Por Abraham Nosnik
Número 34
Presentación
Antes que nada y primero que todo quiero agradecer a nuestros anfitriones,
las autoridades de la Pontificia Universidad Javeriana (institución
hermana de mi Alma Mater, la Universidad Iberoamericana) y los organizadores
de este Congreso Internacional, colegas maestros investigadores
y alumnos y alumnas de la Facultad de Comunicación y Lenguaje
y de la Especialización en Comunicación Organizacional.
He recibido el gran honor de ser
invitado a hablar de una i dea de comunicación que puede
resultar curiosa y en el mejor de los casos, útil para seguir
sirviendo al mundo y a la Humanidad con información. No exagero
al afirmar lo anterior porque creo que una forma de entender la
Comunicación Productiva es el estudio y el uso tanto de la
información como de la retroalimentación para mejorar
el mundo y "todo lo que está en él"1,
como Alexander Graham-Bell se refiriera, en 1914, a la misión
de la National Geographic Society cuya revista y canal de televisión
seguramente hemos leído y visto, respectivamente, con gran
admiración la mayoría de los que hoy nos congregamos
aquí para descubrir y compartir nuevas verdades acerca de
la comunicación.
Agradezco, pues, a todos Ustedes
su amable invitaci ón y la oportunidad de aprender y dejarme
sorprender acerca del tema que es nuestra vocación y parte
importante de nuestro estilo de vida.
Un poco de historia
Hace casi ocho años tuve la osadía, como la tengo
el día de hoy, de presentarme frente a mis colegas y estudiosos
y estudiantes de la comunicación, en general, y de la comunicación
organizacional, específicamente, y afirmar que, desde mi
punto de vista, nos encontramos "atrapados" o "estancados"
en la Teoría de la Comunicación en el concepto y la
práctica de la retroalimentación. Creo que este es
un atrevimiento. Creo también que la anterior observación,
respecto de nuestro estancamiento teórico, es cierta. Parto,
pues, de
la siguiente hipótesis para defender la existencia de algo
que, por carecer de mejor nombre, he identificado desde un principio
como Comunicación Productiva. (Nosnik, 1996)
La hipótesis es la siguiente:
la Teoría de la Comunicación, como hasta ahora la
conocemos y hemos estudiado, ha consistido en el análisis
de la información y de los diálogos que se pueden
generar, construir, establecer o producir gracias a dicha información.
Sin embargo, el no ir más allá de la retroalimentación
ha limitado nuestro entendimiento del propio proceso de la comunicación.
Para defender mi derecho a presentar
esta hipótesis ante Ustedes y mostrar algunos de los hallazgos
que en estos ocho años, auxiliado por mis alumnos y alumnas,
he podido identificar para someterlos a la consideración
de Ustedes, echaré mano, en esta presentación de tres
ejes conceptuales: la Teoría del Lenguaje de Charles W. Morris;
la Teoría de la Comunicación y los tres procesos fundamentales
de la información, todo ello con base en mi óptica,
mi entendimiento y por supuesto, mis propios sesgos.
Fundamentos y perspectivas de
la Comunicación Productiva
Hace un par de semanas le í en una revista muy popular de
circulación mundial el siguiente proverbio de origen africano
(según consignaba la propia publicación): "Las
varas unidas son invencibles, pero las varas aisladas las rompe
hasta un niño" (en su original en inglés, el
texto decía: "Sticks in a bundle are unbreakable, but
sticks alone can be broken by a child")2.
De inmediato mi mente captó que dicho refrán es, al
mismo tiempo, una versión sintética y una imagen sugerente
de la función y posibilidad de existencia de la Comunicación
Productiva. Comunicación Productiva es, pues, el estudio
de cómo individuos y colectivos se unen gracias a la información
y al diálogo (información más retroalimentación)
para inventarse y conquistar sus propias utopías.
