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Por José Manuel Pestano
Número 35
En la última década,
en los países del área noroccidental del mundo hemos
asistido a una serie de movimientos mediáticos, entre los
que destacan la generalización de operaciones mercantilistas
orientadas al control de medios rentables en términos económicos
y políticos. Continúan así, las denominadas
corrientes de concentración del capital, anclando en la superficie
de la sociedad importantes asideros que modulan y condicionan cualquier
evolución de los sistemas políticos dominantes. Los
procesos de globalización puestos en marcha con las bolsas
de valores en mercado continuo, conectadas inicialmente mediante
el telégrafo y posteriormente, a través del teléfono,
se han extendido a otros sectores de estas sociedades2.
De esta forma, los actuales desarrollos infotelemáticos derivados
del uso civil de unas redes, diseñadas ahora como antaño
bajo iniciales presupuestos militares, plantean también una
utilización que tenga contrapartidas económicas no
sólo para los operadores de las vías, sino para quienes
suministren contenidos adecuados a un público concreto.
Por una parte, la televisión
convencional se encuentra ante un modelo de negocio sumamente comprometido3.
Las cadenas públicas, una fórmula frecuente en muchos
países europeos, y también americanos, compiten en
términos de igualdad con las cadenas privadas. Al menos en
España, esta igualdad se debe entender en el sentido de actuar
con la misma estrategia, similares instrumentos e idénticos
productos que los operadores privados, pendientes de un solo objetivo:
captar la máxima audiencia en todas las franjas horarias,
ya que de esto depende conseguir maximizar la relación entre
ingresos y costes4.
Puestos de acuerdo respecto a lo
que son las misiones de la televisión convencional, también
denominada generalista, observamos como se produce un texto audiovisual,
prolongado a lo largo de toda la emisión, que no difiere
sustancialmente de una cadena a la otra; aunque el público
acceda aparentemente a lo que entiende como 'lo menos malo' mediante
el mando a distancia, esta actuación selectiva queda comprometida
porque no existen diferencias fundamentales entre una programación
y la que ofrece la competencia.
La televisión generalista
se configura como un instrumento de entretenimiento imprescindible
en estas sociedades, con una dedicación que oscila entre
las tres horas y media y las cuatro horas de recepción diaria,
por cada individuo de más de 4 años, dependiendo del
país y de las características socioeconómicas
del sujeto5; los consumidores
más intensos son aquellos que más están en
el hogar, niños, desocupados y personas de mayor edad, preocupando
especialmente el papel de los niños socializados mediante
esta niñera electrónica6.
En este marco que vamos definiendo, la información misma
resulta anecdótica dentro de una programación orientada
exclusivamente a la venta; esta venta se dirige tanto al suministro
informativo sobre productos concretos, como a la venta de una forma
de vida determinada, que se refleja en la pantalla bajo formas concretas
de representación7. Además,
la información televisual no difiere sustancialmente de estos
presupuestos anteriores, puesto que vehicula un mensaje económico
y un mensaje político que actúa como correlato de
la actividad principal orientada al comercio.
En todo caso, esta actividad audiovisual
se concentra sobre una dimensión realmente escasa para el
ser humano, sea o no consciente de la misma, que no es otra que
la dimensión temporal. La medida del tiempo, el gran logro
del segundo milenio, caracteriza muy especialmente la actividad
audiovisual. El tiempo determina el modo de producción empleado
en la televisión, y también resulta importante desde
el punto de vista de la comercialización de espacio publicitario.
Pero en el seno de este intercambio desigual, en el que se ofrece
algo a cambio de la aparente nada, se produce la vampirización
de los tiempos de los espectadores: los medios audiovisuales8
absorben tiempos individuales, que logran capturar de la audiencia,
y consiguen su transformación en un valor económico.
La obtención de un determinado porcentaje de audiencia, en
definitiva una suma aceptable de biotiempos individuales, en un
momento dado, se utiliza como dato y claúsula en los contratos
de producción; los biotiempos obtenidos por una determinada
emisión se emplean como valor de partida sobre el que edificar
la toma de decisiones que se derivan de la actividad publicitaria,
y que conducen a obtención de más ingresos.
Para proporcionar otras alternativas
audiovisuales a este 'supermercado del ocio vivencial', supuestamente
gratuito, en el que se suministra información implícita
y explícita sobre productos y formas de vida aceptables y
correctas a cambio de monopolizar el tiempo libre de la audiencia9,
aparecen otras formas de comercialización de los productos
televisivos mediante el pago por el usuario de los contenidos que
recibe. Esta fórmula, habitual en los países con una
larga tradición de cable, desarrollada posteriormente mediante
satélites de difusión directa, o por medio de la transmisión
terrestre de programas codificados, proporciona entretenimiento
a cambio de una contraprestación económica directa,
de modo que cuestiona el principio, bastante europeo y más
aún español, de televisión como servicio público;
puede ocurrir que este servicio consiga estratificar al público
de televisión por medio de la renta, apareciendo una televisión
para ricos, determinada por su capacidad de pago por el servicio,
y una televisión de pobres, de una supuesta menor calidad,
a la que se encaminaría la televisión generalista
devaluada.
