Por Octavio Rojas
Número 33
Desde los atentados del 11
de Septiembre y aún más durante la Guerra en Irak,
la televisión qatarí Al Jazeera hizo patente la tremenda
importancia de ofrecer al mundo un punto de vista original de los
acontecimientos más trascendentes de la historia reciente
del mundo.
Las imágenes retrasmitidas
por las cámaras de Al Jazeera mostraron toda la crudeza de
la guerra, mientras que las grandes cadenas americanas, aduciendo
diversos motivos, ofrecieron una versión de acuerdo a los
lineamientos del Departamento de Defensa Norteamericano, que les
"sugirió", entre otras cosas, no pasar al aire
imágenes de soldados aliados hechos prisioneros o muertos
en combate.
Estas imágenes habrían
tenido una influencia muy importante en la opinión pública
americana, único contrapeso real al poder del gobierno de
Bush Jr., después del abrupto fracaso de la política
y la diplomacia en el seno de las Naciones Unidas.
La "regulación patriótica"
o autocensura de las grandes cadenas norteamericanas han llegado
a significar un laisser faire de los grupos más duros del
gobierno norteamericano actual, cuya ofensiva bélica fue
más devastadora -en términos materiales- y cruel -en
términos humanos-, de lo que realmente se mostró en
las televisiones de muchos países del mundo, incluyendo a
muchos de Latinoamérica.
Cabe destacar que una cantidad importante
de las imágenes de la guerra en Irak trasmitidas por las
cadenas de varios países de Latinoamérica fueron surtidas
por los corresponsales de las cadenas alineadas con las sugerencias
del gobierno norteamericano, como Fox News, CNN o Sky TV, y en menor
medida, por medios más independientes o equilibrados como
la propia Al Jazeera o la BBC.
A lo que no se opuso el Departamento
de Defensa norteamericano fue a que se trasmitieran imágenes
de iraquíes abatidos en combate, hechos prisioneros, recibiendo
con vítores a los soldados estadounidense entrando en sus
ciudades, como bárbaros saqueadores o como seres hambrientos
que pelean ferozmente por un poco de comida.
Este doble rasero a situaciones
parecidas tiene una clara intención propagandística:
oponer la imagen de la "barbarie iraquí" (y, por
extensión, árabe), frente a la "civilización
aliada" (eminentemente norteamericana).
Al Jazeera, "otra"
visión del mundo
Si bien los millones de
árabes que viven en decenas de países de Africa y
Asia, tienen realidades económicas, sociales y políticas
distintas, sí comparten algunas perspectivas comunes para
entender el mundo.
Estas perspectivas comunes se basan
en su experiencia colonial, en su turbulenta historia reciente,
en el idioma -sobretodo en los países de Cercano Oriente
y algunos de Africa-, en su débil experiencia democrática
y en su fidelidad a una religión milenaria. Quizás
todo lo anterior hubiera sido suficiente para dar como resultado
una "opinión pública árabe".
Pero no ha sido sino hasta la irrupción
de Al Jazeera en el panorama audiovisual de la televisión
por cable, que muchos sociólogos, periodistas y políticos,
tanto dentro como fuera de los países árabes, han
comenzado a hablar de la formación de una opinión
pública común.
La isla
Nacida en Qatar, un pequeño
país en el Golfo Pérsico con una población
de 600.000 personas -de los que sólo 100.000 son qataríes-,
Al Jazeera (que en árabe quiere decir "La isla")
comenzó sus trasmisiones gracias al apoyo financiero (130
millones de dólares) que facilitó el jeque Hamad Bin
Jalifa a un grupo de periodistas que iban a crear una cadena de
noticias en árabe con el apoyo de la BBC y Arabia Saudita1
.
El jeque Hamad Bin Jalifa accedió
al poder en 1995, tras derrocar del trono a su padre. Decidió
entonces que iba a convertir a Qatar en un ejemplo democrático
para el resto de los países de la zona. Para lograr este
objetivo, concedió el voto a las mujeres, convocó
elecciones municipales e impulsó la creación de Al
Jazeera2.