La información y el diálogo
por separado son de por sí importantes y harto complejos
de lograr cuando se busca calidad y excelencia en cada uno de estos
procesos, pero la unión de la información y la retroalimentación
para servir a un conjunto de individuos unidos a su vez para servir
un fin superior que rebasa sus necesidades e intereses individuales,
obliga a la difusión de la información y a los mecanismos
de retroalimentación a trabajar a su máxima capacidad
para lograr, en el mejor de los casos, la calidad de vida a la que
ese grupo humano aspira.
Si lo anterior resulta aceptable,
debemos estudiar y destacar los ámbitos donde sucede la comunicación
y observar si ésta cumple con el papel de facilitar que un
grupo humano, o varios al mismo tiempo, puedan llegar a fines que
generen beneficios para quienes dieron lo mejor de sí mismos
para crear un bienestar común que incluya también
la satisfacción de necesidades e intereses individuales,
válidos y legítimos para el resto de la comunidad.
Si mi observación acerca
de la historia de la productividad intelectual de nuestro campo
(la comunicación) y nuestra especialidad (la comunicación
organizacional) es justa y objetiao, hemos avanzado sólo
las dos terceras partes de lo que potencialmente podemos avanzar.
Para mostrar por qué hablo
del avance teórico en los términos anteriores (un
avance de las dos terceras partes de un camino posible) me auxilio,
como ya lo advertí hace un momento, de tres ejes teóricos:
la Teoría del Lenguaje de Charles W. Morris, la Teoría
de la Comunicación y los tres procesos fundamentales de la
información.
Lenguajes, interpretaciones y
contextos
En su obra acerca de la naturaleza del lenguaje enfocada al estudio
de los signos, Charles W. Morris (Morris, 1985) afirma que su visión
consta de tres principales ámbitos: la sintaxis, la semántica
y la pragmática.
Como la gran mayoría de nosotros
sabemos, la sintaxis se refiere al uso de los signos entre sí.
No es cualquier uso, es el uso correcto de un conjunto de signos,
o lenguaje, que expresa de forma clara ideas o pensamientos. De
tal manera que la sintáxis no es otra cosa que el dominio
de la gramática de los diferentes lenguajes que utilizamos
para expresar claramente lo que queremos comunicar acerca del mundo
y, de nuevo con Graham-Bell, todo lo que éste contiene, incluidos
nosotros mismos.
También sabemos que existen
diferentes tipos de lenguajes: los llamados "naturales"
como el español, inglés, francés, ruso, etc.
Los que representan realidades tan abstractas como la matemática
y la lógica. Y finalmente, los que permiten expresarse por
medio de la tecnología (lenguaje periodístico; lenguaje
radiofónico, lenguaje televisivo, cinematográfico,
etc.) y aquéllos que posibilitan que la tecnología
se active y funcione: el llamado "software" o programas
de computación cuya base la constituyen los "lenguajes
de programación".
Últimamente asistimos a una
combinación curiosa de tecnologías y lenguajes que
utilizamos para lograr diversas sinergias informativas en la llamada
"supercarretera de la información" que echa mano
de las ventajas de colaboración entre las telecomunicaciones,
la informática (la industria de la computación) y
los propios medios de comunicación social. Así logramos
estar interconectados con capacidades de "ubicuidad" (ser
localizados en prácticamente todos lados gracias a la tecnología
satelital), "automatización" (sustitución
del trabajo humano por aquél de la máquina, en este
caso la computadora) y a tener acceso a una diversidad casi infinita
de "contenidos" (la programación de los medios
de comunicación social), y todas las combinaciones posibles,
por ejemplo: escuchar un programa de radio al verlo en la Internet.
Es evidente el desarrollo y la diversidad
de los lenguajes humanos y artificiales (creados por los propios
humanos). Sin embargo, la sintáxis sigue siendo la sintáxis:
el dominio de una gramática para la expresión correcta,
y por tanto clara, de ideas y pensamientos.
Alguna vez, revisando una carpeta
de materiales de un curso de redacción para ejecutivos, encontré
la clave funcional de la gramática. Se decía en el
mencionado material didáctico que la "gramática"
es el conjunto de reglas para expresar claramente nuestras ideas.