Tanto las empresas de televisión
de pago directo, como las de televisión generalista, están
atentas a nuevas formas de negocio que les permitan incorporar más
ingresos y superar las dificultades cotidianas procedentes de la
competencia. En este contexto se produce la eclosión paralela
de las redes de telecomunicación, telefonía móvil,
o infotelemática con Internet al frente; estas redes se presentan
como un medio y también como un producto sobre el que depositar
la atención; aunque no sean necesarias estas redes para la
transmisión de TVi, se puede comprobar que existen, por una
parte, audiencias potenciales capaces, en el caso de Internet, de
estar durante horas ante un monitor de ordenador llevando a cabo
actividades de comunicación y participación, y también
de información y consumo; mientras, por otro lado, se comprueban
las posibilidades de transmisión que van alcanzando estas
redes. Estas observaciones resultan en parte coincidentes con las
predicciones de algunos de gurús de la tecnología,
que dibujaban un futuro mediático fuertemente convergente,
en el que televisión y redes infotelemáticas iban
a estar fuertemente imbricadas, probablemente incluso integradas
en un mismo dispositivo en el espacio doméstico.
Por ahora este panorama se aleja
como tal en el horizonte. Las razones son de muy diverso tipo. Ni
se produce la tal llamada convergencia total, ni parece que esa
sea la vía que vayan a adoptar los operadores de servicios.
En la práctica, la vía
que conduce al empleo del ordenador doméstico para la recepción
de televisión se encuentra bajo mínimos, puesto que
supone dedicar uno de los equipamientos más caros del hogar
a una actividad que se lleva a cabo mejor, y más económicamente,
a través del televisor. Por si fuera poco, el número
de ventas de ordenadores personales alcanza en los últimos
años un punto de equilibrio, y las conexiones a Internet
tampoco tienen crecimientos importantes.
Por su parte, la digitalización
de las emisiones de televisión terrestre sigue pendiente
tanto del problema del coste de los receptores como de las dificultades
técnicas planteadas por los emisores. La evolución
del mercado no beneficia precisamente a los inversores en telecomunicaciones,
que serían quienes deberían apoyar estas televisiones
con cierta vocación de interactivas, y la falta de proyectos
en los que se resuelva adecuadamente la ecuación audiencia-contenido-medio
retrae nuevas experiencias, que se comienzan a entender como aventuras.
Además, los medios de comunicación han recogido, a
mediados de 2002, varias noticias sobre los desajustes contables
y problemas de gestión en las empresas matrices de importantes
televisiones, en diferentes países, de lo que se deriva que
la escapada hacia delante de finales de los noventa, apoyada en
las nuevas tecnologías, está aún pasando factura.
En estos escenarios nos moveremos
en los próximos años, unos escenarios marcados por
la incertidumbre, el juego entre los actores y el entorno político
- económico; al mismo tiempo, coexistiendo con estas circunstancias
existen también experiencias y modos de entender la interactividad
en televisión, que merecen nuestra atención.
El Pronto Inicio de la Interactividad
en la Televisión
Cuando hablamos de televisión
existe una corriente, algo desacreditada hoy, según la cual
el espectador resulta un receptor pasivo, abandonado a su suerte
ante aquello que quieran emitir desde la estación central.
Los principales estudios de medios de comunicación se llevan
a cabo bajo la óptica occidental centrista, en las que se
parte de modelos políticos basados en una democracia parlamentaria
que tiene como correlato mediático la existencia de diferentes
emisores que permiten la difusión, supuestamente plural,
de diferentes ideas e ideologías políticas. En un
entorno de monopolio informativo los procesos causa - efectos deberían
ser distintos.
Aunque ésta sea la situación
probable en situaciones de monopolio televisivo, una herramienta
en estos casos muy útil para la planificación social,
ni siquiera en estos casos el espectador, o espectadora, es un ser
irreflexivo, carente de inteligencia y aptitudes cognitivas, sino
que elabora, reinterpreta y ajusta su recepción a sus intereses,
opiniones y preconceptos10;
estas operaciones mentales se completan y corresponden con expresiones
verbales, articuladas en contextos sociales, en los que la recepción
grupal facilita estos intercambios. La posibilidad de seleccionar
diferentes emisores, mediante el mando a distancia, produce una
primera impresión de actividad motora, mínima en cuanto
a extensión, pero no verbal, y que corresponde a operaciones
mentales de discriminación, identificación, rechazo
o aceptación de unos contenidos frente a otros. Ese texto
audiovisual, descodificado por los públicos receptores, constituye
una de sus principales referencias del mundo en su conjunto y del
entorno cercano, constituyendo un instrumento de apropiación
de la realidad que no se puede minusvalorar.
Una primera aproximación
a la idea de interactividad sugiere algún tipo de flujo bidireccional
de información regulado a partir de un conjunto de posibilidades
establecido. En nuestro caso estamos ante un flujo técnicamente
mediado que presenta diferentes niveles11.
Para quienes piensan en la televisión
interactiva como algo novedoso, o estos términos le resultan
contrapuestos, debemos recordar que ya en los años 50 se
desarrolla el modelo industrial de televisión de los Estados
Unidos, década en la que aparece por primera vez un conato
de televisión interactiva; se trataba del programa Winky
Dink dirigido a los niños, en el que se demandaba la
participación de estos para que ayudaran al protagonista
a salvar diferentes obstáculos12;
el programa pretendía además la captación del
público infantil para un medio emergente, empleando aspectos
sensoriales elementales, como el contacto físico directo
con la pantalla; en un momento de la emisión, el protagonista
se encontraba ante alguna dificultad u obstáculo, un abismo
o un río, y el niño, o niña debía acudir
en su ayuda, dibujando sobre una lámina transparente colocada
sobre la pantalla, con un rotulador adecuado, el puente, o la cuerda
que debía utilizar para saltar, escalar o descender. La estrategia
comercial se completaba con la venta de juegos de láminas
y rotuladores especiales para el seguimiento del programa. Winky
Dink se cita como antecedente cuando se va a tratar la participación
e interacción con los contenidos televisivos.