Desde sus comienzos, la cadena estableció
una línea editorial crítica con los regímenes
de la región de Oriente Próximo, pero también
en contra de los gobiernos de Israel y EE.UU.
Frente a los medios oficiales de
la mayoría de los países árabes, que son meros
altavoces de la propaganda de sus regímenes, Al Jazeera muestra
protestas callejeras, dan noticias sin cortapisas sobre las exiguas
economías de la región, e, incluso, algunos de sus
presentadores critican ferozmente y en su propia cara a diplomáticos
y políticos árabes3.
Esta posición independiente
y alternativa le ha ganado las simpatías de millones de árabes
abonados a este canal de televisión por cable. Pero por lo
que la cadena qatarí se ha vuelto mundialmente famosa ha
sido por emitir la imagen de Osama Bin Laden lanzando amenazas e
insultos a los americanos, después de mostrar su satisfacción
por los atentados del 11 de Septiembre, aunque el saudí nunca
ha reconocido la autoría intelectual de estos hechos.
Las cadenas de televisión
estadounidenses no retrasmitieron todas las palabras de Bin Laden
recogidas por Al Jazeera, siguiendo una orden expresa de las autoridades
norteamericanas, las que aducían motivos de "seguridad
nacional", ya que existía el temor de que el saudí
pudiera estar dando instrucciones a sus células terroristas,
supuestamente diseminadas por el territorio americano, que estarían
a la espera de recibir las indicaciones para cometer más
actos atroces.
A pesar de recibir presiones continuas
de muchos lados por sus posiciones e independencia, Al Jazeera mantiene
una línea crítica que le ha ganado a pulso su liderazgo
como fuente de información y como formador de opinión
de los árabes y musulmanes de todo el mundo.
Sin embargo, y hay que aclararlo,
Al Jazeera no es, ni mucho menos, una cadena con total libertad
de expresión, como reconocen sus propios colaboradores4
(el depuesto jeque qatarí nunca ha aparecido en sus pantallas),
ni Qatar vive una democracia plena (Hamad Bin Jalifa no ha sido
elegido ni se someterá jamás a las urnas).
Lo que esta cadena árabe
sí es, y se lo ha ganado superando múltiples obstáculos,
es una visión de y para los árabes y musulmanes de
todo el mundo.
No hay que perder de vista que de
Rabat a Teherán, la población musulmana tiene cada
vez mayor acceso a los medios de comunicación de todo el
mundo gracias a las nuevas tecnologías. Además, miles
de ellos suspiran por la forma de vida europea y estadounidense,
y sus élites se forman en prestigiosas universidades de países
occidentales.
Al Jazeera hubiera sido inconcebible
durante la primera Guerra del Golfo. Si ha surgido ahora y ha tenido
tanto éxito se debe a la eclosión de estas nuevas
realidades, producto de un mundo verdaderamente globalizado.
¿En qué ventana
se asoma Latinoamérica?
En contraposición
a lo que existe en otras regiones del mundo, en Latinoamérica
se percibe una atomización de los medios, situación
que no permite configurar una visión común de la región
ni para consumo interno, menos para otros países más
lejanos.
Aunque en los últimos años,
las cadenas latinoamericanas han acometido un esfuerzo exportador
a EE.UU., Europa y Asia, su producto estrella, las telenovelas,
tiene como objetivo fundamental el entretenimiento, sin ninguna
otra aspiración.
Asimismo, si se observa que el 70% de la programación de
las televisoras del sur del Río Bravo es de factoría
estadounidense5, se puede entender
la limitada capacidad de la industria audiovisual latinoamericana
para desarrollarse aún incluso dentro de sus fronteras, ya
no digamos de cara a intentar promoverse en los mercados de otros
países.