La sintaxis, por tanto, es el conjunto de reglas de expresión
clara de un lenguaje, de cualquier lenguaje, de todo lenguaje.
La semántica estudia el problema
central de la comunicación, el problema que hace posible
que haya estudiosos interesados en ella y congresos para intercambiar
ideas al respecto. La semántica estudia la interpretación
que uno o más individuos damos a lo que otro u otros individuos
intentaron comunicar por medio del mensaje transmitido (organizado
sintácticamente con diferentes grados de maestría
o perfección).
La interpretación, como ya
muchos lo saben, contiene dos semillas importantes. La semilla de
la posibilidad del diálogo que
nombramos "significado denotativo". Encontramos también
la semilla del enriquecimiento y la destrucción del diálogo
que nombramos "significado connotativo". El significado
denotativo es una convención social acerca de las palabras
y su significado, sus referentes. El significado connotativo es
la experiencia personal y por lo tanto, la diversidad de implicaciones,
en cuanto a las palabras y su significado, sus referentes. Por ejemplo,
cuando yo digo "perro" la gran mayoría de Ustedes
quizá haya imaginado a un animal con ciertas características
universales que nos refieren a cierto tipo de criatura y no a otra.
Si yo incluso pregunto "¿de qué raza fue el perro
que Usted imaginó?" la gran mayoría nombrará
razas de perro conocidas como "pastor alemán",
"boxer", "dálmata", etc. El hecho de
que todos (suponiendo que así sucedió) pensáramos
en un mismo tipo de animal al escuchar la palabra "perro"
pero imagináramos
cada quien diferentes razas, establece los dos extremos de la naturaleza
del proceso de comunicación: por un lado, imposible
comunicarse con cien por ciento de efectividad y por otro, imposible
no comunicarse del todo.
En ocasiones anteriores (ver por
ejemplo, Nosnik, 2000: 153 ) me he referido a la paradoja de origen
de la comunicación humana que de forma sintética he
expresado así: "la intención no corresponde al
efecto". Esto quiere decir que lo que yo intento comunicarles
como emisor nunca corresponderá perfectamente a mi idea tal
y como la he pensado, y el efecto que el mensaje que yo les pueda
transmitir, a su vez, tendrá una dinámica de interpretación
que está fuera de mi control. De hecho, y en cierta medida,
también está fuera de su propio control como receptores
pues nunca sabemos perfectamente cómo reaccionaremos ante
una información que recibimos. Sin embargo, a pesar de que
la intención del emisor no es perfectamente igual al efecto
causado en el receptor, podemos
aprender muchas cosas acerca de nuestra capacidad de comunicar,
es decir, de informar a los demás y de informarnos con base
en la retroalimentación de los demás, a partir, precisamente,
de esta situación desigual. Aún más, si no
existiera diferencia entre la intención del emisor y el efecto
en
el receptor la comunicación simplemente no tendría
sentido pues la retroalimentación sale sobrando: no habría
nada que el emisor
debiera controlar, verificar y en su caso, modificar para que su
propósito se cumpla en términos del entendimiento,
actitudes y
comportamiento del receptor.
La paradoja pues consiste en que
aspiramos a que nuestra co municación con los demás
se perfeccione de tal modo que, cada vez y en forma progresiva,
nuestras intenciones como emisores sean más similares a los
efectos que causamos con nuestra información en los receptores.
Sin embargo, es la desigualdad o los efectos diferenciales causados
en los receptores por nuestras informaciones como emisores los que,
de hecho, nos hacen avanzar en nuestro conocimiento acerca de la
naturaleza de la comunicación humana.
La pragmática de la comunicación
se refiere, como muchos de Ustedes lo saben ya, al estudio del impacto
de la actividad simbólica en la conducta humana como también
a la conducta humana como actividad simbólica o mensaje.
Es decir, la pragmática existe tanto como un acompañamiento
del lenguaje verbal como un lenguaje en sí mismo que llamamos
"no verbal".
Es cuando el lenguaje no verbal
acompaña y complementa al verbal cuando el problema del contexto
o la metacomunicación surge.