Durante las décadas de los
setenta y ochenta, se extienden y completan las redes de cable en
Norteamérica y, en Estados Unidos y Canadá, aparecen
algunas experiencias de televisión interactiva, unas utilizando
el cable y otras enriqueciendo la emisión de alguna forma,
con dificultades técnicas derivadas de medios analógicos,
y con problemas económicos en casi todos los casos que impedían
la continuidad de las experiencias , pero que nos muestran como
la televisión interactiva no es sólo una cuestión
de digitalización, aunque en el momento actual ya lo sea
plenamente13.
Los conceptos de televisión
interactiva y televisión enriquecida son distintos, aunque
algunos operadores los solapen en un intento de confundir y presentar
su producto como el mejor14.
En el caso de la televisión interactiva se espera algún
tipo de capacidad de respuesta del receptor hacia el emisor, de
forma que éste pueda atender las solicitudes de sus receptores
e incluso modificar e individualizar los contenidos que estos reciben.
La televisión enriquecida ofrece la posibilidad de acceder
a servicios o contenidos diversos, sin que exista línea de
retorno hacia el emisor; éste sencillamente ofrece un bloque
principal de contenidos explícitos, junto con otros secundarios,
y el receptor elige los contenidos que le interesan en cada momento.
La tipología propuesta por
Prado se basa en la idea fuerte de 'asimetría' presente en
los flujos de la interacción. Efectivamente, los distintos
grados de asimetría se corresponden con distintos grados
de interactividad; se genera así un contínuum en el
que encontramos en un extremo el máximo de asimetría,
donde casi no es posible la interacción, caso de la tv convencional,
y en el extremo contrario, un mínimo de asimetría,
que sugiere equidad en el intercambio, y una malla realmente amplia
de posibilidades. En el medio, diferentes estados de asimetría
nos indican el grado de interactividad con el que se identifica
cada propuesta concreta. Existen diferentes modelos de televisión
interactiva a partir de los distintos niveles de interacción.
Reduciremos a tres estos niveles y veremos los modelos más
significativos. De estos, unos no son más que un tipo de
televisión enriquecida, otros permiten una interacción
débil y los últimos tienen vocación de mayor
interactividad.
Desde los inicios de la televisión
convencional se ha aprovechado también su mínima capacidad
de interacción; mediante carta, o llamada telefónica
resulta posible participar en un programa, elección o compra;
pero, en principio sólo se trataba de justificar una oportunidad
de intervención desde la audiencia, cuando no vender algo
directamente. Ahora, cuando se utilizan determinadas líneas
telefónicas dedicadas a la venta de tiempo de conexión
suponen un ingreso extra a las cadenas, puesto que miles de personas
'se conectan' en simultáneo a esas líneas de pago,
con la esperanza de ser atendidos, y sin percatarse de los costos
que le están generando esas llamadas15.
Pero no puede hablarse de estos formatos comerciales como un tipo
de televisión interactiva, entre otras cosas porque ni los
propios emisores se atreven a reinvidicarlo como tal.
Una televisión enriquecida
por excelencia es la que difunde junto a la emisión de sonidos
e imágenes, contenidos alfanuméricos en las líneas
de borrado del intervalo vertical, denominado teletexto, y sin necesidad
de que la emisión sea digita16.
El teletexto resulta un modelo inicial para la televisión
enriquecida porque nos ilustra la base sobre la que funcionan el
resto de aplicaciones del mismo género: un bloque de información
se envía junto con el resto de la emisión, quedando
al cuidado del receptor utilizar o no esa información y navegar
por ella para acceder a otros contenidos; el emisor no sabe qué
información es consultada, por quienes, ni cuando; tampoco
puede evaluar la calidad de la información ni los usos que
los públicos hacen de esa información. Con los desarrollos
posteriores del teletexto y el empleo de medios digitales de transmisión
y recepción, este concepto ha podido mejorarse hasta proporcionar
una información superpuesta a la imagen televisiva que permite
navegaciones a través de menús accesibles a través
del mando a distancia, todo ello sin que el receptor se comunique
necesariamente con el emisor; de esta forma se puede acceder a datos
sobre el contenido de la programación, agendas e información
de tipo complementaria acerca de un género determinado17.
En un plano intermedio se configuran
ofertas televisivas con cierta interacción a partir de emisiones
enriquecidas con opciones de retorno; mientras que unas veces ese
retorno se hace a través teléfono, otras se aprovecha
la misma conexión de cable del abonado, pero en general,
la televisión interactiva de bajo nivel se desarrolla sobre
un bloque de información bruta, enviada indiscriminadamente
por el emisor, y algún sistema de elección que debe
utilizar el público para acceder a determinados servicios,
participar en un concurso o elegir algún contenido18.
Esa fórmula sí indica algo sustancial respecto a la
anterior, y no es precisamente la interacción, sino la posibilidad
de establecer transacciones comerciales fluidas, automáticas
y seguras entre público y emisor.