Aunque también es cierto
que esta situación no sólo tiene que ver con la limitación
de recursos económicos y técnicos -las televisiones
de países como México, Brasil, Argentina y Venezuela,
por citar algunos, son ricas y modernas empresas-, sino con que
las grandes corporaciones norteamericanas hayan impuesto un modelo
de negocio en donde las producciones locales no son prioritarias.
De hecho, este modelo de gestión
televisiva tiene sus raíces en los años 30 del siglo
pasado, producto de la afiliación de las cadenas de radio
latinoamericanas a las norteamericanas RCA-NBC, CBS y ABC, agrupadas
en la Asociación Interamericana de Radiodifusión6.
Como es sabido, la televisión
en Latinoamérica proviene, casi como regla general, de la
adaptación del nuevo medio por parte de las cadenas de radio
establecidas y con los vínculos norteamericanos ya citados.
Como ejemplos podemos citar en México, a XEW, actualmente
Televisa; en Brasil, a Red Globo, actualmente Globo, entre otros7.
Esto explica en parte la dependencia
de la industria audiovisual latinoamericana a los contenidos extranjeros,
mayoritariamente norteamericanos.
Medios
¿entre quiénes?
Uno de los resultados
más sintomáticos de la situación antes descrita
es el poco conocimiento que tienen poblaciones vecinas de Latinoamérica,
las que, en cambio, miran en conjunto hacia el norte del Río
Bravo.
Es poco lo que conoce un ciudadano
medio del estado mexicano de Baja Californa sobre uno de Santiago
de Chile. Una persona de Salvador de Bahía, en Brasil, podrá
decir poco de cómo vive alguien de Antigua, Guatemala.
Si bien estoy generalizando, lo
cierto es que los latinoamericanos seguimos siendo unos extraños
entre nosotros mismos, pese a compartir una lengua y una historia
comunes. En este sentido, ha sido más bien poco lo que han
aportado los medios para un mayor conocimiento entre pueblos y nada
en lo que se refiere a una hipotética integración
de la región.
A pesar de que han habido intentos
más o menos serios para buscar la integración de algunas
regiones dentro de Latinoamérica (el grupo Contadora, las
recientes cumbres hispanoamericanas, Mercosur, etc.), sigue existiendo
un profundo desconocimiento de la realidad social, política
y económica entre las poblaciones del subcontinente.
La voluntad política no se
ha traducido aún en realidades tangibles y concretas desde
en el terreno de la comunicación. No existe ningún
medio que irradie al mundo una visión común sobre
algún tema de interés común de los países
de la región.
Existen posiciones comunes en las
que coinciden los gobiernos latinoamericanos, como la necesidad
de una mayor apertura comercial de los mercados agrícolas
europeos y norteamericanos a los productos de la región;
la importancia de combatir el narcotráfico conjuntamente
con las naciones consumidoras, evitando culpar de esta lacra sólo
a los países productores; las oportunidades y ventajas de
la democracia como marco para lograr avances económicos y
sociales en un marco de paz; la importancia de combatir el racismo
y la xenofobia; la necesidad de mantener los rasgos de identidad
nacionales frente a la invasión de valores extranjeros, entre
otras muchas coincidencias.
La información de los países
latinoamericanos que muy raramente se difunde en las televisiones
del mundo, aún en las de los países vecinos, se refieren
a desastres naturales, desórdenes públicos o notas
de color sobre el folklore de la región y hermosos sitios
para visitar en las próximas vacaciones.
Como señala Ignacio Ramonet:
"en nuestro sistema comunicacional, el sur es un infierno o
un paraíso, pero jamás un espacio normal, con pueblos
normales"8 .
La creación de medios, especialmente
televisivos y de alcance planetario gracias a las nuevas tecnologías,
que pudieran difundir de manera atractiva y eficaz una realidad
distinta a la que están acostumbrados los espectadores de
otras regiones del mundo, sería el pilar del cambio de percepción
de una región y, para los latinoamericanos, vendría
a convertirse en un elemento que ayudaría a concretar una
verdadera integración.