Este problema nos remite a un elemento
más: la coherencia o contradicción que existe entre
lo comunicado verbalmente y lo que los individuos comunicamos de
forma corporal, actitudinal, gestual, conductual.
La pragmática, pues, nos
ubica en el contexto o ambiente donde se intercambian mensajes,
donde sucede la comunicación. La relación entre el
proceso de comunicación y el contexto donde ésta sucede
es de primera importancia para entender más profundamente
la naturaleza de la información y de los diálogos
que construimos a partir de ella. Baste decir por ahora que lo coherente
o contradictoria que resulta una comunicación con su contexto
es tan importante como nuestra calidad expresiva al utilizar un
lenguaje (sintaxis) y la interpretación de los mensajes que
recibimos y que establece la similitud y la diferencia con la intención
de quien emitió y nos dirigió tales mensajes (semántica).
Las teorías de la Teoría
de la Comunicación.
Desde mi punto de vista, son tres las teor ías que forman
la Teoría de la Comunicación: la Teoría de
la Información, la Teoría de las Redes y la Teoría
de las Innovaciones.
La Teoría de la Información
estudia las condiciones de estructuración e inteligibilidad
de los mensajes. Coincide en sus propósitos de manera importante
con la sintaxis, pues para poder estructurar y hacer inteligibles
(comprensibles) los mensajes requerimos de dominar a tal punto un
lenguaje que su uso sea correcto gramaticalmente y por ello comunique
con claridad lo que intenta comunicar (mensajes).
Una distinción importante
que debe hacerse en este contexto de discusión es aquélla
entre datos e información. Según Ackoff
(2002:175) "(L)os datos son símbolos que representan
las propiedades de objetos y eventos. La información se compone
de datos procesados, donde el procesamiento está dirigido
a aumentar la utilidad de los datos". Dicho de otra manera,
los datos nos comunican eventos aislados y la información
nos indica su utilidad al organizarlos en un patrón coherente
que nos ayuda a tomar decisiones o resolver problemas. "Al
igual que los datos", continúa Ackoff, "la información
también representa las propiedades de los objetos y eventos,
pero lo hace de manera más compacta y útil que los
datos. La distinción entre datos e información es
funcional, no estructural". Y agrega: "La información
se encuentra contenida en descripciones, es decir, las respuestas
a preguntas que empiezan con palabras tales como quién, qué,
cuándo, dónde y cuántos". (Ackoff, 2002:176)
La Teoría de la Información,
pues, consiste en el conjunto de conceptualizaciones que nos permiten
asegurar la calidad del insumo de la comunicación: la información.
Casi todos sabemos desde nuestras primeras clases y cursos que la
información no es comunicación y que la comunicación
requiere de la información, sin embargo, a pesar de que casi
todos comprendemos la naturaleza de esta diferencia, en ocasiones,
y en especial en el mundo práctico, olvidamos los estándares
de calidad que deben acompañar a la información para
cumplir los objetivos del proceso de la comunicación.
Por Teoría de Redes entenderé
el estudio del espacio donde circula la información para
que cuando menos un emisor y un receptor puedan establecer un diálogo,
es decir, un intercambio de mensajes que, en cada ciclo de dicho
intercambio, se genere valor informativo. El valor informativo está
en función de los objetivos tanto del emisor como del receptor,
en función de la influencia que quieren ejercer, respectivamente,
sobre el receptor (en el caso del emisor) y sobre el emisor (en
el caso del receptor). Los objetivos de un proceso de comunicación
pueden ser múltiples y variados, y además pueden buscarse
simultáneamente.
Se implica de lo anterior, que para
que los datos se transf ormen en información y la información
sirva a la comunicación como insumo, deben existir seres
inteligentes que puedan pensar objetivos y apreciar por el cumplimiento
e incumplimiento de los mismos, lo valioso, o poco valioso, que
resultan los datos que forman la información y la información
que se intercambia entre emisores y receptores, y viceversa.