Llegamos a un tercer estadío,
en el que la interacción se propone como línea conductora
de la actividad televisiva. Se trata de televisiones interactivas
por definición o de emisoras convencionales con una componente
interactiva importante para quienes puedan hacer uso de ella. Parten
de un abanico de posibilidades para el receptor, de manera que no
se envía toda la malla de contenidos y decisiones en un mismo
bloque, sino que se puede acceder a diferentes niveles de la malla
y elegir contenidos, establecer decisiones o realizar actividades
de t-commerce, un término elegido para las transacciones
comerciales a través de la TVi. La línea de retorno
o de actuación complementaria puede ser la línea telefónica
de abonado, una línea suplementaria, el cable coaxial o Internet,
a través de la cual se van recorriendo menús relacionados
con la información televisada, a veces de forma sincrónica.
Desde la perspectiva que ofrecen
los medios técnicos actuales, la televisión enriquecida
es más propia de un proyecto de televisión analógica
o digital terrestre19; la televisión
interactiva de bajo nivel con retorno independiente se puede llevar
a cabo a partir de la difusión por satélite o cable,
y como vehículo ideal para un mayor grado de interactividad
destaca el cable, como el medio de transmisión bidireccional
con mayores posibilidades20
de equilibrar la asimetría entre el emisor y el receptor.
También conviene citar otros
conceptos de interactividad televisiva, y algunos servicios, que
si bien no son totalmente interactivos ayudan a completar el mapa
conceptual disponible sobre la televisión interactiva; destacan
en este apartado los dispositivos que permiten seleccionar una serie
de programas de diferentes cadenas, almacenarlos, grabar un programa
mientras se visualizan otros contenidos, o realizar ediciones rudimentarias
para presentar los programas en un orden diferente, etc.21
; estos aparatos ofrecen servicios añadidos, vía conexión
suplementaria, para adecuar la selección efectuada en el
equipo individual a la cambiante programación de las cadenas
televisivas.
Como ejemplo de contenidos característicos
de la tvi podemos citar los siguientes, sin que se den todos y de
igual forma en todas las ofertas de tvi: agenda, información
complementaria al programa principal, contratación de vídeo
casi bajo demanda, navegación en Internet, correo electrónico,
navegación limitada o jardín vallado, multirrecepción
de canales en el caso de poder recibir, y presenciar, dos o más
canales simultáneamente, multicámara que permite la
elección de diferentes puntos de vista, grabación
de programas en el propio receptor para su visionado diferido22.
Una tecnología Inmadura
Si analizamos la tecnología disponible existen cuatro
aspectos relevantes en el interior de la televisión interactiva
que afectan de diferentes maneras al público y al emisor;
estos aspectos tecnológicos se refieren a la existencia de
dispositivos específicos para recibir las emisiones de tvi,
el uso de soportes informáticos empleados para presentar
los contenidos, así como los periféricos que permiten
la interacción; también, en el caso del emisor se
deben considerar la capacidad técnica que le permite generar
contenidos interactivos.
Desde la perspectiva de los usuarios,
el percepto que tenemos de televisión enriquecida o interactiva
se asocia a la existencia de un dispositivo específico que
permite separar de la señal recibida, otras informaciones
suministradas por el emisor, y en algunos casos, interactuar con
esa plantilla de opciones. A este aparato, una caja que se coloca
encima o debajo del televisor le corresponde el término set
top box, al que se suele conocer en nuestro ámbito como
'la caja', o 'el descodificador'; en realidad, su importancia va
más allá de su funciones instrumentales puesto que
juega un papel importante en las estrategias de los difusores.
Por lo pronto ya resulta posible
integrar en un solo chip las funciones de una caja de mayor tamaño,
con lo que la inclusión de este equipo en los propios televisores
es cuestión de tiempo... y de otras decisiones no tan fáciles
ni evidentes. Existen diferentes tipos de set top box y por
diferentes razones no suelen ser compatibles entre sí; entre
estas razones se encuentra la voluntad de fijar la audiencia captada
por un determinado operador, en detrimento de su competencia: si
con un mismo dispositivo es posible acceder a varios difusores,
contratar con uno u otro es muy sencillo, mientras que no lo es
tanto si esta operación se encuentra condicionada al cambio
de equipos de recepción. Para el usuario, la existencia de
descodificadores compatibles con todas las ofertas de televisión
digital sería un objetivo que dejaría a salvo las
opciones de pago por visión específicas de cada operador,
mediante sistemas de acceso condicionado.
Un aspecto menos visible, pero también
importante en el ámbito de la televisión interactiva
es el conjunto de programas que hacen posible la presentación
de contenidos complementarios y el acceso a las posibilidades de
interacción; se acude provisionalmente al término
middleware para designar a ese tipo de programa informático,
que si es absolutamente específico de un set top box determinado,
cierra aún más el acceso a otros difusores de televisión
interactiva. Por su parte, el operador de televisión interactiva
utiliza un tipo de programas informáticos que le permiten
diseñar los contenidos interactivos y dar respuesta a la
interacción demandada. Existe un número importante
de aplicaciones en este sentido, puesto todos los operadores de
cierta entidad desarrollan su propios programas; sin un estándar
abierto resultará difícil tanto mejorar la programación
informática existente, como rentabilizar todos los esfuerzos
que se han llevado a cabo, y también se reducirá la
universalización de la oferta de contenidos de la televisión
digital.
Respecto a los periféricos
que permiten la interacción en la tvi existen diferentes
propuestas que incorporan nuevas funciones al habitual mando a distancia.
Pero el dispositivo final tampoco se encuentra totalmente definido;
por una parte, la posibilidad de navegar en Internet, o gestionar
el correo electrónico hace pensar en la necesidad de un teclado,
pero éste puede ser para muchas personas, un instrumento
disuasorio, por lo que también se piensa en tipos ampliados
de mandos a distancia, que no deberían ser demasiado engorrosos.
