo,
México, D.F., abril del 2003, pagina 19; Pese a las hostilidades,
boom de emisoras comunitarias, Periódico Zócalo,
México, D.F., abril del 2003, pagina 18 y Miedo de la
CIRT a las radios comunitarias, Periódico Zócalo,
México, D.F., enero del 2003, pagina 20
22 Deterioro de la Ley. Bloqueos,
Marchas y Plantones, Revista Siempre No. 2582, México,
D.F, 11 de diciembre del 2003.
23 Expresión de Virgilio
Dante Caballero, Director General del Canal de Televisión
del Congreso, El Canal de Televisión del Congreso de la
Unión y la Transformación de la Imagen del Poder Legislativo,
Obra citada, pagina 4.
24 Televisa no está
vinculada al poder ni a la política, periódico
El Nacional, México, D.F., 11 de febrero de 1993 y Televisa
y la Clase Media, revista Proceso, México, D.F, 15 de febrero
de 1993, en: Aires de Familia. Cultura y Sociedad en América
Latina, XXVIII Premio Anagrama de Ensayo, Anagrama, México,
D.F. 2000, paginas 217 y 218.
Para ampliar esta visión,
consultar El Tigre. Emilio Azcárraga y su Imperio TELEVISA,
Claudia Fernández y Andrew Pasman, Editorial Mondadori, Colección
Mitos de Bolsillo, México D.F., 2001, 670 paginas.
Dr.
Javier Esteinou Madrid
Investigador Titular del Departamento de Educación
y Comunicación de la Universidad Autónoma
Metropolitana, Unidad Xochimilco, México, D.F., México. |