Antecedentes
Quizás mucha gente
recuerde que varias cadenas latinoamericanas ofrecen o lo hicieron
en su momento, un canal de 24 horas de noticias, a imagen y semejanza
de la CNN o queriendo adaptar el concepto europeo de la Deutsche
Welle alemana con noticias y programas especiales sobre temas de
actualidad, por ejemplo.
Pues bien, el gran salto a la relevancia
internacional es una de las cuentas pendientes de estas cadenas.
Para ello, debería revisarse
su capacidad real de establecer un discurso independiente y alternativo
a las poderosas cadenas, objetivo inalcanzable si se continúa
con la misma forma de obtener información: a través
de un puñado de agencias de noticias que tienen prioridades
distintas a las de los países latinoamericanos.
Por lo que parece, de manera independiente
y desde una visión puramente empresarial, sería difícil
levantar una cadena de televisión con una intención
más atenta a objetivos no comerciales.
Si pusiéramos un ejemplo
que podría tenerse en cuenta, lo encontraríamos en
la Unión Europea, donde se intenta promover un mayor conocimiento
de los pueblos que la integran, desde perspectivas políticas,
sociales, culturales y económicas, a través de programas
co-financiados por organismos europeos conjuntamente con cadenas
privadas o estatales.
Aunque para el ciudadano medio
de la UE persiste un gran desconocimiento de las instituciones europeas
y la labor de sus miembros, de las políticas implementadas
y la relación con su vida real, de los países de las
próximas ampliaciones y las implicaciones que su adhesión
conllevará para los países ya integrados, lo que sí
se ha logrado -y en esto los medios han tenido un papel fundamental-
es en impregnar el concepto de "Europa" como espacio real,
sustentado por la moneda única, la apertura de fronteras,
el intercambio comercial, y como espacio imaginario, basado en principios
y una historia comunes.
Como se puede deducir, la iniciativa
de crear una televisión latinoamericana con alcance global
debe partir desde los gobiernos e instituciones multinacionales,
cuyo compromiso deberá ser, no sólo económico,
sino sobretodo político.
¿Al-jazeera latinoamericana?
A diferencia de la cadena
qatarí, la cadena de televisión que se propone constituir
para difundir una visión latinoamericana del mundo tendría
que entenderse como un proyecto a largo aliento, apoyado por los
gobiernos de la zona, pero liderado por reconocidos periodistas
independientes, sin ningún tipo de cortapisa determinado
por temas políticos, sociales, culturales, religiosos o de
raza.
Al igual que la cadena qatarí,
la cadena propuesta debe tener un alcance mundial y un despliegue
de recursos lo suficientemente amplio como para convertirse en un
medio relevante en la escena internacional, necesario para que los
ciudadanos de estos países se enteren de lo que sucede en
la región y en el globo, indispensable para conocer la postura
de los gobiernos latinoamericanos frente a los acontecimientos que
ocupan a la humanidad.
Más allá que la cadena
con sede en Doha, la televisora debería aspirar a reflejar
la normalidad democrática de los países de la zona,
lo que podría redundar en aumentar la conciencia política
de los ciudadanos del entorno y de paso fortalecer su compromiso
con lo público. Esto redundaría en una mayor legitimidad
de los gobiernos emanados de las urnas y ayudaría a otorgar
más gobernabilidad.
La cadena latinoamericana sería
un paso más allá en el aprovechamiento de los medios
de comunicación para mejorar la imagen de los países
en audiencias clave, como en futuros turistas, posibles inversores,
empresarios locales que quieren extender sus negocios a otras naciones
de su entorno, entre otros.
Varios gobiernos latinoamericanos
han lanzado ambiciosas campañas de medios y relaciones públicas
en países clave para cambiar la percepción que se
tiene de ellos en el exterior. Es decir, la creación de una
cadena de estas características sería un paso más
en el camino correcto.