Probablemente, la respuesta ergonómica se encuentre en lugares
tan variados como en los chats y en la telefonía móvil;
efectivamente, personas que no saben escribir con teclado QWERTY
muestran una habilidad sorprendente para comunicarse con otros en
el chat, utilizando unas abreviaturas que se han ido incorporando
a la mensajería empleada en los teléfonos móviles23,
en las que prima la economía de las pulsaciones.
En cuanto a los recursos técnicos
para la producción de contenidos interactivos, nos encontramos
ante un número amplio de programas de integración,
cada uno con sus ventajas e inconvenientes, desarrollados por empresas
independientes, o por los propios operadores, lo que impide tanto
la amortización de los programas, como el uso de ciertos
contenidos por diferentes emisores24.
En los cuatro niveles tecnológicos
mencionados existen tantos interrogantes como para no poder avanzar
más que entre incertidumbres. Una manera de reducir la incertidumbre
y poder desarrollar modelos de televisión interactiva que
den mayor confianza a los usuarios, consiste en que se promuevan
iniciativas de normalización; esto lo puede hacer tanto la
administración competente en materia de telecomunicaciones
como grupos de actores interesados en la tvi. Desde mediados de
la década de los noventa, se han realizado diferentes movimientos
de normalización; en Europa, existe consenso respecto a la
transmisión de televisión digital y para la vía
de retorno, mientras que se va generalizando en el grupo DVB (Digital
Video Broadcasting) la idea de compatibilizar las distintas
aplicaciones informáticas para tvi25
mediante las recomendaciones comunes derivadas del MHP26
(Multimedia Home Platform). Además del mercado europeo,
las normas del consorcio DVB tienen presencia en Asia y también
en Norteamérica, donde la posición del ATSC (Advanced
Television System Committee) es dominante27.
La televisión interactiva,
como toda tecnología emergente, dispone de una serie de posibilidades;
paralelamente a esas características, su desarrollo se basa
en una sucesión de decisiones que definirán su perfil
y orientación futura. La difusión de una tecnología
como ésta no tiene porque ser lineal, ni presentar la curva
característica de la innovación tecnológica,
tan llamativa quizás por su forma, una 'S' alargada, que
se utiliza para describir la evolución de otros medios. El
estudio de la tvi resulta también importante porque nos encontramos
en un momento en el que se plantean diferentes horizontes que hablan
más de procesos multilineales en la difusión de una
tecnología, y que reflejan mejor que los modelos lineales,
lo que realmente ocurre en estos casos. El desarrollo de la tvi
se encuentra condicionado, desde la posición del operador,
a una serie de decisiones que revisten las características
de unos procesos estocásticos concretos, en los que determinada
elección condiciona la elección siguiente.
En realidad, la puesta a punto de
una tvi aparece como un interesante problema tecnológico.
Existen puntos críticos de decisión en todas las fases
y niveles de la tvi: modelo de negocio, tipo de interacción,
contenidos; pero estas grandes líneas diferenciales que identifican
un proyecto de tvi también se encuentran condicionadas por
el destinatario de todas estas actuaciones. A las dificultades para
la interacción derivadas de los menús extensos se
une la complejidad de los teclados; el diseño de las interficies
que se presentan al público va a significar un nuevo reto.
Hasta el momento, los menús y las pantallas de interacción
suelen ser derivados del diseño web, pero en algunos casos
solapan totalmente la imagen del programa, mientras que en otros
se presentan como incómodas 'moscas' en la pantalla.
Por otra parte, la línea
de interacción con el centro de servicios no puede ser la
misma línea que utiliza el abonado para sus comunicaciones
telefónicas; este bloqueo de la línea del hogar conduce
a que la mayoría de los receptores de tv digital por satélite
se encuentren desconectados de esta red de retorno.
Si la tvi sale adelante lo hará debido a razones económicas.
Y sobre esto la tvi tiene importantes posibilidades, retos y también
dimensiones oscuras.
Entre sus posibilidades destaca
su presentación mítica como panacea publicitaria;
esta idea descansa sobre dos aplicaciones que pueden desarrollarse
en una tvi: la publicidad interactiva y la identificación
individualizada del público objetivo. La publicidad interactiva
supone activar un proceso comunicativo entre emisor publicitario
y público en el que destaca el interés por ambas partes
en el contenido del mensaje28;
esto significa estar en disposición de negociar con el público
objetivo si desea recibir la publicidad o no, y si de hecho desea
recibirla, ser capaz de proporcionar la información relevante
acerca del producto, idea o servicio. Tanto la selección
de los receptores, como la motivación por conocer, juegan
a favor del anunciante, puesto que comunica a quién quiere
recibir la comunicación, a la vez que, es el anunciante el
que establece la malla de interacciones.
Por otra parte, el hecho de identificar
unívocamente al consumidor o receptor de un servicio con
un destino en la red es una de las apetencias más claras
de la publicidad; esto ocurre precisamente en un momento de hipersegmentación
de los públicos, que conduce a que, en el caso de la publicidad
televisiva, se encuentre en una etapa crítica, en la que
se cuestiona su eficacia y se ofrece la saturación como respuesta
que garantice cierto número de impactos. La traza del abonado
se puede extender, no sólo a sus demandas explícitas
al operador, sino que se puede asociar al conjunto de su comportamiento
ante la televisión; aunque los estudios de mercado seguirán
siendo necesarios, la posibilidad de recibir los datos desde el
descodificador colocado en el hogar del abonado, o desde los registros
de usuarios, al darse de alta en determinados sitios o servicios,
van a constituir una fuente de datos importante para construir la
oferta publicitaria y de contenidos29.