Si lo anterior se considera cierto
y razonable, existe una implicación más: así
como los datos aumentan su utilidad cuando forman parte de la información,
así la información aumenta su utilidad al ser parte
de un proceso que busca cumplir con una serie de objetivos que llamamos
"comunicación". Además, sin referencia a
una serie de objetivos de comunicación la información
pierde valor así como los datos pierden valor informativo
en ausencia de una decisión que tomar o un problema a resolver.
Todo esto nos remite a los conceptos
de eficacia y eficiencia. La eficacia se refiere a la forma en que
como seres inteligentes nos adaptamos, al igual que todas las demás
especies vivas, a un medio ambiente. Los objetivos y metas que definimos
para ello nos facilitan esta labor. El carecer de objetivos y metas
claras nos dificultan nuestra tarea. Por lo tanto, la eficacia es
parte de nuestra lucha por sobrevivir y consiste en el impacto que
causamos en el medio ambiente por medio de nuestras metas y objetivos.
La eficiencia es el costo en recursos que debemos enfrentar por
cumplir nuestros objetivos y metas que buscan facilitarnos nuestra
sobrevivencia. Por lo tanto, la eficiencia sirve a la eficacia y
la eficacia guía u orienta a la eficiencia. Los datos son
un recurso de la información como la información es
un recurso de la comunicación. Dependiendo de los objetivos
y metas de comunicación que nos hayamos puesto, y de su nivel
de cumplimiento, los datos y la información adquieren su
valor.
De todo esto podemos ofrecer una
generalización conceptual que puede resultar útil
en función de nuestro interés en comunicación:
la variable o proceso más general permite asignar valor y
evaluar la variable o proceso menos general. Por ejemplo, y como
lo hemos visto a lo largo de la última parte de la exposición:
la variable más general "información" asigna
el valor y evalúa la utilidad de la variable más específica
"dato", al igual que el proceso más general "comunicación"
asigna el valor y evalúa la utilidad de la variable "información".
Este principio de asignación de valor y utilidad en las variables
involucradas en la información y comunicación resultará
muy importante para comprender, y en su caso debatir, la existencia
y aportación de la Comunicación Productiva.
Si el "Principio de valor y
utilidad" planteado hace unos m omentos lo exponemos en términos
de planeación de los procesos de información y comunicación
resulta que nos encontramos con el tema de la calidad en el siguiente
sentido: para planear la información y comunicación
que requerimos también debemos identificar la calidad de
los insumos de tal suerte que dichos insumos más nuestra
capacidad de aplicarlos a metas y objetivos, resultan en la información
y comunicación que deseamos desde un inicio. La implicación
de todo esto es que las metas y objetivos de comunicación
determinan la calidad de la información. No existe calidad
en la información
independientemente de los objetivos y metas contenidos en un proceso
de comunicación.
La Teoría de las Redes, pues,
establece tanto la conceptualización del espacio como el
número de emisores y receptores que intercambiaron, intercambian
o intercambiarán en un futuro información. A la descripción
específica y acotada de qué emisores intercambian
información con qué receptores, y viceversa, le llamamos
comúnmente "proceso de la comunicación".
Así como la Teoría
de la Información coincide de forma importante con la sintaxis
en el esquema de Morris, la semántica, en este mismo esquema,
coincide con la Teoría de Redes. No puede existir una red
sin un receptor que reciba un mensaje de un emisor, lo interprete
y evidencie el efecto de dicho mensaje sobre sí mismo además
del grado de acuerdo y desacuerdo con el propio mensaje de su emisor.
Por lo tanto, sintaxis es a Teoría
de la Información como semántica es a Teoría
de las Redes. Además, la sintaxis es a la semántica,
como la información es a la red. Así el valor y la
utilidad de uso de un lenguaje depende de la capacidad de interpretación
de los interactuantes, en especial de quien tiene menor capacidad
de abstracción y conceptualización.
¿Tecnologías de
información o de comunicación?
Uno de los debates más importantes en comunicación
es si las tecnologías que sirven de infraestructura para
difundir la información en sociedad son también tecnologías
de comunicación.
