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Agosto - Septiembre 2003

 

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La Institucionalidad Mediática a la Luz de la Semiótica
 

Por María Noboa
Número 34

Definitivamente estamos asistiendo a la consolidación de un escenario peculiar en el ámbito de la Comunicación, y es precisamente desde la tecnoglobalización que es posible visualizar nuevas formas y rituales de esbozar datos, analizar tendencias, sugerir implicaciones, que obligan a la utilización de un metalenguaje, harto complicado- en unos casos más que en otros- que a veces peca de convertirse en un discurso satelizado de las mediaciones.

Las concepciones respecto de las mediaciones tecnológicas han sido tratadas no pocas veces con un sentido de asepsia, hecho que impide aterrizar en las auténticas sensibilidades de los sujetos. Por suerte, hoy, desde la valoración que adjudica la Teoría de la Complejidad- el conocido método dialógico de Morin- de autores como Campbell y Gharadegajhi y Pascale- entre otros muchos-, el entendimiento de lo fractal, la entropía, la recursividad, la incertidumbre y las paradojas del mundo actual, pueden ser entendidos de manera práctica, al asumir el todo investigado desde la "metaforización" de los sistemas biológicos vivientes.

Rebasado el paradigma de la simplicidad, es más fácil entender el hecho comunicativo a la vez como un proceso, un sistema y un escenario de interacción, en el cual son sujetos de carne y hueso, con rostro, con pasionalidad, con alegrías y desencantos, quienes entran en el circuito del /poder/, /saber/, /querer/ y /hacer/ que recetan las mediaciones tecnológicas.

La hegemonía oculta de las mediaciones tecnológicas imprime un pensar y manifestar discursivamente la construcción, sensibilización y expresión de formas de autopensarse, pensar el mundo y las relaciones sociales desde un enfoque nodal (convergencias y divergencias múltiples).

Estas formas remiten, inexcusablemente, a procesos sociales y prácticos super complejos de los actores sociales, en búsquedas permanentes de ese algo que no puede ser definido: quizás ¿ las dudas casi metódicas de los imaginarios de la cultura del consumo?

En fin, parece ser que se ha olvidado que un instrumento de medición social, en aplicabilidad, va generando variación de resultados, espirales de paradojas e incertidumbre que conducen a lo relativo. Me refiero a tratar de aplicar las recetas infalibles y estáticas para entender fenómenos caóticos, como lo es el de las mediaciones. La denominado entropía es una constante para entender el fenómeno mediático y, aún así, todos se empeñan en atrapar, encajonar, controlar procesos, que sigilosamente van escapándose y se niegan a ser meros reflejos especulares de algo.

Las ideas de hegemonía comunicacional, es preciso nutrirlas en los procesos de autoorganización, de equilibrios microscópicos y macroequilibrios y a la vez de congelamientos que propone la Complejidad. El sesgo contemporáneo de la hegemonía comunicacional (con las mediaciones tecnológicas) es preciso verlo en vinculación dialógica, hologramática y recursiva. Los procesos no se entienden parando y deteniendo el proceso. Es imprescindible subirse al tren y entender la dinámica de este desde él mismo, y no bajarse de él.

Retomando al semiólogo Goran Sonesson, se puede inferir que, al ser el proceso mediático tecnológico, un circuito nodal relacional complejo, el montaje teatral de los actores sociales en este proceso también es complejo. Vistas así las mediaciones, se convierten en el lugar de encuentro de una actancia dual entre actores y audiencias, en donde ya lo manifiesta expresamente que : "en el teatro de la tecnoglobalización, la mediación tecnológica añade un valor agregado en su misma manifestación, con un enfoque instrumental. Remite a una función espectacular y simétrica". Es pues, la invitación a la contemplación policroista de un mundo que, superando la dicotomía blanco/negro , impele a pensar un sentido de coexistencia de microespectáculos mediáticos, contenidos a su vez en otros.

Quiero ilustrar en algo lo que está ocurriendo. Quiero decir que no es desde la tecnología y sus mediaciones que vemos y construimos el mundo, sino es la misma lógica de construcción del mundo la que permite visualizar la tecnología y sus mediaciones comunicacionales, como construcciones del propio mundo.

En el juego de actores de todo mediación tecnológica, la dinámica vertebradora es un rito, cuyo espectador repite los juegos simbólicos en simulacros, que acentúan la función fática de la que hablaba Jackobson.

El radio y espectro de acción de las mediaciones tecnológicas están vinculados con sus contenidos, sin desvirtuar la forma ritualizada en su propio uso, uso dado por actores que desde su vida cotidiana, van asumiendo en y para sí modelos de verse, ver a los demás y ver el mundo.

De ahí, que la interpretación de la "idea del mundo" moderno es la que varía por medio de las mediaciones, que van imponiéndose, de un lado con cierto rostro lineal (en una paradigmática simplista) y de otro, mediante el cumplimiento de acciones instrumentales repetitivas y sin memoria histórica, que se convierten en los propios "no lugares" de Marc Augé.

No lugares de pensamiento y acción, complejos y múltiples en apariencia, pero poco estables para los sujetos en esencia, quienes van viendo su propia vida en un espectáculo de ida y vuelta, del cual ellos mismos no toman control.

La semiotización de los procesos tecnológicos, obligan a reinterpretar la burbuja semiótica de cada uno de los seres humanos ( un ambiente completo de vida significante y significada), mediante la cual los actores ya no se mueven ni en espacios ni en tiempos definidos, sino que fractalmente van buscando lo ficticio, rellenado de sentido de realidad. Así, las mediaciones se erigen a la puerta de la anacronía, el vaciado simbólico de los lenguajes, la insatisfacción pasional, el discurso autoritario, la frustración, el debilitamiento de la socialidad primaria y el posicionamiento definitivo del imaginario del consumo ante el de la propioceptividad histórico-social.

De este modo, los actores sociales van cumpliendo un circuito de producción, resignificación y actuación en función del simbolismo de las mediaciones tecnológicas, desde la estilización de la vida -en ciclos de equilibrio, desequilibrio y congelamiento. La autoorganización sistémica de este sistema viviente de las mediaciones remiten a la lógica del autoritarismos neoliberal.

El acto cotidiano comunicado y la comunicación del acto cotidiano se van cargando de un falso espesor histórico: se trata de un juego de poder con formas propias de vivir y sobrevivir las máscaras simuladas que /hacen creer/ que el hombre "es lo que es" en goce pleno de su libertad, cuando en realidad no es más un actor banalizado que se mueve jaloneado por los hilos del poder, que naturalizan toda expresión tecnológica como lo "moderno" "lo de avanzada", sin que medien sentidos claros de interpretación, resignificación y peor asunción de lo político en su real complejidad histórica.

Desde este contexto, la telemática, los chats, la navegación en internet, la cibercultura y el hipertexto son solo algunos de los significantes en apariencia polisémicos de este denominado paradigma moderno y acaso posmoderno: la simplicidad de signos que se dirigen a una sola dimensión de sentido, la fractalidad social vehiculizada por las mediaciones tecnológicas. Ante ello la cuestión está entre mediación tecnológica o mediación tecnológica, pero me pregunto ¿desde qué paradigma?


María Fernanda Noboa