El pago por visión, de acontecimientos deportivos y películas
cinematográficas ya es una fuente de ingresos en la televisión
interactiva, y de compromisos, utilizada desde los comienzos de
la televisión digital, así que no representa, en sí
mismo, una novedad, salvo que tiene, en cuanto a estos contenidos,
un valor estratégico derivado de la posesión de sus
derechos en un mercado concreto, lo que limita seriamente las posibilidades
de la competencia.
Entre los retos de la tvi aparecen
dos campos relacionados: la necesidad de idear y producir contenidos
apetecibles de tvi, así como la determinación y obtención
de su propio público.
La producción de contenidos
interactivos supone un nuevo reto para las empresas productoras
y para los difusores que tienen algún tipo de integración
en ese ámbito audiovisual.
En primer lugar supone un cambio
importante en la ideación de programas, en la construcción
de guiones, en los modos de producción y en las estrategias
de comercialización.
En cuanto a los dos primeros aspectos,
la presencia de contenidos interactivos en un programa de televisión
obliga a un tipo diferente de preparación y disposición
mental para quienes deben idear programas interactivos y construir
sus guiones. Hasta ahora, la construcción del texto audiovisual
ha contado con la linealidad de la narración impuesta por
un segmento temporal con principio y fin como referente más
común. Pero en la tvi se abren nuevas posibilidades, algunas
nuevas, y otras procedentes de otros medios y géneros: las
rutas alternativas de lectura, los finales múltiples y los
discursos paralelos, aunque con base literaria, son más propios
de los videojuegos; desenvolverse entre menús y opciones,
la profundización en distintos niveles y la recuperación
del hilo principal parecen más propias de la interacción
con el ordenador; la escritura de textos para la comunicación
con otros, los recorridos virtuales o la navegación por diferentes
sitios sugiere la actividad que se desarrolla con Internet.
También se modifican los
modos de producción, en los que toma un valor nuevo la inserción
de contenidos interactivos; existen actividades 'puente', que permiten
acomodar las capacidades adquiridas previamente a las nuevas exigencias,
como las propias de los procesos que se aproximan a las técnicas
de postproducción, como la edición no lineal30,
bastante frecuente en la actualidad en televisión, cine,
publicidad y vídeo. Pero este perfil necesita ahora ampliarse
a otros conjuntos de técnicas como el uso de programas específicos
de integración de contenidos, tratamiento de sonidos e imágenes
digitales, diseño web o la elaboración de contenidos
multimedia31; junto a este perfil,
o perfiles, de los profesionales encontramos otros requerimientos
que también van a necesitar acomodarse en el conjunto productivo,
como el trabajo infotelemático que permite el acceso y la
gestión de bases de datos relacionadas con el programa.
La piedra angular de todos estos
desarrollos personales y técnicos se encuentra en la posibilidad
de resolver las dudas de viabilidad económica de la televisión
interactiva. Para eso resulta necesario apreciar la auténtica
escala de los diversos horizontes que se plantean y que probablemente
presenten variables concatenadas. La creciente fragmentación
de públicos significa que se van a seguir planteando la existencia
de algunos programas de 'gran producción', de costes elevados,
pero también significará el crecimiento del número
de las 'pequeñas producciones' que tenderán a hacerse
con un mínimo de costes, en una escala de reducción
de 10 a 1 respecto a los costes de mediados de los años 90,
en el caso de España, y Europa. Planteado el delicado problema
de la producción de bajo coste, que no implica necesariamente
la reducción proporcional del contenido, y empeñados
en incorporar valor mediante fórmulas interactivas, resultará
imprescindible plantear propuestas de contenidos y llevar a cabo
prototipos.
Aunque el estudio de otras actuaciones,
en otros países, contribuya a reducir la incertidumbre, también
será necesario emprender acciones propias, y no depender
tanto de 'laboratorios' extranjeros que luego presentan dificultades
de adaptación.
De nuevo aparece la necesidad de
la investigación en la enseñanza superior para dar
algunas pistas respecto a como resolver problemas aplicados, pero
con importancia teórica: la cuestión del público
y la expresión audiovisual. Sin público no hay nada
que hacer; las formas de utilización y de apropiación
de los medios de recepción en el hogar son una herramienta
imprescindible para desarrollar nuevos contenidos que demandan atención
e interacción por parte del usuario, y que si atendemos bien
a lo que ya nos viene siendo dicho, ni el pago por visión
aumenta el tiempo de consumo televisivo, más bien lo contrario,
ni las personas están por una interacción continua,
como es el caso del mando a distancia32,
mientras que se deberán considerar las modificaciones en
las estructuras del ecosistema de la recepción en el hogar
para no alterar negativamente ese espacio privilegiado33,
así como considerar otros, como la escuela o el trabajo.
En cuanto a la expresión audiovisual, ahora extendida más
allá del multimedia, podría ser interesante recuperar
la noción de experimentación, innovación y
desarrollo de materiales expresivos que sirvieran tanto para la
formación académica como para la referencialidad de
las actuaciones empresariales.