Una implicación de los puntos
expuestos hasta ahora es que no existen tecnologías de comunicación,
las tecnologías, todas ellas, son necesariamente de información.
¿Por qué? Para que una tecnología fuese de
comunicación debería ser capaz de generar metas y
objetivos de intercambio de información con otras tecnologías
y/o seres humanos, además de ser capaz de interpretar los
mensajes que otras tecnologías y/o seres humanos le enviasen
y poder expresar su acuerdo y desacuerdo respecto del contenido
de los mensajes recibidos.
Desde mi particular punto de vista,
la contribución de la tecnología es a la eficiencia
del proceso de comunicación no a su eficacia. Es decir, la
tecnología es un insumo y/o recurso para que se dé
la comunicación, sin embargo, la tecnología por sí
misma no puede sustituir al ser humano, por lo menos hasta ahora,
en la definición de metas y objetivos de comunicación
y en la libertad de ejercer su capacidad para interpretar los mensajes
recibidos con base en su experiencia y aspiraciones.
Por Teoría de la Innovación
entiendo el esfuerzo conceptual por comprender y explicar el cambio
en un contexto, ambiente o sistema.
Con base en los objetivos y metas
y los recursos disponibles de un sistema se da el valor y la utilidad
del cambio o cambios que se indujeron al mismo.
Encontramos en esta definici ón
la aplicación del principio de valor y utilidad mencionado
líneas arriba. La relación del cambio respecto del
sistema donde ocurre es la misma descrita con referencia al dato
respecto de la información y de ésta respecto de la
comunicación. Quizá se intuya entonces que la calidad
del proceso de la comunicación depende de los objetivos y
metas del sistema donde ocurre.
Cuando hablo de sistemas me refiero
m ás específicamente a los ambientes y contextos que
el ser humano crea artificialmente para lograr sobrevivir y trascender
en convivencia con otros seres humanos. Es decir, por una parte
el ser humano se une a otros individuos de su especie para satisfacer
diversos tipos de necesidades de supervivencia que solo sería
más difícil o casi imposible llevarlo a cabo, y además,
también llevar a cabo tareas o actividades que apelan más
a su espiritualidad e identificación con el cosmos.
De tal manera que nos encontramos
con el ámbito que, en el inicio de mi presentación,
identifiqué como un tercer tramo que nos falta explorar más
aun para entender mejor la naturaleza de la comunicación.
La Comunicación Productiva
inició como una inquietud y una curiosidad al observar que
los procesos de calidad en las organizaciones son, en cierto sentido,
procesos de comunicación a la inversa: no inician con lo
que el emisor quiere informar a su receptor sino con la inquietud
de un emisor (llamado "proveedor" en este tipo de metodologías)
por saber qué es lo que el receptor requiere de él
para poder cumplir con sus metas y objetivos productivos. La calidad
demandada por el receptor depende, a su vez, de lo que la organización
como un todo busca, y lo que busca dicha organización depende,
una vez más, de lo que la sociedad donde opera considera
bueno y aceptable como contribución, insumo o alimento a
la misma.
De tal forma, tenemos que la Comunicación
Productiva consiste en situar al proceso de la comunicación
en su propio contexto, o en el sistema al que sirve para que dicho
sistema como un todo cumpla, a su vez, con sus propios objetivos
y metas. Comunicación Productiva, pues, nace de la retroalimentación
que nos permite conocer las necesidades de los sistemas donde ocurre
la comunicación para que ésta se alinee con los fines
últimos de éstos y así contribuir a su logro.
Comunicación Productiva,
entonces, como lo hace la pragmática en el esquema de Morris,
busca hacer compatible el lenguaje verbal utilizado por los actores
del proceso comunicativo y el desempeño que busca el propio
sistema para lograr sus fines y su contribución. La relación
comunicación (lenguaje verbal) y metacomunicación
(lenguaje corporal) que encontramos en la pragmática corresponde
en mucho al desempeño del proceso de comunicación
con referencia al desempeño del sistema donde ocurre la propia
comunicación.