Además, se tendría
que pensar en posibles ventajas como el abaratamiento de costes,
la creación una plataforma de comunicación más
cercana a los intereses de los países que la promueven y
un tratamiento de la información normalizada, sin los excesos
con los que se presenta actualmente la realidad de Latinoamérica.
Si Al-Jazeera ha significado el
germen de una "opinión pública árabe",
una aspiración de igual importancia no sería descartable
para la cadena que se pudiera crear, sino que sería deseable
y se convertiría en un objetivo claro para el que se tendría
que trabajar intensamente.
El nuevo siglo entraña retos de muy diverso tipo. Uno de
los más importantes para Latinoamérica es, sin lugar
a dudas, la capacidad de lanzar mensajes positivos y coherentes
de manera continua e independiente a un mundo dominado por la comunicación
de una sóla fuente, que cada vez da menos espacio para el
disentimiento y el intercambio de puntos de vista, que cada vez
más busca la adhesión acrítica de posturas
de muy dudosa viabilidad democrática y legal.
Frente a la industria de manipulación
ideológica más importante y efectiva que la humanidad
haya conocido jamás, la creación de una cadena latinoamericana
independiente debe ser, más que un sueño guajiro,
una cuestión central que implique cuanto antes a los países
desde sus representantes de más alto nivel.
Si los latinoamericanos no somos
protagonistas de la historia, alguien determinará nuestro
propio destino. Si esto no se entiende ahora, será muy difícil
cambiarlo mañana.
Notas:
1
Valenzuela, Javier. "Al Yazira Conexión con la guerra".
El País Semanal. El País. 6 de Abril de 2003. P. 50-58
2 Valenzuela, Javier. P. 50-58
3 Jauvert, Vicente. "Los
dos frentes de la noticia". El Semanal. ABC. 30 de Marzo de
2003. P. 18-26
4 Jauvert, Vicente.
P. 18-26
5 Atiénzar, María
José. "La sociedad civil se expresa en las ondas".
Portal Solidarios para el Desarrollo. 3 de mayo de 2003. <http://www.ucm.es/info/solidarios/ccs/inicio.htm>
6 Fernández, Fátima.
"Algo más sobre los orígenes de televisión
Latinoamericana". Portal FELAFACS. 11 de mayo de 2003.
<http://www.felafacs.org/dialogos/pdf18/fernandez.pdf>
7 Fernández, Fátima.
Portal Felafacs.
8
Ramonet, Ignacio. "La tiranía de la comunicación.
El papel actual de la comunicación". Editorial Debate.
Barcelona, España. 1998. P. 105
Referencia:
Valenzuela, Javier. "Al Yazira
Conexión con la guerra". El País Semanal. El
País. 6 de Abril de 2003. P. 50-58
Jauvert, Vicente. "Los dos frentes de la noticia". El
Semanal. ABC. 30 de Marzo de 2003. P. 18-26
Atiénzar, María José. "La sociedad civil
se expresa en las ondas". Portal Solidarios para el Desarrollo.
3 de mayo de 2003. <http://www.ucm.es/info/solidarios/ccs/inicio.htm>
Fernández, Fátima. "Algo más sobre los
orígenes de televisión Latinoamericana". Portal
FELAFACS. 11 de mayo de 2003. <http://www.felafacs.org/dialogos/pdf18/fernandez.pdf>
Ramonet, Ignacio. "La tiranía de la comunicación.
El papel actual de la comunicación". Editorial Debate.
Barcelona, España. 1998.
Mtr.
Octavio Isaac Rojas Orduña
Consultor Senior de la agencia
de comunicación y relaciones públicas Weber
Shandwick Ibérica. Además, es guionista de radio,
conferenciante universitario y ha colaborado en diversos medios de
México y España. Co-autor del libro "Comunicación
Organizacional Hoy - Nuevas tecnologías. Nuevas Perspectivas
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