En la parte menos positiva nos podemos
encontrar con los difusores exigiendo, a partir de ahora, la dimensión
interactiva en todas las producciones que se le presenten para emisión,
con lo que tendremos otra vuelca de tuerca sobre un sector, el de
la producción, que había vislumbrado por un momento
la esperanza de reducir las habituales fuertes inversiones aprovechando
las ventajas operativas que significaba utilizar la tecnología
digital. El escenario alternativo supone inversiones en equipos,
pero sobre todo, riesgos en cuanto a que el personal no ha podido
demostrar su capacidad en estos nuevos proyectos.
Como punto oscuro de la tvi figura
esa capacidad para rastrear las apetencias individuales, puesto
que nos encontramos ante la construcción de bases de datos
con los perfiles de comunidades de abonados, agrupados por conceptos,
y en último caso, individualizados, a partir de la información
suministrada por los propios usuarios. Estos datos exigirán
una protección especial, ya que, hasta cierto punto, sólo
se transfieren simples decisiones de compra, o de visionado, que
incluso pueden 'comprarse', al igual que pueden asociarse al sistema,
los consumos de gas, electricidad, o de cualquier otro suministro.
Con todos estos elementos económicos,
y tecnológicos se puede empezar a pensar en resolver, aunque
sea provisionalmente, el rompecabezas de la tvi. Su desarrollo tiene
aspectos sociales, que apenas hemos podido esbozar aquí,
pero que apuntan a cambios en la apropiación y el modo de
consumo de las personas del medio televisión, además
de otros usos diferenciados que van más allá de una
simple suma de características más o menos conexas.
Los actores que pondrán en marcha estos procesos serán
las empresas difusoras, a veces integradas con productores de contenidos;
pero estarán iniciando un juego, a partir de su capacidad
técnica, en el que resulta determinante saber en qué
dirección actuar y en qué entorno hacerlo; la administración,
y en general, la acción política en su conjunto, vienen
determinando parte de los escenarios. En esas condiciones, todos
los intervinientes tienen algo que decir, de manera que la sociedad
no puede permanecer al margen.
Notas:
2
Sobre la emergencia y posterior desarrollo de éstas y otras
tecnologías Patrice FLICHY (1993): Una historia de la comunicación
moderna : espacio público y vida privada. Barcelona: Gustavo
Gili.
3 Para un estudio del estado de
la televisión ante los retos de la digitalización
véase Enrique BUSTAMANTE (2002): "Hacia un nuevo sistema
televisivo: errores y frenos en el camino digital", en Telos
Cuadernos de Comunicación, Tecnología y Sociedad,
núm 53 Segunda Época, octubre-diciembre, artículo
en línea en http://www.campusred.net/telos/ (20.11.2002).
4 Sobre la televisión pública
en Europa y en España Miquel de MORAGAS y Emili PRADO (2000):
La televisió pública a l'era digital, Barcelona: Centre
d'Investigació de la Comunicació - ECSA.
5 En el caso español, en
2001, el consumo promedio diario de televisión era de 226
minutos; Asociación para la Investigación en Medios
de Comunicación (2002): Marco general de los medios en España
2002, pág. 34, informe en línea en http://www.aimc.es/
(28.11.2002).
6 Existen muchas opiniones coincidentes.
Para una discusión sobre la alfabetización en un entorno
audiovisual véase Vicente ROMANO (1993), Desarrollo y progreso:
por una ecología de la comunicación, Barcelona: Ediciones
Teide.
7 Una introducción a la
demografía de la televisión estudiada por Gerbner
y la Annenberg School of Communication en Rafael RODA FERNÁNDEZ
(1989), Medios de comunicación de masas: Su influencia en
la sociedad y en la cultura contemporáneas, Madrid: Centro
de Investigaciones Sociológicas.
8 Esto resulta común a
cualquier medio de comunicación; prensa o revista actúan
igual: captan tiempo. Pero en el caso de los medios audiovisuales
este biotiempo puede cuantificarse y 'revenderse' con mayor precisión;
Vicente ROMANO (1993), op. cit.
9 No quisiéramos identificarnos
con las formas 'académicas' críticas con la cultura
proporcionada por la televisión en el entendimiento que este
medio "tiene un lugar estratégico en las dinámicas
de la cultura cotidiana de las mayorías", Claudia QUINTERO
(2002) : "Los Top Five más dañados por la difusión
televisiva", en Razón y Palabra, núm. 29, artículo
en línea en http://www.cem.itesm.mx/dacs/publicaciones/ logos/cmasas/2002/
octubre.html (10.11.2002).
10 Véase el trabajo llevado
a cabo con grupos de discusión por Javier CALLEJO GALLEGO
(1995): La audiencia activa. El consumo televisivo: discursos y
estrategias. Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas.
11 Para un desarrollo de los
niveles de interactividad véase Emili PRADO,: "El lenguaje
multimedia: desafío para creadores", en CANARIASMEDIAFEST,
IX Festival Internacional de Vídeo y Multimedia de Canarias,
Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 2000.
12 Respecto a este programa
Mark SCHUBIN (2001): "Beyond Winky Dink", DigitalTV, en
línea en http://www.digitaltelevision.com/2001/expert/ms02.shtml
(14.02.2002); se puede audiovisionar algo de su contenido en el
siguiente sitio comercial: http://www.winkydinkandyou.com (08.10.2002).
13 Tracy SWEDLOW (2000): "Interactive
Enhanced Television: A Historical and Critical Perspective",
ITVT - American Film Institute - Intel Corporation, artículo
en línea en http://www.itvt.com/ etvwhitepaper.html (25.11.2002).