Como herramienta de planeación
la Comunicación Productiva se convierte en el estudio de
la calidad que requiere un sistema en
cuanto a sus insumos de información y diálogo (el
propio proceso de la comunicación) para llegar a sus fines
últimos. Es decir, la Comunicación Productiva estudia
los flujos de información y los mecanismos de retroalimentación
necesarios para la mejora del mundo, entendiendo el mundo como el
sistema que contiene a todos los demás sistemas, el sistema
que aloja los fines últimos, los objetivos y las metas reales
y potenciales a los que aspiramos los seres humanos.
Los procesos fundamentales de
la información
Así como el lenguaje se puede dividir en sintaxis, semántica
y pragmática, y la Teoría de la Comunicación
se puede dividir en
información, redes e innovaciones, los procesos de la información
pueden identificarse como una triada: producción, difusión
o distribución y uso inteligente.
El proceso de la producci ón
de información corresponde a la sintaxis en el esquema de
Morris y a la Teoría de la Información en el contexto
de la Teoría de la Comunicación.
El proceso de la distribuci ón
o difusión de información corresponde a la semántica
en el esquema de Morris y a la Teoría de las Redes en el
contexto de la Teoría de la Comunicación.
Finalmente, el uso inteligente de
la informaci ón corresponde a la pragmática en el
esquema de Morris y a la Teoría de la Innovación en
el contexto de la Teoría de la Comunicación.
Niveles de Comunicación:
actitudes y capacidades
Mi presentación ha girado hasta ahora alrededor de lo que
podríamos identificar como capacidades de comunicación,
es decir, las habilidades de producir mensajes en un lenguaje (sintaxis,
Teoría de la Información y función de producción
de la información), de establecer comunicación con
los demás (semántica, Teoría de las Redes y
la función de distribución/difusión de la información)
y finalmente, cambiar para mejor un sistema con base en la información
y el diálogo (pragmática, Teoría de la Innovación
y la función de uso inteligente o aplicación de la
información y la retroalimentación a los fines o propósitos
últimos de un sistema).
Sin embargo, el estudio de la comunicación
y en concreto la propuesta de Comunicación Productiva también
contempla que cada capacidad viene acompañada de una actitud.
Así tenemos que la primera
capacidad, aquélla de informar, se acompaña de la
actitud que llamaré "egocéntrica". Juntas
la actitud "egocéntrica" y la capacidad de informar
constituyen el primer nivel de comunicación que conocemos
como lineal.
A la segunda capacidad identificada
como "comunicarse con l os demás" le corresponde
la actitud "empática" y juntas forman el
segundo nivel de comunicación que conocemos como dinámico.
Los dos primeros niveles de comunicaci
ón, lineal y dinámico, son conocidos desde hace tiempo
en nuestro campo y especialidad. El tercer nivel, el productivo,
es más reciente, y se integra de la actitud de "receptividad"
y de la capacidad de "alineación".
Quisiera dedicar unas l íneas
a explicar qué entiendo por actitudes y capacidades de comunicación
y definir, brevemente, cada una de ellas. Por actitud de comunicación
entenderé la disposición que tiene un individuo o
una institución (sea ésta de cualquier nivel y tamaño:
local, regional, nacional, internacional, mundial) respecto a la
creación y el intercambio de información con otros
individuos e instituciones.
Una actitud egocéntrica de
comunicación corresponde a la conciencia, voluntad y necesidad
de un individuo e/o institución de servirse de la información
real disponible y potencialmente generable para cumplir con sus
propios objetivos y metas.
Una actitud empática de comunicación
corresponde a la conciencia, voluntad y necesidad de un individuo
e/o institución de considerar el punto de vista, la necesidad
y la influencia de otros individuos e instituciones respecto de
generar e intercambiar información real disponible y potencialmente
generable con dichos individuos e instituciones.
Una actitud receptiva de comunicación
corresponde a la conciencia, voluntad y necesidad de un individuo
e/o institución de coordinarse y colaborar con otros individuos
e instituciones para mejorar personal, profesional y organizacionalmente
de tal suerte que la convivencia entre individuos, grupos, sociedades,
naciones y países resulte en menor violencia y un mayor avance
general en términos de fines propios y ajenos para beneficio
particular y colectivo.