14 En un intento de fijar neologismos,
abreviaturas y siglas se propone TVi para la televisión interactiva,
y TVe para la televisión enriquecida, a veces separadas por
guiones TV-i o TV-e; y a estas alturas, no resultaría raro
que algunas de estas denominaciones pudieran incluso estar protegidas
como marcas comerciales.
15 Sobre el abuso de estas prácticas
véase José PESTANO (2000): "Periodismo instruccional
y desarrollo social de la conciencia crítica", Revista
Latina de Comunicación Social, núm. 36, artículo
en línea en http://www.ull.es/publicaciones/latina/aa2000kjl/u36di/09pestano.htm
(12.11.2002).
16 Monserrat LLINES (1990):
Los servicios de teletexto en Europa occidental, Tesis doctoral,
Universidad Autónoma de Barcelona.
17 Este sistema permite acceder
al menú de un concurso, buscar información sobre una
película o acceder a páginas específicas de
información de actualidad.
18
En España todas las emisoras
de televisión de ámbito estatal tienen sus propios
programas de teletexto, y algunas han realizado desde hace tiempo
aplicaciones de tipo 'interactivo'. Véase los antecedentes
de estos modelos en Francisco RIVERO (1993) "Llega la televisión
interactiva. Lanzamiento en cadenas públicas y privadas",
en Telos Cuadernos de Comunicación, Tecnología y Sociedad,
núm 33, marzo-mayo, artículo en línea en http://www.campusred.net/telos/anteriores/num_033/actuali_noticias8.html
(11.11.2002).
19
Aunque existen propuestas técnicas
de todo tipo, como las que proponen un estándar para el retorno
por medio de satélite: Vendela PAXAL "DVB with return
channel via satellite", en http://www.dvb.org/ dvb_technology/framesets/whitepapers.html
(20.08.2002).
20
Para una evaluación de las
diferentes posibilidades de la televisión digital, terrestre,
cable y satélite, Giuseppe RICHERI (1999): "Televisión
digital e interactividad" , en Franquet, Rosa y Larrègola,
Gemma (eds.): Comunicar en la Era Digital, I Congreso Internacional,
Barcelona: Societat Catalana de Comunicació págs.
325 a 327.
21
Estos dispositivos se denominan DVR
de Digital Video Recorders; una de las primeras referencias es TiVo,
http://www.tivo.com/0.0.asp (25.11.2001).
22
Véanse por ejemplo las ofertas
de algunos difusores a partir de las referencias del sitio web de
la Interactive Television Alliance, en http://www.itvalliance.org/indexprt.htm
(24.11.2002)
23
De esa forma 'porque' se puede escribir
'xk', dando lugar a una nueva 'dactilografía'.
24
Existen diferentes propuestas, que
suelen aparecer bajo el término 'soluciones' como por ejemplo
Liberate (http://solutions.liberate.com/enhancedtv_solution.html),
OpenTV (http://www.opentv.com/solutions), o BBC Technologies (http://www.bbctechnology.com).
25
Esto afecta no sólo al middleware
sino a otros aspectos de la tvi, como el hardware, la seguridad,
o las futuras mejoras del sistema.
26
Véase Jean-Pierre EVAIN (s.d.):
"The Multimedia Home Platform. An overview", en http://www.dvb.org/
dvb_technology/framesets/whitepapers.html (20.08.2002).
27
Las normas de la ATSC se encuentran
en el sitio web http://www.atsc.org.
28
En España, Vía Digital
ha realizado algunas aplicaciones de publicidad interactiva según
se recoge en el informe "TV interactiva: conceptos básicos"
disponible en http://www.liderdigital.com/documentacion/ documentacion.php
(05.11.2002).
29
Véase al respecto Xavier ARROYO
(sd): "Escenario futuro de la Televisión Digital Interactiva
en España", en línea en http://www.tvdi.net/html/informes/EstudioTVDi.ppt
(25.11.2002).
30
Una investigación reciente
sobre este perfil profesional en Mariano CEBRIÁN HERREROS
(2002): "Formación y empleo en la edición audiovisual",
en Telos Cuadernos de Comunicación, Tecnología y Sociedad,
núm. 2, julio-septiembre, artículo en línea
en www.campusred.net/telos (25.11.2002).
31
Este es un área de desarrollo
en Comunicación Audiovisual y Publicidad como prevén
diferentes iniciativas; Hipólito VIVAR (2002): "La enseñanza
universitaria de las TIC: Multimedia, postproducción e Internet",
en Red Digital, núm. 2, artículo en línea a
partir del sumario en http://reddigital.cnice.mecd.es/ 2/firmas/firmas_ipolito_ind.htm
(03.11.2002).
32Carmelo
GARITAONANDIA,; Emilio FERNÁNDEZ PEÑA; José
A. OLEAGA (2000):"La gestión de la abundancia: Tiempo
de consumo y uso del mando a distancia en la televisión multicanal",
en ZER, diciembre, Leioa, págs. 95 a 115, artículo
en línea en http://www.ehu.es/zer (18.03.2002).
33
Sobre estas características
de la sociedad y otros usos de la tecnología Eneko LORENTE
(1999): "Las comunidades virtuales de enseñanza - aprendizaje",
en Cuadernos de Documentación Multimedia, Universidad Complutense
de Madrid, núm. 8, artículo en línea en www.ucm.es/info/multidoc/multidoc/
revista/num8/eneko.html (04.11.2001).
José Manuel Pestano
Rodríguez
Programa de Medios Audiovisuales, Consejería
de Educación, Cultura y Deportes, Canarias, España |