Por otro lado, las capacidades de
comunicaci ón se refieren al grado de efectividad que un
individuo e/o institución como sistema alcanza al cumplir
con sus metas, objetivos y fines con el menor costo posible. Es
decir, la capacidad es el nivel de eficacia (cumplimiento de metas,
objetivos y fines) de un sistema (individuo, institución)
y su correspondiente nivel de eficiencia (costo de eficacia).
La capacidad de informar, corresponde
entonces, al dominio de la gramática de un lenguaje con el
que producimos mensajes
organizados de tal manera que podamos tomar decisiones y resolver
problemas al menor costo posible.
La capacidad de comunicarse con
los dem ás corresponde al acuerdo y el acuerdo acerca del
desacuerdo que dos o más individuos e/o instituciones (sistemas)
interactuantes en un espacio llamado red establecen con base en
la información que intercambian.
La capacidad de comunicarse con
los demás se expresa en la comprensión e incomprensión
que resulta entre los individuos e
instituciones (sistemas) después de interactuar entre sí
y haber intercambiado información.
La capacidad de alineación
corresponde a la habilidad de uno o más individuos e/o instituciones
de definir para sí mismos y entre sí metas, objetivos
y fines que permitan el uso de la información (mensajes organizados
con base en las metas, objetivos y fines propios y compartidos)
y los diálogos (los mecanismos de interpretación y
retroalimentación que resultan tanto de aceptar comprenderse
como de la aceptación de no lograr la mutua comprensión)
para mejorar el mundo y todo lo que éste contiene.
Así, pues, llegamos al final
de esta presentación. Por medio de ella quise exponer que
existen tres realidades respecto de nuestra vocación comunicativa.
Hasta ahora, hemos sido capaces de generar y estudiar a fondo los
"flujos de información" (nivel lineal) y los "procesos
de comunicación" (nivel dinámico). Creo que nos
espera aun la empresa más magnífica que cualquier
ser humano pueda imaginar para todo estudioso y profesional de nuestro
gremio: mejorar el mundo.
Concluyo con unas palabras de Rabí
Joel ben Abraham Shemariah que se refieren a este gran reto al que
la Comunicación Productiva quiere contribuir:
"El primer objetivo de la vida,
aquí en la Tierra, es estar en paz con todos los hombres".
Muchas gracias. Mis mejores deseos
para todos.
Notas:
1
Estas palabras aparecen en la portada de la revista Na tional Geographic,
en su número del 100 aniversario.
2 El proverbio africano apareci
ó en: Rabbi Marc Gellman and Monsignor Tom Hartman "How
do you find God? The search for meaning in everyday life",
Reader's Digest, del mes de abril 2002.
Referencias:
Ackoff, Russell Lincoln, El paradigma
de Ackoff, Una admini stración sistémica, México,
D.F.: Limusa-Wiley, 2002.
Graham-Bell, Alexander, "100 Years Reporting on "the world
and all that is in it" (portada) National Geographic,
Vol. 174, No. 3, September 1988, Centennial Number.
Morris, Charles W., Fundamentos de la Teoría de los Signos,
Barcelona: Ediciones Paidós, 1985.
Nosnik, Abraham, "Linealidad, dinamismo y productividad en
la comunicación humana y social" en Nonotzan,
revista del Centro de Investigación de la Universidad del
Tepeyac, Vol. I, No. 2, Marzo de 1996. (El mismo artículo
se encuentra publicado en Razón y Palabra, la revista
electrónica del Proyecto Internet del Tec de Monterrey (ITESM),
Campus Estado de México.
Nosnik, Abraham, "Productividad de la comunicaci ón
en la era de Internet", en Islas Octavio y Fernando Gutiérrez,
PROYECTO INTERNET, Internet: el medio inteligente, México,
D.F.: CECSA, 2000.
Abraham Nosnik Ostrowiak
Consultor de empresas e instituciones |